Armas y Letras 81

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81 Cuatro poemas / Claudia Berrueto / 5

h De artes y espejimos

Irracionalismo y literatura / En este ensayo, Coral Aguirre sostiene cómo la racionalidad del ser humano es develada por el irracionalismo de la creación literaria, Porque sólo la infinita sabiduría de la imaginación va mucho más lejos que los ríos de la razón, donde solamente fluye la certeza de nuestros límites. / 9

Trabajar sobre el error / Natalia Luna, ilustradora de esta edición de Armas y Letras, comparte una serie de aforismos donde reflexiona sobre el dibujo, sus trazos, y cómo el error puede dar lugar a variaciones y formas imprevistas. Porque esto, dice Natalia Luna, es lo que finalmente forma el dibujo. / 52

Poemas de Material peligroso / G abriel a Cantú

Hector García: in memoriam / David Torrez / 55

Westendarp / 13

De lo diario y de lo íntimo / Ramiro Garza / 16 Poema triangular / Julio César Félix / 25

h

Anatomía de la crítica

Lecturas que ilustran, lecturas que desgarran. Fray Servando Teresa de Mier y su mirada criollista de la tradición guadalupana / Con su “Sermón guadalupano”, fray Servando elabora un contradiscurso en donde la tradición guadalupana es una muestra de la autonomía espiritual de México, y la cultura indígena es necesaria para descifrar el “jeroglífico nacional” que contiene la imagen de la Virgen de Guadalupe / Mariana Rosetti / 27

h Miscelánea La fe perdida en las palabras / La psicología arquetípica afirma que las palabras no solo fueron creadas, sino descubiertas, pues son moldeadas desde lo inconsciente. Esta interiorización nos permite recuperar la fe en las palabras, pues, ¿cómo podríamos transmitir a otros algo de gran valor emocional, trascendente, si no hubiera una fuerza arquetípica dándole sentido a nuestras palabras? / Kurt Lester Benze Hinojosa / 61

h Caballería

Roberto Mendirichaga / 33

Cauces vacíos: Armas y Letras y desierto regiomontano / Carlos Lejaim Gómez / 66 La poesía en campo expandido / Amanda de la Garza

h Andar a la redonda

El infinito que puede ser el cielo o el infierno / Alejandra

América, sino de libertad y juventud / Durante sus primeras actividades en Bogotá, Carlos Pellicer, al lado de Germán Arciniegas, pensó una federación de estudiantes que pudiera cambiar “el destino de América”. Éste fue el nacimiento de dos colegas en las letras y compañeros en la revolución, para quienes América sólo podía alcanzar un estado de bienestar a través del trabajo revelador y rebelde de sus juventudes. / Marcos Daniel Aguilar / 40

La estolidez del poderoso / Miguel Covarrubias / 71 Revistas y suplementos culturales incluyentes o no tanto / Raúl Olvera Mijares / 72 Del ocaso del periodismo impreso / Patricia Basave / 76

Alfonso Reyes, estudioso de la obra de Goethe / José

h Toboso A la letra: Desierto poblado / Bárbara Jacobs / 44 Letras al margen: Tenemos que hablar de Kevin / Eduardo Antonio Parra / 48

La materia no existe: Entretanto / Alberto Chimal / 50

/ 68 Rangel / 70


Universidad Autónoma de Nuevo León Dr. Jesús Ancer Rodríguez Rector Ing. Rogelio G. Garza Rivera Secretario General Lic. Rogelio Villarreal Elizondo Secretario de Extensión y Cultura Dr. Celso José Garza Acuña Director de Publicaciones Mtro. Miguel Covarrubias covas@prodigy.net Director editorial Lic. Jessica Nieto Puente editora_armasyletras@yahoo.com Editora responsable Lic. Nohemí Zavala nohemizav@gmail.com Asistente editorial Lic. Verónica Rodríguez veronica.rz@gmail.com Diseño

En portada: SILVA SELVA SALVA (EN MONOTONO) / 2009

Armas y Letras. Revista de literatura, arte y cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León Nº 81, octubre-diciembre 2012. Es una publicación trimestral, editada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Dirección de Publicaciones de la UANL. Domicilio de la publicación: Casa Universitaria del Libro, Padre Mier 909 pte. esquina con Vallarta, Monterrey, Nuevo León, México, C.P. 64000. Teléfono: + 52 81 83294111. Fax: + 52 81 83294111. Editora responsable: Jessica Nieto Puente. Reserva de derechos al uso exclusivo No. 04-2009-061817570300-102, ISSN en trámite ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Licitud de título y contenido No. 14,918, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro de marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial: en trámite. Impresa por: Serna Impresos, S.A. de C.V., Vallarta 345 Sur, Centro, C.P. 64000, Monterrey, Nuevo León, México. Fecha de terminación de impresión: 30 de diciembre de 2012, Tiraje: 1,500 ejemplares. Distribuido por: Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Dirección de Publicaciones de la UANL, Casa Universitaria del Libro, Padre Mier 909 pte. esquina con Vallarta, Monterrey, Nuevo León, México, C.P. 64000. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Prohibida su reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Editor. Impreso en México Todos los derechos reservados Copyright 2012 armasyletras@seyc.uanl.mx


Naturaleza con perfil / 2010 / tinta china


POESÍA

Cuatro poemas HHClaudia Berrueto

I live for you but I’m not alive alice in chains

a layne staley I a lo largo del día me concedo inmolaciones enciendo mi cadáver andante y lo apago a los pocos minutos como una pira india entrego mis huesos al martillazo limpio trenes me besan al pie de la cama al vacío voy con el cuerpo extendido para que estalle bien mi abrazo y al final en cada una de ellas encuentro siempre tus ojos de 34 años muriendo sobre un sillón


POESÍA

II cuando fui niña tuve un zorro era oscuro y pequeño y gruñía lo perdí sin que me dejara tocarlo supe entonces que lo bello contiene un gruñido una lesión secreta y busqué todo cuanto tuviera esa condición tu voz me regresó ramilletes de aquel zorro y en ella se cumple de nuevo la pérdida


POESĂ?A

VI

aunque afuera la vida se atropelle a sĂ­ misma en sus despliegues de belleza yo he decidido encerrarme en el fondo de la casa para reconstruir tu paso de ave prometida sin quitar las manos de mis pĂĄrpados


POESÍA

XI en el contenedor de claridad que fue ese día cantaba tu corazón su condición de fosa común caminaste en el paraíso donde niños de trapo se perseguían con martillos alzados sobre sus cabezas tendiste tu cuerpo en camas puestas al sol eras un habitante más de ese pueblo intoxicado de zozobra el cielo se mostró como un verdadero pozo ávido y se te veía saludable tu piel tan blanca se desplazaba por las llamas invisibles de un sol terrenal al final extendías tu mano saludando a ese fuego del otro lado de la pantalla mi voz crepita aún como leña vencida oh quiero estar dentro de ti oh quiero estar dentro de ti


CABEZA / 2009

IRRA C IONALISMO y LITERATURA HHCoral Aguirre

E

n la conferencia que “Sobre la vida de los animales” dicta la catedrática Elizabeth Costello, manifiesta: Tanto mi razón como siete décadas de experiencia vital me dicen que la razón no constituye ni el ser del universo ni el ser de dios. Al contrario, tengo la sospecha que la razón viene a constituir el ser del pensamiento humano. Y peor todavía, el ser de una sola tendencia del pensamiento humano.

Y poco más adelante, la misma voz insiste: Y sin embargo, aunque veo que la mejor forma de obtener la aceptación de esa congregación seria de gente culta, sería unirme yo también al gran discurso occidental del hombre contra la bestia, de la razón contra la sinrazón, igual que un afluente se une a un gran río, algo en mí se resiste e intuye que en ese paso está la concesión de la batalla entera.


En esta obra de Coetzee, cuyo título es el mismo nombre a un vacío inexistente. Grotesco. La razón se hace añicos; de su personaje principal, Elizabeth Costello, y en el mismo debe hacerse para que predomine y se revele el tamaño de capítulo, “La vida de los animales”, el escritor hace una nuestra orfandad a través de la pantomima corporal, esa reflexión memorable: si los judíos fueron llevados a caída que no conlleva más que la superchería de un salto los campos de concentración como si fueran vacas, y un supuesto desenlace trágico. Desenlace que por ser es decir, ganado, metáfora que se ha repetido hasta el así supera la racionalidad de la muerte real. cansancio, por qué las personas se indignarían ante la Pero Beckett, que toma a Shakespeare en pleno siglo misma metáfora dada XX y en ese lapso vuelta, el ganado llevado de la posguerra es Shakespeare el que mejor sabe al matadero como judíos donde todo deviene o bien las vacas van que el suicidio puede ser también decepción y fracaso, al matadero como los rebeldía, no sólo desesperanza. nos ahorrará la judíos a los campos de esperanza del exterminio. Entonces es suicidio. cuando junto con Coetzee sospechamos que la razón viene a constituir una sola tendencia del pensamiento Estragón: ¿Y si nos ahorcáramos? humano y, lo que es peor, agregaría yo, una tendencia que Vladimir: ¿Con qué? no es precisamente de las mejores. Estragón: ¿No tienes una cuerda? El horror, dice Coetzee a través de Costello, no es que Vladimir: No. los asesinos trataran a sus víctimas como si fueran piojos a Estragón: Pues no podrá ser. pesar de que compartieran con ellos la condición humana. Vladimir: Vámonos. Eso también es abstracto. “El horror es que los asesinos se Estragón: Espera, tengo un cinturón. negaran a pensarse a sí mismos en el lugar de sus víctimas, Vladimir: Un poco corto. igual que el resto del mundo. La gente dijo ‘son ellos los Estragón: Me tirarás de las piernas. que pasan en esos vagones de ganado’. La gente no dijo Vladimir: ¿Y de mí quién tirará? ‘¿Cómo sería si yo fuera en ese vagón de ganado?’ La gente Estragón: Es verdad. no dijo ‘soy yo el que estoy en el vagón de ganado’”. En su Tratado de la desesperación, Kierkegaard alude Dos actores en un espacio vacío donde suicidarse resulta a dos tipos de desesperanza: aquella que manifiesta tan difícil como para Glocester y su hijo. Nueva parodia. que uno es ajeno a sí mismo y la otra de carácter viril En todos los tiempos la parodia ahonda la sinrazón: que muestra que uno no puede volverse uno mismo. “Hemos venido al mundo llorando [dice Lear]… Apenas Camus lo aprendió de Kierkegaard, así Mersault, para hemos nacido cuando ya lloramos por el desconsuelo que seguir siendo el extranjero, tiene que rechazar el mundo. sentimos de haber entrado en este vasto teatro de locos”. Y Beckett lo aprende de Shakespeare sin mediación Y Vladimir en Esperando a Godot: “Un día me volví filosófica. Porque es Shakespeare el que mejor sabe ciego, un día nos volveremos sordos, un día nacimos, que el suicidio puede ser también rebeldía, no sólo un día moriremos…Ellas dan a luz a horcajadas sobre desesperanza. Ahí está para demostrarlo la escena de las tumbas, el día brilla un instante, y luego es la noche Glocester en El Rey Lear. Glocester ha quedado ciego y otra vez”. decide arrojarse al mar desde los acantilados de Dover. Su Pero hay más, Coetzee ya lo ha subrayado. ¿Suicidio? propio hijo le sirve de guía. Escena propia del desamparo Sí. ¿Locura? También. ¿Compasión? ¿Cuidado del Otro? en que Kierkegaard percibe nuestra humanidad. El hijo Sólo cuando hemos obtenido la victoria total sobre finge que están subiendo la escarpada cuesta, simula nuestros enemigos, sólo cuando estamos seguros de guiarlo al borde del abismo, describe la magnitud del haberles puesto el pie encima para que no se levanten precipicio. Sin embargo, lo que el espectador ve, subraya más. Nuestra razón es la coartada de nuestros crímenes. Jan Kott en Apuntes sobre Shakespeare, es a dos actores que Sin embargo, otra vez el inefable Shakespeare lo dirá hacen como si escarparan la montaña y luego se arrojaran mejor que nadie. Luego de matar a Duncan, Macbeth


GATO / 2009

sentencia: “Me atrevo a lo que se atreva un hombre, quien se atreva a más no lo es.” Después del crimen Macbeth ha aprendido. El hombre no sólo puede matar sino que es exactamente aquel que mata, sólo ése. En la novela que lo consagra quizás como el más grande escritor argentino después de Borges, Respiración artificial, Ricardo Piglia hace una hipótesis que no por arriesgada resulta menos seductora. Siguiendo los diarios y las cartas de Kafka a Brod, el personaje de Piglia, Tardewski, concluye que el austriaco que alrededor de 1910 platicaba con Kafka en el Arcos, café de Praga, llamado Adolf, ese hombrecito, según el escritor checo, pequeño y extraño que le comunica sus aspiraciones, la utopía atroz de convertir al mundo en una inmensa colonia penitenciaria, es Hitler antes de serlo, y sin embargo ya siéndolo. Y se lo comunica a Kafka, el que sabe escuchar, el que comprende la dimensión inaudita y grotesca, en esa mesa del café de Arcos en Praga lo que el otro, ese Adolfo cuyo apellido desconoce, le transmite. Y Kafka le cree. Imagina que es posible que los sueños de devastación y muerte de la voz abominable de ese hombrecito ridículo con su Castillo de la Orden y la Cruz gamada, con la máquina del mal que graba su mensaje en el rostro de sus víctimas, pueda ser verdad. El genio de Kafka no puede soslayar la evidencia. Si esas palabras pudieron ser proferidas, también pueden ser realizables. Entonces escribirá El proceso, El castillo, y aquel cuento que todavía nos deja estupefactos por la profecía que presupone: “En la colonia penitenciaria”. Una vez más la racionalidad de esa especie que es el hombre es develada por el irracionalismo de la creación literaria. Y Piglia inventa un versito con la intención de revelar a Kafka: Soy el equilibrista que en el aire camina descalzo sobre un alambre de púas.

Y agrega: “Kafka o el artista que hace equilibrio sobre el alambre de púas de los campos de concentración”. Dicho de otro modo y a mi manera, ese arte, de ese artista que desracionaliza de lo que estamos hechos.

Sólo la dimensión inaudita de las ficciones nos enseña que la razón es apenas la coartada de las buenas conciencias. Pudiera abundar en muchos más ejemplos donde la sombra de Kafka planea sobre Piglia, Beckett, Coetzee y el mismo Shakespeare. Pudiera abundar sobre la inocencia proclamada una y otra vez de los cómplices, esos que andaban cerca y que no se dieron cuenta ni de los asesinatos de las criaturas adolescentes, ni de los campos de exterminio, ni de la violación de mujeres, ni de la persecución racial, sexual, social, religiosa y política y los crímenes que en todo tiempo y lugar se realizan en su nombre. Como no se dan cuenta ahora que cuando en la calle un muchachito de 15 o 16 años es ejecutado, era un hijo, un hermano, un compañero, un ser querido de alguien, que tenía nombre y sueños, que imaginaba un mundo donde él pudiera tener lugar. Sólo la literatura da cuenta del horror, como da cuenta de nuestras magras victorias. Sólo la dimensión inaudita de las ficciones nos enseña que la razón es apenas la coartada de las buenas conciencias. Y que entre los restos de lo humano, el personaje se yergue como el hacedor de la ignominia tanto como el arlequín de los sueños, que siempre son mejores que nosotros mismos. Finalmente y como corolario de esta reflexión, me gustaría observar a la luz de la literatura los mitos que mejor que ninguna otra expresión humana nos han dibujado poniendo al descubierto la materia de la que estamos hechos. En este sentido, los únicos paradigmas de caracteres humanos con esa exasperación de los límites que genera un plus, un algo imposible de descifrar por completo. Edipo y Antígona, Electra y Aquiles, Hécuba y Medea, no son abarcables, no pueden ser contenidos en el


y por fin nuestro inefable don Quijote con el que cierro estas líneas. Loco de amor, de libros, de lecturas, de aventuras, loco de gestos nobles y arrebatados, ese don Quijote nuestro que inaugura para nosotros el camino de todas las utopías. Que nos da permiso para clausurar la costumbre y la rutina e irnos por los caminos. El mito más esperanzador con que nos premió Cervantes. Pero don Quijote antes de morir, como si quisiera ser perdonado por tanta desmesura, se vuelve don Quijano, su antigua identidad, y nos abandona. Es Sancho Panza quien habla por todos nosotros en el final de la obra. Y al igual que nosotros en el principio, quienes nos reíamos de tanta locura, tanta irracionalidad, él, Sancho, el racional, el que tiene sus pies bien agarrados a la tierra, el que debía siempre ponerle coto a su amo, por fin comprende y le dice llorando: ¡Ay! No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años porque la mayor locura es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama y vámonos al campo, vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizás tras de alguna mata hallaremos a la señora Doña Dulcinea, desencantada…

Sancho, como cada uno de nosotros en algún momento de nuestras vidas, ha comprendido la infinita sabiduría de la imaginación que siempre, tanto ayer como hoy, va mucho más lejos que los ríos de la razón, donde solamente fluye la certeza de nuestros límites. Por el contrario, los mitos ajenos a la palabra racional, hijos del corazón y los afectos, a veces herméticos o anacrónicos, confusos y misteriosos, son sin embargo los únicos que revelan el tamaño de nuestros deseos. Porque estamos hechos de deseos. Sólo de eso. Y de ellos se alimenta siempre la literatura. h

caracol / 2009

concepto o la divagación filosófica. Sólo la ficción los contiene, sólo allí se encuentra su morada. Porque para decirse, para revelar su índole, es necesario el tejido de los vínculos con el Otro y la propia conexión con el mundo al que aspiran o del que reniegan. Estos héroes y heroínas desde la Grecia antigua tienen en Occidente asimismo el sello del irracionalismo. En menor o mayor grado están sesgados por un pathos que rompe la integridad de lo racional. Su carácter desmesurado pareciera haber sido agotado por los mitos griegos, más que impedir que tales caracteres se multipliquen. No obstante Occidente ha tenido el privilegio a través de las letras de añadir a los mitos primarios señalados más arriba, cuatro perfiles innegablemente originales y señeros. Aparentemente locos, o a veces locos con método como lo señala otra vez Shakespeare, demasiado lúcidos para no estar habitados por una chispa de locura o como fuere, estos cuatro paradigmas, dos del norte y dos del sur, dos sajones y dos latinos, se yerguen solitarios en dos mil años de literatura: Hamlet y Fausto, don Juan y don Quijote. A ellos y por mi cuenta agrego dos prototipos femeninos también heridos por la desmesura, una por la autoafirmación absoluta de su libertad, Carmen, y Blanche Dubois, desgarrada por el zarpazo de la culpa, antes que por la locura. De modo tal que el Renacimiento con Shakespeare, nos regala Hamlet, el que nace con la duda cartesiana e inaugura el Hombre Moderno, o sea ese que según Coetzee se inclina por una sola tendencia, la del pensamiento racional; aunque como buen heredero de aquellos griegos, Hamlet supera la marca de la razón para ser también inaprensible. Y en la misma época Marlowe lo hace con Fausto, el de la soberbia que quiere igualarse a los dioses y ha de perecer como los antiguos héroes cuando incurrieron en pasiones semejantes. Nos quedan, para nuestra honra, dos personajes hispanos, don Juan, cuya lujuria es menos grande que la de humillar en el cuerpo de las doncellas a esposos, hermanos y padres;


POESÍA

Poemas de Material peligroso HH Gabriela Cantú Westendarp

IV No sé por qué pero vi a un hombre de luz cruzando por las calles del centro. Parecía un santo salido de un lienzo pintado en la Edad Media. Llevaba una luz dorada como la de esos íconos que se veneran en las iglesias bizantinas. El hombre pudo haber sido un vendedor ambulante, un traga fuegos o un oficinista pero yo vi a un hombre de luz dorada caminando por esas calles y tuve la esperanza de que viniera a salvarme.


POESÍA

VI Los avances científicos prometen —en un plazo no muy largo— abrir una puerta en el tiempo. Esto es, viajar hacia atrás y hacia delante. Si vive lo suficiente tal vez mi amiga logre hablar con su amado quien murió justo un día que iban a verse. ¿Para qué otra cosa quisiera alguien volverse en el tiempo? ¿Para qué cruzaría yo túneles luminosos o llenos de sombras, o puentes que atraviesan ríos como mares; para qué andaría sobre lomos de criaturas indescriptibles o a bordo de naves tan delgadas como vajilla china; para qué dejaría caer mi cuerpo sobre una cama de nubes cuyo fondo crece sin cálculo exacto; para qué arriesgaría cruzar esa puerta si no fuese para encontrarme contigo?


POESÍA

VII Aunque le pongo poca sal a los alimentos ese día parecía que le hubiera vaciado el bote entero. No solo estaba saladísimo el plato de sopa sino que me inflamé de manera alarmante. Mis músculos crecieron varios centímetros en grosor, tanto que mi familia estaba asustada. —La preparación de la carne seca, un platillo tradicionalmente norteño, implica el uso de una gran cantidad de sal. Además cuando no existían los refrigeradores, para la conserva de la carne, se utilizaban baños de sal. Hago esta disertación para fijar los antecedentes de la relación entre la carne y estos granos blancos y pequeñitos—. Por eso cuando vi que mi cuerpo creció tan de repente, en cuestión de horas, asumí que tenía que ver con el consumo. No es que yo haya consumido —literalmente— este producto. Sucede que ciertas experiencias, generalmente cargadas de una gran tristeza, tienden a provocar los mismos efectos que el abuso de la sal. Estoy hablando de grandes cantidades, de manera que no puede contabilizarse. Resulta que la tristeza sufre una suerte de alquimia y se transforma en sodio. Para deshacerme de la hinchazón tuve que recurrir al corte. En este caso corte alude a pequeñas incisiones. El procedimiento fue complicado y de dudosa eficacia. Tomé ciertos episodios que habían servido como detonantes en el inicio del problema. Pensé en ellos como piezas aisladas. Tomé una tijera y fui podando como cuando un jardinero japonés poda sus árboles y arbustos. Los cortes tienen que ser exactos de lo contrario se corre el riesgo de perder el equilibrio y la armonía. En el momento creí haber hecho un buen trabajo pero muy pronto las ramas había crecido de nuevo.


De lo diario y de lo íntimo DISTURBIO (FRAGMENTO) / 2011 / COLLAGE con tinta china e hilo

HH Ramiro Garza

Estas son ideas que han pasado de pronto por mi mente y se han quedado atrapadas en la engañosa y frágil red de las palabras: no las tomes demasiado en serio, ni demasiado en broma. Algunas de estas cosas han sido —y son— preocupación de mi silencio y ahora tratan de ser ligera ocupación del tuyo. La vida tiene que continuar y de vez en vez, conviene confrontarla con esa sensación interna de que nada quedará de nosotros, sino algunas palabras atrapadas quizá en la red también frágil y leve del recuerdo. Aquí están, son mías y quizá tuyas también. Ideas y palabras de lo diario y de lo íntimo.


I. De lo diario Un gran amigo mío se enfurece cuando digo que estoy en la flor de mi senectud. Y no miento. Soy profundamente joven, pero físicamente antiguo. No podré ser joven de nuevo. Pero sí florecer de amor por la vida, por la poca o mucha que me quede. Todos los días se aprende algo. Por ejemplo, ayer leí en un sabio libro algo conmovedor: “No te preocupe la muerte que te toca, preocúpate por la vida que te queda”. La palabra energía es la que más nos induce a sobrevivir y la que menos explicación tiene en la ciencia oficial. Una vez que atrapa algún secretillo del Universo, se cree dueña de él y Dios nos guarde de algún científico loco, burócrata o distraído, dueño de eso: la energía que hace de cualquier podredumbre en un jardín, una flor admirable.

SEN / 2011 / TINTA CHINA

Trabacerebro. Si eres tonto, ten cuidado cuando te digan inteligente. Eso podría comprobar que hay gente más tonta que tú. Si los libros los vendieran con el tiempo para leerlos, habría más lectores. Pero hay fenómenos increíbles: primeros lugares de ventas que pocos leen. Porque comprar un libro y no leerlo, es tan frecuente como saludar a una persona en la calle sin llegar a conocerla jamás. Quien se crea libre de pecado, que arroje la primera página. ¡Seguro que arrojará la de un libro que no acabó de leer! La duda es la rendija por la que se cuela el resplandor de la verdad. No la confundamos con la puerta que conduce al paraíso. Trabacerebro. Pata, jeta y crisma. Tres palabras-clave que usamos toda la vida: meter la pata, poner la jeta y romper la crisma. Lo demás es simple literatura. Decía un escritor que la conciencia del ridículo es más molesta que la conciencia del pecado. Lo que no escribió es que al pecar hacemos el peor de los ridículos y sin conciencia. Dicen que por un buen chiste se pierde una amistad. Por eso los humoristas son tan felices. Comprueban que al hacer reír a todos, no tenían tantos amigos como pensaban. Trabacerebro. El colmo de la tranquilidad: darle gracias a Dios de que a nadie hay que darle las gracias. Soy muy inepto. Sueño con la máquina de escribir que al dictarle cosas, las escriba. Si la consigo, soñaré con la máquina que escriba lo que pienso. Y si la consigo, volveré a soñar con la máquina que escriba lo mío sin necesidad de mí. ¡Qué ineptitud, Dios mío!


