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Breve inventario de los feminismos en Nuevo León // Lídice Ramos Ruiz

EL PRESENTE ESCRITO apunta a un breve inventario a grandes trazos de un pr oyecto más amplio que venimos realizando con una perspectiva histórica y de resguardo de la memoria con visión feminista, en el estado de Nuevo León, sitio geográfico donde la historia de las participaciones de las mujeres como sector específico de la población ha sido un tema poco abordado en las investigaciones de las ciencias sociales. Esto quizá pueda estar sucediendo por las tendencias de concebir la participación de nosotras como marginal, esporádica o secundaria en los procesos civilizatorios de la entidad.

Sin embargo, la investigación que visualiza a las mujeres como sujetos sociales con una visión feminista inicia, con cierta constancia en el mundo académico, a partir de los años setenta del siglo XX. Dicha investigación ha contribuido a esa clase de saberes impertinentes a los que la estudiosa Gina Vargas se refiere como aquel tipo de conocimiento que abre ventanas a una subversión constructiva del orden social establecido. Por ello, desde lo local, insistimos en que se vuelve necesario, en pleno siglo XXI, reflexionar sobre las alianzas, vínculos, dificultades, laberintos y distanciamientos que cierran los caminos y presentan identidades fragmentadas, pero también posibilidades de una agenda común desde las mujeres. La presente narrativa puede aportar algunas ideas al respecto.

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Partimos, por tanto, de la perspectiva de esos saberes impertinentes que analizan al feminismo desde varias aristas y orientaciones, es decir, desde lo que puede entenderse como la conceptualización en un sentido amplio para concebirlo como:

• Un proyecto ético-político que plantea y propone al mundo una serie de alternativas para el logro de sociedades más igualitarias, democráticas, sin pobreza y opresiones.

• Un pensamiento teórico contra-hegemónico y contra-cultural que apunta a desmontar la opresión y sumisión machista, como se dice en América Latina y México; patriarcal para los decires europeos o americanos.

• Un movimiento crítico e insurrecto que verbaliza una conciencia articulada desde los derechos de las mujeres.

• Un enfoque que desmonta contradicciones del orden de género en cada época histórica a partir de revisar cómo opera el contrato sexual que da base a los contratos sociales.

• Un registro de una agenda de demandas y de participación pública de las mujeres que pretenden acrecentar la democracia.

• Contribuciones prácticas de mujeres registradas en los baúles de la historia sin que ellas mismas, muchas veces, se auto-reconozcan como feministas, pero que nos permite tener la genealogía de nosotras como parte de esos esfuerzos de desarticulación del orden patriarcal.

En el caso de este texto, las prácticas feministas presentadas en momentos históricos locales, abarcan esta amplitud de orientaciones dado que a partir de la IV Conferencia Internacional de las Mujeres realizada en Beijing en los años noventa, la clasificación amplia de los feminismos pasa, desde las personas que toman las calles para exigir derechos hasta las mujeres de la academia, funcionarias internacionales o gubernamentales, siempre y cuando sus prácticas hagan avanzar la posición política, económica, cultural y social de las mujeres.

En el espacio de la historia regional de Nuevo León o del noreste mexicano se suelen priorizar registros de la participación pública masculina, muy cercanos a la política y las ideas libertarias de la independencia, en el siglo XIX: la Guerra de Intervención Norteamericana, el Porfiriato con

Las Soldaderas o Adelitas Mujeres en la Revolución Mexicana.

...Un movimiento crítico e insurrecto que verbaliza una conciencia articulada desde los derechos de las mujeres.

Santiago Vidaurri. Ya en el siglo XX acaparan la atención la industrialización, las políticas neoliberales y los asuntos urbanos y obreros.

Dentro de esos estudios del siglo XIX localizamos los esfuerzos organizados de mujeres como grupo, no aparecen, pero sí, estudios de mujeres de excepción. Para el siglo XX, sí existen trabajos sobre los movimientos obreros y sociales donde se nombran mujeres como los coordinados por la doctora Lilia Palacios, o los presentados por Carlos Ruiz Cabrera, aunque con escasa visión feminista. Asoman también, a fines del siglo XX dentro del CIESAS Noreste y el Colegio de la Frontera, estudios sobre mujeres.

