Revista Vuelo N°1

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Índice

Presencia 2 Elecciones 2018 3 Antonio Estrada Villarreal No ser útil... de nadie 9 José Luis Cisneros Arellano El STUANL: historia de luchas que no termina 15 Rafael Garza Ibarra, Pedro Castellanos R. ¿Para qué estudiar historia? 19 César Morado Macías La Fuente Monterrey 25 Abel Moreno López A 150 años de la Academia de Letrán 34 José Emilio Pacheco La UANL y la equidad de género 49 Gabriel Contreras Sobre patrimonio 51 Daniel Sanabria El Minimalismo y la dicotomía de tener o ser 55 Cris Villarreal Navarro Luto por los muchachos muertos 58 José Alvarado Phobos 60 Alfredo Gracia Vicente Canción tardía para Marilyn Monroe 61 Horacio Salazar Ortiz Tres poemas inéditos 62 Armando Joel Dávila Julio Ruelas 63 Reseña 64 Julia Ibarra

Vuelo

Revista universitaria de cultura Publicación bimestral Editores / Carlos Ruiz Cabrera y Alfonso Reyes Martínez Coordinación editorial / Lourdes Ibarra Arte / Armando López

VUELO. REVISTA UNIVERSITARIA DE CULTURA, año 1, N° 1, septiembre-octubre 2016, es una publicación editada por Carlos Ruiz Cabrera y Alfonso Reyes Martínez. Calle Modesto Arreola 711, Col. Centro, Monterrey, Nuevo León, C.P. 64000, Tel. (81) 8358 9109, redacción@vuelocultura.mx. Editor responsable: Carlos Ruiz Cabrera. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo N° (en trámite), ISSN: (en trámite), ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX N° (en trámite). Impresa por Ala Imprenta, 5 de mayo 494 pte., Col. Centro, Monterrey, Nuevo León, este número se terminó de imprimir el 26 de septiembre de 2016 con un tiraje de 500 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.


Gutenberg / Antonio Decanini

Presencia Al fundar Vuelo buscamos dar vida a un espacio donde tengan cabida todas aquellas ideas que fomenten una visión clara, crítica y creadora sobre la realidad de otros países, de México, de Nuevo León y, en particular de la universidad, víctimas por igual del presente fenómeno globalizador neoliberal. Para hacer viable nuestra búsqueda, hemos convocado a talentosos literatos, investigadores, filósofos y artistas, dispuestos a defender y a promover la cultura del humanismo y de la ciencia, del arte y de la técnica, innovadora de los valores materiales y espirituales necesarios para el advenimiento de un mundo mejor: más tolerante, solidario, libre, justo y democrático. Porque concebimos la cultura como expresión emancipadora de los procesos sociales, Vuelo se identifica con quienes buscan contribuir a la transformación del ambiente que nos rodea, caracterizado por algo que se palpa y siente: la opresión intelectual, la opresión política y la opresión económica, cada una con sus secuelas violentas e inhumanas. Esperamos que el lector acoja con optimismo este esfuerzo editorial, encaminado a ser un laboratorio del pensamiento libre, creador de una conciencia distinta para entender a nuestra sociedad y a la civilización humana. Los editores


Julio Ruelas

Elecciones 2018 Antonio Estrada Villarreal Somos esclavos de las leyes para poder ser libres. Marco Tulio Cicerรณn

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1. El dinero y la política

Echo mi cuarto a espadas sobre la próxima elección presidencial, destacando:

Los partidos políticos que cuentan con una estructura popular, la hacen funcionar a base de trueque, doy para que me des y en el peor de los casos con transacciones en efectivo, voto por billete. Esto ha envilecido más a los pecadores: los que pecan por la paga y los que pagan por pecar, como dijo Sor Juana. Se presenta un dilema a los partido: trabajar con la estructura partidaria de manera permanente para ideologizarla y ganar su adhesión (este es el modo más barato y más efectivo, pero requiere vocación y cuesta mucho trabajo) o el pago por evento, como lo hacen los partidos que no tienen estructura. Esto suele presentar los problemas del mercado: los electores se dejan llevar por la mejor oferta.

El hartazgo popular

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económico surge el mal humor de la mayor parte de la población de México y del mundo. Si esto no fuera suficiente, en nuestro país agregamos la severa molestia que nos inflige la violencia y el binomio corrupción-impunidad. El malestar se atribuye a los políticos y a sus partidos ¡Abajo los políticos! Lo de hoy, lo de moda, son los ciudadanos independientes y las organizaciones de la “sociedad civil” (OSC), dejando pasar, ingenuamente, que dondequiera hay buenos y malos. Muchas (OSC) han sido constituidas como poderes fácticos, las cuales en combinación con empresarios, periódicos y televisoras aprietan al gobierno para que les “afloje” jugosas prebendas. Nos enteramos de muchos negocios sucios de empresas locales dedicadas a la comunicación, a raíz de sus pleitos recientes. erivado del estancamiento

2. Dinero que nada vale (José Alfredo) Para la elección presidencial del 2012, el entonces IFE emitió el Acuerdo CG 423/2011, autorizando $336,112.004.16 pesos para los gastos de campaña de cada candidato. Pasada la elección, La Jornada (12-III-2014) publicó que una comisión de diputados del PRD, PT y MC, encontraron que la campaña del PRI costó $4,500 millones de pesos No se publicaron pruebas fehacientes ante los tribunales, pero es citado como referente para un ejercicio realizado renglones más abajo. Por otra parte, El Financiero (www.elfinanciero.com.mx) publicó un estudio de Integralia, quien con base en datos del Banco de México, afirma que el flujo de efectivo aumentó en los meses febrero-junio de los años electorales 2012 y 2015: $37,374.000 de pesos el primero y $28,956.000 de pesos el segundo, por ser elecciones intermedias. Las elecciones se mueven con dinero. De ahí la importancia de la fiscalización. Siendo así, muchos cínicos piensan que, a un

Las reglas del juego Las leyes que regirán la contienda electoral de 2018 parten de la reforma al Artículo 41 constitucional de 2014. Estas son: Ley General de Instituciones y Procesos Electorales; Ley General de Sistemas de Medios de Impugnación en Materia Electoral; Ley General en Materia de Delitos Electorales; Ley General de Partidos Electorales. Las leyes anteriores tal vez sean reformadas para corregir las fallas detectadas en su aplicación en las elecciones de 2015 y 2016, esto se haría tomando como base las resoluciones dictadas por los tribunales electorales, y los acuerdos y lineamientos dictados por el Instituto Nacional Electoral (INE). Estas reformas no se aplicarán en las elecciones de 2017.

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4. Una hipótesis ¿Imposible?

emprendedor audaz como Carlos Slim Helú, el hombre más rico de México y cuarto del mundo, con una fortuna de 50,000 millones de dólares (según Forbes al 3-II-2016), quizá le gustaría invertir unos 10,000 millones de pesos –como 520 millones de dólares- para patrocinar a un “Moreno” o a un “independiente” ¿Juan Ramón de la Fuente Ramírez? En Monterrey también existen empresarios afectos a este tipo de inversiones, quienes le apostaron fuerte en su campaña a un candidato “independiente”. Posiblemente este tipo de apostador ya le tomó gusto a la política y convenza a su suegra de invertirle al paisano para que participe como “independiente” en el 2018. Total, ¡una baba de perico!

Nuestro coterráneo puede ser arrastrado por su enorme narcisismo a proponer su candidatura “independiente” a la Presidencia de la República. Imagínense, un ranchero de Pablillo, municipio de Galeana, Nuevo León, candidato a la primera magistratura de la Nación, una hazaña comparable a la del indio de Guelatao. Se dice que su equipo viene trabajando para lanzar su candidatura sin perder lo que tienen –sueñan con la herencia-. Así, algunos proponen reformar cuanta ley sea necesaria (ilusos) para nombrar a un vice-gobernador, tal vez como un albacea. Pero, un abogado pueblerino, proveniente del punto más alto de la rosa de los vientos, aficionado a la cocina, ya le trazó la ruta crítica al aspirante; sin embargo, el albacea no tomó en cuenta a la ley.

3. Elecciones 2018 Muchos mexicanos se sienten con méritos suficientes para aspirar a una candidatura presidencial, pero los más no tienen los medios económicos, otros no gozan de las “simpatías” mayoritarias en su partido y a algunos les falta la determinación.

Veamos las disposiciones pertinentes: Jaime Rodríguez Calderón cumple todos los requisitos para ser Presidente de la República, excepto que es titular del Poder Ejecutivo del Estado; de tal suerte, será necesario que se separe de su cargo seis meses antes del día de la elección.

Los aspirantes más nombrados son, en orden alfabético: Por el PAN: Ricardo Anaya Cortés, Rafael Moreno-Valle y Margarita Esther Zavala Gómez del Campo. Por el PRI: Manlio Fabio Beltrones Rivera, José Calzada Rovirosa, José Antonio Meade Kuribeña, Aurelio Nuño Mayer y Miguel Ängel Osorio Chong. Por el PRD: Miguel Ángel Mancera Espinoza. Por MORENA: Andrés Manuel López Obrador. Por los INDEPENDIENTES: Jorge Germán Castañeda Gutman, Manuel de Jesús Clouthier Carrillo, Juan Ramón de la Fuente Ramírez, Pedro Ferriz de Con y Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón.

Art. 82. CPEUM- Para ser Presidente se requiere: [...] VI.- No ser Secretario o subsecretario de Estado, Fiscal General de la República, ni titular del poder ejecutivo de alguna entidad federativa, a menos de que se separe de su puesto seis meses antes del día de la elección; y Art. 89 CPELSNL.- [...] Si la licencia fuera por más de treinta días o en caso de impedimento del Gobernador debida-

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mente comprobado, el Congreso o la Diputación Permanente, en su caso, nombrará al ciudadano que se encargue interinamente del Poder Ejecutivo.

definida ni tampoco por un tiempo mayor de seis meses. Si concluida la licencia no se presentare el Gobernador, será llamado por la Legislatura o Diputación; y si no compareciere dentro de diez días, cesará en su cargo, procediéndose como lo disponen los artículos 90 y 91 en sus respectivos casos, salvo lo dispuesto en el artículo 89.

La elección del 2018 será el 1 de julio, por lo tanto, seis meses antes se dan a partir del 31 de diciembre de 2017. Las licencias del Gobernador están reguladas por los Artículos 89, 90, 91 y 92 de la Constitución local y no pueden ser por tiempo indefinido o mayores de seis meses. Si vencido el plazo no regresa el gobernador, se le apercibirá y se le dará un plazo de 10 días; si no compareciera cesará en su cargo. El Congreso nombrará entonces un gobernador interino y convocará a elecciones de gobernador sustituto.

Hasta aquí, todo muy bien. Los herederos estarán relamiéndose el bigote y se habrán puesto de acuerdo con los diputados para nombrar a un gobernador interino por seis meses, pero… no hay felicidad completa, ya que seis meses antes de la elección son insuficientes para reunir los requisitos que debe tener un candidato independiente; otra vez…la Ley.

ARTICULO 90 CPELSNL.- En caso de falta absoluta o imposibilidad perpetua del Gobernador dentro de los tres primeros años del período respectivo, si el Congreso estuviere reunido, será este cuerpo quien nombre, por escrutinio secreto y a mayoría absoluta de votos, un Gobernador Interino. El mismo Congreso lanzará la convocatoria para elecciones de Gobernador substituto, procurando que la fecha señalada para dichas elecciones coincida con aquella en que deban tener verificativo las de diputados a dicho Congreso, siempre que estén próximas. Pero si el Legislativo estuviere en receso, la Diputación permanente nombrará un Gobernador Interino y convocará inmediatamente al Congreso a sesiones extraordinarias para que lance la convocatoria respectiva. En el supuesto de convocarse a elecciones extraordinarias, éstas se realizarán de conformidad a lo dispuesto por la ley y bajo la dirección del órgano electoral estatal. Las controversias que en las mismas se presenten serán resueltas por el órgano previsto en el artículo 44 de esta Constitución y en las leyes relativas.

El año electoral, para la elección de Presidente, inicia en septiembre de 2017. El registro de candidaturas a la elección de Presidente se realizará entre el 15 y 22 de febrero del año de la elección (LEGIPE, Art. 237 a). Artículo 237 LEGIPE. Los plazos y órganos competentes para el registro de las candidaturas en el año de la elección son los siguientes: En el año de la elección en que se renueven el titular del Poder Ejecutivo Federal y las dos Cámaras del Congreso de la Unión, los candidatos serán registrados entre el 15 al 22 de febrero, por los siguientes órganos: Los ciudadanos que pretendan postular su candidatura independiente a la Presidencia, primero deberán hacerlo del conocimiento del INE por escrito, según formato determinado, y constituir una asociación civil, darla de alta en el SAT, y abrir una cuenta bancaria a nombre de la AC. Sólo hasta entonces, una vez presentadas las constancias al INE, y si el acuerdo es favorable, recibirá su constancia de aspirante (LEGIPE, Art. 368).

ARTICULO 92 CPELSNL.- Nunca se concederá al Ejecutivo licencia con el carácter de in-

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Artículo 368 LEGIPE Los ciudadanos que pretendan postular su candidatura independiente a un cargo de elección popular deberán hacerlo del conocimiento del Instituto por escrito en el formato que éste determine. Durante los procesos electorales federales en que se renueven el titular del Poder Ejecutivo Federal y las dos Cámaras del Congreso de la Unión, o cuando se renueve solamente la Cámara de Diputados, la manifestación de la intención se realizará a partir del día siguiente al en que se emita la Convocatoria y hasta que dé inicio el periodo para recabar el apoyo ciudadano correspondiente, conforme a las siguientes reglas: a) Los aspirantes al cargo de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, ante el Secretario Ejecutivo del Instituto; Al día siguiente de la recepción de la constancia, el aspirante podrá iniciar la recolección de las firmas de apoyo, por medios diversos al radio y la T.V. (LEGIPE, Art. 369-1). Requiere el 1%de la lista nominal de electores, de cada uno de al menos 17 estados de la República (LEGIPE, ARTICULO 371)... Tomemos en cuenta que la lista aludida en la elección 2012 fue de 79,454.802 electores, por tanto en una progresión hacia el 2018, podríamos estimar en 85 millones de electores dicha lista; así, se requieren 850,000 firmas de apoyo.

Armando López

Artículo 369. LEGIPE 1. A partir del día siguiente de la fecha en que obtengan la calidad de aspirantes, éstos podrán realizar actos tendentes a recabar el porcentaje de apoyo ciudadano requerido por medios diversos a la radio y la televisión, siempre que los mismos no constituyan actos anticipados de campaña.

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2. (...) a) Los aspirantes a Candidato Independiente para el cargo de Presidente de la República, contarán con 120 días;

En abril se cumplen los seis meses de la licencia solicitada; de no presentarse el gobernador será llamado por la Legislatura (sic). Si no compareciere en 10 días, cesará en su cargo procediéndose como lo dispone el Art. 90. (Constitución Local, Artículo 92). En caso de la falta absoluta del gobernador dentro de los primeros tres años del período, el Congreso nombrará un gobernador interino. El Congreso convoca a elegir un gobernador substituto, procurando que la elección coincida con la de diputados, siempre que estén próximas. (Constitución Local, Artículo 90). Las elecciones a diputados al Congreso del Estado más próximas, serían el 1 de julio de 2018. Siendo así, tendríamos elecciones federales completas: presidente, senadores y diputados, con posibles reelecciones para estos últimos. (Constitución Federal, Artículo 59); gobernador substituto por tres años, diputados y alcaldes, con posibles reelecciones para estos últimos (Constitución Local, Artículos 49 y 124). Finalmente, en el supuesto de que el gobernador decidiera seguir su sueño, traicionando el compromiso de ejercer su mandato por seis años, decepcionaría a casi un millón de electores que creyeron en él y le dieron su voto. El Congreso nombraría a un Gobernador Interino que fungiría durante la licencia de seis meses del mandatario, y el agraciado quedaría fuera de la jugada y no podría participar en la elección de Gobernador Sustituto del Estado en caso de que no regresara Jaime Rodríguez. En estas condiciones, la disputa entre Fernando Elizondo Barragán, Manuel Florentino González Flores y Enrique Torres Elizondo pudiera poner en riesgo el futuro del grupo de herederos, el cual, en cualquier circunstancia, requeriría aliarse con un partido cercano a sus intereses, quizás el PAN, para poder seguir “sirviendo al pueblo”.

De lo expuesto y fundado nos resulta que, para los independientes, la recolección de firmas inicia a partir del 18 de octubre de 2017, es decir, 120 días previos al 15 de febrero de 2018 en que se inicia el registro de candidatos. De esta manera, el gobernador de Nuevo León deberá solicitar licencia el 18 de octubre mencionado para tratar de reunir las firmas y registrarse entre el 15 y el 22 de febrero de 2018 Como advertimos, 6 meses a partir del 18 de octubre, no alcanzan para llegar al 1 de julio, faltan 73 días. Aquí se presenta una disyuntiva: o Gobernador del Estado o candidato. Midiendo las posibilidades ¿usted cree que Jaime H. Rodríguez Calderón decida ser candidato “independiente” a la Presidencia en 2018?

Epílogo El punto final de esta aventura del “independiente” y sus múltiples herederos está sujeta a las siguientes circunstancias y disposiciones legales. Nunca se concederá licencia al gobernador con el carácter de indefinido ni tampoco por un tiempo mayor de seis meses (Constitución, Local, Artículo 92) El gobernador pide licencia en octubre 2017, se registra para obtener su calidad de aspirante y reunir las firmas de apoyo (LEGIPE, Artículo 369). En febrero de 2018, una vez reunido el total de firmas, se registra como candidato presidencial (LEGIPE, Artículo 237, 1,,a).

