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Revista Letrónica de Ventoquipa Número 3 Agosto de 2010

Consejo Editorial: Alex Hernández alherli3@yahoo.com Pedro Flores pedrolfloress@gmail.com Roberto Torres roberto_torres_mx@hotmail.com Paco Olvera pacolvera@yahoo.com Joel González joel.gonzalezm@live.com

Diseño de Portada:

Silvia Minués. Composición con base en el Nican mopohua, relato en náhuatl de las apariciones marianas de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac. Nican mopohua (que puede traducirse como Aquí se relata) son las dos primeras palabras de esta narración cuya autoría es de Antonio Valeriano.


Revista Letrónica de Ventoquipa

Número Agosto de 2010

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¡Marchanta! ¡Raaaadio Ventoquipa! ¡Al aigreeeee! Ahora también nos pueden escuchar, en el cómodo horario de cuando se les “hinche la gana”, Radio Ventoquipa comenzó sus transmisiones y están disponibles en el Internet en “YouTube” En las ligas http://www.youtube.com/watch?v=XziLaHyaK1Y http://www.youtube.com/watch?v=glZgoaMkkn4 http://www.youtube.com/watch?v=QoCYnPql4kI http://www.youtube.com/watch?v=QoCYnPql4kI http://www.youtube.com/watch?v=UMK1ErUT1no http://www.youtube.com/watch?v=bXrc0XEUty0 Y si no ligas, basta con emplear las palabras clave “Radio” y “Ventoquipa” en la búsqueda y semos los únicos que aparecemos allí (cuando menos antes que los copiones se enteren)

¡Los esperamos!

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Contenido Editorial

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Jitomatazos, Cebollazos y otras Yerbas

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La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar

8

Hollywood Está en Tulancingo Tres Tonadas

8 13

1. Synchronicity

13

2. Recuerdos de Pedro Calderón

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3. Catarinas, copeches, chanates y el perfumero musical

19

Amour dure sans fin Arrieros Somos

22 25

Una exploración en Punta Copas, Topolobampo, Sinaloa

25

Sierra Gorda de Querétaro

31

Bicentenario y Centenario

42

Homenaje a los Niños Héroes

42

La Batalla de Camarón y/o Ya se chingó la Francia

59

¡Adiós mi rielera, ya se va tu Juan! o de Adelita a Lili Marlene

78

Haciéndole al Cuento Al pan, pan y al vino, vino Desde Dentro El Cambio Climático La Sociedad de los Poetas Nonatos

84 84 85 85 89

El loco

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Geografía personal

90

Jamay

90

México

91

Tepeji del Río

92

Ciudad Obregón

93

San Miguel de Allende

94

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Contenido

Writer Hero

95

La estación de paz fantasmal

95

Divertimento Mexicano

97

Cuernavaca

97

1867

100

Mérida

101

Romancero Mexicano

102

A Evgeny

105

Entrada de Enciclopedia

107

Sexus. The Rosy Cucifixion

109

Al Valle de las Calacas

116

Born to be wild

117

La Familia Burrón

121

En el año de la muerte de José Saramago

129

El sabio Monsiváis

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The English Cock

134

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Editorial Pues aquí vamos con el número 3. Buscando una identidad para este número volteamos al Diccionario Oxford y nos dice: “Tres: equivalente a la suma de uno y dos; uno más que dos.” Nuestra Academia de la Lengua Española tampoco nos aclara mucho más: “tres. (Del lat. tres). adj. Dos y uno.” La popular Wikipedia nos dice que: “3 (tres)… Es el número natural que sigue del 2 y precede al 4.” A partir de estas tres definiciones podemos pensar que el número 3 de nuestra revista engloba al primero y segundo números en el sentido de una idea original que se enriquece, basada en el desmadre intelectual, la diversión y la inclusión de cada vez más amigos que deseen compartir sus ideas, sus experiencias de viaje y de sueños, sus cuentos y recuerdos. Las definiciones anteriores también nos dan la idea de continuidad y de crecimiento: tres es uno más que dos; esto nos impone un reto para seguir y mejorarnos. La definición de Wikipedia nos gusta: tres es el número natural que sigue del dos y precede al cuatro; no debemos de pensar que un número en particular es una meta: es el paso previo al que sigue y deseamos que siga creciendo aunque, con la modestia que nos caracteriza, a diferencia de los números naturales, no pretendemos tanto como llegar al infinito. Desde el número 2 habíamos previsto que esta edición tuviera una orientación temática con artículos alusivos al Bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia mexicana y al Centenario del inicio de la Revolución mexicana; abrimos esa sección para incluir los escritos del tema, aunque en el resto de los contenidos tratamos que flotara en el ambiente el sabor patrio.

