Armas y Letras 88-89

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88-89 Cómo, un recuerdo Domingo de pascua, travestis / JOSÉ F. A. OLIVER / 6

TOBOSO A la letra: canción con palabras / BÁRBARA JACOBS / 55

La escritura en cartas / Armas y Letras recuerda a DULCE MARÍA GONZÁLEZ (1958-2014) con una selección de entradas de su blog Ficticia, bitácora que mantuvo de 2004 a 2014, en donde la autora reflexiona en torno al acto de escribir y la relación entre escritor-escritura-lector. / 11

Letras al margen: Escribir en épocas de barbarie, ¿para qué? / EDUARDO ANTONIO PARRA / 61

La materia no existe: El arte del misterio / ALBERTO CHIMAL / 64

Escritura y cuerpo: centrifugalidades / ROCÍO CERÓN / 17 DE ARTES Y ESPEJISMOS

Tres poemas / ALEIDA BELEM SALAZAR / 19 Así lo dijera Juan Gelman / En este breve ensayo, MIGUEL COVARRUBIAS ejemplifica cómo en la obra de Gelman figuran la retórica y el desmembramiento, arcaísmos y argentinismos, diminutivos y neologismos, conjugaciones atravesadas y atípicos compuestos, la lengua de casa y la palabra que se niega ser sólo zumbido. / 22 Cuatro poemas / SALVADOR OLGUÍN / 26 García Márquez: Apuntes de memoria sobre el palabrero mayor / J. J. JUNIELES / 30

La forma indisciplinada: el arte del collage de Ari Chávez / ROCÍO CERÓN / 66

Apuntes sobre la serie Militarismo y represión de Melecio Galván / Armas y Letras presenta algunas de las ilustraciones que forman parte de esta serie realizada en 1982 por quien es considerado el mejor dibujante mexicano del siglo XX. / ROCÍO CÁRDENAS PACHECO / 72

MISCELÁNEA Sergio Pitol: El otro ajeno y el otro propio / VÍCTOR HUGO

Flotando / HAKAN KOMETA ÖZKAN / 37

MARTÍNEZ / 76

Dos poemas de [Bosquejos para] Una poesía del deseo/ [Sketches for] A poetry of desire / ÓSCAR MASCAREÑAS / 39

Radiografía del campo editorial en Monterrey / ¿Cómo funciona el campo editorial en la ciudad? ¿Por qué sin importar el desalentador porvenir económico o la inseguridad surgen cada día proyectos nuevos? JOSÉ PULIDO MATA, editor, comparte en este breve ensayo su reflexión en torno a la discusión sobre el panorama local de la edición. / 80

ANATOMÍA DE LA CRÍTICA El humanismo en Alfonso Reyes / ALBERTO ENRÍQUEZ PEREA / 42

CABALLERÍA

ANDAR A LA REDONDA José Vasconcelos y la Reforma de Córdoba. El fracaso revolucionario / El sueño de Vasconcelos de romper las barreras entre directivos y alumnos se diluyó hasta llegar al culto por los títulos universitarios y a la simulación de un poder, adquirido por el acaparamiento de los saberes que se crean, desarrollan y mueren en las aulas. / MARCOS DANIEL AGUILAR / 48

Renacer con estilo en cada nuevo número / LIZBET GARCÍA RODRÍGUEZ / 85

Raúl Rangel Frías: un hombre de su tiempo / ISABEL ORTEGA RIDAURA / 88

Reescribir un relámpago / EDUARDO GARCÍA MANRÍQUEZ / 91


La obstinada batalla de la memoria / VÍCTOR BARRERA ENDERLE / 93

Todo depende del cristal con que lo mires. 33 sirenas, otro símbolo de los pájaros del deseo / MINERVA MARGARITA VILLARREAL / 97 Universidad Autónoma de Nuevo León Dr. Jesús Ancer Rodríguez Rector Ing. Rogelio G. Garza Rivera Secretario General Lic. Rogelio Villarreal Elizondo Secretario de Extensión y Cultura Dr. Celso José Garza Acuña Director de Publicaciones Mtro. Miguel Covarrubias micovas@icloud.com Director editorial Lic. Jessica Nieto Puente editora_armasyletras@yahoo.com Editora responsable Lic. Nohemí Zavala nohemizav@gmail.com Asistente editorial Lic. Verónica Rodríguez veronica.rz@gmail.com Diseño Armas y Letras. Revista de literatura, arte y cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León no. 88-89, octubre 2014-marzo 2015. Es una publicación trimestral, editada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Dirección de Publicaciones de la UANL. Domicilio de la publicación: Casa Universitaria del Libro, Padre Mier 909 pte. esquina con Vallarta, Monterrey, Nuevo León, México, C.P. 64000. Teléfono: + 52 81 83294126. Fax: + 52 81 83294111. Editora responsable: Jessica Nieto Puente. Reserva de derechos al uso exclusivo No. 04-2009-061817570300-102, ISSN en trámite ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Licitud de título y contenido No. 14,918, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro de marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial: en trámite. Impresa por: Serna Impresos, S.A. de C.V., Vallarta 345 Sur, Centro, C.P. 64000, Monterrey, Nuevo León, México. Fecha de terminación de impresión: enero de 2015. Tiraje: 1,500 ejemplares. Distribuido por: Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Dirección de Publicaciones de la UANL, Casa Universitaria del Libro, Padre Mier 909 pte. esquina con Vallarta, Monterrey, Nuevo León, México, C.P. 64000. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Prohibida su reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del editor.

EN PORTADA: CORRESPONDENCIA #6, COLLAGE ANÁLOGO, 2013. (DUOTONO)

Impreso en México Todos los derechos reservados Copyright 2015


POESÍA

Cómo, un recuerdo * ¥¥  JOSÉ F.A. OLIVER

(Traducción del alemán al español por Ricardo Bada)

cómo hoy ya no sé cómo el combate cómo de largos los asaltos cómo él cómo padre aquel nombre cómo pronunciaba aquel nombre en español cómo antes de acostarse cómo él el despertador cómo se levantó cómo me despertó cómo me hice adulto cómo ser adulto un par de asaltos cómo África en el cuarto cómo madre aún dormía cómo él su cerveza cómo él en camiseta cómo él con cada golpe cómo los comentaba cómo él a mí cada golpe cómo cada golpe cómo cada golpe un hacerse adulto

*  Título original: “wie, eine erinnerung”, en: José F.A. Oliver, finnischer wintervorrat, Gedichte, Suhrkamp, Frankfurt a.M. 2005.


POESÍA

cómo la imagen en blanco y negro cómo él los grandes héroes cómo nosotros los grandes héroes cómo él mi gran héroe cómo más tarde se fue al trabajo cómo él a madre todavía

... / COLLAGE ANÁLOGO / 2012 / FRAGMENTO EN DUOTONO

cómo me revolvió el pelo cómo de noche cómo yo de noche adulto cómo cada golpe cómo cada golpe un hacerse adulto cómo Muhamad cómo Muhamad Ali anticipó cómo terminaría el combate


POESÍA

domingo de pascua, travestis [cuartetas de abril] ¥¥  JOSÉ F.A. OLIVER

(Traducción del alemán al español por Ana Blázquez Ubach)

chocolate vestido de papá noel la cruz gotea mazapán & retales de nieve. Ante la ventana anida Ostara * en tempranas flores de cerezo su blanco reciente cuarteado por el tiempo el follaje es joven y apuesta frases / verde algodonado / un cuarto solar hecho a mano [excéntrico como abril / veraniego como abril] obliga a las flores flor arriba / alcanza el deseo de los altares de mayo. Entonces se dice uno a gritos y feliz en casa / : feliz. Las nubes son

*  N. de la T.: Jacob Grimm difundió este nombre como el de la diosa germánica de la primavera (Ostera, Eostre) y atribuyó el origen de determinadas tradiciones como la de los huevos de Pascua (Ostereier) a reminiscencias de su fiesta, que se celebraba durante el solsticio de primavera, coincidiendo con la actual Pascua cristiana. Su nombre tiene la misma raíz que Pascua en inglés y alemán (Easter, Ostern). Sin embargo, hoy se pone en duda que existiera tal diosa en la mitología germánica.


POESÍA

puertas de camarote. Por allí salen los muertos al azul / que vienen todos juntos del mar & son completamente negros. Los jugadores humanos trapichean apresuradamente en la mesa del conejo con el dolor de los brotes : 1 jugador apuesta por áfrica, ese todavía quiere puntos. [Demasiado tarde]. Las maderas nobles son negociadas / las cifras de víctimas contingentes el exilio es papel usado. La palabra como los huevos de pascua descolorido el idioma / sapos y culebras, que saltan y suben a la vida. Que saltan y se descuelgan de la vida & están echados a perder ya hace mucho tiempo. Alguien baraja “dignidad & humana”. Como cartas : [1 subjuntivo de casualidad]. El agua escupe amargura / indiferencia & incluso el cielo : barbecho. Los niños otean nidos. El mundo no es un escondite / de la mesa del conejo cae entonces una piedra. Desde la piedra clava sus


POESÍA

ojos un bebé ángel con su espada. La tumba / las tumbas

están en off. El día, 1 camada de racimos de hortensia, que se evaporan desnudos. También ellos en imagen / surrealistamente “qué a gusto se nada en el mediterráneo”


FOTOGRAFÍA: ÓSCAR DAVID LÓPEZ

LA ESCRITURA EN CARTAS * ¥¥DULCE MARÍA GONZÁLEZ

(in memoriam) LA ESCRITURA EN CARTAS

Porque la escritura es una carta, siempre.

a J, sobre la necesidad:

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í, hay toda una diversidad de posibilidades de vivir la literatura. A veces pienso que si pudiéramos dejar de escribir, si pudiéramos no escribir y de todos modos seguir viviendo, lo haríamos encantados de la vida (quizá nos dedicaríamos a ser felices sólo por el hecho de respirar). La necesidad de escribir es lo más sencillo del mundo: lo hacemos porque no hay de otra. Hacerse una vida literaria es ya demasiado. Uno vive la vida como puede. En nuestro caso, sobrellevando esta necedad de tener que estar simbolizándolo todo, el intento de llenar ese hueco que sabrá Dios de dónde salió. a D, sobre la ética: Ayer estuve hasta la una de la mañana conversando con una amiga sobre el sentido de la ética en Lacan. Ahora leo tu texto y no lo puedo creer: claro que existen las leyes del azar, claro que, si uno se pone a buscar con disposición, encuentra. *   N. de la E. Los textos que conforman este artículo fueron tomados del blog Ficticia, espacio que mantuviera la escritora desde 2004 hasta 2014. La fecha de publicación de cada texto en el blog es, por orden de aparición en este artículo: “La escritura en cartas”, 16 de septiembre de 2010; “O tal vez la escritura es del otro”, 16 de noviembre de 2004; “Una se pregunta (con acuse de recibo)”, 4 de diciembre de 2004; “Hola, extraño”, 27 de junio de 2010; “La escritura en juego, carta a la mirada que es el corazón de la nuez”, 7 de noviembre de 2004; “Narrativa ella, indiscreta”, 4 de mayo de 2007, y “Literaria”, 14 de julio de 2010.

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Para Lacan, la única ética posible es actuar en concordancia con el propio deseo y hacerse cargo de las consecuencias. Ser quienes deseamos ser, hacer lo que nuestro deseo nos dicta, actuar sin traicionarnos. La búsqueda del padre, o de la madre, o del amor, la búsqueda de ese vacío en torno al cual tejemos un camino: caminar nuestro camino, el camino elegido: experimentar el trayecto que nos da forma. Eres muy claro al decir el tejido que eres. Muy claro. Muy incapaz de traicionarte. Lo llamamos: congruencia. No se trata de adoptar los estereotipos del periodista o el literato, se trata de vivir la vida haciendo lo que hemos elegido, siendo lo que hemos elegido, con todas las presencias, las ausencias, con todo lo que nos rodea. Vivir la vida de cierta manera, pero saber que esa manera es la nuestra. a F (que a veces es K), sobre los motivos: Coincido contigo cuando, citando a Barthes, recuerdas que la escritura está dirigida a alguien. Considero, partiendo yo misma de Derrida, que este carácter de envío es propio de toda escritura: blogs, cartas, poemas y hasta los diarios estrictamente personales. Escribimos a partir de alguien, un otro que nos incita y a quien, en principio, nos dirigimos; aunque en el fondo ese otro sea un lugar capaz de ser ocupado por muchos. El deseo es canijo. Y mueve al mundo. En cuanto a lo que piensen los demás acerca de cómo debe de ser un escritor, de qué cosas debe hablar, cuál debe ser su actitud o su posición, eso me tiene sin cuidado. Hay infinitas posibilidades para la vida cuando está construida de escritura. Escribir es ordenar símbolos en torno a una ausencia, convocar a ese otro que nos impulsa a escribir, crear un lugar de encuentro construido de palabras, mi lugar de encuentro es como yo lo deseo y es para alguien. Recibir y enviar esas cartas a ese otro que toma el lugar de los lectores, que los simboliza y los representa. Hablas acerca de la forma. ¿Por qué habríamos de eximirnos del placer de lo estético? Escribir, acaso, por puro placer, por el deseo de gozar la belleza; en ocasiones olvidados un poco de lo que decimos, centrados en palabras que nos seducen, aunque nada digan. La nada es también gozosa. El viejo sentido de la vida. Si está ahí, si casi lo tocamos y es bello, disfrutable y nos hace sentir vivos, entonces que los otros digan lo que quieran. Yo, tan campante.

a mi Sócrates (que a veces es mi Platón), sobre la esencia: No sé cuándo leerás esto y quizá por eso siento que ahora mismo escribo la novela, lo cual no es demasiado diferente, ya que siempre soy la Platona que escribe para su Sócrates. Siempre soy la que escribe para ti. En un secreto código donde yo no soy yo ni tú eres tú, el que no conozco, el de la vida real. Y sin embargo eres éste, el mío, aquél para quien escribo con una servidumbre que me enaltece.

O TAL VEZ LA ESCRITURA ES DEL OTRO Quizá sucede que mientras duermo en la escritura, Lector escribe. Dicho en otras palabras: otro escribe mientras pretendo hacerlo en sueños. Otro señala acaso el camino. Y sin embargo, escribo. ¿Y para quién, o para qué, Lector mío? ¿Quién escribe en realidad?, ¿yo?, ¿tú que me provocas hacerlo? Todo esto me recuerda los juegos de Jacques Derrida en La tarjeta postal: Es Sócrates quien escribe, Platón está detrás de él, mostrando el camino o dando una orden.

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FOTOGRAFÍA: ÓSCAR DAVID LÓPEZ

Platón siempre estuvo detrás, eso se sabía, pero no se pensaba que de esa manera. De acuerdo con Derrida, Platón hace escribir a Sócrates (¿qué no era al revés?), lo hace escribir lo que él quiere, y luego finge que todo lo ha recibido del otro. “Es el secreto de la reproducción”, dice Derrida. Yo digo (con humildad, claro) que es también el secreto del rizoma, de la escritura en (la) red: de muchas maneras una re-producción. Posible comentario del lector: “Apenas se estaba poniendo buena y sana cuando cayó de nuevo en su desorden de siempre, la monserga del palabrerío que me pone enfrente”. Eso dirás ahora. Otra probable opinión tuya: “Ella siempre en los extremos: si es invierno, que sea en Copenhague”. O quizá te preguntas simplemente adónde diablos se ha ido la Mujer Loba, si acaso está de vacaciones. ¿No seré yo misma quien escribe mientras duermo?

UNA SE PREGUNTA (CON ACUSE DE RECIBO) ¿El juego de la escritura un asunto de competencia? En todo caso es una competencia en el sentido de ser capaz. ¿De responder?, ¿de hablar al otro desde un lugar incierto? ¿Y qué es eso que se dice cuando prescindimos de la carne (o de su imagen al menos)?, ¿desde dónde se escribe y a quién? ¿Acaso no estamos hablando aquí de la competencia literaria, de la capacidad de corresponder, postear?, ¿no es éste un asunto relacionado con el género epistolar? ¡Ah!, lo olvidaba, o estaba a punto de: aquello que tus ojos dejan caer al alma son los códigos mismos. De eso no hay duda. Y si no produjera alivio ver esa raya electrónica o de cualquier tipo, si no deseáramos (en ocasiones con urgencia) meternos esos signos arbitrarios en el alma, o en el espíritu, o en donde sea, entonces nadie andaría por ahí asomándose por el ojo de la cerradura (electrónica o no). ¿No es acaso un alivio jugar a la seducción? Este juego nos acerca a otros y se lleva a cabo en lo profundo. Atraer unos ojos, conquistar una mirada sobre este cuerpo de signos. Tus pupilas son el territorio. ¿Te parece pérdida de tiempo o es simplemente que intentas negar que existes, que insistes?

HOLA, EXTRAÑO El dolor de una herida profunda y culpable abre de pronto una rendija de luz. Sucede en ocasiones. Es un hueco diminuto en donde caben las verdes plantas de la terraza, la música, las vasijas humeando en la cocina. Si por curiosidad una se asoma a esa rendija puede verse a sí misma leyendo o escribiendo un texto en la computadora. Una se descubre viva, sostenida de

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una fortaleza interna que había olvidado. Quizá al perderlo todo, o casi todo, lo que queda es la desnudez de nuestro cuerpo y nuestras emociones. Quedamos nosotros. Hay dolor, pero somos. Estamos ahí con todos nuestros sueños, nuestra carga de locura y las fallas y todo aquello que nos fastidia y significa un peso para quienes nos rodean. Si pudiera irme de mí misma, decimos. Pero no podemos. Henos ahí tal como somos. Sin remedio. O sin otro remedio que estar. Es entonces cuando sucede: encontramos de pronto unos ojos capaces de iluminarnos y regresarnos la confianza. Donde menos esperábamos sucede el prodigio de la mirada del otro que nos provoca, nos abre las puertas, nos lleva al descubrimiento del alma humana que nos está mirando y nos habla desde su acantilado personal. He recuperado la esperanza. Y todo por una simple mirada. Ya sé, ando cursi.

Lo importante en todo caso es la presencia: tenernos presentes de alguna extraña manera. Necesito tanto tus ojos, tu lectura de pronto, de vez en cuando, confirmando que sí, ahí estás, ahí está el orden, la solidez del mundo. Y entonces perder el miedo. Ya está: mi Lector es la solidez del mundo. Lector: fantasma-cofre donde me acomodo en sueños, donde coloco mis pedacitos de vida sin que Lector se dé casi cuenta. Para que no se vayan volando, para que el desorden no se los coma con sus enormes dientes. Pongo esos trozos de vida en Lector trabajando. Y se crea el orden sin que Lector se dé casi cuenta, como si Lector fuera una caja de cristal con un corazón adentro. Invento una historia. Hay unas alas enormes en el encuentro y hay magia, neurosis, sustancia humana concentrada. Imagino que la vida se resume en una noche y entonces llevo a Lector al acotamiento. Le digo: mira bien lo que está pasando, porque sin tus ojos se desvanece la historia: me desvanezco. Imagino a Lector furioso, en el trabajo: los ojos ardiendo, el alma entera y el cuerpo deseando que llegue el fin de semana. Y yo en la pantalla de la computadora, diciendo eres mi caja de cristal, mi contenedor de palabras, mi corazón. Lector piensa: ¿qué tipo de presencia es ésta entre tanto problema de trabajo? Para mí, eres tus ojos leyéndome, pienso-escribo para Lector. Cuento con tus historias, dirá él, acaso. Lector solidez del mundo, responderé a mi vez. Mientras tanto, la vida se desentiende de ambos. Y sucede...

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FOTOGRAFÍA: ÓSCAR DAVID LÓPEZ

LA ESCRITURA EN JUEGO: CARTA A LA MIRADA QUE ES EL CORAZÓN DE LA NUEZ


NARRATIVA ELLA, INDISCRETA Un pie detrás del otro al andar. Las cucharas en los extremos y a un lado el descorchador. Todo elude al caos, a la ausencia de sentido. Por eso me da por crear formas, secuencias, ritmos de objetos en el encuadre imaginado de un paisaje al que se le ponen límites (mi casa, esta página). Los libros en el librero, las camisas en el armario y los calcetines en ovillo dentro del cajón. Pulir, lavar, dar acomodo a las cosas y a los signos. Camino, corro, narro incansable. Del verbo: narrar. Aquí estoy. Escribo, pongo orden en la página. Okey, listo, bye. Cuando el entusiasmo nos alcance... La escoba, el agua y ese objeto de la mente: el ordenador. Toco el piano ahora mismo. Es un teclado de signos, una voz. Y sin embargo no se escucha ni soy yo. Pero está y está a punto de marcharse. Esa que narra y desaparece. Hay que verla cuando da la espalda. Bye. Ahora mismo camino la secuencia imaginada (el ritmo en la mente, en los brazos, en las plantas de los pies). ¿Y la historia?, ¿el cuento?, ¿la anécdota?, pregunta ella. En primer lugar, narro, digo cosas, le respondo. En segundo, continúo narrando, y así. Uno, dos, tres (narro). Que esto y que lo otro, que por acá y por allá (sigo narrando). Hasta que me canso (ya me cansé). Basta de tanto orden, de tanto hablar de una misma en el blog (¿eso quién lo dice?). Ya se va. Bye. LITERARIA Es la nostalgia de lo perdido para siempre, ese hueco que nunca nadie llenará. A veces, cuando alguien llega, se reacomoda el mundo. La cercanía contigo, este sentirte casi en la piel, me provoca perder un mundo que nunca existió, pero en mi imaginación me sostenía. Lo que se pierde está adentro, nada cambia en realidad y al mismo tiempo todo se transforma. Lo que se pierde estuvo siempre perdido. ¿Por qué tendremos esta necesidad de imaginar por un instante que nunca perdimos lo que perdimos desde el principio? Nadie, nunca, nos llenará. Nadie. Sentirte cerca es recordar que hay un hueco dentro, enorme. Que escribo para sustituir esa ausencia y te deseo como llenando la falta del origen. Que trabajo mis textos para satisfacer mi necesidad de ti (de eso) por otra vía. Que nada nunca nos salvará. Eres mi objeto petit, el que momentáneamente sustituye la completitud que perdí cuando al fin pronuncié mi nombre y supe que yo era yo y que jamás volvería a estar unida a lo que me rodea. Eres la belleza que nunca poseeré, la actualización de lo imposible. Y aun así, te escribo con la esperanza de tocarte, de tocarnos en lo profundo. Penetrarnos. Mira este cuerpo de palabras (el cuerpo del texto que te escribo para alcanzarte) y tómalo. Es tuyo. Destrózalo. Abrázalo. Abrásalo con la nostalgia de lo que sucederá.

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COTTON DAYS / COLLAGE ANÁLOGO / 2011 / DUOTONO


ESCRITURA Y CUERPO: CENTRIFUGALIDADES ¥¥ROCÍO CERÓN

El sentimiento artístico, tan increíblemente cerca está de lo corporal, de su dolor y placer, que ambos fenómenos no son, en rigor, sino diferentes formas de una misma ansia y ventura. Rainer Maria Rilke

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esde tiempos remotos el hombre se ha subyugado ante su propia fisonomía. El cuerpo es emblema milagroso de vida. Es el espacio que nos dicta la salvaguarda de la propia existencia: el dolor que padecemos es un recordatorio de que seguimos vivos, que la muerte —la somática, la álmica— aún no nos atrapa. La historia recoge ritos antropofágicos, como en los de los aztecas quienes, después de sacrificar a la víctima, arrojaban el cuerpo del sacrificado desde lo alto del templo hacia la muchedumbre para que ésta cortara algunos pedazos de carne. Semejante, en su sentido, a la comunión cristiana, los aztecas parecería creyeran en una especie de extrapolación de fuerzas: al comer un pedazo del sacrificado se consumaba el rito, los dioses se hacían carne en la carne de los fervientes. El cuerpo, así, se convertía en una manifestación de poder, de bendición. Comienzo contando esto porque hoy, en plena contemporaneidad líquida y en auge el hedonismo (en clara respuesta al desencanto generalizado por la caída de las utopías), seguimos haciendo sacrificios, ahora no con los cuerpos ajenos sino con el propio. La dictadura

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EL CAMBIO EN LA PERCEPCIÓN DEL CUERPO TIENE, DE IGUAL MANERA, SU REFLEJO EN LAS ARTES. estética imperante en las fisonomías de las personas los ha llevado a alejarse de lo que, probablemente, es su naturaleza anatómica. En la actualidad, los cuerpos se encuentran sitiados por la falta de volúmenes, pocas curvas y figuras estilizadas más allá de una proporción razonable. El cambio en la percepción del cuerpo tiene, de igual manera, su reflejo en las artes. Así, la mayoría de los desnudos de la pintura contemporánea global (con excepciones, claro está, como la obra de Lucian Freud, quien exaltó las imperfecciones y desgracias de los cuerpos y, en el orden nacional, el pintor Daniel Lezama, quien pone de manifiesto las curvaturas de la “familia mexicana”) nos remiten a cuerpos delgados, estilizados, magros. En la escritura, la situación ha derivado en cuantiosos estudios sobre nuestra dimensión carnal (recordemos el ensayo de Francisco González Cursi


Mors repentina. Ensayos sobre la grandeza y miseria del actitudes sociales que hacen de éste un espacio de cuerpo humano, autor que ha recorrido, a través del reinvención, basta mirar alrededor y ver la cantidad ensayo, las aristas, coyunturas y dislocaciones de de individuos con cirugías plásticas. El creador ser cuerpo y padecerlo o el estupendo paseo por los atento sabe que, al apropiarse de los cuerpos ajenos, sentidos de Diane Ackerman en Una historia natural realiza un ejercicio de suplantamiento: en la obra de los sentidos), en los que encontramos disertaciones quedarán los rastros de una piel, que se presenta varias que oscilan entre el cuestionamiento como lienzo o página cargados de una geografía simplemente biológico del proceso vida-muerte, multiemocional, más que fisiológica. las enfermedades o las distintas manifestaciones Escribir el cuerpo es encontrarse, igualmente, con somáticas que existen en la habitación primera (ahora ciertos sujetos que, ante una HAY UNA POÉTICA DE LOS c o m p r e n d o m i c u e r p o crisis psíquica, su cuerpo porque es casa construida de comienza a detonar un orden SENTIDOS EN LA QUE TO- palabras...), es confrontarse de cambios y síntomas. Pero DOS NOS VEMOS INSERTOS, con uno mismo y con el los escritores y artistas ven POR ELLO ARTE Y CARNALI- otro, con las debilidades y van más allá, las múltiples que eso conlleva. Fortaleza m a n i f e s t a c i o n e s d e l o DAD SON COMPAÑEROS IN- y vulnerabilidad en estado corpóreo: languidecimiento, DISOLUBLES. seminal. Al hablar del brutalidad, sensualidad, cuerpo se tocan el deseo, postración, sólo por citar la sexualidad, el horror, el algunas, dan pie a la transposición de palabras e deceso. El principio de cualquier civilización es el imágenes a un resultado que es, en realidad, de deseo, el deseo de conocimiento. Así, el erotismo, un ámbito mayormente cercano a un gesto, a un parte inherente de la condición humana, es un movimiento. Nos reconocemos en el otro por una campo de libertad desde el cual varias plumas nos manifestación espejo, es decir, en las posibilidades han lanzado sus prodigiosas flechas (sólo por citar del cuerpo ajeno, ante nuestra mirada asombrada por a un autor recordemos a Raymond Radiguet con su los aspectos de la fealdad, la belleza o la diferencia, novela El diablo en el cuerpo). Hay una poética de los encontramos una símil esencia, la humana derrota sentidos en la que todos nos vemos insertos, por ello que significa la muerte. De esta manera, los límites arte y carnalidad son compañeros indisolubles. Se entre uno y otro se ven reducidos al espacio existente unen para hablar de verdades íntimas, humanas. entre la página y el lector o entre una pieza de arte La literatura y el arte son, en principio, y el espectador. La capacidad del autor de descubrir aproximación, inclusión de una particularidad en el cuerpo del otro sus propios deseos, miedos y a un todo. La antropofagia persiste. Ahora nos desesperación y que, al traducirlo a su obra, permite apoderamos de los cuerpos de los otros para seguir sean difuminadas las fronteras. desmenuzando, en un rito abstracto y carnal a la Al hablar del cuerpo y sus sentidos, se nos es vez, los horrores y la grandeza de la piel. Cuando revelada una memoria privada que se expande Proust decidió, más allá de la enfermedad, postrarse hasta hacerse colectiva. Si en tiempos ancestrales durante años en su cama, sabía que las posibilidades el cuerpo era fundamental para los ritos, como de ver el mundo y sus habitantes desde ese rincón medio, herramienta y objeto de sacrificio, en era una gracia inconseguible de cualquier otra nuestros días el cuerpo sigue manteniendo dicha manera. Supo que, para disertar sobre la condición disposición: nuestros cuerpos son, todo el tiempo, humana, y sus cuerpos-personas, tenía que trastocados por el contexto estético, somático y infringirse a sí mismo la desgracia provechosa de de las enfermedades que nos aquejan. El cuerpo aquietar su propio cuerpo. Entre sábanas y sudores, es, entonces, un espacio que permite no sólo el descubrió el sentido vulnerable de tragarse a sí para encuentro de afirmaciones y cambios sino de ahondar en lo Otro.

