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Juárez en Monterrey // Jesús Adrián Cruz Monterrey

EL 17 DE OCTUBRE DE 1905, el presidente Porfirio Díaz declaró día de fiesta nacional el 21 de marzo de 1906, en conmemoración del Centenario del Natalicio del Benemérito de la Patria Benito Juárez.

Se dispuso entonces crear una comisión nacional con el fin organizar diferentes eventos a lo largo y ancho de la República, y nombrar delegados y subdelegados en los diferentes estados. La delegación nuevoleonesa estuvo encabezada por Manuel Rivero y Celedonio Junco de la Vega en calidad de secretario.

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El 12 de enero de 1906 se publicó un programa de carácter general, consistente en 6 puntos, para que en todos los pueblos del estado “por pocos que sean sus recursos, se verifique del modo más decoroso la festividad que se prepara, para rendir tributo de gratitud al esclarecido presidente de la República, que heroico salvó sus instituciones, su honor y su independencia”.

Entre las primeras disposiciones dictadas por el gobernador Bernardo Reyes estuvieron la de convocar a una sesión extraordinaria de la XXXI- II Legislatura del Congreso del Estado el 7 de febrero de 1906, presidida por el licenciado Pedro Benítez Leal en la cual se trataría la erección de un monumento en Monterrey en memoria del Benemérito.

Cuatro días después fue aprobada dicha construcción, fijando la colocación de la primera piedra el día 21 de marzo de ese año, designando al gobernador del estado a cargo de todo lo relativo a su construcción y fijando un presupuesto de 30 mil pesos que provendrían de los fondos públicos.

Mediante la circular fechada el 10 de febrero, el gobernador Reyes había dispuesto también remitir ejemplares litográficos (ampliación fotográfica) del retrato en busto de Juárez para que fueran colocados en cada uno de los ayuntamientos del estado, así como en los establecimientos de instrucción primaria.

“…El primero servirá para que, si no hubiere otro demejores condiciones, se coloque en un lugar apropiado el 21de marzo próximo, en donde tenga efecto la ceremonia deconmemorar en la localidad el 1er. Centenario del nacimientode aquel Ilustre Ciudadano; y como a ese acto han deconcurrir la mayor parte de los alumnos de las Escuelas,los otros retratos se colocarán al día siguiente, 22 del mismomes de marzo, en cada una de ellas, como queda dicho; y enel momento de llevarse á efecto la colocación, se dará lecturaa una breve biografía del Sr. Juárez, en presencia de losrespectivos alumnos…”

Las fiestas en Monterrey dieron inicio el martes 20 de marzo: casas y comercios fueron decorados con esmero, luciendo banderas, guías de laurel y lazos tricolores. Por la noche podían admirarse perfectamente iluminados el Banco Mercantil, las casas Hernández, Cantú Treviño y Rivero, entre otras; la plaza Zaragoza fue iluminada también de forma excepcional y en la de Cinco de Mayo se prepararon fuegos artificiales. De 8 a 11 pm se escucharon las serenatas en las plazas Zaragoza y Cinco de Mayo.

Al amanecer del día 21, con salvas, repiques y toques de diana fue saludada la bandera en la Plaza Zaragoza; en los diferentes edificios públicos fue izado también el pabellón nacional y bandas de música ambientaron el paseo por la plaza desde las 9:30 am hasta las 12 del medio día.

En diversos puntos de la ciudad fueron colocados arcos triunfales, el primero de ellos en las calles 5 de mayo y Zaragoza, con la inscripción: “Al Salvador de la Constitución de 1857”; el segundo formado con cajetillas de cigarro, instalado en las calles Escobedo y 15 de Mayo por la Compañía Manufacturera de Cigarros “Monterrey”, que decía: “El respeto al derecho ajeno es la paz” y “Honor a Juárez”; el tercero, en las calles Escobedo y Washington, establecido por la Fundición de Fierro y Acero de Monterrey con iluminación eléctrica, un águila que destacaba en la parte superior y la inscripción: “1806. La Fundición de Fierro y Acero de Monterrey. Al Grande de la Historia Mexicana. 1906”; el cuarto, con la leyenda “Al Gran Demócrata, Autor de la Reforma”, en las calles Washington y Juárez; el quinto, en Washington y Juan Méndez, puesto por la Compañía de Fundición de Fierro y Manufacturera, con la inscripción: “1806.-Gloria a Juárez. -1906”; el sexto, en la esquina de Washington y Leandro Valle que con elegante estilo señalaba: “1806.- Al Glorioso Padre de la Segunda Independencia.-1906”; en la Alameda fue colocado el séptimo, con 2 inscripciones: “La Ciudad de Monterrey, al Vencedor de las Heroicas luchas de 1857 y 1867” y “Al Ilustre Juárez, el Estado de Nuevo León Agradecido”.

