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CUYOS CEREBROS SE DESCOMPONDRÁN ANTES QUE SUS CORAZONES

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VORTEX

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película en su propio cuadro, cuando un plano general se divida a la mitad para generar un par de cuadros que enmarcan a cada persona, dividiendo visualmente la perspectiva de ambos y permitiéndonos seguirlos individualmente a través de la historia.

De esta forma, Noé se permite transmitirnos un sentimiento de desconexión que imperará durante la totalidad de la película. Una sensación de estar en el mismo espacio, pero sin estar verdaderamente con el otro en ningún momento. Compartir un espacio, pero encontrarse solo.

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A lo largo de toda la cinta, esta contradicción en la convivencia se ve acentuada por diversos elementos, a veces como contradicciones en el actuar de cada personaje, a veces como un contraste entre varios de ellos Lo vemos en cómo, a pesar de vivir en un apartamento pequeño y que incluso llega a resultar asfixiante, con pasillos estrechos y cuartos muy conectados, la pareja rara vez está junta durante la película por iniciativa propia, y siempre que los vemos compartiendo un espacio, es debido a un factor externo, como la visita de su hijo o una emergencia médica

Como si la película intentara forzar a estar pareja a pasar tiempo juntos, pero fuera imposible. Imposible porque incluso en aquellas escenas en que están uno al lado del otro, la división entre cuadros (literalmente, cuadros) sigue generando una división entre ellos o en nuestra perspectiva, haciendo que cuando no se centra cada uno en un personaje diferente, cada enfoque nos muestre una perspectiva distinta, siendo estas una personal y cercana, con tomas frontales y objetivas que pretenden acercarnos a la situación, y otra alejada, generalmente lateral y subjetiva, como si fuéramos una tercera persona en la escena que mira de paso una situación que no entendemos, vivida por gente que no conocemos

Y aún así, la película se niega a dejarnos desentendernos del todo de nuestros personajes

Las secuencias con movimiento no nos permiten alejarnos mucho de ellos, siguiéndolos muchas veces con la cámara pegada a la espalda mientras caminan, e incluso negándose a alejarse más de un par de metros de ellos cuando se encuentran quietos, generando, en ocasiones, un sentimiento intrusivo y, a su vez, remarcando lo solitarios que se encuentran ambos personajes en todo momento a pesar de compartir un departamento que no cuenta con exactamente mucho espacio.

Acorde a esta idea, tenemos también presente el montaje

No existen durante las casi 2 horas y media que dura la cinta, casi ninguna transición propiamente dicha, favoreciendo en su lugar una serie de cortes, a veces imperceptibles y a veces fuertemente notorios, marcando un paralelismo entre las lagunas mentales que sufre la mujer debido a su enfermedad, y la forma en que nosotros mismos percibimos el paso del tiempo, además de continuar dándonos la sensación de estar viendo una colección de videos caseros que se terminan, para ser reemplazados por una nueva grabación constantemente, creando una nueva capa de contradicción narrativa. Son eventos que están sucediendo pero que se nos presentan como recuerdos registrados para una posteridad.

La película, debe aclararse, no cuenta con una trama propiamente dicha No busca presentarnos un argumento y no hay verdaderamente un conflicto que pueda resolverse Existen, por supuesto, historias sucediendo alrededor de este concepto y que ayudan a que la cinta avance Stéphane, el hijo de la pareja, interpretado por Alex Lutz, intenta ayudar a sus padres para encontrar la ayuda médica y cotidiana que necesitan, encontrando una negativa, mayormente de su padre, de alejarse de la casa en la que han pasado las últimas décadas y en la que su padre defiende que está toda su historia El hombre, por su parte, mantiene o intenta mantener sin mucho éxito una aventura amorosa con una compañera de trabajo que resulta ser un antiguo amor, buscando escapar del agobio que representa la vida diaria en casa y buscando volver a sentir sus avances afectivos ser correspondidos.

Sin embargo, ninguno de estos llega a tener por sí mismo suficiente peso como para mencionarlos como el conflicto central de la trama Son, más bien, elementos de la cotidianidad Cosas que están sucediendo al mismo tiempo o como consecuencia de la situación en que viven el par de ancianos.

La vejez, es parte de la vida. Las enfermedades que vienen con ella son parte de la vida. La muerte, es parte de la vida. Todas estas cosas pasan, simplemente porque pueden pasar.

En Vortex no existe un conflicto. Ni siquiera un antagonista o una situación a superar. Nuestros protagonistas se encuentran en sus 80’s, con toda una vida pasada para recordar y un futuro que parece simplemente una rutina mientras se espera lo inevitable Los conflictos de su vida que podían superarse quedaron atrás, como parte de otros años y en el presente de otras personas La vida, la historia de estas personas, sucedió mucho antes de que pudiéramos llegar a conocerlos y, ahora, solamente podemos ser capaces de observar Observar a una pareja en sus últimos días, intentando, ya no seguir adelante, si no mantenerse lo más posible Conscientes de todo lo que hicieron y vivieron y que nosotros jamás seremos capaces de conocer, manteniéndonos siempre cerca, expectantes, pero completamente alejados al final Simplemente observando y recordando que, sin importar el camino, cada viaje tiene el mismo final.

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