Tanto leer y analizar la Biblia y pocos se dan cuenta de que en una de sus frases está el secreto. “En el principio era el verbo. Y el verbo era la acción…” ¡La acción es el secreto! Aunque escribamos bibliotecas enteras sobre la teoría, estructura y origen verdadero de la palabra verbo, nada se comparará con una acción nuestra a favor o en contra de alguien o algo que nos interese afectar. Hay amantes que aman sólo cuando hay público para aplaudirles su amor. Y hay otros que sólo aman cuando ese público lo ignora todo. ¿Qué opinará el amor de tales desfiguros? Trabacerebro. ¿Me creerán que ya no creo en lo que creía cuando no sabía lo que verdaderamente era creer? Para ser más sencillo: no tengo fe ya en lo que era mi creencia, ahora sólo creo en lo que vale la pena de tener fe. De ahí que este minuto de mi vida y el que sigue, me den más aliento como posibles, que todos mis sueños pasados y vividos con seguridad. La magia de la electrónica nos ha hecho más veloces y más complicados. Pero la electrónica no logra amores más intensos, ni amistades más reales, ni gratitudes más frecuentes. Ella tan sólo se limita a volver ilimitados nuestros simples caprichos. Ojalá y en el futuro haya un chip para tolerar los defectos o varios transistores para incrementar la lealtad. ¿Se fundará pronto la Almatronics, compañía especializada en perfeccionar espíritus? Esperemos, lo nuestro eso es, esperar… Benditos los músicos que se sintonizaron con lo infinito en armonías que lo dicen todo, sin explicar absolutamente nada. Es la maldición de la literatura: pretende comunicar con palabras lo que pertenece al reino del silencio propio, íntimo, insobornable. Trabacerebro. El arte nace de un desequilibrio para buscar el equilibrio. Total, cuando logras equilibrarte, ya no sabes ni lo que es el arte, ni lo que es el equilibrio. El imperio de la imagen no tiene remedio. Se nos impone mágica y diabólicamente a través de la televisión, el video y el cine. Lo tremendo es que no son mis imágenes las que veo, son las que quieren los demás que yo contemple. Cuando era niño, el imperio era mío. Eran mis imágenes las que yo creaba para mi salvación perdedora. Ahora las imágenes de los demás me pierden, sin salvación alguna. Trabacerebro. Hay algo más irreal que un fantasma: la fidelidad que le podemos guardar a ese fantasma, soñando que un día será real. Dijo Arquímedes: “Dadme un punto de apoyo y moveré al mundo.” Y nosotros, durante siglos, repetimos la frase y le aplaudimos sin buscarle al pobre Arquímedes ese punto por el cual sigue gritando. ¡A lo mejor no nos conviene que se mueva el mundo! Así como la juventud es una enfermedad que se cura con los años, los años no son sino una enfermedad que acaba con nuestra juventud. Trabacerebro. Quien me dice que no me entiende me propone que sea más claro. Y quien me ve demasiado claro, me entiende menos. Deduzco que la claridad y el entendimiento pueden ser, en un descuido, un espejo frente al otro. Reflejan ciertamente una realidad, pero la esconden demasiado. Cuando te asalte el orgullo de haber llegado a la cumbre, recuerda sólo dos cosas: que el paisaje que contemplas nunca será tuyo y que sólo te queda descender con dignidad.


Alguien quedó de hablarme por teléfono para compartir un momento feliz. Y no lo hizo. ¿Tengo derecho a reclamarle? ¡No! La verdad es que se me olvida que hay otras amistades y otros momentos más felices para quien quedó de hablarme. Acomodando el refrán: ¡El prometer no enloquece. No hablar es lo que aniquila! La armonía de los contrarios es una ley universal. Hay gente que se amarga hundida en la contrariedad, mientras otra es luminosamente útil: saca de las contrariedades fuerza para no hundirse.

SEN (fragmento) / 2011 / TINTA CHINA

Trabacerebro. ¡Qué hermosa es la filosofía! Cuando no la conocemos, ignoramos lo que es la verdad. Y una vez que la descubrimos nos pasamos la vida filosofando para evitar la mentira. Total, saber es un secreto que conduce a otro secreto. Tenerte que callar para entenderlo todo. Sabio es aquel que habla en silencio con el secreto que se le dio a conocer.

La humanidad será siempre admirable, mientras conserve su capacidad de simbolizar. El símbolo es, para nosotros, lo que la matemática es para la ciencia. A través de una fórmula se expresa la capacidad de una realidad inatrapable. A través de un símbolo expresamos la síntesis de algo inexplicable. Y no es limitación, es intuición pura concretizada. El símbolo es la salvación deslumbrante e inconsciente de una aventura inenarrable del espíritu.


A veces la poesía lo dice todo, menos lo que el poeta quiso decir.

Trabacerebro. Ser joven es una ventaja para actuar y una desventaja para pensar. Ser viejo es pensar que todo lo que es joven es desventaja. El secreto de la eterna juventud es actuar pensando sin pensar que se es joven o se es viejo.

Esta ansia por vivir más años, es enfermiza: cosméticos, vitaminas, operaciones estéticas, sueros y hormonas. ¿Todo para qué? ¿Será para vivir sólo unos años más esa zozobra de sobrevivir? Bien dijo el refrán: Lo más importante no es añadir años a la vida, sino vida a los años. ¿Lo hemos logrado tú y yo? Mi abuelo me contaba que una vez había dos ranas que cayeron cada una en un jarro de leche. La rana impaciente se cansó de patalear y se ahogó. La otra, más paciente, pataleó y pataleó hasta convertir la leche en mantequilla y pudo al fin saltar del jarro para no ahogarse. El secreto de la vida, dijo mi abuelo, es patalear. Sí, patalear, digo yo, confiando ciegamente en que he caído en un jarro que contiene leche y no simple agua de lluvia. ¡Qué extraño es el amor! Cuando principia, nos dormimos disfrutándolo. Cuando empieza a desvanecerse, nos dormimos pensando en por qué acabó todo. ¿Sería amor acaso? Sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Vieja e inocente aspiración de ayer, en un hoy donde el smog acaba con cualquier árbol, donde pocos alcanzan a leer uno o dos libros en un año y un hoy en el que nuestros hijos se convierten en desconocidos cuanto antes. ¡Los tiempos siguen cambiando aunque los refranes sean los mismos! Me encanta la ópera. Está llena de graciosas contradicciones que nos hacen aplaudir: almas que gritan a voz en cuello sus sufrimientos más callados, en medio de una escenografía que no es real jamás, acompañadas por una música que a veces las ahoga. En la ópera,

DISTURBIO (FRAGMENTO) / 2011 / tINTA CHINA, HILO Y COLLAGE

Aprendamos la lección de la ostra: convierte ese grano de polvo que para ella es un estorbo, en una perla a la que alguien le da valor. Habremos madurado cuando convirtamos nuestras dificultades en experiencias valiosas.


quien agoniza, dentro de su debilidad, lanza notas que se escuchan a cientos de metros; quien odia, ríe su venganza y quien triunfa lo hace para conmover a quienes, fracasados en el arte de cantar, aplauden sentados lo que deberían vivir de pie y en su propia vida. Así es la ópera: como la vida. Empieza con un telón premeditado y aunque uno sabe lo que va a suceder, sufre como si lo ignorara todo… Hay poetas comunes con nombres poéticos. Y hay poetas verdaderos con nombres comunes. La vanidad humana de su tiempo, sepulta la humildad o la circunstancial modestia. Pero sucede lo inevitable: aquel pedazo de carbón simple, siglos después, por la presión de la tierra, se volvió diamante. Y aquel pedazo de inspiración poco llamativa, al sepultarse por siglos, se reabsorbió en la oscuridad de la tierra, sin mayor trascendencia que las adulaciones de su época. A veces la poesía lo dice todo, menos lo que el poeta quiso decir. La exageración es la base de la vida. La muerte no exagera. Sólo equilibra lo que estaba —gracias a la vida— en descontrol. Decídete a pensar diferente, a entender lo contrario, a explorar lo imposible. En esas tres oportunidades está escondida la verdadera felicidad. La lucha eterna de quienes vivimos: ser o tener. Ya al final entendemos que los géneros absolutos no existen. Es el desequilibrio el que nos desquicia. Quien sólo desea ser acaba loco. Y quien desea sólo tener vuelve locos a todos los demás. ¿Qué manicomios atenderán a estos enfermos?

II. De lo íntimo Yo no tengo secretos, mi vida ha sido abierta y quizá lo que nadie conoce de mí, también yo lo ignoro. Mi manera de soñar ha sido tan simple, que cualquier aficionado a imaginar la adivina fácilmente. Agradezco a quien me forme una leyenda. Hasta ahí no ha llegado mi capacidad de crear. Porque lo que he creado, muere conmigo. Y lo que murió sin realizarse, no es leyenda, es simple amanecer que se convierte en mediodía y, más tarde, en crepuscular aleteo de pájaros que buscan algún árbol para esperar el siguiente amanecer. Lo que en mi vida he podido hacer es, la mayoría de las veces, producto de la urgencia de ganarse la vida. Lo que he amado y según ustedes llené de magia es, generalmente, producto de mi imaginación desesperada. Entonces, ¿qué se puede admirar? Creo que lo que en verdad admiran ustedes, amigos míos, es su propia e iluminada paciencia para convertir un pedazo de carbón en algo que pudo ser diamante. Tengo voluntad para todo, menos para llorar… Admiro a quienes relajan su atormentado corazón con algo de agua salada, autoproducida como vacuna contra la infecciosa realidad. En cambio yo, enfermo crónico de soledad, agonizo en la tensión pura, sin estallar en llanto. No, no soy valiente. Soy un niño incapaz de creer que los fantasmas se ahogan fácilmente en una lágrima oportuna.


Hay un secreto enorme sólo comparado a la inmortalidad: la atracción infinita entre el espermatozoide y el óvulo. De su encuentro pueden hablar las enciclopedias inútiles que acumula la historia. Fernando de Rojas en La Celestina afirma: “No es pobre el que poco tiene, sino el que mucho desea”. Sabia idea. La pobreza no es un estado económico, es una actitud mental. Este mundo está lleno de pobres, muy pobres millonarios, y de ricos, inmensamente ricos dentro de su aparente pobreza. El milagro genético que soy, gracias a las células base de mis padres, es un milagro a medias. Mientras pude nacer, se realizó la mitad del prodigio. Falta ahora completarlo. Nacer por segunda vez para ser yo mismo. Es un parto genial y neurálgico. ¿Será acaso la muerte mi segunda partera? Ah, el destino… ¡Ese segundo padre que uno no reconoce jamás! Nada que no sea exagerado se recordará más tarde. Lo que es común y cotidiano, llena como abono la tierra de nuestros días grises. Seamos honestos: comencemos por reconocer que no hay honestidad, sólo En el lenguaje, sacrificamos conveniencias públicas para intereses el silencio interior para secretos. O códigos de moral adaptables al poder de una época y al interés de quienes iluminar el ruido exterior nos manipulan.

que intenta destruirnos.

No se me escandalicen: sí hay gente honesta, pero no la suficiente para integrar un concepto válido y universal. Los honestos de corazón nada tienen que ver con los promotores exhibicionistas de la honestidad. Así como el amor es una exquisita trampa de la especie, el lenguaje es una maravillosa trampa de la espiritualidad. Pero son trampas felices, en las que uno cae con la conciencia de haber sacrificado algo para ganar algo más. En el lenguaje, sacrificamos el silencio interior para iluminar el ruido exterior que intenta destruirnos. Todos los días paso por donde está un hormiguero y todos los días, pretextando triunfar en la vida, aplasto inconscientemente no sé cuántas hormigas. Y desde luego, ni me preocupo. Tampoco me preocupo de algo peor: yo formo parte a mi vez de un hormiguero universal y, como hormiga disponible, un día me aplastará alguien que camina pensando triunfar en el cosmos. Y pensaré desde luego: ¡muero dignamente! ¡Para que alguien triunfe y lleve el corazón henchido de gozo ante su propia manera de sobresalir, como hormiga cósmica, de entre su propio hormiguero! Sea para bien. No sé de quién, pero sea para bien. Hay que tener conciencia de nuestra pequeñez ante los demás. Y sin complejos. Cuando logramos, según nosotros, algo “muy importante” para nuestro alrededor, recordemos lo que significa la luz de una luciérnaga, en un jardín, para un avión que va por encima del jardín a 900 kilómetros por hora. Desde la ley del Tao: “Quien es agresivo, no despierta confianza. Y a quien no le dan confianza, siempre estará triste y solo”. La conclusión es fácil: que tu agresividad sea la mínima, para que tu soledad no sea la máxima.


Admirable un Baudelaire, quien con su vida y sus Flores del mal nos crea la nostalgia del bien. Admirable su valor que hace llegar, como poeta, un grito inconforme a los conformistas de su tiempo. Yo me acuso de haberme plegado a la conformidad. Y me acuso de haber creído que cultivando “flores del bien” revelaría mi pasión por la bondad. Lo que he hecho es enmascarar mi cobardía. La música tiene la magia de encendernos el alma. Sólo que a veces, en vez de iluminar nuestro sendero, esa luz desata las sombras del recuerdo que habíamos preferido disolver en la oscuridad. La vida, creo yo, sólo tiene dos etapas: soñar y hacer. Lo peor que nos puede pasar, cuando se nos está acabando, es darnos cuenta de que sólo hemos soñado hacer. Es entonces cuando nuestra vanidad no alcanza ni siquiera el reconocimiento absurdo y marginado de alguna enciclopedia de moda. Amar, lo afirman todos los poetas del mundo, es el mejor de los sueños. Pero uno se pregunta si hay sueños que sean eternos. Creo que no. Sólo el de la muerte. El problema de un sueño como el del amor es que generalmente no despertamos a tiempo. Presiento que el escalofrío de la muerte será sólo un punto y aparte. La frase habrá de continuar, diciendo no sé qué cosas, sobre no sé quién y que repercutirá no sé en qué parte, pero todo habrá de continuar. Entenderé el silencio que tuve que guardar y escucharé las palabras debidamente calladas. La muerte será sólo un suspiro, en este largo estertor que ha sido la gana de vivir. Lo que fui, será leve pretexto para seguir sintiendo la responsabilidad oculta de no acabar jamás. La única forma de aprovechar la vida es viviéndola. Quienes la analizan a profundidad, hacen el papel de los que ponen el agua del manantial bajo el microscopio, en vez de bebérsela para apagar la sed. Hay un secreto para vivir en paz: que nadie sepa tu secreto. Gracias a mis equivocaciones, te comprendo. No me exijas perfección. Me alejaría de ti, creyendo que eras alguien indigno. Y el indigno sería yo, creyéndome perfecto. Observo mis huellas digitales. Pienso en mi esperma. Reflexiono en esa lágrima lejana que me brotó alguna vez. ¿Habrá cosas más naturales, maravillosas y únicas? ¡Ay de esa luciérnaga que soñó algún día con iluminar el universo entero! Nada hay más triste que la falsa alegría. Y en medio de estos años, sonreír es lo más difícil del mundo. Porque reír, falsamente, es fácil, pero sonreír gracias a la profunda alegría de ser auténtico, es difícil. Porque la verdadera alegría es la que nace de un corazón que ama sin las tristezas del celo, la inseguridad y la sospecha. Poca gente se ha puesto a meditar en lo simbólico que es el trabajo de un ventrílocuo. Porque en el fondo somos muñecos, dicen los filósofos a quienes alguien hace hablar cosas inexplicables, para que los demás se diviertan. Lo que inquieta es, en nuestra vida, ¿quién será el ventrílocuo? Porque esta función que se desarrolla en el planeta Tierra ya lleva miles de años y, lo que es peor, ¡los muñecos ya creen tener vida independiente!


SWEET HOLLYWOOD / 2007

Me hirió lo que dijiste. Pero a veces las heridas hacen el papel de ciertas podas: te desgajan de lo inútil para que lo que queda de ti verdaderamente valioso, reviva con más fuerza. Estoy en la casa en que me engendraron. Quizá estas paredes oyeron los gemidos de mi madre al conocer el amor. Cumpliéndose la ley cósmica, aquí estoy, comprendiéndolo. ¡Ah, Catedral de París! Tu Quasimodo te recuerda, tocando las campanas de este amargo silencio. Dar es el gran secreto. Bien dice el adagio medieval: “Cuando mueras no te llevarás lo que tienes. Sólo te llevarás lo que has dado”. Estoy cansado. Cansado de caminar en un desierto de palabras, bajo un sol agobiante de silencio. Y siempre teniendo al frente el espejismo de lo que se supone es el amor. Cuando caiga la noche, volveré a buscarte en la estrella más brillante. No cesará el espejismo jamás, no cesará. [2012] h


POESÍA

Poema triangular HHJulio César Félix

I Poema tridimensional Poema óptico el vuelo de los seres planetarios rodea nuestras casas Klee se burla del paisajismo en la óptica están águilas asoleadas dominando los bosques y los desiertos y mares con la mirada Klee y sus Cuadrospoemas va flotando sobre ventisqueros con rumbo a estrellas sabias.


POESÍA

II Los rigores geométricos inscripciones cuadriculares colores brillantes claridades vespertinas viperinas la cámara capta su Estética del vuelo heroico: himno de ángeles las alas de Klee descifran un avión águila de papel: poema sueño.


ROSTRO INFECTADO / 2010 / tinta china

Anatomía de la Crítica

HH Mariana Rosetti

LECTURAS QUE

ILUSTRAN, LECTURAS QUE

DESGARRAN

F RAY SERVANDO TERESA DE MIER Y SU MIRADA C RIOLLISTA DE LA TRADI C IÓN GUADALUPANA


Anatomía de la Crítica

¿C

uáles son las fronteras de lo decible, lo expresable, lo aceptable en la sociedad mexicana de las postrimerías del sistema colonial cuya vida se mide a través de la vara religiosa que actúa como represa y contención frente a las “tempestades”1 políticas? ¿Cómo asumir el desafío intelectual de homenajear a la Virgen de Guadalupe sin caer en la pasión desmedida de la tradición aparicionista y, sin embargo, rescatar a dicha divinidad como la madre protectora de México, “pueblo elegido” por Dios? Al respecto, este trabajo se propone analizar la lectura criollista que realiza fray Servando Teresa de Mier sobre la tradición guadalupana como una “declaración pública de la autonomía espiritual de México” (Brading, 1991: 627). Si bien, la mirada que presenta Servando no es original (se observan fragmentos de la misma en interpretaciones de Sigüenza, Eguiara y Eguren, entre otros), se destaca el hábil manejo de este intérprete en enlazar a la tradición guadalupana con la lucha por la defensa de los intereses de los americanos dentro de la monarquía española.2 Así, Servando considera el sermón como instancia polémica deshacedora de equívocas interpretaciones previas sobre el espacio americano y, en especial, mexicano. Para lograrlo, observa a la imagen de la Virgen de Guadalupe como un jeroglífico a ser descifrado tanto por el saber escriturario como por la lengua náhuatl que la envuelve y protege de apropiaciones desventuradas.3 1   De forma creativa, Lafaye concibe y analiza el periodo independentista mexicano como una tempestad que arrasa con todos los valores preconcebidos por la sociedad y que, por sobre todo, desacraliza y autonomiza la pasión religiosa al traspasar dicho fanatismo a las figuras de los curas líderes de los movimientos rebeldes (Hidalgo y Morelos). Tomamos de este historiador su forma de concebir dicho periodo aunque matizamos dicha transformación y discrepamos con respecto a “la expresión laicizada de esa vuelta del sagrado patrimonio religioso-patriótico a la propia nación” (1991: 188). 2  A lfredo Ávila considera el patriotismo criollo como una manifestación que se lleva a cabo dentro de los confines de la monarquía española diferenciándolo de la búsqueda de la independencia absoluta (2005:13). Seguimos esta interpretación en este trabajo. 3   A lo largo de todo el sermón, fray Servando denuncia o pone en evidencia las distintas apropiaciones “desviadas” que han querido sacar rédito de la divinidad sagrada para hacerse un camino en el espacio mexicano obliterando o negando la importancia de la misma. Así, su sermón comienza criticando el accionar de los conquistadores “olvidadizos” que esconden la imagen de la Virgen María que habían traído como compañía para criticar luego la lectura “diabólica” que realizan ciertos intérpretes europeos sobre las divinidades mexicanas (entre ellos, destaca específicamente a Torquemada).

Convenir la verdad: el descubrimiento del origen sagrado en un sermón heterodoxo No es mi ánimo, ilustres conquistadores, deslucir la fama de vuestras glorias, sino únicamente convenir con vosotros, en el verdadero y soberano origen de vuestras célebres victorias. Fray Servando Teresa de Mier, “Sermón guadalupano”, 1794.

El 12 de diciembre de 1794 fray Servando es convocado por las autoridades de Nueva España para pronunciar un sermón consagratorio a la Virgen de Guadalupe, emblema y orgullo de todo el virreinato y factor cohesivo de los distintos sectores sociales (especialmente de criollos e indígenas). En esta fecha tan especial se conmemora la aparición en 1531 de la Virgen al indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac, lugar árido y desolado donde ella hizo brotar las más hermosas flores para probar su presencia milagrosa. Las flores extraídas de un ambiente inhóspito devienen en imagen de la Virgen que se plasma en la capa humilde y roída del indio ni bien éste se la presenta al obispo. Así, tanto la naturaleza como el indio actúan de intermediarios entre la presencia divina y la mirada jerárquica colonial. El milagro se afinca en una imagen que necesita de la aprobación de la autoridad colonial competente para avalarlo. Esta tradición aparicionista prefigura a México como “lugar sagrado”, “tierra prometida” elegida por la Madre de Dios para reconstruir la civilización humana. A su vez, abre la puerta de la lectura mesiánica y genera una multiplicidad de lecturas, estudios y disertaciones que no dejan, aún hoy, de reproducirse e hilarse entre sí. Fray Servando, doctor en teología y reconocido por las autoridades como un gran predicador, había pronunciado hacía menos de un mes un discurso consagratorio de la figura de Cortés en la ceremonia que se realizó para conmemorar el traslado de sus huesos al nuevo mausoleo en la iglesia del Hospital de Jesús. Sin embargo, el sermón en clave de alabanza para esta ocasión en la que se rinde homenaje a la Virgen de Guadalupe se materializa en un molde polémico que Servando enuncia en búsqueda de la


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Tanto la tradición de Quetzalcóatl como la de la Virgen de Guadalupe habían sido esgrimidas y aceptadas anteriormente como discursos reivindicadores de identidad concordancia y reflexión de sus “sabios oyentes”.4 En el mismo, se propone probar la autonomía espiritual de México a través del sincretismo de dos tradiciones religiosas fundacionales: el de la Virgen de Guadalupe-Tonantzín y el de Santo TomásQuetzalcóatl. Esta combinación deviene en un “símbolo de nacionalidad que se vuelve políticamente explosivo” (Ette, 1992: 179). De esta forma, como bien lo sostiene María Marta Luján, estipula una “nueva lectura de la Conquista de América” (2004: 388) al situar la imagen de la Virgen en la capa de Santo Tomás, según Mier, primer predicador de las Sagradas Escrituras en América, diez siglos antes de la llegada de los españoles a estas tierras. Esta lectura particular de la evangelización refuerza el “linaje patriótico” (Brading, 1980: 95) que desde Sigüenza y Góngora se construye como argumento legitimador del sector criollo concebido estratégicamente desde el lugar retórico del “desheredado”.5 A su vez, dicho linaje se configura como una “guerra letrada criolla” que se pergeña desde las “trincheras letradas criollas” y dirige su ataque hacia los españoles “advenedizos” (cuya ambición desmedida anula su deseo de pertenencia a estas tierras)6 y hacia los “ilustres 4   A lo largo de todo el sermón, le pide a sus oyentes que confronten la tradición guadalupana conocida con las pruebas que él esgrime argumentalmente: “[…] y a lo menos, si me engaño, habré excitado la desidia de mis paisanos para que probándomelo aclaren la verdad de esta historia que no cesan de criticar los desafectos […]” (1982:740). Si bien no califica en dicho momento a su auditorio como “sabios oyentes”, lo cierto es que es sus textos posteriores (“Cartas a Bautista Muñoz” (1797) y “Apología del Dr. Mier” (1817-1820)) aparece este apelativo de forma constante: “[…] sujeto mi proposición a la corrección de los sabios, que aunque a algunos parecen extrañas, a mí me parecen probables” ([1817-1820]2008: 32). 5   Al respecto, Octavio Paz en el prólogo a la obra de Jacques Lafaye Quetzalcóatl y Guadalupe. La formación de la conciencia nacional en México, considera a la historia mexicana signada por dos constantes: “la obsesión por la legitimidad y el sentimiento de orfandad” (1993:25). Esta perspectiva fatalista deja de lado las estrategias conscientes tanto retóricas como letradas que manejan los criollos mexicanos para configurar su lugar dinámico y plurisemántico dentro de la sociedad. 6   “Servando Teresa de Mier fue quien mejor y más claramente definió el criollismo como un discurso sobre la naturaleza, y explicaba, desde México a principios del siglo XIX, que mientras los criollos se identificaban con América, los peninsulares no lo

conquistadores” y sus “célebres victorias” logradas por la venia divina.7 Tanto la tradición de Quetzalcóatl como la de la Virgen de Guadalupe habían sido esgrimidas y aceptadas anteriormente como discursos reivindicadores de identidad (ya sea ligada al sector criollo o al conjunto de los mexicanos). Sin embargo, el gesto innovador y sincrético de fray Servando da un paso más al traspasar las “fronteras de la escritura” y plantear la identidad mexicana desde el lugar del debate y la reflexión pública. Así, su sermón habilita y genera preguntas incómodas y fundamentales: ¿Quiénes somos los mexicanos o “pueblo elegido por Dios”? ¿El producto del encuentro de la evangelización española con la idolatría indígena? 8 ¿Cuáles son las raíces, los orígenes, de nuestra identidad problemática? Esta toma de conciencia criolla genera una relectura de la utopía barroca a través del lente de la emancipación espiritual habilitada por la Ilustración. En otras palabras, considera a la imagen de la Virgen de Guadalupe como un jeroglífico nacional que debe ser analizado, “desnudado”, a partir de una lectura exhaustiva de sus significados y partes. Para descifrar (sin desacralizar) la riqueza que encierra dicho símbolo, recurre a dos tradiciones culturales de lectura: la religiosa-europeizante y la criollaindigenista. Ambas líneas de lectura se aúnan dentro del sermón de Fray Servando bajo un mismo objetivo: liberar a la tradición guadalupana de la conquista

hacían. La distinción entre criollos y peninsulares, por tanto, no dependía del lugar de nacimiento” (Herzog, 2004:85). 7   Mier, Fray Servando Teresa de, “Sermón guadalupano” en: Testimonios históricos guadalupanos, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, pp. 730-757. Todas las citas del Sermón se trabajarán con esta edición. 8   Con respecto al concepto de “idolatría” concebido y conformado por las escrituras de la Conquista española, se sugiere la lectura iluminadora del artículo de Gruzinski “La red agujereada. Identidades étnicas y occidentalización en el México colonial (siglos XV al XIX)”, en Revista América Indígena, Vol. XLVI, núm.3, julio-septiembre 1986, pp.411-433.


