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contenidos

Revista Católica Nº 24, Abril de 2013, Año 4

rescatandoalafamilia.blogspot.com rescatandoalafamilia@gmail.com Directora: Rosa María Valencia Z.

Administradora: Guadalupe Soto V.

Editor: Santino Bruguera

Colaboradores: Oficina de Comunicaciones del Arzobispado Lic. Neldy Mendoza de C. Sr. Juan Carlos Rivera V.

2 Editorial 3 Sexualidad Humana: Verdad y Significado 4 La mejora personal de los hijos y la vida escolar 8 Niños Baratos, Papás Caros 10 El Papa explica el Juicio Final 16 El costo social del divorcio 20 Avisos Publicitarios


Editorial Queridos amigos: Es realmente una alegría que nos llena de gran satisfacción el poderles brindar cada mes un nuevo número de la Revista; tal vez porque ustedes no ven los grandes esfuerzos que realizamos para que este objetivo de Dios que es rescatar a la familia , se cumpla. Deseo agradecer a todas las personas que con un corazón generoso y abierto a la vida nos apoyan para poder cristalizar este sueño. Me dirijo a ustedes que con esfuerzo nos dan su apoyo moral, económico, intelectual, espiritual, todos los meses, a ustedes que creen en esta iniciativa de llevar luz y conocimiento a las familias, y decirles ¡GRACIAS! y no es sólo su apoyo sino el permitirnos sentir que no caminamos solos en esta noble tarea que Dios nos ha pedido, orar y trabajar por sus amadas familias. Que Dios los bendiga, nosotros los tenemos en nuestras oraciones siempre presentes. Y si Ud que está leyendo estas líneas cree que este esfuerzo vale la pena, ayúdenos a seguir luchando, la solidaridad de ustedes es lo que nos anima a seguir adelante, escríbanos, comuníquense con nosotros a nuestra página que esta inscrita en la Revista, su opinión, sus palabras, su colaboración son siempre valiosas y necesarias para nosotros. Gracias, que Dios y María los bendigan.


PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA

SEXUALIDAD HUMANA: VERDAD Y SIGNIFICADO Orientaciones educativas en familia La situación y el problema

1. Entre las múltiples dificultades que los padres de familia encuentran hoy, aun teniendo en cuenta los diversos contextos culturales, se encuentra ciertamente la de ofrecer a los hijos una adecuada preparación para la vida adulta, en particular respecto a educación sobre el verdadero significado de la sexualidad. Las razones de esta dificultad, por otra parte no del todo nueva, son diversas. En el pasado, aun en el caso de que la familia no ofreciera una explícita educación sexual, la cultura general, impregnada por el respeto de los valores fundamentales, servía objetivamente para protegerlos y conservarlos. La desaparición de los modelos tradicionales en gran parte de la sociedad, sea en los países desarrollados que en vías de desarrollo, ha dejado a los hijos faltos de indicaciones unívocas y positivas, mientras los padres se han descubierto sin la preparación para darles las respuestas adecuadas. Este contexto se ha agravado por un obscurecimiento de la verdad sobre el hombre al que asistimos y que conlleva, además, una presión hacia la banalización del sexo. Domina una cultura en la que la sociedad y los mass-media ofrecen a menudo, una información despersonalizada, lúdica, con frecuencia pesimista y sin respeto para las diversas etapas de la formación y evolución de los adolescentes y de los jóvenes, bajo el influjo

de un desviado concepto individualista de la libertad y de un contexto desprovisto de los valores fundamentales sobre la vida, sobre el amor y sobre la familia. La escuela, que por su parte se ha mostrado disponible para desarrollar programas de educación sexual, lo ha hecho frecuentemente sustituyendo a la familia y en general con fórmulas puramente informativas. A veces se llega a una verdadera deformación de las conciencias. Los mismos padres, a causa de las dificultades y por la propia falta de preparación, han renunciado en muchos casos a su tarea en este campo o han querido delegarla a otros. En esta situación, muchos padres católicos se dirigen a la Iglesia, para que ofrezca una guía y sugerencias para la educación de los hijos, sobre todo en la etapa de la niñez y la adolescencia. En particular, los mismos padres expresan a veces su dificultad frente a la enseñanza que se da en la escuela y que los hijos traen a casa. El Pontificio Consejo para la Familia ha recibido de esta forma, repetidas e insistentes solicitudes para formular unas directrices en apoyo a los padres en este delicado sector educativo. 2. Nuestro Dicasterio, consciente de la dimensión familiar de la educación en el amor y del recto vivir la propia sexualidad, desea proponer algunas líneas-guía de carácter pastoral, tomándolas de la sabiduría que proviene de la Palabra del