Además, en esta edición contamos con nuestras tradicionales secciones La vitrina de los muñequitos de azúcar, donde damos rienda suelta a los recuerdos; en la sección Arrieros somos, contamos con la colaboración de Arturo Villaseñor Atwood, quien desde Los Mochis, Sinaloa, nos narra un viaje de aventura tratando de revivir algunas de las tareas de los colonos norteamericanos del siglo XIX en esa región; Gerardo Álvarez nos lleva ahora por los caminos de La Sierra Gorda en un viaje alucinante. En la sección Poetas nonatos incluimos un inspirado trabajo de Julio César Arballo, quien nos lo envía desde Hermosillo, Sonora; también tenemos la colaboración de Alexandro Hernández que a través de su poesía nos muestra algunos fantásticos lugares de nuestra Suave Patria. Nos llena de gusto poder incluir a Silvia Minués en la sección Haciéndole al cuento; Silvia además nos obsequió generosamente la espléndida portada de este número. Siguiendo una idea de Paco Olvera, estrenamos una sección de obituarios de nuestros héroes desaparecidos en el tiempo cercano mientras se armaba la edición de esta entrega; para usar un término inventado por uno de los petateados, le llamamos Al Valle de las Calacas. En nuestra sección Writer Hero Alex Hernández propone su versión al español de poemas del Nobel de Literatura 1987, Joseph Brodsky, quien le dedicó a Octavio Paz esos poemas sobre nuestro México; también Alex nos entrega su versión a un poema de Derek Walcott, Nobel de Literatura 1992, donde nos hace pensar en el mundo de las aves como una metafórica sociedad humana; Pedro Flores propone su versión al español de un fragmento de la novela Sexus, del gigante Henry Miller. 5


Editorial

En la sección Desde Dentro, Paco Olvera nos regala una reflexión inquietante donde hace una analogía del cambio climático con la evolución de nuestros hijos. Cuando estábamos haciendo las revisiones finales de todo el material nos dimos cuenta de que nuestra revista, la bebé que nació en febrero y ya nos había mostrado las gracias de la infancia en mayo, para agosto se había convertido en una jovencita de apetito pantagruélico que atraía más y más palabras, de modo que pensamos que por sus dimensiones ya parecería enciclopedia y no una revista. Aprovechando que el formato es electrónico y no en papel, nos atrevimos a sacar el número sin recortes; esperamos no abrumar a nuestros lectores con tan abundante tempestad de ideas. Siguiendo nuestra natural inclinación para el cotorreo y aprovechando los medios “letrónicos” que nos ofrece la tecnología, nos aventamos la puntada de crear Radio Ventoquipa, donde discutimos en vivo lo primero que nos venga a la

cabeza. Esperamos que nos visiten también allí (vean nuestros anuncios al principio y al final de esta edición). Estamos haciendo una invitación a nuestros amigos y lectores para que compartan sus historias familiares relativas a la Revolución o a la Independencia. Con ellas pretendemos continuar en la edición 4 incluyendo relatos alusivos al centenario y el bicentenario. El tema al que orientaremos esa edición será La Nota Roja, así que también hacemos la invitación a colaborar con relatos o ensayos sobre crímenes en el ámbito nacional o internacional. Mientras tanto les deseamos a todos felices fiestas patrias.

¡Viva la Independencia!

¡Viva México!