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POESÍA

Tres poemas ¥¥  ALEIDA BELEM SALAZAR

Historia anímica I oigo la respiración de mi madre igual a la de un animal enfermo con los pulmones inflamados desperté del sueño con una flecha enterrada en el centro de toda la llaga que es también el cuerpo abriendo los puños para dejar de marcarme las uñas en las palmas para que el recuerdo cesara II alguna vez alguien pensó que estábamos desperdiciando la vida inventando padecimientos para la cabeza porque no podíamos aceptar la locura porque no podíamos abrazar la vida sin que los pellejos de piel muerta se nos alojaran en los huecos III voy a hacerme una herida que comience del vientre y me llegue hasta la cabeza limpiar cualquier deformación interna limpiar las paredes lavarme los órganos con agua salada limpiar toda transferencia antecesora para nacer de nuevo esta vez sin ninguna enfermedad hereditaria sin ningún miedo patológico


POESÍA

La encía es una estructura pendiendo de una garganta Sueño que se caen. Uno a uno. Sueño que se parten. La mandíbula tiembla y el cosquilleo como repiquete de campanas estrellándose en la sensibilidad del tacto. El dedo índice golpea tres veces y después espera, golpea tres veces y después espera. Tintintintin. * Los oigo chocando cada vez más fuerte entre sí como si la boca fuera un túmulo de rocas cerca del mar, un sonido topando contra un hueco. * Tintintintin. Una canción como péndulo en mi garganta, como péndulo en el oído. * Ahora soy más consciente del acto de apretar los dientes, a veces puedo controlar los movimientos bruscos y que en vez de la encía, la lengua sangre. Ahora aprieto muy fuerte porque aprieto la férula imaginando que los dientes por fin se harán migas. El acto de apretar. Este miedo haciendo fisuras pequeñas. La encía es una estructura pendiendo de una grieta.


POESÍA

Tejido La miope abre muchísimo los ojos sabe que en la oscuridad la mancha que recubre la córnea transformará las siluetas en ruido. La miope incrusta los pies en el suelo, en el mármol durísimo, agrietando la sombra que acumula. La miope conoce del miedo a la blancura y a los colores que chorrean frente a sus ojos conoce de la calidez de su cuerpo. No mira fuera de sí, la miope sabe que todo lo que importa se contempla desde adentro. Desde el punto de inflexión del recuerdo. Qué se preguntará la miope sobre la palabra degenerativo, qué se preguntará de la palabra perder, de la palabra visión. Qué siente el ojo que hipotéticamente está sumergido en ácido y que habrá de desaparecer un día. La miope sabe que en el fondo un día habrá de sepultar sus ojos, llevar flores todos los días, elegirlas al tacto. La vergüenza de la niña que pregunta constantemente qué dice ahí, qué debería decir ahí, la miope ocultando la anomalía de su futuro. Las escamas alrededor de los ojos que alguien levantará para que el láser chamusque la carne, para que la miope recupere la palabra desconcierto.


JUAN GELMAN / CUANDO LOS EXTREMOS SE EXTREMAN…

¥¥MIGUEL COVARRUBIAS

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LAS ANTILLAS / COLLAGE ANÁLOGO / 2014 / FRAGMENTO EN MONOTONO

ASÍ LO DIJERA


Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio… Jota Ge

UN POETA DRAMÁTICO

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e un poeta dramático de la clase de Juan Gelman podríamos esperar que se nos apareciera sobre el escenario, deslizándose por una cuerda muy resistente —y eso sólo si nos hemos apoltronado al centro o a la orilla de la sala. Pero también aguardaríamos a que un comando integrado por Otros llegara con decisión hasta ese foro. Gelman y los Otros sería la confirmación de lo expresado por Yehuda Halevi en “El ciego”: soy dos/ // uno come/procura/el otro // cava mis huesos/grita. Luego, de inmediato, cederíamos ante la idea de hacer valer una modificación a lo deslizado por Rimbaud, aquello de yo es otro. Para el caso de Gelman acuñaríamos yo somos otros. De eso se trata. Se trata de dejar atrás desdoblamientos o mutilaciones y deslizarse hasta el desnudo de la dramatización y la proliferación de máscaras: como en el teatro ajeno a los enormes telones y a las minuciosas escenografías. Teatro como el de JeanMarie Binoche, donde “la máscara es un medio para hacer nacer un actor dramático, sin muecas, un actor capaz de echar al escenario cien toneladas de sentimientos con todos los matices posibles. Y la máscara es el medio para lograr eso, sí, que el actor sea el portador de un sentimiento llevado a sus extremos”. [Deslinde, Monterrey, Nº 53-56, 1997.] Pues algo así podríamos decir de Gelman y sus camaradas gelmánicos, a los que admiramos en los escenarios de la poesía dramática cuando calzan sus máscaras. Es decir, son más ellos en tanto interpretan a la perfección la respiración y el modo de atemperar la rasquiña del Otro, o sea el verdadero poeta, el que se llama Juan o Yehuda o Eliézer o Ezequiel o Isaac o Abu o Salomón o Joseph o David o Samuel o Abraham o Emanuel o John o Yamanokuchi Ando o Dom Pero o José o Julio o Sydney. (Formalmente debemos declarar que esta lista comprende sólo a los Otros que figuran en el libro Los otros, edición de Alforja y la Universidad Autónoma de Nuevo León.)

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LOS EXTREMOS QUE SE EXTREMAN Si los extremos no admiten límites en la obra de Juan Gelman es porque en ella figuran la retórica y el desmembramiento, el susurro y la imprecación, arcaísmos y argentinismos, lo anecdótico y lo trascendental, diagonales e interrogaciones, diminutivos y neologismos, la fluidez y la brusquedad, balbuceos y cortes de afiladísimas navajas, conjugaciones atravesadas y atípicos compuestos, la épica y el lirismo, la lengua de casa y la palabra que se niega a ser sólo zumbido, niñadas y estupefacciones, lo esperanzado y lo inconcebible, piedras palpables y surrealismo de primera mano, la puesta de sol y la cuchilla goteante, la madre y el mílite, las piernas en camino de ser buenas y la misma guerra/la misma historia, el periodismo que se sueña atemporal y la poesía desdeñosa de los malls. ¿Desearían sus mercedes algo más? LA LENGUA ABUELA Al exilio nada se le escapa puesto que fue concebido como un todo, un universo —no como parcela. Una especie, pues, de tautología. Universal universo, ¿así podríamos decirlo? De allí la lengua como tierra para siempre o patria indestructible o pan inolvidable. Gelman lo atestigua cuando el desarraigo lo vivía sólo a trasmano, no era suyo, era territorio para la nostalgia de Boris y Teodora y de sus padres. La declaración es crucial: “el primer poema que escuché fue un poema de Pushkin, en ruso. Se lo oí a mi hermano, que recordaba todavía algunos versos de Pushkin. En ese momento descubrí la poesía ‘dicha’”. Y, seguro seguro, la dicha de la poesía. En aquel hogar, para el más joven, la música verbal de fondo se compuso también de yiddish o judío-alemán. Así, podía presagiarse que años más tarde irrumpiría en la obra del autor de Com/ posiciones una lengua hermana antecedente de la que hoy hablamos y escribimos por estos pagos: el judíoespañol o sefardí o ladino. Dice Gelman: Escribí los poemas de Dibaxu en sefardí, de 1983 a 1985. Soy de origen judío pero no sefardí, y supongo que eso alguno tuvo que ver con el asunto.


Pienso, sin embargo, que estos poemas son sobre todo la culminación o más bien el desemboque de Citas y Comentarios, dos libros que compuse en pleno exilio, en 1978 y 1979, y cuyos textos dialogan con el castellano del siglo XVI. Como si buscar el sustrato de ese castellano, sustrato a su vez del nuestro, hubiera sido mi obsesión. Como si la soledad extrema del exilio me empujara a buscar raíces en la lengua, las más profundas y exiliadas de la lengua. Yo tampoco me lo explico… Sé que la sintaxis sefardí me devolvió un candor perdido y sus diminutivos una ternura de otros tiempos que está viva y, por eso, llena de consuelo. Quizás estos poemas sean apenas una reflexión sobre el lenguaje desde su lugar más calcinado, la poesía.

Un antecedente personal. Hace años una reunión de poetas del mundo me permitió conocer —auditivamente hablando— una desconocida pero al mismo tiempo entrañable voz. La experiencia removió no sé qué en lo más profundo de los oyentes —que no lectores, aclaramos. Un poco después escribimos: Fui así como escuché —como escuchamos— no una lengua afín al español sino a nuestra misma lengua congelada, detenida hace cinco siglos a causa del éxodo judío de España decretado por los Reyes Católicos. La lengua de los sefardíes o judeo-españoles llamada ladino, ha recorrido el camino del Mediterráneo y se localiza hoy también en algunos países de América y en Israel. Oírla o leerla significa recibir de nuevo las vibraciones de nuestros indudables ancestros. La palabra poética escrita en ladino tiene la textura de lo rugoso o primitivo, el hechizo de lo remotamente cercano. Por otra parte, transmite el padecimiento y la conciencia de quienes han sido arrojados de su hogar y deambulan por el mundo, sirviéndolo, cohesionados por su Dios, sus costumbres y su lengua. Ésta no requiere de traducción en nuestros países. Basta con abandonarnos al sonido y a sus imágenes de sabor agradecidamente antiguo. [Papelería en trámite, 1997.]

Ich mit der deutschen Sprache dieser Wolke um mich die ich halte als Haus treibe durch alle Sprachen Con el idioma alemán esta nube a mi alrededor que tengo como casa navego entre todas las lenguas [Miguel Covarrubias, El traidor, 1993.]

me llevó a considerar que el caso de nuestro poeta no era tan drástico pero sí igualmente intenso. Pero me equivoqué. El poeta y escritor tuvo que navegar con su idioma portavoz de la realidad profunda, en medio de la maraña compuesta de lenguas pérfidas, grandilocuentes y crueles. Su decir poético tuvo que enfrentarse al lenguaje de los esbirros y de los espadotas. Se escuchaban las mismas palabras ¡aunque con significados totalmente opuestos! Esas palabras/espejos eran hijas de una Babel ponzoñosa… porque han de saberlo ustedes, nacerá otra Babel. Y me la imagino. Esa Babel será, aunque algunos tremolen su escepticismo, una nación de habla contaminadamente gelmánica. Pero a donde quiero llegar es a esa necesidad de simplificación, candor y entroncamiento: quiero revivir con ustedes el sabor de la lengua que anticipa la lengua de nuestros mayores, el idioma nuestro de cada día. Pongan atención.

XVI cuando mi aya muridu sintiré entudavía il batideru di tu saia nil vienti/ uno qui liyera istus versus prieguntara: “¿cómu ansí?/ ¿quí sintirás? ¿quí batideru?/ ¿quí saia?/¿quí vienti?”/

Esta experiencia y el recuerdo de unas líneas de Ingeborg Bachmann tomadas de su poema “Exilio”:

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silvestres pero elegantes, afines a la inmediatez, a la cotidianidad… pero también a la encajadura de una pica en ultratumba. La declaración de la primera estrofa podría ser tomada apenas como eso, como una simple declaración que sin embargo inquieta a “uno qui liyera” y que de inmediato suelta una cadena de preguntas —gelmanianas por cierto. La respuesta cargada de autoridad se acompaña de la cordial y tradicional hospitalidad de tiempos idos, y del pedido para que se transcriban unos versos: los mismos de la estrofa inicial. Las comillas rematan y descubren lo que nunca estuvo oculto. La declaración dejó de ser una proclama jactanciosa para convertirse en versos que burilan un poderoso y pudoroso sentimiento. Ni el alma inmarcesible ni el torso de una bellísima habrán de trascender. Queda para la eternidad “il batideru / di tu saia nil vienti/”, es decir, la saya como agitado emblema que el poeta y traductor argentino conocido también como JG prefiriera a “falda, basquiña, faldellín, redonda, refajo, halda, regazo, polisón, hopalanda, vuelos, enagua, vestidura, túnica”.

li dixí qui cayara/ qui si sintara a la mesa cun mí/ qui biviera mi vinu/ qui scriviera istus versus: “cuando mi aya muridu sintiré entudavía il batideru di tu saia nil vienti”/ [Dibaxu, 1994.] XVI cuando esté muerto oiré todavía el temblor de tu saya en el viento/ uno que leyó estos versos preguntó: “¿cómo así?/ ¿qué oirás? ¿qué temblor?/ ¿qué saya?/¿qué viento?”/ le dije que callara/ que se sentara a mi mesa/ que bebiera mi vino/ que escribiera estos versos:

Bibliografía

“cuando esté muerto oiré todavía el temblor de tu saya en el viento”/ [Dibaxu, 1994.]

Las dieciséis líneas escritas por el poeta sefardí JG son un diáfano ejemplo de exactitud verbal. Y son líneas

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Gelman, Juan (2002). De palabra. Prólogo de Julio Cortázar. Segunda edición. Visor Libros: Madrid. Gelman, Juan (2005). Pesar todo. Antología. Selección, compilación y prólogo de Eduardo Milán. Primera reimpresión (Colección Tierra Firme). Fondo de Cultura Económica: México. Gelman, Juan (2008). Los otros. Selección y prólogo (“Yo poeta, el Otro”) de José Ángel Leyva. Primera edición. La Cabra/ Alforja/Universidad Autónoma de Nuevo León: Monterrey. Gelman, Juan (2008). Mundar. México, 2004-2007. Primera edición. Ediciones Era/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes: México. Gelman, Juan (2008). Otromundo. Antología 1956-2007. Selección de Eduardo Hurtado y prólogo (“Juan Gelman: ¿Y si Dios dejara de preguntar?”) de Carlos Monsiváis. Primera edición (Biblioteca Premios Cervantes). Fondo de Cultura Económica: Madrid. Gelman, Juan (2008). “El menos malo”, columna Al acecho, en Milenio. Diario de Monterrey. Monterrey, sábado 12 de julio, p. 37.


POESÍA

Cuatro poemas ¥¥  SALVADOR OLGUÍN

los niños han vuelto Los niños han vuelto a capturar un dragonete. Atan un hilo alrededor del cuello: lo mandan a volar. Lo pisan, parten, le clavan las patas frontales a un madero y dicen que es el Cristo. Van gritando por la calle que es el Cristo y las madres no están: se encuentran ocupadas demoliendo la estación del tren. Los niños se cansan de jugar si hay mucho sol y la lengua se seca. El animal respira. Por la tarde todo es aburrimiento. Se vuelve necesario matar al animal antes de irse a la casa a ver caricaturas, pero nadie quiere hacerlo. Comer gelatina la risa y el olor de la madera y el grafito. Encender las luces y evitar que la noche entre por la ventana. No dormir.


POESÍA

soñar con la abuela El alcalde sale a escena acompañado por tres seres humanos. Otro animal, otra criatura salta sobre sus dos patas traseras. Los seres humanos ahora son cinco y bailan. Alguien deja caer una antorcha. El fuego avanza. Al día siguiente las mujeres lloran. El alcalde suda, no permite que nadie lo toque: su cuerpo está hecho de cristal. Por la tarde come pasto en el jardín, en cuatro patas: como bestia. Dos jóvenes se van de la ciudad por el camino hacia Emaús, lamentando las consecuencias de soñar con la abuela.


POESĂ?A

retorno los niĂąos ven a Jesucristo descender en medio de vientos solares


POESĂ?A

casa kitsch quiero luz en mi pecera un estanque con tortugas solidarias quiero un ĂĄrbol con hojas de papel en el centro de mi casa una carabela portuguesa un tanque donde viva el celacanto un nautilo veinte zetas: un descanso


García Márquez: APUNTES DE MEMORIA SOBRE EL PALABRERO MAYOR

¥¥J. J. JUNIELES

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BAÑADOR DE VERANO / COLLAGE ANÁLOGO / 2009

UNA DE LAS ANÉCDOTAS QUE SIEMPRE ME HAN GUSTADO DE GARCÍA MÁRQUEZ ES LA QUE LE ESCUCHÉ EN UN TALLER DE PERIODISMO DE LA FNPI. EN ESTA UN ELECTRICISTA LLAMA A LA CASA DEL ESCRITOR A LAS OCHO DE LA MAÑANA Y TAN PRONTO COMO LE ABREN DICE: “HAY QUE CAMBIAR EL CORDÓN DE LA PLANCHA”. INMEDIATAMENTE EL ELECTRICISTA COMPRENDE QUE SE HA EQUIVOCADO DE PUERTA, PIDE EXCUSAS Y SE VA. HORAS DESPUÉS, MERCEDES, LA MUJER DE GARCÍA MÁRQUEZ, CONECTA LA PLANCHA Y EL CORDÓN SE INCENDIA. MUCHAS HISTORIAS COMO ESA CONTABA ÉL PARA EXALTAR, Y DE ACUERDO CON SU FE, PROBAR EL PODER INFINITO DE LA IMAGINACIÓN.

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esde hace mucho no se rendían tantos honores como los que se ofrecieron ante su muerte. Se imprimieron selvas de periódicos y revistas dedicadas a él, así como millones de fotos y artículos circularon por redes sociales. Se oficiaron misas para salvar el alma del difunto. Los poderosos repitieron su aburrido libreto oficial, echaron discursos con pañuelos secos en la mano, mientras el pueblo lo lloraba en incontables parrandas y se reunía a leer en voz alta sus cuentos y novelas. Mientras una senadora colombiana condenaba al escritor a las pailas del infierno, un astrónomo chileno pidió que un cráter de la Luna, o por lo menos un cometa, fuera bautizado con su nombre. Miles de ediciones piratas de sus libros tomaron los semáforos y aceras de las ciudades. Los sacerdotes,

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personajes frecuentes de sus historias, registraron en sus libros bautismales a cientos de niños que hoy llevan el nombre del creador de Macondo. Viendo todo ese carnaval, me resultaba inevitable pensar que su muerte ya había sido contada por él mismo, de forma indirecta, en Los funerales de la Mamá Grande. En los últimos meses se han dicho tantas cosas sobre su vida y obra que resulta muy fácil llover sobre mojado, y aunque la sensatez invita a quedarse callado un buen tiempo después de ese vendaval mediático, a petición de un buen amigo intento compartir aquí algunos recuerdos, producto de los varios encuentros que tuve con él. Junto así memorias, curiosidades y observaciones sobre la vida y obra de uno de los escritores más interesantes de la historia de la literatura universal.


GARCÍA MÁRQUEZ, ZABALA Y EL MUCHACHO IMPERTINENTE

García Márquez en Cartagena, sus inicios literarios), donde se documentaba y se comprobaba la relevante importancia de Zabala en su aprendizaje. García Usta, quien ocupó más de quince años Nunca he tenido la imaginación suficiente para pensar en la investigación de este período, nos dice: que tendría la oportunidad de conocer a Gabo, pero “desde la primera nota hasta varias más Zabala le la vida me ha enseñado que esas cosas les ocurren hizo correcciones”. García Márquez ha descrito a quienes no esperan que les pasen. Siempre ando su primera hoja en el diario: con la cabeza en las nubes, más ocupado viviendo, leyendo, o GARCÍA MÁRQUEZ HA “estaba absolutamente llena de enmendaduras por todos lados, viendo cine, que atento a lo que ocurre a mí alrededor, por eso me DESCRITO SU PRIMERA hechas por el lápiz de Zabala, extraña lo sucedido. En virtud de HOJA EN EL DIARIO: “ES- continuaron por un buen tiempo. Todas con el lápiz rojo”. La mano esa buena suerte pude conversar TABA ABSOLUTAMENTE vigilante de Zabala se introduce algunas veces con él, aunque algunos de esos encuentros LLENA DE ENMENDADU- desde su primera nota escrita, la que prácticamente, según terminaron lastimosamente en RAS POR TODOS LADOS, el propio Gabo, rehízo en su desencuentros, y otros fueron fuente de una gran satisfacción. HECHAS POR EL LÁPIZ totalidad, pues fue tachando aquí En la Cartagena de Indias de DE ZABALA, CONTINUA- y allá, colocando frases sobre los renglones originales y al final la 1995, en un taller de periodismo de la FNPI —los maestros eran el RON POR UN BUEN hoja parecía un campo cicatrizado periodista Yamit Amat y García TIEMPO. TODAS CON EL por el arrojo de granadas. El encuentro entre Gabo y Márquez—, los estudiantes LÁPIZ ROJO”. Zabala fue providencial para la hacíamos un ejercicio. La idea era formación del estilo del fundador suponer que García Márquez se de Macondo. La afirmación de García Márquez de acababa de ganar el Nobel, simular una rueda de prensa, que sus notas eran corregidas por Zabala, y en buena y así discutir formas, estilos y recursos periodísticos. parte reescritas por él, no es un gracejo de distracción Cuando llegó mi turno le pregunté que en cuál de sino apenas un indicativo de justicia histórica. Quizás sus muertos pensó en ese instante de gloria, a lo que a él le deba los arranques, los remates sorpresivos e respondió que, al colgar el teléfono, en lo primero que impactantes, las frases ingeniosas, las construcciones pensó fue en su abuelo, el coronel Nicolás Márquez, dinámicas, la adjetivación precisa y armoniosa, la personaje trascendental de su infancia. También en actitud sorprendida y hasta las alusiones literarias. El su gran amigo de lecturas y parrandas, Álvaro Cepeda joven de camisas escandalosas que escribía cuentos Samudio, aquel autor del ya clásico libro de cuentos kafkianos había cambiado para siempre su hermética, Todos estábamos a la espera. surrealista y abstracta manera de escribir. Al llegar mi segundo turno, le pregunté qué Ahora el lector entenderá el motivo de mi significaba para él Clemente Manuel Zabala, quien pregunta en el taller que realizábamos, así como mi había sido su primer jefe de redacción en el diario El extrañeza cuando Gabo me responde que sin duda Universal, cuando no era más que un joven de 20 años, las enseñanzas de Zabala habían sido importantes, recién llegado a Cartagena de Indias, tras dejar atrás pues era un hombre muy inteligente, pero que él ya la Bogotá incendiada y saqueada por el magnicidio del era un escritor formado para cuando lo conoció. No líder popular Jorge Eliécer Gaitán. Para entonces ya creía que su influencia hubiera sido tan importante circulaba el libro del periodista y escritor Jorge García como se contaba en el libro de García Usta. Y aquí Usta sobre la génesis periodística de García Márquez viene el muchacho impertinente, majadero, el en Cartagena, titulado Cómo aprendió a escribir García burro queriendo ser caballo de paso. “Maestro —le Márquez (reeditado en el 2007 por Seix Barral como

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CORTEX / COLLAGE ANÁLOGO / 2014 / DUOTONO

respondí—, me parece que la suya es una opinión personal, subjetiva, a la que tiene todo el derecho, pero que está desvirtuada por la gran cantidad de datos que comprueban la enorme importancia de su aprendizaje, periodístico, literario, y vital, al lado de Zabala. Una experiencia que a la luz de hoy vendría a ser como una maestría intensiva en periodismo y escritura creativa. Usted nos ha enseñado que la vida se inventa sobre la marcha, pero hay cosas que, cuando las miras para atrás, se ven más fáciles de lo que en realidad fueron”. El ambiente pacífico del taller se alteró, unos periodistas preguntaban por el título del libro que hablaba de eso, y otros opinaban al tiempo sobre el tema. El coro de voces se volvió desorden, llamaron al juicio, y los demás participantes continuaron con sus preguntas. Sin embargo, el episodio me dejó intrigado, me quedó una sensación incómoda, y un tanto desilusionada. Tal vez fue entonces cuando empecé a entender que los genios, como García Márquez, cuyas obras releo con placer a cada rato, también son seres contradictorios. O quizás, sólo quizás, la

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vida nos marca con los mismos hechos de distintas maneras, dejándonos a algunos huellas imborrables, mientras que a otros, solo rasguños que se borran con el tiempo, y en ese sentido, Zabala, quien para tantos fue un faro en la tormenta, para García Márquez sólo fue un puerto más del vendaval que creó el estilo de escribir que hoy conocemos y admiramos. UN CAPÍTULO MEXICANO Muchos años después, en el 2002, nos encontramos en un hotel, frente a la Plaza del Zócalo en México, D. F. Una amplia delegación de escritores colombianos, periodistas, y funcionarios culturales participábamos en las conferencias y conversatorios de la Feria del Libro del Zócalo. Se programó un almuerzo en el que García Márquez era el invitado especial; esa oportunidad de compartir con él nos ilusionó a todos por igual. Al empezar el almuerzo, hubo una rápida presentación de todos los comensales, y al final García Márquez dijo que quería saber cómo veíamos


SIN PENSARLO, TAL VEZ POR EL DESGANO QUE SENTÍA, TRAS ESCUCHAR TANTO SOBRE POLÍTICA, GUERRILLA Y NARCOTRÁFICO, LE RESPONDÍ QUE PARA MÍ LO MÁS GRAVE QUE PASABA ERA QUE JUNIOR, EL EQUIPO DE FÚTBOL DE LA CIUDAD DE BARRANQUILLA, LLEVABA MÁS DE VEINTE FECHAS SIN GANAR UN PARTIDO. a Colombia, su situación social y política, para ver qué tan buenos observadores de la realidad éramos nosotros. Mi decepción fue inmediata, se lo comenté al novelista Alonso Sánchez Baute, autor de la novela Al diablo la maldita primavera, quien estaba a mi lado. La gran mayoría de quienes nos encontrábamos allí éramos escritores, poetas, cuentistas y novelistas, que deseaban conversar de lo que más nos gustaba, de la creación y sus misterios. Además, Gabo era dueño de la revista Cambio, y no existía la duda de que estaba más informado sobre el país que todos los que estábamos allí, gracias a las decenas de periodistas que trabajaban para él. Hablar de política, guerra y conflictos me resultaba tedioso, sobre todo cuando pensaba que ese tiempo podíamos invertirlo en hablar de sus experiencias creativas, sus formas de investigar, las técnicas y recursos de escritura, sus modelos de composición, así como los criterios acerca de aquello que se deja adentro, o se saca de las historias, para que cumplan su función, la solución invisible que une todo eso. En algún momento, Hernando Cabarcas, funcionario cultural, dijo que estaban presentes varios escritores del Caribe, y nos presentó. Me señalaron, y entonces Gabo me preguntó que cuál era el hecho noticioso que más llamaba mi atención por esos días. Sin pensarlo, tal vez por el desgano que sentía, tras escuchar tanto sobre política, guerrilla y narcotráfico, le respondí que para mí, lo más grave que pasaba era que Junior, el equipo de fútbol de la ciudad de Barranquilla, llevaba más de veinte fechas sin ganar un partido.