Señor y de los valores que han iluminado la enseñanza de la Iglesia, consciente de la « experiencia de humanidad » que es propia de la comunidad de los creyentes. Queremos, pues, ante todo, unir estas indicaciones con el contenido fundamental de la verdad y el significado del sexo, en el marco de una antropología genuina y rica. Al ofrecer esta verdad, somos conscientes de que « todo el que es de la verdad » (Jn 18, 37) escucha la Palabra de quien es la misma Verdad en Persona (cf. Jn 14, 6). La presente guía no quiere ser ni un tratado de teología moral ni un compendio de psicología, sino tener en cuenta las aportaciones de la ciencia, las condiciones socio-culturales de la familia y los valores evangélicos que conservan, para cualquier tiempo, la frescura siempre actual y la posibilidad de una encarnación concreta. 3. Algunas innegables certezas sostienen la Iglesia en este campo y han guiado la redacción del presente documento. El amor, que se alimenta y se expresa en el encuentro del hombre y de la mujer, es don de Dios; es por esto fuerza positiva, orientada a su madurez en cuanto personas; es a la vez una preciosa reserva para el don de sí que todos, hombres y mujeres, están llamados a cumplir para su propia realización y felicidad, según un proyecto de vida que representa la vocación de cada uno. El hombre, en efecto, es llamado al amor continúa Pag. 19


LA MEJORA PERSONAL DE LOS HIJOS y

LA VIDA ESCOLAR

L

os padres saben que en temas educativos ellos son los primeros educadores, las razones son varias , pero la más importante es que ellos aman a sus hijos, y ese amor asegura que busquen el mayor bien para ellos. Parte de ese bien es enviarlos al colegio que

los padres han elegido y lo han hecho, buscando encontrar en él, un colaborador en ese delicado trabajo que es ayudar a cada hijo a que sea una buena persona en primerísimo lugar lo que implica atenderlo en todas las dimensiones de la persona, es por ello que debemos pedir al co-

legio que cuando eduque a nuestros hijos, no olvide que debe ayudarles a desarrollar su inteligencia para que puedan conocer muchas verdades, su voluntad para que tengan la fuerza de buscar y conquistar el bien sobre la base del ejercicio de unas virtudes, su afectividad de


modo que lo que sientan sirva de impulso para lograr lo bueno, su capacidad de trascender de modo que puedan tener la paz y la alegría de saberse hijos de Dios, su sociabilidad de modo que puedan servir a los demás y finalmente educar el cuerpo de modo que siempre esté en su sitio y no sea un tirano, que nos desvíe del camino. Debemos reconocer que si un colegio asume este modelo de educación, se convierte en un verdadero colaborador de los padres, quienes en justicia deberán agradecer que el colegio haya comprendido que no es un centro de instrucción, no es una academia deportiva, ni es un centro de preparación para ingresar a la universidad, es el

mejor y mayor colaborador de los padres en la tarea formativa, cooperando en forjar hombres y mujeres con personalidad, que sean capaces de ser buenos hijos, buenos amigos, buenos estudiantes , buenos hijos de Dios. Los hijos han regresado al colegio, esperamos que lo hayan hecho con ilusiones y la alegría del reencuentro con sus maestros. Sabemos que no les podemos defraudar, pues el mundo futuro dependerá de ellos, luego es necesario que tanto los padres como los maestros, unidos en nuestro deseo de verlos crecer bien a los hijos, reconozcamos que toda declaración , como la anterior, que dibuja el proceso educativo, debe