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Jitomatazos, Cebollazos y otras Yerbas Aquí vamos de nuevo en nuestra sección de frutas, legumbres y ánimo. Gracias por sus comentarios. “Saludos a todos los creadores de la aparte de pequeña en ocasiones se juntan demasiado las letras y se pierde la frase, pero en revistaletrónicaventoquipa!! realidad está muy bien y GRACIAS por pensar en Paco: ya estuve paseándome por la arqueología del MÉXICO para el prox. Número ya que con motivo apodo... y atravesando de un lado a otro de las del Bicentenario es la mejor razón de dedicarle el orillas de nuestra tierra para tratar de imaginar no. 3 de tu revista, pues yo he aprendido a querer, cómo es que los motonautas fueron capaces de ver respetar y sobre todo a valorar y extrañar a mi los dos océanos el mismo día... México‐Querido. THANKS AGAIN AND GREETINGS FORM GRINGOLANDIA. Me gustó leer sus artículos; y ahí están esperándome los otros. Ya platicaremos más Ernesto (Somewhere in the US) detenidamente de estas impresiones. Por lo pronto, un abrazo, A todos los letrónicos que aman el buen decir, el y ¡felicidades por el trabajo de la revista! buen comer y sobre todo el buen beber, ¡¡¡¡SALUD!!!. Magda (San Luis Potosí, SLP) Gonzalo (México, D.F.) Mi estimado amigo “Pete”, pues felicitándote a ti y a los colaboradores de la RLV2, este número me Sugerencias de una amiga a la que reenvié la pareció excelente, cambió totalmente la revista: presentación de la revista, desde mi punto de vista se volvió mucho más accesible para la lectura sin • Considero que podrían atraer más con un poco perder claro ese sentido “intelectualmente más de imágenes desmadroso” que los ha caracterizado desde el • Los párrafos no tienen que ser tan grandes primer número. Felicitaciones RLV2!!! César Augusto (México, D.F.)

También sugiero que justifiquen los textos para darle más formato

Saludos! Una amiga de Javier (México, D.F.)

Hola. Muchas gracias por enviarme el no. 1 y 2 de tu revista, es muy interesante y creativa, pero lo único que no me gusto es el tipo de letra pues 7


La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar Hollywood está en Tulancingo Paco Olvera Supongo que para todos los aficionados al cine ha pasado un pensamiento de esta clase por sus cabezas: lo que está pasando en la película yo lo he vivido, se parece a algo que yo vi antes. La mente científica siempre tratará de asociar esto a un gran trabajo del director en involucrarnos en la película, o bien a cierta muy distante similitud o déjà vu con algún evento de nuestra vida; por temor al ridículo o a ser tomado por un extravagante tarado, aceptamos esta y otras explicaciones como válidas.

en Tulancingo. Creo que no sólo Hollywood, sino todas las Mecas del cine a nivel mundial, secreta‐ mente han tomado inspiración para muchas de sus grandes obras, en cosas que pasaron en mi pueblo. (Dos comentarios aquí: entre las Mecas están in‐ cluidos los estudios Churubusco, y Mecas se refiere a que son piedras angulares para el cine como lo es esta ciudad para los seguidores de Mahoma, no necesariamente por estar mecas así como macizas, gruesas o chidas).

Pero la mera verdad, o la neta, para ser más cientí‐ fico, es que en nuestro interior estamos convencidos de que lo que a nosotros nos pasó fue igual o más emocionante, complicado, épico o más espectacular, o bien que la magnificencia e histrio‐ nismo de muchas es‐ cenas es el resultado de la imagina‐ ción de di‐ rectores y productores, apoyados con todos esos grandes recursos con los que cuenta el cine para engatusar los sentidos. Con base en este instinto, y no en la aparentemente rotunda realidad, yo pude llegar a una importante conclusión: Hollywood está

¿En qué me baso para llegar a mis conclusiones?, me remito a una de mis favoritas “Il nuovo Cinema Paradiso”; cada ocasión que veo esta película, desde la primera vez, me queda claro que está basada en varios acontecimientos acaecidos en mi pueblo. ¿Qué tulancin‐ guense no recuerda la forma en la que el otrora gran cine “Olimpia”, fue aban‐ donado? ¿O el “des‐ cuartiza‐ miento” del cine “Del Villar”? Pareciera que se trata de titulares sensacionalistas, pero no, esto es realidad, cruda y directa. 8


La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar

El “Olimpia” no era un cine cualquiera; en primera se llamaba “Olimpia”, como el “Olimpya” de París. Era una sala moderna, “como las de México”, con butacas plegables, con una lucecita a un lado de cada tres butacas, para guiar el paso de los que entraban en la oscuridad a lo largo del pasillo, donde pasaban las matinés de películas del Santo (insigne tulancinguense, cabe mencionar) y de Gastón Santos (de esos nombres que las nuevas generaciones de chamacos no conocen y que deben buscar en la Enciclopedia de México). Y qué decir del “Del Villar”, más grande y más bonito, “como del tamaño del cine Latino en México” (¡perdón por hablar de puras cosas que ya no existen!), tenía un escenario grandote, como para hacer obras de teatro. Allí se presentaban las caravanas de estrellas donde iban Angélica María y Enrique Guzmán; allí eran las graduaciones de postín de las escuelas. Ambos cines formaban parte del alma del pueblo.

