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The Ocean Race IRENE ESCORIHUELA

dos con 400 metros en empopa da, con incluso dos génovas y spinnaker. Uno de los mayores avances que tienen estos barcos son los foils, que funcionan bajo los mismos principios que las alas del avión y permiten que cuando alcanzan velocidades de vértigo, el casco del barco se eleve, su velocidad sea mayor por la disminución del contacto con el agua, consiguiendo coger mejor el viento en rumbos de ceñida o través.

The Ocean Race, conocida como The Volvo Ocean Race, es la que muchos consideran la competición más larga y dura del deporte profesional. Es una regata en la que seis barcos dan la vuelta al mundo en sentido antihorario en un tiempo de seis meses.

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La primera salida de esta competición tuvo lugar en 1973 en Portsmouth, Inglaterra, y desde ese momento, esta competición se ha estado repitiendo cada 3 años. Durante los primeros 30 años de competición, la salida fue en Portsmouth, pero desde el 2005, la salida es en el puerto de Alicante.

Es una regata monocasco desde el 2015, donde lo que de verdad hace a los equipos ganar es su navegación. Hasta la última edición en 2020 era conocida como Volvo Ocean Race, ya que esta marca de automóviles era su principal patrocinador, pero ese patrocinio se rompió porque la organización decidió que la carrera tenía que ser una acción por el medio ambiente y no una publicidad de la marca.

Los veleros que están participando en esta edición, que comenzó el 15 de enero, son de la clase IMOCA 60. En ediciones anteriores eran barcos VO65 que ya eran barcos rápidos que alcanzaban velocidades de 30 nudos. Pero los IMOCA 60 son otro nivel, son barcos de 18 metros, con una quilla de 5,85 metros, que les aporta la estabilidad que necesitan para los rumbos tan complicados que llevan. Tienen un mástil de 28 metros de alto y una superficie vélica en ceñida de 320 metros cuadra-

Están construidos pensando en la pura velocidad, sin espacio para lujos. El número de tripulantes es de 6, de carácter mixto, que se alternan en parejas o tríos en guardias de 3 horas. Los tripulantes llevan solo una muda de ropa, ya que el peso influye mucho e intentan ahorrar cada gramo que sea incensario para ser más rápidos. Están en condiciones entre -10 ° C a 40 °C durante mucho tiempo, por eso no llevan ningún alimento fresco a bordo y la tripulación vive de comida liofilizada.

El recorrido de la Ocean Race de este año será de Alicante a Génova, donde la llegada de los barcos se espera para finales de junio. Durante esos meses los barcos harán escala en Cabo Verde, Ciudad del Cabo, Itajaí, Newport, Aarhus, Kiel y la Haya. Será un total de 80.000 millas o 129.000 kilómetros. La etapa más complicada en cuanto a distancia y días en alta mar, es la de Ciudad del CaboItajaí que serán, 13000 millas náuticas, la etapa más larga de la historia.

Pasarán por tres continentes y cinco océanos. Uno de los lugares más temidos por donde navegarán es el Estrecho de Drake, es el tramo que separa América del Sur de la Antártida, conocido por poseer las aguas más tormentosas que alcanzan hasta diez metros de altura.

Esta carrera no tiene ningún premio en metálico, pero el prestigio de lograr uno de los mayores desafíos del deporte profesional es lo que empuja a tantos navegantes a luchar por ganarla.

El objetivo de la carrera es obtener todos los datos posibles sobre la salud de los océanos para así comprender su estado, tras el impacto devastador de la contaminación, el cambio climático y la sobrepesca industrial.

La organización cree fielmente que estamos en la década de la acción, donde necesitamos que haya cambios importantes en la forma en la que tratamos el planeta si queremos alcanzar obje- tivos clave para 2030. Aprovechan la determinación y la ambición de su regata de vuelta al mundo y el poder unificador del deporte, para amplificar el debate sobre la salud de los océanos e impulsar el cambio.

Esta regata presenta el programa científico más ambicioso y completo difundido por un evento deportivo. Los seis barcos que estarán seis meses alrededor del mundo llevan a bordo equipos especializados para medir una serie de variables a lo largo de su ruta de 80.000 millas, que serán analizadas por científicos de ocho considerables organizaciones de investigación.

Lo que se busca es que los gobiernos de los países sean más conscientes de las dos principales amenazas de los océanos: el impacto del cambio climático y la contaminación por los plásticos. Para frenar esas dos amenazas, deben proporcionar pruebas científicas y objetivas que les permitan exigir un cambio a las altas esferas.

Uno de los barcos más especiales que han participado en la historia de la Ocean Race es el SCA. Participó en la regata de 2014-2015 y toda la tripulación eran mujeres, consiguieron acabar cinco, aunque el verdadero premio de esta competición es terminarla.

El último barco español que compitió en esta regata fue el Mapfre en la edición de 2017 a 2018. Aunque este año no hay ningún barco español, hay ocho regatistas españoles repartidos entre cuatro barcos. Uno de ellos, Pablo Arrate, como patrón del Windwhisper, que ganó la primera etapa a Cabo Verde.

Mientras navegan a través de algunas de las partes más remotas del planeta, donde no suelen ir barcos científicos, los equipos tendrán una oportunidad única de recopilar datos vitales en las zonas donde falta información sobre el estado real del océano.

Los datos recogidos son primeramente procesados por los equipos en los barcos, y enviados por satélite a los laboratorios de algunas de las organizaciones como la Organización Meteorológica Mundial, el Centro Nacional de Oceanografía, o la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, para su análisis.