Todos se rieron, tal vez sólo por lo inesperado de la respuesta; mientras tanto, Gabo hizo un gesto con la mano pidiendo silencio, al tiempo que decía “por respuestas como ésas es que no toman en serio a los periodistas y escritores costeños”. Ante un jalón de orejas en público, de tamaña proporción, decidí guardar silencio, y comentarle a Alonso Sánchez que era increíble que “un mamador de gallo” profesional, un bromista permanente como Gabo, saliera con esas actitudes de pontífice. Afortunadamente, a los pocos minutos pude escaparme del salón, me fui a recorrer los pasillos de la feria del libro, a ver ediciones raras de libros, y conversar con gente en las esquinas, lo cual me trajo suerte porque terminé conociendo a una chica de Guadalajara, que hoy recuerdo con mucho cariño, y que se convirtió en mi lazarilla el resto de mi travesía mexicana. EL MUNDO, ESA ADIVINANZA Algo que siempre me asombra al releer los libros de García Márquez, es la capacidad que tuvo de prefigurar, como en un gran mapa, toda su obra antes de escribirla, de tal manera que cada libro parece responder a un gran canto coral unitario. Así, cuento tras cuento, novela tras novela, logró cifrar en un nuevo código el modo de vivir caribeño, logrando trascenderlo, hasta responder al misterio humano universal. Así logró representar una realidad paralela, a través de la ficción. Fue el escritor y periodista Hernando Téllez quien tal vez entendió mejor el espíritu presente en su obra. Una vez en Cartagena, hablando sobre Téllez con Guillermo Arriaga, el guionista de la película Amores perros, este me dijo que, gracias a su cuento “Espuma y nada más”, descubrió nuevas formas de contar la realidad, más sutiles y sugerentes. Hago esta digresión para informar mínimamente de quién estamos hablando. Y volviendo a García Márquez, nos dice Téllez en un ensayo sobre El coronel no tiene quien le escriba: “Su caso me parece que es el de una intuición, una adivinación admirable de la belleza y de la verdad, del horror y la hermosura del mundo. Intuición servida también en su caso por un apetito sensual del misterio de los seres y las cosas. Apetito e intuición que le permiten reemplazar el esfuerzo del conocimiento previo y lento, conseguido

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trabajosamente, por una súbita iluminación sobre los hechos, las personas y la vida. Peligroso y envidiable don que le ahorra mucho camino, ‘mucha transpiración’, como decía Balzac, pero que no obstante, sin la vigilancia exasperada de la inteligencia puede hacerlo caer en no pocas trampas. La impresión que deja un escritor tan fluido, tan ágil, tan iluminado, es la de que puede hacer con el tema y con su prosa lo que quiera”. Podría decirse entonces, tras leer a Téllez, que la intuición poética de García Márquez, sumada a la capacidad observadora, ejercitada en el periodismo, logra a través de la bella y fiel tenacidad de su vocación, con alegre paciencia, sembrar una sutil esencia, con todo este feliz y doloroso misterio de estar vivo. EL ÚLTIMO ENCUENTRO Cartagena de Indias es un lugar especial, una ciudad donde todavía hay locos de la calle que tocan a la puerta de cualquier casa para pedir un vaso de agua, y donde todavía hay mucha gente que los da, incluso hasta tienen un vaso especial para darle esa agua que no se puede negar. Allí uno descubre, contra toda apariencia, que los milagros son cosa de la vida diaria, algo que nos rodea por todas partes, como el aire, y a veces los vivimos, pero sin saberlo. Hoy, como si fuera ayer, recuerdo mi último encuentro con García Márquez en la Cartagena del 2007. Era enero y empezaba la noche, me marchaba para mi casa, seguro que pensaba en llegar a ver alguna película junto a una buena copa de vino, o tal vez a seguir leyendo otra novela policiaca, como quien pone en práctica aquello que nos aconseja Oscar Wilde: “Adoro los placeres sencillos; son el último refugio de los hombres complicados”. Y fue entonces cuando me tropecé en la calle con el periodista Renson Said, quien no tuvo que esforzarse mucho para convencerme de que lo acompañara en búsqueda de un sitio con buena música, pista de baile y una que otra cerveza gratis. Así fue como llegamos a Bazurto Social Club, un bar de buena música y amigos, en el costado del Parque del Centenario. Ya sabemos que el azar es más cumplido que mil citas, lo digo porque apenas entré me encontré con Jaime Abello y Roberto Pombo. Jaime me acompañó hasta donde Gabo, que se encontraba junto a su esposa Mercedes, y me presentó como un escritor que había sido su alumno en los talleres

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de la FNPI y que había nacido en San Luis de Sincé, el pueblo donde nació el padre del Gabo, y en donde el escritor había vivido en su infancia junto a sus hermanos, algo que cuenta con mucho fervor en sus memorias. Soy muy tímido, por eso tengo que esforzarme en ser extrovertido, lo digo porque fue gracias a las tres cervezas que había tomado en el camino, que me atreví a saludarlo, sentarme a su lado y conversar. Me preguntó por el pueblo. Yo le respondí con mis comentarios de siempre, le dije que ya la aldea era tan importante que le habían cambiado el nombre, ahora la llamaban Sinceslovaquia, aunque algunos también lo llamaban Sincequistán, así, como un imperio. También, que la única diferencia entre Sincé y Nueva York eran las torres gemelas, y ésas ya se habían caído. Él por fin se rio, me llamó embustero, y no me defendí. Más bien le pregunté por aquello que me interesaba, su relación con Faulkner, le recordé el “Apéndice Compson”, ese capítulo que escribió Faulkner al final de su novela El sonido y la furia, y cuyo tono, ritmo y construcción se parecen tanto a las primeras páginas de Cien años de soledad. Fue entonces, por algún motivo que él sólo sabrá, que me recordó aquella frase de Proust: “Mira, muchacho, a los libros hay que tratarlos como un par de lentes para mirar el mundo, si ellos no te sirven, entonces toma otros”. Un buen mago no revela sus mejores trucos, pensé, o tal vez pueda contarlos pero no tendrían el mismo efecto en manos ajenas. Mejor volví al tema del pueblo, le dije que un amigo mío, Antonio Hernández Gamarra, había encontrado la partida de bautismo de un personaje real, que, de acuerdo con muchos detalles, podría haber sido el modelo para inventarse a Melquiades, el gitano de Cien años de soledad. No me respondió, se tomó un trago, y me preguntó en qué andaba. Le dije que seguía escribiendo, cuentos y poemas, pero que aún me faltaba aprender mucho sobre el oficio. Me contó que días atrás había visto un boceto en carboncillo de Francisco de Goya, el artista español, dibujado a la edad de 80 años. En el boceto había un anciano encorvado por la edad y apoyado en dos bastones. El anciano era el mismo Goya, y en la parte superior estaba escrito: “Aún aprendo”. Y agregó, después de tomarse otro trago, “pero lo importante es ser curioso, no lo olvides, me acuerdo que yo de niño era tan curioso, que cuando me iba a dormir quería dejar los ojos colgados en la ventana para no perderme lo que pasaba en la calle”.


Y DOBLARON LAS CAMPANAS

es normal que muchos reconozcan su importancia como artista, y que otros lo lapiden o cuestionen públicamente por asuntos extraliterarios. En mi caso siempre estaré Quién curiosea el nudo aprende a soltarlo, dice el refrán agradecido por sus cuentos y novelas, por habernos árabe, y como todo buen creador García Márquez era enseñado lo que es inventarse a sí mismo desde la nada, sobre todo un ser curioso. Había, entre todos los temas, contra viento y marea, algo que de seguro muchos un misterio que ocupaba gran parte de su atención, y olvidarán hoy. Algunos escritores ni siquiera reconocerán para el que nunca economizó energías: el misterio de la que empezaron a escribir para probar que se podía escribir creación. Él mismo se interrogaba al respecto en Me alquilo de forma diferente a García Márquez, pero buscando tener para soñar: “Lo que más me importa en este mundo es el el mismo encanto y efecto de sus obras. Su gran influencia proceso de creación. ¿Qué clase de misterio es ése que hace estética no es reconocida que el simple deseo de contar SU LITERATURA NACE EN MEpor muchos escritores historias se convierta en una pasión, que un ser humano DIO DE UNA TRADICIÓN DE latinoamericanos, o de lengua española; sin embargo, los sea capaz de morir por ella; CUENTOS Y NOVELAS QUE autores de lengua inglesa morir de hambre, frío o lo que sea, con tal de hacer una cosa NO BUSCABAN CONTAR UNA y otros idiomas no dejan que no se puede ver ni tocar y BUENA HISTORIA LO MEJOR de expresar su gratitud para con su obra. La lista es que, al fin y al cabo, si bien se POSIBLE, SINO TUMBAR EL larga, Salman Rushdie, Paul mira, no sirve para nada?”. Hay que tener presente, GOBIERNO O DENUNCIAR AL- Auster, John Irving, Tony Morrison, y muchísimos a la hora de valorarlo, GUNA INJUSTICIA, LO CUAL más. Todos consideran que que García Márquez irrumpió como un pagano CONVERTÍA ESOS LIBROS EN el mundo literario de García Márquez ayudó a construir en la sacrosanta literatura FOLLETINES Y PANFLETOS, sus propios mundos. Esa nacional, era distinto en la forma de concebirla, como MIENTRAS QUE LOS LECTORES vasta meditación, a través de en tantas otras cosas vitales. QUERÍAN ALGO QUE LES PRO- sus personajes, sobre el amor, la soledad, la muerte, y sobre Su literatura nace en medio de una tradición de cuentos PORCIONARA PLACER EN SU la búsqueda de sentido y y novelas que no buscaban LECTURA Y UNA FORMA DIGNA felicidad en la vida. Ahora recuerdo lo que contar una buena historia lo DE VERSE REPRESENTADOS. sobre él dijo el novelista mejor posible, sino tumbar el Norman Mailer: “En este gobierno o denunciar alguna momento el único gran escritor que puede manejar injusticia, lo cual convertía esos libros en folletines y cuarenta o cincuenta personajes y tres o cuatro décadas es panfletos, mientras que los lectores querían algo que les García Márquez. Cien años de soledad es una obra asombrosa. proporcionara placer en su lectura y una forma digna de Logra hacerlo, pero cómo, no lo sé”. verse representados. Toda buena novela es una adivinanza Yo lo evoco sobre todo por su ejemplo vital, el de aquel del mundo, es escribir las cosas que le pasan a la gente, muchacho que llega a Cartagena con el único patrimonio repetía cada vez que podía: “A mí me encanta escribir, no de sus libros leídos, duerme su primera noche en una sé cómo se pudo inventar eso de que la literatura es un banca del parque Bolívar porque no tiene un centavo para sufrimiento. Otra cosa, cierto, es lograr que el lector me pagar el hotel, y cincuenta años después tiene el mundo a crea. Esa sí es una desesperación hasta que se calienta el sus pies, no por el arte del dinero, que todo lo corrompe, brazo y todo sale, y se mezcla, y empieza, en fin, a tomar sino por la gracia de sus historias. Lo recuerdo convencido forma”. de que la vida es buena, aunque la muerte, la muy perra, se No hay muerto malo, ni recién nacido feo, por eso atreva a decir lo contrario. ahora que ha desaparecido físicamente García Márquez,

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POESÍA

Flotando ¥¥  HAKAN KOMETA ÖZKAN

No necesitamos piernas para volar No necesitamos aprender a caminar Desplegamos al abismo de la vida los brazos Es como flotar

que caemos en el vacío de la vida


POESÍA

Wie schwebend ¥¥  HAKAN KOMETA ÖZKAN

Wir brauchen keine Beine um zu fliegen Wir brauchen nicht laufen lernen Wir breiten am Abgrund des Lebens die Arme aus Wie schwebend fallen wir in die Leere des Lebens


POESÍA

Dos poemas de [Bosquejos para] Una poesía del deseo/ [Sketches for] A poetry of desire * ¥¥  ÓSCAR MASCAREÑAS

XVIII Mañana seré niño otra vez e iré a los brazos de mi madre Y ella entonará mi canción de cuna Y entonces el recuerdo nunca más será tan verdadero Y dormiré sobre su pecho donde reposa toda la tranquilidad y mecido por sus penas antiguas y mis aflicciones nuevas por la nostalgia que da vida a su anhelo entre suspiros y respiros La escucharé decir

*  Este libro será editado por la UANL en 2016.


POESĂ?A

Tomorrow I will be a child again And will go into my mother’s arms And she will sing my lullaby And then the memory will never ever be more real And I will sleep on her chest Where all tranquillity rests And rocked by her sorrows old and my woes new By the nostalgia that gives life to her yearning Between sighs and breaths

I will hear her say


POESÍA

XXVII fue el deseo mismo lo que los poetas no pudieron describir porque —en el intento— se acabaron las palabras

it was the desire itself that the poets were unable to describe because —in the attempt— they exhausted words


ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

EL HUMANISMO EN ALFONSO REYES

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ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

¥¥ALBERTO ENRÍQUEZ PEREA

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CORRESPONDENCIA #2 / COLLAGE ANÁLOGO / 2013

on Rafael Moreno señaló en cierta ocasión que se ha escrito, hablado y también reconocido que Alfonso Reyes creó una obra literaria, filosófica, poética, con sello americano o hispanoamericano, pero poco, o casi nada, se ha dicho sobre su legado humanista1. Para el maestro y discípulo de José Gaos, Reyes es heredero de la obra de Bartolomé de las Casas y Vasco de Quiroga, Miguel Hidalgo y José María Luis Mora, José Vasconcelos y Samuel Ramos (“El humanismo pedagógico y moral de Alfonso Reyes”, Moreno, 1958: 37). Basave Fernández del Valle, por su parte, señaló que su paisano encontró en el “humanismo su razón de vivir. Su ideal fue siempre el mismo; su aspiración nunca vaciló. En varias ocasiones confesó que el escribir era para él un modo de respiración. A punta de pluma organizaba la maraña mundanal y la hacía cobrar sentido” (1964: 41-2). Y el maestro Rangel Guerra, también de Monterrey, dijo: “El humanismo de Alfonso Reyes no está presente en su obra sólo por sus estudios sobre la antigua retórica, la crítica de la edad ateniense o la filosofía helenística, sino esencialmente por la proyección que en ella cobran los más altos valores de lo humano: el ejercicio de la inteligencia, la capacidad de razonamiento y de crítica, el respeto a la convivencia y el sustento moral del hombre en su hacer individual y social, la fuerza creativa y la expresión estética, la práctica de la voluntad” (1982: 5). Es decir, que en 1   El escritor colombiano Gutiérrez Girardot nos indica que Reyes “entiende que el humanismo es no sólo el estudio y conocimiento de las letras y de la cultura de la Antigüedad, sino, modernamente, una acción encaminada al entrañamiento del hombre. El patetismo con que suele hablarse de este problema en nuestro tiempo ha quitado todo su sentido a la expresión ‘salvación del hombre’. Pensémosla en Alfonso Reyes pura de toda estridencia, y digamos, entonces, que su humanismo es un esfuerzo por la salvación terrenal del hombre. La nueve especie de humanismo difiere, sin embargo, poco de la del Renacimiento. Tiene en común la preferencia del sentir y del obrar sobre el saber aislado; la insistencia en el universalismo” (Gutiérrez Girardot, 1962: 127-8).

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el pensamiento que nos legó el regiomontano se encuentra esa corriente tan mexicana y al mismo tiempo tan universal que es santo y seña de su identidad. Mas Reyes no sólo continuó esa tradición, sino que la renovó, la recreó, y expresó nuevas ideas sobre el humanismo. En su prolífica obra, que ha llegado a sumar veintiséis tomos, y que podrían llegar a más por los inéditos que aún andan por ahí, se pueden encontrar textos reveladores y significativos sobre este tema tan importante, como bien lo señaló el maestro Moreno. Veamos un primer artículo, que no el único, que apareció en México en la cultura, suplemento de Novedades, el 12 de junio de 1949, y se llama, “Idea elemental del humanismo”. ¿Qué nos dice Reyes en este artículo publicado hace sesenta y seis años? En primer lugar, nos aclara su autor, esta paginita es “el proemio de unas divagaciones” que bien se podrían llamar “Filosofías de un aficionado” o “La antropología a media calle”. Efectivamente, este es el primer texto, de diez, que conforman el volumen intitulado Andrenio: perfiles del hombre, material que sólo se conoció en su totalidad hasta 1979, completamente recorrido y corregido y que forma parte del tomo XX de sus Obras completas. Libro calificado por Ernesto Mejía Sánchez de “ensayos filosóficos que podría considerarse como la síntesis de su pensamiento”. Reyes también dijo que las ideas que hay en su artículo nada le dirán “al especialista, al técnico: acaso diviertan al sabio en las artes de la vida”. Aquí peca de modesto don Alfonso. En esta página publicada en 1949 deslinda las “muchas cosas” a las que se les ha llamado humanismo. En “el sentido más lato”, precisa, “el término abarca todo lo humano”. En el estrecho, “el término suele reducirse al estudio y práctica de las disciplinas lingüísticas y las literarias, lo cual restringe demasiado el concepto y no define suficientemente su orientación definitiva”. En “el más confuso, se ha llegado a confundir el humanismo con el humanitarismo, especie filantrópica que nos lleva a terrenos diferentes”. A propósito de este último sentido, Reyes comentaba que no hacía mucho tiempo un

escritor había acabado de publicar un libro sobre el humanismo; este escritor le dijo que prefería meterse entre las llamas para salvar un cuadro de Velázquez que dar limosna a un pedigüeño. Después de escucharlo, concluyó, ya no tenía objeto leer el libro. Asimismo, Reyes nos recuerda que durante la Edad Media se llamó “humanidades” “a los estudios consagrados a la tradición grecolatina. Mediante ellos, se procuraba modelar otra vez al hombre civilizado, al hombre. Y no sin una grave conciencia de la responsabilidad, por cierto”. Porque por ahí se oía “decir a un grave doctor medieval que quienes están profesionalmente obligados a la frecuentación de los autores paganos deben cuidarse mucho de que no padezca su alma”. El Renacimiento llegó y rompió “el cuadro férreo” en que se encerró la educación del hombre. No olvidemos, nos señala Reyes, repasar el monólogo de La vida es sueño, de Calderón. El poeta y teólogo recogió todavía “los ecos del diálogo entre la dignidad natural y la dignidad sobrenatural del hombre”. Y recordemos que Reyes en sus años madrileños (1914-1924) hizo un estudio sobre este monólogo, con la exigencia y el rigor que caracterizaba a los miembros del Centro de Estudios Históricos dirigido por Menéndez Pidal. En éste, el autor de El deslinde señalaba que para empezar había que concentrarse en esta primera frase: “El delito mayor del hombre es haber nacido”; y en la siguiente: “Y teniendo yo más alma tengo menos libertad” (en Reyes, 1957: 185). Así pues, volviendo al Renacimiento, se debe decir que en esta época se creyó que el humanismo era una “agencia útil y progresista”. Se recomendaba “el uso de la preciosa razón frente a los bajos arrestos del instinto y de la pura animalidad”. Y propuso “el ideal del homo sapiens, el hombre como sujeto de sabiduría humana”. Después llegaron las ciencias positivas que insistían en el homo faber. “El hombre como dueño de las técnicas para dominar el mundo físico”. Y fue cuando un “buen día”, el humanismo apareció, “por eso, como un vago y atrasado espiritualismo”. No obstante este estado de la situación, las ciencias positivas y el humanismo llegaron a reconciliarse en la cultura.

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BRIGHT RUNWAY / COLLAGE ANÁLOGO / 2013 / FRAGMENTO EN MONOTONO

ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

para no agraviar a quien nos Y ahora, ¿cómo se debería entender el humanismo? El UNA PARTE DE LA DEFINICIÓN lea y nos escuche rebajándole humanismo no se debería ALFONSINA DEL HUMANISMO: al nivel de la deficiencia mental—, sino también considerar como “un cuerpo determinado de PONER AL SERVICIO DEL BIEN la libertad del espíritu y conocimientos, ni tampoco HUMANO TODO NUESTRO SA- del intelecto en el más amplio y cabal sentido, la una escuela”, ni que tuviera BER Y TODAS NUESTRAS ACperfecta independencia ante contenidos específicos. Pero, toda la tentación o todo sí, una orientación. Y ésta, ¿cuál TIVIDADES. intento por subordinar la debería ser? “La orientación investigación de la verdad está en poner al servicio a cualquier otro orden de intereses que aquí, por del bien humano todo nuestro saber y todas nuestras contraste, resultarían bastardos” (Reyes, 1979: 404). actividades. Para adquirir esta orientación no hace Ahora sí hemos llegado a la idea del humanismo en falta ser especialista en ninguna ciencia o Alfonso Reyes. Consta de dos partes que están bien técnica determinadas, pero sí registrar ligadas la una de la otra. Si en la primera nos dijo que sus saldos. Luego es necesario contar humanismo es poner al servicio del hombre todo nuestro saber con una topografía general del y todas nuestras actividades; en la segunda nos condiciona a saber y fijar el sitio a cada noción”, que ésta se ejercerá y fructificará plenamente en el suelo de señaló Reyes en su artículo “Idea la libertad. Es decir, que sólo se realizará en la democracia. elemental del humanismo”. En uno de esos ensayos en que Reyes fue un Hasta aquí pues, tenemos maestro, también podemos encontrar suficientes una parte de la definición elementos para apreciar su humanismo. Me refiero alfonsina del humanismo: a su Discurso por Virgilio. Detengámonos pues en uno poner al servicio del bien de sus pasajes, y reflexionemos sobre estas palabras: humano todo nuestro “Quiero el latín para las izquierdas, porque no veo saber y todas nuestras la ventaja de dejar caer conquistas ya alcanzadas. Y actividades. Pero Reyes quiero las Humanidades como el vehículo natural para no dejó ahí el asunto. En todo lo autóctono” (Reyes en Enríquez Perea, 2007: la versión definitiva de 733). E igualmente hay que hacer caso a este consejo: este artículo que se conoce “La lectura de Virgilio es fermento para la noción de como “Palabras sobre la patria, y a la vez que modela su ancho contorno, lo el humanismo” agregó llena con el contenido de las ciudades y los campos, la otra idea fundamental guerra y la agricultura, las dulzuras de la vida privada para hacer posible y los generosos entusiasmos de la plaza pública, este humanismo dando así una fuerte arquitectura interior al que se ha que nos propone. educado en esta poesía. Llevando un Virgilio, se puede Nos dice que bajar sin temor a los infiernos” (738). éste sólo se podrá Sí, hay que acercarse a ese Discurso, y leerlo ejercer plenamente y sólo provechosamente. Y también aproximarse a un capítulo fructificará en el suelo de la de una de las obras fundamentales de Alfonso Reyes, de libertad. Es decir: en suelo seguro. poético título, Junta de sombras, y nos detendremos en el Y a qué libertad se refiere don capítulo XXVII, titulado “De cómo Grecia construyó al Alfonso. Lo señala, como siempre, hombre”. Aquí Reyes dice que la “obra por excelencia con todo rigor: “Y no sólo a la del genio griego es el Hombre. Las artes plásticas libertad política —lo cual es obvio visuales son complemento y adorno de la función y ni siquiera admitimos discutirlo

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ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

“EN REALIDAD, EL PROGRESO HUMANO NO SIEMPRE SE LOGRA, SÓLO SE CONSIGUE DE MODO APROXIMADO. ” ALFONSO REYES religiosa, aunque las invada el mismo ideal. Pero el ideal se procura directamente a través de las artes acústicas o espirituales: la música, hasta cierto punto, y más aún, la filosofía, la poesía, la historia, la retórica, los oficios de la palabra” (Reyes, 1965: 478). En la Paidea será precisamente en donde se realice esa “modulación paulatina del ideal del Hombre, y aun de cada hombre en relación con ese ideal. Y esto no sólo en el modesto sentido escolar o educacional, sino entendiendo en el concepto la suma de todas las energías sociales que obran sobre el individuo a la largo de su vida y establecen esa posibilidad de convivencia humana que es la Polis, el grupo policiado. Como se ha dicho, mientras vivamos nuestra responsabilidad está sobre el yunque” (478). En este breve recorrido por las obras de Reyes, no podemos dejar de mencionar un trabajo suyo que siempre ha despertado interés. Se trata de la Cartilla moral2, que ha tenido una gran difusión desde su primera edición en 1944, pensada originalmente para iniciar la campaña alfabética en el periodo de Ávila Camacho, siendo secretario de Educación Pública el gran educador Jaime Torres Bodet. Sin embargo, la Cartilla, como muchos textos de Reyes, emprendió el camino con buena fortuna. Pues bien, la Cartilla cuenta con un prefacio y XIII lecciones. La Lección I inicia con estas palabras: “El hombre debe educarse para el bien”. ¿Por qué?, se preguntarán. ¿Acaso el hombre no mantiene y sostiene todos los días una lucha sin cuartel por ganarse la vida? Y sin embargo, nos dice Reyes, en la siguiente lección, “el hombre tiene algo de común con los animales y algo de exclusivamente humano”. Y en la que continúa señala: “La voluntad moral trabaja para humanizar más y más al hombre levantándolo sobre la bestia, como un escultor que, tallando el bloque de piedra, va poco a poco sacando de él una estatua. No todos

tenemos fuerzas para corregirnos a nosotros mismos y procurar mejorarnos incesantemente a lo largo de nuestra existencia, pero esto sería lo deseable. Si ello fuera siempre posible, el progreso humano no sufriría esos estancamientos y retrocesos que hallamos en la historia, esos olvidos o destrozos de las conquistas ya obtenidas. En realidad, el progreso humano no siempre se logra, sólo se consigue de modo aproximado. Pero ese progreso humano es el ideal a que todos debemos aspirar, como individuos y como pueblos”. Ahora bien, en otras lecciones de esta Cartilla, Reyes nos da esta máxima: “Todos los hombres son igualmente dignos, en cuanto a su condición de hombres, así como todos deben ser iguales ante la ley”. Y la siguiente es menester siempre recordarla: “La igualdad ante el Derecho es una de las más nobles conquistas del hombre. El que comete una falta o un delito debe sufrir igual pena, sea débil o poderoso, pobre o rico. Pero, a mayor altura de la persona, toca mayor responsabilidad, por concepto de agravante. Por ejemplo, la traición de un soldado y de un general sufren igual pena. Pero, ante nuestro juicio moral, la del general es todavía peor que la del soldado”. La Lección X nos invita a meditar, a reflexionar, a examinar nuestra conducta. Por eso dice: “La nación, la patria, no se confunde del todo con el Estado. El Estado mexicano desde la Independencia, ha cambiado varias veces de forma o Constitución. Y siempre ha sido la misma patria. El respeto a la patria va acompañado de ese sentimiento que todos llevamos en nuestros corazones y se llama patriotismo: amor a nuestro país, deseo de mejorarlo, confianza en sus futuros destinos”. Y aún agrega: “Este sentimiento debe impulsarnos a hacer de nuestra nación todo lo que podamos, aun en casos en que no nos lo exijan las leyes. Al procurar nuestras legítimas ventajas personales no hemos de perder de vista lo que debemos al país, a la sociedad, humana en conjunto. Y en caso de conflicto, el bien más amplio debe triunfar sobre el bien más particular y limitado”. Finalmente, y para concluir, en las dos últimas lecciones tenemos una serie de principios para la convivencia humana. Destaco los siguientes:

2   De aquí en adelante véase: Reyes, Alfonso (1994). Cartilla moral. México: Alianza Cien/Conaculta [Textos completos].

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ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

•   Si los hombres no fuéramos capaces del bien no

habría persona humana, ni familia, ni patria, ni sociedad. •   El bien es el conjunto de nuestros deberes morales.

Estos deberes obligan a todos los hombres de todos los pueblos. La desobediencia de estos deberes es el mal. •   La satisfacción de obrar bien es la felicidad más

firme y verdadera. Por eso se habla del “sueño del justo”. El que tiene la conciencia tranquila duerme bien. Además, vive contento de sí mismo y pide poco a los demás. •   La sociedad se funda en el bien. Es más fácil vivir

de acuerdo con sus leyes que fuera de sus leyes. Es mejor negocio ser bueno que ser malo. •   El bien nos obliga a obrar con rectitud, a decir la

verdad, a conducirnos con buena intención. Pero también nos obliga a ser aseados y decorosos, corteses y benévolos, laboriosos y cumplidos en el trabajo, respetuosos con el prójimo, solícitos en la ayuda que podemos dar. El bien nos obliga asimismo a ser discretos, cultos y educados en lo posible. •   Todos tenemos el instinto de la bondad. Pero este

instinto debe completarse con la educación moral y con la cultura y adquisición de conocimientos. Pues no en todo basta la buena intención. •   El respeto a nuestro cuerpo nos enseña a ser

limpios y moderados en los apetitos naturales. El respeto a nuestra alma resume todas las virtudes de orden espiritual. •   El hijo y el menor necesitan ayuda y consejo del

padre y del mayor. Pero también el padre debe respetar al hijo, dándole sólo ejemplos dignos. •   No hay que ser extravagantes. No hay que hacer

todo al revés de los demás sólo por el afán de molestarlos.

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•   El amor patrio no es contrario al sentimiento

solidario entre todos los pueblos. •   No hagamos a los demás lo que no queremos que

nos hagan. •   La más alta manifestación del hombre es su

trabajo. Debemos respetar los productos del trabajo. Romper vidrios, ensuciar paredes, destrozar jardines, tirar a la basura cosas todavía aprovechables son actos de salvajismo o de maldad. Estos actos también indican estupidez y falta de imaginación. •   La tierra y cuanto hay en ella forman la casa del

hombre. El cielo, sus nubes y sus estrellas forman nuestro techo. Debemos observar todas estas cosas. Debemos procurar entenderlas, y estudiar para ese fin. Debemos cuidar las cosas, las plantas, los animales domésticos. Todo ello es el patrimonio natural de la especie humana. Aprendiendo a amarlo y a estudiarlo, vamos aprendiendo de paso a ser más felices y más sabios. Bibliografía Basave Fernández del Valle, Agustín (1964). La imagen del hombre en Alfonso Reyes. Monterrey: Universidad de Nuevo León. Enríquez Perea, Alberto (selección y prólogo) (2007). Alfonso Reyes. México: Ediciones Cal y Arena [Los Imprescindibles]. Gutiérrez Girardot, Rafael (1962). Dos estudios sobre Alfonso Reyes. Madrid: Ínsula. Moreno, Rafael (1958). “El humanismo pedagógico y moral de Alfonso Reyes”, en Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, tomo XXXII, números 63-69, enero-diciembre de 1958. Rangel Guerra, Alfonso (1982). Alfonso Reyes en nuestro tiempo. Alfonso Reyes y su idea de la historia. La odisea de Alfonso Reyes. Monterrey: Biblioteca Alfonso Reyes, A.C. Reyes, Alfonso (1957). Obras completas. VI. Capítulos de literatura española. Primera y segunda series. De un autor censurado en el “Quijote”. Páginas adicionales. México: Fondo de Cultura Económica [Letras mexicanas]. Reyes, Alfonso (1965). Obras completas. XVII. Los héroes. Junta de sombras. México: Fondo de Cultura Económica [Letras mexicanas]. Reyes, Alfonso (1979). Obras completas. XX. Rescoldo de Grecia. La filosofía helenística. Libros y libreros de la Antigüedad. Andrenio: perfiles del hombre. Cartilla moral. México: Fondo de Cultura Económica [Letras mexicanas]. Reyes, Alfonso (1994). Cartilla moral. México: Alianza Cien/ Conaculta [Textos completos].