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Armando López

No ser útil... de nadie José Luis Cisneros Arellano

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Cuestiones invisibles

es que un puente puede soportar un tren que pasa sobre él? ¿Cómo es posible que un edificio pueda alcanzar más de 800 metros de altura? Varias respuestas a estas interrogantes pueden ser traducidas con sencillez, pero llevan consigo la carga teórica de muchos años de contemplación detallada sobre la naturaleza; asimismo, todas ellas involucran afirmaciones abstractas – aquellas que solo se pueden pensar pero no mostrar–, lo que sugiere que el ser humano es capaz de transformar su entorno a partir del acto de pensar. Desde cosas tan elementales como lo puede ser un hueso de fémur para golpear, hasta una nave espacial –imagen tan bien lograda en la película 2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick–, el ser humano debe ser capaz de “ver” con su inteligencia o “escuchar” con su pensamiento si es que quiere obtener lo que ahora nos parece tan normal: vestido, muebles, transporte, medios de comunicación, entre otros muchos más. Todo ello, sin embargo, representa solo una porción de la diversidad de “cosas” que nos rodean y conforman. Quizá al mismo tiempo, pero con un poco más de probabilidad, las formas de organizarnos y de convivencia aparecieron antes que los objetos hechos artificialmente. Costumbres, tradiciones, valores y formas de organización comunitaria son parte de nuestra forma de ver el mundo, de afrontarlo, de transformarlo. Suele suceder que los seres humanos nos apoyamos sobre pilares construidos por nuestra cultura, reafirmados por cada uno de nosotros en algunos momentos de reflexión. Toda la diversidad de mundos que cada uno de nosotros forja son compartidos día a día y hacen de la mente su hogar, y se afianzan a la creencia y a la esperanza con tanta firmeza que resulta casi imposible deshacerse de ellos. Al respecto, afirma Edgar Morin, pensador francés de la actualidad, que los seres humanos somos capaces de vivir, matar y dejarnos matar por una idea. ¿Por qué? Todas las comodidades y las tecnologías

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en la vida, según relatan aquellas personas que conocen el devenir del ser humano, es decir, la historia, nos permite albergar un conocimiento tan básico que solemos olvidar que lo poseemos al momento de tomar decisiones. Me refiero al tipo de conocimiento que hace posible pensar más allá de las evidencias que la vista, el oído, el tacto o el gusto proporcionan. Algunos casos pueden ilustrar el punto: al ver una pequeña planta cuyas hojas reconocemos como propias de algún árbol –por ejemplo un naranjo– nos hace pensar en las naranjas que algún día podría dar; o saber que hemos reconocido en alguna piedra encontrada en el campo la posibilidad de sentarnos sólo porque tiene forma de banquillo –aunque sin patas ni respaldo–; incluso cuando escuchamos el discurso de alguien y sospechamos en él una doble intención. En todas estas circunstancias un elemento en común está presente: el solo acto de “ver” o “escuchar” no proporciona toda la información necesaria para comprender el hecho o la realidad en la que estamos. Hace falta, siempre, pensar un poco más allá de lo evidente, de lo cotidiano. Cuando descubrimos figuras –podríamos decir geométricas– en diferentes cosas, imaginamos causas o efectos propios de algunos fenómenos y deducimos razones ocultas en situaciones aparentemente inexplicables. En otras palabras, todos los días pensamos, y ello implica ir más allá de lo que nuestros sentidos nos muestran. Estará de acuerdo el lector en que interactuamos con cosas o situaciones que son posibles gracias a la presencia de aquello que no vemos a simple vista. Algunas preguntas pueden ayudar a enfocar este planteamiento que deseo acentuar. Quizá alguien se haya preguntado en alguna ocasión al menos una de las siguientes cuestiones: ¿Por qué un avión puede volar? ¿Por qué la luna muestra siempre la misma cara? ¿Cómo odo cuando hacemos

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que el ser humano ha logrado producir, se encuentran a su vez determinadas por ideas que se convirtieron en creencias. Un sillón deja de ser importante como medio para sentarse para pasar a ser una viva imagen del descanso, entendido como creencia que se ajusta cual tuerca y tornillo, dentro de una visión del mundo que aceptamos como única y verdadera. Transformadas –o transmitidas– como creencias, las ideas que se apoderan de la mente dejan de ser analizadas o confrontadas con los casos “extraños” o inexplicables de la realidad, y rápidamente propician el prejuicio y la catalogación apresurada. A veces se comportan como parásitos que se alimentan de nosotros… Todos los días nos enfrentamos a gente que vive conforme a creencias y no a ideas bien reflexionadas. ¿De qué sirve una idea si el hambre o el frío son padecimientos de primer orden? De mucho, pues son las ideas las que conducirán a cada uno a resolver el problema del hambre o del frío. En ese sentido, las ideas (y también las creencias) son más peligrosas que un arma, pues son ellas las que conducen a la persona a apretar el botón o el gatillo que detona el arma.

Diversidades

Armando López

El problema anterior no acaba ahí, ya que una mirada rápida a la realidad que nos rodea deja en claro que no existe un solo y único mundo para todas las personas que existen; no se presenta un solo y único tipo de ser humano y por consiguiente, hay más de una manera de convivir o de afrontar los retos. La gran diversidad humana es uno de sus rasgos más evidentes y distintivos; por tal, motivo habrá muchos mundos, muchas creencias e ideas que formarán a su vez variados valores, costumbres, culturas. ¿Quiere eso decir que existen muchas cosas más allá de lo evidente? Sí. ¿Implica ello que las expresiones “cada cabeza es un mundo” y “el ser

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humano es la medida de todas las cosas”, nos arrojan a un panorama de relatividad en donde cualquier cosa es cierta o falsa? No. Pensar que existe una diversidad de cosas que pueden mostrarnos los sentidos (vista, oído, gusto) o bien los instrumentos científicos de medición, nos permiten aceptar dos cosas. Primero, que no hay un mundo de mundos, es decir, un mundo o recipiente que logre albergar a todos los demás mundos y, con ello, un único tipo de mundo verdadero, sino muchos mundos que interactúan entre sí haciendo posible la complejidad o múltiple organización que enriquece la realidad. Esto se manifiesta en expresiones distintas de belleza, de política, de valores, de costumbres, de religiones, de caminos posibles de recorrer. Segundo, que todo ese abanico es posible gracias a que en el fondo más profundo y fundador que existe, no hay límites preestablecidos. Esto último da una idea de magnitudes enormes. Entender que la realidad nace sin forma establecida es quizá la mejor explicación posible que justifica la multiplicidad de la misma realidad. ¿Por qué existe una diversidad de cosas y no más bien un solo tipo de cosas? O con un poco más de cotidianidad podría uno preguntarse: ¿por qué existe una diversidad de sociedades, culturas y esquemas morales, y no más bien un solo tipo? En realidad, la mayoría de la gente no se pregunta esto de forma explícita, es decir, no lo hace cada día antes de tomar una decisión. Por sí solas, estas interrogantes parecen no responder satisfactoriamente a las necesidades cotidianas. Sin embargo, el hecho de que exista la posibilidad de muchos caminos en lugar de uno solo nos permite concebir la libertad, e incluso el pensamiento. En efecto, el ser humano no podría pensar si solo existiera una sola forma de mundo, de realidad, de hacer las tareas, de entender lo que nos rodea. Poder comparar, distinguir, elegir, eso es lo que nos otorga la realidad en su más profunda significación y naturaleza, es decir, en su esencia, en su ser.

Poder corregir el camino, poder ser algo o alguien en particular, poder alcanzar una meta, poder ser distinto a como se es hoy, son condiciones que no todo el tiempo valoramos y, por tanto, defendemos. Decía el filósofo y humanista Giovanni Pico della Mirandola, por allá en el siglo XVI, que el ser humano no tiene una forma definida que se le imponga desde su nacimiento y que ello le otorga libertad y, por ende, diversidad. He ahí un fundamento filosófico para los derechos humanos en cuanto defensa de la libertad, del respeto riguroso a la diversidad en todos sus ámbitos y, con ello, de políticas públicas dignas para el ser humano. Sin embargo, ¿en algún momento las sometemos al análisis lógico e histórico las ideas y costumbres que tanto defienden hoy las personas del poder económico y político?

Poder ser… ¿Cuántas veces al día actuamos y pensamos según nuestro propio criterio? Al parecer vivimos bajo esquemas y visiones del mundo que otras personas pensaron. Nos dejamos llevar por destinos trazados por otros y en ese sendero desempeñamos papeles escritos por alguien más. ¿Acaso nos hemos vuelto útiles para el sistema, las instituciones e intereses de gente en concreto que se han perdido en la historia? Ella, la historia, se ha encargado de señalar la existencia de ciclos, de circunstancias repetidas… y seguimos dejándonos llevar por ellas. Somos quizá tuercas en una gran maquinaria imperfecta, sujetos a cadenas invisibles hechas con los elementos de las ideas (pensadas por otros) y las creencias. No es de extrañar, por tanto, que todo el tiempo estemos soñando con mejores horizontes, luchando quizá inconscientemente por obtener poder. Un poder que nos libere de los criterios impuestos por otros. Pero lamentablemente hemos buscado únicamente poder, y en ello radica el pro-

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blema. ¿Poder? En efecto, el poder no se puede entender sin un acompañante llamado “ser”. Los seres humanos buscamos constantemente “poder ser algo en particular”; el problema es que no sabemos con claridad “lo que somos” y “lo que podemos llegar a ser”. Hoy, quienes han pensado en las metas a seguir amenazan con hacerlas invisibles a los ojos de la mayoría; si antes se distinguían con claridad algunas de ellas, como ser un religioso devoto, un militar efectivo, o un granjero productivo, ahora se rechazan los grandes discursos que explican el lugar del ser humano en el cosmos y se privilegian los destinos inciertos, las metas ambiguas, sin dejar de lado las fórmulas y estrategias pensadas por otros. ¿Por qué buscamos desesperadamente poder, así, sin el complemento “…ser”? Lo más cercano al poder puro es el dinero, la fama y la política, porque por sí

solas suelen representar la posibilidad de “…ser algo en particular”. Pero he aquí que el dinero, la fama y la política en sí mismas, es decir, consideradas como metas, no representan ser algo en particular, sino el poder puro, como penumbra que pierde, luz absoluta que ciega, selva con muchos frutos pero sin camino posible. Y terminamos andando el camino construyéndolo con las herramientas que nos han heredado. Nos han subestimado creyéndonos incapaces de pensar, material útil qué manipular, y no es que existan mentes malvadas que busquen dominar el mundo, no es eso. Sobre el particular, el asunto que quiero transmitir consiste en señalar que las ideas y creencias que existen antes de que aparezcamos en el mundo, han sido forjadas con el fin de servir como motivos para actuar, como pensamientos débiles y respuestas simples entre quienes no se atreven a pensar, pues una

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vez que las aceptamos las emitimos como actos mecánicos que facilitan la vida en sociedad. Por sí mismas no son despreciables, pero son las únicas que nos atrevemos a aceptar. ¿Por qué? Esa pregunta, lector o lectora, la dejo de tarea.

medicina. Pero sí tiene una ventaja insuperable: pensar con filosofía nuestro lugar en la existencia, nuestras ideas y nuestra visión del mundo, nos permite alcanzar, quizá temprano quizá tarde, la condición más interesante de todas: no ser útil… de nadie. ¿A qué acudimos todos los días? Al alimento, la salud y la seguridad, sin duda. Esta idea –no ser útil de nadie– sugerida alguna vez por el Dr. Motta, y que he analizado al grado de convencerme de que no está alejada de la realidad, señala otra consideración: el ser humano se sirve todos los días de ideas y de costumbres; cuando éstas no han sido analizadas o creadas por uno mismo, se convierten en condicionantes para ser personas dentro del ámbito de “ser útiles”. La idea que defiendo, entonces, es que lo más práctico que tiene el pensamiento filosófico es que él mismo, ¡es el pensamiento más práctico de todos! Porque en virtud de sus premisas, de sus análisis, de sus postulados y preguntas frecuentes que van a la médula del asunto, se pone en práctica la propia autonomía, la libertad en pleno ejercicio, las propias ideas, o bien, las ideas analizadas y convertidas en propias. ¿Hay algo más práctico que eso? Recuerda, estimado (a) lector (a), eres tú quien usa la herramienta, eres tú el práctico y no la herramienta. Todo parece indicar, cuando no examinamos con detalle lo que sucede a nuestro alrededor, que lo importante es lo útil, es decir, aquello que satisface nuestras necesidades. Sin embargo, ¿has considerado, lector (a), que un martillo, por ejemplo, es útil en la medida en que alguien lo sabe usar? En ese sentido, son las ideas bien analizadas las que determinan la utilidad de las cosas, pero, sobre todo, las que nos evitan ser útiles de nada ni de nadie. Sólo cuando logremos eso, estaremos en condiciones de explorar las preguntas más desafiantes de toda nuestra vida cotidiana: ¿por qué existimos?, ¿qué podemos ser? y ¿cómo afrontaré mi final?

La autonomía Entonces ¿qué hacer? Frente a estos panoramas se ha propuesto, desde hace dos mil quinientos años –y quizá desde hace más tiempo– un tipo de pensamiento que es capaz de ir más allá de lo evidente, más allá de lo que proporcionan los sentidos; incluso ha sido capaz de ir más allá de lo abstracto, de los conceptos, de las ideas, y que bucea entre las profundidades del ser de cada cosa, de cada circunstancia, de cada situación. Ese tipo de pensamiento propone caminos de exploración que hacen posible más caminos; sobre todo, que nos permite ser conscientes de que la esencia de la realidad hace posible cualquier cosa. Sin duda, quienes cultivan de forma seria y comprometida este tipo de pensamiento, buscan transmitir sus conocimientos respetando el único principio cierto, casi absoluto, que podemos alcanzar: no podemos enseñar algo que es y no es al mismo tiempo y mientras lo hacemos pretender ser claros y serios en nuestro intento. Cuando el pensamiento es capaz de encontrar las razones que hacen posible cada una de las ideas que nos influyen, cada una de las creencias que nos gobiernan, entonces ese pensamiento se vuelve liberador y nos coloca en una posición de total autonomía: ser capaces de analizar nuestras ideas y crear nuestras propias costumbres. Es entonces cuando nos volvemos independientes. ¿De qué tipo de pensamiento hablo? Del filosófico, estimado lector. El pensamiento filosófico quizá no tenga una utilidad tan palpable como lo pueda tener un pensamiento sobre las leyes jurídicas, la ingeniería o la

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El STUANL: historia de luchas que no termina Rafael Garza Ibarra Pedro Castellanos RodrĂ­guez

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de las instituciones existen sucesos que, para bien o para mal, los marcan de por vida. En los anales de la Universidad Autónoma de Nuevo León, el nacimiento del Sindicato de Trabajadores de la Universidad de Nuevo León, en el año de 1964, marca el inicio de una época que, con excepción de voces aisladas de individuos casados con el conservadurismo, debe calificarse, en más de un sentido, como una de las de mayor esplendor de nuestra Máxima Casa de Estudios. Fue una época en que la Universidad de Nuevo León se convirtió en el epicentro de importantes y trascendentales movimientos universitarios que demandaban su democratización y reformas a los planes y programas de estudio. Una época en la que, en opinión de líderes estudiantiles de los movimientos universitarios de las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, la educación entonces impartida en la Universidad de Nuevo León no tenía como propósito la formación de profesionistas con conciencia social y sentido humanista, sino que era una educación universitaria para formar a los profesionistas que demandaba el mercado laboral del estado de Nuevo León, en particular la industria doméstica. Una época en que la Universidad de Nuevo León juega su papel de conciencia crítica de la sociedad: resurge la actitud contestataria de la juventud universitaria, la educación universitaria se enriquece con el debate académico y político de las ideas, se democratiza en buena medida el gobierno universitario y la universidad alcanza su autonomía. Pero el tema a tratar aquí, no es la situación que imperaba en la Universidad de Nuevo León en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado, sino la lucha que a partir de las dos últimas décadas del pasado siglo y lo que va del presente siglo XXI, libra el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León en defensa de su régimen pensionario y,

en general, del derecho del trabajador universitario a un mejor sistema de seguridad social. En los años inmediatos, posteriores a la fundación del Sindicato, la lucha de los trabajadores se centró en obtener por parte del Tribunal de Arbitraje del Estado el registro sindical; en una segunda etapa, la lucha del sindicato se dio por el respeto a la autonomía e independencia de la organización, y en los últimos veinte años, además de luchar por nuevas prestaciones y el respeto a su Contrato Colectivo de Trabajo, el sindicato ha puesto su atención en el delicado asunto de las pensiones, pues haciéndose eco de lo acontecido con las pensiones de trabajadores pertenecientes a otras universidades públicas del país, asumió que el presupuesto que se le asigna a la universidad no era suficiente para enfrentar y menos aún resolver el problema que significa garantizar a futuro el pago de las jubilaciones y las pensiones de sus afiliados y sus familias. En la larga historia de la relación profesional que existe entre la Universidad Autónoma de Nuevo León y el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que se extiende por más de medio siglo, ha habido en algún tiempo desencuentros que se explican por los diferentes intereses que profesionalmente cada representa representa; empero, esto no fue obstáculo para que en el año de 1998 ambas instituciones acordaran crear un fondo de contingencia, con aportaciones económicas de la universidad y de los trabajadores, activos y jubilados, destinado al pago de las jubilaciones y las pensiones de los trabajadores universitarios sindicalizados. Como extensión o formando parte de este acuerdo, la universidad y el sindicato convinieron en que las aportaciones de los trabajadores a este fondo les aseguraba una jubilación dinámica y que, además, la creación del Fondo no relevaba a la universidad de su obligación legal y contractual de pagar las jubilaciones y pensiones de los trabajadores a su servicio. Así mismo, en el convenio de constitución del

n la historia

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Fondo de Pensiones y Jubilaciones de los Trabajadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León, denominación que oficialmente se le dio al fondo creado, se determinaron, además de las aportaciones iniciales de la Universidad y de los trabajadores, otras fuentes de integración y capitalización: intereses por inversiones, donaciones de personas físicas o morales, rentas de bienes inmuebles propiedad de la universidad, presupuestos o recursos extraordinarios de origen estatal o federal, etc. A dieciocho años de constituido el fondo, la universidad no ha incumplido ningún pago a trabajadores o trabajadoras con derecho a jubilarse o pensionarse, cosa que no hubiera sido posible, según dictamen actuarial, de no haberse creado dicho fondo, que suman a la fecha más de cinco mil jubilados que gozan de una pensión que incluye: salario, servicio médico, aguinaldo, bonos de despensa, prima vacacional, becas académicas y, en general , las prestaciones que ampara el Contrato Colectivo de Trabajo vigente. Para darnos una idea de las prestaciones que ofrece el sistema pensionario creado en la Universidad Autónoma de Nuevo León, en comparación con lo que ofrece el Sistema Nacional de Seguridad Social, apuntamos lo siguiente: en nuestro país la gran mayoría de la población económicamente activa está en cuentas individuales, régimen que paga pensiones de miseria; los dere-

chohabientes del Sistema Nacional de Seguridad Social reciben como seguro de enfermedad un servicio médico que tiene como característica −es fama pública- la insuficiencia y la mala calidad en consulta familiar, consulta de especialidades, medicamentos y servicio hospitalario. En la Universidad Autónoma de Nuevo León, la clínica de los servicios médicos, exclusiva para trabajadores, atiende a más de cincuenta mil derechohabientes y proporciona los servicios de consulta médica familiar, alópata y homeópata, consulta de especialidades, servicio de laboratorio de análisis clínicos, servicio de rehabilitación física, servicio médico odontológico, oftalmológico y geriátrico; así como servicio hospitalario y de medicamentos subrogados, cuando estos servicios no pueden ser proporcionados directamente por la universidad. El régimen pensionario que existe en la Universidad Autónoma de Nuevo León prevé, además, que a la muerte del trabajador barón, activo o jubilado, dependiendo de su antigüedad al momento de su defunción, la esposa o concubina tiene derecho hasta a 10 años de pensión con el sueldo que percibía el trabajador fallecido y a todas las prestaciones contractuales. Existe también en este régimen, reglamentada, la pensión de ascendencia y descendencia al igual que para hijos incapacitados; así mismo, la pensión de sobrevivencia de la esposa o concubina cuan-

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do que se le haya terminado la pensión original que recibía, con posteridad a la muerte del trabajador, siempre y cuando sean mayores de sesenta años, estén libres de matrimonio y no sean beneficiarias de otro sistema de seguridad social. De conformidad con lo que establece el Reglamento Interno del Comité Técnico del Fondo de Pensiones y Jubilaciones de los Trabajadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León, registrado y depositado ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje para su legal vigencia, el Comité Técnico es el operador y administrador de los recursos del Fondo, función que realiza a través de instituciones financieras y/o bancarias bajo la figura legal del Contrato de Fideicomiso y de Inversiones Productivas. El Comité Técnico está integrado con siete miembros propietarios y sus respectivos suplentes, tres que son nombrados por la universidad y tres por el sindicato, y uno por la H. Comisión de Hacienda de la Universidad Autónoma de Nuevo León. El Comité Técnico sesiona de manera ordinaria una vez al mes, y con carácter extraordinario cuando el mismo Comité lo considere necesario; para sesionar, se requiere que por lo menos estén presentes seis de sus miembros. Los acuerdos o decisiones del Comité Técnico para que sean válidos deben ser aprobados por unanimidad. El Fondo de Pensiones y Jubilaciones de los Trabajadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León inició su vigencia en 1998 con un capital semilla de $162, 000, 000 (CIENTO SESENTA Y DOS MILLONES DE PESOS 00/100 N.N.) y en el informe financiero proporcionado por el Comité Técnico correspondiente al mes de julio de 2016, cuenta con un capital de $7, 736, 329, 038 (SIETE MIL SETECIENTOS TREINTA Y SEIS MILLONES TRESCIENTOS VEINTINUEVE MIL TREINTA Y OCHO PESOS 00/100 M.N.). El reglamento del Comité Técnico establece

que en caso de inversiones de recursos del Fondo, el Comité Técnico deberá actuar con apego a las reglas de inversión aprobadas, inversiones que en ningún caso podrán ser de alto impacto o de carácter especulativo, y que así mismo está obligado a rendir mensualmente un informe financiero sobre el Fondo. Para dar claridad y transparencia a los trabajadores sobre el estado financiero del Fondo, el Comité Técnico, por reglamento, deben anualmente aportar la información necesaria sobre las operaciones y el estado de las finanzas del Fondo, a efecto de que se le realice una auditoría a través de un auditor externo, propuesto por el Consejo Consultivo externo de la Universidad Autónoma de Nuevo León, cuyo resultado deberá constar en la página de transparencia de la UANL. El Sistema de Pensiones y Jubilaciones de los Trabajadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León ha servido de modelo para la constitución de fondos en otras universidades públicas del país; por años, miembros del Comité Ejecutivo que han dirigido a nuestro sindicato han ocurrido, a invitación expresa de otros sindicatos de universidades públicas del país, a exponer y trasmitir las experiencias vividas con nuestro Fondo, desde su constitución y proceso de integración, hasta la consolidación de sus estructuras orgánicas y financieras. Reconocemos que el STUANL ha tenido y tiene detractores; a ellos con respeto les pedimos que profundicen y actualicen su información sobre la historia del sindicato, para que conozcan, sobre todo, lo bueno que en cincuenta y dos años de existencia nuestra organización ha logrado en beneficio de sus agremiados, porque no debe ser la ingratitud ciega el pago a toda una historia de lucha sindical, lucha que continúa. Por lo antes descrito, seguimos sosteniendo: ¡SÍ AL SISTEMA DE PENSIONES Y DE SEGURIDAD SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN! ¡NO A LAS CUENTAS INDIVIDUALES!