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violenta española. 9 Ambas, a su vez, surgen de la retórica letrada que las ciñe y prefigura. La primera tradición de lectura contiene los distintos escritos que se produjeron en torno a la importancia de la evangelización cristiana en América así como también del análisis de las características milagrosas de la imagen guadalupana. Esta primera línea de lectura implica un trabajo de archivo, selección y edición de Servando de variados escritos que fueron realizados, en muchos casos, por un pedido expreso de la Corona española. El eje que guía la selección de fuentes y autores se centra en mostrar el engaño en el que incurrieron los frailes europeos al buscar la verdadera historia de la Virgen de Guadalupe desconociendo las costumbres y la lengua local: No la hay, pues, señor (refiriéndose al Rey Carlos III que solicita las averiguaciones) a pesar de los Torquemadas y Boturinis, porque debiendo aquélla deducirse de las tradiciones disfrazadas en fábulas alegóricas y jeroglíficos nacionales, Torquemada, que recogió todas aquellas copiadas de los primeros misioneros, las refiere literalmente sin acertar a descifrarlas, como él mismo confiesa, y Boturini se engañó muchas veces con todo su exquisito museo de indianos caracteres (739).

Esta “falta de perspectiva autóctona” la poseen no sólo los historiadores europeos, sino también aquellos curas locales, como Becerra Tanco, que suscriben su investigación dentro de un marco de lectura ajeno, lejano a la cultura local: “El cura Becerra Tanco, acaso el mejor intérprete de la lengua mexicana, no habiéndola entendido sin embargo por sus raíces y compuestos, no conoció su sentido todo figurado y parabólico, y así es fuerza que se engañara como les sucedió a los autores de gramáticas y diccionarios […]” (739). Esta primera tradición cultural de lectura fracasa al tomar “literalmente” los documentos indígenas. Así, los historiadores religiosos señalados configuran un locus de enunciación (Mignolo, 1995: 5)10 9   “Esto es precisamente, señores, lo que yo vengo a efectuar, y tal es hoy mi asunto: la verdadera y portentosa historia de nuestra Santísima Madre de Guadalupe según su genuina tradición libre ya de equivocaciones” (Mier, 1982: 738). (Énfasis del autor.)

10 Este concepto se toma del análisis de Walter Mignolo (1995: 5) que retoma la obra de Foucault Arqueología del saber (1969)

“monológico” que oblitera no sólo la voz del otro indígena sino también la fuerza de significación de las costumbres locales. Fray Servando asocia este tipo de lectura a un forzamiento de la naturaleza y las costumbres, a la caída de la verdad en el “pozo de Demócrito” (739). Al respecto, no es menor el uso que hace Servando de esta metáfora conocida que liga el accionar de estos historiadores religiosos a una impronta heterodoxa e irrisoria sobre la religión y su vínculo con los hombres. Como forma de subsanar las falencias de dicha tradición cultural de lectura europeizante, fray Servando esgrime la lectura criollo-indigenista que rescata la tradición localista y es producto del sistema opresivo colonial. Esta se pergeña en las “entrañas” del sistema institucional letrado y se configura como producto del “confinamiento de la letra”,11 de la vigilancia sobre el poder de expresión. La misma es guiada por la labor de varios criollos que buscan, en el pasado histórico y los mitos locales, las raíces de México y las respuestas a las problemáticas identitarias de los criollos. Uno de los letrados pioneros y guía de dicho movimiento en el México colonial es, sin lugar a dudas, Carlos de Sigüenza y Góngora. De este escritor fray Servando toma la identificación de Santo Tomás-Quetzalcóatl de su obra Teatro de virtudes políticas (…) (1680) como una “utopía de reconstrucción”12 del sector criollo en su relación con Europa. Sin embargo, fray Servando, hábil predicador y consciente de su locus enunciativo (Mignolo 1995: 5), realiza la reivindicación de la lectura criollista de la religión a través de una “mascarada bibliográfica” o estrategia textual. Para ello, recurre a la autoridad de San Agustín y su libro 2 De doctrina christiana, en el que dicho autor prescribe “el estudio profundo de y es considerado el lugar desde el cual uno habla y contribuye a cambiar o mantener los sistemas de valores y creencias. En otras palabras, la forma en la cual el sujeto que enuncia se inscribe en las tradiciones discursivas. 11 Ver este “confinamiento” a través del análisis que realiza Julio Ramos sobre el concepto de la “República de las letras” en “Saber del otro: escritura y oralidad en el Facundo de D. F. Sarmiento” en Desencuentros de la modernidad en América Latina, México, FCE, 1989. 12 Tomamos el concepto de Mumford quien estipula dos tipos de utopía: la de escape y la de reconstrucción. Estos modelos de sociedad “perfecta” se prefiguran con base en distintos objetivos: evadir momentáneamente la realidad de forma ingenua y superficial por un lado, repensar las bases morales y cívicas de la sociedad en la que el utopista vive, por el otro (2008:10).


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Esta “mascarada bibliográfica” de esconder y proteger la lectura criollista tras las palabras de San Agustín le permite a fray Servando reprender a aquellos historiadores religiosos con impronta europeizante que dejan de lado las huellas filológicas, las “palabras-palimpsesto” capaces de instaurar una conexión entre las lenguas castellana y náhuatl y sus respectivas culturas. las lenguas” (739) como el único remedio frente a la ignorancia de la cultura ajena. Esta estrategia propia de una “lectura desviada”, si se quiere “familiar”13 de la escritura sagrada, apela a un trabajo filológico de la lengua náhuatl, meticuloso y necesario tanto para entender la tradición guadalupana como la identidad mexicana. Esta “mascarada bibliográfica” de esconder y proteger la lectura criollista tras las palabras de San Agustín le permite a fray Servando reprender a aquellos historiadores religiosos con impronta europeizante que dejan de lado las huellas filológicas, las “palabraspalimpsesto” capaces de instaurar una conexión entre las lenguas castellana y náhuatl y sus respectivas culturas. Gracias a esta labor filológica, Servando podrá sostener que la palabra “Tonantzín” no responde a una divinidad hereje, sino a “Madre de Dios”: Ese templo digo yo era de María Santísima, no sólo por el mismo nombre de la sierra a quien dio la Virgen nombre, Tenayuca, la madre que está en la sierra, sino por el mismo nombre Teonanzin que traducen falsamente madre de los dioses Teotenanzin, esto es, la madre que está en la sierra es la madre del Señor (744-745).

Sumado a esta reivindicación de la religiosidad mexicana, establece analogías entre las ceremonias sagradas indígenas y las ceremonias religiosas católicas como resabios de la evangelización de Santo Tomás por tierras americanas: “Yo hallo todavía la predicación del apóstol en todas las ceremonias sagradas de 13 Considera las palabras de San Agustín desde un lugar familiar: “[…] según el consejo del padre San Agustín en el libro ya citado […]” (Mier: 739).

los indios que no son sino las de nuestra religión desfigurada […]” (742). Como se ve, la “desfiguración” de la religión católica se muestra como producto del olvido o alejamiento indígena. Según este marco de interpretación, la Conquista española es leída por Servando como la actualización de la religión olvidada por los indígenas, ya conocida e internalizada por los mismos. El “descubrimiento de América” es, a los ojos de Servando, el “descubrimiento religioso” de los indígenas que habían velado su devoción tras distintos nombres de divinidades locales. Para probar ello, Servando considera a la imagen de la Virgen de Guadalupe como metáfora de la reconciliación de la práctica religiosa indígena con el catolicismo. En otras palabras, sostiene que la imagen de la Virgen fue escondida en la naturaleza (más específicamente en una cueva) por Santo Tomás antes de su partida de tierras americanas tras un enfrentamiento con la idolatría indígena. Así, se lee de su Sermón: “La tradición, pues, genuina de los indios no es que la Señora se apareció en la capa de Juan Diego sino que la imagen que antes estaba escondida se descubrió […]” (743). La lectura criollista de Servando resignifica el concepto de “milagro” y lo acerca a la “fiel” interpretación de la naturaleza y costumbres indígenas. Según lo sostenido en el sermón servandino, dicho concepto prefigura el acercamiento de los indígenas a sus raíces y no a la imposición de una religión otra impartida por la fuerza y el silenciamiento de la cultura autóctona. A su vez, estipula la necesidad de un “fiel y sabio intérprete” de la cultura local, capaz de rastrear filológicamente los orígenes sagrados. Esta lectura de la religión es considerada heterodoxa por el arzobispo Nuñez de Haro quien lo condena a diez


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años de destierro y confinamiento en España. Para las autoridades españolas la mirada de Servando resulta peligrosa ya que se aleja y relee el accionar fundacional e institucional español a través de un lente híbrido y opaco, mediado por una multiplicidad de escrituras y saberes tanto indígenas como letrados. Coda: el desafío de la mirada criolla. La subjetividad devenida negociación discursiva A lo largo de todo su discurso, fray Servando reflexiona sobre la importancia de la tradición guadalupana como símbolo de la unión social mexicana y del poder de los criollos como guías de dicha unión. Para ello, utiliza el género discursivo del sermón desde un plano pedagógico que subsana o enmienda los errores de lecturas previas a través de la conversación y conversión del auditorio. En lucha contra el discurso de diversos historiadores religiosos, fray Servando pergeña un “contradiscurso”. Mediante el mismo, la cultura indígena y la lengua náhuatl son rescatadas como necesarias para descifrar el “jeroglífico nacional” que contiene la imagen de la Virgen de Guadalupe. Así, estipula una “retórica del desagravio” “[…] forjando representaciones paradojales en la permanente contradicción entre lo que era y lo que debía ser, entre la fijeza de lo estereotipado y la riqueza de lo mudable” (Altuna, 2009: 101). Esta retórica se enmascara tras una selección bibliográfica hábil de escritos religiosos autorizados por la Corona española. De esta forma, fray Servando reconstruye el lugar de lo criollo desde una lectura invertida e innovadora de los escritos consagrados mediada por una “cultura literaria pública” (Arias, 2008: 212) que reconfigura la tradición religiosa de la Virgen de Guadalupe al replantearla desde los confines del discurso letrado. Esta reconstrucción implica un nuevo posicionamiento dentro de la sociedad colonial al considerar el ámbito material y simbólico de lo criollo como “[…] una de las formas a través de las cuales la colonialidad se hace performance […]” (Moraña, 2009:486). La tradición escrita deviene en acto de lectura cultural para este intérprete rebelde que cuestiona el poder institucional colonial a través de la selección, edición y diálogo con los escritos consagrados. Este acto de lectura, a su vez, se propone “ilustrar” a los “sabios oyentes” (y por qué no decirlo,

a los intérpretes eruditos que lo precedieron) sobre el verdadero origen del jeroglífico nacional y sagrado que constituye la imagen de la Virgen de Guadalupe. De esta forma, configura una lectura desviada, distante de las envestiduras del poder conquistador español, al desgarrar los cimientos que justificaron la violenta Conquista española. h Referencias Altuna, Elena (2009). Retórica del desagravio. Estudios de cultura colonial peruana. Salta: Centro Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología-CEPIHA. Arias, Santa (2008). “De Fray Servando Teresa de Mier a Juan Bautista Muñoz: la disputa guadalupana en vísperas de la Independencia”, en: Revista Iberoamericana, vol. LXXIV, Núm. 222, Enero-Marzo (211-225 pp.). Ávila, Alfredo (2005). “Servando Teresa de Mier”, en La República de las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Volumen III. Galería de escritores. Belem Clark de Lara y Elisa Speckman Guerra (Eds.). México: Universidad Autónoma de México. (9-22 pp.). Brading, David (1980). “Fray Servando Teresa de Mier”, en Los orígenes del nacionalismo mexicano, México: Ediciones Era. Brading, David (1991). “El criollo insurgente”, en Orbe indiano. De la monarquía católica a la República criolla- 1492-1867. Traducción de Juan José Utrilla, México: Fondo de Cultura Económica (627-648 pp.). Ette, Ottmar (1992). “Transatlantic perceptions: a contrastive Reading of the travels of Alexander Von Humboldt and Fray Servando Teresa de Mier”, en: Dispositio, Vol. XVII. N° 42-43 (165-197 pp.). Herzog, Tamar (2004). “Los americanos frente a la Monarquía. El criollismo y la naturaleza española”, en Álvarez Ossorio-Alvariño, Antonio y Bernardo J. García García (Eds.). La Monarquía de las naciones. Patria, nación y naturaleza en la Monarquía de España. Madrid: Fundación de Amberes. Lafaye, Jacques (1974). Quetzalcoátl y Guadalupe. La formación de la conciencia nacional en México. Traducción Ida Vitale y Fulgencio López Vidarte. México: Fondo de Cultura Económica. Luján, María Marta (2004). “El discurso religioso de Fray Servando Teresa de Mier en los orígenes del nacionalismo mexicano”, en Chibán, Alicia (coord.) El archivo de la Independencia y la ficción contemporánea. Salta: Universidad Nacional de Salta (387-396 pp.). Mier, Fray Servando Teresa de (1982). “Sermón guadalupano” en Villar, Ernesto de la Torre y Ramiro Navarro de Anda (Comps.). Testimonios históricos guadalupanos. México: Fondo de Cultura Económica (730757 pp.). Mier, Fray Servando Teresa de (1982). “Cartas del Dr. Fray Servando Teresa de Mier al Cronista de Indias Doctor D. Juan Bautista Muñoz, sobre la tradición de Ntra. Sra. De Guadalupe de México, escritas desde Burgos, año de 1797” en Villar, Ernesto de la Torre y Ramiro Navarro de Anda (comps.). Testimonios históricos guadalupanos., México: Fondo de Cultura Económica (757-861 pp.). Mier, Fray Servando Teresa de (2008). Memorias. México: Editorial Cien de México. Mignolo, Walter (1995). The darker side of the Reinassance: literacy, territoriality and colonization. Michigan: University of Michigan Press. Moraña, Mabel (2009). “Postcriptum”, en Vitulli Juan M. y Solodkov David M. (Comp.) Poéticas de lo criollo. La transformación del concepto “criollo” en las letras hispanoamericanas (siglo XVI al XIX). Buenos Aires: Ediciones Corregidor (485-490 pp.). Mumford, Lewis (2008 [1922]). The story of utopias. Consultado en: http://books.google.com.ar/books?id=81WbEwVfyPMC&printsec=fr ontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false Ramos, Julio (1989). “Saber del otro: escritura y oralidad en el Facundo de D. F. Sarmiento” en Desencuentros de la modernidad en América Latina. México: Fondo de Cultura Económica.


ASENSO / 2011 / tinta china

Alfonso Reyes, estudioso de la obra de Goethe HHJosé Roberto Mendirichaga

La afición a Goethe será una de las constantes en la obra de Alfonso Reyes […]. José Luis Martínez


Anatomía de la Crítica

1   En su Historia de la literatura universal, Tomo 2, Martín de Riquer y José María Valverde definen este movimiento, traducido como Tempestad y empuje, como parte de la literatura alemana del siglo XVIII, que va transitando del barroco, llega al ilustracionismo y remata en el romanticismo. Para ellos, “[…] con Schiller entramos en la médula del Sturm und drang, ese avance del romanticismo en medio del clasicismo, que Goethe inició para abandonarlo enseguida” (410 y 435 pp.). 2   José Luis Martínez, en la introducción al tomo XXVI de las Obras completas de Alfonso Reyes, señala: “Aunque algunas veces Reyes cita en alemán o se refiere a obras escritas en esta lengua, debió leer a Goethe en traducciones españolas, francesas o inglesas” (11).

METÁSTASIS / 2010

N

o es fácil elegir qué parte de la obra del escritor romántico Johann Wolfgang von Goethe fue la que más atrajo y sedujo al escritor mexicano Alfonso Reyes, en virtud de que este último atendió a su aspecto biográfico, a su vocación literaria, a las principales influencias recibidas, a la trayectoria del poeta, a su incursión en las ciencias exactas, a su particular religiosidad, a sus ideas políticas, a sus viajes, al orden natural y al orden estético del escritor germano que se suma al Sturm und drang,1 para luego anclarse en el primer romanticismo alemán. Desde su más temprana producción, encontramos en Reyes el gusto por la literatura germánica, a pesar de que no hablaba el idioma alemán; con todo, lo leía y traducía, de igual manera que lo hacía con el griego y el latín.2 Posiblemente junto con los temas helénicos, castellanos y franceses, los germánicos y, concretamente, los correspondientes a Goethe, sean los más constantes en la obra del humanista. Ya desde Cuestiones estéticas (1911), el Regiomontano Universal aborda los temas goethianos, como bien lo advierte Francisco García Calderón en el prólogo a la primera edición, señalando que son textos escritos entre 1908 y 1910, cuando el efebo mexicano tiene “apenas veinte años” (en Reyes, 1976: 11-12; 86-88 pp.). En muchos otros de sus libros, se refiere Reyes a la persona, a las frases célebres y a la obra de Goethe. Tal es el caso de: Simpatías y diferencias, Historia de un siglo, Las mesas de plomo, Páginas adicionales, Tren de ondas, Los trabajos y los días, Grata compañía, Ancorajes y otros, en donde una reflexión, una cita o un breve texto aluden al genio de la literatura germana; pero en ningún otro volumen tanto como en el tomo XXVI de las Obras completas, donde se incluyen los libros: Vida de Goethe, Rumbo a Goethe, Trayectoria de Goethe y Estudios goethianos, con introducción de José Luis Martínez (en Reyes, 1993).


Anatomía de la Crítica

Lo que haré en este artículo será, primeramente, tomar la biografía acerca de la niñez, adolescencia y juventud de Goethe realizada por Reyes y comentarla. Después pasaré a la “biografía minúscula” elaborada por el mismo Alfonso Reyes sobre el citado personaje. Posteriormente atenderé a la vocación poética de Goethe. Y, finalmente, me referiré a la vinculación que el poeta, ensayista y crítico mexicano hace de éste con América. Biografía de Goethe Uno puede ir a las distintas biografías o estudios específicos que a lo largo del tiempo se han escrito sobre Johann Wolfgang von Goethe. Están, por ejemplo, los trabajos de Nicholas Boyle, Paul de Saint-Victor, Wilhelm Dilthey, Ian Gibson, Emil Ludwig, Georg Lukács, José Ortega y Gasset, Robert John Richards, Udo Rukster o George Santayana. Algunos de ellos van a lo general de la vida del escritor germano, en tanto que otros atienden a aspectos relativos a su relación con las mujeres, el mundo hispánico, la ciencia, el entorno histórico y geográfico en el que se movió Goethe. Todos estos trabajos son interesantes, pero pudiera decirse que lo que Alfonso Reyes escribió sobre Goethe es de singular valor, de tal manera que puede mostrarse con categoría de ejemplaridad. A mí, en lo particular, me parece un buen texto biográfico el que cubre hasta la juventud del autor del Werther, mismo que se titula Vida de Goethe, particularmente los tres primeros capítulos pues, como apunta José Luis Martínez, “[…] el último de éstos, ‘Goethe, hombre de ciencia’, comienza a salirse del marco biográfico general” (Reyes, 1993: 9). Nacimiento. Escribe Reyes acerca del nombre y ocupación de los padres del niño Johann Wolfgang von Goethe. Nos dice cómo el padr e de éste “era hombre de humor tranquilo y pocas palabras, muy aficionado a cuidar de su jardín”; de qué manera Francfort del Meno era comparable con las ciudades más cultas del mundo, y del modo como “se fundaban sociedades filantrópicas, logias masónicas y cofradías científicas entre los discípulos de las Luces”. Para el escritor mexicano, “[…] Goethe ha insistido más de lo justo en el carácter sombrío y arbitrario de su padre, al punto que confunde a los biógrafos […]”. “En cambio, la madre de Goethe era un temperamento alegre y vivaz, y vino a ser, casi, la hermana mayor de sus hijos”. (17-26)

Los primeros pasos. Reyes va a citar bastante a Goethe, a fin de ir describiendo el desarrollo físico, mental y emotivo del escritor alemán. Señala: “Padre y madre cumplían sus respectivas misiones […]”; “Frau Aja avivaba en su hijo la afición a las cosas risueñas de la naturaleza […]”; “Así iba naciendo la imaginación poética del niño […]”; “Los principales acontecimientos de Francfort eran las coronaciones, para quien tenía la suerte de haberlas visto, y las ferias semestrales […]”; “Mientras hacía sus ejercicios (escolares), aprendió el italiano a modo de variante amena del latín, oyendo las lecciones que su padre daba a Cornelia […]”. Incluye Reyes una charla de Wolfgang con su amigo Maximiliano, la que se debe a la pluma del doctor Weismann, y que revela la precocidad e inteligencia del niño Goethe. Y cierra su sección advirtiendo que los rasgos y acciones que los exégetas más sistemáticos del biografiado advierten en él —sentido de la belleza, sentimiento de la dignidad personal, imaginación poética, gusto por la enseñanza, instinto religioso y capacidad de observación propia y del mundo que lo rodeaba— se mantuvieron y afinaron a lo largo de su existencia. (27-39) La mentalidad juvenil de Goethe. Alfonso Reyes advierte que para Goethe, en este esencial momento de su vida, la fuente del saber, de la virtud y de la ciencia es de orden sobrehumano. La gracia divina y la íntima unión con Cristo fundamentan “[…] ese estado de iluminación interior que fue el acontecimiento por excelencia en la vida espiritual de Lutero”; igualmente, considera Reyes que Plotino influye en su pensamiento pandinamista y que estudió igualmente a Paracelso, Giordano Bruno, Boehme y otros pensadores. Explica el mexicano, igualmente, cuáles son las ideas imperantes en torno a la existencia del demonio, lo que toma en cuenta para la creación de su personaje preferido, el Doctor Fausto. (40-52) Biografía minúscula Pero en Rumbo a Goethe, Alfonso Reyes, en el quinto apartado, aporta una “biografía minúscula” que es óptima. Incluyo algunos párrafos selectos, para que el lector aprecie en toda su magnitud la calidad y el estilo del escritor regiomontano:


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En la primavera de 1770 —a los veintiuno—, su padre lo envía a Estrasburgo, donde en un año y meses logra licenciarse en derecho, gracias a aquel ambiente francogermánico mucho más propicio y generoso que el de Leipzig. […]. Goethe había cumplido los veintiséis cuando llegó a Weimar, donde apareció triunfalmente como el único camarada digno de los deportes y placeres del príncipe […]. Ahora hay tres novedades en su existencia: la acción pública, el estudio de las ciencias naturales, la lenta domesticación que opera en él aquel dilatado idilio con la baronesa de Stein […]. Cuando, al cabo de esos diez años, Goethe considera que el aprendizaje ha sido suficiente, escapa a Italia, secretamente autorizado por su cómplice y protector, el duque de Weimar. Pasa unos dos años en Italia, afirma y comprueba sus instintivas inclinaciones clásicas. El roce con el genio grecolatino determina su verdadera madurez, su equilibrio, su forma definitiva […]. Amuralla todavía más su soledad de cuarentón refugiándose en el amor de la jovencita Cristiana Vulpius, a quien dieciocho años más tarde hará su esposa […]. De 1792 a 1793, tuvo que acompañar dos veces a los ejércitos alemanes que peleaban contra Francia, siguiendo al duque de Weimar primero hasta Valmy y luego a Maguncia […]. Sobreviene la invasión napoléonica. Napoleón, que admira a Goethe tanto como Goethe lo admira, conversa con él en Erfurt y en Weimar […].

hundido en su sillón, asido a la mano de Otilia y creyendo ver, en su delirio, una carta de Schiller olvidada por el suelo, un hermoso rostro de mujer coronado de negros rizos […]. (99-107)3

¿Por qué vale tanto esta biografía diminuta? Porque condensa, de manera magistral, la vida de este escritor germano; porque dice tanto en tan pocas líneas. Si un estudiante de letras pidiera por dónde empezar su lectura acerca de Goethe, se le tendría que recomendar esta biografía, sin dejar de lado la obra directa del poeta, novelista, dramaturgo, ensayista, hombre de ciencia y hasta un poco pintor que fue Johann Wolfang Goethe, ya que nada suple al texto directo. El poeta Goethe Alfonso Reyes, todavía en Rumbo a Goethe, advierte que “el gran poeta es la última encarnación de aquel tipo de ‘hombre universal’ que concibió el Renacimiento”; que “Goethe cuenta mil veces más como poeta que como hombre de ciencia”; y que la poesía que él cultivó fue la de ocasión, debiéndose entender por esto, no el “vers de circonstance” sino, como lo explica Fairley, “la poesía que acude cuando la llama la ocasión privada, la ocasión interior […] por oposición a la poesía del ‘gran estilo’ y del alto coturno, o también a la poesía de encargo y de contingencia exterior”. (112-114) Goethe poetiza en verso y en prosa. Algunos de los versos y párrafos de Goethe que incluye Reyes en sus libros son: La gran ciudad de Weimar-Jena, la que tiene a uno y otro lado las cosas más buenas. ***

Su único hijo sobreviviente, Augusto, ha resultado un muchacho salvaje y orgiástico que amarga la vejez del poeta. Muere Cristiana: acaso ya se le había muerto en vida. Casa a su hijo con una mujer fina, elegante, culta y casquivana. ¡Infidelidad por infidelidad! No había entendimiento posible […]. Goethe es ya un monumento internacional, visitado por la admiración de todas las literaturas […]. Al comenzar la primavera de 1832, a los ochenta y tres años, se extinguió dulcemente,

La flor que recojo, junto a mí nutrida por el rocío, deja tras sí a su silenciosa madre que se multiplica en sí misma. Mucho tiempo desprovista de hojas y escondida, estrechando contra su seno a sus 3   El texto de Reyes cierra con una aclaración interesante: “No es verdad que haya gritado: ‘¡Luz, más luz!’. No preparó ninguna frase célebre para la hora de morir. Sencillamente pidió que abrieran la ventana para ver mejor, llamó a su lado a Otilia, le dijo —como lo haría cualquier anciano de carne y hueso—: ‘Hija, dame la patita’. Y expiró”.