ANDAR A LA REDONDA

JOSÉ VASCONCELOS

Y LA REFORMA DE CÓRDOBA.

EL FRACASO REVOLUCIONARIO

¥¥ MARCOS DANIEL AGUILAR

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I. EMBARQUE

CORRESPONDENCIA #1 / COLLAGE ANÁLOGO / 2013 / DUOTONO

N

uestros utopistas fracasaron. El grupo ¿De qué servía comprender el conjunto social intelectual que a comienzos del siglo como si fuera una máquina biológica, si ésta no XX trató de forjar una nueva ideología podía interpretar el latido de su corazón al pensar en ética acorde a los cambios de la Revolución la vida o la muerte? Las ciencias con las que se forjó mexicana no pudo consolidar una república libre el entonces joven estudiante traían la esperanza del con ciudadanos autónomos. No pudo abatir el progreso humano, pero un progreso limitado que sólo monopolio del poder en la política, ni en la esfera departía para el lado material. José, al presentir esta universitaria. Por su nebulosa imagen, se olvida contradicción, escuchó las enseñanzas liberadoras que la obra de Gabriel Zaid está ahí para explicar del filósofo Friedrich Nietzsche, quien fue uno de que desde los tiempos de la postrevolución, y los primeros en criticar las ideas absolutistas de la ahora, lo que ocurre en la academia es un reflejo razón kantiana y comptiana, quienes creyeron que del Estado. El sueño de José Vasconcelos de las teorías sobre los hechos verificables eran la única romper las barreras entre directivos universitarios verdad, sin tomar en cuenta lo que quedaba fuera de y alumnos se fue lo tangible, es decir, diluyendo a cuenta la metafísica, esos DURANTE LAS CONFERENCIAS QUE gotas hasta llegar hechos que ocurrían —como dice Zaid— en el ser y que no OFRECIÓ EN EL CENTENARIO DEL al culto desbordante siempre se explican COMIENZO DE LA INDEPENDENpor los títulos con el raciocinio. universitarios y a la ¿Qué ocurría CIA DE MÉXICO, VASCONCELOS simulación de un entonces? Se preguntó APLICÓ LA TÉCNICA APRENDIDA poder, adquirido por el Vasconcelos. Había acaparamiento de los algo en el ambiente DE NIETZSCHE, PARA CRITICAR Y saberes que se crean, que escapaba a sus SUPERAR LAS VIEJAS ESCUELAS A desarrollan y mueren viejos maestros. Era TRAVÉS DE UNA SENSIBILIDAD CASI en las aulas. el sentido común. Pero en la historia Ese conocimiento PSICOLÓGICA. esto no siempre fue fo r m a d o p o r l a s así, pues el mismo emociones que Vasconcelos participó en un movimiento intelectual hacen que un individuo sea diferente y que que llevó la educación a un plano más abierto tome decisiones en cada bifurcación temporal y de enseñanza, con la introducción de las más espacial. Sin fórmulas que seguir, no despreció disímiles filosofías del momento. José acompañó a el positivismo, lo exaltó, pero con el objetivo la construcción de la Universidad de México, de de ponerlo en la larga fila de enseñanzas. Así, en la mano de Justo Sierra, y con la palabra, precedió 1910, durante las conferencias que ofreció en el al cisma social de la revolución de 1910, pues años centenario del comienzo de la Independencia de antes había comenzado el idealismo juvenil de México, Vasconcelos aplicó la técnica aprendida de “don” José, al rechazar lo que a su instinto no le Nietzsche, para criticar y superar las viejas escuelas gustaba. a través de una sensibilidad casi psicológica.

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Entonces ofreció una charla sobre el maestro que colocó las teorías de Augusto Compte en el sistema educativo y político mexicano: Gabino Barreda. Pero el exaltado muchacho utilizó la imagen de Barreda para dar a conocer sus propias ideas. Colocó al maestro positivista mexicano como un promotor de la esperanza juvenil que mejoraría la existencia. Lo describió como un hombre con una voluntad crítica para enseñar a partir de la renovación del intelecto humano. José, hábilmente, aunque no conoció a Barreda, se colocó como heredero de esta ambición de progreso pero quitándose la rigidez metódica. Con la sombra de Barreda, Vasconcelos introdujo ese “sentido común nietzschiano” que, para comienzos del siglo XX en América Latina, significó “espíritu”, un sentido basado en la libertad. José fue claro en sus ideas, y en esta misma conferencia se preguntó “¿seremos realmente de los que asisten a las épocas gloriosas en que los valores se rehacen?, ¿o es sólo un vigor de juventud?” José sabía que esa razón extrema con la que fue educado tenía que mezclarse con la emotividad, con el fin de comprender al mexicano. Si durante el siglo XIX algunos académicos despreciaron el mestizaje americano al calificarlo como acto impuro y bastardo, esta joven generación en México leyó pronto nuevas ideas que cambiaron la concepción de América Latina para dotarla de una herencia milenaria, con valores provenientes de varios pueblos. Vasconcelos quería participar en esta idea utópica, casi romántica, de cambiar esos valores negativos que el evolucionismo y naturalismo anglosajón les habían impuesto a los pueblos de cultura hispana, para hacer una revolución moral, en donde la expresión y la justicia fueran la prioridad. Con el tiempo, esta pluralidad de ideas cumplió su objetivo intelectual, como dice Zaid, y se abrió hacia al espacio cívico, cuando en 1912, José y su grupo fundaron la Universidad Popular, misión de justicia social que fue al paralelo del conflicto de la Revolución. Pero esta idea convertida en acción y que Vasconcelos sintetizó en el concepto de “espíritu juvenil”, no paró ahí, sino que tuvo una segunda oportunidad lejos de México, al otro lado del continente. Sudamérica. Ciudad de Córdoba. 1918.

II. LLEGADA Paisaje agreste. Arbustos rebeldes en la meseta ríen. Deódoro Roca pinta. Todo está por hacerse. Es un cuadro con marco dorado. Impresiones impresionistas visten la tela. Una rúbrica en rojo desvela lo impensable. El pintor es argentino. Cordobés del siglo XX. Sensible a las emociones de la piel o el pincel. ¿Quién lo creería?

VASCONCELOS QUERÍA PARTICIPAR EN ESTA IDEA UTÓPICA, CASI ROMÁNTICA, DE CAMBIAR ESOS VALORES NEGATIVOS QUE EL EVOLUCIONISMO Y NATURALISMO ANGLOSAJÓN LES HABÍAN IMPUESTO A LOS PUEBLOS DE CULTURA HISPANA, PARA HACER UNA REVOLUCIÓN MORAL, EN DONDE LA EXPRESIÓN Y LA JUSTICIA FUERAN LA PRIORIDAD.

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THE RACE / COLLAGE ANÁLOGO / 2013 / ESCALA DE GRISES

Este pintor de paisajes montañeses fue el mismo aquél que redactó el Manifiesto Liminar de Córdoba de junio de 1918, en el que los estudiantes de la Federación exigieron libertad para la sociedad americana. Roca fue entre otros pilar de esta reforma, que ocurrió en Argentina y que se convirtió en el emblema para conseguir la autonomía en las universidades latinoamericanas y los derechos de los alumnos

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que querían elegir sus planes de estudio y forma de gobierno. Estos adolescentes, que pusieron su entusiasmo, escucharon la caja de resonancia de la revolución intelectual mexicana que creó la educación pública justo al otro polo de la región. En el Manifiesto cordobés se leen las palabras de los egresados de San Ildefonso en el centro de la Ciudad de México, entre ellas, las de José Vasconcelos, quien desde entonces ya prefiguraba esa “hora americana juvenil” que escribiera Roca. El grito de los argentinos estaba liado contra el poder de las autoridades, civiles y eclesiásticas, que controlaban la educación en casi todo el continente; poder unilateral que sólo enseñaba a “insensibilizar y a crear ignorantes”, idea parecida a la expresada por Vasconcelos en su discurso “Don Gabino Barreda y las ideas contemporáneas” (1910) en el que exigía diversidad en la enseñanza, sin repeticiones vacías que sólo gastan la “virtud” de los jóvenes, método de repetición sin aprendizaje que abandona el “impulso fecundo”. En las palabras de Roca como en las del mexicano existe una preocupación por recuperar la sensibilidad en la educación, para que la universidad no sea el reflejo de una “sociedad decadente que padece inmovilidad senil”. Por eso se quejaron en 1918, por eso tomaron las aulas, para acabar con la “burocracia” estática y con la “tiranía”. Entre líneas se oye el eco sutil del mexicano que ocho años antes también se quejó del viejo pensar positivista y escolástico, de la vieja dictadura militar y política porfiriana que “nos pone en incertidumbre, en inquietud y como nostálgicos”, alejados de la energía que es capaz de “dignificar nuestras vidas”. La Federación de Córdoba pidió también democracia y el gobierno para los estudiantes: cambio de valores que también asumió en cierta medida la Revolución mexicana al paralelo del fratricidio que se cometió. Estos escritores jóvenes en México hicieron una crítica pensada y aliada al concepto del “espíritu”, que para Vasconcelos era también el “gusto”, esa preferencia inmaterial que diferencia los intereses de las personas. El concepto del espíritu, con el que escribían sus ensayos y conferencias, también fue recuperado en el liminar de Córdoba, que ante esas fuerzas que no dejaban respirar a los estudiantes, reclamó que “las almas de los jóvenes deben ser


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movidas por las fuerzas EN ESTE NUEVO PROGRAMA EDU- máxima cordobesa que espirituales”, gusto éste significaba “igualdad”, CATIVO, EL MAESTRO NO ERA UNA para plantearlo como que era la “verdad”, y no la ciencia, ya que para ellos AUTORIDAD, SINO UN REVOLU- programa de trabajo. ésta sólo era un camino CIONARIO QUE DEBÍA ILUMINAR En el día del maestro hacia el conocimiento, de 1921, Vasconcelos pero nunca la verdad A LOS CIUDADANOS PARA ALCAN- pronunció un discurso absoluta. Pensamiento ZAR LA LIBERTAD, DESPUÉS DE en el que exhortó a los nietzschiano que supieron maestros a terminar con la TANTO DOLOR QUE HABÍAN PROrecuperar. soberbia y trabajar con los Con este movimiento VOCADO LAS DICTADURAS, GOL- jóvenes para acabar con cordobés, consiguieron las injusticias y “maltratos PES DE ESTADO Y LAS BATALLAS. para el resto del de la vida”. Conociendo continente “una libertad el tratado de fraternidad más, y una vergüenza menos”. A la distancia, entre maestros y alumnos que dictaron los argentinos Vasconcelos, al oír estas noticias desde su exilio en tres años atrás, también pidió a los educadores los Estados Unidos —tras sus diferencias con el mexicanos reproducir este anhelo con firmeza para presidente Venustiano Carranza—, pensó que su “iluminar sus vidas”. movimiento tuvo algún efecto en Argentina, así como Les dijo que no fueran egoístas, que repartieran lo dictara también en su conferencia “El movimiento sus conocimientos, ya que sólo éstos a través de la intelectual contemporáneo en México” de 1916 en Lima. educación podrían combatir la injusticia social. El Los lazos a lo largo del continente estaban tensados mensaje del entonces rector de la Universidad, y en esta época de saltos y revoluciones. Esperanza posterior secretario de Educación Pública (a partir que encontraría su buen norte nuevamente en el de octubre de 1921), era que la revolución mexicana puerto de donde había salido, aquél, el de las aguas no se tenía que hacer con las armas, sino con ejércitos agitadas. de conocimiento, pues la universidad “debe mostrarse servicial, si acaso no puede ser sabia”. El manifiesto de III. REGRESO Córdoba también había predicado la lucha contra la autoridad que no enseña la verdad y que impone un poder mediocre. Naveguemos, Ulises, hacia la vieja Ilión. A la ciudad En este nuevo programa educativo, el maestro no era lacustre amurallada por el agua laguna. Civilización una autoridad, sino un revolucionario que debía iluminar de presagios es la antigua México. Ahí surgieron a los ciudadanos para alcanzar la libertad, después de ideas de cambio. Presagio. Para aventurarse al océano tanto dolor que habían provocado las dictaduras, golpes en busca de otros nudos qué desatar. Presagio. El de Estado y las batallas. Pero ¿hacia dónde se dirigía sur acogió las palabras y los hechos revolucionarios esta revolución educativa? Se encaminaba a motivar a del norte de América. El sur concretó los hechos y los jóvenes y a los espíritus entusiastas de sus mentores le devolvió a la Ilión mexicana sus mismas palabras a crear una nueva civilización; lo que los cordobeses resignificadas. llamaron “esperanza en el destino de la raza” y que Los cordobeses pretendieron eliminar la jerarquía Vasconcelos entendió como “la fe en la raza” o “por mi universitaria. Los argentinos dijeron que debía raza hablará el espíritu”, es decir, la construcción en existir una “vinculación espiritual entre maestros conjunto de varias sociedades en América capaces de y alumnos, para que la enseñanza sea fecunda, crear nuevos valores morales. porque la educación es amor”. Cuando en México La moral fue la columna tanto del grupo del joven José triunfa la revolución de Álvaro Obregón sobre (1910), como de los de la federación de la Universidad Carranza, José Vasconcelos es nombrado rector de de Córdoba (1918), asimismo del programa educativo la Universidad Nacional en 1920; éste reprodujo la

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ANDAR A LA REDONDA

PRODUITS / COLLAGE ANÁLOGO / 2014 / ESCALA DE GRISES

ESA ERA LA REVOLUCIÓN: ROMPER CON INFANTILISMOS Y PATERNALISMOS PARA TRASCENDER A UNA VIDA Y EDUCACIÓN ABIERTA Y DE AHÍ A UNA TRANSFORMACIÓN CON VALORES AHORA CLAROS: JUSTICIA, LIBERTAD, IGUALDAD, CARIDAD, BELLEZA Y VERDAD. de Vasconcelos (1920). Incautos moralistas éstos. La moral es otro concepto políticamente incorrecto hoy en día, pero que siempre destapa las entrañas de una civilización. Como lo dice Fernando Escalante Gonzalbo (Ciudadanos imaginarios), la moral es esa reunión de valores y costumbres que explican las conductas de las personas en relación con los demás y que se trasladan a la política. Durante esta campaña civilizatoria y educativa, estos jóvenes y mentores deseaban una “salud moral” a través del trabajo y la enseñanza, pues al luchar contra el dictador o el maestro impositivo querían llegar a la libertad y a la justicia, al repartir el conocimiento para alcanzar un entendimiento. Por ello intentaron al menos en la imaginación forjar esa raza cósmica, esa sociedad de sociedades que pudiera llegar a la belleza, que es la posibilidad de cada ser humano para seguir sus instintos. Esa era la revolución: romper con infantilismos y paternalismos para trascender a una vida y educación abierta y de ahí a una transformación con valores ahora claros: justicia, libertad, igualdad, caridad, belleza y verdad. José Vasconcelos conformó en su programa a líderes espirituales que trataron de enseñar esto, “en común a indios y blancos… en un desarrollo de la vieja tesis católica española de la igualdad de los hombres ante el espíritu”. Esta educación renovada, según él, debió llevar estas virtudes humanas de la escuela a la vida civil y política. Pero esto no ocurrió. Tampoco entre sus pares argentinos. Ese barco de esperanza naufragó en las aguas del intento.

IV. NAUFRAGIO Aunque Vasconcelos produjo una reforma educativa que tuvo la posibilidad de incrustarse en el resto de las esferas sociales, su idea de revolución no pudo abatir los males de su época. Él mismo, ante su decepción por las mezquindades de la política, por las complejidades de la

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multiculturalidad del mexicano y al enfrentarse con los supuestos horrores que representaba la cultura de los Estados Unidos hacia el mundo, se acercó a las vacías virtudes del nacional socialismo alemán, que para él simulaba una casticidad y uniformidad utópica ante lo yanqui. Los mismos reformistas argentinos erraron el camino, cuando algunos de ellos apoyaron el golpe militar lidereado por José Félix Uriburu en 1930, que acabó con el gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen, con lo que lapidaron lo


ANDAR A LA REDONDA

SEGÚN DATOS OFICIALES DEL 2012, EN MÉXICO HAY 32 MILLONES DE PERSONAS MAYORES DE 15 AÑOS QUE VIVEN CON REZAGO ESCOLAR; MIENTRAS QUE 5.1 MILLONES DE MEXICANOS SON ANALFABETAS. que ellos mismos propusieron 20 años atrás: civilidad y democracia. A pesar de los fracasos de estos jóvenes que querían las libertades para todos, sus enseñanzas son parte de la tradición del pensamiento latinoamericano al que se puede recurrir para entender este siglo XXI. Filosofía que tanto en el Liminar de Córdoba como en los discursos y en La raza cósmica de Vasconcelos fue parte de esta literatura utópica-imaginativa, que pretendió clarificar y dar orden, entre los bienes y males sociales, a los pueblos latinoamericanos sumidos en la pobreza e ignorancia. Como dice Ignacio Sánchez Prado, el término mestizaje y de “unión americana” fueron los buenos deseos de unos cuantos que querían, al menos en la retórica, erradicar los vicios y las diferencias. En estos tiempos de escasa certeza sobre lo que son las virtudes o males para el ser humano y en medio de la relatividad e individualización de la vida que vuelven “un tanto cínico” a “nuestro tiempo”, como lo diría Escalante Gonzalbo, se podría pensar que esta lucha del siglo XX no sirvió de nada; sin embargo, ahora, se podría recuperar y reconsiderar aquel clásico concepto de moral que procuraba explicar y cambiar a las sociedades. Incluso, si se observan las estadísticas educativas de los últimos años, parece que hubo una regresión y que en esta materia no se

logró mucho a pesar de los intentos reformistas. Según datos oficiales del 2012, en México hay 32 millones de personas mayores de 15 años que viven con rezago escolar; mientras que 5.1 millones de mexicanos son analfabetas. Esa intentona de don José por igualar las condiciones educativas entre indígenas y no indígenas no tuvieron los resultados deseados, ya que en la actualidad el 9 por ciento de los niños de diversas comunidades originarias no asiste a la escuela, mientras que la mitad de los indígenas mayores de 15 años no concluyó la primaria. Parecería que de nada sirvió la lucha de los utopistas de principios del XX, pues resulta que el actual rector de la Universidad Nacional Autónoma de México está repitiendo el mismo discurso sobre la educación y su necesidad para el desarrollo del país: “Sólo los países que elevan el nivel educativo y cultural, que reducen las desigualdades y hacen del conocimiento el motor del desarrollo”. Aunque importantes, los movimientos reformistas tanto en México como en Argentina no lograron consolidar ese nuevo estado moral que de la universidad llevara a la sociedad y a la política los valores de la educación para transitar a la democracia, al bienestar económico social y de derecho. Se debe aprender que los discursos de los últimos años no son nuevos. Que ya se dijeron. Que formaron parte del pensamiento de los intelectuales más lúcidos del siglo pasado, y que ahora toca retomarlos para darles nueva vida fuera del papel, en una actuación real, para que el “poder” no sea más la dictadura y beneplácito de una elite sobre una masa indiferente, sino que sea el “poder” civil de elegir lo mejor para la vida y su constante transformación.

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A la letra:

PRISMÁTICOS / COLLAGE ANÁLOGO / 2014 / MONOTONO

CANCIÓN con palabras

¥¥BÁRBARA JACOBS

E

n la sesión del martes por la tarde hace meses el doctor me contó que el sábado anterior se había desmayado frente a la ventana abierta de su casa en San Ángel, con la cámara en la mano. Por fortuna se había caído para atrás, digamos la espalda contra el piso de su cocina, creo que me precisó, y el accidente no había pasado de ser un susto y nada más, aunque de todos modos él hubiera tenido que ser llevado al hospital en ambulancia. Por la pérdida de conocimiento, tras los estudios le diagnosticaron algo menor, pero lo amonestaron seriamente en el sentido de que fuera juicioso y no se asomara a la ventana abierta que, a juzgar por la descripción que, en respuesta a sus preguntas, el propio doctor les dio, parecía ser más bien una puerta al vacío, pues el marco era alto y amplio, empezaba en el piso, subía casi al techo y, a lo ancho, se extendía de sobra de punta a punta de sus

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dedos con los brazos abiertos horizontalmente en toda su extensión. Él era un hombre alto, de alrededor de 1.80 y, más que fornido, algo subido de peso, de unos 100 kilogramos más o menos. (Salvo en una marca inglesa y en el extranjero, en México, su país de origen, no encontraba zapatos de su talla.) A partir de aquella experiencia suya noté que empezó a adelgazar, como si los médicos de urgencias


A LO LARGO DE LOS AÑOS QUE FUI SU PACIENTE ME REFERÍ A LA VENTANA DEL CONSULTORIO COMO UNA INVITACIÓN AL ABISMO, CON MAYOR RAZÓN EN EL CONTEXTO EN EL QUE SE ENCUADRABA, EL CONSULTORIO DE UN PSICOANALISTA. que lo atendieron le hubieran dado, quizá con mayor énfasis que otras, la receta de modificar su estilo de vida, sobre todo, hacer ejercicio y cuidar su nutrición. Tenía setenta años cumplidos. El 6 de mayo de este 2015, el mismo día del nacimiento de Sigmund Freud,

su mentor a distancia, el doctor habría cumplido setenta y uno, ¿o setenta y dos? Mientras me contaba su experiencia del fin de semana anterior, enfrente de él yo me retorcía las manos ansiosa. La ventana de su consultorio, en donde

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nos encontrábamos, es igual a la de su casa, ancha y prácticamente de piso a techo. Un pequeño vestíbulo separa los dos apartamentos, en el tercer y último nivel de un edificio blanco que conecta los tres niveles mediante una escalera de unos veintiocho escalones de madera. La planta baja es la sala de espera de los pacientes de los tres inquilinos, especialistas en la atención de desórdenes emocionales. Abajo está la psicóloga que trata a niños y adolescentes; el entrepiso lo ocupa la hermana del doctor, psicoterapeuta y encuadernadora. Y hasta arriba vive y trabaja, vivía y trabajaba, el doctor, José Luis Salinas, psicoanalista, fotógrafo aficionado. A lo largo de los años que fui su paciente me referí a la ventana del consultorio como una invitación al abismo, con mayor razón en el contexto en el que se encuadraba, el consultorio de un psicoanalista. Cuando yo me levantaba del sillón o del diván a cerrar la ventana, por frío o por la molestia del ruido (la calle a la que da, aunque empedrada y angosta, es paso continuo hacia una vía rápida y hacia el ITAM, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, que está en la misma ubicación en donde anteriormente estuvo el Seminario de los Jesuitas), él se interponía de prisa y la cerraba él mismo, no tanto por caballerosidad como por precaución. Por más calmado que un paciente parezca, quién mejor que su psicoanalista para estar alerta y prevenir cualquier reacción suya inesperada. Aquel martes tras su relato no le pregunté qué imagen había

VISOR DE VIAJES II / COLLAGE ANÁLOGO / 2011 / DUOTONO

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AÑOS ATRÁS, ESE MISMO TEMA DE APRENDER A VIVIR HABÍA SIDO EL DE MI PRIMERA SESIÓN CON EL DOCTOR, EN CALIDAD DE MI ANHELO CENTRAL Y LO QUE YO VEÍA EN MÍ COMO IMPEDIMENTOS PARA ALCANZAR ESE ESTADO. pretendido captar con la cámara desde la ventana ante la que se asomaba cuando se desmayó el sábado anterior. Yo era testigo de cómo había crecido y evolucionado en él su afición por la práctica de la fotografía. Lo apasionaba. Incluso tomaba cursos y se graduaba de esos cursos y no perdía el contacto que hubiera establecido con las instituciones en las que estudiaba, con los profesores, con los demás alumnos. Llegó a entusiasmar por la fotografía al menos a alguno de sus pacientes al grado de inducirlo a inscribirse en los talleres y las excursiones que hacían en grupos por la República. Las Cascadas de Agua Azul, el Árbol del Tule, el Cañón del Cobre. Llegó a aprender tanto que criticaba experta y severamente la fotografía que iba haciendo. (Yo lo comparaba con mi propio quehacer, cómo he ido aprendiendo a reconocer cuando un texto es apenas un borrador, por muy “inspirado” que hubiera sido su nacimiento, y atreverme a enfrentarlo hasta convertirlo en un escrito trabajado y acabado.) El doctor fue puliendo su práctica de la fotografía figurativa, si es que así se llama. Creo que prefería el paisaje y la naturaleza al retrato. Regresaba de asistir a congresos de su profesión en México o en el extranjero cargado de las fotografías que había hecho

en sus ratos libres, quizá más que de las copias de las conferencias que le hubieran interesado. Su equipo fotográfico se fue haciendo cada vez más extenso, más específico y más sofisticado. En mi última sesión, sobre el diván de piel blanca yacían espaciadas diferentes cámaras negras y accesorios negros. Lentes, filtros, medidores. El doctor pasaba de la fotografía tradicional a la digital sin problema. También había aprendido a revelar y a imprimir. Esa última sesión, que era la de los jueves por la mañana, al señalar a la especie de maja desarmada y tendida a pedazos a lo largo del diván, le comenté que ésa era su paciente favorita. Sonrió. Pero ninguno de los dos siguió el camino por el que ese comentario habría podido llevarnos. Por fortuna, en esa oportunidad lo intuí como una desviación. Lo que realmente me urgía exponerle, en aquella que habría de ser nuestra última sesión, era el tema del bienestar, tan vivo en aquellos momentos que sentía cómo palpitaba dentro de mí. Años atrás, ese mismo tema de aprender a vivir había sido el de mi primera sesión con el doctor, en calidad de mi anhelo central y lo que yo veía en mí como impedimentos para alcanzar ese estado. Y la noticia que me urgía comunicarle, la síntesis y el resultado de mi tortuoso y largo

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tratamiento, era que por fin me sentía en posesión de ese ambicionado bienestar, precisamente, que por fin me sentía bien y contenta, “libre y ligera”, dije, a gusto con mi trabajo, con mi vida, y en comunicación con los demás, en especial con mi pareja que, sin dejar de serlo en un solo momento, vive de forma tan independiente y autónoma que me proporciona espacio y tiempo para hacer otro tanto yo misma. Siento que ya estoy lista para lanzarme, le dije al doctor, a sabiendas por supuesto de que la única respuesta es que no hay respuesta, y de que vivir está en estar viviendo, comprendiendo a medias, no comprendiendo casi nada, o sólo a medias también. ¡Vivo!, exclamé, ¡Estoy viva! Sonrió. Me di cuenta de que mi comunicación lo alegraba, como si hubiera estado esperándola de mí desde hacía tiempo. Parecía transmitirme la sensación de logro que yo misma experimentaba. Después de todo, el tratamiento —insisto, muy largo y muy tortuoso— había sido un compromiso, una responsabilidad y una labor de los dos. Y sí, parecía que había llegado a puerto, hasta donde puede llegar a puerto la búsqueda del bienestar, búsqueda que puede tener origen, pero que no termina nunca, que debe ser permanente. A manera de reconocimiento, imprevisible, no precipitable, por primera vez me ofreció una taza de café, que acepté encantada. El doctor comentó que yo había aceptado con un entusiasmo que él no me creía capaz de manifestar hacia absolutamente nada que no fuera mi trabajo. Me reí, mientras él también tomaba una taza de café.