En el siglo XIX se han localizado datos de María del Carmen Arredondo, su hermana Melchora Hernández y la madre de ambas, María Josefa González, estudiadas por el maestro Armando Hugo Ortiz Guerrero (2013:9) que dice: a pesar de las conductas atípicas en un modesto pueblo norestense de México, a principios del siglo XIX, por lo que las toman como “innombrables”. Ellas, “Las innombrables”, Josefa, Melchora y Carmen están relacionadas con la guerra de Independencia en el ámbito local, pero sus vidas recorren todo el siglo XIX. Una entabla diálogos con el general Santiago Vidaurri. Carmen, porque fue esposa del doctor Eleuterio González y posteriormente del general Mariano Arista, quien entre 1851-1853 fue presidente de la República y Carmen Arredondo primera dama del país, Con todos los estigmas de la época sobre sí, ellas fueron mujeres pensantes y actuantes en la vida política local.

En los momentos de la invasión americana de 1846, el maestro Ricardo Covarrubias, en su libro Mujeres de México, editado por el ayuntamiento de Monterrey en 1974, distingue a las madres, esposas, hermanas e hijas de los hombres que están en “el altar de la Patria”, y en el caso de la sociedad nuevoleonesa a mujeres excepcionales que con su valentía apoyaron al ejército mexicano durante la citada invasión norteamericana en nuestro suelo.

Destacan doña Josefa Zozaya de Garza y doña María de Jesús Dosamantes. Más adelante, en momentos de la república, en 1866, se registra a doña Dolores García de Naranjo y dentro del amplio espectro de periodistas y escritoras en la coyuntura anti-releccionista, sobresale María Andrea Villarreal González.

Josefa Zozaya venía de Tamaulipas y desde 1845 vivió en Monterrey en el barrio de la Catedral, hoy barrio antiguo; ella alentó a los soldados alrededor de la hoy macroplaza cuando el general Zacarías Taylor sitió la ciudad de Monterrey. Durante el mismo suceso María de Jesús Dosamantes vistió de soldado y estuvo en el ejército al mando de Mariano Arista defendiendo el espacio de La Ciudadela, hoy situada en las calles de Juárez y Tapia.

Doña Dolores García de Naranjo vivió en Lampazos, fue mecenas de los indígenas Kikapúes avecinados en la zona de Nuevo León y Coahuila. Poseía grandes extensiones de tierra en Lampazos y Saltillo. Fue contestataria de las políticas de Bernardo Reyes y hostigó a los generales Treviño y Naranjo, por lo que también estuvo en contra del presidente Porfirio Díaz.

Manifestación por los derechos de la mujer en México.

También de Lampazos fue María Andrea Villarreal González, nacida el 20 de enero de 1881. Ella se unió en 1905 al grupo activista organizado por los hermanos Flores Magón. Se dedicó a escribir textos en contra del régimen de Porfirio Díaz, aunque también redactó escritos en los que criticaba a Estados Unidos por apoyar dicha dictadura. Vivió en San Antonio, ahora Texas, y al renunciar al magonismo, apoyó las causas de Francisco I. Madero. Fue una mujer de letras y periodista bilingüe. Falleció en Monterrey el año 1963.

Los albores del siglo XX tienen en la Revolución Mexicana, un elemento de cambio del orden social muy amplio, donde la participación femenina es creciente, pero está envuelta y narrada en el ideal femenino de los hombres. Asoman datos nacionales del periodo de Carranza muy importantes para las luchas femeninas. Tales son los casos de la ley de divorcio de 1914 y el Código de Relaciones Familiares de 1916 en los cuales jugaron un papel preponderante las sufragistas mexicanas de los Congresos de Tabasco y Yucatán, y mujeres veracruzanas como la abogada Esperanza Velázquez Brigas.

Sin embargo, María Antonieta Rascón registra en Cuadernos Agrarios (1979:107) el dictamen final del Congreso Constituyente de 1917 que a la letra dice: “las actividades de la mujer mexicana han estado restringidas tradicionalmente al hogar y la familia, no han desarrollado una conciencia política y no ven además la necesidad de participar en los asuntos públicos. Esto lo demuestra la ausencia de movimientos colectivos para este propósito”.