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criaturas, en la nueva mañana de primavera ella colmará de gozo al jardinero. *** La negra nube, oh sol, en vano solicitas con tu clemencia: todo lo que en vida gano gasto en lágrimas de su ausencia. *** Creo que voy cabalgando camino de alguna estación, y el caballo se me enfurece y se desboca.4

Advierte Reyes que “Jena era el cantón universitario de Weimar y su dependencia administrativa; que Goethe era el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, y repartía y organizaba las cátedras; que él convocó a la filosofía idealista de Alemania en aquella casa de estudios: a Fichte, a Schelling, a Hegel […]”. Igualmente, que durante los primeros años de Weimar, “las relaciones de Goethe con la naturaleza siguen siendo de orden sobre todo sentimental: ella parece emanar aquel amor que anega su propio corazón”. Viene luego un poema que surge a la muerte de su Cristiana, la que le dio tantas alegrías y tristezas, pero quien ciertamente fue su compañera más asidua. Y, finalmente, se puede advertir en el último texto incluido un retrato del temperamento goethiano, que va de la certeza a la paradoja. No resulta ocioso atender a lo que el profesor Andreas Kurz advierte acerca de la polémica entre Alfonso Reyes y María Zambrano, a raíz de la “Carta abierta a Alfonso Reyes sobre Goethe”, del 20 de agosto de 1954, misiva que la filósofa española dirigió a Reyes, expresando su descontento por el entusiasmo del mexicano hacia la poesía goethiana, lo que Kurz contextualiza en el terreno del racionalismoirracionalismo popperiano.5 Igualmente, conviene tener a mano lo que Harold Bloom ha escrito sobre 4   En Reyes, 1993: 143 y 163 pp.; Trayectoria de Goethe, p. 362; y Escolios goethianos, p. 411. 5   Ver: Artículo de Andreas Kurz, doctor en Literatura Comparada por la Universidad de Viena y actual coordinador de la Maestría en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Guanajuato, México. www.iai.spk-berlin.de/fileadmin/.../37-2010/37_kurz_01.pdf

Goethe, en el sentido de catalogarlo como “poeta lírico y meditativo”, “más clásico que romántico” y que puede ubicarse en una “poesía de la renunciación” (Bloom, 2005: 166-177). Desde América En la cuarta parte de Rumbo a Goethe, Alfonso Reyes incluye lo que titula “Desde América”. Es un elegante e hilvanado texto que relaciona a Goethe con Virgilio. Luego señala que Goethe es universal, discrepando de cierta gaceta de Berlín con motivo del centenario, donde no convence “del derecho exclusivo de los alemanes sobre Goethe”; y después se pregunta qué viene a dar Goethe a América, respondiéndose: “Lo que siempre el faro: dar rumbo […]”. (“Rumbo a Goethe”, en Reyes, 1993: 227-229)6 Pero continúa Reyes en su travesía americana y señala que “La noche rústica de Walpurgis” de Manuel José Othón, “con ser obra de mexicanísimo indiscutible, brotó bajo el conjuro de Fausto”. Y Humboldt, Green Cogswell, Martius, Julia de Egloffstein, evocan en él ansia de viaje. A los setenta y cinco años, señala Alfonso Reyes, este apetito de América estaba presente en Goethe. “Quisiera irme a América —exclamaba—, pero ahora sería demasiado tarde”. (229-232) Para Alfonso Reyes “un goethiano vino a nosotros”; es Alejandro de Humboldt, quien en 1797 había estado en Jena, en compañía de Goethe y de Schiller. Así lo evoca el germano:

6  Es interesante lo que señala José Luis Martínez acerca de este texto. El primer “Rumbo a Goethe” fue un artículo que Victoria Ocampo pidió a Reyes para la prestigiada revista Sur, fundada a finales de 1931 en Buenos Aires. Reyes era entonces embajador en Río de Janeiro. El artículo se publicó en el número 5 de la revista, en el verano de 1932. Martínez explica que “Rumbo a Goethe”, de Sur, “muestra que Reyes tenía muchas notas sobre el tema […]”. “El extenso estudio de 1932 nunca se reprodujo. Mientras tanto, su autor volvió a trabajar en aquellos temas. En 1949, cuando Reyes se encontraba ya en México, en ocasión del segundo centenario del nacimiento de Goethe, publicó un ensayo sobre ‘Idea política de Goethe’, en el volumen de homenaje promovido por la Unesco, entonces dirigida por Jaime Torres Bodet. Años más tarde, a propósito de sus estudios goethianos, decía: ‘[…] Algún día se publicarán como una colección de estudios goethianos’. En efecto, dejando aparte el ‘Rumbo a Goethe’, de Sur, encontré en las gavetas del archivo de Reyes varios cientos de páginas sobre Goethe, muchas de ellas sólo manuscritas”. Martínez explica que con estos materiales formó las cuatro secciones de Rumbo a Goethe, advirtiendo que, “de sus 33 capítulos, Reyes publicó nueve de ellos en revistas literarias, entre 1949 y 1958. El resto es inédito”. (En Reyes, 1993: 9-10.)


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Alejandro de Humboldt ha estado unas horas conmigo esta mañana. ¡Qué hombre! A pesar de que lo conozco hace mucho tiempo, cada día me asombra otra vez. No hay otro como él en conocimientos y en saber vividos. Nadie abarca más; todo lo domina y, en cualquier asunto, nos da alimento con sus tesoros espirituales. Parece una fuente con muchos caños: corre sin cesar, y no tenemos más que acercar el vaso. Se quedará aquí unos días, que van a aprovecharme como si fueran años. (235)

aquel ensayo, dispensándome de indicarlos”. Hay que mencionar que Grata compañía, en su primera edición, fue de 1948, en la colección Tezontle del Fondo de Cultura Económica. (Reyes, 1983: 71) Destacan en el capítulo IX de Grata compañía algunas ideas sobre Goethe y América; por ejemplo, el conocimiento que tuvo éste de dos canciones de caníbales brasileños que aparecen en los Ensayos de Montaigne, traducidos por él al alemán y publicados en el Diario de Tiefurt (1783); los recuerdos de J. G. Seume, oficial de Rusia en la campaña del Canadá; los escritos del naturalista Reyes agrega: “Podemos, pues, arriesgarnos a decir y bibliógrafo norteamericano Joseph Green que Goethe viajó a América en la persona de su amigo Cogswell; las impresiones, para el conocimiento Alejandro […]”. “Casi todo une a Goethe y a Alejandro del Brasil, del coronel alemán barón W. L. von de Humboldt, y casi nada los separa”. Y continuando Eschwege y su criado Sebastián; el trato que tuvo con esta relación en Weimar con C. F. científica y humanista von Martius, el de la “El rencor que dejan en pos de entre estos dos grandes Flora brasiliensis; sus germanos, el escritor sí nuestras guerras civiles y conversaciones con regiomontano recuerda Julia de Egglofstein; nuestras luchas sociales se y su poema sobre al saltillense Carlos P e re y ra, “el ú nico calma con bálsamo de Goethe”. E s t a d o s U n i d o s americano que ha reunido en Xenias alfonso reyes procurado devolverle mansas: un amplio testimonio de gratitud”. (235-236) Tú, América, lo pasas mejor Evoca también Reyes lo escrito por Humboldt que nuestro viejo continente: acerca de la Güera Rodríguez (lo femenino ni tienes castillos en ruinas, eterno), que conocemos por Madame Calderón ni tienes basaltos, de la Barca; y la obra de Rodó, Mariátegui, Martí, ni te turban en lo interior, Bello, Sarmiento, Sierra y el “grupo de escritores al tiempo que vives, que acompañaban a Benito Juárez”. Casi al final de las inútiles remembranzas, su texto, agrega: “El rencor que dejan en pos de sí las contiendas vanas. nuestras guerras civiles y nuestras luchas sociales ¡Goza tu hora con fortuna! se calma con bálsamo de Goethe”. (238-246) Y si dan en poetizar tus hijos, Pero hay, además, un texto en Grata compañía líbrelos el hado propicio que no debe olvidarse. Es el de “Goethe y América”, de fábulas de hidalgos, bandidos y fantasmas. completado en la nueva edición de 1983. Se trata (72-77) del capítulo IX en donde Reyes se refiere a ese “apresuradísimo ensayo (Rumbo a Goethe) que, no sin Y continúa Reyes: “Pero la verdadera influencia de temeridad, envié a la revista Sur, de Buenos Aires, América sobre Goethe, a la cual sólo puedo acudir por corresponder a su invitación y por no faltar a aquí de pasada, está representada en Alejandro de la cita del centenario. De entonces acá, he añadido Humboldt, hombre también de estirpe goethiana unas cuantas referencias. Ahora, para ponerlas en y amicísimo del poeta […]”. “Siempre fue América orden, reproduzco y combino algunos pasajes de una utopía, la esperanza de una república mejor, y


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en seguirlo siendo está su sentido […]”. “Soñenos en Wilhelm Meister, dispuesto a rehacer su felicidad en el Nuevo Mundo […].” “De pie en la proa, Wilhelm Meister —Goethe— cruza los brazos, y lleno de confianza en América, contempla el horizonte”. No son menos interesantes las notas complementarias de Alfonso Reyes, las que se refieren o aluden a observaciones de críticos y lectores sobre el tema, como la de Erna Arnhold, autora de Las relaciones berlinesas de Goethe, quien en 1946 recuerda a Reyes de las intenciones de Bernardo Carlos, hijo de Carlos Augusto, duque de Weimar, de emigrar a los Estados Unidos; la referencia a los Anales de Von Eschwege,

y la residencia de Von Martius en Brasil, quien llegó allá en 1817 “en la comitiva de sabios que acompañaba a la princesa y futura emperatriz brasileña María Leopoldina, y allí permaneció hasta 1820 […]”. (77-82) Parece haber quedado asentado que el escritor mexicano Alfonso Reyes, incluso desde su época de integrante del Ateneo de la Juventud y durante toda su vida, fue un estudioso de la obra de Johann Wilhelm von Goethe, habiendo realizado apuntes, artículos, ensayos y libros sobre este personaje de la literatura germana y universal. En relación con su biografía, le atrajeron particularmente su libertad de creación; los elementos de lo lírico, lo épico y lo dramático, combinados en una saludable mezcla; un fino sentido de observación hacia el exterior e

interior de las personas y de las situaciones; un ansia incontenible de aprendizaje; el amor como sentimiento motor de la vida; un raro desprendimiento de lo material a favor de lo espiritual; y una voluntad férrea para continuar en la senda del arte. Para Reyes, Goethe es, por encima de todo, un poeta, un creador. Jamás plagia; siempre aventura en pos de una imagen estética. Es poeta en el verso y en la prosa, en el texto teatral y en la escena. Pero su poesía no obedece a pedido ni a apremio monetario, sino es resultado de la moción interior que marca lo estético como exigencia del alma. Y, finalmente, para el Regiomontano Universal existe una relación afectiva y emocional de Goethe con el continente americano, con la América Sajona y la América Latina, siendo particularmente los territorios de Brasil y Nueva España o México los más socorridos, posiblemente en virtud de su vinculación con lo latino, gracias a las lecturas de los clásicos españoles, a su estancia italiana y al barón Alejandro de von Humboldt, quien viajó a lo largo y ancho de esta fascinante América y supo comunicarle su entusiasmo por la tierra de promisión. h Referencias Bloom, Harold (2005). ¿Dónde se encuentra la sabiduría? Tr. de Damián Alou. Col. Pensamiento. Madrid: Taurus. De Riquer, Martín y Valverde, José María (1975). Historia de la literatura universal. Tomo 2. Quinta edición. Barcelona: Planeta. Goethe, Joahann Wolfgang (1974). Obras completas. Cuatro tomos. Recopilación, traducción, estudio preliminar, preámbulos y notas de Rafael Cansinos Assens. Primera reimpresión. Madrid: Aguilar. Kurz, Andreas (2010). “La ‘Carta abierta a Alfonso Reyes sobre Goethe’: ¿Un caso de irracionalismo poético?”, en Iberoamericana X, 37 (59-66). Reyes, Alfonso (1976). Obras completas. Tomo I. Primera reimpresión. Col. Letras Mexicanas. México: Fondo de Cultura Económica. Reyes Alfonso (1983). Obras completas. Tomo XII. Primera reimpresión. Col. Letras Mexicanas. México: Fondo de Cultura Económica. Reyes, Alfonso (1993). Obras completas. Tomo XXVI. Primera edición. Col. Letras Mexicanas. México: Fondo de Cultura Económica.


HHMarcos Daniel Aguilar

PEZ CON TENTÁCULOS / 2010 / TINTA CHINA

AMÉRICA, SINO DE LIBERTAD JUVENTUD

y


Andar a la redonda

Vivo mi juventud en noviazgo impaciente como el buen labrador esperando su trigo. Carlos Pellicer, “América mía” (1922)

E

n 1932 el escritor colombiano Germán Arciniegas (1900-1999) publicó su primer libro bajo el título de El estudiante de la mesa redonda. En él, este pensador de corte humanista aseguró que el pasado y el futuro de Hispanoamérica tuvo y tendrá como eje rector la búsqueda de la libertad, un valor que sólo será alcanzado gracias a sus juventudes, como lo dictara en su momento el uruguayo José Enrique Rodó a toda esta generación de latinoamericanos que le dieron forma no sólo a las letras, sino a diversos sistemas educativos y políticos durante el siglo XX. ¿Por qué Arciniegas hizo este llamado a la juventud? Parece ser que hace 80 años Germán pudo moldear en un libro todas sus experiencias e ideales sobre la transformación de América. Deseos que le llegaron desde dos polos de atracción continental; dos revoluciones estudiantiles que se encontraron en un punto intermedio del espacio y el tiempo. Pues, por un lado, Germán conoció en su adolescencia las jornadas que los jóvenes mexicanos implantaron para destronar al caduco sistema porfirista previo y durante la Revolución mexicana; pero también, el colombiano fue deslumbrado al saber sobre la organización estudiantil que efectuaron en Córdoba, Argentina, para alcanzar la autonomía universitaria en 1918. Colombia se convirtió en receptáculo de estas utopías que fueron y siguen siendo elementos de análisis para entender el pulso político. Pero muchos años antes de la escritura de este libro —el cual habla sobre la tradición hispánica por alcanzar la liberación del espíritu y la búsqueda de la justicia— este pensador bogotano fundó su propio movimiento estudiantil. Y no lo hizo solo, recibió la ayuda de un joven mexicano de nombre Carlos Pellicer (1897-1977). Colombia y México están unidos no sólo por la historia reciente, sumergida entre la violencia y el desprestigio de la política, también los une la larga tradición de intercambios culturales, como lo fue una misión mexicana a Colombia que comenzó en 1917,

hace 95 años, emprendida por un veinteañero, que aún sin libros publicados, llegó a esta nación. Carlos Pellicer, elegido por la Federación de Estudiantes de México durante el gobierno de Venustiano Carranza, llegó para entablar lazos amistosos y de reconocimiento con las federaciones de algunos países sudamericanos. Al llegar, Pellicer se dio cuenta que este país no tenía una federación de estudiantes, por lo que decidió conformar una. ¿Carlos Pellicer promotor de una asociación en Sudamérica? Así es, y lo hizo al lado de otro estudiante que a la distancia se convertiría en uno de los pensadores más importantes para la región: Germán Arciniegas. Durante sus primeras actividades en Bogotá, el tabasqueño fue invitado a dar conferencias en asociaciones civiles, como la Sociedad Voz de la Juventud, donde invitó a sus miembros a crear una federación que pudiera cambiar “el destino de América”, para contrarrestar a la llamada “afrenta septentrional”. En este discurso de febrero de 1919 se refería a la política intervencionista de los Estados Unidos, la cual no veía con buenos ojos que los gobiernos revolucionarios de México fomentaran amistades con naciones de la América hispana, pues los “yanquis, no tienen el derecho de sentirse los vigilantes”. Desde estos días la idea bolivariana y anti estadounidense de Carlos Pellicer se incrementó al compartir estas ideas con su compañero colombiano, quien en esos días también comenzaba a saber que la política yanqui estaba en contra de aquellos movimientos estudiantiles que exigían del continente un cambio en la manera de pensar y aplicar la política. Arciniegas recordaría después en su Estudiante de la mesa redonda, que durante esta campaña universitaria deseaba erradicar las “intrigas, bajezas, y vulgaridades” que los políticos practicaban, para forjar una nueva generación constituida por los jóvenes, en la que los valores de justicia e inteligencia fueran los rectores en las dinámicas sociales.


Andar a la redonda

“En el fondo, el estudiante no es sino un político. Le interesa la vida del Estado, quiere hacer un Estado a imagen y semejanza de su pueblo” germán arciniegas El bogotano decía que “sólo la juventud tiene revelaciones. A veces parecen demagogos. Levantan, sobre cajas de pino, en los mercados, sus tribunas, buscando caminos para llegar al corazón del pueblo. Y quieren apoyarse en el pueblo para volcar un sistema que condenan con todas las fuerzas de su espíritu… En el fondo, el estudiante no es sino un político. Le interesa la vida del Estado, quiere hacer un Estado a imagen y semejanza de su pueblo”. Al igual que Pellicer, detestaba que mientras en el Sur del continente se hablaba de aires de justicia, desde el Norte los yanquis se esforzaban en vender carros y créditos que a la postre endeudarían a muchas personas en la región. Por ello, durante estos discursos, el estudiante Carlos invitaba una y otra vez a “crear la federación de estudiantes colombianos, crear, como dice el artículo segundo de la Federación Mexicana, una clase estudiantil compacta, fuerte y culta, y capaz de ejercer una acción eficaz en los destinos de la patria, para trabajar en pro de nuestra felicidad”. ¿Por qué América Latina sigue siendo el mismo centro de ansiedades e injusticias desde entonces? Tal vez porque se ha olvidado el esfuerzo de estos hombres que pugnaron algún día por la unión; un conflicto que estos dos futuros protagonistas de las letras deseaban resolver. Mientras corrían los meses, la dupla continuó trabajando para formar un congreso que permitiera el alzamiento de la federación. Durante un mensaje que Pellicer ofreció en la Sociedad Jorge Isaacs del Colegio Ramírez y Araujo dijo que “debemos destruir la indolencia y la apatía en que vivimos; es urgente que nos organicemos reciamente, la acción de la juventud organizada será la que decida el futuro de nuestras nacionalidades”, y que por ello habría que observar detenidamente a ese pueblo que le ha quitado

Panamá a Colombia, el “Pirata Magno muy siglo XX”. El joven poeta había identificado que entre México y Colombia no sólo había un lazo de tradición literaria o estética, sino un dolor “provocado por el mismo ladrón”. Después de varias gestiones, hacia septiembre de 1919, el mexicano logró constituir una Asamblea de Estudiantes en Bogotá, en la que pudo presentar al fin sus credenciales. Su secretario perpetuo era Germán, y en el discurso inaugural Carlos dejó por sentado que él había llegado a trabajar, a unir a la juventud colombiana y a presentar un proyecto, como el de Simón Bolívar, de organizar un congreso internacional, en este caso de estudiantes latinoamericanos, que se llevaría a cabo en México en 1921 bajo los auspicios del entonces ministro de educación, José Vasconcelos. Para Pellicer esta misión era indispensable, ya que sabía que con una juventud organizada se llegaría al “triunfo y ella constituye la única esperanza mayor de la patria. Las juventudes organizadas de Nuestra América han empezado ya un nuevo camino de trascendental trazado”. Esta voluntad siempre estuvo ahí, ya que en su intento por pasar de la asamblea a la federación tuvo que vencer las adversidades que los egoísmos y las mezquindades políticas arrojan, pues estudiantes de jurisprudencia y de otras escuelas rechazaron la propuesta del mexicano. Al principio, todos aceptaron la presidencia de un estudiante de medicina, pero después los delegados comenzaron a faltar. Carlos Pellicer escribió en sus informes y correspondencias que ningún rector o profesor quiso apoyarlos, pero que, con terquedad y vanidad propias del veinteañero, él y Germán pudieron conformar al fin la Federación de Estudiantes de Colombia en septiembre de 1919. Carlos Pellicer recordaría así estas jornadas al lado de Germán durante su informe de labores a las autoridades mexicanas: “Arciniegas ha puesto todas sus energías y talentos al servicio de la causa estudiantil en Colombia. Desde hace tres años está trabajando por la consecución de sus fines nobilísimos. El joven Arciniegas me acompañó incansablemente en mis luchas para crear la federación estudiantil, por ser él marcadamente liberal no había fructificado en esta ciudad pecaminosamente católica… Yo he proclamado en mi discurso de presentación de credenciales el triunfo de Germán Arciniegas. A su voluntad, mayor que su talento precioso, debe la


Andar a la redonda

Debido a su pensamiento crítico, Arciniegas sería exiliado en la década 1940 por los gobiernos autoritarios colombianos; por sus ideas liberales, también Pellicer sería encarcelado después de apoyar la campaña presidencial de José Vaconcelos.

juventud de Bogotá en gran parte la organización que yo tuve la honra de iniciar y de consolidar por los grandes méritos expresados y por su gran amor y admiración por México”. Este movimiento de luchas políticas, de anhelos de libertades y comuniones universitarias sería recordado por Germán en el prólogo de su primer libro, donde escribe que en los tiempos en que era secretario de la asamblea de estudiantes se respiraba una “juventud torbellino, soplo de eterna ilusión”, momentos en que él y el mexicano se daban cuenta que sus países iban perdiendo el rumbo hacia la democracia; mientras los Estados Unidos convertía poco a poco a América Latina en una colonia económica e incluso moral. A pesar de esto, Germán Arciniegas y Pellicer querían convocar a sus colegas para no perder el sentido de la libertad, pues como dice El estudiante de la mesa redonda: “América no vende su alma: no la vende el pueblo, no la venden las juventudes, que son la América esencial”. Entonces, ¿cuál era la solución que estos dos estudiantes propusieron para el continente y para transformar la política de su generación? La respuesta la encontró Germán en las aulas de la universidad, aquel lugar “que ha de servir para que desde ella las juventudes juzguen lo que constituye el fundamento material y moral de la patria. La visión futura de la universidad es la de un gran laboratorio político, la de una empresa política con una idealidad nueva”. Debido a su pensamiento crítico, Arciniegas sería exiliado en la década de 1940 por los gobiernos autoritarios colombianos; por sus ideas liberales, también Pellicer sería encarcelado después de apoyar la campaña presidencial de José Vaconcelos. Además, el poeta de Villahermosa nunca dejaría de escribir poemas y ensayos a favor de la democracia y en contra de las dictaduras. Éste fue el nacimiento de dos

colegas en las letras y compañeros en la revolución. Después de este viaje sudamericano y de otro más que emprendería al lado de Vasconcelos en 1922, Carlos Pellicer escribiría uno de sus más célebres poemarios, Piedra de sacrificios, en cuyo prólogo escribiría Vasconcelos que Pellicer —también Germán— “pertenecía a esa nueva familia internacional que tiene por patria el continente”. El poema central, el más álgido de Piedra de sacrificios es “América mía” y está dedicado a Germán Arciniegas. Mientras que El estudiante de la mesa redonda de Arciniegas tiene una especial dedicatoria a Carlos Pellicer. Para ambos América sólo podía alcanzar un estado de bienestar a través del trabajo revelador y rebelde de sus juventudes, de aquella juventud americana que se organiza y piensa, que conoce su pasado y exalta sus emociones. Como aquellos monjes medievales que salieron de sus cátedras de teología para predicar en las plazas públicas; como esos navegantes que se lanzaron a la mar y encontraron un nuevo continente; como esos preparatorianos mexicanos que ya no quisieron más al dictador o esos argentinos que dieron su vida por conseguir sus derechos. Aquella juventud humanista es América, la que no se deja vencer por la cerrazón ni la violencia, la que crea nuevas formas de diálogo y de trabajo para humanizar la política. Porque América no es otra cosa que eso, juventud y libertad. h Referencias Arciniegas, Germán (1957). El estudiante de la mesa redonda. Buenos Aires: Edhasa. Pantoja Morán, David (2007). Antología del pensamiento latinoamericano sobre la educación, la cultura y las universidades. México: Unión de Universidades de América Latina y el Caribe. Pellicer, Carlos (2009). Carlos Pellicer. Antología. México: Cal y Arena [Colección Los Imprescindibles].


toboso

A la letra

DESIERTO P O B L A DO

HHBárbara Jacobs

Cuando Carlos Martínez Assad me tendió un ejemplar de Los cuatro puntos orientales, con la amistosa intención de que lo comentara, con delicadeza suavizó mi asombro de tímida al advertirme que no era necesario que leyera sino la parte que se refiere a la cultura y específicamente la literatura de su nuevo amplio estudio de su viejo y profundo tema, que es el Medio Oriente, con Líbano como el centro o el nido o el enigma particular del que él despega y el que siempre está procurando acabar de desentrañar. Y creo que hizo bien no sólo porque la delimitación me tranquilizó ante la no obstante magna responsabilidad de lectura a la que, no sin una sonrisa, me invitaba el autor, doctor en historia y ciencias sociales internacionalmente reconocido, sino porque de entrada me orientó hacia lo mío, que naturalmente es menos amenazante que lo desconocido, entre otras razones porque en lo mío hay más probabilidades de que yo sepa qué comentario hacer de mi lectura y, todavía más importante, qué comentarios posibles haría mejor en no hacer, en de plano callar.


toboso

S

todo se debe, o todo se reduce, orillado a recurrir precisamente in embargo, aunque a un problema de traducción, para regresar a la historia de agradezco a Martínez terreno desde el que al menos la que el Occidente, a través Assad la confianza con espero salir del enredo en el de maneras extremas, lo ha la que me atrajo a leerlo, de una que caí por mi propio pie, al no expulsado y marginado, no sin vez debo advertir que, contra haberme atenido a la indicación de paso explotarlo y pretender la sensata demarcación que de concentrarme en el capítulo dominarlo, obedece a un me hizo, y a la que yo misma dedicado a la literatura, en el problema de traducción. me acogí, y de paso contra mi intrincado ensayo titulado Los Y el hallazgo iluminador propio mejor juicio, tras leer cuatro puntos orientales. consiste en la existencia, no mi parte asignada del libro en Por cierto, como en mi de puntos orientales, sino de cuestión, me dejé llevar por la lectura furtiva y extralimitada virtudes cardinales, que también curiosidad y leí más, y pensé y de Los cuatro puntos orientales son cuatro, y que consabidamente cavilé todavía más de lo que por no encontré explícitamente a son: la prudencia, la justicia, mi bien se esperaba de mí, con qué alude el título, en busca la templanza y la fortaleza. Y el previsible resultado de que de orientación recurrí al a donde esto me ha llevado a me llené de dudas, reflexiones diccionario, ocurrencia que fue mí es a suponer que, dado que y conclusiones que, acertadas o lo que de hecho me iluminó lo el conflicto al que he aludido desacertadas, útiles o ingenuas, suficiente como para atreverme persiste, puedo deducir que comoquiera que sea constituyen a proponer que lo que el libro tanto Oriente como Occidente, el material de estas líneas. de Martínez Assad plantea de u Occidente como Oriente, Si entendí bien, el fondo del principio a fin es un problema han perdido la brújula y están análisis de Martínez Assad se de traducción. desorientados; o bien, que ni refiere, en su mínima expresión, Oriente ni Occidente, al conflicto que se ha o ni Occidente ni generado entre Oriente Oriente, entienden y Occidente por las el hallazgo iluminador lo mismo cuando en maneras extremas consiste en la existencia, el horizonte aparece a las que el Oriente no de puntos orientales, una u otra o, mejor ha sido orillado a todavía, las cuatro recurrir precisamente sino de virtudes cardinales virtudes cardinales para regresar a la contenidas, no sé si historia de la que el en todas las filosofías Occidente, a través Empecé por buscar las aunque supongo que sí, pero en de maneras extremas, lo ha acepciones del término cardinal donde definitivamente sé que sí expulsado y marginado, no sin del que supuse que el autor se encuentran es en cualquier de paso explotarlo y pretender habría partido para adaptarlo buen diccionario, ya sea éste de dominarlo. Y, en vista de que, ni o transformarlo en oriental. Y un formato o de cualquier otro siquiera a pesar de que es mía, fue cuando di con un hallazgo y en todo caso localizable en me siento para nada capaz de determinante, pues me pareció los cuatro puntos cardinales, si fundamentar esta conclusión, ni potencialmente capaz de no del Universo, al menos sí del desde el punto de vista histórico, explicar que el conflicto que planeta Tierra y de todas y cada ni del político, económico se ha generado entre Oriente una de sus nubes. ni sociológico, me permitiré y Occidente, en particular Empiezo por registrar aquí los desviarme del buen camino de debido a las maneras extremas significados de las cuatro virtudes estas disciplinas y sacarme de a las que el Oriente ha sido cardinales que Oriente y Occidente, la manga la propuesta de que