Nos despedimos hasta la sesión del martes siguiente, del día 24 de marzo, yo con la tarea autoimpuesta entrelíneas de poner a prueba mi conciencia de bienestar, de confirmar durante el fin de semana si el estado se sostenía en sí o si haberlo percibido no había sido más que un canto de sirenas, bien intencionado, pero frágil y más que insostenible. Al llegar a mi sesión el martes siguiente, el portero policía se me acercó con una delicadeza tan inesperada que me inquietó, no sé si tanto o más que la expresión de su ceño fruncido y el prudente tono de voz con que me informó que el doctor no me podría recibir esa tarde, pues se había sentido mal, pero que él mismo se comunicaría conmigo a la mañana siguiente. Lo oí en silencio; lo miré asustada. Mi corazón se agitó cuando el vigilante añadió que al menos eso era lo que le habían dicho que me dijera. Cuando regresé a mi casa, comenté con mi esposo la intranquilidad que me había producido la cautelosa actitud del portero. Al día siguiente, en vista de que el doctor no me llamó para plantearme cuándo reponer la sesión cancelada la víspera, traté de serenarme con la certeza de que sin duda en la sesión del jueves el doctor me aclararía la situación. Y de hecho, la situación se aclaró, incluso antes del jueves, pues tuvo lugar el miércoles. Y fue por la noche, alrededor de las ocho y media, cuando mi esposo y yo atravesábamos la ciudad por un puente con el que habíamos logrado dar. Salíamos cansados del Museo Tamayo, en el Paseo de la Reforma, y nos dirigíamos en medio de un muy pesado tráfico lo más aprisa

posible a nuestra casa, en Coyoacán, es decir, en el otro extremo de la ciudad, la más grande del mundo y la más poblada. De pronto, en ésas, me llamó un amigo mío, también paciente del doctor, con quien yo coincidía a veces en la sala de espera, él bajaba del consultorio y entonces yo subía. Y fue él quien me dio la noticia. “El doctor Salinas murió.” Acto seguido, me informó a qué hora de la noche llegarían sus restos a la funeraria, en donde estarían hasta la tarde del día siguiente, el jueves 26. Por unos instantes fui incapaz de reaccionar. Nunca me había sorprendido la noticia de una muerte como me sorprendió la del doctor José Luis Salinas. Me impresionó y me confundió intensamente. Quizá para hacerme reaccionar, sin que yo se lo preguntara mi interlocutor me contó las circunstancias del accidente del que había sido víctima mortal nuestro doctor, José Luis Salinas. La víspera, el martes 24, el doctor se disponía a hacer una fotografía desde la ventana abierta de su casa, ante la cual estaba asomado con la cámara en la mano, cuando por lo visto habría perdido el conocimiento y caído al vacío, esta vez tres pisos abajo, de frente directamente contra la piedra del patio de la entrada a su consultorio y casa. Al darme cuenta de los acontecimientos que del otro lado de la línea mi compañero paciente me comunicaba, entendí la razón de la inusual delicadeza con la que la víspera, aquel martes cuando llegaba a mi sesión, se había acercado a mí el portero para informarme que el doctor no me podría recibir esa tarde; que se comunicaría conmigo

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VETERAN´S DAY / COLLAGE ANÁLOGO / 2012 / DUOTONO

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a la mañana siguiente. Comprendí la razón del paso lento hacia mí del policía portero, como si quisiera acercarse sin asustarme; comprendí la razón de su ceño fruncido y la suavidad con la que pronunció la comunicación que le encargaron darme; se me reveló el misterio de su acotación, “Al menos —había añadido— eso fue lo que me dijeron que le dijera.” Aunque me ha costado un esfuerzo grande dejar de esperar la llamada del doctor a la mañana siguiente, y las mañanas siguientes que le han seguido a esa mañana siguiente, para aclararme la situación, me ha costado un esfuerzo aun mayor sostener el estado de bienestar que en mi última sesión llegué a comunicarle feliz al doctor que por fin había alcanzado. La noticia de la muerte del doctor Salinas es lo que de verdad ha puesto a prueba mi logro, la síntesis del resultado del tratamiento, la finalidad hacia la cual habíamos tendido y trabajado los dos, el doctor y yo, durante muchos años, con enormes esfuerzos de todo tipo de parte de los dos. Ahora no era el momento de echar abajo el trabajo de tantos años y de tanto dolor. Por más frágil o menos sólido que hubiera sido el anhelado estado de bienestar, que en nuestra insospechada última sesión le comuniqué al doctor que por fin había alcanzado, ahora era el momento de solidificarlo, de fortalecerlo, de sostenerlo, y de sostenerme, en la tierra, como si de verdad tuviera los pies bien plantados en la tierra y como si de verdad me sintiera capacitada para aprender a vivir sin dejar el esfuerzo de seguir aprendiendo.

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“Te necesito fuerte”, me consuela mi esposo. Luego, “empiezas una nueva vida, tu vida propia quizá por primera vez.” Hace años, al principio de mi tratamiento, el doctor fue ganando tentativamente mi confianza al referirse a vivencias suyas que él sentía que de algún modo podían resonar en mi mundo. Como cuando nostálgicamente se refirió a “Tachas”, de Efrén Hernández, uno de mis cuentos favoritos, que él había leído en sus años de preparatoria y que lo acompañaba desde entonces. O como cuando recordó unas clases de canto que por alguna razón creo que Plácido Domingo tomaba en Monterrey y que el doctor oía desde la calle a su regreso a casa a la salida de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en donde entonces estudiaba medicina. En alguna otra plática hizo alusión a lo temprano que se levantaba en el dormitorio de estudiantes en París para tomar el metro al hospital en el que se especializaba en psiquiatría. Me habló del frío de esas mañanas, y del coñac que desde temprano veía tomar a los parroquianos del bar de la esquina de su centro de estudios, en las afueras de París. También llegó a contarme de cuando a principios de los setenta dejó su ciudad natal y se mudó al Distrito Federal, para quedarse. No sé por qué se hizo amigo de Pablo O’Higgins, pero lo visitaba con frecuencia en su casa de Coyoacán. El papá del doctor, que fue un reconocido ortopedista regiomontano, llegó a ser Juez de Plaza en la Plaza de Toros México. Por aquel entonces, el doctor José Luis fue amigo de Manolo Martínez; llegó a acompañarlo a la Basílica de


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TODOS ESTOS ASOMOS AL MUNDO DEL DOCTOR QUE ÉL ME IBA OFRECIENDO CON LA INTENCIÓN DE QUE YO ME SINTIERA EN CASA AL OÍR SUS RECUERDOS, ME ACERCABAN A ÉL, SIN DUDA, Y ME CONFIGURABAN UNA IMAGEN BASTANTE PRECISA DE SU VIDA. Guadalupe, incluso uno que otro 12 de diciembre, a dar las gracias. Alguna vez me mandó un enlace para un concierto de guitarra y piano, él a la guitarra clásica y Miguel Kolteniuk Krauze al piano, el Rondó en Do mayor de Anton Diabelli. El doctor era maestro en el Instituto de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, que en algún momento dirigió. Fue editor de la revista de la APM y se encargó de fundar su página en Internet. Como académico, creo que se especializaba en los sueños y dejó inconcluso un libro que preparaba sobre la relación de Freud y la cocaína. Atesoraba una primera edición de La Oveja negra y demás fábulas. Le gustaba, no sólo comer sino preparar, platillos de cocina típica internacional, cabrito, gazpacho, pastas, arroces, humus. Le gustaba el vino tinto. Los últimos meses daba largas caminatas por la ciudad, con la cámara al hombro. Había perdido peso con el ejercicio y se veía contento al usar con holgura la ropa que hacía poco le quedaba estrecha. En las paredes del consultorio había un óleo de Julio Silva y una serie de grabados de Vicente Rojo. Todos estos asomos al mundo del doctor que él me iba ofreciendo con la intención de que yo me sintiera en casa al oír sus recuerdos, me acercaban a él, sin duda, y me configuraban una imagen bastante precisa de su vida. También me hablaba de sus hijos y sus nietos;

llegué a deducir que llevaba dos matrimonios y que, en esos momentos otra vez soltero, estaba contento con su vida, con su trabajo, con su afición a la fotografía. Tenía amigos y, según llegó a contarme, gozaba las reuniones de ex alumnos a las que lo convocaban cada año sus compañeros de banca de la primaria, la secundaria y la preparatoria, en Monterrey. Ya profesionista, hacía amigos con facilidad. Recientemente, con colegas suyos latinoamericanos que lo hospedaban cuando él viajaba allá o a los que hospedaba cuando eran ellos los que viajaban acá. Iba al teatro, estaba abonado a diferentes temporadas de conciertos en la ciudad. Cuando podía, pasaba tres o cuatro días seguidos en su casa de Cuernavaca, en la zona fría, en la Colonia del Bosque. Creo que estaba contento. Y a medida que yo misma lograba estar más contenta, más pesar me daba haber hecho batallar tanto al doctor al manifestarle a él años de mal humor contenido, con todo y estallidos de furia. ¡Qué desesperante habré llegado a serle! También por esto, durante una de mis últimas sesiones, cuando la crisis finalmente acabó de estallar y pasó, casi corrí a informarle al doctor que ya no estaba enojada; que ya se me había acabado el enojo. Que, por lo tanto, o precisamente por eso, podía decirle con toda honestidad que lo perdonaba, que ahora sí por mi parte él quedaba plenamente perdonado.

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No me preguntó de qué lo perdonaba yo, pero sí por qué; me preguntó por qué lo había perdonado (de lo que fuera que lo hubiera perdonado). “Lo perdoné, pronuncié pausada, viéndolo tranquila a los ojos, porque finalmente comprendí que usted es humano.” El doctor contuvo la risa, pero dejó escapar una sonrisa cuando entonces quiso saber en qué concepto lo tenía yo antes de darme cuenta de que era humano. No le contesté, porque yo misma no habría sabido qué contestarle. Sé que me di cuenta de que era humano, no sólo porque por fin lo sabía capaz de cometer descuidos y hasta uno que otro error, sino más bien porque sus leves o no tan leves equivocaciones o debilidades ahora despertaban mi compasión, exactamente tal y como, a lo largo de los años que duró mi tratamiento, me había hecho él sentir que le habían despertado las mías. Quiero decir que, cuando el paciente del doctor con el que yo coincidía en la sala de espera me dio la noticia de la muerte del doctor Salinas, se me representó mi última sesión con él y, en silencio, celebré que precisamente esa conversación que sostuvimos hubiera sido el cierre de mi tratamiento, pues fue una ofrenda de gratitud por el bienestar que él me había encaminado con tanto esfuerzo a merecer y a alcanzar.


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Letras al margen:

ESCRIBIR EN ÉPOCAS DE BARBARIE,

¿PARA QUÉ?

¥¥ EDUARDO ANTONIO PARRA

DURANTE LAS ÚLTIMAS SEMANAS, O MESES —EN

WE LOVE YOU SO / COLLAGE ANÁLOGO / 2012 / DUOTONO

REALIDAD, DESPUÉS DE OCURRIDOS LOS BRUTALES SUCESOS DE AYOTZINAPA, GUERRERO—, CADA VEZ QUE ACUDO A UNA PRESENTACIÓN HAY ALGUIEN DEL PÚBLICO O ALGÚN PERIODISTA QUE PREGUNTA CUÁL ES LA FUNCIÓN DEL ESCRITOR EN EL MÉXICO QUE ESTAMOS PADECIENDO EN LA ACTUALIDAD. CON ALGUNAS VARIANTES, LA PREGUNTA SE REPITE SIEMPRE CON UNA INTENCIÓN SIMILAR: ¿CÓMO, O DE QUÉ ESCRIBIR EN EL MÉXICO DE NUESTROS DÍAS? ¿PARA QUÉ SIRVEN LA LITERATURA Y LOS ESCRITORES EN UN PAÍS COMO ÉSTE? ¿ES VÁLIDO SEGUIR ESCRIBIENDO EN UNA SITUACIÓN NACIONAL COMO LA ACTUAL?

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A

caso las primeras veces que escuché preguntas semejantes intentaba responderlas en automático, con los argumentos habituales: que la misión de un escritor en situaciones como la que nuestro país atraviesa desde hace alrededor de una década es la de registrar los hechos, ya sea de manera simbólica, metafórica o literal, con el fin de combatir la amnesia que sin remedio aqueja a la población con el paso de los años; que, sin recurrir al panfleto o a la diatriba directa, el escritor realista lleva a cabo una denuncia contra el sistema y contra quienes detentan los poderes en el país con el simple hecho de plasmar la realidad tal como es; que nuestro trabajo es el de sacudir las conciencias presentes y futuras de quienes se acerquen a nuestra obra al mostrar en ellas, de modo artístico, lo que por lo regular la gente pretende ignorar volviendo la vista hacia otro sitio; que escribimos, en fin, para cuestionar los hechos y el porqué de ellos, para investigar acerca de las raíces del mal, aun cuando estamos seguros de que nunca obtendremos respuestas claras. Frases que, si bien son verdaderas y efectivas, poco a poco han pasado a acomodarse en el apartado de los lugares comunes del oficio de escritor. Sin embargo, conforme las preguntas se suceden unas a otras, he comenzado a darme cuenta que esas respuestas, aunque lo parecen —porque se quedan callados, pero pensativos— no logran satisfacer a quienes las formulan. Y, la verdad, en ocasiones incluso dudo que me satisfagan a mí. Por ello, tras darles varias vueltas dentro del cerebro,

SE TRATA DE REACCIONES ANTE LO INCONCEBIBLE, ANTE UN HORROR PROLONGADO DURANTE TANTO TIEMPO QUE CORRE EL RIESGO DE CONVERTIRSE EN COTIDIANO, Y POR LO TANTO EL DE IR ADORMECIENDO LOS SENTIDOS Y LA CAPACIDAD DE RESISTENCIA DE QUIENES VIVIMOS INMERSOS EN ELLOS. he decidido que es necesario intentar formular respuestas nuevas, argumentos que en realidad respondan a tales cuestionamientos; encontrar, en lo que es la vocación del escritor, algún aspecto o resquicio que se adapte a una situación política y social envuelta en el horror, como la que en la actualidad atraviesa México, que, si bien no es inédita del todo en nuestra historia, sí por lo menos lo es para las generaciones actuales. Aunque lo que está ocurriendo en nuestro país —pese a que muchos periodistas y colegas han querido equipararlo— de ningún modo es comparable a las tragedias provocadas por la Segunda Guerra Mundial y al Holocausto, por alguna razón es imposible dejar de pensar en que algunas víctimas sobrevivientes de los arrebatos de la Alemania Nazi dijeron en su momento, no porque la situación sea igual a aquella, ni siquiera parecida, sino porque se trata de reacciones ante lo inconcebible, ante un horror prolongado durante tanto tiempo que corre el riesgo de convertirse en cotidiano, y por lo tanto el de ir adormeciendo los sentidos y la capacidad de resistencia de quienes vivimos inmersos en ellos. El escritor húngaro Béla Zsolt, por ejemplo,

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quien se salvó de los campos de concentración gracias a que su médico le inyectó el virus del tifus para evitar que fuera trasladado a los trenes de la muerte, con el fin de que algún día narrara su experiencia, nos dejó las siguientes palabras: Todo lo que había definido hasta ahora al hombre europeo había desaparecido a nuestro alrededor. Seguíamos viviendo, pero estábamos más muertos que los muertos de otras épocas, pues éstos tenían una tumba con una lápida y su nombre escrito en ella. Nosotros ya no tenemos nombre.

Palabras que, a la vez, representan un testimonio, una reflexión sobre lo ocurrido y una suerte de explicación de por qué se sigue practicando el oficio después de experimentar la barbarie de una época. Pero, al meditar en ellas pensando en el país actual, podríamos coincidir en que, para la generación actual de mexicanos, todo lo que había definido a México y a sus habitantes ha desaparecido. Lo que para los jóvenes era tan sólo una historia terrorífica con aires de leyenda escuchadas en un clima de relativa libertad y paz —las matanzas de


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estudiantes en octubre de 1968 y en junio de 1971, por ejemplo—, con lo ocurrido en Ayotzinapa cobra una realidad irrevocable. Una realidad cuyas víctimas, junto con los otros miles de desaparecidos en el territorio nacional durante los últimos años —y siguiendo aún las frases de Zsolt—, al no tener “una tumba con lápida y su nombre escrito en ella”, están “más muertos que los muertos de otras épocas”. El filósofo Theodor Adorno, por su parte, asentó: “Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”. ¿Qué pensar de estas palabras? Si las trasladamos a nuestra época y a nuestro país, ¿significaría que escribir después de sucesos como el de Ayotzinapa es un acto bárbaro? No. Me niego a creerlo. Eso sería como añadir el silencio a la muerte. Sería como practicar la negación. Sería como condenar a los desaparecidos —y seguramente ya muertos— a expresar un testimonio, así sea éste a través de las palabras de los poetas o los narradores, a través de la ficción verdadera que sabe crear la literatura. Tal vez por eso el poeta Paul Celan nos dejó estas palabras —por las que me inclino más— que son una respuesta a Adorno: “Un poeta no puede dejar de escribir, mucho menos si es judío y su idioma de escritura el alemán”. Afirmación que interpreto, por supuesto, como un llamado a ejercer la resistencia a través de la literatura. ¿Resistencia a qué? A los embates de la realidad. Una realidad hostil, descarnada, terrible. Una realidad creada por otros —por quienes poseen la fuerza, el poder político, el poder económico— con la intención de someter a todo un pueblo por medio del terror.

En otro contexto, y en otro país, la gran poeta rusa Anna Ajmátova publicó en su poemario Requiem un texto que bien puede ayudar en esta reflexión. Lleva por título “En lugar de un prólogo”, y dice: En los terribles años del terror de Yezhov hice cola durante siete meses delante de las cárceles de Leningrado. Una vez alguien me “reconoció”. Entonces una mujer que estaba detrás de mí, con los labios azulados, que naturalmente nunca había oído mi nombre, despertó del entumecimiento que era habitual en todas nosotras y me susurró al oído (allí hablábamos todas en voz baja): —¿Y usted puede describir eso? Y yo dije: —Puedo. Entonces algo como una sonrisa resbaló en aquello que una vez había sido su rostro.

De este breve texto de Ajmátova podría deducirse que quienes nos formulan a los escritores las preguntas referidas al principio de estas líneas, en el México de nuestros días, lo hacen con cierta esperanza que va más allá de la simple curiosidad; que lo hacen porque quieren escuchar una respuesta que los satisfaga, que les inyecte un poco de ánimo, tal vez algo de esperanza. Y acaso las expresan porque ven en nosotros, “sus” escritores, a sus portavoces, a la vanguardia en lo que se refiere a dejar asentado el descontento general, a quienes quizá podamos hacer algo a través de la palabra.

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No sé si al cambiar las respuestas habituales, la expresión de quien cuestiona a los escritores mexicanos se modifique. Es posible que ninguno de nosotros esté capacitado para trasmitir tranquilidad ni mucho menos para mejorar el ánimo de otras personas. Pero, siguiendo el ejemplo de algunos de los autores mencionados, ahora creo saber, al menos, para qué escribimos ciertos escritores en medio de la barbarie y del horror que nos ofrece como contexto el México contemporáneo. Sí, ahora puedo decir que escribimos, que escribo con el fin de impedir que desaparezca ese México que todos añoramos, ese México de algunos años atrás que, si bien no era el ideal, por lo menos era vivible, más vivible que el de ahora. Para recordarle a quienes detentan los poderes en esta nación —poderes políticos, económicos y fácticos— que sus abusos no serán olvidados y que tal vez las generaciones siguientes estarán en posición de cobrarles las cuentas pendientes. Para evitar la desmemoria que nos aqueja. Para resistir, para que ese contexto de horror en que estamos inmersos no consiga someternos del todo. Para impedir que nos acostumbremos a las tragedias al grado de que las veamos como la normalidad. Para tratar de reinventar un lenguaje demasiado gastado, contaminado de simulaciones y mentiras, para obligarlo a decir la verdad otra vez. Y, en fin, para tratar de extraer siquiera un asomo de sonrisa en los rostros adustos de quienes ahora sienten que sus fuerzas y su paciencia están por agotarse ante los horrores cotidianos.


La materia no existe:

El arte del

MISTERIO

¥¥ALBERTO CHIMAL

E

l alfabeto de Los pequeñines macabros, que reúne 26 historias brevísimas e ilustradas de muertes violentas. Las viñetas de El invitado incierto, un drama familiar que nunca se resuelve del todo porque se entromete en él un personaje gracioso, inhumano, irresistible.

Los versos sin sentido de El libro sin título, que acompañan a las imágenes de criaturas misteriosas que juegan, sufren la llegada de algo-indescifrable-del-cielo, y desaparecen. El arpa sin encordar, historia cómica y a la vez totalmente exacta de los predicamentos de un novelista, hecha por alguien que

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jamás escribió una novela. Limericks deliciosos y oblicuos; las travesuras de Figbash y la Muñeca Negra, que se pasean por mundos de peligro constante y opciones escasas y ambiguas. Edward Saint-John Gorey (19252000) no es un artista marginal: lo invocan con frecuencia, lo buscan por igual niños, adolescentes y adultos lectores, tiene libros a la venta en Amazon.com y tiene también, al menos, un pie en la fama mediática como inspiración del cineasta Tim Burton, cuyo estilo visual le debe todo y cuyos ambientes son sólo un poco más dulces, un poco más inclinados a la vulgaridad a la que Gorey —pese a que disfrutaba la cultura popular y la televisión tanto o más que el estadounidense promedio— no cedió nunca. Pero nada de esto es suficiente para describirlo. Edward Gorey, de hecho, es un artista fascinante justamente porque siempre estará un poco a un lado, debajo, arriba de nuestras expectativas. No se le puede comparar directamente con nadie. Nunca podremos colocarlo en un molde preestablecido, en uno de los grandes territorios (géneros, los llamamos) de las artes. Sólo hizo un libro declaradamente para niños y, pese a ello, la aparente simplicidad de su estilo ha hecho que con frecuencia se le considere “el autor infantil inquietante” o “el autor macabro infantil”. Pese a que la forma de sus obras más conocidas es casi siempre la misma —pequeños libros ilustrados, con una viñeta y una apoyatura en cada página— su influencia se propaga en muchas direcciones desde su sitio particular, imposible de ocupar por nadie

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GOREY ES UN INVENTOR DE HISTORIAS. MEJOR TODAVÍA, UN CREADOR QUE JUGABA CON EL ACTO DE CONTAR

que no sea él mismo, y es así que podemos verlo como influencia de artistas visuales, de escritores y hasta de músicos (óigase el espléndido álbum The Gorey End, de The Tiger Lillies y el Kronos Quartet, basado íntegramente en textos de Gorey). ¿Pero él mismo? ¿Qué es? ¿Un dibujante de cómics, un ilustrador, un portadista, un diseñador, un director de teatro, un escritor? Yo creo que, sobre todo, Gorey es un inventor de historias. Mejor todavía, un creador que jugaba con el acto de contar: que a veces lo hacía, simplemente, con textos y sobre todo con imágenes, y otras veces lo parodiaba o lo subvertía. Su personaje emblemático: una caricatura de sí mismo, vestido con los zapatos tenis y el largo abrigo con los que solía vestirse para pasear por las calles de Nueva York a mediados del siglo XX, es nombrado “escritor” en algunas de sus apariciones desde que Gorey comenzó a publicar en 1953 y hasta sus últimos proyectos, que quedaron inconclusos a su muerte. ¿Por qué no hacerle caso, como han intentado varios comentaristas que insisten en llamarlo meramente ilustrador? Gorey se burla, elegantemente, de todas las convenciones de la literatura; crea misterios que descansan siempre, aunque sea mínimamente (por estar en la secuencia de las imágenes, y no necesariamente en los textos), en el

impulso narrativo de sus historias. Los misterios de Gorey son capaces de quitar el sueño (desvelar) y al mismo tiempo de propulsar muchos sueños al descubrir (desvelar, aunque sea un poco, aunque sea sólo un ángulo, un ojo, un movimiento apenas entrevisto) caras ocultas de la realidad que narran, en las que los miedos de la más temprana infancia resultan vivir lado a lado con las convenciones de la vida adulta. Tal vez esta mezcla es la que intriga e incluso irrita a algunos lectores estrechos, que preferirían no recordar que la confusión ante el mundo no es menor a medida que se envejece, y lo que damos por seguro y cierto siempre es capaz de traicionarnos y revelar lo desconocido: la profundidad de todo lo que no comprendemos, ante la que sólo son posibles el horror o la risa. Ésta es la razón por la que la obra de Edward Gorey sigue vigente, incluso, en un tiempo como éste. No importa que se haya puesto de moda la novela gráfica como forma artística chic (o bien como alimento de franquicias fílmicas). No importa lo mucho que nos hemos acostumbrado a la ambigüedad en la representación de lo brutal, que se ironiza mediante los códigos de una falsa inocencia (como se ve en sitios tan diversos como la subcultura de las gothic lolitas o la novela gráfica Maus de Art Spiegelman).

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En nuestros días, Gorey está cerca, por ejemplo, de un autor como el alemán Wolf Erlbruch, que no elude el desgarramiento definitivo de la muerte (como en su extraordinario cuento El pato y la muerte) y a la vez no lo ridiculiza ni lo aligera. Esto ocurre también en su obra, constantemente, a pesar de su oblicuidad y su sutileza. Un solo ejemplo: el protagonista de El arpa sin encordar (1953), la primera historia publicada de Gorey, es Frederick Earbrass, un caballero inglés que escribe novelas apropiadamente aburridas —pero en las que algo misterioso asoma, asoma siempre, aunque no termina de sacar nunca la cabeza— y que siempre tiene en la cara una expresión de perplejidad. Es que se enfrenta, aunque no lo desee, con el vacío de la vida: aquello que intentamos llenar a toda costa con lo que esté a nuestro alrededor, creando cosas, destruyendo cosas, desplazándonos. Earbrass elige esta última opción: tras completar una novela y pasar una vez más por el “horror indecible de la vida literaria”, la última viñeta de su existencia lo muestra a punto de abordar un barco para cruzar el Canal de la Mancha. No se sabe bien a dónde irá o qué va a hacer, pero el texto subraya lo inevitable: “Aunque es una persona a la que no le pasan cosas, tal vez le puedan pasar cuando esté del otro lado”. ¿No somos así todos, en nuestro correr sin movernos por el mundo? Gorey le habla a los pequeñines que somos todos, perdidos en nuestra propia existencia. Gorey no nos mima, y tal vez no nos tiene piedad, pero nos respeta: nos reconoce humanos.


LA FORMA INDISCIPLINADA: EL ARTE DEL

COLLAGE DE

Ari Chávez ¥¥ ROCÍO CERÓN

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CORRESPONDENCIA #2 / COLLAGE ANÁLOGO / 2013

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EL JUEGO / COLLAGE ANÁLOGO / 2010

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CUANDO ALGUIEN SE PREGUNTA POR LAS RAZONES DE DESATAR A LAS IMÁGENES DE SU PRIMER REFERENTE DEBERÍA CUESTIONARSE PRIMERO POR QUÉ MIRAMOS LAS COSAS SEGÚN NOS HAN INDICADO. LA MIRADA DE LOS NIÑOS ES ASOCIATIVA, FRAGMENTARIA PARA CREAR UNIDAD. LA VIDA, EL MUNDO, LA IMAGINACIÓN, SE PUEBLAN DE INFINITAS ESQUIRLAS DE POTENCIAS VISUALES.

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ara Ari Chávez todo lo mirado es apenas una pequeña parte de un continente mayor. Recorta, desprende, interviene, resemantiza. Las piezas finales que ve el espectador son una red que ha atrapado bajo el olfato y el instinto visual una gran complejidad de significantes. Desde las coordenadas y los enclaves, Chávez nos muestra que el mundo es un primer plano de una gran superficie creada por otros planos, superficies y estancias. El arte del collage es también el arte del inconsciente, del poder relacional de quien, silenciosamente, desprende capas de pieles para rearmar el mundo. Es la indisciplina al

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servicio del enigma. Enigma creado por más cuestionamientos que respuestas. Así, tiempos indeterminados, personajes salidos de la realidad y de poblados imaginarios, instrumentos de cocina o maquinarias celestiales, entre miles de fragmentos objetuales, sígnicos, musicales, poéticos o meramente mundanos se abren en su más profunda metáfora para aliarse a otras instancias. Realidad de realidades, cartografías multisignificantes donde la red simbólica del universo se abre en su dimensión más sincera. Queda al espectador-lector develar la llave, abrir las puertas de la percepción, caer al infinito de sus propias cuevas y claroscuros.