Para la primera mitad del siglo XX, en nuestra historia local, la señora Irma Salinas Rocha (2006:128, 136, 194) ha legado datos importantes de las mujeres de su extensa familia. Irene Westrup, fue una de las primeras si no la primera poetisa de las letras de Nuevo León. Su pluma convivió con las de Héctor González y Celedonio Junco de la Vega. Otro caso es el de Rosa Salinas Garza nacida en 1889, quien fue maestra de la Escuela Normal dirigida por el ingeniero Miguel F, Martínez y alcanzó el nivel de subdirectora, oficios propios de la época que son permitidos a las mujeres que saben leer y escribir.

En el plano de apoyo social, doña Orelia Rocha, hermana de don Joel Rocha, y Aida Westrup, esposa de don Héctor González, fundaron el 28 de enero de 1922 el Club Femenino de Monterrey, cuyo objetivo era el mejoramiento físico, intelectual y moral de la juventud regia y la higienización de la ciudad, tareas públicas que les eran permitidas en el imaginario social del momento. Se les destaca por la influencia que deben haber tenido sobre ambos hombres ligados a la historia de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Héctor González, primer rector, dictó una conferencia, en ese año de 1922, titulada Cómo entendemos el feminismo los hombres. Dice Irma Salinas Rocha (2006:199) que era no sólo para fundamentar el compromiso de su esposa y demás mujeres fundadoras del antes citado Club desde el punto de vista masculino, sino para propiciar la reflexión acerca del nuevo papel de la mujer en la sociedad y la forma en que los hombres deberían estimularlo y apoyarlo.

Dentro del proceso sindical, serán las maestras de los años veinte y treinta, las asiduas participantes en la formación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y; de las huelgas por salarios que no pagaba el municipio de Monterrey, y de las demandas a los gobiernos de Bonifacio Salinas y Arturo B de la Garza para que asumieran la responsabilidad de dicho pago. Cito a la maestra María Terán Tovar como ejemplo.

La estructura partidista oficialmente reconocida tenía una sección femenil desde donde se fraguaba el derecho al voto. Y en algunas secciones comunistas se conmemoraba el ocho de marzo como Día de las Mujeres Trabajadoras. Las mujeres cercanas a la masonería formaron las primeras guarderías para mujeres trabajadoras y apoyaron los centros infantiles.

La segunda mitad del siglo XX, es rica en aportaciones de mujeres que alcanzaron el voto como derecho político, luego de arduos trabajos y propuestas a los gobiernos en turno. La abogada Margarita García Flores en los cincuenta, es una representante de esos momentos. Se desempeñó como secretaria femenil de la CNOP de Nuevo León y promovió la creación de centros de seguridad familiar a su paso por el IMSS, En 1952 fue electa regidora del Ayuntamiento de la ciudad de Monterrey. Fue diputada federal por el PRI dos veces, senadora suplente cuando el licenciado

Eduardo Livas Villarreal ocupó el puesto de gobernador.. Entre sus labores académicas se le reconoce como la fundadora de la ahora Facultad de Trabajo Social de la UANL. Margarita García Flores realiza la nueva solicitud del voto femenino al presidente Ruiz Cortines en 1953, dada su cercanía con figuras femeninas como Amalia Castillo Ledon, Palma Guillén y María Lavalle Urbina. En Nuevo León, la primera diputada local fue la maestra Ofelia Chapa en los años de 1964- 1967.

Muchas otras mujeres siguieron en los años sesenta, los pasos del Club Femenino de Monterrey y en su vertiente asistencial laica, agrupándose en torno al Instituto de Protección a la Infancia de la época durante el gobierno de Livas Villarreal; otras a las huestes de la iglesia católica dentro de la Sociedad de Padres de Familia. El feminismo popular, como se le conoce, tomó alientos en los años setenta con las mujeres obreras y los movimientos por la tierra urbana. Para irrumpir a fines del siglo XX, en la ciudadanización organizada e integrada a redes nacionales en los años noventa, como sucede hasta nuestros días.

Será hasta en los últimos cuarenta años, ya lograda la ciudadanía, que la participación pública de las mujeres crece y se expande a ámbitos no imaginados, y con temáticas diversas, Entre éstas está el proyecto ético-político que plantea y propone un mundo más igualitario, democrático, sin pobreza ni opresiones, todo lo cual toma forma en el movimiento crítico e insurrecto que verbaliza la conciencia articulada desde los derechos de las mujeres.