llegar a los cauces de lo concreto y de la acción, no se pueden convertir en buenos deseos o en sueños no realizados. Es de vital importancia que si reconocemos que los hijos son inmensamente valiosos y capaces, es necesario que padres y maestros realicen una amable y continua exigencia sobre ellos, una exigencia que los lleve a cumplir sus deberes con la mayor perfección posible, pues solo lo bien hecho educa y enriquece el espíritu humano. Somos los padres los primeros que debemos pedir a nuestros hijos que estén atentos en clase, que lleven bien sus cuadernos, que estudien mucho, que investiguen, que preparen los temas que verán


en el colegio, que tengan buena letra, que lean con cierta continuidad y junto a ello que sean buenos amigos, que comprendan los defectos de sus compañeros y les ayuden a superarlos, que compartan su cosas, que sean respetuosos, que sean leales, que

se preocupen por los que le rodean, que los apoyen, que colaboren con sus maestros, que siempre digan la verdad, que sean inmensamente honrados, que sepan tratar con amabilidad a los que los acompañan en el colegio. No es tarea del padre enseñarle

química o matemática al hijo, pero si es su obligación exigirle que estudie y repase lo aprendido, que cumpla con las tareas, que aclare sus dudas en libros u otras fuentes. No es tarea de los padres aplicarle evaluaciones y calificarle pruebas, pero si es su obli-


su obligación animarlos a que sean buenos lectores, pedirles que elaboren cuadernos con la mejor letra posible. Así podríamos seguir construyendo una serie de realidades donde se puede comprender que para que los hijos vayan bien en el colegio, se necesita que los padres estén cerca, ilusionados, se sientan parte de ese proceso y acompañen en los logros. Para quienes pudieran pensar que no tienen tiempo, será bueno recordarles que luego de sus esposas o esposos, el mayor bien que Dios les ha confiado son sus hijos, es el talento mayor y no lo podemos enterrar.

gación preguntar por esos resultados ya sea para felicitar el esfuerzo si los resultados son buenos o para dar recomendaciones de mayor trabajo y estudio al hijo si no logro aun lo esperado, no es tarea de los padres enseñarle a leer y escribir, pero sí es

A todos los padres los animo a exigir mucho a sus hijos, siempre con cariño y comprensión, y hacerlo en todo momento, sobre todo en lo cotidiano, en lo ordinario que trae cada día y los veremos crecer muy bien y si adicionalmente rezamos por ellos cada día, y los orientamos a que ellos también traten a Dios, entonces podremos tener la certeza que serán las personas que este mundo necesita con urgencia, para ser un poquito mejor. n

El dato El nivel de estudios de los padres es el factor que más influye en el rendimiento de sus hijos, según un estudio del Instituto Nacional de Calidad y Evaluación de España, que revela que cuanto mayor es el nivel cultural de sus familias, mejores resultados consiguen los escolares. Además, los escolares cuyos padres trabajan fuera de casa consiguen mejores resultados académicos que aquellos cuyos progenitores están en paro o se dedican a tareas domésticas.


Niños Baratos

PAPáS CAROS


E

l periódico americano The Wall Street Journal publicó recientemente un artículo titulado: «Para los niños, “valioso” no significa “caro”». El autor, Jeff Opdyke narra dos hechos que le impresionaron. Estaba pensando qué hacer con su hijo de 7 años durante el fin de semana. Se le ocurrió llevarlo a un parque de diversiones. Cuando lo comentó a su esposa Ami, ésta le dijo: «pregunta al niño qué quiere hacer». Y no fueron al parque de diversiones. Fueron a un campo de béisbol cercano a casa. El papá era pitcher, la mamá catcher y el hijo -obviamente- bateador. En eso se fue parte de la tarde. Después volvieron a casa y tomaron un helado de mango. Terminaron la jornada a la orilla de un lago donde vieron los fuegos artificiales que conmemoraban la independencia del país. El hijo, sentado en las piernas de papá. Día familiar perfecto. En otra ocasión un señor

presentó a su hija una lista con 15 posibles actividades: cine, mini-golf, parque de diversiones, paseo en canoa, boliche, etc. La niña escogió: «Día de campo en el parque». Por lo visto, lo más valioso para los niños no es el costo económico de una diversión, sino la convivencia con sus padres. Incluso, cuando desean ir a un parque de diversiones, muchas veces es porque estarán con papá y con mamá. Además, valoran las cosas de un modo distinto. Sus recuerdos más vivos no siempre coinciden con los pasatiempos más costosos, sino con los momentos que pasaron al lado de sus papás: cuando fueron de cacería, cuando reparaban la bicicleta, cuando iban de

