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La adicción a la droga

por: Eugenia Rodríguez

La adicción a las drogas

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avanza entre la juventud

Eduardo era un muchacho de 28 años, alto, de compleción corpulenta, un excelente pisero y yesero, entre otras habilidades como albañil. A la vuelta de tan solo dos años se ha convertido en una persona irreconocible: está, literalmente, en los huesos, la mirada desorbitada, algo encorvado, insomne y de ánimo impredecible. La causa: el consumo de la droga denominada “cristal”, también conocida como “foco”, “grillo”, “ice”, “hielo”. Comenzó fumando marihuana, lo que hizo por varios años, pero una novia lo indujo al cristal. Su familia se ha esforzado por ingresarlo a un centro de rehabilitación, pero él se niega. En una de sus muchas crisis los médicos le han diagnosticado que si no abandona la adicción, puede morir en un plazo no mayor de un año. Las drogas sintéticas, que comenzaron siendo algo más bien raro en el mundo de las adicciones, se han convertido en tan solo 10 años en el estupefaciente más consumido, debido a su fácil acceso y a las facilidades que representan para los narcomenudistas. Sandra Cecilia Venegas López, directora del centro de rehabilitación de alcohólicos y drogadictos “Luz de Vida” A.C., considera que en los últimos 7 años el consumo de metanfetaminas, entre las que se encuentra el cristal, ha crecido en un 85%, e inclusive tiene incidencia en niños de 10, 11 y 12 años, especialmente en sectores populares marginales. Otro hecho significativo es que inicialmente el consumo se presentaba un 70 por ciento entre hombres y

un 30 por ciento entre mujeres, pero ahora es de un 60 por ciento en hombres y hasta un 40 por ciento en mujeres. Rafael Mena Garza, director del Centro de Integración Juvenil, la principal institución en la rehabilitación de las adicciones a los estupefacientes, manifiesta que el aumento en el consumo del cristal se ha vuelto alarmante, pues hace 10 años eran contados los casos registrados y posteriormente comenzó a aparecer con un 1 o un 2 por ciento del total de los casos de drogadicción atendidos. Hoy ocupa ya el 16% por ciento de ese total y sigue en ascenso. Para dar una idea de la velocidad a la que está avanzando el consumo de estupefacientes, las cifras oficiales registran que de la población general de jóvenes que cursan el bachillerato, un 26.7% ha consumido algún tipo de enervantes. A nivel nacional, y considerando la población de 15 a 65 años de edad, 36.3 millones de quienes utilizan drogas está sufriendo trastornos por su consumo, incluyendo en esta cifra el alcohol y el tabaco, además de todos los estupefacientes, entre los que destaca el cristal o metanfetaminas, la heroína, la cocaína y la marihuana, principalmente. La vieja tendencia de que México era sólo un país de paso para las drogas, con destino al mercado norteamericano, ha cambiado y, de forma acelerada, se está formando un mercado para la distribución de la droga en México, no sólo en las grandes ciudades sino también en pequeñas poblaciones e inclusive en rancherías, como lo demuestra la región lagunera. “Si no se implementan programas más amplios y se da una mayor participación de la sociedad y una acción más eficaz de los gobiernos municipales, estatales y federal, pronto el nivel de las adicciones alcanzará en muchas ciudades y estados de México los niveles que tienen algunos estados de la Unión Americana”, comenta Rafael Mora Garza para Revista de Coahuila.

En el comportamiento, el cristal provoca ansiedad intensa, confusión mental, insomnio, fluctuación de los estados de ánimo, falta de apetito y comportamientos violentos al perderse la conciencia del comportamiento social, lo que implica también delitos como la violación, el robo y daños físicos.

¿QUIÉN ESTÁ VENDIENDO LA DROGA?

Existe una amplia red de narcomenudistas, una gran parte de ellos “enganchados” a través del consumo de la misma droga, que son abastecidos por narcotraficantes de nivel medio, los cuales logran pasar desapercibidos debido a que manejan perfiles bajos o se mantienen encubiertos usando cierto tipo de negocios, como antros y centros de diversión, entre otros. Muchos de estos narcotraficantes de tipo medio y sus redes de narcomenudistas son detectados por las policías municipales y las estatales, pero se da una red de corrupción, por la cual los policías recurren a la extorsión para dejar “trabajar” a los distribuidores, que tienen como principal clientela los centros escolares y lugares de

reunión de jóvenes, que van desde el nivel de secundaria hasta la universidad. La desintegración familiar, en la opinión de Rafael Mora, es una de las principales causas del avance de las adicciones entre los jóvenes, adolescentes y púberes, debido a la falta de tutela por parte de los padres. Los centros educativos tampoco se han tomado con la debida gravedad el problema y, por lo menos en la región y en el estado, son pocas las instituciones que tienen programas de prevención integrados a sus programas de formación de los jóvenes. “El problema de las adicciones no es algo que pueda ser tomado como algo aislado, como un problema de grupos de pandillas o muchachos marginados. El problema está en todos los medios sociales, incluso la experiencia nos demuestra que en proporción los jóvenes que disponen de mayores recursos económicos tienden más al consumo de estupefacientes”, comenta Rafael Mora.