En el Palacio Municipal fue colocado otro arco con la leyenda: “1806.- Honor a Juárez.-1906”; en la esquina de la Casa Rivero uno más donde se leía: “1806.-Juárez.-1906”; el Director de la Escuela Comercial de Monterrey, localizada en la calle Juárez, hizo lo propio: una imagen del Bnemérito y una bandera en la parte superior y la inscripción: “La Escuela Comercial de Monterrey. Al C. Lic. Benito Juárez. Benemérito de las Américas”; también la cantina “El Progreso” con la frase célebre: “El respeto al derecho ajeno es la paz. Homenaje de A. Rodríguez y Hno. al Benemérito”.

El alcalde primero, don Pedro C. Martínez, miembros del Ayuntamiento de Monterrey y Manuel Rivero, representante de la Delegación Nuevoleonesa, fueron acompañados por la banda de música del 23 Batallón y una sección de caballería del Cuerpo de Rurales para colocar dos placas en las casas en las que habitó Benito Juárez durante su estancia en Monterrey: una en la Botica de León, en lo que fue el Palacio de Gobierno -hoy calles de Morelos y Escobedo-, con esta inscripción: “El Benemérito Presidente de la República Benito Juárez, habitó esta casa, de abril a agosto de 1864”, otra en la casa de don

Isaac Garza -hoy calles Padre Mier y Galeanacon la leyenda: “El Benemérito Presidente de la República Benito Juárez habitó en Febrero de 1864, la casa ubicada entonces en este predio”, la cual perteneció al licenciado Manuel Z. Gómez.

Ambas placas fueron aprobadas por la sesión de cabildo del 7 de febrero y tuvieron un costo de $100 pesos. Se realizó también el cambió de nombre de la entonces calle del Roble por la de Benito Juárez, en la que fueron colocadas 15 lápidas con un costo de $90 pesos; es necesario señalar que ya una calle llevaba el nombre del Benemérito, sin embargo, para tal fin a dicha calle le fue cambiado su nombre por el de Ignacio L. Vallarta.

A las tres de la tarde, la comitiva oficial, funcionarios públicos, asociaciones, estudiantes, profesores, así como público en general, presenciaron la colocación de la primera piedra del monumento a Juárez en la plaza del 5 de Mayo, frente a Palacio de Gobierno.

Hubo donaciones de particulares para la construcción del monumento, como la de don Carlos Mongrand por la cantidad de $272.15 pesos. -producto de una función de cinematógrafo-, de logias masónicas, o la de doña Aurelia Ochoa, esposa del gobernador.

El monumento proyectado por el arquitecto inglés Alfred Giles sería inaugurado al año siguiente, 5 de febrero de 1907, en el aniversario de la promulgación de la Constitución de 1857.

Incluso, un grupo de comerciales de Monterrey aportó $1,187 pesos a la Junta Patriótica formada por Luis Terrazas en el estado de Chihuahua, que entre sus planes tenía la construcción de un monumento en la villa del Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez.

Al concluir el acto aludido, en procesión cívica encabezada por el general Bernardo Reyes, se dirigieron a la Alameda “Porfirio Díaz”, donde se concentraron 106 corporaciones de entre las cuales pueden citarse: las Escuelas de Jurisprudencia, la Normal de Profesores y la Profesional de Señoritas, el Colegio Civil, el Colegio Laurens, la Luz y Morelos; igual empresas como Cervecería Cuauhtémoc, Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Fábrica de Dulces “La Corona”, Fábricas Apolo, y agrupaciones como el Círculo Mercantil Mutualista, la Unión de Mecánicos Mexicanos, el Gran Círculo de Obreros de Monterrey y la Gran Logia de Nuevo León. La procesión fue recibida por una banda de música; y como las crónicas de la época señalan por “un público que podría ser de 20 mil concurrentes”.

Entre los discursos y composiciones poéticas estuvieron la del licenciado Virgilio Garza, quien fuera profesor y director de la Escuela de Jurisprudencia, el de Manuel Barrero Argüelles, poeta y periodista, y un discurso de Enrique Gorostieta que fue leído por el licenciado Rafael Dávila.

Fue también interpretado el “Himno a Juárez” por un coro de niños y niñas formado por escuelas municipales, dirigido por el Profesor José C. Villaseñor, la letra del himno era de Manuel Barrero Argüelles.

La fiesta se prolongó hasta el anochecer; los asistentes paseaban por la plaza adornada e iluminada, algunos en carruajes, mientras se escuchaba la música de las bandas. A las 9 de la noche el cielo se iluminó con fuegos artificiales “expresamente hechos e importados de Estados Unidos para la celebración”, “más parecía un bosque encantado que nuestra querida Alameda”.