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Armando López

¿Para qué enseñar historia? César Morado Macías

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no resueltos del sistema educativo mexicano es el relativo a la enseñanza de la historia. Abordaremos aquí algunos aspectos que desde nuestro punto de vista pueden constituir el perfil del maestro de Historia, entendiendo por ello el conjunto de atributos que lo definen como idóneo para la enseñanza de una determinada representación histórica de una sociedad. Aunque los docentes de historia no son historiadores profesionales deben conocer las características básicas que constituyen la producción del conocimiento histórico, las metodologías y corrientes predominantes en la actualidad.1 Para acercarnos a este perfil creemos necesario potenciar por lo menos tres dimensiones: actitudinal que defina lo teleológico, el ¿para qué de la enseñanza de la historia?; en segundo lugar lo académico relativo a la forma en que se están explicando hoy los procesos históricos y en tercer lugar el pedagógico didáctico, donde situaríamos las técnicas facilitadoras de procesos de aprendizaje que posibiliten estrategias efectivas de intervención didáctica.2

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no de los muchos problemas

bía fomentar “el amor a la patria”. Sobre la idea de la historia como un instrumento de “construcción de identidad” se enseñó historia de los estados, historia nacional, historia latinoamericana y también iberoamericana. Todas estas perspectivas partían de que existía cierta unidad en cada uno de estos ámbitos que lo hacían único, digno de estudiarse y defenderse. Se hizo énfasis en desarrollar la capacidad para apreciar el patrimonio histórico y cultural “subrayando la homogeneidad” que caracteriza y promueve el pensamiento de la modernidad. Hoy ante el mundo cada vez más plural, donde la multiculturalidad se abre paso junto a la globalización, es preciso complementar el énfasis en los contenidos locales con la capacidad para valorar la diversidad cultural de las regiones, la actitud para tolerar a los diferentes sistemas de creencias y de manifestaciones tanto ideológicas como religiosas que confluyen en el aula.3. Ello debe sensibilizar a los estudiantes sobre la forma de ver a los migrantes como seres humanos que en cualquier tiempo se movilizan para buscar mejores condiciones de vida y merecen un trato digno. Otra arista del perfil del docente de historia es su actitud crítica y propositiva frente a los modelos hegemónicos. El fracaso del capitalismo y el socialismo no significan que se borraron

La dimensión actitudinal del docente de historia Aquí se busca consolidar el perfil de un docente cuya formación integre las dimensiones éticas y socioculturales que implica el saber histórico. Es decir, el maestro debe tener claro que se enseña la historia para comprender, dimensionar los problemas sociales en perspectiva histórica y contribuir a resolverlos. Desde los inicios del siglo XX la enseñanza de la historia en México estuvo enfocada a la construcción de una identidad nacional, a la configuración de un imaginario colectivo que coincidía con un modelo de desarrollo económico orientado hacia adentro, donde lo mexicano era mejor que lo extranjero. La misma Constitución Mexicana definió el carácter de la educación básica al señalar que de-

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los problemas sociales, sino que estos adoptan nuevos matices; ahora como nunca la guerra y el terrorismo siguen presentes como forma de biopolitica diseñada por los estados para controlar a las poblaciones. Otro valor que debe promoverse es la sustentabilidad, a fin de poner freno a la sobreexplotación de los recursos naturales del planeta por oscuros capitales nacionales y extranjeros. La agenda de problemas sociales es infinita y limitada la capacidad delhombre para resolverlos; pero luchar para ello es lo esencialmente humano y de eso se trata esta historia.4

que el pasado, presente y futuro nos constituyen y condicionan mutuamente y no sólo referirnos al estudio del pasado.5 Un segundo error muy común en el abordaje de la historia es el “anacronismo” o “colonización del pasado por parte del presente”, donde, se interpretan los hechos del pasado desde la perspectiva de la actualidad, con una ausencia total de sensibilidad para interpretar el cambio histórico, como si los hombres de hace siglos o milenios pensaran y sintieran como lo hacemos nosotros actualmente. Es preciso hacer ver a los estudiantes de cualquier nivel la forma tan diversa en que hombres y mujeres han pensado el mundo a través de la historia, pues un mundo sin televisión, sin radio, sin música grabada y a veces sin escritura cambia sustancialmente la cosmovisión de los sujetos. Un libro que refleja esta situación con mucha claridad es el clásico estudio de Carlo Ginzburg titulado “El queso y los gusanos”, en el cual explica la cosmovisión de un molinero del siglo XVI y có mo es que imagina que la vida en el universo podría originarse de manera similar a la forma en que los gusanos emergían del queso, que era para él un hecho cotidiano, ideas tan revolucionarias para la iglesia que le valdrían ser quemado en la hoguera.6 Un tercer pecado muy común al momento de abordar la historia es la noción de tiempo, al que se piensa generalmente desde la concepción tradicional newtoniana de la temporalidad física, siguiendo una “flecha del tiempo única y homogénea” que se despliega en un solo sentido, compuesta de unidades perfectamente divididas en días, semanas, meses, años, siglos y milenios. Quienes ven la historia de esta manera se olvidan de todas las aportaciones que hicieron en el siglo XX Fernand Braudel, Norbert Elias7 y, por supuesto, Einstein y Heidegger, quienes cambiaron nuestra forma de percibir el tiempo y nos explicaron que el tiempo newtoniano de los físicos, ese que se mide a través de los relojes y calendarios, no es nunca el tiempo de la historia, es decir, que existe un “tiempo histórico de

La dimensión académica, los pecados del historiador En este tema se trata de que el docente esté consciente del estado que guarda la historia como disciplina y sobre este supuesto pueda problematizarla con sus alumnos. Aquí hablamos básicamente de los pecados más comunes que distorsionan la tarea del historiador, siguiendo una idea de Carlos Aguirre y su “antimanual del historiador”. El primero de ellos es la práctica consciente o inconsciente del positivismo que define a la historia como “la ciencia que estudia el pasado”, entendiendo que la historia es un proceso cerrado, un asunto concluido. Desde el positivismo se piensa que la historia debe “mostrar los hechos como son”, olvidando que la descripción de los hechos finalmente es un discurso con cierta intencionalidad. El docente debe estar consciente de que “el historiador ya no estudia hechos, sino discursos sobre ellos”, que deben tomarse con cautela. También debe estar consciente de que la labor del historiador no se limita a la investigación en fuentes escritas o documentales, sino que también puede recurrir a fuentes orales y a metodologías más flexibles. Se debe alentar la idea de Marc Bloch en el sentido de que la historia es “la acción de los hombres en el tiempo”, la idea de

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las sociedades”, que cada hecho y proceso histórico tiene su propio tiempo, su propia duración, que el día 18 de julio de 1789 en Francia no es lo mismo que el 14 de abril de 1934 en España, o sea, que el estallido de la Revolución Francesa tiene un tiempo específico y la emergencia de la República Española tiene el suyo. Debe hacerse ver a los estudiantes que el tiempo de los ciclos económicos, de las revoluciones, del cambio de las mentalidades, tiene a veces una corta pero casi siempre larga duración -Braudel explicó-, a partir de la cual entendimos que el tiempo era sólo un sistema de representación simbólica para orientarnos en su relatividad. En cuarto lugar, es importante superar la idea de “progreso”, concepto que permea todo el discurso de la modernidad y que se encuentra profundamente ligado a la noción del tiempo como tiempo físico y lineal. Es decir, si el tiempo histórico se concibe como una progresión de días, meses y años, entonces el progreso aparece como el corolario, como el resultado de todo ese devenir del tiempo, con lo que el hoy es siempre superior a todos los “ayeres”. Se trata de un concepto instaurado por la visión moderna de la historia que transita permanentemente hacia el progreso y de alguna manera instaura una especie de “culturómetro”, donde todas las culturas del mundo son evaluadas desde los parámetros del progreso occidental y automáticamente son etiquetadas como bárbaras, incivilizadas o retrógradas, puesto que no han desarrollado el mismo nivel de progreso que la civilización occidental.8 El quinto pecado más común de los historiadores también se encuentra vinculado a las dos nociones explicadas anteriormente: a la categoría de tiempo y al concepto de progreso. Se trata de la visión “inevitable” de la historia, donde los hechos siempre ocurren “porque no podían ser de otra manera”. Dicho en otras palabras, todas las revoluciones, todos los cambios ocurrieron porque estaban ya inscritos de alguna manera en “el libro de la historia”. Se asume que existe un cierto sentido de la historia y se

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olvida del carácter contingente de la vida de los hombres. Todos los hechos y revoluciones existieron por determinadas razones, pero igual pudieron no haber ocurrido, es decir, existen muchas variables económicas, políticas e incluso personales y emotivas que condicionan los hechos históricos. El sexto tema tiene que ver con la presunta “objetividad” con que se presenta la historia a través de los textos. Fieles a la tradición positivista hemos pensado siempre que sólo existe una versión objetiva de los hechos y que ésta es la que se encuentra plasmada en los libros de texto. Es preciso que los docentes expliquen a los estudiantes que la historia como toda ciencia o disciplina se encuentra en permanente construcción, en continua revisión de sus paradigmas, en constante ajuste con las nuevas formas de revisar la huella de los hombres en el tiempo; más no se trata de caer en un relativismo extremo, sino de explicar que lo que se está enseñando es lo que hasta el momento se ha consensuado como realidad objetiva para determinada comunidad científica de historiadores, pero que esta visión puede ser modificable en el futuro.9 Es oportuno que el docente sea consciente de la evolución de las diferentes escuelas historiográficas, particularmente de las predominantes durante el siglo XX. Ello a fin de que pueda ubicar las metodologías y prácticas del positivismo, historicismo, estructuralismo, marxismo; de la escuela de los Annales, de la microhistoria italiana, cultural, y de los nuevos enfoques vigentes. Sólo conociendo las diferentes tendencias historiográficas, el docente estará consciente de que cuando se habla en los libros de historia de “estructura, hecho, progreso” no se trata de conceptos inocentes o que presenten una neutralidad ideológica, sino de que la mayoría de los discursos sobre la historia están permeados de ideología y de tendencias ante las cuales lo menos que podemos hacer es precisar su origen.10 Finalmente, tenemos como pecado frecuente entre los historiadores, la “visión posmodernista

de la historia”, tendencia que reduce la historia a una dimensión estrictamente narrativa o discursiva, como si este fuera el objeto único de la historia y no estuviésemos hablando de procesos históricos “reales”. En general, los historiadores que postulan esta visión posmodernista han hecho una mala lectura de las tesis de Hayden White,11 asegurando que lo único que podemos conocer son los discursos históricos producidos a través de la historia. Si bien es cierto que los enfoques posmodernistas han ayudado a reducir los niveles de positivismo que permeaban la historia contemporánea, también lo es que se ha radicalizado este enfoque llegando incluso a negar cualquier nivel de objetividad de la historia, asegurando que los historiadores sólo escriben “relatos con pretensiones de verdad”, pero que ésta es siempre cambiante y relativa.12El docente no debe caer en tal extremo de relativismo en la concepción de la historia, sino fomentar un espíritu crítico estableciendo que desde luego nuestras explicaciones actuales de la historia son más sofisticadas y complejas que las anteriores, pero sin renunciar a la búsqueda de verdades históricas, de verdades éticas, de verdades sociales. Hechos tan dramáticos como el holocausto judío, la represión stalinista o la última invasión a Irak, no pueden ser sólo discurso, sino terribles realidades que debemos recordar para que no se repitan.

La dimensión pedagógica, una historia a partir del alumno Sobre el particular, lo ideal es que el maestro, además de las dimensiones anteriormente señaladas, esté familiarizado con los aspectos psicopedagógicos y didácticos que permiten una mejor comprensión de la disciplina histórica. Deberá permitirse arriesgar hacia nuevos métodos y estrategias de aprendizaje donde no siempre las recetas proporcionadas por la didáctica en general garantizan un acercamiento efectivo

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hacia la diversidad de los alumnos. Un método que en general amplía el horizonte de acercamiento de los alumnos a la historia lo ha proporcionado la microhistoria italiana al establecer la reducción de la escala de observación, pasando del nivel macrohistórico al microhistórico. Esto se puede aterrizar en el aula promoviendo el que los alumnos realicen la historia de su escuela, de su familia, de su barrio, de sus juegos, en síntesis, de su entorno y a partir de él aprecien las transformaciones significativas que éste ha tenido a través del tiempo.13 Una historia a partir de su historia familiar, su comunidad, genealogía, reportes de ADN, archivos familiares fotográficos en redes sociales, etc. Este ejercicio permitirá además la interacción del alumno con sus padres, abuelos y bisabuelos a quienes indagará sobre los cambios sustantivos del mundo en relación a su familia: guerra mundial, el 68, Beatles, Irak, etc. A partir de ese cambio en la escala de observación y del método indiciario propuesto por Ginzburg, se puede iniciar una ruta de acceso más atractiva para el alumno.

Norbert Elias titulado Sobre el tiempo, Madrid, España. Fondo de Cultura Económica. 1989. 8. Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Antimanual del mal historiador o cómo hacer una buena historia crítica. México, D.F. Ed. La Vasija. 2003. 9. Ibíd. 10. Uno de los textos que mejor explica las tendencias historiográficas contemporáneas es el de Peter Burke titulado Formas de hacer historia. Madrid, España. Alianza Editorial. 1993. 11. White, Hayden. Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. México. Fondo de Cultura Económica. 1992. 12. Una salida a las visiones posmodernistas de la historia está en el magnífico texto escrito por tres historiadoras norteamericanas: Joyce Appleby, Lynn Hunt y Margaret Jacob, titulado La verdad sobre la historia, publicado en español en Barcelona por la Editorial Andrés Bello. 2003. Dichas autoras proponen un modelo basado en un realismo práctico para una nueva construcción de la historia. 13. Los exponentes más prominentes de la microhistoria italiana son Carlo Ginzburg, Giovani Levi y Eduardo Grendi. Existen afortunadamente en el mercado mexicano cada vez más textos de estos autores.

Bibliografía Aguirre Rojas, Carlos Antonio (2003). Antimanual del mal historiador o cómo hacer una buena historia crítica. México, D.F. Ediciones La Vasija. Aplebby, Joyce, Lynn Hunt y Margaret Jacob (2003). La verdad sobre la historia. Barcelona. España. Editorial Andrés Bello. Aróstegui, J. (1995). La investigación histórica. Teoría y método. Barcelona. Crítica. Bloch, Marc (1952). Introducción a la historia. México, D.F. Fondo de Cultura Económica. Braudel, Fernand (1968). La historia y las ciencias sociales. Madrid. Alianza Editorial. Burke, P. (1993). Formas de hacer historia. Madrid. Alianza. Elias, Norbert (1989). Sobre el tiempo. Madrid, España. Fondo de Cultura Económica. Foucault, Michel (2007). Ensayos sobre biopolítica. Buenos Aires, Argentina. Editorial Paidós. Ginzburg, Carlo (1981). El queso y los gusanos. Barcelona. España. Ed. Muchnick. Guerrero Hernández, María Gabriela y María del Rocío Rodríguez Román (Comp.) (2014). La enseñanza de la historia: sus implicaciones en el aula.. Monterrey México. UANL. Levi, Giovanni (1993). Sobre microhistoria. Buenos Aires. Biblos. Ricoeur, Paul (1995). Tiempo y narración. 3 vols. México. Siglo XXI. White, Hayden (1992). Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. México. Fondo de Cultura Económica.

Notas: 1. Para ampliar sobre el tema se recomiendan las memorias de los encuentros de (REDDIEH), Red de especialistas en docencia, difusión, investigación y enseñanza de la historia. Van 6 de ellos hasta 2016 y reúnen las voces más autorizadas sobre el tema en México. Recomendamos en particular el V publicado en varios volúmenes por la Universidad de Guadalajara. México 2014. 2. Véase al respecto, La enseñanza de la historia: sus implicaciones en el aula / María Gabriela Guerrero Hernández, María del Rocío Rodríguez Román, compiladoras. Monterrey México. UANL. 2014. 3. Al respecto de la consolidación de estos valores, se recomienda el texto de Fernando Savater, Ética para Amador. 4. Un texto revelador sobre las formas que asume la biopolitica para el control de las poblaciones está en Michel Foucault. Ensayos sobre biopolitica. Buenos Aires, Paidos. 2007. 5. Una revisión del texto de Marc Bloch titulado Introducción a la Historia. México, D.F. Fondo de Cultura Económica. 1952, resulta de mucha utilidad para la comprensión y superación del positivismo. 6. Ginzburg, Carlo. El queso y los gusanos. Barcelona, España. Ed. Muchnick. 1981. 7. Quizá el texto que documenta más ampliamente el rol del tiempo en la historia, es el del sociólogo e historiador alemán

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La Fuente Monterrey

Julio Ruelas

Abel Moreno Lรณpez

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L

Fuente Monterrey es un lugar por sí mismo histórico, pues se trata de uno de los sitios identificados, no sin polémica, como cuna de la ciudad: El Ojo de Agua Grande que según se dice fue el sitio elegido primero por Alberto del Canto para instalar el poblado de Santa Lucía, luego por Carvajal y de la Cueva para fundar la llamada Villa de San Luis, Rey de Francia, años antes de que en compañía de doce familias Diego de Montemayor encabezara el 20 de septiembre de 1596, la fundación definitiva de la que visionariamente llamó Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey. Es el mismo lugar que fue atractivo natural y más tarde sede de la Compañía de Baños Monterrey, conocida popularmente como la Alberca Monterrey o simplemente La Alberca y que desde 1963 fue parque monumento para los fundadores de la ciudad y adquirió la denominación convencional de Fuente Monterrey. El Ojo de Agua Grande estaba situado en lo que mas tarde serían las calles de Zaragoza y Allende. Las crónicas de la época señalan que se trataba de un sitio lleno de nogales, con abundante agua corriente, buenas tierras de labor, lo que pareció propicio para establecer ahí el nuevo poblado. Durante todo el periodo de la Colonia y muy entrada la época de la república, el Ojo de Agua Grande se mantenía como un paraje cuya belleza natural era atractivo para propios y extraños, amén de su significado como lugar de origen de Monterrey.

casi se entretejen y enlazan unas con otras, formando materialmente una alfombra de flores y un toldo de verdura. “En ese ojo de agua hay algunas clases de pescado bastante buenas y sobre todo un excelente camarón de tamaño extraordinario que no había visto ni en las lagunas de la orilla del mar”. Por su parte, en 1865, el poeta nuevoleonés Juan de Dios Villalón escribía su poema

a actual

Al Ojo de Agua Monterrey… bella ciudad, humilde cuna que me vio nacer, clara fuente nace allí que Ojo de Agua el pueblo llama y que sus linfas derrama sobre un azul pedregal, trenzando hilos de cristal con verdes hebras de lama hay a orillas de la fuente un saúz de tronco viejo que asomándose al espejo de la límpida corriente, parece el genio doliente de raza pobre y caída; que con faz entristecida, con labio enjuto y sediento, pide al árbol alimento y que le vuelva la vida… Y cuentan que de la fuente un cenzontle allí cantando llegó a conmover el blando pecho de gentil Ondina que en la fuente cristalina se hallaba sola … y llorando…

Dos ejemplos lo confirman: Para fines del siglo XIX la ciudad ya tenía un crecimiento considerable, ello hacía necesario dotar a la población de espacios que le permitiesen fomentar la higiene y la salud, aun a costa de ceder transitoriamente a particulares el uso de recursos públicos.