Rodrigo, un hombre de 30 años, miembro de una familia de clase media alta, ha hecho de la venta de drogas al menudeo todo un negocio. Maneja un Mercedes Benz de reciente modelo y se da una vida cara. Vende todo, desde marihuana importada en presentaciones encapsuladas, cocaína, metanfetaminas, entre las que se encuentra el cristal, y, en algunos casos que se lo solicitan, también surte a ciertos clientes de heroína. Su modus operandi es a través de una red de amigas, con las que sostiene relaciones íntimas y a quienes regala droga o les paga un porcentaje de las ventas que consigan. Su red se distribuye en centros universitarios privados, en antros, varios de ellos en el llamado Paseo Morelos, en algunos gimnasios y también “trabaja” en algunas estéticas y barberías. Nunca lleva consigo una cantidad muy grande de droga, sólo la que cabe en un maletín de mano, el cual, en caso de emergencia, puede lanzar por la ventana de su auto, pero hasta ahora los únicos problemas que ha enfrentado han sido una sobredosis de una de sus “novias”, con quien se dio un encerrón de fin de semana en un hotel de la localidad, lo que terminó en una sala de emergencia de un hospital privado, y el caso de una adolescente, cuyo padre lo encaró y amenazó con demandarlo a las autoridades, pero finalmente no lo hizo por cuidar la imagen de su propia hija, de 16 años de edad.

LAS CONSECUENCIAS DEL CONSUMO

El temor más reciente de los Centros de Integración Juvenil es el inminente ingreso al mercado del narcomenudeo en México del llamado fentanilo, una poderosa droga sintética, muchísimo más potente que la heroína, y también mucho más letal, la cual está siendo producida por algunos cárteles del narcotráfico en México y es exportada a Estados Unidos, convirtiéndose en toda una pandemia en varias ciudades importantes, al grado de ser declarada como una emergencia de salud debido a la gran cantidad de muertes por sobredosis. De una u otra manera, ante la falta de respuesta social organizada y de la ineficiencia o la corrupción de las fuerzas de seguridad en México, se está expandiendo de manera acelerada todo un mercado de menudeo de drogas ilícitas, cuyo consumo es sumamente letal. Tan solo el cristal tiene como consecuencias fisiológicas el hacer más pequeño el cerebro, problemas en los riñones, pulmones e hígado, incremento de infartos y derrames cerebrales, hasta llegar a la misma muerte. En el comportamiento, el cristal provoca ansiedad intensa, confusión mental, insomnio, fluctuación de los estados de ánimo, falta de apetito y comportamientos violentos al perderse la conciencia del comportamiento social, lo que implica también delitos como la violación, el robo y daños físicos.

Los grandes riesgos de empoderar al ejército

por: Gerardo Lozano

El ejército y la marina siguen siendo las instituciones con una mayor aprobación por parte de los mexicanos (68%), debido en buena medida a que han sabido cuidar su imagen, al bajo perfil que manejaban y a la lucha en contra del crimen organizado. Pero esto podría cambiar drásticamente a partir del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien, sacándoles de su función institucional, les está confiriendo un poder enorme, trasladándoles tareas que son propias del Estado y, en consecuencia, de civiles. Ante la incapacidad de los gobiernos federal, estatales y municipales de contar con cuerpos policiacos capacitados, eficientes, bien pagados y equipados para combatir cualquier tipo de criminalidad, los gobiernos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto sacaron el ejército a las calles y le dieron tareas de policía, cuando las fuerzas armadas no están capacitadas para ello, lo que propició que el crimen organizado y la delincuencia en general alcanzaran niveles históricos. Después de la sangrienta experiencia de la llamada “guerra contra el narco” en el gobierno de Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto debió impulsar un amplio y eficiente plan de seguridad, presionando a los estados y municipios para desarrollar sus propias policías, al mismo tiempo que debió estructurar una verdadera policía federal, con cuerpos de expertos al más alto niveles para tareas especiales, como el combate al narcotráfico. Lejos de hacer esto, se fue por lo fácil: seguir manteniendo al ejército en las calles. Lo mismo hicieron la mayoría de los gobernadores al recargarse en el apoyo que les podía brindar el ejército. Esto no funcionó y el crimen siguió creciendo o se mantuvo en los mismos niveles del sexenio anterior. En su campaña electoral, AMLO aprovechó la problemática de la seguridad para prometer que él, como presidente, regresaría el ejército a los cuarteles y crearía una guardia nacional, que sería una policía civil, con jurisdicción en todo el país. Cuando llega al poder crea la llamada Guardia Nacional, pero integrada en su gran mayoría por militares y sólo en una parte menor con elementos de la desaparecida policía federal, los que comienzan a ser despedidos u hostigados para que renuncien. El mando de la Guardia Nacional se le confía a un general. No se presenta un proyecto serio y avalado por expertos sobre cómo se le iba ir dando forma a la Guardia Nacional, compuesta por un poco más de 100 mil elementos. Se trataba, en teoría, de crear una institución policiaca especializada, eficiente y libre de corrupción, pero en casi cuatro años no se hizo nada. La Guardia Nacional operó, en la práctica, como