Eran funciones “de a dos películas”, una buena y una de relleno, situación que en muchas ocasiones era muy difícil dilucidar cuál era cuál.

Hollywood está en Tulancingo.

Eran funciones “de a dos películas”, una buena y una de relleno, situación que en muchas ocasiones era muy difícil dilucidar cuál era cuál. Era la diversión del domingo que nos permitió conocer, en el “Del Villar”: “El Golpe”, “Los Siete Magníficos”, “El gran escape”. En el “Olimpia”, desde “El Santo contra las mujeres vampiro” hasta “La Gran Aventura”, con Juliancito Bravo, “ . . . a mi Yaqui se lo tragó el mar . . .”, no importaba que fueran refritos de Mark Twain o de las películas gringas de “mostros” a nosotros nos encantaban (los monstruos sólo existen en el diccionario, los mostros son los de las películas que nos espantaban de chavitos, ¿estamos?) En la dulcería vendían las infalibles palomitas y los “toficos”, exquisitos dulces que elaboraba la fábrica “La Corona”, que han quedado definitivamente desterrados en la nostalgia (situación que pude verificar cuando, al ofrecer un punto adicional en el examen a mis alumnos de la universidad que explicaran qué eran los “toficos”, nadie lo consiguió). A la salida del cine las nieves de a cincuenta centavos, hechas con agua de esa que las mamás decían que contagiaba tifoidea, y que a pesar de haber cobrado muchas víctimas en el pueblo por aquellos años, no nos impedía aventarnos el round de comernos una de “limón en vasito” (pa’ que no chorreara). Allí veías a los novios, que saliendo iban a misa dando una prueba inequívoca de buenas y decentes intenciones; también veías a los cuates de 9


La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar

la escuela e incluso a las monjitas y a los padres, porque en la matinée pasaban las películas “más sanas”. También cuando en el Jardín se organizaban carreras de “GO‐carts”, se podía disfrutar de un doble espectáculo, sólo apreciado en toda su dimensión cuando tienes 10 años de edad: al Santo surtiéndose a una momia en la pantalla y por las rendijas de la puerta de emergencia ver a penas un manchón de los cochecitos que raudos pasaban por la calle, vistos alternativamente, como en circo de dos pistas, maravillas poco frecuentes en el pueblo. Los grandes estrenos lograban que nos fuéramos a formar ¡dos horas antes! para alcanzar lugar; había luneta y preferente, y por su puesto era más barato en la “gallola” donde algunos, los muy cerdos, lan‐ zaban papeles y escupitinas a los de abajo, como venganza no declarada “¿pos no que mucha lana?”. Había de todo en los estrenos; “Cindy, el niño de los pantanos”, “El día del Chacal”, “Los Aristoga‐ tos”, chafas para algu‐ nos, pura diversión y maravilla para otros. Los estre‐ nos, de viernes a lunes; de martes a jueves, “las de catá‐ logo”. Así era en las dos salas, nosotros íbamos a las dos, había buenas películas en los dos cines a nuestro entender. Acontecimientos que marcaban nuestras vidas se suscitaban allí, si te dejaban entrar a las de adultos, es que ya te veías grande, las parejas “echando novio” hasta atrás (no abundaré para no plagiar a

Hollywood está en Tulancingo.

Sabina, que explica todo muy bien en “Una de Romanos”). A veces cuando íbamos con mi papá nos dormíamos todos, lo cual era muy notorio por la forma de roncar de mi papá. Mis discusiones con don Cecilio el boletero, porque no me dejaba entrar a las de adolescentes culminaron la ocasión en que tuve que convencerlo de que no me quería colar, sino que entré a buscar a mi cuñado porque su mamá estaba grave; lo convencí, encontré a mi cuñado y él alcanzó a ver su mamá sólo unos minutos antes de morir.