Es a partir de los años ochenta, cuando se pone a revisión el proyecto de nación mexicana, con base en el análisis de los acuerdos internacionales y a las presiones mismas del Consenso de Washington donde se plantea que el sentido del bien común en cualquier régimen debe respetar las libertades, las diferencias y los derechos de los ciudadanos y ciudadanas, porque las fuerzas y grupos de poder se cantean hacia los sectores promotores del “libre mercado”. Ante esta realidad, las mujeres apelamos a la memoria, a la construcción de nuevos escenarios, nuevas rutas del proceso social diferentes a su mercantilización y el consumismo extendidos por los espacios públicos y privados; abogamos también para que los y las ciudadanas no pulvericemos nuestros espacios de conciencia y nuestros horizontes del buen vivir.

Fue hasta 1955 cuando las mujeres pudieron concretar su derecho al voto institucionalizado en 1953.

Por lo que toca a Nuevo León, para la historia de las mujeres del estado contamos con datos de María Elena Chapa, quien ha sido diputada federal, (1988-1991), primera Senadora de la República por Nuevo León (1991-1997); diputada local (1997-2000), de nuevo diputada federal (2000- 2003) y directora del Instituto Estatal de las Mujeres, desde su fundación en 2004 hasta el año 2016.

Así mismo, contamos con doña Rosario Ibarra de Piedra, la cual fue candidata a la presidencia de la República en 1988, quien con su trabajo político en el grupo civil Eureka influyó en la radicalización de las Madres de Desaparecidos durante la “Guerra Sucia”. Ella fue senadora de 2006 a 2012, periodo en que estuvo al frente de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, a sus 80 años de edad. Contamos con ella, sin desfallecer en sus propósitos de una sociedad incluyente y democrática.

Durante los años noventa, se fundan organizaciones y generan movimientos que precisan de un estudio propio y que aquí sólo enumeramos.

1992. Se establece la ciudadanización de las mujeres en la política cuando el Estado va abriéndose a la cultura democrática y Sandra Arenal y Alicia Aguilera asisten, en 1992, al VII Encuentro Feminista Nacional llevado a cabo en Acapulco. Desde mi punto de vista, ahí inicia el proceso de las ONG feministas locales, y su integración a las redes nacionales. Vamos “ganando espacios” como indica la campaña afirmativa de ése VII Encuentro Feminista Nacional.

En Nuevo León, nos integramos alrededor de La Colmena la primera revista de carácter feminista en el estado. dicha revista constituía un espacio de libre reflexión, donde las mujeres estudiábamos la política con visión de género, los derechos sexuales y reproductivos, la invisibilización de las mujeres, temas de salud reproductiva, entre otros temas. En fin, nos preparábamos para Pekín 1995.

En esta década también se funda Cadhac para la defensa de los derechos humanos. En todos estos esfuerzos fuimos apoyadas por la Hna. Consuelo Morales. Por su lado, las periodistas locales inician su preparación en 1994 para trabajar con un lenguaje no sexista. Y se da pie a la integración de una “masa crítica” local de mujeres feministas que actúan y ejercen con pensamientos progresistas y libertarios; todas ellas organizadas y acompañadas de una formación cívica y ética responsable.

1993. Surge la emblemática huelga del ISS- TELEON encabezada por lideresas de enorme valía social. Sobre este suceso se empiezan a recopilar detalles para detectar si sus acciones estuvieron inspiradas en una construcción ideológica de autonomía feminista dentro de esta lucha por los derechos laborales

1994. En el campo institucional, se conforma CAVIDE (Centro de Atención a Víctimas de Delitos Sexuales), organismo descentralizado del Estado que por exigencias y acción de las diputadas federales en 1990 conforman un Grupo Plural para tipificar los delitos de abuso sexual y hostigamiento hacia las mujeres, asignando presupuestos etiquetados para tal fin.

1995. e realizan gestiones para conmemorar, desde la sociedad civil organizada el 8 de marzo, el día internacional de la mujer. Para ello se organizan eventos en la Facultad de Filosofía y Letras y la Feria del Libro del Tecnológico de Monterrey, y una Mesa Redonda en la Biblioteca del Estado; con mujeres políticas y funcionarias donde participan Alejandra Rangel, Liliana Flores Benavides, Tatiana Clouthier, Lupita Rodríguez y María Elena Chapa.