ESPACIOS / COLLAGE ANÁLOGO / 2015

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DE ARTES Y ESPEJISMOS

PLAFOND / COLLAGE ANÁLOGO / 2014

MICROBIOLOGÍA / COLLAGE ANÁLOGO / 2013

CULTURAS / COLLAGE ANÁLOGO / 2014

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Apuntes sobre la serie Militarismo y represión de Melecio Galván ¥¥ROCÍO CÁRDENAS PACHECO

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MELECIO GALVÁN / GUARDIÁN DEL ORDEN / 1980 / SERIE MILITARISMO Y REPRESIÓN / TINTA SOBRE PAPEL / 48 X 65 CM / DUOTONO

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MELECIO GALVÁN / ESCLAVO O TANQUE / 1980 / SERIE MILITARISMO Y REPRESIÓN / TINTA SOBRE PAPEL / 65 X 48 CM / ESCALA DE GRISES

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elecio Galván ha y conceptualización cobró EL MOVIMIENTO ESsido llamado por importancia, y un pensamiento algunos importantes crítico en torno a los problemas TUDIANTIL DE 1968 investigadores y críticos de arte sociales comienza a generarse, FUE CLAVE PARA EL el mejor dibujante del siglo XX en de manera que el arte pudo DESARROLLO DE SU México. Detallista, meticuloso y acompañar a los obreros y a los preciso, sus libretas y cuadernos lo campesinos en sus demandas. OBRA. acompañaron a lo largo de sus viajes Durante esta década el discurso desde el pueblo de San Rafael cerca conceptual o no-objetual culmina del Iztaccíhuatl, hasta la ciudad de México, trayectos con el proceso de desmaterialización del arte, lo que que realizó con frecuencia durante casi tres décadas. Donald Karshan llamó arte postobjetual. En 1971 en la El movimiento estudiantil de 1968 fue clave para Tribuna de Pintores se habla ya de arte en la calle, arte el desarrollo de su obra. Formó parte del grupo Mira efímero y trabajo en equipo. En 1973 Felipe Ehrenberg (1977-1982), colectivo artístico que se manifestó desde presenta en la Galería José María Velasco “Chicles, la inconformidad y la rebeldía contra el autoritarismo chocolates y cacahuates”, donde se autoexhibe como y a favor de la libertad de expresión y otras parte de la exposición; y en la sala Manuel M. Ponce reivindicaciones democráticas. Estaba conformado por de Bellas Artes presenta “Variedades garapiñadas”. Eduardo Garduño, Arnulfo Aquino, Rebeca Hidalgo, Ese mismo año y en este mismo espacio, Carlos Finck, Jorge Pérez Vega, Saúl Martínez, Silvia Paz Paredes, José Antonio Hernández Amezcua y Víctor Muñoz se Salvador Peleo, todos compañeros entrañables de presentan con “A nivel informativo”, arte-proceso, arte Melecio Galván. objeto, instalaciones y acciones callejeras. La década de los setenta marcó el inicio de lo que Durante 1977 a 1979, Melecio Galván, junto con el hoy conocemos como arte contemporáneo en México, Grupo Mira, realiza la obra gráfica tridimensional e en especial por el desplazamiento de los artistas al itinerante Comunicado gráfico número 1 que trata sobre la salir de los talleres e incursionar no sólo en las calles, violencia en la Ciudad de México, y publican el libro La sino en la vida política del país. El proceso de creación gráfica del 68. Homenaje al Movimiento Estudiantil.

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Militarismo y represión es una serie realizada por Melecio Galván justo antes de morir, en 1982. Creada a partir de una convocatoria lanzada ese año por la revista Proceso, desafortunadamente nunca llegó a enviar estos trabajos. El concurso tenía por objetivo que los dibujantes participantes expresaran mediante sus trazos la memoria dolorosa y trágica del rastro aún vivo de las dictaduras latinoamericanas. Es importante ensanchar las circunstancias de sentido de la necropolítica explícita en sus imágenes. La década de los ochenta fue una época plagada de duros golpes a la población mexicana: imposición, nacionalización de la banca, Brigadas Blancas, policías dirigidos bajo la impunidad más rampante y total… sobre todo el nacimiento de la clase política neoliberal que actualmente gobierna nuestro territorio. La serie Militarismo y represión adquiere una importancia fundamental hoy día porque los dibujos que integran esta serie surgieron como discrepancia frente al sistema

de represión de entonces, pero que persiste en nuestro país bajo una cara unipartidista. Desde el pasado resuena un perpetuo acto de violencia de Estado. El arte como testimonio y la memoria como campo de interacción social en los dibujos de la serie Militarismo y represión permiten dar cuenta de nuestras actuales heridas sociales. Un aspecto fundamental en la obra de Galván es romper con el silencio ante la violencia cotidiana, a la cual nos enfrentamos no sólo como espectadores, sino como ciudadanos. Mirar hacia el pasado a través de estas imágenes involucra de tal forma nuestros sentidos que experiencia, testimonio y reconocimiento se entrecruzan. Un proceso humano, social y cultural que propicia el reconocimiento del dolor colectivo y la creación de espacios desde los cuales las sociedades e individuos pueden estar mejor equipados para reclamar verdad y justicia. Como ya lo ha mencionado Antonio Helguera, los dibujos de Melecio Galván “eran una clara y

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MELECIO GALVÁN / PRETORIO / 1980 / SERIE MILITARISMO Y REPRESIÓN / TINTA SOBRE PAPEL / 65 X 48 CM / DUOTONO

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MELECIO GALVÁN / MILITARES / 1980 / SERIE MILITARISMO Y REPRESIÓN / TINTA SOBRE PAPEL / 57 X 47 CM

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sorprendente premonición de su suerte personal, pero no sólo eso: son un relato visionario del México de hoy: son una denuncia de la represión en Lázaro Cárdenas y en Atenco… Un retrato posible de (Felipe) Calderón grotescamente disfrazado de militar rodeado de militares”. Melecio Galván,

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de manera similar a Francisco de Goya, se inspiró directamente en la realidad cotidiana, en el ambiente revuelto y convulso que le rodeaba. Percibió el elemento demoniaco en la vida misma, en lo atroz, en la miseria humana, en la injusticia, el hambre y la represión.


SERGIO PITOL: EL OTRO AJENO Y EL OTRO PROPIO ¥¥VÍCTOR HUGO MARTÍNEZ

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BETWEEN CITIES / COLLAGE ANÁLOGO / 2014 / DUOTONO

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scribí Sergio Pitol. Una memoria soñada (UANL, las juzga excluyentes; va y viene entre ellas; delira con 2015) para demostrar que Pitol soñó sus Borges, Onetti, Carpentier o Rulfo, pero los aglutina con recuerdos y recapituló después el exacto curso Chéjov, James, Conrad, Austen, Cervantes o Tolstoi; 2. de su fantasía. ¿Es esto posible? Esa pregunta articuló Del cine, Pitol aprecia las nuevas olas transgresoras, pero mi libro y las evidencias de esta maravillosa realidad. atemporalmente Lubitsch, Lang, Bergman, Dreyer y otros No quiero repetir aquí el expediente de pruebas, sino clásicos imantan de elegancia y también sabia y sensual esbozar apenas un fresco de la magia pitolesca. Lo mío con maldad (el toque Lubitsch) sus escritos; 3. En 1966, luego Pitol fue amor a primera página, así que mi objetivo será de vivir un año en China y alumbrar cuentos con esa persuadirles de que leerlo engrandece la vida. aventura, Pitol tempranamente anuncia una conciencia “Dudaba de la realidad que percibían sus sentidos”, política marcada por la desilusión ante el maoísmo y la expresa el protagonista del cuento Hacia Occidente. Este esperanza en un inexistente socialismo democrático y personaje encarna un alter ego encubierto de Pitol. Con esa liberal. clave, podemos bosquejar un Si por el desfase que aludo camino hacia “la reconciliación Pitol escribe a sus veintitantos PITOL INICIA SU ESCRITURA con la crudeza bíblica de del sueño con lo real”, como Pitol denomina a su hechizo. CON ESTE PRONUNCIADO Faulkner, a sus ochenta y Abordaré esta alquimia en tres uno actuales lo hace como un DESFASE ENTRE LITERATURA joven curioso y coqueto que fugas del autor. continúa abriendo sus cajones Y REALIDAD. PRIMERA FUGA secretos. El tercer personaje, su libro de 2013, dialoga Pitol publica en 1959 y 1964 sus primeros libros de relatos: así con la obra de Aira, Bolaño, Bellatín o Vila-Matas, Tiempo cercado e Infierno de todos. Lo sorprendente de este escritores pertenecientes a la familia literaria de los raros arranque, además de una forma literaria inusitadamente y extravagantes que Pitol encabeza. “Estoy pensando rigurosa, es su narrativa del México del siglo XIX. La volver a China una vez por año”, promete ahora este joven juventud del escritor se engarzaba así con la densidad octogenario después de presentar en Pekín la traducción del deterioro que la Revolución significó para lugares y de sus libros. sensibilidades que Pitol relataba. Pitol inicia su escritura Un último síntoma de este desfase. De Pitol es con este pronunciado desfase entre literatura y realidad. reconocida la cultura no pedante con la que escribe y Ese contratiempo, un chico contando historias de sus enseña a amar lo que él ama. Sus muchísimas traducciones abuelas, es un sello que evolucionará con su estilo. Esa de variados idiomas, sus ensayos de crítica literaria o la fisura entre su prosa y la realidad inspira su precoz colección “Biblioteca del Universitario” que coordina autobiografía de 1966, en la que Pitol critica sus primeras y esparce, son muestras de esta generosidad envuelta obras como trazos inacabados de la fusión vida-literatura en un lenguaje prodigioso y no hermético. Pitol es un que persigue, pero ha iniciado con una fisión. Fruto de escritor y un intelectual formado en coordenadas que esta hendidura, Pitol habitará el presente sin desalojar dejaron de ser populares. Por estos signos ilustrados, su el pasado y presintiendo el futuro. Cuerpo presente, último obra está dedicada al público en general, sin que para ello cuento de Infierno de todos, es un relato situado en Roma; Pitol incurra en la demagógica chapuza de procesar los se sale del libro, rompe su ánimo, pero también acorta contenidos, sacarles complejidad y reducirlos a una forma los desgarros y tira un lazo hacia una fuga venidera que deglutida. Pitol respeta demasiado al lector para cometer reducirá las antítesis. ¿Qué efectos dejará en Pitol escribir esta bajeza. “Llegar a Conrad marca uno de los momentos muy joven como un adulto, sobre temas gravísimos decisivos que puede conocer el lector cultivado”, indica y con una estructura formal perfeccionista? Registro en la primera línea de su traducción de El corazón de las los siguientes síntomas: 1. Pitol ejerce una literatura tinieblas. Porque la cultura embellece la vida, Pitol protege clasicista des-identificada de los aires contextualmente así la literatura y sus enigmas de la vulgata falsamente renovadores. No opta por una u otra posibilidad, no “democrática” para la cual habría que asimilar todos los

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méritos o sobajar los significados inescrutables de una novela, una ópera, un cuadro o una película.

ESTABA YO TAN ATÓNITO CON LA NORMALIDAD INCREÍBLE DE LA PROSA DE PITOL, QUE SÓLO UNA MIRADA EXTERNA ME REVELÓ LA LOCURA EN LA QUE PITOL SE ABISMABA AL RECONCILIAR LA LITERATURA CON LA VIDA Y CERRAR ASÍ SU HERIDA ORIGINARIA. SEGUNDA FUGA Libros de cuentos como Los climas, No hay tal lugar, Del encuentro nupcial o Vals de Mefisto, o novelas como El tañido de una flauta y Juegos florales, direccionan el desfase inaugural hacia una etapa de trabajada, pero también muy instintiva, reconciliación entre la vida y la literatura. Resumo con un solo ejemplo. En el relato Una mano en la nuca, el protagonista sospecha la existencia de otra realidad oculta. Por ese sueño de lo “irreal”, este personaje elige entre fantasía y realidad, opta por lo inasible y sobrelleva a través del arte la pulsión demoníaca de adentrarse en sus vértigos. Cuando un amigo mío leyó este relato, su reacción fue preguntarme: “¿Pero es que Pitol no está loco?”. Estaba yo tan atónito con la normalidad increíble de la prosa de Pitol, que sólo una mirada externa me reveló la locura en la que Pitol se abismaba al reconciliar la literatura con la vida y cerrar así su herida originaria. Quería Pitol, como después contaría en El Arte de la Fuga y El Mago de Viena, que su nexo con la literatura fuera sanguíneo, salvaje, sin fisuras, toda fusión. La advertencia de mi amigo me hizo ver “la suspensión de la incredulidad” en la que Pitol me había embriagado, y reparar cómo en su propia obra hubo otros que al elegir la fantasía sí perdieron la razón. Carlos Ibarra, de El tañido de una flauta, acabó suicidándose; Billie Upward, de Juegos florales, terminó desquiciada y quizá muerta. Al otro extremo, los que prefirieron la realidad contra los sueños, casos de Daniel Guarneros o Gerardo de los Ríos en los relatos Cuerpo presente y La noche, prolongaron su vida a costa de convertirse en sus propios asesinos. Si Pitol no está loco, cómo entonces consiguió el milagro de

vivir en sus propios cuentos, de volverse una criatura de ficción, inverosímil pero real. El sortilegio pitolesco tiene síntomas refulgentes como éstos: 1. Pitol resignifica la realidad, o como él puntualiza: “Al hablar de lo real y la realidad me refiero a un espacio amplísimo, diferente a lo que otros entienden por esos términos y confunden la realidad con un aspecto deficiente y parasitario de la existencia, alimentado por el conformismo, la mala prensa, los discursos políticos, los intereses creados, las telenovelas, la literatura light, la del corazón y la de superación personal”; 2. Pitol amalgama los contrarios y coagula instinto y razón, abyección y gracia, ficción y verdad, identidad e impostura. Su literatura unificó estas oposiciones, corrigió estas antinomias. Su autobiografía, rectificada y desacralizada en otro de sus recientes libros, consiguió así ser otra forma de la mentira. TERCERA FUGA Publicado en 1984, Vals de Mefisto es el primer trabajo del que el muy discreto Pitol acepta sentirse confortado. Confesar eso es el inicio de un tramo compuesto por sus novelas de El tríptico del carnaval, sus recuerdos de La trilogía de la memoria o sus exultantes ejercicios de crítica literaria como Pasión por la trama, Adicción a los ingleses, La casa de la tribu. En ese lapso, Pitol escribe que el desfase ha concluido, que a golpe de disciplina espartana, pero también de desahogos en el inconsciente, su literatura penetró la realidad y su vida se ha hecho literaria. El sueño de la memoria ha sido cubierto, pero aun esa conciencia no deja de asombrar al autor, quien se declara sorprendido de ver transformada su existencia en cuentos. Ante un aserto así, quedamos confrontados con dos opciones: o Pitol es ya un tipo chalado y falto de cordura, o en efecto, lo suyo ha sido un viaje hacia la conquista de los muchos yo (yoes) en los que su identidad fue pluralizándose para representar al individuo como un escenario de contradicciones que no dejan de formar un todo. En esta última etapa, la reconciliación de los contrarios expresa las heterogéneas máscaras, arbitrios y apetitos de la identidad individual. Los personajes de Pitol descubren así que la personalidad comporta subterráneas capas, de cuya confrontación no tenían noticia hasta que les explotan en su cara. La ansiedad de esa inspección vital se relaja, sin embargo, cuando el traumático momento de admitir los abigarrados pliegues de la identidad se impone.

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CELL & COLORS / COLLAGE ANÁLOGO / 2014 / FRAGMENTO EN DUOTONO

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Esta imposibilidad de la verdad única es un reflejo de la fuga, brujería total, Pitol reconcilia el sentido absoluto y incompletud del mundo, de lo indecible y misterioso de trascendente de la creación artística con la más dislocada éste. Miguel Solar, el titular de la novela El desfile del amor, versión de la vida. Dominar a la divina garza, novela que debe emprende una pesquisa científica para comprender un leerse conjuntamente con su ensayo El viaje, es una obra hecho que no podrá reducir a una explicación causal cumbre de este milagro. James, Chéjov, Gombrowicz, pero y monocorde. La búsqueda termina con la dichosa también Hasek, Gogol, Gabriel Vargas y otros maestros del resignación ante la brillantez de la realidad y su carácter esperpento y la ironía, están ahí, confluyendo, gravitando, reacio a una visión que no excluya, sino incorpore y reúna, oponiéndose y mezclándose a partir de sus contrapuntos. los más disímbolos puntos de vista. “Nada es lo que aparenta”, máxima pitoliana, converge Esta contingencia del así en esta tercera fuga con el individuo es estimulada por principio “Todo está en todas ESTA CONTINGENCIA DEL el viaje permanente del que las cosas”. Leer y releer la obra Pitol hizo un oficio pasional. INDIVIDUO ES ESTIMULADA de Pitol me permitió apreciar Su contaminación virtuosa esta única manera de narrar el POR EL VIAJE PERMANENTE mundo; este arte de la fuga en por otras lenguas, culturas y percepciones fluirá como una DEL QUE PITOL HIZO UN el que el vacío y la contrariedad bitácora de la que su escritura son el preciso juego del revés OFICIO PASIONAL. es espejo. Cuando sólo Borges para que las oquedades, los y otros doce eruditos leían a claroscuros y las incongruencias Flann O’Brien, Pitol lo traduce. tengan pleno valor. Cuando recién el comunismo sufrió resquicios en Polonia, Pero todo esto, como dije antes, comenzó como un amor Pitol conecta con Gombrowicz y Schulz. Cuando en a primera página, un flechazo mortal propiciado por este Praga la glasnost luce real, Pitol compone una novela que guiño de Pitol: “Uno, me aventuro, es los libros que ha leído, tiene por ejes a Gogol y la carga corrosiva del humor y la la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las relatividad como un mapa de vida. Nada habría sido de calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos esto posible, Pitol discierne, sin los viajes que instaron el amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una desplazamiento de sus propios sentidos. En esta última suma mermada por infinitas restas”.

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Radiografía del campo editorial en

MONTERREY ¥¥JOSÉ PULIDO MATA

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l campo editorial en Monterrey se mueve, está vivo. Así lo anuncian, palabras más, palabras menos, algunas notas en la prensa de los últimos dos años.1 Por ahí se ha hablado de un renacimiento cultural, de una efervescencia; se dice que la ciudad es un escaparate para los proyectos editoriales, que hay ferias del libro y encuentros de editores independientes; literatura por aquí y por allá, se abren librerías; los nombres de las editoriales regiomontanas se enlistan de un artículo a otro y siempre falta mencionar alguna; también hay programas enjundiosos de difusión de la lectura, y por si fuera poco, la edición universitaria pasa por un momento inédito de proyección desde el 2011, luego de la apertura de la Casa Universitaria del Libro de la UANL. 1   Hablo en particular de una nota de La Jornada: “Primer día de editoriales independientes en Monterrey” (17 de mayo de 2013); del artículo de Daniel de la Fuente en El Norte: “Letras regias” y del de Alan Valdez en El Porvenir, “Propuestas de letras regias” (ambos del 11 de octubre de 2014). Me refiero también a las notas de Gustavo Mendoza Lemus en Milenio: “Monterrey, la ciudad que vive entre editoriales” (27 de julio de 2014) y “Monterrey, escaparate para las editoriales independientes” (15 de marzo de 2015), así como al texto de Denisse Longoria publicado en Tierra Adentro: “Renacimiento cultural: la industria editorial independiente” (sin fecha).

A estas alturas —y ahora que vivo en otra ciudad y veo a Monterrey desde afuera— me he estado preguntando: ¿a qué se debe tal efervescencia?, ¿cómo funciona el campo editorial en la ciudad?, ¿qué le falta y cuáles son sus agentes?, ¿por qué sin importar el desalentador porvenir económico o la inseguridad surgen cada día proyectos nuevos? En los párrafos que siguen trataré de explicar brevemente cómo veo el campo editorial en la ciudad y cómo lo he vivido, desde la experiencia del agente interno que he sido y desde la perspectiva del externo que ahora soy; pero antes, va un escueto apunte sociohistórico sobre el libro y su valor que espero sirva de trasfondo a la discusión sobre el panorama local de la edición. ¿LA CULTURA NO TIENE PRECIO? En un mercado casi selvático, lleno de productos fútiles, el libro aparece como una criatura mítica, bicéfala, pues así como se parte en páginas, en pares y nones, se dice que tiene un valor económico, además de un valor cultural (Piedras, 2004). En tanto medio de comunicación y soporte de información, el libro tiene la cualidad de transformar, de ampliar

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realidades, porque recrea en la mente del lector y lo pone en contacto con subjetividades otras; he ahí su valor cultural. En tanto producto, el libro está sujeto a costos de producción, comercialización y distribución; el libro es un bien que está sujeto a leyes y a impuestos, con un precio de venta; he ahí su valor económico. Como bien económico y cultural que se reproduce mecánicamente, el libro nació, bien se sabe, en el Renacimiento, con la adopción en Occidente de la imprenta ideada en China y con el desarrollo de tipos de plomo a manos de un orfebre alemán.2 Como la reproducción mecánica de obras era desde luego más rápida que la copia manual de libros, el mercado de lectores-compradores se amplió, y entró así en escena la figura del librero, del editor, del impresor, que en ese entonces solían ser uno mismo; es decir, se trataba de agentes que identificaban una demanda de lectura, se apropiaban de las obras que necesitaban, las intervenían y las reproducían para ponerlas a la venta; eran personajes de dos cabezas también, como el libro mismo, capitalistas a la vez que humanistas que lucraban con la cultura… así nació el oficio de publicar. ¿Lucrar con la cultura? ¿Transformar el capital simbólico en capital económico? ¡Ni pensarlo! ¡La cultura no tiene precio!, exclamaría el buen humanista, el buen letrado; porque ya desde su formación en la academia, cuando no desde su tierna infancia, la relación con sus libros se volvió sagrada: el autor es ese ser iluminado que toma nota de los ecos que le dictan los dioses, y el lector, entonces, es nada menos que el profeta que lo entiende, lo descifra y que extiende su palabra a los profanos. Impensable es, pues, por más quincenas que le haya costado al humanista retacar su librero de ediciones de lujo, que no satanice el lucro de la cultura. Ignora que sobre sus libros se vertió el trabajo intelectual de otros humanistas —acaso mal pagados—, que revisaron y formaron cada página. Ignora también que el papel, la tinta y el pegamento tienen un costo y que las librerías no son precisamente el negocio más rentable en una sociedad que, según los índices de lectura, lee poco y compra todavía menos libros. ¿La cultura no debe tener un precio? 2   Habría que recalcar que la gran aportación de Gutenberg consistió en usar plomo en lugar de madera para la fabricación de los tipos móviles (Kloss, 2009).

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PAPÁ GOBIERNO Y LA ANARQUÍA CULTURAL Hace unos meses quise viajar en la Ecovía: este medio de transporte que es una mezcla de metro y autobús y que cruza de San Nicolás a Monterrey por todo Ruiz Cortines. Esperaba en la estación cuando de pronto me llamó la atención un estante con los logos del gobierno del estado. “Otro programa de difusión de la lectura”, pensé, “como aquel que se echó a andar en el Metro y que fracasó hace unos años: toma un libro, léelo y vuelve a ponerlo en el estante para que alguien más lo lea, y que se entendió como: toma un libro, llévatelo a tu casa y que nadie más lo vea”. No contaba con que esta vez un libro de lujo en cuya edición trabajé en el 2010, en épocas de bonanza presupuestaria por lo del Bicentenario —que por cierto costó muy caro y del cual se hicieron muchos ejemplares— estuviera allí, abandonado, esperando a que alguien lo tomara y lo escondiera en su casa. “¿Otro programa de difusión de la lectura?”, me pregunté. “No, más bien una estrategia desesperada para hacer espacio en la bodega”. Todavía hasta hace cuatro o cinco años los libros del Estado editor eran los más. El gobierno se encargaba de publicar la obra de los autores locales y se encargaba también de refundirla en sus oscuras librerías; publicaba también de vez en cuando algún coffee table conmemorativo, algún catálogo de exposición y todos eran felices. Pero a la fecha, y aunque la estrategia de “editar y publicar libros y material electrónico elaborado por actores culturales destacados a fin de fortalecer la cultura en el estado”3 sigue figurando en las políticas del gobierno, se tiene la noción de que la producción editorial ha ido a la baja.4 Claro: hay asuntos más importantes que papá gobierno debe atender, como la crisis de seguridad, y por ahora no tiene tiempo para leerle un libro a su hija, la ciudadanía. Pero eso no está del todo mal. Alejarse de la idea de un gobierno paternalista que brinda a su pueblo cultura “gratuita” le hace bien a las sociedades 3   Gobierno del Estado de Nuevo León, Plan Estatal de Desarrollo 2010-2015, Gobierno del Estado de Nuevo Léon, Monterrey, pág. 71. 4   Dicha noción se asoma en la nota de Gustavo Mendoza Lemus: “Monterrey, escaparate para las editoriales independientes”, mencionado en la primera nota al pie.


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contemporáneas. En el caso de la edición en Monterrey, la desatención a la política editorial por parte del agente hegemónico que fue el Estado ha puesto sobre la mesa las condiciones necesarias para una democracia cultural, en la que son los ciudadanos quienes ejercen su derecho a la cultura como agentes activos; ahora son ellos mismos los que producen y consumen sus propios bienes culturales.5 Así ha cobrado fuerza la llamada edición independiente en el panorama actual, que más que un renacimiento parece una especie de anarquía cultural.

CORRESPONDENCIA #3 / COLLAGE ANÁLOGO / 2013 / DUOTONO

EDITOR POR ACCIDENTE, POR NECESIDAD O VOCACIÓN Hace pocos meses participé en el primer Concilio Nacional de Correctores que tuvo lugar en la Biblioteca José Vasconcelos, en la Ciudad de México. Me sorprendió encontrarme por ahí, entre poco más de cien correctores de varios estados del país, a cinco estudiantes de Letras de la Universidad de Zacatecas. Me acerqué a ellos para hacerles una entrevista y me sorprendió todavía más enterarme de que estaban interesados en insertarse en el campo editorial como correctores y que a ello se debía su presencia en el Concilio. “Eso antes no se veía”, pensé. “Lo más normal era que uno llegara a la edición por accidente o porque no había más”. Todavía hasta hace cuatro o cinco años era bien sabido que el campo natural de inserción para los recién egresados de una carrera de humanidades era la docencia. Pero de pronto las leyes universitarias adoptaron una política de grados en cascada para contratar docentes: quien quisiera dar clases de licenciatura debía tener, cuando menos, maestría; quien quisiera dar clases de maestría debía tener maestría o doctorado; quien quisiera dar clases de doctorado debía tener... Lógico, sí; pero a muchos pasantes y recién egresados de entonces eso nos causó una ligera opresión en el pecho. Si antes contábamos con pocas posibilidades de inserción laboral ahora 5   En su libro Cultura y ciudad. Manual de política cultural municipal (2000, pp. 39-41), Iñaki López de Aguileta distingue los conceptos de democratización cultural y democracia cultural. Del primero dice que se trata de una acción estructurada por parte del gobierno para acercar la cultura al pueblo; del segundo dice con otras palabras lo mismo que señalé arriba.

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MISCELÁNEA

teníamos menos. Así fue como muchos caímos en el terreno de la edición; en el caso particular de los letrados, en el oficio iniciático de la corrección de estilo. Ya fuera en la edición universitaria, en oficinas de servicios editoriales, en agencias de publicidad o en instituciones y empresas (no necesariamente editoriales) que publican o tienen un departamento de comunicación social, ahí había un corrector, un redactor, un coordinador editorial. Hoy la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL ha reconocido que el trabajo editorial en la ciudad es una opción tangible para sus egresados, al grado de que ahora en la carrera de Letras es posible encauzarse hacia la realidad profesional por medio de tres acentuaciones: una en docencia, una en investigación y otra en edición, en la que hasta donde sé hay materias de corrección y de diseño editorial. Además, el acercamiento a tientas al trabajo editorial por parte de muchos egresados que no alcanzaron estas tres áreas terminales ha contribuido a que se gesten proyectos de edición independientes. ¿Qué sucederá en los próximos años, cuando los egresados de Letras con acentuación en Edición salgan al campo y se encuentren con profesionales empíricos? Continuará… EL SALTO DEL EDITOR IN-THE-PENDIENTE Al campo editorial en Monterrey le hacen falta editoriales comerciales. Pareciera que una formación humanista y un Estado editor, paternalista, hubiera insuflado en los editores de la región un espíritu romántico, que se olvida a ratos de la ambivalencia, cultural y económica, del libro. El viejo tópico del elogio de las letras prevalece en los proyectos independientes que carecen muchas veces de inversión, de planes a largo plazo y de un nicho específico de lectores. Es esa idea de la pureza de las letras la que hace que los proyectos culturales pendan de un hilo y que vayan en declive.