El célebre escritor jalisciense Manuel Payno, de paso por Monterrey en 1843, describe este paraje del Ojo de Agua, expresando: “Es un manantial rodeado de árboles, plantas y flores, pero que crecen con tal exuberancia y fertilidad, que

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El crecimiento de la población obligó a urbanizar la ciudad y en este sentido en 1886 se construyó el Puente Juárez, sobre Zaragoza, entre Juan I. Ramón y Allende, y unos años después se tomaría la decisión de concesionar el predio y sus recursos naturales para la instalación de lo que sería una casa de baños. A partir del ejercicio gubernamental del general y licenciado. Lázaro Garza Ayala y sobre todo del Gral. Bernardo Reyes, se inició un periodo de fomento y estímulo a la actividad económica, que se manifestó en el creciente número de concesiones y exenciones de impuestos. En este marco fue que se autorizó la concesión a particulares del uso del Ojo de Agua. Se otorgó en agosto de 1894 una primera concesión al señor J. Daniel Nations de quien se sabe inició la construcción del edificio de baños; sin embargo, debido muy probablemente a algún incumplimiento, en marzo de 1897 se otorgó una nueva y definitiva concesión del Ojo de Agua al doctor Amado Fernández. El decreto del gobernador Bernardo Reyes iniciaba por conceder al Dr. Fernández exención de toda clase de contribuciones municipales y estatales durante doce años, por el capital que invirtiera en el balneario a edificar en el terreno que circunda el Ojo de Agua situado en el ángulo Sudoeste que forman las calles Zaragoza y Allende. Luego, al desarrollar las bases de la concesión, autorizaba al mencionado Dr. Fernández o a la compañía que organice, para construir, sujeto al cumplimiento de los Reglamentos respectivos, un edificio para baños conforme a los planos que presentaría en un término de no más de seis meses. El edificio debería quedar concluido a más tardar en dos años a partir de la fecha de autorización de los planos y en él se debería invertir un monto no menor de 20 mil pesos. Se estableció que en el local se haría uso del líquido de las vertientes del Ojo de Agua, en el entendido de que por ningún motivo se desviaría

el agua de su curso natural. Transcurridos los 12 años de exención de impuestos, el concesionario pagaría durante los siguientes 30 años, por toda contribución, 360 pesos anuales. Una vez que pasaran esos 42 años, si el empresario lo decidía podría continuar por 20 años más pagando las contribuciones vigentes sólo por el establecimiento, mas no por el uso del agua. En este caso, si lo deseará, podría continuar por 10 años más, pagando las contribuciones vigentes, y por el uso del agua una cuota anual de 360 pesos. Quedó establecido que si dentro del plazo legal el concesionario no pagaba la contribución correspondiente, podría ser obligado a pagar incluyendo los recargos de rigor. Asimismo, se disponía que si transcurridos los primeros 42 años el concesionario ya no quería hacer uso de la franquicia, el Municipio podría optar por adquirir, mediante compra, las instalaciones respectivas. Por otra parte, se dispuso que la construcción del edificio sería “a la vez que sólida ligera para que su peso no cause caídos que obstruyan los manantiales”. Se facultó al Ayuntamiento para mandar inspeccionar las vertientes y la obligación de la Empresa de conservarlas y ampliarlas mediante obras adecuadas. También se dispuso no hacer traspaso en ningún tiempo sin aviso al Gobierno y que la empresa sería en todo tiempo mexicana. Aquel decreto, publicado en forma definitiva en el periódico oficial del 12 de marzo de 1897, fue firmado por el gobernador Bernardo Reyes, asistido por el Secretario de Gobierno Ramón G. Chavarri. La empresa se denominó Compañía de Baños Monterrey y con el paso del tiempo se le conoció coloquialmente con el nombre de “La Alberca”.

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Esta alberca llegó a ser justamente famosa y tuvo servicios de baños de todos tipos, como rusos, turcos, de regadera tibia y fría, de tina y de estanque; así como departamentos para masajes. La prensa local publicaba casi diariamente anuncios de la Compañía de Baños o La Alberca. El pueblo de Monterrey tuvo siempre gran cariño por esta instalación cuyas aguas de manantial nacido allí, fueron tradicionales, por pertenecer a lo que se llamó Río de Santa Lucía y más tarde el “Canalón”. Muchos eventos de natación, cursos y competencias, se desarrollaron en ella y en un considerable espacio de tiempo prestó buenos servicios a los habitantes de la ciudad, llegando a ser centro de reunión muy concurrido. A través de su historia se registran dos incendios, uno poco antes de 1899 y otro hacia 1920, por lo que el edificio tuvo que ser reconstruido. Asimismo se presentaron varios casos de ahogados y sobre todo la explosión de una caldera que causó serios desperfectos, muriendo varias personas e hiriendo a otras. En efecto, el 17 de enero de 1941, a las 18:15 horas, la ciudad se conmocionó con la explosión de una caldera que alimentaba los baños rusos de la Alberca Monterrey. Dicha explosión provocó la muerte de cinco personas, dos mas resultaron heridas y la trepidación generó daños físicos en las instalaciones de la Alberca y edificios circundantes. Los muertos fueron el administrador de la Compañía de Baños Monterrey y otras cuatro personas, dos empleados de la negociación y dos ferrocarrileros que trabajaban en la reparación de la caldera. Otra empleada y esposa de uno de los difuntos, y la hija de ambos, resultaron heridas en el accidente. Por otra parte, se sabe que además del doctor Fernández, el negocio fue regenteado en una época por el señor José Guadalupe Martínez (citado por Eduardo Martínez Celis en El Porvenir) y más tarde por una sociedad que encabezaba el señor Domingo A. Zorrilla.

En 1950, el arquitecto Joaquín A. Mora, publicó en la revista Universidad un artículo de investigación histórica, relativo al origen de la ciudad, en el que concluía que el lugar exacto en que se dio la fundación de Monterrey era en la ribera norte del Ojo de Agua que en ese momento (1950) ocupaba la Alberca Monterrey, en el cruzamiento de las calles Zaragoza y Allende (antes calle del Aguacate). El trabajo del arquitecto Mora levantó ámpula entre los historiadores; además tuvo la virtud de llamar la atención de los regiomontanos en general sobre el lugar en que nació su ciudad. A lo largo de la década de los cincuentas se empezaron a hacer sentir voces, algunas públicas y otras aunque calladas no menos efectivas en los círculos sociales y gubernamentales, al grado que varias administraciones municipales se dieron a la tarea de ir integrando expedientes sobre la situación jurídica que guardaba el inmueble. En ese mismo sentido cabe señalar que ya para esa época el manantial había perdido fuerza y que las instalaciones estaban dedicadas a otros ramos diferentes del usufructo del Ojo de Agua y el servicio de baños públicos, pues la ciudad había crecido considerablemente y ya contaba con instalaciones de su tipo mucho mas modernas y adecuadas. En el año de 1960, una vez más el Ayuntamiento regiomontano, entonces presidido por el licenciado Rafael González Montemayor, ordenó a su departamento jurídico integrar un expediente sobre la Alberca Monterrey, y no tardaron en hacerse sentir voces pidiendo que se rescatara dicho espacio para la ciudad; a su vez, el gobernador Raúl Rangel Frías solicitó enterarse ampliamente de la cuestión, en tanto que el candidato a presidente municipal, licenciado Leopoldo González Sáenz. en campaña ofrecía trabajar en un proceso de recuperación del patrimonio municipal. Así llegamos al año de 1961 y concretamente

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al día 15 de febrero en que aparece publicada, en el Periódico Oficial, la resolución mediante la cual el gobernador Raúl Rangel Frías ordenaba la expropiación de las instalaciones de la Alberca Monterrey, determinando que este espacio histórico debería volver al dominio del Ayuntamiento y que debería dedicarse al establecimiento de un parque y monumento a los fundadores de la ciudad. El documento partía de establecer que conforme a datos históricos indiscutibles, la ciudad de Monterrey se fundó en el sitio que en ese momento se conocía como la Alberca Monterrey y aludía que el último estudio en que se fundaba esa afirmación histórica era el publicado en los números 8-9 de la revista Universidad, editada el 10 de julio de 1950, escrito por el arquitecto Joaquín A. Mora, y en el que después de analizar diferentes documentos históricos, medidas y colindancias además de otras referencias geográficas, se concluye por establecer que el manantial y Ojo de Agua que ocupa la Alberca Monterrey es el mismo que antiguamente se conoció como Santa Lucía, Ojo de Monterrey, Ojo de la Ciudad y Alberca Monterrey, o sea la vertiente en que Diego de Montemayor fundó la Ciudad de Monterrey en 1596. El documento justificaba que el grado de desarrollo que había logrado la ciudad a finales del siglo XIX, hacía explicable que el Ejecutivo del Estado otorgara al Dr. Amado Fernández o a la compañía que éste organizará, la autorización para construir un edificio para baños haciendo uso del Ojo de Agua de la ciudad. Recordaba, además, que la concesión establecía bases para la prestación del servicio mediante el uso de las vertientes del Ojo de Agua, con las facultades señaladas para el poder público, en este caso representado por el Ayuntamiento de Monterrey, pues según cita la base once, reservaba para la autoridad, “la facultad de mandar inspeccionar las vertientes y la obligación de la empresa de conservarlos y ampliar, por medio

de obras adecuadas, los conductos para que sean más abundantes las aguas”. Esto reflejaba la naturaleza jurídica de la autorización concedida. El documento además señalaba que después de tantos años transcurridos desde la época en que se otorgó la autorización, habían desaparecido en su totalidad las circunstancias que la justificaron, dado que lejos de subsistir la escasez de servicios del tiempo de la concesión, ahora los habitantes disponían ampliamente de agua potable, drenaje y establecimientos de baños sostenidos por particulares. Asimismo, se hacía referencia a que el Ejecutivo del Estado había comprobado que para ese momento ya no se prestaba ningún servicio público por parte de quienes se consideraban titulares de la autorización originalmente otorgada al doctor Amado Fernández, ya que la mayor parte del inmueble estaba ahora dedicado a explotación comercial como superficie rentable y no como baños públicos como era la parte medular de la concesión. También se describía el estado de las construcciones y el descuido de las aguas que se utilizaban para el servicio de baños lo que constituía una seria amenaza para la salud pública debido al uso indebido que se le dio al Ojo de Agua. Para 1960, la llamada Alberca Monterrey ya no estaba en uso. Una inspección realizada ese año, permitía establecer que la explotación del sitio se realizaba por personas ajenas a los titulares de la Compañía Baños Monterrey, S.A. En el apartado de considerandos, el decreto señalaba que la Ley de Expropiación vigente en el estado, encuadra como causa de utilidad pública la conservación de los lugares de belleza panorámica, de las antigüedades y objetos de arte, de los edificios y monumentos arqueológicos e históricos y de las cosas consideradas como características notables de nuestra cultura nacional, concluyendo que es indiscutible el interés del Estado de Nuevo león y del Municipio de

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Armando López

Monterrey por conservar el sitio histórico en que se fundó la ciudad, independientemente de que la relación jurídica entre el Estado y los particulares, establecida por la concesión, ha bía sido reiteradamente violada y que por ello era procedente expropiar los derechos derivados de la resolución por la que en 1897 se había concedido autorización para el establecimiento de baños públicos en el Ojo de Agua. Por otra parte, se dice que decretada la expropiación el Ayuntamiento regiomontano entrará en posesión directa e inmediata del inmueble y lo destinará única y exclusivamente a parque y monumento público conmemorativo de la fundación de Monterrey. El sábado 18 de ese mismo mes de enero de 1961, la ciudad amaneció con la noticia de que la autoridad municipal clausuró las instalaciones y procedió a tomar posesión de las mismas. Para dar cumplimiento al decreto expropiatorio, sobre el destino del predio, la autoridad municipal encabezada por el licenciado Leopoldo González Sáenz anunció que convocaría a un concurso de diseño arquitectónico a fin de seleccionar el

proyecto más adecuado. Para la organización y desarrollo del concurso, la Dirección de Obras públicas Municipales contó con el apoyo del entonces Rector de la Universidad de Nuevo león, arquitecto Joaquín A. Mora, quien encabezó el jurado calificador. A la par del concurso, en el predio se fueron realizando algunos trabajos como la demolición del viejo inmueble. El 29 de mayo del mismo 1961, se hizo entrega de los premios a los ganadores del concurso. Los premios consistieron en diez mil, tres mil y dos mil pesos respectivamente. El primer lugar fue obtenido por el Grupo Unite integrado por los arquitectos Andrés González Arquieta, Roberto Chapa, Gilberto Escobar y Macario Aguirre. Fue hasta el año siguiente, el 21 de marzo de 1962, cuando se dio inicio a las obras del parque monumento dedicado a honrar a los fundadores de la ciudad, realizándose una breve ceremonia en la que además de las autoridades municipales, estuvo presente el nuevo gobernador licenciado Eduardo Livas Villarreal. En esa ocasión la prensa informó que el predio tenía un área de

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aproximadamente tres mil 240 metros cuadrados. Aunque el concurso fue ganado por el Grupo Unite la autoridad municipal optó por realizar algunas modificaciones y, según se dijo, se hizo una combinación de los tres proyectos premiados y pronto se incluyó en el proyecto la instalación de un Mural dedicado a los fundadores de la ciudad, cuya realización estaría a cargo del arquitecto Joaquín A. Mora. Lo anterior generó que hubiera algunas voces discordantes sobre el proyecto a realizar por no respetarse el resultado del concurso y, en particular, sobre la participación del arquitecto Mora, a quien no terminaba por reconocerse como artista plástico, con todo y que en su trayectoria era nombrado como uno de los principales acuarelistas del país. No obstante la polémica, el proyecto continuó adelante bajo la denominación indistinta de Parque Monumento a los Fundadores de Monterrey o simplemente de Fuente Monterrey. El mural diseñado por el Arquitecto Mora era único en su género en la época, pues si bien en su estructura ya se había utilizado esa técnica, no había sido en las proporciones de este mural que medía poco mas de 6 por 22 metros; fue elaborado en mosaico italiano por una empresa de la capital de la República, el proceso local se realizó en el edificio Canavati y la colocación estuvo a cargo de la maestra Carolina Miravet Piana, según se desprende de notas periodísticas de la época. Al respecto, llama la atención una nota que sin dar mayores detalles, indica que cuando se estaba en el proceso de armado en el Edificio Canavati, un extranjero le causó algunos daños, los que tuvieron que ser corregidos por la profesionista italiana encargada de la colocación. La obra en general del parque monumento a los Fundadores de Monterrey, estuvo a cargo de la Dirección de Obras Públicas del Ayuntamiento de Monterrey que encabezaba el ingeniero Eligio Quiroga Quiroga. El mural se empezó a colocar en el parque el

13 de mayo de 1963. La inauguración del que entonces se dijo que podría ser el parque recreativo más bello de la ciudad y quizás de la república, se fijó para el día 21 de julio de 1963 a las 8:50 de la noche. Al evento concurrieron aproximadamente 3,500 personas, las autoridades encabezadas por el gobernador Eduardo Livas Villarreal y el presidente municipal de Monterrey, licenciado Leopoldo González Sáenz. El evento inaugural inició con la participación de la Banda de Música del Estado dirigida por don Isaac Flores Varela, acto seguido se hizo reconocimiento al ingeniero Eligio Quiroga Quiroga y al arquitecto Joaquín A. Mora por la ejecución de la obra y el diseño del mural, respectivamente. Acto seguido tuvo lugar el punto emotivo del evento cuando el gobernador Livas, desde el cuarto de máquinas, encendió los chorros y luces de la fuente. En su mensaje el gobernador dijo: “Hoy 21 de julio de 1963, tengo la satisfacción de declarar inaugurado este parque monumento construido en homenaje y recuerdo a los fundadores de Monterrey, por el Republicano Ayuntamiento de esta ciudad y felicito cordialmente al Cabildo y al Sr. Presidente Municipal por esta importante obra en beneficio de la ciudad. Hago mis mejores votos porque la corporación edilicia continúe así, sirviendo a los intereses de la comunidad que gobierna.” Luego develó la placa de bronce alusiva a la “Fuente Monterrey” y enseguida oprimió el “switch” encendiendo la hermosa fuente. La placa de bronce decía a la letra: “En este lugar originalmente conocido como el Ojo de Agua Grande, se erige este monumento en homenaje a Luis Carvajal y de la Cueva, Diego de Montemayor, Alberto del Canto, Martín de Zavala y los valientes que con ellos fundaron en estas tierras la ciudad metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey. Administración Municipal 1961-63” Enseguida se tuvo la participación del historiador Israel Cavazos quien hizo una docu-