paseo, etc. Muchas veces, sin darse cuenta, los padres tienden a adaptar la diversión de sus hijos a su propia agenda. Por lo que dice la experiencia, al revés funciona mejor. Hay otro motivo importante para fomentar la convivencia entre padres e hijos: sólo así se da una verdadera transmisión de valores. El niño aprende a ver el mundo como lo ven sus padres. Aprende a distinguir el bien del mal; entiende por qué las drogas son malas, por qué debe estudiar, por qué debe rezar e ir a misa, etc. Después de todo, tener hijos felices no es tan caro, al menos económicamente. n

Marco Antonio Batta


Francisco explica el Día del Juicio Final, cuando «seremos juzgados por lo que amamos a los demás». Nos anima, además, a entregar la vida y los talentos

El Papa explica el Juicio Final


E

n su catequesis del miércoles 24 de abril, ante más de 80 mil peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco reflexionó sobre tres textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una de las verdades que se profesan en el Credo: que Jesús «de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos». En este marco Francisco expresó que el tiempo de la espera, es el tiempo que Jesús otorga antes de su venida final. Hablando a los jóvenes les dijo: “¡No entierren sus talentos! La vida no se tiene para guardarla para uno mismo, se tiene para entregarla”. Afirmó que “en la parábola del juicio final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte de que seremos juzgados en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados”, y que “lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos; se trata de ser vigilantes para no dormirnos, para no olvidarnos de Dios”. Invitó a todos “a vivir este

tiempo presente que Dios nos ofrece con misericordia y paciencia, para que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres”. El Papa recorrió la plaza en el papamóvil, bendijo y besó a muchos bebés durante un paseo que duro 20 minutos por los pasillos entre la multitud de personas que se reunieron para verlo de cerca. Además, el Papa publicó un nuevo mensaje en Twitter: “Mantengamos viva nuestra fe con la oración y los sacramentos. Atención: No nos olvidemos de Dios.” Se añadía a los otros dos que ha publicado en los últimos días: “María es la mujer del «sí». María, ayúdanos a conocer cada vez mejor la voz de Jesús, y a seguirla.” “Cada uno de nosotros guarda en el corazón el anhelo del amor, la belleza, la vida... Y Jesús es todo esto en plenitud”. Texto Completo de la Alocución que hizo en Español Queridos hermanos y hermanas: Deseo reflexionar sobre tres textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una de las verdades que se profesan en el

Credo: que Jesús «de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos». En la parábola de las diez vírgenes, el Esposo que las jóvenes esperan con las lámparas de aceite es el Señor. El tiempo de la espera, es el tiempo que otorga Él antes de su venida final. En la parábola de los talentos, se recuerda que Dios ha concedido unos dones, que se han de emplear y multiplicar, pues a su regreso preguntará cómo se han utilizado. Queridos jóvenes, ¿han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado cómo ponerlos al servicio de los demás? ¡No entierren estos talentos! La vida no se tiene para guardarla para uno mismo, se tiene para entregarla. En la parábola del juicio final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados. No se conoce ni el día ni la hora del regreso de Cristo; lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos; se trata de ser vigilantes para


no dormirnos, para no ol- Cristo. A menudo nos olvidarnos de Dios. vidamos de estos dos polos de la historia, y sobre Traducción Completa todo la fe en el regreso de del texto de la cateque- Cristo y en el juicio final sis del Papa en italiano a veces no está tan clara y sólida en el corazón de los Queridos hermanos y her- cristianos. Jesús durante su manas, buenos días! vida pública, a menudo ha En el Credo profesamos reflexionado sobre la realique Jesús “de nuevo vendrá dad de su venida final. con gloria para juzgar a los Sobre todo recordamos vivos y a los muertos”. La que, con la Ascensión, el historia humana comienza Hijo de Dios ha llevado con la creación del hom- al Padre nuestra humanibre y la mujer a imagen y dad que Él asumió y quiesemejanza de Dios y con- re atraernos a todos hacia cluye con el juicio final de sí mismo, llamar a todo el