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líneas el desciframiento de un idioma universal o de traducción simultánea e inequívoca susceptible de ser comprendido tanto por Oriente como por Occidente, y tanto por el Norte como por el Sur. Me refiero al idioma de las bellas artes, que pasan de cuatro y que, aparte de la arquitectura,

son: la música, la danza, la pintura, la escultura, la poesía, la prosa, el teatro, el cine, el canto, la fotografía, el diseño, el grabado, la gastronomía, la perfumería, la cariciería... Quiero decir que los capítulos dedicados a la cultura en Los cuatro puntos orientales de Carlos Martínez Assad ofrecen ejemplos

XOLOITZCUINTLE / 2010 / TINTA CHINA

y de paso Norte y Sur, deberían tatuarse en la memoria, y de preferencia tatuárselos en el idioma universal, el idioma de traducción inequívoca y simultánea, idioma que es la clave que esclareceré al cerrar estas líneas. Prudencia: Cuidado, moderación o sensatez que se pone al hacer algo para evitar inconvenientes, dificultades o daños; saber discernir el bien del mal; Justicia: Cualidad o virtud de proceder o de juzgar respetando la verdad, así como de poner en práctica el derecho que asiste a toda persona a que se respeten sus derechos, a que le sea reconocido lo que le corresponde, o bien, a que asuma las consecuencias de su comportamiento; Templanza: Moderación en el ánimo, en las pasiones y en los placeres de los sentidos; Fortaleza: Valor para soportar la adversidad y resistir los peligros; fuerza física o moral para afrontar situaciones difíciles. Las cuatro virtudes cardinales no son los treinta artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, pero los sintetizan. Y, además, son más fáciles de memorizar. Comoquiera que sea, si entendemos cardinal como esencial, en las virtudes cardinales quedan metafóricamente registrados los puntos cardinales de dirección en el espacio, o los puntos cardinales del horizonte que sirven para orientarse. Bueno, hace un momento anuncié como cierre de estas


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de artistas, escritores, cineastas y poetas de Medio Oriente que, tengan o no fines artísticos y personales, en estos momentos están activos en la persecución de un idéntico fin común, que es mostrar que el conflicto que se ha generado entre Oriente y Occidente se debe a la falta de comprensión de los idiomas de unos y otros, y que la solución que ellos ofrecen está en el arte, que es el idioma universal, de traducción simultánea e inequívoca, a través de las distintas maneras que tiene de expresarse. Citaré solamente un par de ejemplos, que hablan por sí solos: La orquesta West-Eastern Divan, compuesta por setenta jóvenes, entre judíos nativos de Israel y palestinos nacidos en la región. Fue fundada conjuntamente por dos figuras: Daniel Barenboim (1942), el músico argentino de familia judía de origen ruso, naturalizado israelí y español y con la ciudadanía palestina; y Edward Said (19352 0 0 3 ), e l c r ítico y te ór ico literario y musical, erudito y políglota activista palestinoestadounidense, nacido en Jerusalén, educado además en El Cairo y en Estados Unidos, en donde finalmente fue un muy querido, reconocido y admirado académico durante décadas, y país de adopción en donde murió y fue enterrado. Como segunda muestra de idioma universal o de traducción simultánea e inequívoca cito a Amin Maalouf (1949), el escritor y periodista (llegó a

ser corresponsal de guerra) que nació en Beirut y cuya identidad es muestra de la traducción simultánea que vive, con la que se expresa y que habla por sí sola. Aunque su lengua materna es el árabe, escribe en francés, tan buen francés que él ha sido reconocido con el Premio Goncourt y nombrado miembro de la Academia Francesa de la Lengua. Tras la guerra civil en Líbano (1975) se exilió en Francia. Sus padres se casaron en El Cairo, en donde había nacido su mamá, de papá maronita cristiano e hijo de mamá turca. El papá de Amin, periodista, poeta y pintor, era de una comunidad melquita griega. Uno de sus ancestros se convirtió en un clérigo presbiteriano. La mamá de Amin era una férrea católica, sólida y firme. Aparte de su obra ensayística, de narrativa y poética, Amin Maalouf ha escrito varios libretos de ópera. En una cita suya que Martínez Assad recoge, sostiene: “Me siento más tranquilo en un mundo donde todo es minoritario, donde hay numerosas lenguas, numerosas culturas que se descubren, que se enfrentan, que se mezclan. Cuando me encuentro en un grupo en el que todo mundo pertenece a un mismo país y habla la misma lengua, me siento menos bien. Soy siempre minoritario en cualquier parte, ya sea por mis orígenes, por mi religión o por mi lengua. Pero estoy convencido de que esto no me margina, sino que más bien me brinda oportunidades.”*

Al recibir el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2002, Edward Said sostuvo: “Cada uno de nosotros pertenecemos a una comunidad con una tradición, cultura, idioma e ideas propias, lo cual potencia la sustancia de la que se van formando las identidades. Pero no es cierto que las identidades duren para siempre, pues la historia muestra grandes evoluciones en las identidades humanas. Ahora bien, si hay grupos o personas que pretenden ser los únicos representantes de una identidad y se erigen como los auténticos defensores de la fe; de esos únicos representantes de la historia de un pueblo, y me refiero a cualquier tipo de identidad, sea islámica, judía, africana, europea o asiática; de esas convicciones surge el fundamentalismo, que es la ausencia total de comprensión de los demás.”* Hace poco, en una ocasión pública, oí al Embajador de Líbano en México, el doctor Hicham Salim Hamdan, contar que en Beirut existe una iglesia cristiana maronita que comparte un muro con una sinagoga. Acto seguido, con evidente emoción, exclamó: “Esto es Líbano; esto somos nosotros.” Y éste ha sido el comentario que he podido hacer de mi l e c t u r a d e Los cuatro puntos orientales de Carlos Martínez Assad. h ___________ * Para su mejor comprensión, soy responsable de retocar ligeramente el español de la cita, además de una que otra interpretación del fondo. (B.J.)


toboso

Letras al margen

Tenemos que

hablar

HHEduardo Antonio Parra

H

ace años, cuando algún amigo me recomendaba una película basada en alguna novela, mi primer impulso era tratar de conseguir el libro y leerlo. Después iba al cine a ver lo que guionista, director y editor habían hecho con la historia pensada para literatura. El resultado, por lo regular, era que el filme quedaba muy por debajo de la obra original, incluso cuando la versión cinematográfica fuera muy buena. Pocas veces me topé con películas que hicieran justicia a la creación del narrador, y siempre lo atribuí a que, tratándose de un argumento y una trama concebidos para desarrollarse a lo largo de cientos de páginas, exigían del guionista un talento y una capacidad muy especiales para poder ser resumidas en un par de horas de movimiento de imágenes. De hecho, pensar en el concepto “resumir” implicaba para mí algo degradante si se aplicaba a una obra literaria. No obstante, recuerdo haber visto hace algunas décadas por lo menos dos filmes que me parecieron dignos en este sentido, adaptados de sendas novelas latinoamericanas: La ciudad y los perros (Francisco José Lombardi) y El lugar sin límites, de Arturo Ripstein. Al salir tuve la clara sensación, no sólo de que las novelas respectivas de Mario Vargas Llosa y de José Donoso habían sido respetadas y no

de Kevin había quedado fuera de la versión cinematográfica nada de lo esencial, sino que además había presenciado verdaderas obras de arte de su género. Con el paso del tiempo este tipo de hallazgos en mi acervo personal se volvieron cada vez más escasos, o quizá fui dejando de otorgarles importancia. Además, como suele ocurrir a muchas personas, mi pasión por el cine fue menguando en forma proporcional al tiempo libre para estar al pendiente de los estrenos. Sin embargo, de vez en cuando volvía a acordarme de aquel tema de la carrera de letras que analizaba las relaciones entre cine y literatura, sobre todo cuando, ya sin estar demasiado al pendiente, veía un filme que me gustaba y me enteraba de que estaba basado en una novela reciente que no había leído. Eso me pasó, por ejemplo, con El lector, novela del narrador alemán Bernhard Schlink, que fue llevada a la pantalla por el director Stephen Daldry. Mientras veía la película tuve la clara sensación de que estaba basada en una obra narrativa (no lo sabía aún), y no sólo de eso, sino de que la novela, al estar narrada por el protagonista, tendría que ser más analítica, más densa, más abundante sobre la vida interior de los personajes. A los pocos días vi la novela en una librería y la compré. La devoré casi en el mismo tiempo que dura el filme y, al hacerlo, me llené de satisfacción porque mis

pronósticos se habían cumplido: no sólo el filme era lo suficientemente fiel a la historia original, sino que la novela profundizaba ahí donde el director apenas trazaba ciertos temas y ciertas reflexiones. Creo que hasta ese momento tal combinación constituía mi ideal de las relaciones entre cine y literatura: la fidelidad al argumento, tanto en lo esencial como en los detalles que dan cuerpo a la historia, aunque debido a la extensión de algunas novelas, las películas derivadas de ellas tan sólo tracen o apunten determinados pasajes. Pero después, cuando comencé a interesarme en algunas expresiones del arte contemporáneo, mi punto de vista sobre el asunto comenzó a modificarse. En especial cuando comprendí —o creí comprender— el concepto de intervención. Es decir, si un artista visual puede “intervenir” una obra de arte clásica o contemporánea para extraer de ella una obra nueva e independiente respetando lo esencial, es decir el tema y muchas veces también su desarrollo, ejerciendo el mismo género o uno distinto para crear algo original, ¿por qué los cineastas no se abocaban a lo mismo? No faltará quien diga que ya lo hacen, o que lo han hecho siempre, y tendrá razón, pero aquí no me refiero a las versiones cinematográficas “libres”, ni a aquéllas que tan sólo extraen los simbolismos de un relato para crear un discurso algo abstracto calcado


toboso

de una novela, como lo lo que me sorprendió fue, en de regreso a casa. Desde hizo Corkidi en Deseos principio, la manera en que la las primeras escenas, la con la novela Al filo del agua, sensación que me embargó directora había jugado con fue de perplejidad: ¿qué de Agustín Yáñez, sino a contar la misma historia la estructura, violentándola es lo que estaba viendo? que se cuenta en la obra hasta lo indecible sin dejar de Al pasar de un género narrativa, respetando a otro, de un lenguaje respetarla. los pasos de la trama, y artístico a otro, el relato creando al mismo tiempo se había transformado un producto original, artístico, una de la historia. Mientras leía, tenía la en forma radical, y sin embargo obra maestra en su género. sensación de que la película me iba seguía siendo la misma historia Acaso a lo que me refiero —ni a decepcionar: ¿cómo sintetizar en con todos sus detalles. Los actores siquiera estoy seguro— sea lo que una cinta de dos horas tal cantidad no correspondían a como me hizo la directora Lynne Ramsay con de hechos, de observaciones y había imaginado a los personajes, la novela Tenemos que hablar de Kevin, reflexiones, no sólo acerca de la aunque no tardé en habituarme a de Lionel Shriver. En esta ocasión, mi historia, sino de los múltiples ellos. Pero lo que me sorprendió proceso personal fue al revés: varias temas que la integran, como son la fue, en principio, la manera en que personas en cuyo criterio confío me maternidad, la crianza de los hijos, la directora había jugado con la habían recomendado la película la cultura gringa, las relaciones estructura, violentándola hasta lo como una verdadera obra maestra, familiares difíciles, la cuestión de las indecible sin dejar de respetarla. pero ninguna de ellas me dijo que se armas, las matanzas en las escuelas, Sobre todo en los minutos iniciales, basaba en la novela de una escritora la mente asesina, las consecuencias todo lo que pasaba en el filme lo gringa, así que, aún sin verla, siempre del crimen en una familia y en una había leído yo en la novela, sólo que pensé en ella como un producto sociedad cerrada? Además, ¿cómo acomodado de diferente modo. Si netamente cinematográfico. traducir la ironía, el negro sentido del la novela era narrada por la madre No la alcancé en cartelera y por humor de la narradora aun cuando de Kevin, es decir, la cabeza se varias razones fui posponiendo tratara los temas más trágicos y nos llenaba con sus palabras, a la su adquisición en disco, pese a escabrosos en puras imágenes y protagonista de la película apenas topármela a cada rato en los puestos sonidos? Acabar la lectura fue como si se le escuchaba la voz en unos de películas piratas que abundan salir de un larguísimo túnel infernal cuantos parlamentos. Verborrea, en cualquier calle transitada. Como que uno hubiera atravesado de la silencio. Estructura lineal, tiempo seguía inmerso en la ignorancia del mano de una mujer inteligente, dislocado. Abundancia de origen del filme, tampoco la busqué culta y aguda, como si fuera la reflexiones, imágenes en silencio. en librerías. No fue sino hasta una guía de algo semejante a un museo ¿Ese era el secreto? No estoy seguro, tarde, mientras paseaba la vista por de los horrores. Una experiencia pero al concluir de ver la película una mesa de la editorial Anagrama, impresionante. Del todo satisfactoria. estaba seguro de haberme topado que ubiqué el título en la portada de ¿Y la película? con una obra distinta, original, única. un libro amarillo. Lo compré. Llegué No había pasado ni una hora de Tampoco —ya lo dije— estoy a casa dispuesto a leerlo de cabo a que cerré el libro, cuando ya recorría seguro de que eso sea una muestra del rabo de una sentada (lo que resultó los puestos de películas piratas proceso de intervención, como ocurre imposible, pues el volumen es de más cercanos a mi casa. Muchos no la en las obras de arte contemporáneo, de seiscientas páginas). Me mantuvo tenían. En el sexto o séptimo donde pero no importa. Reconozco las atrapado por unos cuatro días, lleno pregunté, el encargado me dijo que sensaciones que tuve al leer, al ver, y de fascinación por la creación de los esperara y se internó en un callejón eso es lo que me parece importante. dos protagonistas, el asesino múltiple tenebroso. Volvió a los cinco minutos Además, yo también quería hablar de adolescente y su madre, la narradora con mi copia de quince pesos. Corrí Kevin, y acabo de hacerlo. h


PEZ CON CARA / 2011 / tINTA CHINA


toboso

La materia no existe

E

ntretanto, el Viajero del Tiempo se desplaza a fantásticas velocidades por la corriente de los siglos. (Esto es verdadero siempre.) Entretanto, el Viajero del Tiempo pone en reversa su máquina. Avanzan río abajo los salmones. Alejo Carpentier desescribe hacia adelante. Entretanto, Gabriel García Márquez dice al Viajero del Tiempo que no exagere en sus cuentos pues la realidad siempre supera a la ficción. Entretanto, el Viajero del Tiempo se detiene en una noche de Edgar Allan Poe a preguntarle si el caballero con el que habla es realmente una momia egipcia. Entretanto, el Viajero del Tiempo cuenta al Golem de Praga la leyenda de Franz Kafka y Max Brod, vecinos de la ciudad, guardadores de misterios. Entretanto, el Viajero del Tiempo lleva a Pancho Villa a ver películas de los siglos 21 y 22 sobre Pancho Villa. Al salir lo ve satisfecho. Entretanto, el Viajero del Tiempo conversa con Jane Austen y reconoce que sí, de siglo en siglo la bondad llega a ser recompensada.

HHAlberto Chimal

Entretanto, el Viajero del Tiempo oye al paciente que delira en su camisa de fuerza: está contándole su propia historia, viaje por viaje. Entretanto, el Viajero del Tiempo huye de la explosión, que lo derriba y lo aturde: de pronto ha olvidado si está en Tunguska, Sodoma o qué. Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha música que no sólo no se ha subido ilegalmente a Internet sino que no se ha compuesto. Aún. Entretanto, el Viajero del Tiempo deja el siglo cuya iglesia más antigua venera a un Pequeño Pony (la Capilla Sixtina es púrpura brillante). Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha, de lejos, cómo discuten y pelean los jóvenes escritores de Pompeya. Hablan de pasión, de historia y de fuego. Entretanto, el Viajero del Tiempo mira un incendio de Roma desde lejos. No se ve a ningún emperador. Pero se oyen los gritos. Entretanto, el Viajero del Tiempo dice a Nikos Kazantzakis: —Realmente creo que debería llevar al menos una libreta. No sólo habla mucho. ¡Habla arameo!

Entretanto, en otro lugar de Jerusalén, el Viajero del Tiempo oye que el hombre le contesta: —¿Última cena de qué? ¿De quién? ¿No le dieron una dirección? Entretanto, el Viajero del Tiempo visita el siglo donde cada identidad de David Bowie preside una iglesia distinta, en guerra con las otras. Entretanto, el Viajero del Tiempo se relaja: este no puede ser el asesino en serie del que le hablaron. ¡Si trabaja de payaso en fiestas! Entretanto, el Viajero del Tiempo escucha el lamento de Homero: —No sé, no sé, no estoy seguro de nada. ¡Aquel poema en el que me basé es muchísimo mejor…! Entretanto, el Viajero del Tiempo señala a la anciana Anaïs Nin, digna y perfecta, enteramente vestida. —Sí tiene un aura —comenta Marilyn. Entretanto, el Gato del Viajero del Tiempo se deja ver, pardinegro, en otra noche —una desesperada— de Edgar Allan Poe. —Miau —saluda, como si tal cosa, entre la lluvia y el viento. Entretanto, el Viajero del Tiempo piensa en los otros sitios y tiempos que ocupa ahora mismo, mañana, siempre. Qué fatiga y qué vértigo. h


ABISMAL / 2009 / tINTA CHINA

TRABAJAR SOBRE EL ERROR


Andar a la redonda

HH Natalia Luna

D

ibujar tiene algo de automĂĄtico. No necesito pensar demasiado para

desarrollar el acto primario de

flamingo / 2010 / tINTA CHINA

hacer lĂ­neas en un papel.

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de artes y espejismos

El error da lugar a variaciones y formas imprevistas. Esto es lo que finalmente forma el dibujo.

No sé especificar de dónde vienen los patrones de mis dibujos. Algunos son muy usados, otros simplemente se revelan en el transcurso. Aprecio que ciertas personas le den un sentido lógico a mis dibujos. A mí nunca se me hubiera ocurrido. Mi relación con el surrealismo ha sido indirecta. Sólo me he relacionado con personas que entienden el surrealismo. Mi manejo del color generalmente es un desastre. No suelo bocetar. Si te equivocas al trabajar con tinta, deshacer es complicado. Trabajo sobre mis errores. El error da lugar a variaciones y formas imprevistas. Esto es lo que finalmente forma el dibujo. Un par de personas han tenido la intención de enseñarme las técnicas correctas para dibujar. Mi padre no. Fue diseñador durante gran parte de mi infancia y sabe dibujar perfectamente. Él aprecia lo que hago. Hacer arte requiere aprender la técnica, tiempo, inteligencia. Siento un profundo respeto y afecto por quienes cultivan el arte.

Si una hoja se mancha o arruga, está arruinada. Una vez que empiezo el dibujo, intento no detenerme. Si me detengo, se queda a medias para siempre. A veces me arrepiento de firmar mis piezas. Cuando puedo, elimino la firma en la versión digital porque siento que estorba. Siendo estudiante, dibujar en clase me ocasionó algunos problemas. Una vez alguien sugirió que es una forma de escuchar. Fue toda una epifanía. Dibujar es mucho más sencillo si alguien habla conmigo mientras lo hago. ¿Podríamos llamarle ilustrar conversaciones? Mi esposo dibuja oyendo música. Hemos dibujado en la misma hoja varias veces, siempre mientras conversamos, turnándonos para escuchar o dibujar. Es parecido a la construcción de relaciones. No me interesa ser artista. Me interesa vivir creativamente. Todavía no lo consigo. Entre serie y serie, pueden pasar años completos. A la fecha en que apunto esto, llevo más de un año sin tocar un estilógrafo. No temo dejar de hacerlo.

Saber que no eres bueno en algo y hacerlo de todas maneras. Eso también es ser libre.

Para mí no hay tal cosa como una fuente de inspiración, sólo desorden psicológico.

Rara vez le muestro mis dibujos a alguien por iniciativa propia.

Me gustaría que mis líneas se parecieran más a vectores, que fueran más perfectas. Al dibujar, estoy buscando visualizar el orden.

Cuando me piden mis imágenes para publicarlas, siempre digo que sí.

Con el tiempo, en mis dibujos descubro registros exactos de mi conciencia.

Es únicamente en temporadas de estrés y ansiedad cuando siento necesidad de dibujar.

Todavía no me gusta mi obra. Esto no es arte, es un archivo personal. h

ROSTRO CON RIZOS/ 2009

Más que dibujos propiamente, los míos son mapas mentales, pero llamarlos así —o de otra forma— sería inapropiado.


de artes y espejismos

HH David Torrez

HÉCTOR GARCÍA, IN Dulces mexicanos (1966) / col. particular, cortesía d.t.

MEMORIAM El pasado dos de junio murió el fotógrafo Héctor García, a la edad de 88 años, en la ciudad de México, su lugar de nacimiento el 23 de agosto de 1923. En la última década su salud se fue deteriorando a consecuencia de una fractura de cadera sufrida tras una caída provocada por una insuficiencia cardiaca y agravada por las complicaciones inherentes a su edad. Su despedida fue al día siguiente, un domingo por la tarde, en el Palacio de Bellas Artes con un homenaje de cuerpo presente organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

H

éctor García fue reconocido en vida como uno de los grandes del fotoperiodismo mexicano del siglo XX, tanto por su gremio como por el circuito del arte, aunque las tres últimas décadas no fueron suyas del todo. Su obra es producto de más de sesenta años de trabajo, abarca el periodismo en imágenes, escrito, editorial y fílmico, la docencia y el activismo por la defensa de su gremio. No obstante la suya es una obra inmensa a la espera de estudios e investigaciones que la ubiquen en su contexto real que permita revalorar su valía estética, histórica y cultural al tiempo que nos ayude a entender nuestro pasado reciente y nos lleve a apreciar, conocer, encontrar, entender al autor, al personaje, al artista: al ser humano en su verdadera dimensión.


de artes y espejismos

Como un modesto reconocimiento a su persona y las imágenes que nos legó, se redactan estas líneas. I Todos los libros sobre Héctor García cuentan lo difícil y cruda que fue su infancia, su paso por la cárcel antes de llegar a la adolescencia, su experiencia como bracero, su encuentro con la fotografía, su llegada al periodismo y cómo trasciende en él por méritos propios. Se echa de menos en esas publicaciones que se hable sobre su pasado personal (el padre o las versiones de que nació en Colombia) y que se diga también que luchó por ser un artista desde fechas tempranas de su carrera como fotorreportero (la carta de Diego Rivera al fotógrafo, donde se refiere a él como “un excelente artista” es de 1955). Tampoco está claro cómo es que se convierte en un fotoperiodista independiente, ni se ha documentado todavía la historia de su agencia FotoPress, que tuvo al menos tres sedes (Morelos 58-12, Reforma 12-503 y Rosales 26) hasta que el terremoto de 1985 provocó que acabara en el comedor de la casa familiar. Desconocemos si entre las imágenes que consideramos suyas hay, no solo de María García, como ella misma ha reconocido ya en los últimos años, sino de la autoría de Antonio Caballero, Luis Humberto González y Marco Antonio Cruz y otros nombres que pasaron por la nómina de dicha oficina. Caballero, González y Cruz son fotógrafos conocidos en el circuito del arte e incluso en los últimos 30 años le hicieron sombra a su maestro, Héctor García, como suele ocurrir con los buenos discípulos: Caballero resurgió de un largo olvido y en dos décadas logró posicionarse como artista dentro y fuera de México, González cuenta con un libro prologado por su ex patrón y Cruz es el autor de una de las fotos de los 80, quizás la más terrible, pero no por ello exenta de cierta sublimidad: el edificio Nuevo León derrumbado por el sismo del 19 de septiembre de 1985. Por cierto, un retrato a Héctor García hecho por Marco Antonio Cruz presidió su funeral en Bellas Artes. Al final de la década de los años 50 del siglo pasado Héctor García había captado ya las que muy bien pueden considerarse entre las fotografías más poderosas de su larga trayectoria: Nuestra señora sociedad, Gloria Mestre volando sobre la ciudad, Niño en el vientre de concreto


gloria mestre volando sobre la ciudad (1956) / col. particular, cortesía d.t.

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y las preferidas por el escritor y crítico de arte Jaime Moreno Villareal y la curadora de fotografía del MOMA, Susan Kismarc, entre muchas otras. Había contraído matrimonio con María del Carmen Sánchez Castañeda, María García, y era ya un empresario exitoso que apenas iba a cumplir los 30 años de edad. El impacto de la fama le pasa factura, pues, si bien en las décadas por venir capta imágenes que contribuirán a acrecentar su prestigio, ya no lo hace en igual número y calidad a las de antes de la mencionada fecha. A pesar de esto, muchas de las fotografías que se conservan de entonces echan por tierra el mito de que no sabía imprimir o que no le importaba el laboratorio, leyendas propagadas por muchos de sus colegas de la generación que siguió a la suya y que tras su muerte ahora retoma la crítica de arte. Desde los años 60 el currículum de Héctor García registra exposiciones individuales tanto en galerías como en museos, así como el ingreso a importantes colecciones públicas y privadas dentro y fuera de México. Sus fotografías aparecen en los libros de Salvador Novo esa misma década, de Carlos Monsiváis en la siguiente, en los 80 en uno de Elena Poniatowska y en otro de la Colección Río de Luz, considerada canónica en la revaloración de la fotografía mexicana y que dura hasta nuestros días, con sus altas y bajas. Ya para concluir el siglo XX, tanto el Museo Paul Getty de California como el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquieren obra suya para sus colecciones.