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mentada relatoría de la evolución histórica de la ciudad, y en su oportunidad el Presidente Municipal Leopoldo Gonález Sáenz emitió su mensaje, expresando la satisfacción por esta otra obra que entregaba a la ciudad, particularmente por el hondo significado histórico que representaba para los regiomontanos. Al día siguiente de la inauguración la prensa destacó que dicha “fuente ornamental cuenta con iluminación a colores, en nueve tonos, al cambio de los chorros y es accionada, al igual que la hermosa cascada, también iluminada, por dos motores, uno de 50 caballos de fuerza y otro de 10. Estos motores mueven un total de 210 litros de agua por segundo, que no se desperdicia pues constantemente está circulando y alcanza una altura máxima de 15 metros”. “El alumbrado consta de cuatro lámparas mercuriales y 18 de tipo ‘hongo’, en nueve de las cuales están empotradas bocinas del sonido radio-telefónico”. Además del mural y la fuente existían dos escalinatas, formando miradores, rampa por allende y un gran mirador por Zaragoza. Desde su inauguración, la Fuente Monterrey se convirtió además de un espacio de recreo y motivo de homenaje a la fundación de la ciudad, en un espacio para el fomento de la cultura a través de la realización de diversos eventos artísticos como conciertos de música y festivales artísticos y culturales. En 1982 se iniciaron las obras de la Gran Plaza de Monterrey, coloquialmente conocida como Macroplaza, con lo que el predio que nos ocupa, ahora denominado Fuente Monterrey, volvería a ser objeto de modificación estructural y jurídica. La campaña política realizada por Alfonso Martínez Domínguez como candidato del PRI a la gubernatura del estado tuvo como lema “el cambio”, lo cual llevaba implícito que don Alfonso, como era conocido este personaje, trataría de impulsar un gobierno con obras y acciones

espectaculares, como correspondía a un político de altos vuelos que llegaba a la gubernatura luego de un amplio periodo de inactividad. En su primer mensaje ya como gobernador, Martínez Domínguez señaló que Monterrey era una ciudad fea, sucia y chaparra y que era necesario aplicarle un gran esfuerzo de regeneración urbana. Así se fue delineando una de las obras insignia de su sexenio. El proyecto tendía a desarrollar un espacio de 40 hectáreas en el corazón de Monterrey. La Gran Plaza, se dijo entonces, estaba llamada a ser el principal núcleo de convivencia, esparcimiento y servicios de Monterrey. Dentro de este espacio estaba comprendido el predio que consagra la fundación de Monterrey; así, el parque recreativo y conmemorativo conocido como Fuente Monterrey, fue absorbido por la Gran Plaza, conservándose como parte del conjunto que formarían la entonces llamada Torre Administrativa y el Palacio Legislativo. Se mantendría una fuente con otras características y se reubicaría en el mismo predio el mural que recuerda la fundación de la ciudad. Se añadiría también una estatua dedicada al Capitán Diego de Montemayor. El 25 de noviembre de 1981, el Congreso del Estado de Nuevo León expidió el Decreto 156 mediante el cual se aprobó el Proyecto de Mejoramiento denominado “Gran Plaza”, que comprendía principalmente la remodelación, renovación o regeneración urbana del sector de la Ciudad de Monterrey localizado entre la avenida Constitución y las calles Escobedo, Washington y Doctor Coss. El propio decreto estableció en su Artículo Tercero que se declaraba de utilidad pública la ejecución del Proyecto “Gran Plaza” y eran afectos a expropiación los bienes necesarios para realizarlo que se encuentren dentro del sector mencionado. Asimismo, autorizó el egreso de los fondos necesarios para su construcción, autorizando en su

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caso la obtención de créditos, y declaró aplicable para esta obra el Impuesto sobre Aumento de Valor y Mejoría Específica de la Propiedad. De lo anterior se deriva que el predio donde nació Monterrey está ahora bajo el dominio del Gobierno del Estado y aunque se conserva dedicado a recordar la fundación de Monterrey, ya no tiene el carácter “exclusivo” que le había señalado el acto expropiatorio de 1961. Durante el desarrollo de los trabajos de la Gran Plaza se dijo que el área de la Fuente Monterrey sería rellenada para que tuviera el mismo nivel de la superficie de la macroplaza y que en el mismo lugar sería construida una fuente con una superficie mayor a la que tenía en ese tiempo. De conformidad con el proyecto, se hacía necesario dar una nueva fisonomía a la Fuente Monterrey, que incluía, además de un nuevo espejo de agua y de una nueva cortina, reubicar el mural de la Fundación que estaba en ese lugar desde casi veinte años antes. También se determinó instalar ahí una estatua dedicada al fundador de Monterrey, capitán Diego de Montemayor. El 28 de mayo de 1985 concluyeron los trabajos de colocación del mural de la Fuente Monterrey; con ello terminó también la restauración, considerada como única en su tipo en ese tiempo. Cabe señalar que en estas tareas se utilizaron los mismos materiales con los que se trabajó en su colocación original. Antes, el 15 de mayo de 1985, se colocó en su lugar definitivo la estatua del capitán don Diego de Montemayor. La Estatua de 4.20 metros y tres toneladas de peso, es obra del escultor Mario Fuentes La inauguración del conjunto arquitectónico en que se enclava la nueva Fuente Monterrey fue realizada el día 31 de Mayo de 1985 por el presidente Miguel de la Madrid y el gobernador Alfonso Martínez Domínguez. En diversos momentos de su historia, algunos medios de comunicación han cuestionado el estado de abandono o descuido de que han sido

objeto estos monumentos históricos, lo que ha generado acciones de mantenimiento de parte de las autoridades. Actualmente la fuente luce descuidada, sobretodo porque está vacía desde hace mas de uno o dos años. Los tres poderes del estado, por simple ubicación, tienen que ver con este espacio histórico, pero en ninguno se advierte el interés por su rescate. El espacio físico a que se refiere este documento: Ojo de Agua Grande, Compañía de Baños o Alberca Monterrey, Parque Monumento o Fuente Monterrey y nueva Fuente Monterrey, es por sí mismo un sitio histórico de la mas alta trascendencia; por ello es importante mantener viva la idea -aún cuando se haya abrogado el documento que así lo señalaba- de que este lugar sea destinado única y exclusivamente a parque y monumento público conmemorativo de la fundación de Monterrey, Es necesario que, por parte del Ejecutivo o del Legislativo o de ambos poderes, el destino de este lugar se mantenga inalterable: ser un monumento-homenaje a los fundadores de Monterrey. Sobre todo ahora que se ha determinado fue el lugar donde ocurrió la fundación de Monterrey. Hay lugares donde la historia se concentra… éste parece ser uno de ellos… conservémoslo como tal… Relación de Fuentes Diccionario Biográfico de Nuevo León. Israel Cavazos. Informe Gráfico del Ayuntamiento de Monterrey 1961-1963. Presidente Municipal Lic. Leopoldo González Sáenz. La Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey. Carlos Pérez Maldonado 1946. La Gran Plaza Monterrey (edición conmemorativa). Los Festejos de la Fundación de Monterrey en 1896 y 1946. Periódico El Norte 1992, 1993, 1994, 1998, 2004, 2011 Periódico El Porvenir, 1920, 1926, 1941, 1961, 1962, 1963, 1981, 1982, 1983, 1984, 1985, 1992, 2011 Periódico Oficial del Estado de Nuevo León de 1894, 1897, 1961 y 1981 Revista Universidad Núms. 8 y 9, de 1950 (Artículo de Arq. Joaquín A. Mora sobre Fundación de Monterrey).

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Rogelio Cuéllar

A 150 años de la Academia de Letrán José Emilio Pacheco Discurso de ingreso al Colegio Nacional. 10 de julio de 1986, México, D. F.

Julio Ruelas

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Armando López

I

de quienes me han traído aquí y desde hace mucho me permiten aprender de su ejemplo y de su compañía. Será imborrable mi agradecimiento para todas aquellas personas que han aprobado mi ingreso a este Colegio Nacional mediante la amplificación de mis escasos aciertos y el bondadoso olvido de mis errores y limitaciones. En modo alguno podría callar mi gratitud, no al público lector, que es una abstracción, sino a cada persona concreta —conocida y desconocida, hombre y mujer— que ha dedicado momentos de su existencia a cualquier texto mío. Así pues, ruego a todos ustedes que me extiendan la prorroga y me permitan continuar intentando ser algún día el escritor que han imaginado su bondad y gentileza.

Si no miente la memoria, comencé a escribir hace cuarenta años. Mis abuelos me regalaron una versión infantil de Quo Vadis?, la novela de Henryk Sienkiewicz acerca de los cristianos perseguidos en Roma. Al terminarla quise continuar más allá de donde la había dejado su autor. Diez años después publiqué mis primeros textos en páginas que ya se habrán pulverizado. En cualquier otra actividad me hallaría a punto de jubilarme. Elegí ser escritor y a estas alturas aún soy un aprendiz que no sabe nada de su trabajo y para quien cada página es de nuevo la primera y puede ser la última. Tanto es así que no encuentro la forma precisa para expresar mi gratitud por la inmensa generosidad a la que debo el haber llegado esta noche al Colegio Nacional. En circunstancias cada vez más trágicas para nuestro país, acepto agradecido un honor y un privilegio que no corresponden a mi persona sino a unos cuantos libros firmados con mi nombre. El ejemplo infantil de Quo Vadis? muestra hasta qué punto uno continua siempre lo que otros iniciaron. La literatura es la más solitaria y la más colectiva de las artes. Todo lo escribimos entre todos. Doy las gracias a la incesante magnanimidad

II No quisiera que se viese en estas líneas un intento de hipócrita disminución. Escribir no nos autoriza a sentirnos superiores a nadie pero tampoco a avergonzarnos ante nadie. El Colegio Nacional está situado entre el Zócalo y la plaza de Santo Domingo. Su ubicación nos recuerda que un escritor es en primer término un escribano, un “evangelista”: pone en la página lo que otros le dictan, da forma a lo informulado, sien-

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te que trabaja también para quienes no van a recompensarlo ni a castigarlo, ni siquiera a leerlo, porque no saben leer ni escribir. Del Zócalo no me llama la atención la sede del poder sino el recuerdo de José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827). Lizardi fue otro escribano, otro “evangelista”, que tuvo en el portal de “Mercaderes” su “cajoncito” como llamaban a los puestos que subsistieron hasta 1953. Eligió como epitafio: “Aquí yace El Pensador Mexicano, el escritor constante y desgraciado que hizo lo que pudo por su patria”. Fue imposible grabarlo en piedra porque el sitio de su entierro se transformó en zahúrda y los cerdos devoraron sus restos. Sin embargo Lizardi sigue aquí. Su polvo flota aún por estas calles que fueron escenario de sus novelas. Su sombra discretamente nos sugiere hacer lo que podamos por nuestra patria y, en la era del supermercado literario, no olvidar el modesto “cajoncito”. Porque como escribió en 1914 Alfonso Reyes, uno de los fundadores de El Colegio Nacional, “no se hizo para nosotros la sintaxis de todo el mundo/ ni hemos nacido, no, bajo la arquitectura de los Luises de Francia”. Nos rodean una ciudad y un país en ruinas. Por dondequiera vemos la devastación y la miseria. Con todo, al centro de una de las imágenes más desoladoras que pueda presentar en 1986 la ciudad de México, está en pie el sitio donde empezó realmente la literatura mexicana. En medio de un baldío se conserva el lugar en que se fundó la Academia de Letrán en junio de 1836, hace ciento cincuenta años. Enfrente no queda nada del edificio que fue taller de Ignacio Cumplido, el gran editor mexicano del siglo xix. Esas dos esquinas de San Juan de Letrán con Venustiano Carranza y Artículo 123 fueron los grandes recintos de nuestra literatura en sus etapas iniciales. Pocos lo saben y a nadie parece importarle; pero en las condiciones actuales la supervivencia de ese vestigio adquiere otra significación y es un ejemplo de la fragilidad que sobrevive

cuando lo más firme se ha desplomado.

III La Academia de Letrán apareció entre el cometa de 1835 y los cataclismos de 1837 y 1838: el terremoto de Santa Cecilia y el desembarcó francés en Veracruz para cobrar lo que desde entonces llamamos “deuda externa”. En junio de 1836 Santa Anna, después de su derrota en San Jacinto, estaba prisionero en Washington y acababa de reconocer la independencia de Tejas. El gobierno presidido por José Justo Corro se enfrentaba a la bancarrota y la disolución del país. Fundado por el virrey Antonio de Mendoza para instruir a los mestizos, el colegio de San Juan de Letrán era el más pobre de la capital. A fines del siglo xvi los mestizos quedaron excluidos de la cultura humanística que produjo obras de síntesis como las historias prehispánicas y las versiones de Nezahualcóyotl que hizo Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Tuvieron que pasar doscientos cincuenta años para que esta labor se reanudara precisamente en el colegio de Letrán. Casi todo lo que sabemos de la Academia está en las irremplazables Memorias de mis tiempos, editadas póstumamente en 1906, de Guillermo Prieto (1818-1897). A los dieciséis años, en 1834, Prieto entra en el Colegio que tiene como animadores intelectuales a los hermanos Lacunza: Juan N. (1812-1843) y José María (1809-1869). La celda, que hoy llamaríamos cubículo, de los Lacunza se transforma en taller literario. Los estudiantes leen sus poemas y hablan de literatura clásica y contemporánea. En junio de 1836, en plena catástrofe nacional, los hermanos Lacunza, Prieto y Manuel Toniat Ferrer invitan a otros amigos para formalizar las reuniones y constituir una academia que lleva el nombre del colegio. Es un salón literario, una tertulia, un taller de aprendizaje,

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no un centro autoritario. En principio sólo tiene aspiraciones artesanales. La única condición es presentar a debate un texto en prosa o en verso. Los jóvenes nacidos de 1806 a 1820, la “pléyade de la Reforma” en palabras de Luis González y González, quieren aprender su oficio de los únicos maestros a su alcance: los neoclásicos que entienden la literatura como un arte que exige estudio y práctica. Prieto e Ignacio Ramírez (1818-1879), Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842) y Fernando Calderón (1809-1845), se reúnen allí con Manuel Carpio (1791-1860) y José Joaquín Pesado (1801- 1861), poetas de prestigio y de mayor edad que aceptan críticas y correcciones de los jóvenes pues, como ellos, quieren evitar sus faltas de métrica y prosodia. Aunque por breve tiempo, la Academia de Letrán erige un espacio de tolerancia, un lugar de intercambio≫ y discusiones en que coexisten los antiguos y los modernos, los liberales y los conservadores, como treinta años después convivirán en El Renacimiento de Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893) que también es producto de Letrán.

IV

Armando López

La Academia de Letrán recoge la herencia del pasado y la proyecta al porvenir. Se nombra para que la presida a Andrés Quintana Roo (1787-1851). El adolescente Prieto lo ve como “un viejecito encorvado, de penoso andar”, pero don Andrés tiene 49 años. Ha sido el secretario de José María Morelos y acaso el redactor del texto fundamental de la Independencia: los Sentimientos de la Nación. Quintana Roo, uno de nuestros grandes desconocidos pues no existe colección de sus obras, llega del campo liberal para coordinar el primer esfuerzo colectivo de independencia literaria. Cada jueves la Academia celebra sus reunio-

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nes y selecciona los mejores textos para difundirlos en sus revistas. Si bien Prieto no lo aclara en sus Memorias, el núcleo original parece haberse disuelto hacia 1840. Nominalmente la academia continúa hasta que en 1857 las Leyes de Reforma determinan el cierre del colegio. Tres años antes, en 1854, una tercera promoción de estudiantes encabezada por Altamirano hereda el nombre y las enseñanzas de Letrán. La política divide lo que habían unido las letras. Más allá de la afición literaria era difícil encontrar intereses comunes entre Pesado, propietario de grandes campos tabacaleros, y Rodríguez Galván, hijo de campesinos de Tizayuca arruinados por la guerra civil, mezcla de mozo y protegido de su tío, el impresor Mariano Galván Rivera (1791-1876). Tampoco puede haber sido ajena a la discordia la presentación de Ignacio Ramírez, vívidamente relatada por Prieto. Cuando Ramírez, de veinte años, cubierto de harapos y lleno de arrogancia, lee el título del trabajo con que aspira a ser admitido y encuentran que consta de tres palabras: “No hay Dios”, Iturralde, rector del colegio, trata de silenciarlo. Interviene en su defensa José María Tornel y Mendívil (1789-1853), general aficionado a la literatura, ministro de Guerra en casi todas las presidencias de Santa Anna y al parecer mecenas de Letrán o cuando menos de algunos de sus miembros. Quintana Roo dice: “No presido en donde hay mordaza”. Ramírez lee su trabajo, entabla polémica con los asistentes y es aceptado en la Academia. Como el ateísmo es ajeno a las liberales que combaten el poder económico y político de la Iglesia, el discurso de Ramírez debe de haber despertado en varios de ellos la certeza de que en Letrán se gestaba algo más que discusiones intelectuales. Prieto es lacónico en su balance de la Academia. Afirma que democratizó los estudios literarios y distinguió a los escritores por sus méritos como tales y no por su edad, posición social o bienes de fortuna. Carpio, el fundador de la

medicina moderna en México; Pesado, ministro del Interior; Quintana Roo y Tornel convivieron con dependientes como Rodríguez Galván, meritorios de oficina como era entonces el futuro autor de las Memorias, y aun con vagabundos como Ignacio Ramírez en el momento de su presentación. Prieto reconoce que no salieron de Letrán un Goethe ni un Lord Byron. Sin embargo, “mucho fue que por la primera vez, de un modo científico y concienzudo, se expusieran doctrinas y se fijaran principios. . . Lo grande y trascendental de la Academia fue su tendencia decidida a mexicanizar la literatura, emancipándola de toda otra y dándole un carácter peculiar.

V En el estado actual de nuestros conocimientos y gracias al trabajo acumulado por varias generaciones de investigadores, podemos decir que la importancia de la Academia de Letrán supera con mucho la autovaloración de Prieto. Letrán permitió los intercambios y apropiaciones sin las cuales no puede existir la literatura. Con antecesores tan importantes como Lizardi y el poeta cubano mexicano José María Heredia (18031839), sus miembros fundaron una tradición literaria que llega hasta nuestros tiempos. Escribieron muchos de los primeros poemas, dramas y narraciones que podemos llamar mexicanos y, sobre todo en su actividad periodística y editorial establecieron una línea que, con los naturales cambios y variaciones, se mantiene en pie. No hay anacronismo en la Academia de Letrán. Los participantes en ella intentan escribir lo que están escribiendo sus contemporáneos europeos. Por supuesto, no lo consiguen pues carecen de todas las bases materiales e intelectuales para hacerlo. Es imposible comparar sus obras con las aparecidas del otro lado del Atlán-

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tico entre 1830 y 1836. No tenemos nada que se parezca a Pushkin ni a Leopardi, a Hugo ni a Balzac, a Dickens ni a Gogol. El romanticismo europeo supone las revoluciones política, industrial, científica e intelectual que no conoció la Nueva España. Nuestro romanticismo toma lo que puede y lo adapta como puede a un país que sufre el peso y la venganza de la colonia.

años se les había negado el derecho y el goce de leer. El fistol del diablo (1846-1859) y Los bandidos de Río Frío (1888-1981) que terminó a los 81 años, son documentos invaluables para conocer lo que fue la vida diaria de México y lamentar mecanismos de corrupción que por desgracia siguen vigentes. El complemento indispensable de los murales y retablos que hallamos en Payno está en las Memorias de Prieto y en dos libros de versos publicados tardíamente: Musa callejera (1883) y Romancero nacional (1885). Ambos rompen el monopolio de la lengua y recogen en verso español el habla mexicana. Han comenzado a publicarse las Obras completas de Ignacio Ramírez. Los tomos aparecidos confirman la idea de que El Nigromante es el ideólogo más radical de la Reforma y el más agudo de sus polemistas. Su breve obra poética muestra la misma calidad de su prosa. Ramírez aparece como un temperamento romántico que se expresa en versos neoclásicos. Como en otros autores de Letrán, en el Nigromante se aprecian extremos que entrechocan sin llegar a sintetizarse jamás. Esta pugna que no cesa constituye uno de los atractivos de la literatura mexicana.