parte del ejército, sólo con un uniforme un poco diferente. En este año, violentando la constitución, la Guardia Nacional ha pasado a ser parte del ejército, con lo cual se da una militarización inédita en el sistema político mexicano postrevolucionario. El paso de la Guardia Nacional al ejército se da de manera improvisada, otra vez, sin fijar una hoja de ruta para estructurar una institución policiaca, no el ejército en las calles y haciendo tareas policiacas sin estar capacitado para ello.

EL BRAZO ARMADO DE LA 4T

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha ido mucho más allá de sólo militarizar la policía federal del país. Aprovechando el prestigio del que gozaba y de su estructura vertical, de absoluta obediencia, AMLO decide convertir al ejército y la marina en su brazo derecho, trasladándoles toda una serie de funciones y de poder que nunca habían tenido, hasta hacerlos aparecer como indispensables para el funcionamiento del país. Así el ejército ha pasado a construir aeropuertos como el Felipe Ángeles y el de Tulum, a manejar el sistema de aeropuertos del país. Posteriormente se le han entregado las aduanas a nivel nacional, la construcción y el usufructo del llamado Tren Maya, “para que luego los gobiernos que vienen no lo vayan a querer privatizar”. Se le encomiendan el manejo de los viveros del programa “Sembrando vida”, la construcción de los Bancos del Bienestar, entre varias tareas más. En el caso de la Guardia Nacional se le permite al ejército elaborar la propuesta de ley, que presenta al Congreso y al Senado a través de la Secretaría de Gobernación, algo que jamás había sucedido, lo cual violenta las atribuciones de los tres poderes que conforman el Estado mexicano, pues el ejército no tiene esa facultad. Parece claro que el gobierno de López Obrador ha decidido respaldar su proyecto político, cualquiera que éste sea y al que denomina como la Cuarta Transformación, con la participación militar, ampliando cada vez más el poder de la misma Lo último ha sido la decisión de crear una línea aérea comercial del ejército, lo que legalmente se supone que no es posible, porque no pueden ser al mismo tiempo operadores de los aeropuertos y tener una línea aérea, algo que está también fuera por completo de sus funciones. Y ha comenzado a suceder lo que se temía: el ejército se ha comenzado a sentir empoderado, arrogante, para no tener que rendir cuentas ni de sus obras, ni de los enormes presupuestos que está manejando, ni de sus errores. A raíz del escándalo de Guacamayas Leaks o Sedena Leaks, en el cual un grupo de hackers pirateó los archivos de la Sedena, copiando millones de documentos y creando un grave problema de seguridad nacional, la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados invitó al secretario de la Defensa Nacional, Crescencio Sandoval, a acudir a la cámara para explicar lo que sucedió, por qué sucedió, qué consecuencias tendrá y qué medidas se adoptarán El general les indicó que sólo aceptaba la reunión si ésta se llevaba a cabo en las instalaciones militares, es decir la Comisión de Defensa debía ir a su oficina, pero después sencillamente determinó que la SEDENA no proporcionaría ninguna información, cuando tiene la obligación de hacerlo, más tratándose de algo tan grave. Buscando mediar, el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, salió a los medios para tratar de justificar la actitud del general, afirmando que el diputado Sergio Barrera Sepúlveda, de la Comisión de Defensa, le había mandado a Crescencio Sandoval una carta “irrespetuosa”, lo cual es una mentira. El documento se hizo público y muestra que está planteado con toda corrección. Guacamayas Leaks fue una operación que, en la opinión de los expertos, no se pudo haber llevado a cabo sin una colaboración de personal interno de la propia SEDENA. De los millones de documentos se han comenzado a filtrar una parte todavía muy pequeña, pero ésta refleja que los asuntos internos del ejército no corresponden a la imagen pública de la cual goza, mientras que algunos expertos internacionales se muestran sorprendidos del bajo nivel de los servicios de inteligencia de la SEDENA, entre otras conclusiones que han comenzado a generarse, en el inicio de la filtración de Guacamayas Leaks.

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