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ciones individuales tanto en galerías como en museos, así

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públicas y privadas dentro y fuera de México.

II En México sigue sin organizarse la exposición que permita valorar y apreciar la magnitud y valía de su quehacer fotográfico. El intento más reciente fue en 2003 por el Centro de la Imagen pero pasó con más pena que gloria. Ni catálogo hubo. Los museos de las principales ciudades del interior del país tampoco han presentado muestras individuales de relevancia. En lo anterior, sin duda, tiene que ver la personalidad del fotógrafo. El poeta Dionisio Morales lo describió dueño de “...una aparente humildad que raya en la soberbia… una arrogancia que bordea los límites de la insana modestia”. Y lo dice después de un trato que devino en una amistad que perduró por más de 40 años. Algo de esa actitud se alcanza a percibir en los artículos para la revista Gente Sur, reunidos por el ya citado


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publicaciones de esta naturaleza? Hay hasta un facsímil que llevó a cabo el Gobierno de la ciudad de México en el 2000 de la histórica publicación de Héctor García sobre el movimiento ferrocarrilero. No puede tratarse de desconocimiento, pues se contó con un equipo de profesionales, de los mejores conocedores en la materia. Juan García Ponce, el crítico de arte de la llamada

Ruptura —el momento del arte que siguió al nacionalismo y la modernidad que trajo consigo la Revolución Mexicana, donde se ubica a algunos de los artistas más importantes de nuestros días como Manuel Felguérez, Vicente Rojo e Irma Palacios (aunque esta última es parte de la generación que sigue a los dos antes mencionados)—, también se ocupó del quehacer de Héctor García pero sus imágenes se quedaron fuera de la exposición y homenaje que organizó el INBA al escritor en el 2005. III A los seis años de recibir el Premio Nacional de Ciencias y Artes de manos del primer presidente del México no priista, el panista Vicente Fox, el fotógrafo, en complicidad con su mujer, abrió en 2008 la Galería Fundación María y Héctor García en la colonia Segunda del Periodista, de la capital mexicana, a unos cuantos pasos del que fue su domicilio particular. Es un espacio privado que funciona como museo dedicado a la pareja de fotógrafos, sala de exposiciones temporales y la realización de actividades relacionadas con la divulgación de la fotografía. No se sabe a ciencia cierta qué es lo que resguarda la galería-fundación. El fotógrafo habló al respecto en 1998, un año después de empezar la catalogación de su archivo, de 600 mil negativos a partir de cuatro o cinco millones de tomas entre las que reconoció tener “mucha paja”. Durante el funeral, María García, quien fuera su esposa, se refirió al acervo al hablar con la prensa: hay más de un millón de negativos, se han digitalizado cuatro mil gracias a las becas del Conaculta, se cuenta con copias fotográficas, objetos personales y de trabajo, así como documentos y publicaciones relativas al fotógrafo. María García señaló también el tipo de homenaje por hacer: rescatar, digitalizar y preservar el archivo. Y la titular del Conaculta aprovechó el acto luctuoso para lucirse, pues hizo suya la petición de la viuda como si de un bien del Estado se tratase cuando en realidad es un patrimonio de particulares. Ojalá y con su promesa no ocurra lo mismo que con la del INBA: en 2010 anunció un homenaje nacional a Héctor García que incluía una exposición en el Museo de Arte Moderno; el artista murió, el sexenio acabó, los funcionarios están a punto de irse y de sus palabras no hay quien se acuerde ya. No hubo ningún homenaje ni exhibición alguna y se perdió

josé alvarado (1966) / col. particular, cortesía d.t.

poeta, en 2007, al referirse, por ejemplo, a la coedición de Conaculta-Turner-DGE/El equilibrista, Héctor García menciona a los autores prestigiados incluidos, señala errores y omisiones, pero olvida citar a los coordinadores y responsables de la puesta en página de sus fotografías: Alfonso Morales, Pablo Ortiz Monasterio y Paulina Lavista. Al primero se debe una de las publicaciones más completas que se han realizado a la fecha sobre la vida y obra de Héctor García; al segundo, el libro en el catálogo del Fondo de Cultura Económica; y a la tercera, hacer público el descontento por la negación de apoyos gubernamentales. ¿Cómo se justifica que su revista Ojo de 1958 quedó excluida del reciente volumen de la editorial RM sobre los fotolibros latinoamericanos, que incluye también


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extraño árbol (ca. 1950) / col. particular, cortesía d.t.

Como en toda obra de arte, en muchas de las fotografías de Héctor García se encuentra algo del alma, el aliento, al menos, de la sociedad en que se originaron por lo que es seguro que sus imágenes seguirán brindando luz, revelando misterios, sobre nuestras huellas por el siglo XX. una oportunidad de oro para corroborar con el fotógrafo como testigo si hay más de las 120 imágenes que aseguran algunos estudiosos de la fotografía mexicana que son las que nomás tiene. Si bien la Galería Fundación María y Héctor García funciona mejor que muchos de los espacios manejados por la burocracia cultural capitalina, lo cierto es que es urgente y necesario que se maneje profesionalmente y defina sus políticas a seguir con miras a garantizar su supervivencia a mediano y largo plazo. Cierto que en menos de un lustro de existencia algo se ha realizado, se ha ganado y capitalizado en experiencia, pero hay que responder a la altura de las circunstancias, a las exigencias del medio en que se desarrolla su labor, un sector cada vez más competitivo no solo en la búsqueda de públicos generales y especializados sino en la lucha por los recursos financieros para operar. IV Como en toda obra de arte, en muchas de las fotografías de Héctor García se encuentra algo del alma, el aliento, al menos, de la sociedad en que se originaron por lo que es seguro que sus imágenes seguirán brindando luz, revelando misterios, sobre nuestras huellas por el siglo XX. Una muestra de lo anterior es la fotografía titulada Extraño árbol, captada durante el sexenio alemanista. El autor la envió al II Concurso de Fotografía de Prensa en 1951-52, el certamen no se llevó acabo, pero la imagen permaneció inédita hasta que se publicó una versión de la misma, editada e invertida, en 2004, como parte de la serie relativa a los sucesos estudiantiles del 68. Nada que ver, pues se trata de un grupo de jóvenes, tal vez burócratas y curiosos, trepados sobre la fachada del Sagrario Metropolitano, que observan y festejan la llegada del entonces presidente Miguel Alemán al Palacio Nacional a su regreso de una gira por los Estados Unidos. El Extraño árbol, bautizado así en el reverso por el autor de su puño y letra, es un vintage que

contiene también una frase manuscrita a lápiz sobre el acontecimiento registrado: “llega Alemán de EU”. Al acompañar este artículo se publica ahora por vez primera en su versión original, lo que permite observar al grupo formado por nueve personas —dos se aprecian muy poco— en vez de las siete que tiene la versión que se ha publicado en dos libros como una toma más cerrada. Con la edición se integra a los humanos a lo divino de la fachada y al invertir el negativo pareciera que los retratados celebranvitorean la entrada al Zócalo de algún contingente cívico pues sus rostros denotan más jubilo que enojo. En el caso de las demás fotografías que aquí se incluyen es muy probable que se trate de la segunda ocasión, en el más de medio siglo que tienen de existencia, que se reproducen. La excepción es Dulces mexicanos que se reproduce muy mal en el folleto de la exposición a Judith Martínez Ortega por el Museo Universitario del Chopo en 2006. Se trata en todos los casos de impresiones de época.


Sobre Héctor García queda por recopilarse su paso por las revistas y periódicos locales y extranjeros, exhibir y publicar sus series fotográficas, mostrar al extraordinario retratista que fue, presentar, conocer y vivir su ciudad así como reeditar los libros donde aparecen sus fotografías de reconocidos escritores, mirar sus viajes por los países donde anduvo, regresar al mundo del espectáculo y sus protagonistas de la época que él cubrió, reunirlo y confrontarlo con los colegas de su tiempo y las generaciones actuales, determinar cómo fue su relación con el poder político, cuáles las enseñanzas e influencias de Gabriel Figueroa y Manuel Álvarez Bravo a quienes reconoció como sus maestros aunque no siempre lo hizo con el segundo; indagar en sus amores y hasta contar su historia con María que tiene mucho de pareja como la de los Álvarez-Bravo, los Weston-Modotti y los Capa-Taro. Pero el reto principal al que los herederos tienen que hacer frente ya es la profesionalización en el manejo del legado de Héctor García. Es importante delegar en especialistas los proyectos relacionados con el artista y su obra pues no deben cometerse equivocaciones y errores como los de los dos últimos libros aparecidos en vida del fotógrafo: Pata de perro y Chiles Verdes. En el primero se repite lo mismo, se deja fuera logros importantes recientes (el ingreso al catálogo de Toluca Ediciones, una colección exquisita y refinada que conjunta fotografía, literatura y diseño) y la reproducción de las imágenes es pésima. El segundo

no fecha los artículos que conforman la antología, lo cual convierte en casi obsoleto su uso entre los investigadores y estudiosos. Ambas publicaciones fueron posibles gracias a los recursos de los contribuyentes. Por último, es vital no desentenderse y ocuparse a la brevedad del mercado y atender a sus leyes de oferta y demanda, actualizarse sobre el valor económico de la fotografía, de los precios en el circuito del arte local e internacional, pero con los pies en la tierra, con sentido común y profesionalismo, pues nadie se beneficia, por ejemplo, cuando los vintages de Héctor García son más fáciles de obtener que un permiso de derechos de autor para publicar unas imágenes que, paradójicamente, fueron realizadas para esos fines: imprimirse, mediatizarse, circular masivamente. V Es mucho lo que está pendiente, lo que hay por hacer, son tareas que se llevarán su tiempo, mucho esfuerzo y un gran compromiso ético. Pero hay que empezar ya, sin demora, no solo a extrañar al fotógrafo físicamente sino a recordarlo, a homenajearlo, a hacer que Héctor García siga entre-con nosotros. El motivo ya lo señaló Olivier Debroise en Fuga Mexicana y continúa vigente hoy día: en sus fotografías “hay algo que no encontramos en ningún otro… gestos, gesticulaciones, movimientos, muchísimos movimientos”. O sea que hay vida sin fecha de caducidad. h

guillermo arriaga (1956) / col. particular, cortesía d.t.

de artes y espejismos


RETRATO CON ROSTROS / 2012 / tINTA CHINA

LA FE PERDIDA EN LAS PALABRAS

HH Kurt Lester Benze Hinojosa


miscelánea

C

uando yo estudiaba letras hispánicas en la universidad, una de las corrientes académicas imperantes ahí era la lingüística. Tomé varios cursos relacionados con esa materia, me vi obligado a dominar el análisis del discurso y me dediqué a la dolorosa tarea de descifrar los textos retorcidos de teóricos como Jakobson, Hjelmslev, Greimas, Barthes y van Dijk. Cuando terminé, no quedé tan fascinado con ellos como varios de mis maestros. Noté que los objetivos últimos en sus análisis eran un poco confusos: ¿exactamente qué es lo que querían encontrar en las estructuras de las palabras, y con qué fin? Nunca me quedó claro. Más aún, me di cuenta de que, como si pertenecieran a una especie de culto mistérico, escogían las palabras y expresiones más oscuras para decir cosas que en realidad son bastante simples. Era como si no quisieran que sus conocimientos fueran accesibles más que a ciertos círculos de iniciados. Creo que ahí fue cuando descubrí que, en la academia, la gente suele desdeñar lo que puede entender muy fácilmente. No obstante, si uno utiliza términos rebuscados para describir algo sencillo, normalmente los académicos lo aprobarán. Sin duda, es peligroso: una estupidez dicha en el estilo apropiado puede convertirse en verdad para muchas personas. Y aquí no hablo solamente sobre la lingüística, sino sobre el mundo académico en general. Es sólo que, en la lingüística, la opacidad es casi omnipresente. Más tarde, cuando llegó el tiempo de hacer mi tesis universitaria, decidí hacer un análisis de textos literarios desde una perspectiva psicológica junguiana, algo desconocido en mi escuela. Más de una vez me preguntaron por qué no escogí un estudio lingüístico, y algunos me criticaron por supuestamente hacer una tesis psicológica, en vez de una literaria. Tuve también un curioso choque con un lingüista textual de cierto renombre que una vez visitó la facultad, al tratar de explicarle mi ángulo. Ya sabía que eso iba a suceder en mayor o menor medida: cuando uno habla de psicología (especialmente de psicoanálisis), es de esperarse que la gente muestre sus defensas. Los daimones de lo inconsciente siempre son aterradores, y por eso muchos suelen construir todo tipo de objeciones en

contra de la psicología profunda. Así, defender estos puntos de vista muchas veces se convierte en una batalla cuesta arriba. Lo que más me llamó la atención en todas estas experiencias fue la seriedad extrema con que los lingüistas se toman su trabajo. Y no es que esto sea algo malo en sí mismo: al contrario, siempre es estimulante ver que alguien sienta pasión por sus estudios, y tampoco voy a negar la utilidad de la lingüística y la profundidad a la que ha llegado en ciertos casos. El problema es la actitud dogmática que muchos de ellos adoptan, la obstinación y cerrazón con que intentan reducir el universo a puro lenguaje. Y, especialmente, la falta de visión con respecto a sus objetivos finales.

De acuerdo con los cabalistas prácticos, el lenguaje divino de la creación se encuentra oculto en la Torá; si uno logra comprenderlo, podrá jugar con la creación misma.

Tal vez pueda dar una mejor idea de todo esto mediante una comparación. Cuando leí el capítulo sobre Cábala de la Historia de la filosofía oculta, de Sarane Alexandrian, me sorprendió mucho la similitud que vi entre los estudios lingüísticos modernos y la descripción que el autor hace sobre esta tradición de interpretación de la Torá. Según Alexandrian, la Cábala tiene dos vertientes principales: la especulativa, que es puramente teológica o filosófica, y solo se preocupa por la comprensión de lo divino; y la práctica, que busca descubrir los secretos del Pentateuco para, esencialmente, hacer magia con ellos. De acuerdo con los cabalistas prácticos, el lenguaje divino de la creación se encuentra oculto en la Torá; si uno logra comprenderlo, podrá jugar con la creación misma.


HLAVA (FRAGMENTO) / 2011 / tINTA CHINA

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Curiosamente, se podría aplicar una categorización parecida a los lingüistas. Por un lado, están quienes especulan con el lenguaje y crean teorías y sistemas de interpretación con pocos usos prácticos (de hecho, muchos de ellos se quedan en un plano meramente descriptivo). Como los cabalistas especulativos, a estos lingüistas les encanta crear esquemas complicados y semialgebraicos del lenguaje. La diferencia más grande entre ambos sería que, mientras que los cabalistas tienen un propósito espiritual y contemplativo, los lingüistas no parecen saber muy bien lo que buscan. Aunque quizás, en el fondo, sus objetivos no sean tan diferentes: a veces me da la impresión de que el lingüista especulativo busca tener una teofanía que le ayude a comprender su propia existencia y la del mundo que le rodea, ya que todo es, a su forma de ver, lenguaje. ¿Será que ambos buscan a Dios, después de todo? El “lingüista práctico” es igualmente interesante. Como el cabalista práctico, desea encontrar los mecanismos ocultos del lenguaje, para obtener un mayor control sobre él y, por lo tanto, sobre el mundo (ya que el mundo es lenguaje, como no se cansan de repetir). Es una forma de magia. Lo que quiere es poder y control: “¿qué si pudiera descubrir lo que opera detrás de una frase famosa, de un discurso político influyente o de una obra clásica de la literatura universal?” Sin embargo, los cabalistas nunca pudieron animar un golem. ¿Qué cabe esperar de este tipo de lingüistas? Aquí es donde, a mi manera de ver, la psicología profunda puede ayudarnos a comprender mejor la naturaleza del lenguaje y, sobre todo, nuestras limitaciones con respecto al mismo. Veamos cómo.

Para la lingüística, las palabras no tienen un sentido inherente. Su doctrina es el atomismo lógico: toda palabra puede ser reducida a unidades básicas cuasi matemáticas. El logos aparece diseccionado en elementos irreductibles, y no podemos confiar en él, ya que no es un verdadero portador de significado. Los lingüistas más ortodoxos afirman que el lenguaje se encuentra autocontenido. Y para los lingüistas textuales más modernos, que dicen haber superado el estructuralismo clásico, el significado de las palabras es un producto puramente histórico, social o cultural. En cualquier caso, la lingüística sigue buscando en el lenguaje una estructura lógica con mecanismos concretos y cognoscibles. El problema de este enfoque es que es demasiado mecanicista y objetivante. Se centra absolutistamente en el lado racional del lenguaje e intenta aplicar una ética humanística para justificar sus estudios. Por su parte, a la psicología arquetípica (estoy hablando aquí de la escuela de Carl G. Jung y su posterior desarrollo) le preocupa más la irracionalidad del lenguaje, y —si bien no niega sus elementos racionales— afirma que las palabras no sólo fueron creadas, sino descubiertas, pues son moldeadas desde lo inconsciente. La clave aquí está en comprender al arquetipo. ¿Y qué es? Los arquetipos son las imágenes en nuestra imaginación. Ellos le dan forma a nuestra mente, configuran lo inconsciente. Están ahí antes de que se forme la consciencia y, al preceder al yo, preceden también a toda racionalidad. Ellos no son el yo, pero coexisten con él de manera autónoma, e influyen en él en todo momento. Los reconocemos mejor a través de sus manifestaciones personificadas: el héroe, la gran

Los arquetipos son las imágenes en nuestra imaginación. Ellos le dan forma a nuestra mente, configuran lo inconsciente.


miscelánea

Toda esa objetivación y concretización excesivas, la idea de que es posible encontrar los mecanismos del lenguaje mediante el estudio racional, no son sólo teorías o posiciones lógicas. Son defensas psicológicas contra el componente psíquico de la palabra. madre, el dragón, el anciano sabio, el árbol que sostiene al mundo, y demás temas que aparecen en sueños, obras artísticas, mitos, leyendas, etc. Pero son más que eso. Son las fuerzas que operan en nosotros, que son más poderosas que nosotros, y que definen nuestra identidad al relacionarse con nosotros. Son ellos los que, en primer lugar, permiten la comunicación, ya que le dan forma a nuestra mente, están ahí antes de esa fantasía a la que llamamos «yo» o «consciencia» siquiera exista. Los arquetipos escogen todo tipo de vehículos para revelársenos: las imágenes, los sonidos y, por supuesto, las palabras. Quizás un poeta entendería las nociones de «arquetipo» e «inconsciente» más fácilmente que un lingüista: después de todo, él ya debe estar acostumbrado a tratar con sus musas y aquellas fuerzas que siente están más allá de él. En cualquier caso, esta psicologización (es decir, interiorización y reimaginación, la consideración de la psique como vida) nos permite recuperar la fe en las palabras. Pues, ¿cómo podríamos transmitir a otros algo de gran valor emocional, trascendente, capaz de mover lo más importante y profundo en nuestras almas, si no hubiera una fuerza arquetípica dándole sentido a nuestras palabras? ¿Cómo podríamos conducir nuestras vidas y darle significado a nuestras muertes si las palabras no ardieran y cobraran vida propia? Sin los arquetipos, las palabras estarían vacías, serían meras aglutinaciones estériles de sonidos e imágenes, sin sustancia anímica alguna. Debemos recordar siempre esta naturaleza irracional de las palabras, esos poderes invisibles que ellas transportan de una psique a otra, y que son capaces de tocarnos en lo más íntimo y desconocido. El alma y el instinto se manifiestan en ellas, y por lo tanto nunca van a estar plenamente bajo nuestro control. Este aspecto psicológico de la palabra trasciende el atomismo y nominalismo lingüístico, y le otorga sentido y significación que van más allá de las

convenciones históricas o sociales. Pero quizás lo más duro para un lingüista sea aceptar la realidad de que la palabra es imposible de comprender en su totalidad, puesto que, en lo más profundo, es gobernada por fuerzas independientes del yo. Toda esa objetivación y concretización excesivas, la idea de que es posible encontrar los mecanismos del lenguaje mediante el estudio racional, no son sólo teorías o posiciones lógicas. Son defensas psicológicas contra el componente psíquico de la palabra. La naturaleza de las palabras contiene una grandeza y una complejidad abrumadoras: pueden liberar todo tipo de fuerzas sobre nosotros, son capaces de dar rienda suelta a bestias y a demonios, de crear y sacudir fantasías, de mostrarnos y ocultarnos nuestras realidades (e irrealidades) más profundas. Por supuesto que preferiríamos simplificar su valor y sustancia. Con esto no intento desestimar la lingüística o negar la importancia de sus aportaciones. Simplemente quiero señalar (como varios ya lo han hecho) un error epistemológico —reducir su materia de estudio a modelos imaginativos herméticos— y, sobre todo, un problema de visión y actitud, que consiste en la dogmatización de sus ideas y premisas. Si en vez de hipostasiar sus teorías y considerarlas omniabarcadoras, aprendieran a verlas como construcciones ficticias —es decir, como productos de la imaginación—, entonces podrían prestarle un poco más de atención a la imaginación que les dio origen. Esto sin duda conduciría a una revitalización importante de sus estudios. Y tampoco propongo a la psicología arquetípica como un modelo absolutista: al contrario, su misma naturaleza demanda la constante reinterpretación de sus premisas, y la aplicación de una perspectiva as if (“como si”) a toda idea. En cualquier caso, sólo la utilizo como un punto de vista que intenta mostrarnos aquello que negamos y preferimos mantener oculto. h



Cauces vacíos: Armas y Letras y desierto regiomontano

Q

Título: Armas y Letras. Revista de literatura, arte y cultura de la UANL, núm. 80 Autores: Varios Edita: UANL Año: 2012

uiero iniciar no desde el principio, sino desde el asombro. Esta entrega, la número 80, de Armas y Letras me llegó mientras mastico la idea, todavía verde y poco estructurada, de un Monterrey que ha creído demasiado en su carácter desértico. Una proposición que más bien me parece construida, refiriéndose paralelamente al paisaje, al urbanismo y a la cultura. Desde el discurso de descalificación de Alonso de León contra los salvajes de esta zona, pasando por el de Vidaurri y sus dos grandes ideólogos: Manuel García Rejón y José Eleuterio González, hasta llegar a la apología del nuevo Estadio de Futbol Monterrey, el argumento del desierto ha sido esgrimido por la hegemonía —aquella que exalta el progreso como religión— generalmente para justificar la homologación mediante el exterminio. Comienzo con esta idea tal vez un poco fuera de contexto para explicar el grato asombro de encontrar en esta revista el texto “En defensa de otras cosas”, de Leticia Herrera, en el que la autora rechaza hablar “del poeta y de los bosques”: “nací en el desierto, y desconozco los nombres de los árboles y nunca me arrulló

la floresta de ninguna selva arbolada”. Acertada me parece la decisión de hablar de otras cosas, de defender otras cosas y así no caer en la tragedia bucólica de Manuel Acuña, quien embelesado con el beatusille horaciano, y con la poesía pastoril de Fray Luis a Garcilaso, se lanza a la aventura del campo, “adiós diciendo a la ciudad ingrata/[para] a caballo o a pie lanzarse a un rancho”, y terminar “cansado ya de ser tan loco y de soñar en lo que ya no pasa”. Pero es en la representación de su ser de desierto en lo que me detuve, en ese escalar de techos y bardas en vez de árboles, en su imagen del árbol ahorcado por la banqueta y de sus binoculares apuntando al seco lecho del Río Santa Catarina. Su lectura del bosque me pareció más entrañable que la de la defensa del mismo porque la suya presenta la pugna entre la ciudad y el bosque desde nuestra perspectiva urbana: rodeada de bardas y techos que ocultan la verdura en las montañas y del paisaje atravesado por ríos, más que secos, desecados. Otro trabajo provocador y apasionado en este número es “Los vasos comunicantes: México y Colombia”, de Futuro Moncada, una revisión de la fotografía que aborda el problema de la


violencia en ambos países. Analiza la representación del cuerpo en la obra de estos fotógrafos y fotoperiodistas, señala que “la significación del cuerpo en el arte evidencia las particularidades de una sociedad, las maneras de conjurar sus pulsiones y, también, las maneras de representarlas. Dichos soliloquios equivalen a un lenguaje particular que permite, entre otros asuntos, aproximarse al complejo tabú de la violencia”. Las colaboraciones de Humberto Salazar, “Armas y Letras, una larga historia”, y de Alfonso Rangel Guerra, “Dualidades en el Quijote y el discurso de las armas y las letras”, aglutinan una reflexión en torno a la revista Armas y Letras y su fundador, Raúl Rangel Frías, en el centenario de su natalicio. En el primero se hace un acucioso recuento de las distintas etapas de la publicación, se registran los directores y las plumas que en ella colaboraron. La segunda parte de la dicotomía cervantina de las armas y la letras como expresión de la teoría y la praxis, del paradigma bíblico de Martha y María, para explicar el nombre del boletín mensual de la Universidad de Nuevo León: Armas y Letras, otorgado por Raúl Rangel Frías, quien en su faceta de intelectual y de político asumió con pasión y responsabilidad ambos arquetipos. “Nieve ahí”, de Diana Garza Islas; “Cicatrices de historias”, entrevista por Rodrigo Alvarado y Roberto Kaput a José Javier Villarreal; y “Campo Alaska, una parte de nieve”, de Rodrigo Alvarado, integran una especie de dossier sobre Campo Alaska, de José Javier Villarreal, publicado en 2012 por el sello oaxaqueño Almadía.

Diana, con su voz ensayística que alcanza la temperatura de la prosa poética, en el juego lingüístico, presenta cómo el libro en el detalle: los pelos en la sopa, las mangas mojadas, y el sudor, embosca la realidad para realizarla en poesía. Rodrigo muestra al libro en esa dimensión de la creación que es la imposibilidad del decir, el pórtico ante lo imposible, que José Javier aquí enfrenta con la narratividad y la anécdota, con el “erigir de entre los escombros del recuerdo una realidad revisitada”; así lo fundamental en los poemas no es lo que se ve, sino aquello que secretamente nos acompaña una vez que hemos dejado Campo Alaska. En la sección De artes y espejismos, José Jaime Ruiz con su texto “Carbono 14: devoción y deseo” revisa la obra del pintor, ilustrador y grabador regiomontano Juan Alberto Mancilla. Para José Jaime Ruiz Carbono 14 trasciende el collage y el palimpsesto, en ella el no-objeto —el residuo, el arqueológico—, deviene en objeto espiritual: en sujeto; los objetos de uso se convierten en objetos de reuso estético, ya que transforma en “otras” a las imágenes rescatadas/ desgastadas, les da otra vida. En “Tres poemas de La esencia del viaje”, Eduardo Zambrano configura el viaje homéricocavafiano a partir de la degradación del cuerpo: así su imagen, más que esperanzadora en el goce de la ruta, es sombría: “El corazón sigue latiendo intensamente/pero no vamos a ningún lado”. La escritora catalana­– mexicana Lolita Bosch ofrece un fragmento de su novela Ahora, escribo, en la que trata el proceso de bloqueo escritural tras la muerte de su padre.