mundo para ser recibido en los brazos abiertos de Dios, para que, al final de la historia, toda la realidad sea entregada al Padre. Hay, sin embargo, este “tiempo intermedio” entre la primera venida de Cristo y la última, que es precisamente el momento que estamos viviendo. En este contexto se coloca la parábola de las diez vírgenes (cf. Mt 25,113). Se trata de diez muchachas que esperan la llegada del Esposo, pero tarda y ellas se duermen. Ante el repentino anuncio de que


el Esposo está llegando, todas se preparan para recibirlo, pero mientras cinco de ellas, prudentes, tienen el aceite para alimentar sus lámparas, las otras, necias, se quedan con las lámparas apagadas, porque no lo tienen, y mientras buscan al Esposo que llega, las vírgenes necias encuentran cerrada la puerta que conduce a la fiesta de bodas. Llaman con insistencia, pero es demasiado tarde, el esposo responde: no os conozco. El Esposo es el Señor, y el tiempo de espera de su llegada es el tiempo que Él se nos da, con misericordia y paciencia, antes de su llegada final, tiempo de la vigilancia; tiempo en que tenemos que mantener encendidas las lámparas de la fe, de la esperanza y de la caridad, donde mantener abierto nuestro corazón a la bondad, a la belleza y a la verdad; tiempo que hay que vivir de acuerdo a Dios, porque no conocemos ni el día, ni la hora del regreso de Cristo. Lo que se nos pide es estar preparados para el encuentro: preparados a un encuentro, a un hermoso encuentro, el encuentro con Jesús, que significa ser capaz de ver los signos de su presencia, mantener viva nuestra fe, con la oración, con los Sacramentos, estar atentos para no caer dormidos, para no olvidarnos de Dios. La vida de los cristianos dormidos es una vida triste, ¿eh?, no es una vida feliz. El cristiano debe ser feliz, la alegría de Jesús... ¡No se duerman! La segunda parábola, la de los talentos, nos hacen reflexionar sobre la relación entre la forma en que usamos los dones recibidos de Dios y su regreso, cuando nos pedirá cómo los hemos utilizado (cf. Mt 25,14-30). Conocemos bien la historia: antes de salir de viaje, el dueño da a cada siervo algunos talentos para que sean bien utilizados durante su ausencia. Al primero le entrega cinco, dos al segundo y uno al tercero.


Durante su ausencia, los dos primeros siervos multiplicar sus talentos - se trata de monedas antiguas, ¿verdad? -, Mientras que el tercero prefiere enterrar su propio talento y entregarlo intacto a su dueño. A su regreso, el dueño juzgar su trabajo: alaba a los dos primeros, mientras que el tercero viene expulsado fuera de la casa, porque ha mantenido oculto por temor el talento, cerrándose sobre sí mismo. Un cristiano que se encierra dentro de sí mismo, que oculta todo lo que el Señor le ha dado... es un cristiano...¡no es un cristiano! ¡Es un cristiano que no agradece a Dios todo lo que le ha dado! Esto nos dice que la espera del retorno del Señor es el tiempo de la acción. Nosotros somos el tiempo de la acción, tiempo para sacar provecho de los dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para Él, para la Iglesia, para los otros, tiempo para tratar siempre de hacer crecer el bien en el mundo. Y sobre todo hoy, en este tiempo de crisis, es importante no encerrarse en sí mismos, enterrando el propio talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales, materiales, todo lo que el Señor nos ha

dado, sino abrirse, ser solidarios, tener cuidado de los demás. En la plaza, he visto que hay muchos jóvenes. ¿Es verdad esto? ¿Hay muchos jóvenes? ¿Dónde están? A ustedes, que están en el comienzo del camino de la vida, pregunto: ¿Han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado en cómo se pueden poner al servicio de los demás? ¡No entierren los talentos! Apuesten por grandes ideales, los ideales que agrandan el corazón, aquellos ideales de servicio que harán fructíferos sus talentos. La vida no se nos ha dado para que la conservemos celosamente para nosotros mismos, sino que se nos ha dado, para que la donemos. ¡Queridos jóvenes, tengan un corazón grande! ¡No tengan miedo de soñar cosas grandes! Por último, una palabra sobre el parágrafo del juicio final, donde viene descrita la segunda venida del Señor, cuando Él juzgará a todos los seres humanos, vivos y muertos (cf. Mt 25,31-46). La imagen utilizada por el evangelista es la del pastor que separa las ovejas de las cabras. A la derecha se sitúan los que han actuado de acuerdo a la voluntad de Dios, que