1996. Nacen: Vicalli, organización social para niños y niñas que sufren violencia; Prosser, para salud sexual y reproductiva; Alternativas Pacíficas, para violencia de mujeres y sus hijas o hijos; Teatro Ventana Abierta, grupo mixto; Abrazo, para asuntos de sida y su prevención, agrupaciones donde sus miembras, con el tiempo, han pasado a ser asesoras de género en los gobiernos estatales o federales o bien trabajan por cuenta propia.

1997. En este año el giro se orienta a la prensa. Dentro del periódico El Porvenir tenemos la primera página con temas de mujeres con una visión bastante inclinada al feminismo. Nosotras, con Elvira Ramos, mantuvo dicho giro al menos por cinco años. En ese mismo año, entablamos contacto con las redes nacionales de Milenio Feminista y Diversa, que se constituían y asentaban en varios estados del país. Y a partir de este año, la mayor parte de las organizaciones feministas tenemos dos fechas cívicas en nuestro calendario: el 8 de marzo y el 25 de noviembre.

1998. Se consolidan GESS (Género, Ética y Salud Sexual), con Mariaurora Mota al frente; Comité Pro-Defensa de los Derechos del Menor, encabezada por Sandra Arenal; Equipo Interinstitucional Contra la Violencia Familiar, integrado por la Secretaría de Salud, diversas ONG y académicas. Así mismo diferentes asociaciones de mujeres lésbicas fundamentan sus derechos. A la par, cristaliza una alianza política de fuerzas femeninas que duró cinco años en el Pacto Plural de Mujeres, y hubo una participación amplia en la Marcha Mundial de las Mujeres y en la lucha por la cartilla de los Derechos de las Niñas.

1999. Se constituye en la UANL el CUEG (Centro Universitario de Estudios de Género) y en la UDEM se forma un grupo de estudio, ambos espacios impulsados por las exigencias de capacitación local y por el impulso que en las universidades, a nivel nacional, venía generando la filósofa Graciela Hierro.

2000. Inicia Alianza Feminista de Nuevo León para conjuntar y apoyar la formación de organizaciones juveniles en los temas de mujeres y feminismo no cubiertos por las instancias existentes. No obstante ser temas emergentes del nuevo siglo y de las nuevas generaciones.

Así, arribamos al siglo XXI, con un feminismo global —en espacios institucionalizados, académicos, de organizaciones de la sociedad civil—, liberal socialista, ecofeminista, de consultoras de género, de diversidad sexual, de universos teatrales, de derechos humanos, de niñas y de jóvenes. Y cuando a todos nos envuelve la violencia hacia las mujeres y las niñas y se obstaculizan las acciones acordadas en Pekín, nace el Instituto Nacional de las Mujeres.

2000-2008. En Nuevo León, las organizaciones de Mariaurora Mota y de Dolores Estrada trabajan recopilando información sobre feminicidios a partir de la óptica de los derechos humanos. En su labor se unen a redes nacionales que dan cuenta de las cadenas y estilos de operación de la violencia hacia mujeres o personas de la diversidad sexual; en adelante, otros grupos también asumen este trabajo.

2002. Monterrey es la sede de la Conferencia para la Financiación del Desarrollo, de Naciones Unidas, y tocó a la Red de Milenio Feminista y a su sección Nuevo León, bajo la responsabilidad de Lídice Ramos Ruiz, la organización mundial de los trabajos entre las organizaciones de la sociedad civil, previos a la junta de presidentes de todo el mundo. Los esfuerzos para entender la economía de los cuidados, nos formó a varias compañeras en este tema y establecimos, desde entonces, el compromiso para estudiar y entender otras aristas del avance de los feminismos a escala global.

2004. Se consolida el Instituto Estatal de las Mujeres durante el gobierno de Natividad González Parás; se promueven instancias municipales y se asume la responsabilidad institucional del manejo de fondos y programas derivados de la transversalidad de la perspectiva de género al interior de las instancias del gobierno, todas estas tareas bajo la dirección ejecutiva de María Elena Chapa.

