Revista Artefacto # 9

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Artes aplicadas

052 053 Título: Forma* Técnica: Gres Año: 1977 Fotografía: Carlos Rivodo

En efecto, en el período que va de 1964 a 1967, y haciéndonos eco de las palabras de Marta Traba, debemos tomar en cuenta que “A pesar de que en el 64 Tecla todavía hacía vasijas, torneaba, y solo con mucha timidez moldeaba ‘cosas raras’ en las tapas de los cacharros, ya estaba a kilómetros de distancia de la ‘cerámica culta’ venezolana. Algunas vasijas de esa época son tan poderosas que el lenguaje funcional, mediatizado por el uso y el destino del objeto, ya no les cabe en absoluto. Yo señalaría que en ellos se produce el momento culminante en el que el objeto es su propio referente, y que por eso mismo tienen tanto poder de comunicación estética, cosa que no ocurrirá más tarde cuando los objetos modelados buscan sin cesar una mayor expansión temática, y la estética se anuda con la ética”. Prosiguiendo con su análisis, Traba asegura que Tecla Tofano: “en el 67 da el definitivo golpe de gracia a los cacharros para entregarse al modelado”. Entonces, a partir de 1967 se puede hablar de un salto cualitativo en su producción. El mismo está caracterizado por una forma de hacer, unos procedimientos y principios estéticos, que la vincula con lo orgánico y “vitalmente verdadero”, con un compromiso ético empeñado en transmitir su visión de una realidad la cual afectaba su espíritu, por su convulsión y radicalidad; aspectos que permiten a Perán Erminy calificar a sus piezas como portadoras de un “despliegue orgiástico”. Y es que en la obra de Tofano se conjugará una angustia por el contenido, por el rechazo a lo efectista y decorativo, por la crítica mordaz, irónica y burlesca tal que, en su exposición titulada De la silla a la cápsula, realizada en la Sala Mendoza, en 1969, diría: “lo que busco decir no es bonito. Lo bonito es, por lo visto, la categoría estética fundamental del pequeño burgués”.

De sus declaraciones se desprende que en la obra de Tecla Tofano, a pesar de las comparaciones que la asociaban a la ironía e irreverencia del Pop Art, se percibe una búsqueda más comprometida con la crítica a la sociedad de consumo, al gusto burgués, a todo lo accesorio y decorativo que pretende robarle al arte su potencial transformador y configurador de nuevas y esperanzadoras visiones de mundo y, por sobre todo, a una crítica del cómo se establecen las relaciones sociales y el vínculo que las mantiene, el cual, según ella, nos ataba a una condición de ignorancia sostenida por nuestra complicidad con lo establecido. Dicho así, las piezas de Tecla Tofano aludían a lo telúrico.

Además, sus referencias a lo banal expresaban lo más desesperanzador que tenemos que soportar de nuestra existencia cotidiana. Asimismo, refería al carácter condicionador de los productos de consumo masivo que soportan nuestra concepción de cultura y, por otra parte, se preocupaba por denunciar la “fetichización” generada por los estereotipos ideológicos. Este carácter fetichista la obligaba a ironizar sobre los productos de consumo masivo y su valor ideológico, valiéndose de su reinterpretación a través del simbolismo del tótem, con el cual recontextualizaba los objetos de uso cotidiano. En este sentido, ciertas formas simbólicas de nuestro imaginario cultural eran denunciadas

*Título: Ofelia Técnica: Gres Museo de Ciudad Bolivar en la Casa del Correo del Orinoco, Donación Rafael Pineda - Fotografía: Carlos Rivodo DÓNDE, CÓMO Y POR QUÉ INVERTIR EN ARTE

por vía del absurdo para develar una condición alienada que atentaba contra la diversidad de la vida. Estas preocupaciones fueron los temas que tocó en su producción hasta 1977, época que marca su paulatino retiro del mundo de la creación. La producción artística de Tecla Tofano fue controversial, compleja y difícil de clasificar, encasillar o analizar; ella obedecía, como toda obra hecha “con buen sentido”, al coraje y determinación, al morbo y obsesión, comúnmente incomprendido, del que en realidad tiene angustia por el decir. Por ello, si quisiéramos convocar algún pensamiento que permitieran entender las necesidades expresivas de Tecla Tofano, remitimos a las palabras que en una ocasión expresó el maestro Juan Félix Sánchez, máximo exponente de la arquitectura religiosa popular en la Venezuela del siglo XX, que puede aclarar el porqué de la decisión de la artista en apostar por “lo no bonito”. Decía Juan Félix Sánchez: “La piedra se ha de escoger. Es decir, el puesto que exige la piedra. Al ponerlas, ellas van diciendo su lugar ¿Qué cómo se me ocurrió hacer así la capilla grande? Hay gente que le gusta las iglesias parejitas, lustrosas, muy bonitas. Pero a mí me gustan las cosas feas. Pa’ Dios, así sea una iglesia de oro, es igual que una de piedra y quizás agradezca más una iglesia sencilla pero hecha con buen sentido”. *Imagen del libro La tierra doctorada, Rafael Pineda, Ernesto Armitano, Editor.


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