VI Para que la tentativa se reanude habrá que esperar cerca de treinta años. Entre la Academia de Letrán y la época de Altamirano que se inicia con El Renacimiento (1869) y desemboca en el modernismo, se interponen la bancarrota perpetua, las incesantes luchas civiles, la invasión norteamericana, la guerra de Reforma y la resistencia contra la intervención francesa y el llamado imperio de Maximiliano. Ramírez y Prieto sobrevivirán a sus contemporáneos Calderón y Rodríguez Galván para ser los maestros del segundo romanticismo mexicano, pero en primer término los ministros de Juárez por cuyas manos pasaron los millones de pesos producto de los bienes eclesiásticos sin que ellos retuvieran un solo centavo. Hoy como nunca debemos recordar que México es también Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto. A propósito de ministros, tampoco se puede olvidar que el novelista más importante de Letrán y del siglo xix mexicano, Manuel Payno {1810-1894), fue también el encargado de Hacienda que en 1850 logró mitigar el problema que nos agobia desde 1821. Gracias a sus gestiones los acreedores ingleses redujeron en dos puntos la tasa de interés, permitieron que el pago de dividendos se hiciera en pesos y en México y los réditos insolutos bajaran en siete millones. Payno, gran novelista popular, escribe para todos aquellos a quienes durante trescientos

VII Ramírez, Prieto y Payno quizá no se expliquen sin la Academia de Letrán pero ella sólo es un episodio en sus complejas biografías. Los cuatro poetas que realmente podemos llamar de Letrán son Manuel Carpio, José Joaquín Pesado, Ignacio Rodríguez Galván y Fernando Calderón. Carpio inicia la tradición de los médicos escritores y posee tanta importancia en la historia de la ciencia mexicana como en la literaria. Sus poemas históricos y bíblicos manifiestan que desde el comienzo nuestra poesía se asignó el mundo entero como lema y anuncian la corriente que

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después será llamada parnasianismo. En otros poemas Manuel Payno es uno de los descubridores del paisaje mexicano y escribe la mejor lamentación sobre “México en 1847”. En la poesía del paisaje lo acompaña su amigo Pesado quien después de sus inicios liberales será uno de los grandes periodistas conservadores. Sin embargo en Letrán nace el interés de Pesado por las antigüedades mexicanas; le debemos la primera traducción moderna de la poesía azteca en paráfrasis hechas a partir de los textos que preparó Francisco Galicia Chimalpopoca, profesor de náhuatl en la Universidad. Los dos únicos cuentos que conocemos hasta ahora —”El amor frustrado” y “El inquisidor de México”— hacen lamentar que la prosa política haya consumido su talento para la narración. Carpio y Pesado tienen tanto derecho como Rodríguez Galván y Calderón a ser considerados los poetas de esta Academia, aunque a los primeros les falte la intensidad del mito romántico de los segundos. Ambos mueren jóvenes y dejan el inútil enigma de lo que pudieron haber sido. Con lo que hicieron y escribieron son insustituibles.

Armando López

A juicio de Antonio Marquet, el drama fue el primer género en que se manifestó el romanticismo mexicano. La obra de Calderón —que tanto debe a las adaptaciones de Chenier y Alfieri hechas por Heredia—, se consideró durante mucho tiempo evasiva de la realidad mexicana. Excepto en su comedia A ninguna de las tres, el autor de El torneo, Ana Bolena, Herman o la vuelta del cruzado. Muerte de Virginia por la libertad de Roma eligió temas y escenarios remotos. Francisco Monterde probó en 1952 que al recrear historias europeas Calderón se refirió invariablemente a lo que estaba pasando en la época de Santa Anna. Estas piezas son manifestaciones de la lucha contra la dictadura militar no menos que sus poemas “El soldado de la libertad” y “El sueño del tirano” en que se apropió diestramente de formas y recursos recién utilizados por Víctor Hugo y José de Espronceda. Hoy vemos en Calderón el primero que ejerce en el terreno dramático el derecho de los escritores mexicanos a ocuparse de todos los temas

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antiguos y modernos, así como de buscar en el norte europeo el mismo interés exótico que los autores de aquellos países encuentran en los trópicos. Para Calderón los cruzados y Enrique VIII son tan pintorescos como Atahualpa y Moctezuma para los franceses y los británicos. Rodríguez Galván, nuestro primer “poeta maldito”, es el iniciador de muchas cosas. En Stello (1832) Alfred de Vigny había creado la imagen del poeta reducido a la miseria y la enfermedad por los poderosos que temen a sus verdades y envidian sus dones. La sociedad novohispana, basada en la “pureza de sangre”, es decir, la supremacía de los caballeros que durante ocho siglos guerrearon contra los árabes, no tuvo un sitio para las “castas”, el resultado de los infinitos cruzamientos étnicos. La multitud que pululaba por las ciudades y los caminos del país careció naturalmente de acceso a toda cultura literaria. Rodríguez Galván se adueñó en la librería de su tío, el gran impresor Mariano Galván, de esos conocimientos negados para quienes eran como él y escribió desde el punto de vista de quienes reclamaban sus derechos. Estrenó los primeros dramas históricos mexicanos —Muñoz, visitador de México El privado del virrey— que son una crítica de la colonia, y algunos de los primeros cuentos de temas nacionales, ahora disponibles en el volumen Manolito el pisaverde (1984) con prólogo de Ignacio Trejo Fuentes y una nota de Fernando Tola de Habich. Rodríguez Galván escribe “La profecía de Guatimoc”, el mejor poema mexicano de su época y, según Marcelino Menéndez y Pelayo, la obra maestra del romanticismo en este país; así como versos que son directamente de protesta social. Dice, por ejemplo, acerca de un baile presidencial: “Bailad mientras que llora/ el pueblo dolorido,/ bailad hasta la aurora/ al compás del gemido/ que a vuestra puerta el huérfano/ hambriento lanzará. . “. Finalmente es el editor de El Año Nuevo, “Presente amistoso dedicado a las señoritas mexicanas”, que publica cuatro números entre 1837 y 1840 y es la revis-

ta, el anuario o la antología de la Academia de Letrán. Consuma su destino romántico cuando para huir del amor imposible que ha despertado en él Soledad Cordero (1811-1847), interprete de sus obras y estrella del teatro Principal, muere de fiebre amarilla en La Habana, sin alcanzar Buenos Aires a donde iba para incorporarse a la legación mexicana en Sudamérica.

IX He dejado para el final los aspectos quizá más importantes de la Academia: su carácter de núcleo en torno del cual se organizan las actividades editoriales y periodísticas y, por último, su significación en el comienzo del cuento mexicano e hispanoamericano. Agradezco aquí a la doctora María del Carmen Ruiz Castañeda el permitirme utilizar estas publicaciones y sus trabajos inéditos sobre revistas mexicanas del XIX. Cuando Ignacio Cumplido viaja a Norteamérica para estudiar los adelantos de su oficio. Rodríguez Galván edita en la imprenta de su tío El Año Nuevo. Materialmente cada uno de estos calendarios es un libro, en espíritu es una revista literaria dirigida al público en general y animada por la idea de que la literatura está hecha para todos. Si por su periodicidad anual damos carácter a la publicación de Rodríguez Galván, la primera revista de Letrán es El Mosaico Mexicano de Cumplido, editada en dos épocas: 1836-1837 y 1840-1842. “Colección de amenidades curiosas e instructivas”, El Mosaico Mexicano tiene entre sus colaboradores a casi todos los miembros de la Academia y es una revista miscelánea a la altura tipográfica de las que se publican en Europa y en los Estados Unidos. Desde el comienzo las revistas mexicanas han sido patrióticas sin cerrarse jamás a la curiosi-

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dad por el resto del mundo ni a lo que encuentran digno de admiración en otras literaturas. La obra conjunta de la Academia y Cumplido proseguirá en muchas otras publicaciones que han estudiado María del Carmen Ruiz Castañeda y en el gran periódico de nuestro liberalismo, El Siglo xix. Cumplido empieza a editarlo en 1842, en sus primeros números está dirigido por José María Lacunza y, con interrupciones, sobrevivirá a todas las tormentas hasta 1896 cuando El Imparcial de Rafael Reyes Spíndola sea el mejor instrumento de la censura porfiriana para aniquilar, por su precio y su tiraje, a los antiguos diarios liberales.

Echeverría escribe en Buenos Aires en 1838. A nadie que se acerque a lo escrito en El México del siglo XIX antes del modernismo escapa el hecho de que nuestra mejor literatura de entonces se halla en lo que no es propiamente literatura. No hay comparación posible entre la historiografía y el periodismo, por una parte, y los poemas, los cuentos, las novelas y los dramas, por otra. Estos representan la infancia de un arte, los pasos iniciales en la búsqueda de esa expresión que han estudiado Pedro Henríquez Ureña y Jose Luis Martínez. En cambio la prosa de Quintana Roo, Alamán, Mora, Zavala, Otero y Zarco no admite condescendencia y se equipara a lo mejor que se ha hecho más tarde entre nosotros. Todo ello se explica porque el xvii no fue para la cultura hispánica un siglo literario sino de ciencia, crítica y erudición. El siglo de las luces apartó del siglo de oro a los escritores de nuestra lengua y, al no darles un Voltaire, un Swift, un Rousseau o un Diderot, los dejó casi en el vacío. No obstante, en el xviii nació también la moderna prosa española, opuesta al sermón, la oratoria y la sintaxis latinizante; la nueva prosa clara y precisa, hecha para ser entendida por todos y salir del dominio escolástico mediante el libro, el periódico y la revista. La cumbre de la Ilustración novohispana fue Francisco Javier Clavijero. La expulsión de los jesuitas en 1767 que privó de maestros a la élite criolla también, paradójicamente, le permitió a Clavijero escribir en Italia su gran Historia antigua de México (1872). La Academia de Letrán sería difícil de entender sin la lectura de Clavijero. En 1826 la hizo posible la traducción del exiliado romántico español José Joaquín de Mora, difundida en toda Hispanoamérica por Ackerman, el editor alemán de Londres. En 1945 se conoció al fin el original de Clavijero. Al cumplirse el año próximo los dos siglos de su muerte es de esperarse que demos a Clavijero el sitio que le corresponde al lado de Sor Juana Inés de la Cruz y Juan Ruiz de Alarcón, las tres grandes figuras de las letras novohispanas. Su Historia

X La reciente publicación de La novela corta en el primer romanticismo mexicano, antología de Celia Miranda Cárabes como un ensayo de Jorge Ruedas de la Serna, continúa y amplía el rescate iniciado en 1972 con la antología de Cuentos románticos que editó David Huerta. En el cuento, el más antiguo y el más nuevo de los géneros, está la única forma literaria en que empezamos al mismo tiempo que los europeos. Los cuentos de Pesado, Rodríguez Galván, Payno y Prieto, así como de José María Lacunza —de quien Celia Miranda Cárabes comprueba que es el autor de “Netzula”, la narración indianista antes atribuida a José María Lafragua— son estrictamente contemporáneos de los cuentos de Pushkin, Hoffman, Irving, Gogol, Merimée y Poe. Junto a sus relatos de imaginación Prieto y Payno desarrollan otro género del momento, el cuadro de costumbres, piedra de fundación del realismo hispanoamericano y uno de los primeros recursos que encontró nuestra sociedad para observarse, criticarse y dejar memoria de sí misma. Ninguna narración mexicana de esta época está a la altura de El matadero que Esteban

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buenos como los de cualquier parte y, al menos en literatura, se ha invertido la división mundial del trabajo. Ya exportamos algo más que trabajadores, materias primas y dólares.

es lo más aproximado que tenemos a la Enciclopedia que no tuvimos. La prosa de Clavijero es por lo menos tan excelente como la de Jovellanos o Moratín y, a través de Mora, permitió a los escritores del xix pensar a México y pensar en México.

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XI

La relación de Letrán con los demás romanticismos hispanoamericanos y con el español que resultó su principal fuente, y su aduana, es muy problemática. Cada país tuvo su manera de buscar la autonomía literaria a la que Andrés Bello convocó en 1823 desde Londres. Frente al radicalismo sudamericano que a veces buscó la independencia aún en el lenguaje, la actitud de Letrán puede aparecer excesivamente moderada. Se tiende a explicar esta circunstancia por el arraigo de la tradición grecolatina que atempero en México la desmesura romántica. Supongo que otra posible explicación radica en el hecho de que los sudamericanos triunfaron en la revolución de independencia mientras en México la autonomía fue posible gracias a un cuartelazo del propio ejército realista. El antihispanismo liberal y la expulsión de los españoles en 1828, que permitió a ingleses, norteamericanos y franceses llenar su sitio en el comercio, se entiende porque eran monárquicos tanto los grandes propietarios como los religiosos encargados de la enseñanza y porque México sufrió en 1829 el único intento de reconquista. El año en que se inicia la Academia de Letrán muere Femando VII, vuelven los españoles y se reanudan los vínculos con España. A las sesiones de la Academia asisten Manuel Eduardo de Gorostiza, que ha hecho toda su carrera de comediógrafo en Madrid, y en Londres ha sido uno más de los exiliados románticos, y el adolescente Casimiro del Collado, precursor de los escritores españoles de México. Prieto dice que en Letrán los mexicanos hablaron por vez primera de Hugo y de Dumas. Esto es tan cier-

La prohibición de importar novelas fue constantemente violada, no así la de imprimirlas. A ello nadie se atrevió antes de Lizardi por el celo inquisitorial y por la eterna carestía del papel en estas tierras. De modo que sobre las huellas del Diario de México (1805- 1817), los libros, folletos y periódicos de Lizardi y el magisterio de Heredia, la Academia de Letrán llegó a la mitad de la función del romanticismo europeo y se perdieron las representaciones que hicieron Alemania, Francia e Inglaterra en su gran siglo xviii. Por tanto, el romanticismo mexicano está constituido sólo por una mínima parte de lo que fue en otros lugares. Octavio Paz ha analizado ampliamente el tema en Los hijos del limo (1974). Entre la colonia que se resiste a morir y la república que se niega a nacer, nuestro romanticismo es nada más y nada menos que literatura edificante en los dos sentidos del término: quiere instruir y moralizar, intenta desempeñar un papel en la tarea de construir una nación. La Academia de Letrán es la variante mexicana del movimiento romántico que Víctor Hugo definió como el liberalismo en el arte. La definición habría que matizarla pues, aquí y en todas partes, hay un romanticismo conservador. Al igual que en Europa, el movimiento romántico mexicano responde a una afirmación nacional, si bien no presenta ningún escritor comparable a Manzoni o a Mickiewicz. Pero gracias a él y a sus semejantes en otros países, como la Asociación de Mayo argentina, ahora, ciento cincuenta años después, hay en nuestras tierras escritores tan

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igualdad, la ignorancia, la burocracia, la pereza nacional, el afán de vivir por encima de nuestros medios. A partir de 1838, y el primer intento de Francia para disputarse a México con Estados Unidos e Inglaterra, el gran adversario ya no es España y se comienza a pensar en el lazo del idioma común como defensa contra todas las amenazas. La Academia de Letrán establece, sin decirlo, el principio básico de nuestras literaturas: “mil hablas pero una sola lengua”. Así pues, para concluir, podemos dar por iniciada la empresa de la Academia de Letrán con la participación de Quintana Roo en el Congreso de Apatzingán, ver que se prolonga con Zarco y Altamirano; de Altamirano pasa a Justo Sierra, de Sierra al Ateneo de 1910, del Ateneo a los Contemporáneos y de los Contemporáneos a nuestros días. En medio de la ruina y la catástrofe la Academia de Letrán sigue en pie v sobrevivirá mientras exista México.

Armando López

to como que los verdaderos modelos y maestros fueron Espronceda, Larra, Zorrilla (que iba a llegar aquí algunos años después) y Ramón de Mesonero Romanos. A tal punto es decisiva la presencia de los costumbristas españoles que “Fidel”, el seudónimo de Prieto para sus cuadros de costumbres, es el interlocutor de “El curioso parlante” de las Escenas matritenses. En 1865, en el país ocupado por el ejército francés, Ignacio Ramírez hará resonar la propuesta que Francisco Bilbao lanzó en Chile veinte años atrás: “Desespañolicemonos”. Pero en el momento de Letrán, Prieto y Payno reconocen en las crónicas de Larra un país como el suyo: víctima del absolutismo, lleno de deudas, cerrado a un mundo en que el progreso y el liberalismo luchan contra el atraso y los gobiernos despóticos. Los costumbristas de aquí y de allá luchan contra los mismos enemigos: la injusticia, la des-

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Contestación al discurso

mayores y menores, de diversas tradiciones, incluyendo las más arcaicas y las menos familiares, según los intereses y afinidades personales de cada cual. Desgracia no pequeña es el que nuestro país carezca de una auténtica disciplina historiográfica de la propia literatura. No voy a mencionar demasiados nombres, para no lastimar a nadie que no lo merezca, pero los manuales respectivos que yo hube de usar en la escuela, tanto en mi pupitre estudiantil como —por breves periodos— en mi mesa de profesor, parecían redactados con el fin específico de ahuyentar al alumno y aislarlo en definitiva de cualquier contacto con las letras. Tal era, sin mengua de incuestionables méritos en otros órdenes, el aburrimiento inmisericorde producido por su falta de imaginación y de trillo, por su repetición de lugares comunes decimonónicos a la hora de calificar y clasificar, y por su nulo aprecio de lo que más tarde habría de llamarse “el placer del texto”. Y si he de ser sincero, no creo que las historias de la literatura mexicana hayan mejorado desde entonces. Con semejantes instrumentos no cabía exigir a los estudiantes —ni siquiera a los contados que curaban la carrera de letras patrias— la profundización en la materia. ¿Cómo iban a emprenderla si carecían de lo indispensable? En ninguna parte —salvo en la palabra ocasional de excepcionales maestros— encontrábanse guías ni auxiliares para la investigación; menos todavía eran asequibles reediciones de textos antiguos o no del todo recientes, y en cuanto a los viejos libros en edición original, ya no existían sino en manos de anticuarios que los cotizaban explicablemente de acuerdo con su rareza. Al mismo tiempo, abundaban en el ambiente los implacables jueces que flagelaban a los escritores noveles echándoles en cara insuficiente nacionalismo, malévolo desconocimiento de excelencias pretéritas y cultivo perverso de flores exóticas. No deja de ser curioso que hayan sido selectas victimas de tan gruesos ataques quienes eventualmente iniciaron el hallazgo —o el reen-

Jaime García Terrés

Miembro de El Colegio Nacional Ignoro cuándo, dónde y cómo exactamente nació en México, la querella entre nacionalismo y cosmopolitismo. Lo que sé de fijo es que se trata, hoy como ayer, de un problema estéril y artificial en sí mismo, bien que el sereno planteo del asunto pueda suscitar, de vez en vez, algunas consideraciones orientadoras. Lejos estoy de pretender que toda actitud apoyada en valores nacionales sea inválida siempre. Pero al menos en el terreno de la creación literaria, el dogma racionalista suele reducir horizontes sin por ello ahondar la búsqueda de lo propio. Las fuentes de la literatura, igual que las del lenguaje, no se confinan en la circunstancia inmediata. Si las letras requieren alimentarse de experiencias concretas en contextos verdaderos y asimilados, no es menor la importancia que llegan a adquirir, para quien las cultiva, así el claro conocimiento de tareas e historias ajenas, próximas o distantes, como el aprendizaje de lecciones impartidas en ámbitos diferentes. Por supuesto, nada de esto excluye la necesidad imperiosa que el escritor tiene de analizar —aunque sea para luego tomar sus distancias— el acervo literario de su comunidad. La ignorancia en tal punto, sobre constituir dañina afectación, esteriliza el habla y mutila el impulso creativo. Aun diríase, en el caso de México, que dicho acercamiento debería empezar por los clásicos de nuestra lengua, es decir, por las letras españolas; seguir por las mexicanas, sin descuidar los monumentos de nuestro pasado indígena, y ensancharse con el máximo estudio posible de lo iberoamericano. En trayectorias paralelas, tendrían que venir las aproximaciones a figuras,