han ayudado al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, el enfermo, el encarcelado, el extranjero. Pienso en los muchos extranjeros que hay aquí en la diócesis de Roma. ¿Qué hacemos con ellos? Mientras que a la izquierda están los que no han socorrido al prójimo. Esto nos indica que seremos juzgados por Dios en la caridad, en cómo lo hemos amado en los hermanos, especialmente los más vulnerables y necesitados. Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que somos justificados, que somos salvados por la gracia, por un acto de amor gratuito de Dios que siempre nos precede. Solos no podemos hacer nada. La fe es ante todo un don que hemos recibido, pero para dar fruto, la gracia de Dios siempre requiere de nuestra apertura a Él, de nuestra respuesta libre y concreta. Cristo viene para traernos la misericordia de Dios que salva. Se nos pide que confiemos en Él, de responder al don de su amor con una vida buena, hecha de acciones animadas por la fe y el amor. Queridos hermanos y hermanas, no tengamos nunca miedo de mirar el juicio


final; que ello nos empuje en cambio a vivir mejor el presente. Dios nos ofrece con misericordia y paciencia este tiempo para que aprendamos cada día a re-

conocerlo en los pobres y en los pequeños, para que nos comprometamos con el bien y estemos vigilantes en la oración y en el amor. Que el Señor, al final

de nuestra existencia y de la historia, pueda reconocernos como siervos buenos y fieles. Gracias. n Radio Vaticana / RomeReports


El costo social del divorcio P

ese a las grandes transformaciones del mundo contemporáneo, de los progresos científicos y tecnológicos que generan a su vez un nuevo sistema de vida, la familia sigue siendo el hábitat permanente y natural del hombre. En su seno

no solo venimos al mundo, inauguramos emociones y sentimientos, sino también descubrimos el sentido de nuestra existencia e iniciamos la búsqueda de la felicidad. La familia como red social primaria es esencial en cual-

quier etapa de la vida; es el primer recurso y el último refugio en la vida del hombre. Ella como grupo de intermediación entre el individuo y la sociedad, constituye un determinante importante. El ser humano hace valiosa y significativa su vida cuando


o desarrolla todas sus aptitudes y satisface sus más altas necesidades. Cuando se lesiona a la persona, al matrimonio o la familia, toda la realidad se afecta; porque la institución familiar, el hogar, es mucho más que una unidad jurídica, social y económica, hablar de familia es hablar de vida, de transmisión de valores, de educación, de solidaridad, de estabilidad, de futuro, en definitiva, de amor. La familia, en nuestros días,

por el carácter de sus relaciones en conjunto es motivo de seria preocupación y objeto de una creciente investigación respecto de su interacción con la sociedad, reconociendo que todo lo que sucede en la familia repercute a un nivel más amplio, trasciende su ambiente particular para influir en la sociedad en su conjunto. La falta de sentido de la vida en tantos jóvenes víctimas del alcohol y las drogas, o la extrema violencia y explotación a la que hoy se ve sometida la mujer y los niños, el comercio de órganos y de sexo que destruye a la persona humana, o el abandono de tantos enfermos y ancianos que carecen de la más mínima ayuda asistencial para afrontar los últimos años de vida; son expresiones de un fenómeno social actual que pretende menospreciar la importancia de la familia y propone el divorcio como la mejor/única salida en los momentos de crisis conyugal. Con este panorama en el horizonte debemos preguntarnos ¿tiene algo que ofrecer el divorcio en este tercer milenio? ¿ es el remedio oportuno ? o ¿el inicio de una problemática mayor ? Veamos.

metas en común, sabiéndose amado por uno mismo; es decir creando comunidad. La mejor escuela de unidad es la familia. El divorcio destruye el proyecto comunitario y neutraliza la construcción de vínculos estables, reduciendo los niveles de confianza entre los miembros del hogar. Los hijos experimentan menosprecio, ya que su existencia resulta ser menos importante frente a la resolución individualista de sus padres.