De 2005 en adelante se amplía el espectro de las organizaciones ciudadanas; surgen Artemisas por la Equidad, revista Nosotras, Zihuame Mochila, entre otras.

2007. Con la aprobación de la Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia y la Ley local de igual sentido, los esfuerzos institucionales y civiles se van acrecentando en este tema. Destaca la inclusión de los feminicidios y la alerta de género. Por esto es preciso señalar que las condiciones sociales y la incertidumbre vividas durante el gobierno de Rodrigo Medina de la Cruz (2009-2015) reportaron más de 650 feminicidios. Primero mujeres adultas y después la tendencia apunta a mujeres niñas o jóvenes.

2010. Nace el grupo AMORES, agrupación de mujeres organizadas a raíz de los ejecutados secuestradas y desaparecidas en Nuevo León, mayoritariamente femenina, de madres desesperadas que en esta organización encuentran algunas formas de existencia que les permite transformar su dolor en activismo social y a la vez hacerse expertas en la búsqueda y reclamo de sus familiares. Su insistencia, prácticas y alianzas les permiten, a nivel jurídico local, incidir en la declaración del delito de desaparición forzada, en el código penal de Nuevo León, en la Ley de Víctimas de Nuevo León, en el protocolo de Búsqueda Inmediata. 2014, ejercer presión para la integración del Grupo Especializado en Búsqueda Inmediata (GEBI) y la Declaración de Ausencia por Desaparición.

2012. Se integra el movimiento de familiares de personas desaparecidas y secuestradas en Nuevo León (FUNDENL), el cual se articula con grupos nacionales para la búsqueda de sus familiares o bien de las víctimas por el narcotráfico. A la vez en Coahuila existe una organización hermana, en cuyas primeras manifestaciones bordaron pañuelos con los nombres de las víctimas. Su vocera es Irma Leticia Hidalgo, madre de Roy Rivera Hidalgo.

2015. Dentro del Tecnológico de Monterrey se presentó en la Primera Semana de los Feminismos, actividad que se ha seguido realizando y en cuyo espacio se aglutinan colectivos de un excelente ejercicio ciudadano a favor de las causas de las mujeres y de la democracia.

2016. Estalla el encono y las mujeres nuevoleonesas —unas jóvenes y otras de los grupos históricos— se agrupan en el Colectivo de Feministas de Nuevo León para informarse y formarse en asuntos jurídicos, políticos y sociológicos, mismos que abarcan las temáticas de violencia de género y ayudan a recuperar la memoria de las ancestras y sus esfuerzos por modificar el orden de género imperante.

2018. Llegamos a este año con una sociedad fragmentada, segmentada, llena de desigualdades, con posicionamientos diversos, envuelta en incertidumbres, donde los recursos materiales son muy desventajosos para las organizaciones de mujeres. Sin duda, el recurso simbólico y cultural del feminismo está en revisión, y las concepciones de la praxis feminista, de la democracia y la política imponen el escrutinio de la categoría género, así como la revisión de su carácter subversivo, clave para la sensibilización feminista y sus prácticas.

Marcha contra la violencia machista en Nuevo León 2016.

Bibliografía

Covarrubias, Ricardo (1974). Mujeres de México, edición Ayuntamiento de Monterrey, México.

Ortiz Guerrero, Armando (2011). Las Innombrables, colección Ancla del Tiempo, edición de la UANL, Monterrey N.L. México.

Palacios Hernández, Lilia, coord. (2017). Entre montañas y sierras. Resistencia y organización laboral en el siglo XX, UANL-Conarte.

Ramón, María Antonieta (1979). “La mujer y la lucha social en la historia de México” en edición de Cuadernos Agrarios no. 9, México.

Ramos Ruiz, Lídice (2009). “La participación ciudadana de mujeres en Nuevo león (1990-2008)” en el libro Compromiso Ciudadano: Participación y Gestión Pública en Nuevo León, coordinado por Freddy Mariñez Navarro, edición conjunta de Fondo Editorial Nuevo León, EGAP-Tec, Monterrey, N.L., México. Ruiz Cabrera, Carlos (1990). Poder y lucha sindical en la UANL 1949/1971, edición de autor, Monterrey, México.

Salinas Rocha, Irma (2006). Mi Madre, Oficio Ediciones, Monterrey N.L. México.

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