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Armando López

cuentro— imaginativo y sustancial de nuestros paradigmas nacionales. Y aquí si me apresuro a citar tres nombres ejemplares: Alfonso Reyes, Xavier Villaurrutia y Octavio Paz. También procede subrayar los esfuerzos editoriales de la Casa Porrúa, que nos deparó la Colección de Escritores Mexicanos, y de la primera de nuestras universidades —por aquel entonces la única verdadera— que nos fue regalando en los muy baratos volúmenes de la Biblioteca del Estudiante Universitario considerables antologías de las distintas épocas de nuestra cultura. En este marco intelectual, tan veloz y esquemáticamente reseñado, nace al mundo de la escritura José Emilio Pacheco. Mi memoria ya no es lo que fue, pero aún recuerdo con cierta complacencia una mañana en que me abordó, en plena calle, un joven de aspecto atlético pidiéndome, no sin alguna timidez, una colaboración para la revista Estaciones, en donde a la sazón desplegaba sus ya evidentes facultades. Yo no tuve jamás especial simpatía por esa revista en sí misma, bien que haya llegado a trabar amistad con sus más promisorios redactores, pero la espontánea e informal solicitud me impidió negar mi colaboración. Meses después, una vacante en la Dirección de Difusión Cultural a mi cargo me orilló a buscar, a mi vez, un nuevo colaborador. Carlos Fuentes, miembro temprano del equipo, sugirió a Pacheco, que resultó ser aquel entusiasta joven, y allí principió un vínculo amistoso que el trabajo en común consolidó y que el mutuo afectó, fincado en aficiones compartidas, prosigue hoy alentando. Mucho podría contar de lo ocurrido en el curso de nuestros inacabados diálogos. Pero este no es momento de apuntes biográficos, sino un esbozo de ponderación. Conviene precisarlo ahora. José Emilio Pacheco es, ante todo, poeta. Vale decir, un hacedor intuitivo, un creador. Y esta es la madera con la cual se forma el crítico de verdad. A partir del substratum o cimiento poético, pueden derivar o no los demás géneros literarios. Pero sin dicho ingrediente o catalizador no se dan ni el

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narrador ni el dramaturgo, ni el crítico de magnitud apreciable y provechosa. Ello no significa que Pacheco sea un improvisador, ni mucho menos que prescinda de bases documentales objetivas. Yo he sido testigo asiduo de como suele demorarse, más de lo que otros admitirían, buscando el papel escurridizo, el folleto ausente de bibliotecas y archivos, la fecha exacta de un acontecimiento, la segura, o siquiera presumible, paternidad de una obra menor, y hasta la certidumbre de un vacío. Se me preguntará con razón cuál es la diferencia entre un buen historiador de las letras y un buen historiador a secas. Contesto sin reserva ni duda: no hay en el fondo ninguna diferencia. Ambos oficios, ramas de un mismo árbol, requieren por igual de las propias virtudes: poder de evocación, paleta rica en matices que ennoblezcan o complementen los trazos esenciales, imaginación capaz de suplir o compensar deficiencias de información; examen, atento de los más variados factores en cada episodio; y, last but not least, diáfana advertencia de los propios e inevitables prejuicios. Como quiera que sea, si entre nosotros no se ha realizado una crónica bien digerida de las letras nacionales, tampoco se ha logrado escribir una completa historia de México, desde sus orígenes a la actualidad. Existen, a la par que historiadores de primera línea, obras fragmentarias, y se han cubierto razonablemente largas épocas (la Revolución, el Porfiriato, la Intervención Francesa, etc.). Pero no contamos con una historia de México equiparable a las clásicas historias de Francia, de Inglaterra, de los Estados Unidos... Y no es por falta de historiadores, sino por miseria material. Obras de ese calibre sólo pueden acometerse hoy en día con el patrocinio de instituciones económicamente poderosas, que otorguen becas y facilidades a investigadores idóneos y corran con los gastos de la edición. No cabe duda de que idéntico aparato sería necesario para llevar adelante una minuciosa

y medular historia de nuestra literatura. Con todo, si los mexicanos nos hemos ingeniado para avanzar en una Historia de la Ciencia en México, de la cual van publicados cuatro grandes tomos, ¿por qué se nos ha dificultado a tal punto completar nuestra cabal historia literaria, que no sea un manual premioso ni acartonado? He aquí un problema complejo que rehuye contestaciones fáciles y simplistas. El hecho es que, entre las múltiples causas, habría que apuntar cierto grado de inconsciencia institucional respecto a nuestras necesidades culturales; lo cual, muy antes de la presente aguda austeridad, impidió dedicar los recursos financieros precisos para dar cumplimiento a la tarea. Pero asimismo habría que anotar la escasez de buenos escritores, como Pacheco, capaces de conciliar investigación disciplinada, cultura general amplia, pupila selectiva y agilidad en la exposición. Todavía podemos esperar que la beca de una fundación extranjera permita mañana a José Emilio entregarse de lleno a tal obra magna, dirigiéndola o coordinándola, sin los agobios económicos que ahora lo empujan a diluirse en faenas de urgencia menor, aunque también sin merma de su básica labor creadora. En todo caso, aun suponiendo los más sólidos refuerzos, la operación distaría de ser sencilla. Y Pacheco lo sabe mejor que ninguno. Sin ir más lejos, en días pasados, al pedirle siquiera un esquema de su trabajo inaugural, pues que la fecha del ingreso ya se nos echaba encima, me lo envió sin mayor tardanza, pero con un recado en que refería sus tropiezos. “La gran dificultad” era que nadie se había “metido en serio con el tema”. Y el novel miembro de este Colegio agregaba: “Ahora me explico por qué. De El Año Nuevo queda un sólo tomo en la Biblioteca Nacional; El Mosaico Mexicano esta atrozmente mutilado con Gillette. Y, para colmo, la Biblioteca cerró por el ‘Mundial’ y no volverá a abrirse hasta julio”. Perdón si he sido indiscreto al descubrir esas

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L

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n l c a e s t P s t h n d p p o


Armando López

entretelas. Pero es que me parecen de veras ilustrativas. ¿Quién podría sentirse libre y a gusto en la investigación cuando sufrimos tamañas carencias? Y que no se nos venga a decir que somos un país pobre, porque en su momento hemos sabido, como si no nos sirvieran para nada, desechar y condenar al exilio legendarios tesoros bibliográficos. Baste traer a cuento a un famosísimo Secretario de Educación —prócer de la cultura mexicana, de acuerdo con sus admiradores— que rehusó adquirir en cincuenta mil pesos mínimo indispensable para la estricta subsistencia de los herederos que la ofrecían, la biblioteca que fue único patrimonio de Genaro García (hoy segura en Austin, Texas); el impolítico filósofo a que me refiero hubo de perpetuar su fatuidad con esta frase digna de ser grabada en los muros de una rediviva Inquisición laica: “El país no necesita bibliotecas de sabios”. Y ya que he aludido, aun cuando sea mera licencia poética, a una virtual Inquisición contemporánea con tal vez involuntarias premisas antinacionales, pero no por ello menos nociva, podríase preguntar a más de un aduanero de los que custodian nuestras fronteras, de cuantos antiguos libros mexicanos, que ingenuos bibliófilos pretendían recuperar, ha impedido el regreso legitimo al territorio patrio, aduciendo normas increíbles que, sin embargo de serlo, mantiénense en cotidiano vigor. Hoy es, con todo, día de regocijo más que de protesta civil. El Colegio Nacional recibe a un nuevo miembro, que será también uno de sus más jóvenes integrantes. Pero José Emilio Pacheco es ya una realidad y no sólo una esperanza. El trabajo que ha leído sobre la Academia de Letrán lo confirma así, con evidencias que me ahorran ulteriores alegatos en tomo a sus cualidades. Su cultura, por supuesto, no se reduce a lo literario y nacional. Ha respirado atmósferas de muchas latitudes y bebido el agua de muchas fuentes; y esa vasta experiencia es la que confiere autoridad a su criterio: úselo como le plazca y en

lo que mejor le acomode. Yo me limito a saludar su arribo deseándole perseverancia en su excelente labor de investigación, con la certidumbre de que no descuidará otros caminos principales. Estas aulas que hospedaron antaño las lecciones de Alfonso Reyes y siguen albergando las de Octavio Paz, lo acogen con singular aprecio y hacen suyo el obvio interés que el público reserva, desde ahora, a sus enseñanzas futuras, al margen de los tiempos borrascosos que nos han tocado. Las diferencias entre nuestra institución y la venerable Academia de San Juan de Letrán son indudables en varios órdenes. No obstante, quiero pensar que la firmeza moral asumida por don José María Lacunza y sus compañeros, frente a las condiciones adversas que los ponían a prueba, alcanza a recortar, acaso, la distancia que nos separa.

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Julio Ruelas

La UANL y la equidad de género [Entrevista a Lídice Ramos] Gabriel Contreras

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a la cuestión de género en el ámbito de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Una entrevista con la investigadora Lídice Ramos retrata la escena. La especialista deja ver que México da señales de atraso en ese ámbito si se le observa en relación con Brasil o Perú, e indica que estados como Colima y Oaxaca cuentan con mayores avances que nuestra entidad en materia de equidad. Según Ramos: “En la UANL hoy no hay acciones orientadas hacia la equidad de género, y eso se explica porque no existe voluntad política por parte de la gente que dirige la institución. Aquí ni siquiera tomamos en cuenta la cuestión de género”. La investigadora, quien está al frente del Centro de Estudios de Género de la UANL, asegura que en Bolivia, Chile y Argentina operan hoy pequeñas agrupaciones interesadas por las cuestiones de género, y especifica que eso se reduce al plano académico, ya que a nivel institucional se vive un escenario de desinterés. La especialista añade que “en México, hoy, se sufren cambios importantes en relación con el ejercicio de la equidad de género”, pero “la UANL no participa en esos cambios”. En la visión de la entrevistada: “hay varias universidades que se están esforzando en ese sentido en nuestro país, pero en la nuestra no hay nada”. Según la investigadora, quien desarrolla sus labores en la Facultad de Filosofía y Letras: “los esfuerzos que existen en la UANL se reducen al ámbito académico”. Explica: “no existen progresos en relación con la equidad de género por una razón: no existe voluntad a nivel institucional”. Lídice Ramos narra que “hace diecinueve años, cuando se estableció el Centro de Estudios de Género en la UANL, había el interés y

la novedad por hablar desde las humanidades de seres sexuados. Hoy, no ha habido un llamado a convertir eso en acción, al menos yo no lo he recibido”. Los estudios de género en América Latina, detalla la especialista: “provienen de las ciencias sociales, fundamentalmente de la antropología y la ciencia política. Hay una necesidad intelectual de que el tema se conozca, sí. En América Latina se observan avances importantes en Perú, Bolivia, Chile… pero el país que tiene más avances en equidad de género es Brasil”. En lo tocante a foros y publicaciones: “Brasil, Perú y Argentina nos llevan la delantera. En México sólo hay una revista indexada que toque ese ámbito: es la revista La ventana, de Colima. Nada más”. ¿Cómo han incidido los esfuerzos extranjeros en el campo de los estudios de género en México? Ramos explica que “las más duras son las investigaciones norteamericanas. La cuestión de género proviene de la antropología y de la gente que trabaja con desarrollo sustentable. En Europa, el tema proviene de la filosofía política, específicamente de España y Francia”. ¿Cómo podrían fructificar los esfuerzos en materia de equidad de género en el ámbito universitario de Nuevo León? En México, responde, hay seis universidades que tienen estudios de género y en la UANL contamos con una Maestría de Género en Políticas Públicas. En Yucatán, en Oaxaca, en Colima, en Tabasco, y en la Ciudad de México existen centros dedicados a ese tema. Y eso responde a que existe la necesidad de ver un humanismo diferente, un humanismo sexuado. Sin embargo, hay muchas resistencias. Las universidades son muy resistentes, porque la ciencia está muy masculinizada. En síntesis: nos espera mucho trabajo”.

l rezago está ligado

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Julio Ruelas

Sobre patrimonio Daniel Sanabria

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Lo básico

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una apertura a las más diversas aristas desde las que se puede analizar el caso del patrimonio, tanto el natural como el cultural, pero sin pretender agotar un tema tan vasto. A lo sumo, es un intento de introducción. En primer lugar, enumeraremos los temas más ‘positivos’ o que entusiasman en la sola consideración del patrimonio. En un segundo orden, aparecerán enlistados los asuntos ‘negativos’ o que generan más polémicas o discusiones en torno al asunto.

de patrimonio ha cambiado al menos parcialmente en las últimas décadas. Basta leer la Declaración de 1972 de la UNESCO(1), donde se detalla qué es patrimonio cultural y qué es patrimonio natural para darse cuenta que la conceptualización ha cambiado de una idea más reducida y centralizada en lo arquitectónico y arqueológico en el primer caso (en el patrimonio natural se mantiene muy parecido), para ampliar su horizonte. Probablemente la actual conceptualización de patrimonio cultural es más cercana a la siguiente: “El Patrimonio Cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo; la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas.” (2) De esta definición se desprende que existen diversos tipos de patrimonio cultural: lo hay tangible o material (arqueológico, arquitectónico, artístico, histórico e industrial) y lo hay intangible o inmaterial. Este último incluye la tradición oral y creencias, festividades, artes del espectáculo (música, danza, teatro y expresiones similares), y gastronomía, oficios tradicionales y artesanales. Esto como punto de partida en la consideración de un asunto que “está de moda”, en el contexto de una agresiva globalización que ha tendido a destruir fronteras a costa de la uniformización a nivel mundial, en desmedro de lo típicamente local, que se intenta preservar, valorar, realzar y aprovechar. Una vez aclarado lo anterior, podemos abordar el tema desde múltiples puntos de vista. El objetivo de este artículo es más pedagógico, con l concepto

Factor de unidad Este es un aspecto esencial que hay que entender y explotar en el tema de patrimonio. En efecto: es un factor de cohesión y de unidad porque habla de lo que fuimos y lo que somos, y ayuda a entender el presente y las rupturas sociales en curso. Ayuda a la cohesión social pues tiene potencial vinculante único. Puede ayudar a restañar un tejido social a veces lacerado por la violencia, la degradación y la disgregación. Sin duda, un elemento que ayuda mucho es sensibilizar en particular a las personas desde temprana edad.

Motor de desarrollo El patrimonio como tal, adecuadamente promocionado y trabajado, es factor para el desarrollo local, ya sea desde la cultura misma hasta el turismo, pasando por el emprendimiento cultural, con la consiguiente creación de puestos de trabajo y derrama económica. Si bien creemos que no es motor principal para la consideración de su valor, no se puede soslayar un sano aprovechamiento para el desarrollo integral de las personas y comunidades dado el potencial diferenciador que posee. Algunas pistas de todo esto nos lo da la llamada ENCCUM 2012 (3), realizada en conjunto

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por INEGI y el entonces CONACULTA, donde aporta datos muy interesantes, como el que indica que 13% de la población encuestada en ese estudio había realizado al menos una artesanía o manualidad, o que el 6,2% había organizado/ desarrollado alguna fiesta o evento tradicional, en donde participaron al menos en una ocasión el 60% de los habitantes del país.

Educación y celebración

Julio Ruelas

El patrimonio se visualiza como un elemento que conviene incluir en la educación desde la edad escolar, pues tiene qué ver con la identificación de elementos cotidianos para los niños, pero que no identifican con sus raíces y modo particular de ser o vivir. Este trabajo ya ha comenzado en ciertos textos escolares; pero su potencial es increíble, no solo en primaria sino también en secundaría, donde el paseo y lo lúdico se pueden fundir con lo patrimonial, lo que genera gran atractivo para las jóvenes generaciones, bombardeadas por la tecnología, para las que los libros, documentos y objetos antiguos son de enorme atractivo. En cuanto a la celebración del patrimonio, ya se verifica la realización de eventos como el del Día del Patrimonio de Nuevo León (que se hizo oficial en 2015 a nivel del Estado), y que ha congregado a decenas de miles de personas en sus eventos anuales (Cfr. www.patrimoniodenuevoleon.org).

Legislación el tema, también podemos ver la continuada destrucción de patrimonio arquitectónico, desaparición de costumbres, lenguas, patrimonio arqueológico, etc., particularmente en México, cuya diversidad cultural es uniquísima porque su pasado mesoamericano le otorga una riqueza acumulada a través de milenios.

Este asunto ha tomado visos políticos a tal grado que se ha discutido y promulgado una considerable legislación a nivel mundial, teniendo como punto de llegada o de partida la señalada Convención de 1972 emitida por la UNESCO. Sin embargo, el panorama no es alentador: si por un lado verificamos el creciente interés por

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Y es que probablemente haya elementos que no se comprendan a fondo, o no se valoren. No hay sensibilidad cuando no se vive algo y cuando se legisla sin esa perspectiva, el resultado no es el mismo.

desarrolladores e inversores: desmontar antes que nazca el interés público patrimonial y haya limitaciones a sus esfuerzos.

El señor dinero Siempre inmiscuyéndose en campos materiales, y más en este caso, que hablamos de patrimonio, este elemento viene a ser una suerte de dolor de cabeza. En lugar de hacer ver el valor, todo se traduce en valor monetario (parcial) y las cosas se complican porque se vuelve enemigo del propio patrimonio en variados casos. A la hora de una inversión y un emprendimiento ante un sitio o bien patrimonial, suele inclinarse la balanza en contra del propio sitio o bien sin mayor explicación que una es más rentable que la otra en término de pesos. Esto nos hace pensar en que es difícil que las cosas se enderecen si no hay estímulos y apoyos para que la balanza se equilibre y el inversionista termine adoptando una postura distinta al derrumbe, al cierre, etc.

Es un tema no menor, pues tiene que ver con la educación y la vivencia experiencial. Lo cierto es que falta mucho de ellas en ciertos grupos y presencia en otros, lo que suele desembocar en movimientos y realización de acciones, ya sea de rescate, de petición, de empoderamiento ciudadano, etc. La sensibilidad puede llevar a situaciones extremas, conflictos, disputas, mas no todo ello es negativo a priori. A veces esto genera discusiones que se saldan con excelentes resultados a través nuevas propuestas, armonizando puntos de vista. Todo dependerá de la buena voluntad de las partes (y su búsqueda genuina del bien común), que a veces no concuerdan en sus posturas, mas apuestan a una buena comunicación y al diálogo basado en evidencias. Sólo así, las cosas se irán encaminando en una dirección más apropiada y fructífera.

Los ámbitos de acción

Referencias:

La sensibilidad personal y social

1. Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. París, 16 de noviembre de 1972. Recuperado el 15 de agosto de 2016 del portal de la UNESCO en la World Wide Web: http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ ID=13055&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201. html

El tema de las competencias del INBA y del INAH en torno a temas particularmente sensibles como las construcciones, no es menor. Ya se sabe de este problema de competencias en el ámbito político/legislativo, pero no solo es una cuestión de ámbitos (de 1900 para atrás, tú y el resto es mío), sino de una efectiva coordinación entre ambas estructuras federales, que a veces aparecen eficientes, otras no tanto. La debilidad de la presencia del INBA sobre todo en el norte del país es una causal de pérdida patrimonial, pues buena parte del siglo XX está en ciernes y es lo que están buscando muchos

2. Conferencia mundial sobre las políticas culturales, México D.F., 26 de julio - 6 de agosto de 1982. Declaración de México sobre las políticas culturales, No. 23. Recuperado el 15 de agosto de 2016 del portal de la UNESCO en la World Wide Web: http:// portal.unesco.org/culture/es/files/35197/11919413801mexico_ sp.pdf/mexico_sp.pdf 3. INEGI (2014). Encuesta Nacional de Consumo Cultural de México 2012. Consultada el 9 de agosto de 2016 en la World Wide Web: http://www.cultura.gob.mx/PDF/inegi/ENCCUM2012. pdf (96 págs.)