Por la mañana del día 22, los maestros de cada uno de los planteles de educación primaria en el estado realizaron una ceremonia cívica en la que se colocó un retrato de Juárez tal y como lo señalaba la circular 113 del 10 de febrero, además de leerse el folleto titulado Rasgos biográficos del ilustre mexicano, Benemérito de la Patria Benito Juárez, escrito por el general Bernardo Reyes Ogazón.

Hoy colocamos, señalaba el gobernador en aquel folleto,

“su efigie en un lugar preferente, en este plantel, conmemorandoel centenario de su natalicio; y mañana, y enotro siglo, y en otros siglos, nuestros hijos, al transmitirlescomo debemos nosotros, nuestros sentimientos de gratitud,le consagrarán con amor su memoria en los días de júbilonacional, y lo citarán todos, y lo tomarán como ejemplo delos esforzados, los grandes, los heroicos, en los días en queMéxico demande el servicio de sus ciudadanos para defendersus sagrados derechos”.

A las 10 de la mañana dio inicio una fiesta artística-literaria en el Teatro Juárez; de este evento se destaca el himno “Gloria a Juárez”, con letra de don Celedonio Junco de la Vega, música del profesor Villaseñor e interpretación de un grupo de señoritas, asimismo la siguiente composición poética de Manuel J. Othón.

“….después de rendir con efusión el merecido homenajeal Patricio Ilustre; por medio del personal de su PoderEjecutivo, cierra las fiestas del Centenario con este acto,dejando ante la conciencia el grandioso éxodo de brillanteshechos, en que se contempla majestuoso como un astroconstelado, el constituyente, el reformador y el salvador dela independencia de una nación; el que por sus servicios ala causa del derecho y del progreso, por sus triunfos en favorde la democracia, ha sabido merecer bien y por siemprede la humanidad…”

señaló el general Reyes en su alocución de clausura.

Se dieron por concluidas las conmemoraciones con un evento organizado por los colegios particulares de Monterrey, a iniciativa de los profesores Mariano de la Garza y José G. García, quienes se congregaron a las tres de tarde en lo que fue la Quinta “El Mirador” para colocar una placa conmemorativa, en la cual aún puede leerse la inscripción: “En esta casa se hospedó el C. Presidente de la República, Lic. D. Benito Juárez, la noche del 11 de febrero de 1864.- Colegios Particulares de Monterrey.-1906”.

“Juárez, el clero y los imperialistas” (fragmento) Pintura de José Clemente Orozco.

“Juárez, el clero y los imperialistas” (fragmento) Pintura de José Clemente Orozco.

A todos los alumnos se les impuso una medalla con el busto de Juárez, en el interior de la Quinta; enseguida el profesor Pablo Livas tomó la palabra y dio a todos ellos una lección histórica-biográfica. Tras concluir este acto, los 1500 niños, acompañados de carros alegóricos, las estudiantinas Euterpe, formada por 12 señoritas, y Cuauhtémoc, dirigida por el profesor Solís, desfilaron hasta la Plaza de La Llave o de La Purísima, donde fue entonado el himno nacional por el 9º Batallón, dirigidos por el profesor Acuña.

De las sencillas pero significativas publicaciones que resultaron de esta conmemoración encontramos la del profesorado de los colegios particulares de Monterrey, titulada Siemprevivas, repartida gratuitamente; la del semanario Renacimiento, dirigido por Antonio de la Paz Guerra y Santiago Roel, en la que participaron escritores como: Carlos Leal Isla, Héctor González, Silvino M. García, Adolfo Duclos Salinas, Fernando Iglesias Calderón y los editores, entre otros; un Álbum Patriótico Tipográfico Pro- Juárez, impreso en el taller de don Jesús Cantú Leal, en el que encontramos escritos de Rafael Garza Cantú, Joel Rocha, Ángel T. Montalvo, Santiago Roel, Octavio Barocio, Mariano de la Garza, Fortunato Lozano, Celedonio Junco de la Vega , además de destacadas personalidades; asimismo el Programa de carácter general el cual proponía la Delegación Nuevoleonesa e incluía diversas composiciones literarias, publicado el 20 de enero de 1906.

De esta manera se celebraron en Monterrey las conmemoraciones alusivas al Centenario del Natalicio del Benemérito de las Américas; sobre tan recordado acontecimiento el general Bernardo Reyes incluiría en su memoria presentada ante el Congreso lo siguiente:

“…puedo aseguraros que la festejación fue digna delalto y noble objeto a que estaba dedicada. Nuevo Leónhizo conocer con el desarrollo de ella, en cada una de susaldeas, de sus pueblos y ciudades, que abriga el levantadoanhelo de ser merecedor por la gratitud que demuestra delos heroicos servicios prestados por el patricio, en favor detoda la Nación…”.