Tomando en cuenta que en la familia se produce la educación y maduración afectiva de todos sus miembros (no sólo de los hijos), afirmamos que el divorcio promueve el analfabetismo afectivo, tanto en los esposos como en los hijos. Este analfabetismo afectivo significa una incapacidad de leer e interpretar las propias emociones y los propios sentimientos, ello genera personas indiferentes o explosivas por la incomprensión del lenguaje afectivo del amor. El “analfabetismo afectivo” impide la interpretación de las emociones y de los afectos; impide el reconocimiento de un sentido que los califique y oriente. El lenguaje del amor se va aprendiendo en contacLa felicidad de las personas to con las personas que más se construye por medio de la nos aman y, de este modo, la comunión y participación de persona se va disponiendo


para vivir el don de sí. La buena salud familiar demanda en sus miembros un ejercicio frecuentemente en dos aspectos muy importantes para la vida social como son la tolerancia a la frustración y la tolerancia a la ambigüedad. Muchas de las justificaciones para el divorcio son precisamente la sensación de frustración respecto de las expectativas que se tenían al momento de casarse. El divorcio genera una actitud intolerante y fortalece el comportamiento egocéntrico excluyente. También la familia es la generadora del vínculo de pertenencia, una de las necesidades fundamentales que, según Maslow, ha de ser satisfecha para poder alcanzar la realización humana. Con

el divorcio se rompe la intimidad de las relaciones, experiencia de insatisfacción que condiciona un carácter de pertenencia frágil y muy vulnerable hacia las relaciones dependientes o de apego afectivo, el pandillaje, la delincuencia y adicciones. Al respecto señala, José Carlos Requema, en el artículo Tribus de la Calle, aparecido en la revista “Que Hacer”, Nro 115, Pag. 77: “El complejo mundo de las pandillas ha encontrado varias explicaciones. La más difundida es aquella en la que se forma una hermandad que sustituye a la familia”.

bajo rendimiento o abandono escolar y el incremento del trabajo infantil. Diversos estudios han demostrado que 2 de cada 3 divorcios experimentan en el transcurso de 5 años indicadores de pobreza y/o problemas económicos serios. Muchos de estos resultados negativos están asociados a los mayores índices de pobreza en madres solas. El bienestar económico de los niños está asociado con la duración del matrimonio, incluso tras tener en consideración las diferencias en ingresos familiares. Esto indica que el padre aporta al hogar algo más que un sueldo. El efecto de un padre En cuanto a la función eco- casado sobre los logros del nómica familiar, el divorcio niño puede ser bastante protrae consigo sobrecarga la- nunciado. boral materna lo cual genera ausencia de la madre en casa, Creemos pues, firmemendepresiones en los niños, te, que una de las mejores inversiones que la sociedad de hoy puede hacer para construir un mundo mejor, es promover todas aquellas instancias (en la política, economía, salud, mundo académico y universitario, etc.) que redunden en el mejor conocimiento y servicio de la familia : su promoción, integración y fortalecimiento. n


viene Pag. 3

como espíritu encarnado, es decir, alma y cuerpo en la unidad de la persona. El amor humano abraza también el cuerpo y el cuerpo expresa igualmente el amor espiritual.1 La sexualidad no es algo puramente biológico, sino que mira a la vez al núcleo íntimo de la persona. El uso de la sexualidad como donación física tiene su verdad y alcanza su pleno significado cuando es expresión de la donación personal del hombre y de la mujer hasta la muerte. Este amor está expuesto sin embargo, como toda la vida de la persona, a la fragilidad debida al pecado original y sufre, en muchos contextos socioculturales, condicionamientos negativos y a veces desviados y traumáticos. Sin embargo la redención del Señor, ha hecho de la práctica positiva de la castidad una realidad posible y un motivo de alegría, tanto para quienes tienen la vocación al matrimonio —sea antes y durante la preparación, como después, a través del arco de la vida conyugal—, como para aquellos que reciben el don de una llamada especial a la vida consagrada. 4. En la óptica de la redención y en el camino formativo de los adolescentes y de los jóvenes, la virtud de la castidad, que se coloca en el interior de la templanza —virtud cardinal que en el bautismo ha sido elevada y embellecida por la gracia—, no debe entenderse como una actitud represiva, sino, al contrario, como la transparencia y, al mismo tiempo, la custodia de un don, precioso y rico, como el del amor, en vistas al don de sí que se realiza en la voca-