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Las editoriales independientes en Monterrey casi siempre actúan de adentro hacia afuera; es decir, piensan en un título x que está a su alcance, que les gusta y les parece interesante, luego lo producen y lo lanzan a un mercado que ni se lo espera. Apostar por un criterio subjetivo de calidad no está mal y a veces funciona, pero no vendría mal para la propia subsistencia definir perfiles de lector, explorar el mercado para reducir incertidumbre, costear la producción, la distribución y la comercialización y fijar un precio acorde con ello. Habría que considerar que ser un poco más comerciales y atreverse a crecer no significa —necesariamente— prostituirse o convertirse en un local de fotocopiado e impresión; tampoco implica perder el sello alternativo ni dar la espalda a la calidad de los contenidos. Se trata de subsistencia, no de resistencia; se trata de bibliodiversidad, no de ser locales y cerrados (recordemos el trágico y heroico caso de Ediciones Castillo). El compromiso del catálogo debe apuntar hacia las profundas transformaciones sociales. Al final, son la estabilidad y la permanencia en los proyectos culturales las que hacen que éstos calen más hondo en la memoria colectiva y en los valores de una comunidad. Hay que allanar la pendiente, aprovechar los factores educativos, socioeconómicos, culturales y políticos que coincidieron en nuestro espacio-tiempo. Dicho sea todo lo anterior en favor de la plenitud y desarrollo del campo editorial en la ciudad. Referencias Piedras, Ernesto (2004). ¿Cuánto vale la cultural? Contribución de las industrias protegidas por el derecho de autor en México. México: Sociedad de Autores y Compositores de Música, Sociedad General de Escritores, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana. Kloss Fernández del Castillo, Gerardo (2009). Entre el diseño y la edición. Tradición cultural e innovación tecnológica en el diseño editorial. México: Universidad Autónoma Metropolitana–Xochimilco. Gobierno del Estado de Nuevo León. Plan Estatal de Desarrollo 2010-2015. Gobierno del Estado de Nuevo Léon, Monterrey, s/f. López de Aguileta, Iñaki (2000). Cultura y ciudad. Manual de política cultural municipal. Gijón: Trea.


CORRESPONDENCIA #5 / COLLAGE ANÁLOGO / 2013

CA BA LLE RÍA

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Renacer c on e s ti l o en cada n u e v o número

L

a revista Armas y Letras habita hoy en estanterías modernas de la Casa Universitaria del Libro, en librerías profesionales con acervos digitalizados, en centros de estudio; habita en Facebook y en la web, se ha hecho de un símbolo de arroba en Twitter; sus páginas pueden leerse al tiempo que se hojean o ser vistas en la pantalla de una tableta electrónica. Pero hace siete décadas —cuando nació la revista— la ciudad y el mundo eran otros. Bien lo dice Gisella Carmona en su artículo “Los ciclos y las dimensiones”, publicado en el número 86-87. “Armas y Letras aparece en un momento crucial de la historia del mundo, cuando al otro lado del Atlántico se peleaba una guerra donde privaba el racismo y la intolerancia en medio del caos mundial”.

Nacía también dentro de una joven Universidad de 11 años, que había sido fundada en 1933 para ser, según escribió Alfonso Reyes en su Voto por la Universidad del Norte, “una nueva entraña, un corazón subsidiario, un alambique de sutiles esencias para provecho de todo el ser mexicano”. En sus primeros meses de vida la Universidad de Nuevo León enfrentó una realidad inestable, provocada por la situación política del país. En septiembre de 1943 se emitió la Segunda Ley Orgánica, considerada la “segunda fundación” y en este periodo se contó con el peso intelectual de uno de los personajes fundamentales de la historia universitaria: Raúl Rangel Frías, quien impulsó, a través del Departamento de Acción Social Universitaria, las actividades de la

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TÍTULO: Armas y Letras. Revista

de literatura, arte y cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León, núm. 86-87. AUTORES: Varios. EDITA: UANL AÑO: 2014

Escuela de Verano bajo la dirección de Francisco M. Zertuche, la creación del Taller de Artes Plásticas y de la revista Armas y Letras en 1944. A la distancia de 70 años, el número 86-87 da cuenta de cómo subsiste una publicación que ha caminado junto a su Universidad; que se ha nutrido de pensamiento intelectual de alta factura en cada tiempo que ha vivido, y que ha llevado —como escribe en un poema su primera directora mujer Carmen Alardín– “la ciudad a cuestas”. Carmen Alardín, quien por cierto nació junto con la Universidad en 1933, fue la directora editorial de fin de siglo, entre los años 1996 y 2000. En el pasado número es recordada tras su muerte, en mayo de 2014, con algunos poemas de su libro La caída del ángel; y Minerva Margarita Villarreal en el texto “Novia mía:


Un recorrido por Carmen Alardín” alude a la “gran mujer, que no hacía distingos para difundir poesía entre los camiones urbanos y los museos”, que escribía siempre “en el papel y en el viento” y la llama “un ejemplar único, una flor de amarillo encarnado en el fulgor desértico”. Minerva, a su vez, dirigió la revista de 2003 a 2005 y en un diálogo con la editora Jessica Nieto insiste en que Armas y Letras debe ser un objeto de arte al alcance de todo universitario que en verdad desee formarse “con las armas que proporcionan las fuentes del verdadero saber, me refiero a las letras que resplandecen para siempre”. Otras voces de sus directores abordan en el número anterior la permanencia y el sentido de registro de la publicación. Alfonso Reyes Martínez advierte que “al pasar 70 años, la voz de Armas y Letras se escucha limpia y se conserva fuerte”; él cuenta que le tocó la suerte de dirigir la revista en el año de 1970. “La Universidad atravesaba entonces por un proceso de intensa lucha política, y un movimiento estudiantil y magisterial arremetía con fuerza contra las viejas y decadentes estructuras. Días de cambio en que el aula universitaria se fincaba en las asambleas, la plaza pública, las calles. Días de un aprendizaje intenso”. Por esos comienzos de la década setentera nacía Víctor Barrera Enderle, quien después de mucho estudiar, leer y enseñar se convirtió en director de Armas... de 2006 a 2010. Víctor recuerda la elaboración de su primer número (un trabajo a cuatro manos con su otrora alumna de Letras, Jessica Nieto), donde aprendió la necesaria colectividad de la empresa; para

él era una “coreografía de voces y pensamientos, armonía en lo heterogéneo” y al mando de veinte números durante cinco años prevaleció una idea en la edición de cada ejemplar: “renovar para permanecer; crear para recordar”. Miguel Covarrubias, director actual de la publicación, presenta un dossier con las imágenes del número 1, del año 1, fechado en enero de 1944; y señala cómo en las páginas del entonces boletín mensual siempre hubo espacio para “arte y ciencias, filosofía y matemáticas, teodolitos y coreografías”. El nombre se deriva del discurso de don Quijote sobre las armas que defienden repúblicas y las letras que ponen “en su punto la justicia distributiva”; Covarrubias observa cómo Rangel Frías estaba siguiendo la pauta cervantina. “Además, apela a la eufonía. ¿Suena igual Letras y Armas que Armas y Letras? Y como remate, habíamos quedado en que nada ni nadie tiene primacía. Todo importa simultáneamente”. El número del vigésimo séptimo aniversario contiene a su vez otros nombres a quien honrar, como Efraín Huerta en el centenario de su natalicio, evocado por la voz íntima de su hija Raquel Huerta-Nava. “Era cada vez más juguetón, con un dominio cada vez mayor de la palabra, ya podía hacer lo que quisiera con la métrica, sin pensarla, ya le salía pues de forma natural. Era un viejo lobo de mar o, aún mejor, como él habría dicho, un viejo lobo de bar... Siempre jugando con el lenguaje”, responde Raquel a la entrevista de Raúl Olvera Mijares. Y Octavio Paz es celebrado por Vicente Quirarte en el artículo Libertad en su palabra, donde da gracias por los 84 años de Paz

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“entre nosotros”, transformando y transformándose “mediante los plenos poderes del lenguaje”. Autores y literatura inundan las páginas como es costumbre. Un ensayo de Mariana Rosetti sobre el “Concepto problemático del letrado en El Periquillo Sarniento” analiza el cuestionamiento que realiza Joaquín Fernández de Lizardi en su novela de 1816, en torno a la visión del letrado como guía de la población. José Javier Villarreal examina la poética de José Emilio Pacheco, su retórica y su particular “forma de respirar y contemplar el mundo”: El fin del mundo ya ha durado mucho/ y todo empeora/ pero no se acaba. Resuenan refrescantes los versos de Daniel Calabrese: /Papá tenía una bicicleta roja: eso es viajar/, y de Graciela Salazar yendo tras un océano coches y asfalto mientras nos ayuda —como ciudad, con sus letras— a vencer todas las mareas. Alberto Chimal y Anuar Jalife dejan testimonios de sus días. En Toboso, Chimal hace una narrativa especulativa de los zombis, personajes tan de moda en series televisivas e imaginario cotidiano de la actualidad: “El zombi ha pasado a representar al Otro: el enemigo insidioso con el que no se puede negociar ni siquiera razonar y ataca cuando menos se espera, o bien se ha convertido en el pretexto para metaforizar las crisis económicas globales. Podrían ser los habitantes del Primer Mundo vistos desde afuera, con énfasis en su voracidad consumista”. Y Jalife arremete Contra las juntas, vertiendo su voz por el filtro de un espejo que muchos lectores mirarán: “Yo, por lo menos, caigo en depresión desde el instante mismo en que soy convocado y no logro recuperarme


EXPLOSIÓN / COLLAGE ANÁLOGO / 2014 / DUOTONO

hasta un par de días después de que la reunión ha terminado. No es que defienda el autoritarismo, simplemente estoy en contra de la hipocresía democrática de las juntas”. Juliette Bertron, traducida por Miguel Covarrubias, habla del uso de objetos cotidianos que rompen la barrera entre el arte y la vida; y la manera en que la máquina, símbolo de la modernidad, ha sido utilizada por los artistas a lo largo de la historia del arte para simbolizar la existencia humana. Guadalupe Flores Liera entrevista a Vasilis Vasilikós, uno de los escritores griegos más traducidos, quien advierte cómo la Historia se ocupa de acontecimientos determinados como las guerras, la

peste, las revoluciones, los asesinatos de reyes y políticos, mientras que la literatura se ocupa, en el caso de tener a la Historia por tema, del elemento humano que se encuentra en el corazón de los sucesos. Las fotografías del número pertenecen a Roberto Ortiz Giacomán, fotógrafo, curador y editor gráfico originario de San Pedro, Coahuila, y residente en Monterrey desde 1968. Sus fotografías conquistan un paisaje casi personal: no se sabe si es cerro o es ola, si es nube o espuma. De su trabajo, destaca el historiador y crítico de arte Xavier L. Moyssén la nitidez de las escenas, el espacio que abarcan, la ausencia de un horizonte real, “las nubes que se abren para dejar ver la cresta

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de las montañas, sus texturas, lo caprichoso de sus formas” y subraya la intrincada relación entre las imágenes capturadas y los elementos de su entorno. Las letras (que la editora Jessica Nieto revisa con precisión y que la diseñadora Verónica Rodríguez acomoda con oficio) se escurren por las fotos de Ortiz Giacomán y armonizan para lograr páginas memorables. Es una de las revistas culturales más antiguas del país pero renace con estilo en cada nuevo número, hablando de poesía, zombis, arte, frontera, símbolos o cualquier tema que importe a los habitantes en turno. Lizbet García Rodríguez


RAÚL RANGEL FRÍAS UN HOMBRE DE SU TIEMPO

E

l filósofo José Ortega y Gasset decía que el hombre es uno y su circunstancia, un producto de su tiempo y de su historia, no de su naturaleza. Y no hay mejor ejemplo de ello que don Raúl Rangel Frías quien en su ejercicio vital cumplió esta máxima a cabalidad. Nacido en 1913 en Monterrey durante la lucha revolucionaria, Rangel Frías creció con las conquistas de la Revolución y pertenece a la generación que logró la consolidación institucional de la misma. Estudió en el Colegio Civil y prosiguió su carrera de derecho en la UNAM a mediados de los años treinta. En la Ciudad de México formó parte de la generación literaria Barandal, a la que también pertenecían Octavio Paz, Salvador Toscano y José Alvarado, entre otros. Desde muy joven mostró inquietud por las letras y fue un destacado activista en las reuniones y discusiones que dieron origen, en 1933, a la Universidad de Nuevo León. Desde entonces su destino quedó inevitablemente ligado a ésta. En 1943 cuando se refundó la Universidad tras el paréntesis de la educación socialista y el Consejo de Cultura Superior, Rangel Frías colaboró, junto con Enrique C. Livas y Armando Arteaga, en la redacción de la nueva Ley Orgánica.

Después se incorporó como catedrático y como Jefe del Departamento de Acción Social encargado de las tareas de difusión cultural. Fundó en 1944 las revistas Armas y Letras y Universidad e impulsó la Escuela de Verano, un referente en el florecimiento cultural de Monterrey. En 1949 llegó a la rectoría de la Máxima Casa de Estudios. Fueron muchas sus aportaciones, entre otras, la creación en 1952 del Departamento de Historia cuya dirección confió al maestro Israel Cavazos, recién egresado de El Colegio de México. Pero sin duda se le recuerda por sus esfuerzos para dotar a la Universidad de una sede propia. La construcción de la Ciudad Universitaria inició durante su rectorado y continuó cuando en 1955 pasó a ocupar la gubernatura del estado. Como gobernador siguió apoyando el crecimiento de la TÍTULO: Obras Completas.

Volumen II. Héroes y epígonos. AUTOR: Raúl Rangel Frías EDITA: Universidad Autónoma de Nuevo León / Fondo Editorial de Nuevo León AÑO: 2014

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Universidad pero también tuvo una gran preocupación por mitigar las enormes desigualdades regionales de Nuevo León. Así, se enfocó en crear la infraestructura necesaria (caminos, electrificación) para dotar a las comunidades de medios de subsistencia y evitar la creciente migración del campo a la ciudad. Su interés por el pasado y la memoria histórica lo llevaron a crear el Museo Regional del Obispado, la Biblioteca Universitaria Alfonso Reyes y el Archivo General del Estado. Al dejar la gubernatura se dedicó a la labor literaria, combinándola con el desempeño de algunos cargos públicos, entre otros, fue delegado de la SEP en Nuevo León, Director General de Servicios Coordinados de Educación en el estado, Director de la Unidad de Servicios Educativos a Descentralizar (USED) en Nuevo León (organismo dependiente de la SEP) y Director del Instituto de la Cultura del estado. En 1984 la Universidad Autónoma de Nuevo León le otorgó el doctorado honoris causa. Su fructífera vida estuvo siempre al servicio de la comunidad y ligada a la educación en general y a la Universidad de forma vital. Sostuvo siempre que “una Universidad lo es, primordialmente,


por sus altas funciones. Más no la limita, en su concepción, a la sola tarea de formar profesionales, sino que la identifica como formadora de hombres, conscientes de su tiempo y su momento histórico, conocedores de una rama del conocimiento para aplicarlo en el ejercicio profesional, pero también capaces de valorar el sentido y el alcance de ese conocimiento y de ese ejercicio en el ámbito de la cultura y la historia.” Y es que la historia fue siempre un tema central de sus reflexiones literarias y es el hilo conductor del volumen que hoy reseñamos. En el centenario de su natalicio, la Universidad, a través de un grupo de catedráticos conocedores de la obra de Rangel Frías, se dio a la tarea de reunir en una sola colección las Obras completas de este prolífico autor. El Volumen II. Héroes y epígonos reúne textos diversos en tiempo, espacio y temáticas pero con un trasfondo común: la muy particular concepción de la historia desarrollada por el autor. Así, encontramos obras publicadas en 1944 en los inicios de Armas y Letras y en la revista Universidad, en los periódicos locales como El Porvenir y El Norte e incluso en medios de circulación nacional como El Día y la revista Siempre! Muchos de los escritos aquí reunidos fueron publicados en su columna Rumor del Tiempo en Previsión y Seguridad y unos cuantos en otras fuentes como Cathedra, E+a (enseñanza más aprendizaje) órgano de la Escuela de Graduados de la Normal Superior y Vida Universitaria. Los textos evidencian la amplia cultura del autor que lo mismo reseña libros de temas varios como diserta sobre la poesía de López

Velarde, la obra de Federico Cantú o la descentralización educativa. Pero lo que nos interesa resaltar es su visión de la historia y del hecho histórico. Pues además de un protagonista, Raúl Rangel Frías fue también un historiador. Dan cuenta de ello sus obras de corte histórico entre las que destaca la vida del Padre Mier; Gerónimo Treviño. Héroes y epígonos, publicada en 1967 y que da nombre a esta antología; y las más conocidas quizás, Teoría de Monterrey (1946) y Teorema de Nuevo León (1971). Conmemorando el 350 aniversario de la fundación, en Teoría de Monterrey hace un recuento de las etapas por las que ha pasado la ciudad. En sus comienzos, la lucha entre la naturaleza y el hombre, tiempos de grandes desilusiones donde la primera parece imponer sus designios. La segunda etapa, durante el siglo XIX, cuando la guerra con Estados Unidos y la pérdida de Texas hacen de Nuevo León un estado fronterizo vinculándolo al destino nacional. Y la tercera etapa —la actual (recordemos que escribe a mediados del siglo XX)— caracterizada por el auge industrial y la proliferación de establecimientos bancarios que transformaron la estructura productiva y social de la ciudad. Esta tercera y última edad de Monterrey, es la adquisición de su conciencia y del sentimiento de su responsabilidad nacional. Refiere entonces a las fuentes espirituales de donde se ha nutrido la conciencia de la ciudad y explica cómo se fue conformando el perfil urbano plasmando en sus edificaciones el espíritu de las épocas:

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A medida que ha ido creciendo en recursos, prosperidad y experiencia, la ciudad ha ido enriqueciendo su memoria (…). La memoria de la ciudad se halla poblada del espíritu de sus buenos gobernantes, caudillos militares y civiles, directores de empresa y la innúmera multitud, entre todos los cuales la han ido alzando del barrizal y la choza a la calzada de pavimento y a la casa de cantera; del campo al taller y a la fábrica; de la lucha incierta contra el nómada al espíritu del Derecho. (pp. 305306)

Y en el marco de esa gran celebración por los 350 años de la ciudad, lanza una pregunta que es más bien un desafío: ¿Qué haremos nosotros los contemporáneos para proseguir esta obra que han hecho el tiempo y los hombres? Limitar nuestro homenaje al recuerdo y a la admiración no salda la deuda histórica, a menos que prescindiésemos de la idea de perfeccionamiento de la sociedad y del individuo. En tanto que haya historia toda generación recibe de otra y entrega a la siguiente una tarea siempre inconclusa, a la vez que una determinada energía con que llevar a cabo la empresa propia de cada edad. Esta ley de la continuidad del esfuerzo es la base de lo que se denomina progreso humano, aunque la meta ideal se mantenga inaccesible. (p. 306)

Además de sus escritos de historia propiamente dichos, es posible


encontrar a lo largo de su obra reflexiones sobre el sentido de ésta, su función y el papel que juega en la vida de los hombres y de los pueblos: Hay quienes dicen que la historia es sólo una recreación a base del registro, la información y la reproducción de elementos que se contienen en una especie de gran almacén de noticias que es el pasado. Falso. La historia tiene que valerse de los oficios de quienes trabajan o trabajamos, si yo fuera capaz de hacerlo, en esa investigación ambiciosa, precisa, para llevar la verdad hasta el detalle último de una fecha, un hombre, una situación. Pero, ¿cuál es verdaderamente la más grande y profunda seducción de la historia, aparte de esta noble tarea intelectual que se parece a la de toda ciencia que registra, precisa, cuantifica, mide, compara una serie y una colección de datos para establecer un resumen y una determinación última? ¿Cuál es la gran seducción de la historia? Detrás de toda ella está una grave interrogación: ¿quiénes somos? (p. 491)

Además de buscar responder esta trascendente pregunta, la historia es a la vez una proyección al futuro: La historia parece a veces una función repetitiva cuando se detiene justamente en ese límite de reproducir el pasado; pero la más profunda dimensión del pensamiento histórico y de nuestra intención está menos que en reproducir el pasado, en encontrar cómo diferenciarnos del pasado. (p. 492)

Y en otro texto plantea incluso el método a seguir: Para reconstruir la figura del hecho histórico pueden seguirse dos líneas de investigación, una que va por el contorno y se ciñe al propósito realizado, del lado en que caen las cosas y los hechos definitivos, calca el perfil del movimiento y obtiene una visión objetiva. De otro lado, por una vertiente interior al fenómeno, más íntima y subjetiva, que se coordina con la anterior, se va a dar con el propósito o la intención que, sin cumplirse totalmente en la realidad, ha servido como piloto de la acción, algo que se condensará vagamente en la expresión de espíritu histórico o generativo de todo proceso. (pp. 43-44)

A R a n g e l F rí a s l e i n t e re s a particularmente este último, y afirma: Los motivos de la conducta individual no afloran a la conciencia; y ni siquiera existe una estructura de motivaciones personales, sino que la inspiración se toma de vertederos sociales: de los hábitos de trabajo o de los derivados de la agrupación social en que el joven queda situado por y a través de la familia, la escuela y el círculo de sus amistades. (p. 44)

De esta última idea deriva su manera de comprender el comportamiento humano. Su aproximación al individuo como sujeto históricamente determinado

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será el sello distintivo de muchos de sus textos. Lo mismo para analizar la poesía de López Velarde como las hazañas de Gerónimo Treviño o el Padre Mier. Pues “nada valen las oportunidades de la historia si no se encuentran con hombres por cuya energía y capacidad de visión se transforman en hechos generadores de riqueza y de bienestar para un pueblo.” (p. 303) Asimismo para referirse a sus amigos, tristemente, al rememorarlos en algún homenaje póstumo. Salvador Toscano, José Alvarado, Pedro Garfias, José Benítez y otros de sus contemporáneos son desnudados en sus aspectos más humanos por la pluma de este autor. Una pluma por demás prolífica cuyos textos revelan las situaciones y preocupaciones de su tiempo: la dinámica urbana y el crecimiento poblacional, los problemas económicos, el momento político… Pero sobre todo, muestran su lado humano, sus inquietudes, sus esperanzas. Su enorme confianza en que la humanidad puede redimirse, y su fe sin ambages en los jóvenes, ese “almácigo de cuestiones pendientes”, esa generación a la cual habremos de pasar la estafeta. Leer la obra de Raúl Rangel Frías hace renacer sentimientos aletargados: el optimismo por el futuro y el orgullo de nuestro pasado, de nuestra historia. Nos contagia de esperanza haciéndonos reflexionar sobre el compromiso que como mexicanos tenemos hacia nuestro pasado, con nuestro presente y con el legado que dejaremos a futuro.

Isabel Ortega Ridaura


Reescribir un RELÁMPAGO C

TÍTULO: Relámpago. Poesía

contemporánea de Latinoamérica y Estados Unidos / Lightning. Contemporary Poetry of Latin America and the US AUTORES: Varios. Selección y nota de Cecilia Pavón. EDITA: EBL. Colección Cielo Abierto / UANL AÑO: 2014

on el incremento en el uso de las redes sociales, también se ha desarrollado un desapego a la obra literaria. Ahora se privilegia a las personas y sus méritos. A la cantidad de likes y retweets, a las frases jocosas que se asemejan a máximas de los ciento cuarenta caracteres. Parece importar más lo que se diga del autor. Las obras han dejado de ser esenciales, algunas veces pasan a segundo plano y lo que vale es una concatenación de favores: yo te leo si tú me lees. Este tipo de actitud no es de sorprender, lo lamentable es que se siga adoptando y reproduciendo, pues parece que para algunos la literatura ha dejado de importar, hoy lo interesante es gozar de fama virtual. La inclusión de textos inéditos en antologías que contienen a poetas que apenas han logrado publicar, orilla a una especie de competencia por producir textos de manera veloz, sin importar si se tiene algo que decir, incentivando a quien produzca más textos. No importa qué se lea, sino cuántas veces hace su aparición durante el mes el poeta y la cantidad de fotos etiquetadas en las redes sociales. Todo esto causa efectos contraproducentes, ya no hay

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tiempo para leer, escribir y esperar. La necesidad de pertenencia y de lograr adhesión a algún grupo es tan grande que no importa tener que hacer cosas que quizá van contra los ideales del escritor en turno. Al recibir Relámpago, esperaba encontrar otro libro de poetas que traducen a sus amigos y participan de esta danza sin fin donde todos son compañeros y la poesía sólo sirve para acumular amistades y favores. Por fortuna no fue así. El lector abre el libro y se encuentra con una nota introductoria escrita por Cecilia Pavón, quien nos habla un poco sobre el objetivo de éste y la existencia de un experimento al que se arriesga; es por esto que se puede notar que hay algo distinto en el libro. Sabemos que hay muchas antologías de traducciones, quizá demasiadas, pero no todas se jactan de ser experimentales. ¿A qué se refiere esta experimentación? ¿Dónde radica lo especial de este libro? Para hablar un poco del experimento, habría que mencionar los componentes. El libro nos presenta bloques por autor y traductor. En la página izquierda se muestra el poema en su idioma original y a la derecha la traducción. Tras finalizar cada bloque inician


los poemas de quien tradujo el anterior. Se mantiene el orden de los poemas para que al abrir las páginas podamos ver los textos como reflejados en un espejo, para que se encaren en otra lengua. Podríamos pensar que la disposición de los poemas en la página no tiene tanta relevancia, pues en algunos libros bilingües, texto original y traducción están totalmente. El objetivo en Relámpago es otro. Dejar de lado la forma en la traducción, que los traductores se preocupen más por transportar el poema a otra lengua y no por hacerlo parecer idéntico al original. Por esta razón los textos se observan, “atraen o se repelen” —en palabras de Cecilia Pavón. Podemos leerlos por separado o saltar cada verso entre lenguajes, dejando así que dialoguen, se rechacen o creen un poema híbrido. Este libro demuestra que al traducir, el texto original no se encuentra aislado, sino que hay mucha inestabilidad en la manera que se transmite el significado. La traducción nunca es ajena al original, todo lo contrario, lo complementa al mostrar lo que hay fuera de éste, en otra lengua. Traducir es un fenómeno que ocurre en medio de las lenguas, donde, más allá de ser un acto en el cual se recogen letras de un idioma para depositarlas en otro, existe una acción recíproca de desarrollo. Pensado en la traducción como una construcción mutua de desarrollo, ésta aporta al original, en Relámpago es palpable, pues los distintos tipos de lecturas que se permiten en el libro favorecen a una combinada, secuencial o intercalada en donde los poemas aportan hacia una posible resignificación del poema

original. La poesía dialoga entre sí, se comunica, significa y traduce durante este libro. El nombre completo del l i b r o e s : Relámpago. Poesía contemporánea de Latinoamérica y Estados Unidos. Catorce poetas, siete estadounidenses y el resto latinoamericanos —aunque bien podrían especificar que la mayoría son sudamericanos—, todos nacidos entre 1966 y 1982. Este experimento propone un diálogo de las obras; poemas en contacto. Los poetas son lejanos, no sólo geográfica o lingüísticamente, pues parece que desconocían, si no al autor, al menos los poemas que tradujeron. La apuesta es recibir los textos para traducirlos sin prejuicios, transportarlos a la lengua del traductor; reescribirlos. La traducción es aquí el lugar para establecer un diálogo. Desligándose de ataduras se otorga libertad al traductor para presentar su traducción-reescritura. Hay quienes se arriesgaron más, otros prefirieron mantenerse al margen, sin atreverse mucho hacen una traducción más apegada a una calca y no se prestan a la experimentación. La antología privilegia una labor que poco a poco va quedando rezagada, donde no importa la imagen del poeta y los amiguismos parecen no existir. El bloque encargado de introducirnos en el libro, con CAConrad y Héctor H. Montecinos, no se arriesga mucho. Los poetas tratan de respetar demasiado al texto en su lengua original y no se atreven a ser partícipes de este experimento colectivo. Permanecen en las periferias y sólo “hacen su trabajo”, llevan el texto a otra lengua. No son los únicos que lo hacen. Decir que esto sea

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lamentable no es mi intención, pero no resulta tan atractivo para nuestros fines porque no tratan de participar. Para bien del libro, hay otros poetas que se arriesgan sin duda. En contraste el poema “The Machine”, en su traducción por Marina Mariasch, además de ser interesante resultado del experimento, funciona como detonante para la llegada de más traducciones que dan un giro al original. Mariasch logra traducir un poema que se desprende y da la sensación de que el español es su primera lengua. Empero, como ejemplo, el poema “El futuro” de la misma Mariana, en su traducción por Noelle Kocot no sigue el mismo camino de la reescritura. Kocot hace una traducción que quizá funcione de la forma más simple, pero dudo que aporte de la misma manera a un libro experimental que busca efectos distintos. La traducción más apegada al objetivo del libro es de Fernanda Laguna, quien traduce “Is it a Murder” de Dorothea Lasky. Considero la traducción de Fernanda como algo muy cercano a la reescritura. Lo primero que hace es no traducir literalmente el título, sino que lo cambia a “Es un crimen”. Murder (asesinato) es sustituido por crimen, que en realidad cambia la significación del poema al ir de un acto en específico, a otro que en realidad es catalogado de acuerdo con un sistema penal. Y no sólo cambia la forma en que se lee el poema, en pro de su traducción, agrega palabras para dotar de significado en español, o incluso prescinde de versos: I coming from the devil Living in the devil’s house


