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El paisaje eres tú

M. J.

No les ha pasado que en un instante se quedan viendo un paisaje como si su vida dependiera de cada movimiento de ese árbol, de cada persona que pasa o de cada hoja que atraviesa aquella maravillosa vista. Es como andar tranquilamente y ver a una persona que hace acelerar tu corazón. Como tener un día horrible y cruzarte con un cachorro que sea tan precioso que te cambie el humor. Hoy me centraré en ese tema, esos momentos tan raros y maravillosos de la vida en los que te dices a ti mismo que el mundo es algo simplemente prodigioso.

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Una semana después de aterrizar en España andaba maldiciendo mis malas decisiones que me llevaban a estar aquí, y así fueron los tres meses siguientes hasta que me tocaba iniciar la ESO. Desde mi punto de vista de ser extranjera, no muy sociable y poco empática ya estaba planeando ni esforzarme en hacer amigos. Es una situación poco bonita, dejé todo allá desde mis peluches y mi casa hasta mis amigos y mi padre, y empecé secundaria con una sola amiga con la que actualmente casi no hablo porque se mudó a Barcelona. El punto es que siempre iba al instituto con la cabeza gacha sin ganas de existir en aquel lugar, siempre deseando que ese dichoso timbre sonará para salir corriendo a casa. Pero descubrí otro motivo para ir con felicidad al instituto… Y es el paisaje porque a pesar de tener días malos, a pesar de si hace sol o está nublado, el paisaje siempre será hermoso.

Sin que le importe quien lo vea, quien lo admire o quien lo fotografíe el paisaje siempre será hermoso porque esa es su naturaleza, así como un cocinero que no puede evitar no probar su comida o como un bailarín no puede evitar marcar el ritmo de una can- ción, es simplemente imposible dejar de ser perfecto. Incluso ahora mientras estoy sentada en mi balcón y el paisaje me sigue otorgando una vista simplemente perfecta digna de ser pintada por Arkady Oleinikov.

Son las pequeñas cosas de la vida las que hacen especial a una persona. Sus recuerdos, su inteligencia, sus ojos, el color de su piel Todo eso se mezcla es un caos casi interminable. Eso tan suyo que tienen lo cual los hace inigualables. A lo que quiero llegar es que tanto tú como el paisaje son hermosos a pesar de que no siempre esté soleado y haga calor. Siempre tan perfecto, sin importar nada ni nadie. Así que no te preocupes si hay gente a quien no le agrada porque “La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad del hombre que la mira”.

Así como en el arte y las personas uno solo llega a comprenderlas al conocer el artista. Nosotros somos nuestra obra de arte y nosotros somos el artista nosotros pintamos nuestra existencia con decisiones, palabras, gestos y muchas cosas más, y a pesar de creer que solo te afecta a ti eso repercute en quien te ve porque tú eres el paisaje de su pintura, una marca en su historia de vida.