ción específica de cada uno. La castidad es, en suma, aquella « energía espiritual que sabe defender el amor de los peligros del egoísmo y de la agresividad, y sabe promoverlo hacia su realización plena ».2 El Catecismo de la Iglesia Católica describe y, en cierto sentido, define la castidad así: « La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual ».3 5. La formación a la castidad, en el cuadro de la educación del joven a la realización y al don de sí, implica la colaboración prioritaria de los padres también en la formación de otras virtudes como la templanza, la fortaleza, la prudencia. La castidad, como virtud, no subsiste sin la capacidad de renuncia, de sacrificio y de espera. Al dar la vida, los padres cooperan con el poder creador de Dios y reciben el don de una nueva responsabilidad: no sólo la de nutrir y satisfacer las necesidades materiales y culturales de sus hijos, sino, sobre todo, la de transmitirles la verdad de la fe hecha vida y educarlos en el amor de Dios y del prójimo. Esta es su primera obligación en el seno de la « iglesia doméstica ». La Iglesia siempre ha afirmado que los padres tienen el deber y el derecho de ser los primeros y principales educadores de sus hijos. Con palabras del Concilio Vaticano II, el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que « Los jóvenes deben ser instruidos adecuada y oportunamente sobre la dignidad, tareas y ejercicio del amor conyugal, sobre

todo en el seno de la misma familia ». 6. Las provocaciones, provenientes de la mentalidad y del ambiente, no deben desanimar a los padres. Por una parte, en efecto, es necesario recordar que los cristianos, desde la primera evangelización, han tenido que enfrentarse a retos similares del hedonismo materialista. « Nuestra civilización, aún teniendo tantos aspectos positivos a nivel material y cultural, debería darse cuenta de que, desde diversos puntos de vista, es una civilización enferma, que produce profundas alteraciones en el hombre. ?Por qué sucede esto? La razón está en el hecho de que nuestra sociedad se ha alejado de la plena verdad sobre el hombre, de la verdad sobre lo que el hombre y la mujer son como personas. Por consiguiente, no sabe comprender adecuadamente lo que son verdaderamente la entrega de las personas en el matrimonio, el amor responsable al servicio de la paternidad y la maternidad, la auténtica grandeza de la generación y la educación ». 7. Es por esto mismo indispensable la labor educativa de los padres, quienes « si en el dar la vida colaboran en la obra creadora de Dios, mediante la educación participan de su pedagogía paterna y materna a la vez ... Por medio de Cristo toda educación, en familia y fuera de ella, se inserta en la dimensión salvífica de la pedagogía divina, que está dirigida a los hombres y a las familias, y que culmina en el misterio pascual de la muerte y resurrección del Señor ». En el cumplimiento de su tarea, a veces delicada y ardua, los


padres no deben desanimarse, sino confiar en el apoyo de Dios Creador y de Cristo Redentor, recordando que la Iglesia ora por ellos con las palabras que el Papa Clemente I dirigía al Señor por todos aquellos que ejercen la autoridad en su nombre: « Concédeles, Señor, la salud, la paz, la concordia, la estabilidad, para que ejerzan sin

tropiezo la soberanía que tú les has entregado. Eres tú, Señor, rey celestial de los siglos, quien da a los hijos de los hombres gloria, honor y poder sobre las cosas de la tierra. Dirige, Señor, su consejo según lo que es bueno, según lo que es agradable a tus ojos, para que ejerciendo con piedad, en la paz y la mansedumbre, el poder que les has

dado, te encuentren propicio ». Además, los padres, habiendo donado y acogido la vida en un clima de amor, poseen un potencial educativo que ningún otro detenta: ellos conocen en manera única los propios hijos, en su irrepetible singularidad y, por experiencia, poseen los secretos y los recursos del amor verdadero. n




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