Eating of the devil’s food Am I devil? No *** Vengo de donde viene el diablo Vivo en su casa Me alimento de lo mismo que él Soy el diablo No No, no

Su traducción ya no se pregunta si es el diablo, lo da por hecho. Nos muestra el mismo poema en un nuevo estado. Relámpago intenta un experimento que a momentos funciona, pocos poetas entran al juego que los invita a no respetar la forma y a privilegiar el sentido para mostrar que la poesía puede ir más allá de las palabras, para trabajar como arquitectos del lenguaje. No me parece raro, dudo que a muchos nos guste leer una traducción que ha dejado de lado al texto original. No todos piensan a la traducción como reescritura, incluso esto puede ser arriesgado, pues en ese intento se puede llegar a alejar totalmente de ser una traducción. Quienes más se aproximan a los resultados que se podrían desear son: Germán Carrasco, Fernanda Laguna, Stuart Krimko y Dorothea Lasky. Sus traducciones se acoplan mucho a una reescritura, gracias al reacomodo de estrofas, sustituciones u omisiones voluntarias y cambios sintácticos que logran un poema autónomo, más cercano a la lengua a que se llevan. Como dije, otras traducciones se sienten menos naturales, más como calcas o reflejos idénticos del texto original, muestras, quizá,

del desconocimiento de la lengua a traducir, evento esperado en este ambicioso experimento. Basados en este libro no podemos aportar a los debates sobre la mejor forma de traducción, y menos juzgar a los traductores. Además de lo arriesgado que busca llegar a ser el libro, celebro que se hayan propuesto traducciones entre

escritores que se desconocían. Que no estuvieran influidos por quedar bien con el otro. Me parece magnífica la apuesta de permitir que la obra hable por el autor y no sea éste quien tenga que explicar lo que escribe e intente colocarse en el mundo literario. Eduardo García Manríquez

LA OBSTINADA BATALLA DE LA

MEMORIA

N

ovela a voces, o voces de la novela, El resplandor de la memoria contiene una prosa que surge de los instantes en que los tiempos y los lugares se cruzan, se fusionan o se reinventan. Brota a través del fulgor, de ese resplandor que envuelve la reinvención del pasado. Todo está ahí, precisamente, porque todo nos falta, o tal vez porque nuestra índole parece ser la carencia y el diálogo con las ausencias. Escribir para tratar de

ordenar o de propagar lo que no puede ser ordenado. El testimonio, ese género literario emergente en los años setenta, da paso a la exploración, a la indagación, pero no en archivos o documentos, sino en vivencias, en pesadillas, y malos momentos. Decir lo que pasó, ¿no es ya una forma de desvirtuar el pasado? Pero, ¿acaso no es nuestro único medio —el más vital, al menos— para regresar a él? Y es precisamente en este precario equilibro donde se construye el

TÍTULO: El resplandor de la

memoria AUTORA: Coral Aguirre EDITA: UANL AÑO: 2014

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eje narrativo de la novela de Coral Aguirre: “Es de noche y atravieso el mundo. Voy de sur a norte como antes fui de norte a sur lo cual me parece lo mismo pero no lo es”, dice Daniel, uno de los personajes, al iniciar la novela, y con ello da pie al desdoblamiento constante. Norte y sur, sur y norte: he aquí los hemisferios por donde se desplaza la obra toda de Coral Aguirre. Esa cartografía movible nos remite a una memoria particular y a otra generacional. Memoria múltiple que se mueve por los meandros de la historia: la oficial, la contada y armada tantas veces, como se desplaza por la otra, la tergiversada, la historia condenada al olvido, pero que, de alguna manera, permanece, transformándose incesantemente, en la memoria de los más obstinados. “¡Ay de los que no han osado descubrirse a sí mismos, porque aún ignoran los dolores de este alumbramiento! Pero sepan que sólo se han de salvar los que están dispuestos a arriesgarlo todo”, dice Alfonso Reyes en uno de los ensayos que conforman su libro Norte y sur. Y pienso en Reyes, porque como Coral, buscó en la escritura las señas de identidad de un pueblo separado por anchos mares y monumentales montañas, por parafrasear a Bolívar. Un pueblo que es un género nuevo, algo por hacerse, por decirse y desdecirse: América Latina. Bajtín, en su clásico ensayo sobre la poética de Dostoievski, llamó polifónicas a las novelas heterogéneas que desafiaban el universo racional de lo establecido, donde primaban un narrador, una voz y una conciencia. Estos textos plurales, en contraste,

difuminaban a la figura de autor, con su repertorio de géneros discursivos. La omnisciencia, ese saberlo y decirlo todo, daba paso a la deficiencia, el saber parcial, precario, sustentado en nuestras maltrechas experiencias. Y yo, ahora, no puedo evitar asociar la condición coral de la novela que estamos presentando, con el nombre de la autora, y me refiero a su nombre elegido (a su seña de identidad) y no al patronímico oficial, ése con el que se llenan los registros y las actas en los juzgados y cortes. Coral es coral, y aquí están sus múltiples voces, sus múltiples vivencias, pero no como testimonio autobiográfico, o no solamente, sino como creación, porque El resplandor de la memoria es desdoblamiento, espejeo, inquisición, sondeo. Dividida en cinco partes, pero sin una linealidad fija, la novela se estructura mientras se la lee. Somos nosotros, los lectores, quienes le vamos añadiendo múltiples sentidos. Porque terminamos formando parte del coro de voces narrativas, y nuestro tiempo, el tiempo de la lectura, se fusiona con el tiempo o los tiempos narrados. Algunas pistas nos orientan: ahí están los versos de Whitman, o la historia latinoamericana de la infamia, podríamos decir, parafraseando el famoso título de Borges. Quiebres recientes en nuestra peculiar formación como habitantes de países en consolidación que nunca terminan de consolidarse. Anhelos perdidos, encuentros, desencuentros, pasiones y traiciones, voces y ecos que resuenan, pero en cada ocasión dicen algo diferente y al mismo tiempo nos traen a la memoria la condición efímera que nos define:

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La muerte se impone en el primer adiós. Una vez que uno ha conocido la despedida, en ese momento de la primera muerte. Las que vienen ya no son lo mismo. Salvo ésa. La lengua percibe las partículas de ese olor en el aire, como la de las víboras, y las reconoce. Es una vibración que remite a la despedida inaugural.

La novela también es una teoría sobre la juventud y su relación con la historia. Una contra-lectura al modelo generacional, en donde cada cierto tiempo arriba un nuevo grupo de muchachos a hacerse cargo de los mismos anhelos y de las mismas penurias que la generación anterior. Aquí, sin embargo, las generaciones se cruzan, interactúan e intercambian fantasmas y dudas. Una voz fantasmal, de las tantas que pueblan la novela, resuena así: Una célula en el mar, eso éramos, y les voy a decir algo espantoso, hasta nos cambiaron el final, quiero decir, nos cambiaron la historia, los malos son ahora los buenos y los buenos son ahora los malos, ¿me explico? Al cambiarnos la historia, nos cambiaron las identidades, ni siquiera podemos fraternizar con los que quedan porque le desconfiamos al otro, al antiguo cuate, al camarada.

Porque lo que subyace a El resplandor de la memoria es la desquiciada historia moderna latinoamericana, y que podríamos definir como la inadecuación entre la instalación de los Estados-nacionales y las divergentes realidades locales que


GREY LIGHT RAINBOW / COLLAGE ANÁLOGO / 2014 / DUOTONO

los primeros trataban de gobernar y representar. Teatro de locos donde cualquier relato o recuerdo que pretendiera esbozar formas distintas de representación o de manifestación era reprimido y condenado al olvido por el mismo sistema que discursivamente les garantizaba a todos sus habitantes el derecho a la expresión. Esta imposición de recuerdos y sensaciones, que sería la historia oficial, se reproduce en los individuos, en forma de introyección, y nos orilla a ordenar nuestro pasado con base en formas establecidas: a cuadricularlo con fórmulas probadas, sea para condenarlo o para idealizarlo. Por eso la batalla de y contra la memoria se libra en lo público y en lo privado, y por ello cuando resplandece nos deja ver todas sus posibilidades, algunas de las cuales nos pueden hacer cambiar radicalmente nuestra concepción sobre el devenir del tiempo cercano, propio:

forma de revivir la historia, de hacerla actual, de confrontarla con la realidad inmediata (memoria versus vivencia). Y así vamos explorando por los derroteros interiores, sabiendo que el final puede cambiar, que los actores pueden intercambiar los roles, que podemos pasar de protagonistas a antagonistas, y viceversa: Pero todavía vuelvo, regreso a la conciencia, adiós, adiós conciencia mía, para qué me serviste, pinche cabrona, fíjate la pericia con que nos han matado día a día, fíjate nomás yo aquí tirada y tú tan sabia, tan oronda, por los siglos de los siglos anduve estropeada, y tú sin siquiera darte cuenta, hasta hoy, hasta ahora donde con mi propia mano vuelven a matarme. ¿Y ahora de qué vas a disfrazarte, tú, conciencia de mierda?

Como obra literaria, El resplandor de la memoria nos deja transformados,

Y entonces desgrana letra a letra la verdad. La verdad según él. La que yo no quiero, ni Paco, ni nadie en este mundo. Porque acaso las muertes pueden desgranarse, el horror puede desgranarse letra a letra, puede Andrés volver para hacernos esto. Estábamos tan contentos con su fantasma, era tan fácil imaginarlo en el discurrir de los días escondiéndose por los rincones y los atajos de los muebles, los objetos, los árboles, los puentes.

La experiencia, la vivencia y el desencanto se vuelven presentes en la escritura de esta novela: una

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ahora somos un poco menos nosotros y algo más del resto: de esas voces que resuenan aun cuando hemos cerrado el libro y nos disponemos a reintegrarnos a los vaivenes de la vida diaria: otro tipo de teatro. Las certezas se diluyen, las sombras crecen ante la luz del resplandor y aparecen los fantasmas, pero junto con ellos también se muestra su constitución retórica: fantasmas que hacemos y deshacemos con las palabras. Hemos presenciado el espectáculo sublime de la creación y la recreación de la memoria. Las palabras han cambiado nuestro mundo porque alguna vez intentamos cambiar el significado de las palabras. Ha llegado la hora de dejar nuestra zona de comodidad, de dejar de ser transeúntes de lo cotidiano y pasar a ser un poco historiadores de nosotros mismos. ¿Estamos listos para hacernos cargo del resplandor de nuestra memoria? Víctor Barrera Enderle


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CORRESPONDENCIA #2 / COLLAGE ANÁLOGO / 2013 / DUOTONO


TODO DEPENDE DEL CRISTAL CON QUE LO MIRES. 33 SIRENAS, OTRO SÍMBOLO DE LOS PÁJAROS DEL DESEO. Allí donde se alborota en torno a la “espiritualidad”, la “iluminación” o simplemente la “puesta en onda”, a menudo no hay más que buitres bajando sobre un cadáver. Sus merodeos, su vuelo circular, su descenso, esta celebración de una victoria, en fin, no son lo que pretende el Estudio del Zen, aunque en otro contexto puedan resultar ejercicios de singular utilidad, porque enriquecen a los pájaros del deseo. El Zen nada enriquece. No hay cuerpo alguno que podamos hallar. Las aves pueden acudir y volar en círculos, durante un tiempo, sobre el lugar donde se cree está el cadáver. Pero muy pronto se marchan hacia otros parajes. Cuando ya no están, aparece de pronto la “nada”, el “no-cuerpo” que allí estaba. Este es el Zen. Lo que no ha cesado de estar allí, todo el tiempo, sin que se apercibieran las aves devoradoras de carroña: no es el tipo de presa que ellas codician. Thomas Merton, El zen y los pájaros del deseo.

H

a llegado la hora de ver la luz del mundo. Entre tanta vacua luminosidad, entre los basurales de anuncios aéreos que empañan la visión, el camino a la luz se nos ha perdido o nos hemos perdido en el trayecto. El tránsito a la luz no puede ser el mismo. No pueden servir las rutas ya andadas. Ha llegado la hora de encontrarnos con el prodigio del verbo, con su desarticulación, su desventramiento, la manufactura de dar con el inverso modo, eliminar conjunciones, pronunciar aristas, sacarle punta a una palabra o recargarla, a través del añadido:

“asolo”. Así, ya es otro el paisaje, se va limpiando en el extrañamiento, se va refractando la luz. 33 sirenas, de Rodrigo Guajardo, llama desde un canto expandido de silencios o nutrido de acentos. La fragmentación se dispone a arrellanarse, a veces encontramos un solo verso en la página, tendido a lo ancho en la blancura: ni ida viva iba vida la dádiva ni la [divida. (p. 27)

La disposición, como toda la normatividad de esta poética, obedece a reglas personales muy precisas. Es decir, estamos ante una voz, y las voces son como son, la voz puede llegar a convertirse, como la maléfica de Blanca Nieves, en una hoz cortante y decapitadora. Y también, si mutamos la v por la s, ésta, la voz, se convierte en sos, el verbo ser que en el español de Sudamérica equivale a dar paso a la vida: sos, eres. (Lázaro, levántate, diría el Mesías.) Las sirenas tientan, despiertan los sentidos, hacen fuego del deseo, son ardentía pura en el cielo del mar. En realidad pareciera que la oración del “Padre nuestro”, cuando dice: “no nos dejes caer en tentación”, estuviera apuntando al sufrimiento de Ulises, quien tapaba con cera sus oídos para no sucumbir ante el canto de las sirenas. Estas son 33, treinta y tres tentaciones para la edad de Cristo. Líbranos de la tentación que no se da, del meollo de la prohibición, de

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la histeria sostenida de las mujeres monstruos que carecen de sexo, y a cambio, lucen un plumaje de pájaro en la lejanía. Pero también libra a Ulises de sus osadías. De estas operaciones donde el azar se empeña, la más pulcra es el extrañamiento. ¿Por qué ha de ser la palabra lo que estamos acostumbrados a creer? ¿Es el lenguaje una cuestión de creencia, de costumbre, de uso y sobre uso y abuso del desuso? ¿Hay credibilidad

TÍTULO: 33 sirenas AUTOR: Rodrigo Guajardo EDITA: Consejo Nacional

para la Cultura y las Artes. Programa Cultural Tierra Adentro. AÑO: 2014


en lo que oímos? Recuerdo la primera escena de Solaris, de Andréi Tarkovsky, detenida la fotografía en unas algas que lenta y casi imperceptiblemente se mueven bajo el cristal de las aguas en un lago próximo a la casa de donde saldrá el protagonista. Si bien, la película es extrema en cuanto al planteamiento de lo peligroso que pueden llegar a ser las relaciones humanas bajo ciertas presiones, si es el desasosiego y el temor quienes despliegan sus oscuras y calladas consignas sembrando desconfianza y egoísmo, la primera imagen de la película me ha cautivado por llevarnos a la contemplación. Algas que son alas bajo el agua translúcida, como si la calma de sus movimientos registrara una forma de densidad que contuviera o advirtiera el germen de una tormenta. Cierto es que Rodrigo Guajardo hace poesía. Pero la originalidad de su creación es violenta. Va destemplando paradigmas. No es verdad que se inscribe en la línea de David Huerta o de José Javier Villarreal, como se comentó un domingo en el periódico. En primer lugar porque ni Huerta ni Villarreal juegan en la misma cancha poética, de hecho, bien valdría la pena preguntarnos si hay poeta que juegue en la misma cancha que otro, y segundo, porque, en todo caso, desde un punto de vista formal, Rodrigo estaría más cercano a José Kozer. Es decir, tanto David como José Javier cuentan en sus cantos versiculares. Kozer cifra bajo una consigna mántrica, mientras Rodrigo jala la rienda a su caballo verde, lo jalonea intempestivamente, lo calma y contiene, hace cabriolas y arremete a galope tendido y sin freno hasta venirse la voz-el ser-amor. Rodrigo altera el orden tradicional

de la secuencia provocándonos a los lectores una sacudida en el mirar. Percibimos y entramos en un terreno de la realidad nombrada que nos había estado vedado. Ya habiendo abierto esta puerta, si entras, no hay marcha atrás. La proa no será del barco, sino del océano. solo hubo una vez el plazo de una gota un dígito de lluvia luego la estrella continua su premura instala la apertura de sedes con violencia que surcará dulcemente donde ya no pueda ver mientras clara aquí la proa del océano quedo otra vez y tantos cuerpos adelante

extrañamiento y nosotros, lectores, tenemos que detenernos. El libro se convierte entonces en una amenaza para las campañas de “lee un libro”, porque te está jalando los pelos, te está gritando: ¡Estúpido, no se trata de leer, es mucho más profundo, es detenerse: es ver en el poema! La sinestesia es entonces no sólo figura del poema sino retórica viva en el lector que contempla y observa lo que aparentemente es pura letra. El agua simboliza purificación, pero aquí, en estas islas o “aínsulas”, hay demasiados huesos: “aquí la recomposición de los huesos genera un mayor pájaro de números” (p. 25). El orden ha sido alterado con plena conciencia de causa ya que hay demasiadas paronomasias en los versos: “ni ida viva iba vida la dádiva ni la divida”. O se adentra en la acción posible de la imagen presentada, en este caso:

la sombra tarde de mi isla. (p. 15) Oasis siamés

Y “la sombra tarde de mi isla” nos hace detenernos en un paisaje estático: al usar dos sustantivos unidos en vez de sustantivo y adjetivo, como hacemos naturalmente, el lenguaje potencia su velocidad, mas resulta, que se trata de una velocidad casi nimia, como las algas de la película de Tarkovsky. En la poesía de Rodrigo, los objetos cambian su propósito, entonces te das cuenta de que los objetos tienen propósitos y están vivos, y aquí, a su vez, imantados. Razón por la cual de la velocidad el lenguaje entra en la suspensión sin el más mínimo aviso. El silencio también es música. Por tanto, la suspensión puede ser una forma de celeridad. Y, si el poeta desarma y rearma las palabras, las dota de un nuevo sentido: “plenura”. Así llegamos a la detonación. El lenguaje sufre un

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mirada deslabrarte en el espejo puñado de aguas desnuda por tu piel lo visto ve y es lo visto tú mirada desde el ojo grande que te [mira la transparencia por la que [recorrida recorrida ciego de ti el ojo donde vives no te ve (oh imagen que ve la imagen que ve). (p. 43)

El poema permite, por la disposición de las palabras en el verso, que la lectura se realice a la inversa y generalmente funciona. Hay


simultaneidad y juegos de semejanzas verbales que provocan desconcierto porque desestabilizan, te cambian la imagen que esperabas correspondía con lo nombrado: “ex plaia pura vulva sola planeadora concreta” (p. 50). Leer este poema cuya fluidez presenta un cuadro erótico. (…) siendo yo postro a tu lucido tul fosforoso estío el ojo en el sexo (…) la magnitud océanida de islada desterrado ya lo cielo rojo todavía del descarne de tu cuerpo la violencia sublunar tu menguante curva porque está entrando en lo obscuro y he aquí que veo lo visto tendida la transparencia más intensa la flor ingravidísima es una burbuja sobre todo punto polar es la estrella del vértigo que en leves ahítos istmos cercenados golfos contusos (…) escucha dinamista resonancia es por arder flor es ser la superficie de un dentro sideral desnudo de hondo todo sí cuerpo más alto el aire alrededor está saliendo por su cóncavo es núcleo de la flama el hilo obtuso umbral a frente profuso en volumen es toda materia fibrosa un estado del temblor una substancia tentativa o palpitada y toda esponja llama el ojo en la daga (…) (pp. 50-1)

Las palabras son óseas, se encuentra en médula el cuerpo del lenguaje.

ejercicio erotizado, esa erótica verbal de la que hablaba Octavio Paz en La llama doble, en este caso nos conduce icé con su nombre una escalera a una desestabilización de la posición para subir por ella pasiva y recreativa del lector, porque la lectura se vulnerabiliza, el canto los besos de mi boca se presenta como acto y contra acto, la boca de mi voz como silencio que viaja y acerca otras dimensiones, la que contempla fruto de una palabra ósea que no el verso versando e inversando y su [sé línea medida que puede ser recorrida surco en el agua su clara intensión en dos direcciones posibilitando una doble lectura, por lo menos. una constelación de nácar con las ¿Por qué menciono a Thomas [uñas Merton y ese cuerpo que es la nada, ensatinado del vidrio que crucé lo que estuvo y desapareció y al que volvemos para iluminarnos? Porque, por una escalera el verbo de subir contrario a lo que podemos suponer, [y ser la poética de este libro apunta esquirlas donde la sed es el hacia el no-lenguaje, trabaja por la silencio que cayó descomposición, hurga, escarba, reacomoda, juega plenamente hasta Un poema integrado por cinco recobrar de la palabra un sentido que dísticos, diez versos paralelos que despierta lo primigenio y su anidada despliegan la elevación del lenguaje pureza. Anonada el nido, ahora con el nombrar y su precipitación busquemos a las mujeres pájaro. ambigua, sea como callar o como 33 sirenas hace que el sueño caer. Fragmentaciones y cortes de conduzca a la vida hacia la celeste dos líneas que no se tocarán, ¿es una y áurea dimensión aérea y también alegoría de la imposibilidad de la hacia la sombra terrena en todo el pareja?, ¿o se trata de la afirmación esplendor posible, en toda su grisez, de la individualidad que pasea y se desde la agudeza del ojo fija contra el despliega con el otro, frente al otro, cristal, llámese vulva el verbo o luz en junto al otro, más no bajo el engaño la maleza. de llegar a ser uno? El lenguaje de este libro es un Minerva Margarita Villarreal

LETRAS POR VENIR

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Además de nuestras habituales columnas, secciones de poesía y artículos misceláneos, en nuestra siguiente edición presentaremos una entrevista a Coral Aguirre realizada por Roberto Kaput, en torno a su más reciente novela El resplandor de la memoria. También, de la misma Coral Aguirre, un ensayo sobre la ciudad y los pasos perdidos. Contaremos además con una entrevista a Valerio Magrelli a cargo de Raúl Ólvera Mijares. El número estará ilustrado con obra del maestro Alberto Cavazos.

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AUTORES

(Ciudad de México, 1982). Ensayista. Colaborador de Laberinto de Milenio Diario, La Jornada Semanal y la revista Tierra Adentro. Es coautor del libro José Revueltas. Un escritor en la tierra (FCE, 2014) y autor de Un informante en el olvido: Alfonso Reyes (Conaculta, 2013). MARCOS DANIEL AGUILAR

(Monterrey, 1972). Ensayista y crítico literario. En 2005 obtuvo el Certamen Nacional de Ensayo “Alfonso Reyes”, y en 2013 el Premio Internacional de Ensayo “Ezequiel Martínez Estrada”. Su último libro es Nadie me dijo que habría días como éstos. VÍCTOR BARRERA ENDERLE

(Monterrey, 1975). Investigadora en arte contemporáneo. Analiza las prácticas artísticas y sus relaciones con los contextos políticos. Actualmente recupera el archivo de tres artistas regiomontanos: Juan Alberto Pérez Ponce (+), Juan Caballero (+) y Juan José González. ROCÍO CÁRDENAS PACHECO

Poeta cuya obra dialoga con otros lenguajes artísticos. Ha recibido el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2000. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores desde 2010. Para leer/ escuchar/ver su obra acceda a: rocioceron.com ROCÍO CERÓN.

(Monterrey, 1940). Poeta, ensayista y traductor. Obtuvo el Premio Nuevo León de Literatura 2013 y publicó como coordinador el volumen Biblioteca de las Artes: Literatura (Conarte, 2013). MIGUEL COVARRUBIAS

(1970). Escritor, practicante y estudioso de la escritura digital. CNN México incluyó su cuenta de Twitter en una lista de las 140 mejores del país. Mantiene el sitio web: www.lashistorias.com.mx ALBERTO CHIMAL

EDUARDO GARCÍA MANRÍQUEZ (Ciudad de México,

1990). Estudió letras hispánicas en la UNAM. Ha colaborado con el Periódico de Poesía, Radiador Magazine y Tierra Adentro. (Holguín, Cuba, 1978). Licenciada en periodismo por la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba. Editora responsable del periódico Vida Universitaria de la UANL. LIZBET GARCÍA RODRÍGUEZ

(Monterrey, 1958-2014). Narradora, ensayista, crítica literaria y poeta. Fue coordinadora del Centro de Escritores de Nuevo León y mantuvo por años la columna Literespacio en el periódico El Norte. En 2002 recibió el Premio Nuevo León de Literatura por Mercedes luminosa y en 2003 el Premio a las Artes de la UANL. DULCE MARÍA GONZÁLEZ

(Ciudad de México, 1947). Narradora y ensayista. Merecedora del Premio “Biblos” al Mérito 2013. Sus libros más recientes son Antología del caos al orden (Joaquín Mortiz / Planeta, 2013) y La Dueña del Hotel Poe (Ediciones ERA / UANL, 2014). BÁRBARA JACOBS

Escritor colombiano. Entre sus publicaciones destacan: Metafísica de los patios (2008), Todos los locos hablan solos (2011) y Barrio Blues (2014). Ha obtenido el Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá (2002). J. J. JUNIELES.

VÍCTOR HUGO MARTÍNEZ. Doctor en ciencia política

por FLACSO. Profesor-Investigador en la Universidad de la Ciudad de México. Su más reciente publicación es “El humanismo radical de Juan Carlos Onetti”, en Revista del Colegio de San Luis No. 9. (Monterrey). Poeta, compositor, performer y musicólogo. Catedrático e investigador de la Universidad de Limerick, en Irlanda. Fundador de la Cátedra Cage-Cunningham de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey. Ó S CA R M AS CA R E Ñ AS

Doctor en historia. Miembro del SNI. Editor del Diario de Alfonso Reyes, tomo IV, autor de Alfonso Reyes y el nacimiento del Estado nuevo brasileño y coordinador de Alfonso Reyes y las ciencias sociales. ALBERTO ENRÍQUEZ PEREA.


AUTORES

EDUARDO ANTONIO PARRA

(León, 1965). Narrador y ensayista. Por el relato breve Nadie los vio salir ganó el Premio de Cuento Juan Rulfo 2000. Fue becario de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation en 2001. Su libro más reciente es Desterrados (2013).

ISABEL ORTEGA RIDAURA.

(Monterrey, 1987). Es editor en Paso de Gato. Cursó la carrera de letras hispánicas (UANL) y es maestrante en diseño y producción editorial (UAM-X). Tiene un libro de ensayos publicado con una editorial artesanal de Monterrey. Hoy vive en la Ciudad de México.

HAKAN KOMETA ÖZKAN

JOSÉ PULIDO MATA

Investigadora Nacional Nivel I y catedrática de la Universidad Cristóbal Colón. Sus trabajos giran en torno a la historia regional y empresarial. Ha publicado capítulos de libros y artículos en revistas nacionales e internacionales. (1972). Escritor, traductor e investigador turco-alemán. Escribe sus poemas y cuentos en varios idiomas a veces mezclándolos en un solo texto. Su poesía de estilo sencillo tiende a hablar de temas universales como la existencia, la muerte, el amor. ALEIDA BELEM SALAZAR (Torreón,

SALVADOR OLGUÍN (Monterrey). Ha publicado poesía

y ensayo en México, España y los Estados Unidos. En 2010 obtuvo el premio Carmen Alardín por La carabela portuguesa. Actualmente vive en Brooklyn, NY. (Hausach, Alemania, 1961). Poeta. Estudió lenguas romances y filosofía en la Universidad de Freiburg. En 1997 recibió el Premio Adelbert-vonChamisso, el reconocimiento más importante para escritores interculturales en Alemania. JOSÉ F. A. OLIVER

Coahuila, 1989). Poeta y editora. Autora de Miedo cerval (89plus y LUMA Foundation, Zúrich, 2014) y la plaquette Al viento lo que es del pájaro (La Tolvanera Ediciones, 2013). Creó el sello editorial independiente Stillness & Blood Press. MINERVA MARGARITA VILLARREAL Catedrática de la

Facultad de Filosofía y Letras y directora de la Capilla Alfonsina de la UANL. Ha recibido, entre otros, el Premio de Poesía del Certamen Internacional de Literatura Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz 2010.



CITIES & SKIES / COLLAGE ANÁLOGO / 2012 / DUOTONO





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