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Julio Ruelas

El Minimalismo y la dicotomĂ­a de tener o ser Cris Villarreal Navarro

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P

desilusionada de las estresantes demandas que impone al individuo el sistema de vida capitalista, un gran segmento de la población mundial ha decidido replantearse el modus vivendi de la sociedad actual. Este segmento poblacional que se ha percatado de la asfixiante manipulación que los mecanismos de control masivo ejercen rampantemente sobre la conciencia colectiva, ha decidido iniciar un estilo de vida más acorde con las reales necesidades humanas rechazando los artificios y exigencias de la sociedad de consumo. Su reacción de rechazo se puede calificar como un ejercicio de vida subversiva cuya plataforma ideológica se basa en el Minimalismo. El Minimalismo, que surge como una variante cultural de la corriente artística que lleva este mismo nombre, es un movimiento que antepone una reacción humana a la sociedad de consumo. Frente a la ideología que dicta el perfil de un ser humano exitoso de acuerdo a la acumulación de bienes materiales, el Minimalismo proclama la importancia del ser y no del tener. Con este replanteamiento del enfoque humano y no materialista de vida lo que se busca es intentar encontrar la libertad del individuo. Erich Fromm, en su clásico El miedo a la libertad fue un precursor de esta nueva trinchera moral que es el Minimalismo. Movimiento que antepone la importancia de ser libres ante el callejón sin salida de la cultura orientada a la adquisición desorbitada y excesiva de posesiones materiales. No hay nada recriminable en la simple tendencia a acumular bienes de consumo, el problema es cuando esos bienes terminan coartando la libertad del individuo. Esto sucede cuando las cosas, al formar parte cardinal de la imagen que un individuo pretende vender en su entorno, terminan controlando su tiempo y espacio. El cuidado de las posesiones y el temor a perderlas reclaman tanta atención y obsesionan tanto al

hombre contemporáneo que terminan absorbiendo en gran medida su energía vital. Por el contrario, las personas que abrazan el Minimalismo buscan un modus vivendi enfocado en lo esencial y no en lo superficial. Abrazar esta causa no es sencillo, ya que es necesario reprogramar los marcos de referencia que la cultura imperante ha establecido como paradigmas de la felicidad. Intentar llevar un estilo de vivir más significativo no a través de la adquisición de posesiones sino del disfrute de la vida misma, requiere asumir cambios radicales en el modelo de crecimiento en el que fuimos formados. Para empezar, un primer paso sería revalorar la importancia que las posesiones juegan en nuestras vidas y eliminar las que son prescindibles, las que estorban. Esta sencilla operación de comprometerse seriamente a vivir con menos, dejaría espacio abierto para un mejor aprovechamiento de nuestro tiempo. Quedaría tiempo personal para emplearlo, por ejemplo, para cultivar relaciones humanas. El desprendimiento de objetos materiales puede adoptar distintas modalidades dependiendo de la sociedad en que se implemente. En los países con economías más desarrolladas, nómadas laborales, el no entablar nexos emocionales con objetos materiales es algo culturalmente aceptado. Así cuando una familia se ve en la necesidad de mudarse de estado por razones de trabajo del proveedor o proveedora de la familia, se pone un anuncio en el periódico con el encabezado: “Venta de mudanza” y con ello se da por entendido que todo se vende. Los estadounidenses tienen muy claro que muchas veces los gastos que origina un camión de mudanza son más elevados que el valor de los muebles y objetos, así que deshacerse de todo y comprar un menaje nuevo para llegar a la nueva casa o departamento resulta más rentable. Una situación distinta se presenta cuando los que deben deshacerse de objetos y mobiliario que no se usa son personas de países con

roducto de una reacción

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economías en vías de desarrollo. Aquí el desprendimiento de los objetos reviste una carga emocional muy fuerte derivada de la cultura de la pobreza en donde la acumulación de muchas cosas en el hogar, aunque éstas sean innecesarias e inservibles, representa un estatus de mayor nivel y aceptación social. El Minimalismo en estas sociedades es complicado de implementar. Por ejemplo uno de los segmentos de objetos a deshacerse, recomiendan los profesionales avocados a la disminución del sobre atestamiento de objetos domésticos, son los libros y los videos. Desechar estos objetos, sumamente preciados en las sociedades subdesarrolladas, implica un verdadero shock cultural. El movimiento del Minimalismo carece de gurús significativos, no hay una bibliografía clásica a la que se pueda acceder para analizar y considerar sus principios. La mayoría de sus millones de adeptos simplemente se han adherido a través de publicidad boca a boca o de buscar información en Youtube, en donde se pueden encontrar cientos de videos de adeptos en todo el mundo que explican su experiencia personal al iniciarse como minimalistas. Generalmente se trata de consejos pragmáticos para abordar este estilo de vida. Este movimiento que proclama la frugalidad, la austeridad, la reducción de bienes personales frente a los excesos de la presunta prosperidad, el ser frente al tener, puede considerarse como una respuesta moral de la sociedad informada contra la voracidad salvaje de las corporaciones. Es una respuesta de los habitantes de países altamente desarrollados que han descubierto que la propagada abundancia, el famoso éxito materialista que tanto vende el modelo actual de vida no redunda en alcanzar una vida satisfactoria, por el contrario cuando más llena está la lista de expectativas consumistas cumplidas del ser contemporáneo, más vacío se encuentra su interior y más grande es su descontento.

Observar los principios del Minimalismo implica un reto personal de proporciones bíblicas. Es volver a lo esencial y atreverse a renunciar a los designios adictivos mundanos que el sistema de la esclavitud consumista impone. Es dejar de ser prisionero del universo de cosas que nos rodean, muchas de ellas obtenidas con sacrificados pagos a tarjetas de crédito, que nos exigen estar pendientes de su cuidado, mantenimiento y demandas de reparaciones. Es desatarse del apego a la colección de cosas que fuimos acumulando con el paso del tiempo y darle la bienvenida a los espacios libres que una vez se mantuvieron atiborrados de cosas que realmente nos estorbaban e impedían el paso para circular mejor por la verdadera vida. En los videos de divulgación del Minimalismo es común escuchar historias de personas que se pasaron todo el tiempo libre de años: fines de semana, días festivos y vacaciones, organizando el descomunal acumulamiento de objetos en cocheras, closets y cuanto lugar de almacenamiento que tenían sus casas, para percatarse al final que todas esas cosas seguramente iban a ser tiradas a la basura por sus descendientes a la hora de su partida o en el mejor de los casos serían destinadas a instituciones de caridad. Muchos minimalistas decidieron deshacerse de todos esos objetos innecesarios que les robaban su tiempo y energía, pararon de comprar, decidieron acostumbrarse a contar con el mínimo de objetos para las necesidades cotidianas y optaron por dedicarse a vivir. Reducir los bienes materiales, reciclar, simplificar y disfrutar de las espontáneas vivencias: de un día en la playa, de una cena con los amigos, de una salida al campo, de un amanecer lluvioso, de una película nostálgica, de una pieza musical que trae añoranzas… contra la intermitente preocupación por el mantenimiento de las cosas que poseemos puede llegar a ser, en los tiempos que corren, un verdadero acto revolucionario.

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Armando López

Luto por los muchachos muertos

I

ba a escribir acerca del acuerdo de las Academias de Lengua Española sobre el uso de la X en la palabra México, por razones, según se dijo, de orden lingüístico, histórico y sentimental. Es un tema alegre y da ocasión para jugar un poco a costa de algún académico mexicano, con la mente fruncida y llena de telarañas, empeñado en escribir el nombre de nuestro país con J, al estilo de los tradicionalistas españoles y en justificar dicho empleo, sólo por mantener un modo grato a los mása rancios conservadores, esos todavía partidarios de la Inquisición, de Iturbide y de Maximiliano y quienes sufren de cólicos cuando ven la efigie de Juárez o pasan por el Hemiciclo. Iba a escribir sobre eso, con buen humor y

José Alvarado

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se ha derramado la sangre. Y es sangre de muchachos y de muchachas, de hobres y mujeres del pueblo. ¿Por qué? La pregunta de Abel Quezada sigue sin respuesta, pues para encontrarla habría que esconder el dolor, apaciguar la ira, poner en claro el desconcierto. Y ello no es fácil en estas horas aciagas, cuando tantos cuerpos jóvenes yacen sobre planchas heladas y tantas madres con los ojos húmedos y en silencio de condena se disponen a encender velas humildes. Sólo queda, imponente, la protesta. Había belleza y luz en las almas de esos muchachos muertos. Querían hacer de México la morada de la justicia y la verdad. Soñaron una hermosa república libre de la miseria y el engaño. Pretendieron la libertad, el pan y el alfabeto para los seres oprimidos y olvidados y fueron enemigos de los ojos tristes en los niños, la frustación en los adolescentes y el desncanto de los viejos. Acaso en lagunos de ellos había la semilla de un sabio, de un maestro, de un artista, un ingeniero, un médico. Ahora sólo son fisiologías interrumpidas dentro de pieles ultrajadas. Su caída nos hiere a todos y deja una horrible cicatriz en la vida maxicana. No son, ciertamente, páginas de gloria las escritas esa noche, pero no podrán ser olvidadas nunca por quienes, jóvenes hoy, harán mañana la crónica de estos días nefastos. Entonces, tal vez, será realidad el sueño de los muchachos muertos, de esa bella muchacha, estudiante de primer año de medicina y edecán de la Olimpíada, caída ante las balas, con los ojos inmóviles y el silencio en sus labios que hablaban cuatro idioms. Algún día una lámpara votiva se levantará en la Plaza de las Tres Culturas en memoria de todos ellos. Otros jóvenes la conservarán encendida. Ayer parecía fácil escribir acerca de la X y la J. Hoy resulta imposible pues quedó enlutada la X de México.

el deseo de hacer unas cuantas travesuras con el estilo y buscar en el vocabulario algunas palabras parpadeantes. Pero a última hora sentí vergüenza ante los lectores, pues hoy, jueves 3 de octubre, a los cuarenta y un años, por cierto, de la muerte del general Serrano en Huitzilac, la tinta de los periódicos parece oler a sangre. Se alude a 24 civiles muertos anoche, durante un mitin estudiantil, en Nonoalco, más de 500 heridos y centenares de presos. ¿Qué pasa en México? ¿Se han desatado funestos manes olvidados? ¿Vuelve nuestra historia a teñirse de rojo y llenarse de sombras ominosas? Abel Quezada, en su cartón de Excélsior, ofrece hoy sólo un cuadro negro y arriba una patética interrogación: ¿Por qué? La expresiva, dramática tiniebla de Quezada parece ser una mezcla de confusión y de luto. Y eso, luto y confusión, es lo que flota hoy por la ciudad y, sin duda, por todos los ámbitos del país. A nadie impresiona, como hubiera ocurrido en otras circunstancias, el derrocamiento del presidente Belaúnde en el Perú por un grupo de militares. Todos somos presas del dolor y el desconcierto y a estas horas no se sabe todavía cuál será la suerte de los Juegos Olímpicos ni es posible advertir como será la situación nacional dentro de una semana, cuando este artículo aparezca en las páginas de Siempre! En otros años, y en esta misma fecha, al señalar el aniversario de la matanza de Huitzilac, los comentaristas indicaban, satisfechos, la fortuna de que esos días de violencia, venganza y barbarie hubieran pasado para México y cada vez que se ha glosado un tumulto sangriento en alguna de las ciudades de la América Latina, se insistía en mostrar nuestra vida pacífica como un ejemplo en el continiente y un beneficio derivado de largos y penosos sacrificios anteriores. Ahora todo ha cambiado y ya no sirven para nada las viejas palabras y las imágenes antiguas. En la Plaza de las Tres Culturas, orgullo de la nueva ciudad y muestra soberbia de nuestra historia,

Siempre!, Núm.799, 16 de octubre de 1968, México.

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s

una acción, es decir, un drama. Se requieren “dos personas”. La acción es contingente pero el final del drama está fijado de antemano. Es de “necesidad”. El dibujo es narración imitación, según Aristóteles. Narración más próxima a la tragedia que a la épica. Se imita o representa una acción, un suceso, con personajes simbólicos que nos afectan de manera indirecta, aludiéndonos y suscitando en nosotros temor y piedad. Los simbólicos personajes, el toro y el caballo, nos sugieren juicios en polaridad: el malo y el bueno, la perversidad y la inocencia, lo diabólico y lo angélico… Pero el toro no es la maldad o la perversión o lo diabólico total, sin fisuras de concepto; tampoco el caballo es la bondad o la inocencia o lo angélico sin remedio. El toro y el caballo del Guernica ¿qué papel representan en la tragedia? Todavía no está dilucidado. El toro podría ser una alegoría de la fuerza bruta; igual en Pablo Picasso que en Armando López. Bien; ¿pero ya se ha pensado en que la fuerza bruta es inocente, que es una creación de la naturaleza? Tampoco el caballo es la víctima perfecta; para serlo tendría que estar absolutamente desprovisto de defensas. Sin embargo, en el drama que se desarrolla entre el toro y el caballo, todos tenemos el final. Las emociones en Armando las crea su arte. Y la exitación de esas emociones, nos produce catarsis imperfecta. Depuración incompleta del ánimo que despierta la sed de otras acciones con los mismos actores. Piedad más temor, igual a phobos. Temor y piedad, frutos benignos del campo de la estética de las emociones cultivado por un artista que vive esas emociones con la misma intensidad con que nos las transmite: Armando López. e representa

Phobos

Sobre el toro y el caballo de Armando López

Alfredo Gracia Vicente

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2 de junio de 1984


Canción tardía para Marilyn Monroe Fueron tuyos los mimos de la gloria. Tu cortejo de amor fue de millones. Pero aquel desamparo inexorable fue más fuerte que tú, Marilyn Monroe. Niña-mujer gacela, te recuerdo desnuda de brillantes oropeles en aquel calendario heterodoxo que te llevó en sus alas por el mundo. En la cantina de mi pueblo estabas clavada en la pared como un icono. Eras como un relámpago de carne inmune a los puñales del deseo...

Horacio Salazar Ortiz

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C asa Buceando en la tiniebla del pasado perdido como quien sumerge la mano en el caos del mar.

Tres poemas inéditos Armando Joel Dávila

Así viajo sin ojos por esa tierra seca cargado de aires y resplandores baldíos. Había en esa potencia de emociones y oscuridades un deslumbramiento que casi era eterno. Ver caer las gotas perezosamente lentas en un presente como una epifanía que ensimisma la claridad.

M orada Partir de tu morada con la conciencia plena de no volver jamás. Y un cielo y una tierra que cansaron sus pasos en la búsqueda de sueños imposibles. Pero partir es volver. círculo que te afianza a un centro posible.

C uerpo

Equilibrio el dolor y profundidad la alegría.

Vive en mí no sé qué fantasma que huye y que regresa.

Sitio que por su gravedad es el polo magnético del corazón.

Es un mar lejano que canta y llora. Rumor sin pecho alma sin espalda.

Flor que nace temprano y su ancho vigor aroma y encamina tus pasos.

Su fatigar alivia tonifica la sangre. Sábese inmediato fértil de luz y al otro instante ritmo de otro cuerpo que desea consumirse

Nada hay qué hacer o esperar. El acto de vivir está echado en el tiempo infinito y el resto es creer en el paraíso.

Julio Ruelas

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cena, representan elmejor legado de su producción (“La medusa”, “Escalera de dragón”, “La princesa cautiva”, “La esfinge”...) No obstante, en 1907, en el cenit de su trayectoria profesional y con tan sólo 36 años de edad, fallece a causa de una tuberculosis mortal. Pintor excepcional, enigmático, rebelde, transgresor, sátiro, mordaz y romántico, fue el emblema del modernismo y del simbolismo mexicanos. Figura poderosa, brillante y bohemia, sus múltiples trabajos representan con su elegante y vivo dominio de la línea, a una de las carreras más alabadas entre los artistas latinoamericanos, la de un genio magistral. Sus restos, por deseo personal tal y como le manifestó a su amigo Jesús E. Valenzuela, – entonces director de Revista Moderna–, reposan en el cementerio parisino de Montparnasse: “Esto no tiene remedio. Yo sé que me voy. Sólo quiero un último favor: que me sepulten en el Cementerio de Montparnasse...Y si no es mucho pedir consiga usted una fosa contigua a la barda que da al boulevar, para que desde allí pueda yo descansar oyendo el taconeo de las muchachas del barrio...” Un año después, las firmas más ilustres de la literatura latina le rindieron homenaje en un acto organizado por la Revista Moderna que fue testimonio indiscutible de su enorme trascendencia y repercusión cultural.

J

Ruelas, (Zacatecas, 21 de julio de 1870–París, 16 de septiembre de 1907). Pintor, grabador e ilustrador formado inicialmente en la Academia de San Carlos en donde adquiere conocimientos en la técnica de la pintura (anteriormente cursó estudios generales en la Institución Científica y Militar de Tacubaya), será con posterioridad, gracias a una beca y al firme apoyo familiar, cuando amplía sus horizontes artísticos y viaja a Alemania para ingresar en la Escuela de Arte de la Universidad de Karlsruhe y recibir entre otras la influencia del célebre pintor suizo Arnold Böcklin. Finalizado su periplo por tierras germanas, retorna a su patria y se integra a los círculos intelectuales y artísticos de la ciudad de México. Así, desde 1898 se constituye como uno de los miembros fundadores de la publicación orientada a la creación y difusión cultural: Revista Moderna, de la que fue su más notable y principal ilustrador. Sin embargo, tiempo después (1904), decide trasladarse a París para conocer y dominar la técnica del grabado en aguafuerte. De hecho, sus obras en aguafuerte, pese a no superar la deulio

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Reseña Julia Ibarra

L

Los movimientos sociales, 17682009. Desde sus orígenes a Facebook, escrita por Charles Tilly, fue publicada en 2010 por la editorial Paradigm Publishers. Una segunda edición, póstuma, vio la luz en 2011, bajo el sello editorial Crítica, con la colaboración de Lesley J. Wood, y la traducción al castellano de Ferran Esteve. Tilly (1929-2008) fue considerado un pionero de la sociología histórica estadounidense debido a sus estudios e investigaciones sobre los movimientos de masas y las revoluciones, a partir sus dos ejes profesionales: la sociología y la historia. El autor presenta su perspectiva histórico-sociológica del origen de los movimientos sociales, comenzando por las protestas populares de Inglaterra en 1678 —momento en que considera el inicio de estas dinámicas sociales—, analizando los procesos del siglo XIX y XX; abordando también otros movimientos sociales, como los de Polonia y Tiananmen, hasta llegar a nuestros días con los procesos vinculados a la famosa red social Facebook. Desde un enfoque estructuralista, Charles Tilly expone las cualidades que un movimiento social debe tener para su propia legitimación. Sobre el particular, el autor nos deja claro que no cualquier manifestación de personas que exigen pacífica o violentamente algo, necesariamente tiene que ser considerada como un verdadero movimiento social, pues para esto son determinantes sus características, sus alcances y el contexto en que se desarrolla. El estudio de los movimientos sociales, según Tilly, no puede ser limitado a un solo siglo, o a un determinado periodo de mayor actividad social, sino que su historia tiene la misma particularidad que la del hombre: es evolutiva. Por a obra

eso Tilly presenta su trabajo dividido en épocas, para que el lector pueda comprender de manera más profunda los cambios que van surgiendo paulatinamente. Aquí, esa frase tan trillada de “los tiempos cambian” es aplicable a los movimientos sociales, ya que la modernidad ha venido a ser la madre de esa tendencia intelectual, contundente, que contiene el deseo perenne de cambio del hombre, siendo el mismo hombre moderno el propiciador de la actual alternativa de progreso, o, mejor dicho, de consumismo. Por sus planteamientos, la lectura de Los movimientos sociales, 1768-2009. Desde sus orígenes a Facebook no incita al optimismo ingenuo; más este trabajo de Charles Tilly es recomendable a toda persona interesada en la temática de los movimientos de masas, ya que es un buen marco de referencia para comprender el aspecto evolutivo de la acción social moderna, sobre todo, y para conocer de manera objetiva y sin prejuicios, las fuerzas poderosas impulsadoras de los cambios sociales. En palabras del mismo autor: “Con todos los cambios a los que la gente se refiere vagamente con el apelativo de ‘globalización’ en marcha, el futuro que tienen ante sí los ciudadanos que confían en los movimientos sociales para hacer oír su voz no es nada halagüeño”

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