En la parte correspondiente a la traducción —labor en la que a Miguel Covarrubias, director de la revista, debemos considerar como casi un maestro fundacional en Monterrey— es importante la inclusión del poeta noruego Nils Collet Vogt como recordatorio de que a la Europa Occidental no sólo la conforman Francia, Inglaterra, Alemania y España. En las imprescindibles colaboraciones de la sección Toboso, Bárbara Jacobs reivindica la figura de los historietistas al proponer el término de imagenistas por considerarlos artistas que antes de expresar sus conceptos o emociones mediante la palabra, lo hacen a través de la imagen. Eduardo Antonio Parra reseña el libro Historias para ser contadas¸ del narrador, crítico, periodista y político nicaragüense Sergio Ramírez. Y en “Apócrifos”, de Alberto Chimal, sección de su libro El viajero del tiempo, publicado por Posdata, la paradoja lograda en el juego del viaje en el tiempo abre la posibilidad en los brevísimos textos que la conforman de alcanzar el tono del aforismo: “El Viajero del Tiempo visita/una era en que sólo se usa el/subjuntivo. No hay sino el/“hubiera”, pues. No es más ni/menos feliz que otras eras.” Armas y Letras, en sus más de 60 años, es un río que resiste, que se resume y reverbera, que aunque a veces corre oculto en su cauce arbolado, refresca y da de beber a esta ciudad que nos han dicho que es un desierto y que necesita importar agua para sobrevivir.

Carlos Lejaim Gómez Hernández


LA POESÍA EN EL CAMPO EXPANDIDO Título: Diorama Autora: Rocío Cerón Edita: UANL Año: 2012

P

ara hablar de Diorama, el más reciente poemario de Rocío Cerón, quisiera comenzar con un rodeo. Uno que tiene que ver con el nombre del libro. El diorama en los museos está íntimamente asociado a la vista, a la idea de colección, así como al problema de la representación de la naturaleza y de la cultura. Describiré algunos aspectos centrales de los dioramas para luego incurrir en un salto hacia una poética que se expande fuera y dentro del marco de este dispositivo y sus adjetivos, una poesía operando en el campo expandido. Hablar de un diorama es describir animales disecados sobre un paisaje de fondo pintado, tiempo estático, detenido en el polvo y en los siglos. Un diorama es un fragmento, es una visión que condensa, corta, segmenta, detiene; es una invención decimonónica que da cuenta de una representación de la naturaleza. Su historia como dispositivo de exhibición se remonta, en su forma moderna, a los museos de historia

natural. ¿Por qué el diorama sigue conservando una gran fuerza como recurso espacial? ¿Por qué pervive en el imaginario colectivo —recuerdos de infancia frente a los animales del ártico, osos polares en dos patas, venados de mirada vetusta y perdida, leones en actitud de caza, cadena alimentaria en acción? Su poder visual le viene no únicamente de su impacto y poder como herramienta museográfica imperante, sino que está vinculado con la noción de escena, con la teatralización de la realidad, en su textura casi fotográfica, una mezcla esquizoide entre el adentro y el afuera, entre lo real y lo ficticio. Crea un pacto con lo ilusorio y lo natural —entendido como la realidad—, una ficción dramática, lo bidimensional y lo tridimensional. El fondo curvo es la visión monocular, la escena que calza con la vista del ojo humano. Control total de lo que se ve, producción ocular del conocimiento; su centro está en la experiencia retiniana, parte de que la vivencia del mundo sólo puede ocurrir en la

asepsia del museo. En los dioramas se mezcla la corporalidad de la visión humana, el reflejo del pelaje de un animal muerto, el ojo de vidrio, la flora plástica, la nieve de unicel, el pigmento y el óleo produciendo horizonte. Crea un acuerdo entre el espectador y el museo, uno en el que la realidad es una representación sin la cual no se puede vivir; maquinaria productora de sentido y conocimiento. No basta con nombrar en latín, describir el reino plantae, phylum con precisión y fineza; poner el escarabajo verde y amazónico, abierto a seis patas detenido por delgados alfileres en una vitrina. Ver, ver, ver. Analizar, nombrar, observar, exhibir, ver, recrear. Éste es el pacto. Pero Diorama es también un sonido, nudo y amasijo, un conjunto de sílabas, un nombre y a través de los nombres se dice el fragmento. Diorama es la respiración que avanza sobre el trozo de paisaje, animal disecado, taxidermia lingüística. Es un poema, un conjunto de fragmentos y versos escritos por Rocío Cerón, que desde una poética inscrita en el borde hace uso del recuento y el delirio, impulsado por el deseo de la palabra poética. Las clasificaciones exhibidas en los dioramas parten de una recolección compulsiva de objetos que se acumulan y ordenan; compulsión simbólica. El lenguaje por su parte también se recolecta, se junta, se ordena, se exhibe. Cortical. Subcortical. Formas y representaciones. Pulsación de fuerzas. Vibración. (((( ))))

Ocurre en la vibración de los poemas de Cerón un eco, el de la obra de Dulce Pinzón, quien realiza una serie


de fotografías también en torno a los dioramas; los interviene y utiliza el escenario de un museo para crear nuevas imágenes. El trabajo de Pinzón se compone de bodegones, naturalezas muertas, cultura popular en vitrina y un diorama vacío. Hay de igual manera una última fotografía: Cabeza de pájaro (2011), síntesis y abstracción de los bodegones y dioramas. La cabeza de un pájaro azul detenido por la rama gruesa de un árbol, el fondo absolutamente negro; la única dimensión es la del ave disecada detenida por el brazo arbóreo. Esta imagen que emerge del diorama, se convierte en el ave penumbra de la que habla Rocío Cerón. Sonata que retumba en dormitorios: ylospájarosentraronenloslabios, mandala aural. Ave fauce. Hipodérmica. Ave espacio. Aurora boreal. Sistema. El más hermoso. Ave celofán. Erguida. Macizo de calta palustra. Ave foso. Metal vajilla. Ave ópalo. Ovillo púrpura. Red y plumaje enterrados en sangre.

El fraseo poético va nombrando al mundo, va avanzando sobre sus vectores y ensoñaciones, va marcando y colocando tachuelas en el territorio, como en el caso del poema “13 maneras de habitar una esquina”. Compuesto de versos segmentados en trece secciones, ocurre en un punto fijo, en una situación entre calles, como si la autora mirase desde ese lugar y entonces avanzara sobre el territorio y las cosas. Estos fragmentos tienen como referenciahomenaje el poema de Wallace Stevens “Trece maneras de mirar un mirlo”, en donde cada escena, cada

momento está a articulado en torno a un único sujeto: un mirlo. Hay otro aspecto que me parece relevante destacar en torno a Diorama, que menciono antes de manera escueta, la idea de tachuelas en el territorio. Desde mi perspectiva, Rocío Cerón parte de una fuerte raigambre en la geografía, el territorio, el cual está habitando por una flora y una fauna, a veces dicho desde la geopolítica, a veces a la manera de un viaje y un recorrido. En Cerón el tránsito y los lugares están atados a la vista, pero no desde la distancia óptica del diorama de museo, en la medida en que en su poesía aparece también la escucha y la memoria del cuerpo. El rumor que genera Rocío Cerón a partir de la profusión del lenguaje, que se derrama como borbotón, es el del cuerpo, su acontecimiento, acción en sitio, ser-en-el-mundo. No obstante, resulta central señalar que la producción poética de Cerón no vive sólo en la hoja, en el signo textual. Sino que se derrama fuera de la página, se convierte en un poema en situación, acción poética. Nuevamente en el filo, en la compañía de artistas sonoros y videastas produciendo el ambiente para que la escena surja, poema-instalación, una ventana, una vitrina de película invisible donde está sucediendo el poema, la música, el animal herido, el ritmo, el cuerpo; el poema ardiendo en deseo, el mismo del que parte la acción de coleccionar, nombrar, ordenar. La escritura poética es así el recuento rítmico de un territorio, una escena y un sonido. Es el silabeo compulsivo del sujeto hacia el mundo, ese que es voluntad y representación. La obra poética desplegada en Diorama se antoja sonora, es el ritmo del cuerpo que aparece en cada

frase, volcadura de lo corpóreo en la escritura. Hay también en ella una textura visual, que apela a un camino andado en trabajos previos, tales como Tiento (2011) e Imperio (2008), tanto por la palabra que ocurre como por su expansión. Rosalind Krauss, teórica fundamental en el arte contemporáneo, describió el tránsito de la escultura hacia la instalación y la forma en que ello generó una desestabilización de la idea misma de escultura. Para ella el campo expandido se genera cuando las categorías que sustentaron a la escultura hasta entonces se ven transformadas. Considero que una operación similar se encuentra en esta poética, que si bien no abandona el origen textual se expande, permite ser problematizada, traducida e incorporada a otros lenguajes, incluso diría que puede ejercerse y decirse a partir de un quiasma, es decir, donde logra fundirse con el trabajo de otros artistas. Ciertamente hay en América Latina un largo camino andado en lo que a poesía experimental se refiere. No se trata entonces de revisitar tardíamente esos lugares, sino de proponer cruces, acercamientos interdisciplinarios que generen nuevas lecturas. Rocío Cerón, poeta y performer produce y forma parte de una poesía que está sucediendo y buscando operar en el campo expandido. Toda obra plástica, visual o poética genera preguntas. Termino aquí con una pregunta para Rocío Cerón: ¿Cuál es el pacto al que convoca la poesía con la realidad, el lenguaje y el deseo? ¿En qué momento se rompe el pacto, cuándo se crea? ¿Se colecciona o acumula el lenguaje? ¿Quién dice al mundo? Amanda de la Garza


El infinito que puede ser el cielo o el infierno

64

Un título enigmático que atraviesa la novela de Abraham Nuncio, como enigmático es su contenido amoroso entre dos mujeres confundidas entre sí por el aura de la mitología griega, dos diosas: Artemisa, una cazadora hija de Zeus, habitante de montañas y amante de hombres; otra Selene, luz y oscuridad, luna llena y media luna, quienes aparecen en la obra desdobladas y unidas en un mismo tiempo. El tejido narrativo nos revela dos ciudades, dos entornos sociales: Monterrey y la ciudad de México.

TÍTULO: 64 AUTOR: ABRAHAM NUNCIO EDITA: UANL AÑO: 2011

Sus claroscuros muestran los estereotipos de los grupos sociales, de las familias, sus creencias y costumbres ceñidas por lo económico y lo cultural, relatos de quien vive y conoce ambos mundos, de quien se obliga a decir: “Nosotros salimos de Monterrey, pero Monterrey no sale de nosotros.” La ciudad siempre presente a través de sus montañas, la Sierra Madre con su tejido de picos y cordilleras, La Huasteca como espacio de enigmas y encuentros que deja entrar en un mismo juego las relaciones amorosas y los rituales. Sin faltar los recorridos a las colonias ubicadas en la periferia de la ciudad, “lugares prehistóricos” marcados por la pobreza y las carencias sociales, la enfermedad y las deformaciones excluyentes, verdaderos espacios abandonados a su suerte. Artemisa será la guía de los recorridos por comunidades marginadas, quien en su calidad de antropóloga conoce ya los sitios y anda en búsqueda de hallazgos, descubriendo una serie de rostros para su acompañante el fotógrafo. Con asombro decía “Monterrey es una ciudad pesada”, alguien “ha planeado una guerra contra la vegetación y a favor del calor”; la contestación no se hacía esperar: “si alguien pregunta acerca de esta conspiración, la respuesta es fatal: fuentes de trabajo y oportunidad de inversiones.”

El narrador transita por distintos entornos sociales, conocedor de las miserias y grandezas de una región marcada por la desigualdad y la pésima distribución de la riqueza, por un espíritu pragmático dedicado a la producción económica y a sus procesos. La novela establece un continuo diálogo con su mentor, un diálogo en forma de diario temporal donde le pide encontrar las claves que él no ha sabido descifrar, ofreciéndole “contarle todo” en un intento de rescate de la memoria para sí mismo, un viaje identitario que le permita saber quién es y acumular las experiencias que se viven entre la vigilia y el sueño hasta devenir en una revelación de lo propio. No podía ser de otra manera, tratándose de un ser marcado por la fotografía del padre que desea conservar las imágenes como testigos de la historia y de sus vivencias y amoríos, hasta descubrirse en una de ellas en la revista Hola al lado de Artemisa como el fotógrafo Juan Isla. Los personajes se fusionan en un juego de espejos, Selene es Artemisa y la una es en la otra. Aparecen y desaparecen como reflejos luminosos en el tiempo, es una y son dos, se muestran y se ocultan. También los acontecimientos históricos se entremezclan unos como realidad y otros en imágenes:


las inundaciones del río Santa Catarina, Pancho Villa entrando a caballo en lo que dicen era el vestíbulo del Hotel Ancira, la calle Hidalgo, El Obispado, la Isla del Padre, la Coyotera, hasta el terremoto de 1985 en la ciudad de México. La lectura de la novela plantea la intriga por el significado del 64 que asalta a la imaginación en cada paso y mantiene el interés acerca de si existe una relación con el Kama Sutra o con el I Ching, el 8x8, la Cábala, al final el mentor ofrece algunas claves que intentan ser aclaratorias. “Te confío que me sugeriste un estudio del número 64: 64 son los escaques del ajedrez, 64 las artes que implica para la mujer

la práctica del Kama Sutra y 64 las modalidades de la unión sexual; 64 son también los hexagramas del I Ching. Sólo faltó que te enviaran de regalo un tratado sobre el ADN (…) o bien sobre la Cábala.” Al final subsiste la metáfora del infinito: “El infinito que puede ser el cielo o el infierno. Y algo más: seis y cuatro suman diez: el número perfecto.” Alejandra Rangel sábado-madrugada del lunes, septiembre Hay alguien que hace meses intuyó mi necesidad: Alfredo, sí, el delirante del grupo. Siempre se pitorreaba de quienes, como Bloody, todo lo convertían en sistemas, que en Monterrey se ha vuelto tópico tan inevitable como el calor. Tú decías que no habías conocido a nadie más libre que Alfredo: su delirio consistía en el goce de una autonomía espiritual desbordante, en una suerte de crónica y

en sus fantasías vinculadas al azar que, de repente y con una frecuencia envidiable, cobraban realidad. A veces pensábamos que su delirio consistía en ser demasiado rico; otras, que su inconciencia era el equivalente de la gracia jansenista. Un día me llamó por teléfono: —Soy de la Agencia Promotora de Turismo Religioso. Usted ha sido el feliz afortunado de nuestro premio anual Reviéntese la Semana Santa en Sevilla. Como fingía la voz, al principio no lo reconocí; pero su carcajada lo delató. —Alfredo. —Lo que te dije es cien por ciento verdad, salvo lo de la agencia y el premio. Pero el feliz afortunado eres tú. Me hice de dos boletos Houston-MadridHouston. Uno es tuyo. Nos espera un convertible semideportivo que ya renté y tengo hechas las reservaciones de hotel en Sevilla. —Estoy hasta arriba de trabajo. —Qué bien, pero el descanso es parte del trabajo. Si te invito es porque deseo que sigas trabajando en la forma enajenada como sé que lo vienes haciendo hace meses. Ya sabes, tengo mis chismosos que me ponen up to date de cómo anda la raza. —Tengo demasiadas cosas pendientes, no sabes. —En Semana Santa el único que tiene cosas pendientes es Jesús. Espera que lo crucifiquen, ¿o ya te olvidaste de la costumbre? Dime si eso no es tener cosas pendientes. De 64, pp. 186-187.

LA ESTOLIDEZ DEL PODEROSO Título: Fábulas del poder. Fables of Power Autor: Abraham Nuncio Edita: UANL Año: 2012

D

os columnas levantan el edificio que constituye Fábulas del poder. Una, la perspicacia con que se advierten los recovecos del poder, sus argucias, sus astucias. Otra, la palabra artística con un poderío que le permite emerger del hondo estanque del didactismo. Y conste que aún no sabemos si fue primero el penacho enrojecido de una gallina coronada, o si por el contrario resultó primero el pálido huevo del discurrir preciso y aun elegante. Sea lo que haya sido, Nuncio se mueve en este universo con la soltura y el denuedo de quien advierte en las convivencias sociales del pasado o del presente ciertas constantes que logran

mantenernos en un alerta crispado y permanente. Y como en toda serie de fábulas que se precien de ser lo que son, los animales actúan acordes al orden pasional y racional de los humanos. De vez en cuando se rompe esa condición y aparecen —desempeñando papeles centrales— la lengua, la espada, la bota, unas monedas, los ascensores, la razón, el látigo, el Estado. Con todo, es una madre quien, por ejemplo, asume el inmenso dolor de sacrificar al primero de sus hijos para así salvar al segundo de ser consumido por el poderoso —e insaciable— felino de oscuras y doradas rayas. “Favor con favor se paga” se titula ese par de páginas


equiparables a la decisión que tuvo que adoptar una sapiente madre en la pantalla cinematográfica. Con un solo gesto, estos seres femeninos condenaron —y salvaron— de la muerte a sus vástagos entrañables. Ciertamente, la historia que hemos referido es una historia espeluznante. ¿Y adónde se fue la moraleja? La inevitable conclusión de la fábula tradicional no desaparece en las historias contadas por Abraham Nuncio, no se declara según la regla ancestral, no es obvia. Vamos, campea en las breves y aun

brevísimas narraciones de este libro la inveterada estolidez del poderoso que no descansa hasta ser señalado como todopoderoso. Sin embargo, temblorosa, la esperanza pervive al fondo del cofre sobado una y otra vez por víctimas crédulas a retazos… e inermes.

Miguel Covarrubias Por decreto Molesto con las demás especies del reino animal por no plegarse al ritmo de su respiración y de su siesta, el león mandó aniquilarlas a todas con sólo un par de excepciones: los camaleones y las hienas. Los camaleones le habían dado reiteradas pruebas de ser fiel espejo de su aparato respiratorio y de

REVISTAS Y SUPLEMENTOS CULTURALES

INCLUYENTES O NO TANTO

S

in lugar a dudas fueron las revistas literarias o, en sentido más amplio, culturales, el bastión idóneo desde donde Octavio Paz ejerció sus funciones de adalid de diversos grupúsculos e intentó influir sobre la opinión pública en asuntos domésticos e internacionales tocantes a la política y la economía. Dos dominios en apariencia dispares e incomunicados: la creación artística y las posturas ideológicas. Estas últimas, amparadas en intereses humanísticos amplios por disciplinas tales como la historia, la sociología, la psicología, la lingüística e incluso

la antropología, se amalgamaron en el quehacer como crítico y analista —con mayores tendencias hacia la doxografía o la franca propaganda, que hacia la verdadera reflexión o episteme— en la persona de este preclaro poeta y en momentos lúcido ensayista. José Joaquín Blanco, quien también reconoce las grandes dotes literarias de Paz, en su Crónica de la poesía mexicana (1979) recoge una idea ya expuesta desde las páginas de La Cultura en México, a partir de 1976, año precisamente en que Paz y su equipo —como respuesta ante el golpe en contra de Excélsior y Julio Scherer— dejarían la redacción de la revista

sus humores; las hienas, aunque no dejaban de irritarlo, le eran necesarias como testigos de su decreto y también como servicio de limpia. De Fábulas del poder. Fables of Power, p. 42.

Causa de muerte Tras una larga jornada de trabajo, el lápiz yacía sobre el escritorio sin que nadie aparentemente pudiera perturbar su descanso. De repente se escuchó una detonación seguida de un estrépito en la puerta de entrada. El lápiz apenas tuvo tiempo para estremecerse cuando ya se hallaba encañonado por un par de revólveres. “Aquí te mueres, infeliz”, dijo el de más grueso calibre. “¿Por qué me matan?”, preguntó el lápiz. “Porque escribes, hijo de puta”, le respondieron al unísono las dos armas mientras lo acribillaban. De Fábulas del poder. Fables of Power, p. 66.

Plural: “Lo no rescatable, en cambio, es el Paz-espadachín, el mandarín autoritario que se rodea de cortes serviles, exige veneración y se aísla en actitud de desprecio a lo que no le rinda pleitesía”. Tiempo después, en ocasión de una polémica sostenida con Carlos Monsiváis, Paz aludiría a Blanco como un perrito incontinente que orinaba en sus zapatos. Antes de Plural (octubre de 1971-julio de 1976), Paz había prohijado otras publicaciones periódicas que, a falta de ulterior financiamiento, duraron relativamente poco. Entre ellas figuraban Barandal (1931-1932), Taller (1938-1941), Cuadernos del Valle de México (1933-1934) y El Hijo Pródigo (1943-1946). En 1937, justo un año antes de fundar Taller, dos acontecimientos cruciales se suceden en la vida de Paz: el primero es que el presidente Lázaro Cárdenas lo envía como maestro de escuela a Mérida por espacio de seis meses y el segundo es la invitación a asistir al Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura en Valencia. Tenía 23 años y se trataba


de su primer viaje intercontinental. Las relaciones que hizo entre colegas, el posterior impulso de su carrera diplomática por parte del Estado, sus posiciones ideológicas que se movieron de la izquierda hacia la derecha (con lo arbitrario y convencionales que resulten estos términos), todos estos son aspectos decisivos que fraguaron —en forma más bien temprana— en la vida del autor. Fijar las posturas de Paz en el dominio de la política es adentrarse en un terreno accidentado y polémico. Como en el caso de Carlos Fuentes, la relación con el Estado mexicano era una cuestión de familia para Paz, con la salvedad de que los suyos habían sido más bien patricios reaccionarios (el abuelo, Ireneo Paz, un liberal decidido y director del diario La Patria durante el régimen de Díaz; el padre, seguidor de Emiliano Zapata). Desde 1943, tras disfrutar de la beca Guggenheim y haber pasado una temporada en la Universidad de Berkeley, Paz ingresó en el servicio exterior representando a México en Estados Unidos, en el consulado de Los Ángeles. En 1968, ante los

TÍTULO: Plural en la cultura literaria y política latinoamericana. De Tlatelolco a “El ogro filantrópico” Autor: John King Edita: Fondo de Cultura Económica Año: 2011

sangrientos sucesos ocurridos en Tlatelolco, se vio obligado a presentar su “baja manteniéndose a disposición” —a fin de no perder der ec hos g rem i a l es — c om o embajador hallándose en la India. Más tarde aceptó una invitación de la Universidad de Harvard, es desde allá que dirigirá —sirviéndose del teléfono y el correo— la revista Plural, a través de su primer jefe de redacción, el poeta y ensayista Tomás Segovia, quien durará en el puesto tan sólo un año, debido a las altas exigencias de Paz. El papel, la tipografía, la administración dentro de la revista —en realidad el suplemento cultural de un diario— con la dirección del periódico, todas estas eran cuestiones problemáticas. Paz rechaza los estándares periodísticos que pretenden imponerle, por ejemplo, el que las ilustraciones tengan un peso semejante o incluso mayor que el texto, o bien, los entresacados de frases en tipografía mayor para dar realce (creando groseras repeticiones y provocando énfasis que alteran la intención original del autor y cosas de este jaez).

