Revista MLC Septiembre-Octubre 2017

Page 34

Dicho esto, conviene volver al principio. El primado religioso en la Reforma, y dentro de ese primado, el de Cristo. El Cristo extra-nos, y el Cristo intra-nos. El Cristo fuera de nosotros, que vive la voluntad del Padre y carga sobre sí el pecado del mundo, cumpliendo toda justicia y dando su vida por la salvación de los pecadores. El Cristo que sin nosotros, hace por nosotros lo que nadie podía haber hecho. El don que el Padre nos ofrece en su amor. El Cristo dentro de nosotros, el que exaltado a lo sumo por el poder de la Resurrección se hace presente en cada corazón mediante su Espíritu renovador. El Cristo energía de Dios que dinamiza la vida hasta el punto de cristificarla, de moldearla conforme a la imagen del Hijo de Dios, según el designio eterno por el cual Dios llama y predestina ser «hechos conformes a la imagen de su Hijo» (Ro 8:29). En la polémica con sus contradictores, Lutero enfatiza el primer aspecto de la salvación de Cristo, aquella que nos asegura la justicia justificadora de Dios sin tener en cuenta el estado interior del pecador, a todas luces falto de justicia y santidad. Roma no lo entiende así. Para ella la salvación como justificación es lo mismo que la santificación. El pecador no sólo es declarado justo, sino que es hecho realmente justo por poder regenerador de la gracia. Lutero protesta y afirma que la justicia no nos es impartida, sino imputada, tenida en cuenta. La justificación es un veredicto legal por el cual Dios nos declara justos en virtud de la justicia de su Hijo. La santificación es un aspecto distinto de la salvación, la doble gracia de la que habla Calvino, por la que Dios opera en nosotros de tal modo que desarrollemos el carácter de una vida nueva conforme al ser de Cristo. «Jesucristo nos es presentado por la benignidad del Padre, nosotros lo poseemos por la fe, y participando de Él recibimos una doble gracia. La primera, que reconciliados con Dios por la inocencia de Cristo, en lugar de tener en los cielos un Juez que nos condene, tenemos un Padre clementísimo. La segunda, que somos santificados por su Espíritu, para que nos ejercitemos en la inocencia y en la pureza de vida» (Institución de la religión cristiana, lib. III, xi,1). Sólo modernamente, mediante el diálogo y el estudio reflexivo de los textos de los reformadores, se ha llegado a comprender y desarrollar ese segundo aspecto de la gracia consistente en la unión con Cristo, en la identificación espiritual pero realísima con Cristo; empezando a leer a Pablo con nuevos ojos y abriendo nuevas perspectivas a la experiencia cristiana, con vistas a hacer realidad en la vida el mensaje paulino sobre el Nuevo Ser en Cristo (2 Cor 5:17; Gal 5:6). Este es uno de los puntos más esenciales a recuperar del legado protestante en este año de memoria y celebración del V Centenario de la Reforma.

TREINTA Y DOS


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.