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Historias / Terciopelo carmín / Casa

Historias

Consuelo Cardona Estrada

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El tiempo tiene hambre, se ha engullido historias, mi historia…

Abandonado relato que se pierde detrás del encierro, del silencio que deja ver a la distancia siluetas que se esfuman.

Ocaso incierto que exige palpar otras pieles, verbalizar, acoger, evocar sabores, rememorar olores, tal vez insignificancias que persisten en mi mente.

Presencias que añoro, que contagian, se extinguen, y sin alguna intención llevarán consigo otras historias, vertiendo sollozo en cada historia, de ti, de mí, de todos… sombras de otoño. Duelen… pesa la carga… relatos agónicos desvanecidos, exiliados, sin oxígeno, sin compañía, sin decir una última palabra que recordar. Historias que florecerán en verdes prados de interminables primaveras.

Busco sin descanso sonidos otrora, un riso que escuchar y consuma la agonía de todos, tu agonía… mi agonía… Mas sólo encuentro escasas miradas que no distingo.

La ansiedad pretende bromear conmigo y todo lo que deba perpetuar. Concluyo que las huellas de los años no son hilos [plateados, sino terciopelo que irónicamente se rasga con el [sutil céfiro.

Otras historias giran afuera mientras miro la muralla que me ha tenido presa, aunque… ella también siente miedo.

El tiempo tiene hambre, se ha engullido historias, mi historia…

Terciopelo carmín

Sus dedos no deben percibir su cuerpo, callada incertidumbre está cubriendo su piel. Es asesina del terciopelo y prófuga en el tiempo.

Pernocta abriendo ríos carmín, ignorando hasta dónde pueda seguir. El miedo corroe sus huesos, las rasgaduras deterioraron su pensamiento.

El río insinuó que se desbordaría, eligió no darse cuenta, vivir sin importar las huellas.

Infancia oscura que trató de esconder, cubrir de multicolor. Creció intentando olvidar, pero su reflejo la evidencia.

Un suspiro traza un río; otro suspiro, otro río, y más suspiros, infinidad de ríos. Terciopelo palidecido, no te dirijas al mar.

Casa

¿Qué sucederá cuando cierre la puerta al salir de casa? ¿Mi historia será borrada? ¿Seré un errante como esos que están en el camino?

Cuando mi vista se vuelva atrás, las fotos de la pared desaparecerán. ¿En dónde estarán los míos? Las ramas del árbol que me cubre, ¿serán acaso arrancadas por el ventarrón que me acecha? No quiero mirar.

Tal vez sí, tal vez la gente permanecerá hasta saber si un día volveré a pisar las calles que guardaron secretos de infancia, dolencias y amores de juventud.

Mis viejos tienen una nueva morada, adornan la bóveda celeste, y yo… sembraré mi hogar en tierra fértil, o sólo encontraré arena.

Miro mi rostro que se asoma por el espejo, descubro cada día hilos plateados que cuelgan de mi cabeza y líneas de tiempo que por más que sonrío no desaparecen. Podré empezar de nuevo, de la nada, sólo tomada de la mano de ellos.

Tengo que volar lejos, sin brújula y sin saber el rumbo, descifrarlo. Sin correr debo mirar para encontrar un lugar seguro. Ustedes, sí, ustedes, quienes algunas veces se dejan ver de entre algodones flotantes, son quienes me observan silenciosamente, seres alados, ustedes denme sólo una señal.

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