John King, de la Universidad de Warwick, durante los ochenta entró en contacto personal con Paz. Más tarde, ya muerto el poeta y seducido por una jugosa beca de la fundación Octavio Paz, fatigó los archivos de la biblioteca de la Universidad de Austin y pergeñó una obra titulada The Role of Mexico’s Plural in Latin American Literary and Political Culture. From Tlatelolco to the “Philanthropic Ogre” (Palgrave Macmillan, Nueva York, 2007). En 1986 King había llevado a cabo el estudio más amplio, realizado hasta el momento, de la revista Sur (1931-1970), destacando el papel primordial que ejerció el financiamiento por parte de Victoria Ocampo, culta y exquisita mecenas. En agudo contraste era la situación en México, donde el Estado, “el ogro filantrópico”, era el que proporcionaba los fondos y también —llegado el momento— retiraba los apoyos. Dividido en seis capítulos, el libro sale al mercado hispánico con el título de Plural en la cultura literaria y política latinoamericana. De Tlatelolco a “El ogro filantrópico” en traducción de David Medina Portillo (marido de la poeta Malva Flores quien es autora de otro volumen sobre la siguiente y última revista de Paz y jefe de redacción de la revista Literal quien era, al parecer, el candidato idóneo para llevar a buen término este proyecto). Los capítulos abarcan Paz (1931-1968), el nacimiento de la revista, la política nacional e internacional ahí retratada, la crítica de arte y literaria, los poetas y prosistas cuya obra se vio favorecida en la revista y, para concluir, un atisbo en los primeros dos años de Vuelta. El plan del libro es claro, la realización es ágil, incluso amena, lo cual es sorprendente por tratarse de un académico que se propuso


ofrecer un recuento personal, casi a manera de crónica, acerca de su descubrimiento y fascinación con esta revista que, de acuerdo con él propio King no le va a la zaga a Sur, Orígenes e incluso Revista de Occidente. La traducción del libro —en general— está bastante bien, aunque no exenta de ciertas fallas que podrían designarse como sistémicas, pues son comunes de hallar en otros libros de la misma casa editora o de editoriales en español de otros países o incluso en otras lenguas. Cosas como no considerar —además de la lengua en que está escrita la obra que se va a traducir— otras lenguas en las que se realizan referencias o se citan nombres de lugares o personas. La transliteración a partir de otros alfabetos, especialmente el cirílico en el caso del ruso, aunque también el chino y el árabe, presenta un reto. Algunas de estas singularidades se encuentran desde el original y otras, las más —dicho sea con verdad— se producen a lo largo de la traducción. Francas calcas o imitaciones de giros propios —casi diríase privativos— de la lengua de origen pueden apreciarse por medio de los siguientes ejemplos: “Cada pocos minutos, el teléfono sonaba insistentemente” (p. 26). Every few minutes es una expresión que bien pudo haber sido vertida de otro modo: Con intervalos de pocos minutos, el teléfono no cesaba de sonar. “Sobre el dilema de la revolución y la función social de la literatura, el año 1975 pudo significar un punto de inflexión definitivo en el pensamiento político de Vargas Llosa” (p. 187). Un “punto de inflexión definitivo” es —en un español algo más universal—un momento crucial o un viraje decisivo. Es evidente que se trata de una expresión tomada en préstamo de las matemáticas, en particular del cálculo

diferencial e integral, inflection point or point of inflection. “Ortega coordinó el suplemento dedicado al centenario del nacimiento de Eguren, el poeta peruano (Plural, 35, agosto de 1974), que sería el único, junto con el de la poesía concreta brasileña, dedicado a temas culturales latinoamericanos (no mexicanos), a pesar de los mejores esfuerzos de Paz por planear ediciones sobre más países de la región” (p. 195). About other countries in the region es entre naciones hermanas o países vecinos. Es como la expresión tomada del derecho anglosajón, to give someone the benefit of the doubt, que ocurre en el texto, la cual no debería ser traducida a la letra, sino más bien mediante la frase “otorgando sin conceder”. “En contraste con el humor misántropo de Deniz, el suplemento resultó muy atractivo, con imágenes de un álbum familiar” (p. 249). Misántropo es un sustantivo, si bien puede aparecer en aposición al lado de otro sustantivo, es mejor referirse al humor arisco o huraño de alguien, sirviéndose de un simple adjetivo. Estas observaciones —por otro lado demasiado sutiles y por tanto discutibles— se refieren a la traducción del inglés al español, sin embargo, en portugués, por ejemplo, se van cosas de acentos como las siguientes: Antonio Candido [Antônio Cândido] (p. 248), en el índice analítico aparece como Cándido, Antonio (p. 331), o bien Lucio [Lúcio] Costa (p. 71 y 332). En francés las erratas se suceden desde nombres de personas a editoriales como “Nöel [Noël] Bernard” (p. 251 y 330) y “editorial de Seuil” [Éditions du Seuil], —justamente al frente de ellas estuvo por largo tiempo François Wahl, el compañero de Severo Sarduy, colaborador frecuente de Plural—, hasta en frases enteras,

un epígrafe de Rayuela, que Cortázar tomó de una ocurrencia o boutade de Jacques Vaché a André Breton: “Rien ne vous tue un homme comme d’être oblige [obligé] de representer [représenter] un pays” (p. 67). “Tras este prospecto de introducción [tentativa de presentación] con la crema [y nata] de la avant garde [avant-garde, en francés y en inglés con guion] en la costa este” (p. 119) y mission civilizatrice [civilisatrice] (p. 101). Vayan ciertos reparos con el uso vago de preposiciones, omisión de artículos y otras peculiaridades con adjetivos: “Ángel Rama, quien colaboró [en] varias ocasiones en Plural” (p. 167) debería ser en varias ocasiones, o bien, varias veces; en una cita de Juan Goytisolo, otro de los colaboradores extranjeros habituales: “en un mundo de buenos y malos digno [de] una película del Far West” (p. 98); “¿Cuáles fueron los acontecimientos [en] Cuba que pudieron causar esta ruptura ideológica?” (p. 98); “su desencanto gradual de [con] Cuba” (p. 160); “su particular interés por el movimiento de [la] poesía concreta brasileña” (p. 193); “en octubre de 1967, el aún embajador de [en] la India se expresó con entusiasmo sobre la expansión creciente de la cultura de [durante] los años sesenta” (p. 85); “la literatura es siempre un testimonio permanente de insatisfacción con [ante] la vida” (p. 189). Algunas de éstas son cuestiones de gusto, pero no siempre es el caso, e incluso existen otras erratas elementales que aquí no se comentan. Los nombres rusos resultan en verdad exigentes: Solzhenitsyn, Alexandre [Aleksandr en ruso, no en francés] (p. 341); Sajarov [Sájarov], Andrei (p. 173, 177 y 340); Trotsky [Trotski], Leon [Lev o León] (p. 38,


167 y 342); Yevtushenko, Yevgeny [Yevgueni] (p. 343); Stravinsky [Stravinski], Igor [Ígor] (p. 55 y 341); Madelstam [Madelshtam], Nadezhda (p. 174 y 356); Breznev [Brézhnev], Leonid (p. 158, 164, 168 173 y 330); Beloff, Angelina (p. 330) es aceptable porque así se naturalizó ella en Francia, el nombre original en ruso es algo distinto, Angelina Petrovna Biélova, a quien por cierto se alude a propósito de la correspondencia “dirigida a su antiguo amante, Diego Rivera” (p. 311). Esa artista gráfica rusa fue la primera esposa legítima del pintor Diego Rivera; se plantea si en la traducción, o el original acaso, no se incurre en cierta vaguedad. El polaco Leszek Kolakowski [Kołakowski]; el alemán de origen judío húngaro Gerzo [Gerszo], Gunter [Gunther],

así aparece en el Índice (p. 334) citando errado el número de página de referencia, en vez de 228, señala el mismo 334 (en la 228 el apellido está correcto al menos); José Lino Grunewald [Grünewald] (p. 247 y 334); Luise Gluck [Glück] (p. 250 y 334); Hugo Bánzer [Banzer] (p. 162), en el índice aparece bien (p. 329); Ramón Llull (p. 336) es Ramon Llull en catalán y Raimundo Lulio en castellano; y el más curioso de ellos por tratarse de alguien ampliamente conocido en los medios culturales de México, Sylvia Fuentes [Silvia Lemus] (p. 309 y 334). En la bibliografía, para efectos de unificar criterios, los subtítulos de libros, tan frecuentes en las obras de académicos, pueden ir separados del título principal por medio de un

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simple punto o bien de dos puntos; en este último caso, la primera letra del subtítulo va en altas, no sólo en inglés, éste es también el uso en español. Plural fue una revista que contó con colaboradores mexicanos de la talla de Juan García Ponce y Salvador Elizondo (juntos habían hecho la revista S.Nob con el crítico de cine Emilio García Riera, un experimento que Gustavo Alatriste sostuviera por un tiempo), Julieta Campos, Ulalume González de León, Gabriel Zaid, José de la Colina y otros, casi todos estos más jóvenes y a quienes sin lugar a equivocaciones aludía José Joaquín Blanco como “cortes serviles”, se sumaron al proyecto y se convirtieron en legión en el caso de Vuelta (19761998). Eso sin mencionar los grandes nombres extranjeros, de los cuales,


algunos como Julio Cortázar debieron padecer el desdén y la sospecha por parte del “mandarín”, a causa de su adhesión al régimen de Castro. Tachados de globalifílicos, lacayos imperialistas, agentes encubiertos de la CIA, naturalmente en la maledicencia de sus detractores, Plural y Vuelta habrían de prosperar e incluso perpetuarse en su putativa heredera, Letras Libres al lado, desde luego, de otras señeras publicaciones como México en la Cultura y La Cultura en México, La Revista de la Universidad (en sus distintas épocas) y la Revista Mexicana de Literatura, Diorama de la Cultura y Revista de Revistas (ambas publicaciones hermanas del grupo Excélsior), Siempre y Diálogos las cuales, precedidas por las de los grupos más antiguos y pioneros como El Ateneo de la Juventud y Contemporáneos, conformaron el perfil del siglo XX en México. Incluyentes o no tanto, cada una de estas revistas dejó una huella. Por ello es importante continuar con la reproducción facsimilar en papel de las más importantes de ellas, un proyecto que iniciara en vida José Luis Martínez —en los umbrales de la digitalización e indexación inminente del acervo integral de la humanidad—; si dicha tentativa resulta aún viable o no eso es algo que tendrán que decidir las generaciones venideras, así como ofrecer el juicio definitivo acerca de las controvertidas posturas políticas de Octavio Paz que, en ocasiones, se extendían a aquello que se conoce como política cultural, donde igualmente pudo haber aciertos y errores. Raúl Olvera Mijares

Ante el ocaso del periodismo impreso

R

équiem por Gutenberg: se trata de un libro con una fuerte carga autobiográfica y escrito con estilo periodístico, en un cruce de caminos entre el ensayo, la crónica y el relato. Daniel Salinas Basave es un escritor intenso, apasionado, comprometido, que se implica vivencialmente en lo que narra, y en este libro se percibe de principio a fin, a pesar de momentos de humor y de sátira, un fuerte tono de elegía, de tristeza, melancolía y carga dramática propia de la música de un réquiem. Es posible destacar, en una primera ojeada, el manejo de imágenes, metáforas y alegorías en torno precisamente a la agonía

y la muerte: suicidio, eutanasia, funeral, sentencia, cadalso, cáncer, muertos caminantes, inyección letal, moribundos, santos óleos, ataúd, epitafio, tumba… Y no es para menos, Daniel nos está hablando de la agonía y muerte de su propio oficio de periodista, el cual ha desempeñado por años, cada vez más consciente de que se inició en esta carrera justo cuando “el cáncer ya estaba diagnosticado, si bien la metamorfosis aún no generaba sintomatología”. Por eso advierte que “el tema da para vestirlo con traje de tragedia griega”. (p. 16) Daniel va revisando de manera sintética a través de su texto la historia de la escritura, de la

T Í T U LO : RÉQUIEM POR GUTENBERG A U T O R : D A NIEL SALINAS BASAVE EDITA: INSTITUTO DE CULTURA DE BAJA CALIFORNIA AÑO: 2012


imprenta, del periodismo, del Internet y de la serie de inventos que han ido marcando el progreso tecnológico de la Humanidad. Cuestiona a los futurólogos por sus aventuradas y erradas predicciones, como por ejemplo el hecho de que —contra lo profetizado— la música grabada no mató a los conciertos en vivo, ni la aparición de la televisión hizo desaparecer a la radio. Destaca en la historia de la escritura, la importancia de la creación de la imprenta, que marcó un hito en la civilización de Occidente y tardó cinco milenios en aparecer, mientras que el lapso de tiempo transcurrido entre Gutenberg y el surgimiento del Internet es mucho más corto: cinco siglos. Al comenzar a hablarnos de la agonía que sufre el periodismo, Daniel reconoce una innegable contradicción: está escribiendo en papel y letra impresa sobre la muerte de la misma. Y señala a la tecnología como “asesina serial”. Y él, como autor, se coloca en la posición de testigo de esta muerte anunciada. Si consideramos su involucramiento personal en el tema sobre el cual escribe, es interesante observar la doble vertiente que ofrece: por un lado nos presenta datos concretos y estadísticas de un fenómeno específico (el ocaso de los periódicos), así como algo de teoría de la comunicación y de futurología. Y por otro, nos narra algunas de sus vivencias personales como reportero, un testimonio que mantiene cierta imparcialidad con respecto a los datos duros, pero que no puede ni quiere evitar la toma de postura ante tales hechos. El mismo Daniel reconoce que su texto “pretende ser un ensayo, aunque en realidad

tiene mucho de testimonio y adolece de toda esa inevitable carga de subjetividad inherente a los relatos vivenciales” (p. 13). Por ello, además de los análisis más amplios y de las críticas concretas, aparecen en esta obra breves historias intercaladas —algunas figuradas, otras verídicas— muy al estilo del actual periodismo de investigación, que difícilmente se queda con la pura teoría o los datos duros, sino que siempre ofrece una narrativa que engancha con una trama y unos personajes concretos para ilustrar el tema y volverlo ameno y humano. Así, la parte autobiográfica va entremezclándose en este ensayo, y nuestro autor va hablando en primera persona en muchos pasajes, contándonos sus vivencias de reportero, de ahí las anécdotas y casos concretos de su historia en Monterrey y Tijuana, y de los periódicos en donde colaboró: El Norte y Frontera. En el trasfondo, como si fuera un leit-motiv musical constante de este réquiem, escuchamos vibrar las notas de un profundo amor al periodismo, a la lectura y a la letra impresa. Por lo que se refiere al periodismo, aparece también y quizás por lo mismo una fuerte crítica a “la codicia y falta de visión de quienes administran como un negocio” (p. 17) algo que tendría que ser manejado con más visión, respeto a los lectores y mucha mayor creatividad que la demostrada. Porque si bien es cierto que ha sido la “daga cibernética” la que ha herido de muerte a los periódicos impresos en el mundo, sus directivos “optaron por la eutanasia con dosis de aburrimiento y falta de imaginación. El suicidio de los periódicos se concreta cada que intentan competir

con Internet utilizando sus mismas armas.” (p. 9). A pesar de ese suicidio lento, sostiene que “los periodistas, como la hierba mala, no mueren nunca”. Y es que al revisar el hecho obvio de que el predominio de Internet impone la necesidad de la edición en línea, sin embargo hay ahí una transformación más profunda que captar: “La verdad es que la revolución de Internet va mucho más allá de una forma de empacar o presentar las noticias. En la superficie, la metamorfosis es del papel a la pantalla, pero en ello va implícita toda una transformación en el rol y el quehacer del periodista profesional, compitiendo con millones de bloggers y navegantes de redes sociales.” (p. 18). Menciona que el deterioro y los riesgos parecieran mayores antes con los textos impresos en papel (y ahí está como muestra el terrible incendio que acabó con la Biblioteca de Alejandría), pero lo cierto es que la modernísima tecnología con sus computadoras, e-books, kindles, iPhones y demás equipo electrónico, enfrenta también serios peligros, con todos esos virus, hackers y daños físicos que pueden ser incluso más letales que los que amenazan al libro impreso. Es curiosa la observación sobre la similitud que encuentra entre la lectura frente a una pantalla y la del antiguo códex con sus pergaminos enrollables: en ambos casos es discontinua y fragmentada. Daniel hace constantes juegos de imaginación, basados en datos reales. Compara el pasado con el presente y hace luego una prospectiva hacia el futuro, y va recreando personajes, relatos, circunstancias, posturas en un caso similar (por ejemplo el del


reportero con sus utensilios del oficio en las diversas etapas de la historia del periodismo), comparación que saca a relucir las semejanzas y las diferencias, y que busca rescatar tanto lo esencial compartido a través del tiempo, como lo accesorio cambiante que caduca. Como periodista que es, va pasando revista a una serie de hechos, datos, fenómenos; menciona nombres de países, de los grandes periódicos, de autores de teorías y saca sus conclusiones: el proceso es irreversible, y los periódicos desaparecerán del todo cuando se resuelva la extraña paradoja de los costos y ganancias de la publicidad. Es evidente que ningún diario vive de sus suscripciones sino de la publicidad, pero en la actualidad, los grandes periódicos tienen una cada vez más importante y leída edición en línea, mientras el tamaño de los periódicos impresos va menguando. Sin embargo, los anunciantes se resisten a pagar publicidad en Internet, y los lectores a que se les cobre por esa lectura. Cuando se rompan esos paradigmas, morirán los diarios impresos, y destaca una posible excepción: los tabloides que se especializan en notas policiales, fotografías morbosas, deportes y chicas con poca ropa, pues llegan a un público sin acceso a Internet. Daniel es un ‘bloggero’ consumado, que defiende con denuedo la libertad y el anarquismo de la ‘blogósfera’. Tanto él como los jóvenes de su generación están perfectamente adaptados a la inmediatez y velocidad del Twitter, y son ya creadores algunos de la incipiente ‘Twitteratura’. En cierto sentido, Daniel tiene un pie puesto en cada uno de los dos mundos. Por eso puede

apreciar las bondades del Internet y su comunicación inmediata, pero lamentarse de las barbaridades que escriben los jóvenes cibernautas, con su nuevo idioma de horrores ortográficos, abreviaturas y léxico paupérrimo. Con todo, reconoce que al menos están escribiendo textos e intentando comunicarse por escrito, si bien predomina “la total ausencia de profundidad y concentración, triste marca de nuestro tiempo”. (p. 75). Porque a pesar de la hiperconexión en que viven los jóvenes en la actualidad, es palpable también esa superficialidad, dispersión y vacío, de manera que si bien prevalece una escritura continua a través de los sitios como Facebook, Twitter y demás redes sociales, y es más que evidente el obsesivo apego a sus computadoras, iPads y teléfonos celulares, lo cierto es que el ‘homo videns’ que preconizó Giovanni Sartori va ganando terreno con gran velocidad. Se van imponiendo imágenes, figuras, iconos y videos, sobre los textos, cada vez más breves, casi taquigráficos. También hay humor en las páginas de este ensayo: desde la sutil ironía, pasando por el tono burlón y la sonrisa picaresca tan mexicana, hasta llegar al sarcasmo acre. Es muy transparente Daniel, no le gustan ni emplea retorcimientos, eufemismos ni diplomacias. Con todo, esa manera abierta y tajante, muy al estilo norteño, no es virulenta, sino que —desde mi punto de vista— posee un dejo de inocencia infantil y de reto adolescente. En sus líneas, expone y se expone, muestra parte de su historia personal, desnuda su alma y capta con palabras un lamento que por momentos suena desesperanzado

y hasta quizás nihilista. Ahí se nos presenta Daniel como un Sísifo de nuestros días, arrastrando una inmensa piedra cuesta arriba, con la clara conciencia de que habrá de volver a derrumbarse y él tendrá que comenzar de nuevo. Compara y extrae interesantes conclusiones de dos momentos claves en la historia del periodismo y de la comunicación por Internet: Watergate y el Washington Post en el primer caso, y Wiki-Leaks de Assange en el segundo. Y a continuación viene uno de los análisis más profundos de esta obra, que lleva a Daniel a mostrarnos en qué mundo estamos viviendo en la actualidad, develando con fría exactitud a nivel nacional ese “gran teatro de horrores y obscenidades” que padecemos en México (y nos lo ilustra con algunos casos muy sonados en los medios, como por ejemplo el del asesinato de la niña Paulette y el del accidente de Mouriño). En esta nueva etapa, los periodistas compiten por la atención del público con ciudadanos comunes, cibernautas y ‘bloggeros’ para informar y comentar los sucesos más diversos, y con frecuencia, ‘se roban el show’, acepta con sinceridad Daniel, que es periodista y bloggero a la vez. Atrás de esto capta en el ambiente esa actitud ávida de novedades y de morbo, como si todo fuera un reality show, así se trate de las peores tragedias y desgracias. Siempre va “la marca del escándalo, de la fugacidad y la intrascendencia, todo absurdo puede ser posible.” (p. 139) La velocidad y universalidad del Internet multiplica las noticias en la pantalla y envía en instantes información de todo tipo, continua y cambiante, a millones de seres


humanos. Sin embargo, nos asegura Daniel que el tirano en turno del sistema no pierde el sueño ante esta situación. ¿Por qué? Y aquí viene una fuerte y considero que muy acertada crítica: porque sabe que no pasará nada, pues “el público escandalizado olvidará pronto y pedirá a gritos el siguiente espectáculo, que puede ser el video de una sesión de tortura a cargo de sicarios del narco, o la fotografía infraganti de un actor homosexual con su amante. Al final, en el gran reality show del Apocalipsis, hasta los cuatro jinetes acaban transformados en comediantes.” (p. 140). Es decir, se ha perdido la capacidad de asombro y de indignación. Pero no todo es destrucción y desolación en este panorama que vemos desfilar ante nosotros. Daniel

concede que se salvarán o al menos serán los últimos en desaparecer las ediciones conmemorativas en papel para lectores mayores de edad, y los tabloides, y con sentido humorístico, comenta que los periódicos no sólo tienen un valor emotivo y nostálgico para quienes nos acostumbramos a leerlos con el desayuno y una buena taza de café, sino que todos hemos sacado provecho de ellos “para sacar manchas, para encender asadores y para envolver recipientes en las mudanzas. También para cubrir ventanas, fabricar sombreros y para usarlo de alfombra en la jaulita del hámster.” (p. 89) . En cuanto al libro, reconoce que pueden convivir los ‘kindles’ y demás artefactos electrónicos con los libros impresos en papel, a los cuales reconoce utilidad y

funcionalidad en muchos aspectos, y por supuesto utiliza por practicidad. Pero proclama que su apego por el libro como objeto de colección — apego que califica de ‘fetichista’— no desaparecerá nunca. En síntesis, me quedo con las frases finales donde Daniel sella su pacto de amor a los libros y la lectura, porque comparto plenamente su sentir: “Por más que las estridentes sirenas de la modernidad canten loas a los Kindle, habremos algunos aferrados sectarios que llegaremos al final de nuestros días con un libro de papel bajo el brazo. Vaya, algo me hace sospechar que ese objeto inseparable, compañero fiel por el que la vida ha valido la pena ser vivida, ha firmado un pacto con la eternidad.” (p. 170) Patricia Basave Benítez


autores

Marcos Daniel Aguilar (Ciudad de México, 1982).

Alberto Chimal (1970). Sus libros más recientes son

Editor de la gaceta Cariátide y columnista de Relatos e historias en México, Punto en Línea y Rúbrica de la UNAM y La Jornada Semanal. Es coautor del libro Facciones, ensayos sobre Alfonso Reyes, editado por la Universidad Veracruzana.

El último explorador (2012) y El Viajero del Tiempo (2011). Es conocido también como practicante y estudioso de la escritura digital y mantiene el sitio web: www. lashistorias.com.mx

Coral Aguirre. Narradora, dramaturga, ensayista. Coordinadora de la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL y maestra en el Colegio de Letras de la misma entidad. Ha merecido premios nacionales en México y Argentina, y el Premio a las Artes de la UANL.

Julio César Félix (Navolato, Sinaloa, 1975). Director

Patricia Basave Benítez. Licenciada en letras por

el ITESM. Doctora en filología hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Ofrece cursos, talleres y diplomados en desarrollo humano y logoterapia. Es maestra, investigadora y facilitadora de grupos de humanidades y desarrollo humano en diversas instituciones. (Monterrey, 1983). Licenciado en letras hispánicas por la UANL. Actualmente es docente en la Universidad Regiomontana.

Kurt Lester Benze Hinojosa

(Saltillo, Coahuila, 1978). Licenciada en letras españolas por la Universidad Autónoma de Coahuila. Premio Nacional de Poesía Tijuana 2009. Ha publicado Polvo doméstico (2009). Actualmente trabaja en la Universidad Autónoma de Coahuila.

Claudia Berrueto

(Monterrey, 1972). Poeta, ensayista y promotora cultural. Maestra en ciencias con especialidad en lengua y literatura por la UANL. Es Directora de Difusión Cultural de la Universidad Metropolitana de Monterrey. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde 2012. Ha publicado Naturaleza muerta (2011) El filo de la playa (2007) El efecto (2006) y Poemas del árbol (2009). Gabriela Cantú Westendarp

Miguel Covarrubias (Monterrey, 1940). Poeta, ensayista y traductor. Ha obtenido el Premio de Traducción de Poesía del INBA y el Premio a las Artes de la UANL. Este año, 2012, apareció su más reciente libro, El traidor II (UANL/Aldus), serie de traducciones de poetas franceses y alemanes.

de la revista de literatura y crítica cultural Acequias de la Universidad Iberoamericana Torreón. Ha publicado De noche los amores son pardos, Al sur de tu silencio, De lagos, lagunas y otras danzas, Desierto blues, Imaginario de voces, Mis ojos el fuego y En el Norte ya no hay playas. (Monterrey, 1930). Escritor y periodista. Su obra literaria incluye cinco libros de poemas: Primeros poemas (1949), Amor, ensueño y lágrimas (1949), A la estrella vacía (1951), Solar poniente (1953) y Otro mundo, otro amor (1960). Es además autor de El quinto reino (1965), considerado por Juan José Arreola como el primer libro de relatos de ciencia ficción escrito en México. Ramiro Garza

Amanda de la Garza (Monclova, 1981). Es curadora,

historiadora del arte y poeta. Trabaja como curadora asociada en el MUAC. Es editora en el proyecto independiente Tabasco 189 Ediciones. Su vida se divide y se junta en la frontera entre las artes visuales y la poesía. Carlos Lejaim Gómez Hernández (Monterrey, 1986).

Colabora en el departamento editorial de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria y en la editorial independiente An.alfa.beta. Ha publicado ensayos y reseñas en las revistas Interfolia y An.alfa.beta. (Monterrey, 1989). Egresada de la Facultad de Artes de Visuales de la UANL. Premio Nacional de Poesía Jóvenes Escritores Guillermo López Muñoz 2013. Redactora y correctora de la revista online Blancopop.

Natalia Luna

Bárbara Jacobs (Ciudad de México, 1947). Ensayista

y narradora, celebra este 2012 el aniversario XXV de su novela viva Las hojas muertas (Premio Xavier Villaurrutia 1987). Su libro de ensayos más reciente es Leer, escribir (UANL, 2011).


(Monterrey, 1944). Maestro en letras españolas por la UANL. Cultiva el ensayo, la reseña y la biografía. Es autor de diez libros y profesor en la Universidad de Monterrey, donde imparte, entre otros, los cursos de literatura mexicana y literatura universal del siglo XIX. Es miembro del SNI de Conacyt, Nivel I. José Roberto Mendirichaga

Ensayista, narrador y traductor, ha colaborado en Tierra Adentro, La Tempestad, Casa del Tiempo, La Jornada Semanal, Luvina, La Palabra y el Hombre. Autor de Puntos cardinales (2003). Raúl Olvera Mijares.

Eduardo Antonio Parra (León, 1965). Narrador y

ensayista. Por el relato breve “Nadie los vio salir” ganó el Premio de Cuento Juan Rulfo 2000. Fue becario de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation en 2001 y del Sistema Nacional de Creadores de Arte. (Monterrey). Licenciada en filosofía por la Universidad de Monterrey (UDEM) y maestra en metodología de las ciencias por la UANL. Ha sido miembro del Consejo Consultivo y de la Junta de Gobierno de la UANL, presidenta del Consejo para la Cultura de Nuevo León y presidenta ejecutiva del Consejo de Desarrollo Social de Nuevo León. Ha publicado De mujeres y otros cuentos (1989), La marginación urbana en Monterrey (1990), Mujeres y ciudades (1992), Desde la penumbra (1996). Alejandr a R angel Hinojosa

Licenciada y profesora en letras (UBA). Actualmente es ayudante de 1° de la Cátedra de Literatura Latinoamericana I a cargo de la doctora Beatriz Colombi (UBA) y becaria doctoral de CONICET.

Mariana Rosetti.

David Torrez. Curador y crítico de arte, consultor en

arte, investigador en artes plásticas, editor de libros de artista, promotor cultural y periodista. Ha publicado en Luna Cornea, Alquimia y Planeta. Vive y trabaja en la ciudad de México.



BIENVENIDO / 2012 / TINTA CHINA Y COLLAGE





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