Los grandes estrenos lograban que nos fuéramos a formar ¡dos horas antes! para alcanzar lugar Otro fenómeno interesante para la dinámica social del pueblo fue cuando la programación del “Olimpia” lo llevó primero a puras películas mexicanas de bajo presupuesto, además de las de “caballitos” y las de “luchadores”, todas las cuales se volvieron para “nacos”; sí señores, lo que para México eran los US para Tulancingo era el DF, y comenzó a dividirse la sociedad entre los que iban al “Olimpia” y los que iban al “Del Villar”. Hubo un episodio en casa, que me recuerda esta época: cuando al tratar de decidir “democráticamente” qué película iríamos a ver el domingo en familia, mi hermana votaba por “Melody, “en el “Del Villar”; mis hermanos y yo por “Lagrimas de mi barrio”, en 10


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el “Olimpia”. Abrumado por una mayoría de tres a uno y pese a los lamentos y protestas de mi hermana, mi papá nos llevó a ver, “naca” y todo, nuestra muy deseada película, con una “novedosísisisima” trama: la historia de los chavitos que hacen todo para conseguir un balón de fútbol nuevo, que les roban los malos y que uno de ellos se muere para recuperarlo. Pero la victoria fue tan efímera como la del “niño héroe” que recuperó el balón a costa de su vida, pues nos fuimos quedando sin cine mexicano que pudiéramos ver: el “Olimpia” sin programación y el “Del Villar” sin estrenos.

Los estragos continuaron a manos de los “video clubs”, ¿pa’ que ibas al cine?, te salía más caro Con la llegada de “soft pornos” italianas, con Lando Buzanca y Edwine Fenech (no sé si así se escriba, así me acuerdo), el sacrosanto cine nacional contraatacó con las de “ficheras”; las primeras pasaban en el “Del Villar” en función de media noche (donde se daban cita los papás con sus hijos adolescentes, claro en sitios separados al amparo de la oscuridad, haciéndose guajes a la salida: si naide veía a naide, pos no había bronca); las otras, en el Olimpia, desde luego. Cuando al “Olimpia” fueron a parar las “ficheras”, casi podías pasar lista de mi salón de la “prepa”, todos estaban allí, tal vez con excepción del “PoloLindo” y “MigueLindo” (que decían las chavas que eran “bien Lindos”), ellos iban al coro de la catedral, con la esperanza de ligarse a las niñas cantoras de Tulancingo, con el mismo sueño húmedo de los que íbamos al Olimpia: que las santitas se volvieran unas zorras. Pero terminaban igual que nosotros, y veían menos.

Hollywood está en Tulancingo.

La modernidad fue llegando al pueblo, llegaron los Multicinemas: “están bien chiquitos”, sí pero “pasan hartas” al mismo tiempo; la oferta de películas se amplió y como logro para los cinéfilos de mi pueblo, sólo teníamos que esperar “un mes” para ver los estrenos, ya no cinco ni seis meses”. La gallarda pelea la intentó dar el “Del Villar”, lo cerraron un tiempo y hubo una remodelación, lo pintaron, le cambiaron las butacas, la entrada era general y las películas “de lo más reciente”. Hubo una fiesta de reinauguración, fueron los notables del pueblo, pero el tiempo no se detuvo… Los estragos continuaron a manos de los “video clubs”, ¿pa’ que ibas al cine?, te salía más caro, no podías pararte al baño a media película, las butacas ya estaban bien fregadas, se te vaya a pegar un chicloso en la coliflor que hubiera dejado allí un “malora” y además, como decía mi abuelita “nomás van al cine para oler los pedos de otras gentes”. Ahora sí que la audiencia en el cine se deterioró, llegaban las películas primero al video club y ya salía muy caro ir al cine, además de que era de muy poca monta no tener “video”. Pronto las carteleras de vidrio donde se solían colocar los atractivos carteles que anunciaban las películas en el “Olimpia”, se comenzaron a llenar, no de las “películas de encueradas”, sino de películas pornográficas, la sociedad tulancinguense en pleno arremetió contra el “Olimpia”, como un padre ultrajado por la “ofensa de una hija embarazada” (total la hija que se joda, lo que cuenta es el orgullo de la familia) la gente dejó de asistir, como decía el “Mago” Septién, “Juan Fanático, hoy contigo, mañana contra ti”. Un día de esos, cuando ya estaba en la Universidad, pasé por el Jardín “La Floresta”, era hora de cine pero no había nadie frente, me asomé y no pude sentir nada más que tristeza: a través de los barrotes las cortinas grises estaban arrancadas, las bancas llenas de telarañas, las vitrinas de la dulcería vacías 11


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Hollywood está en Tulancingo.

y polvosas; ningún anuncio en la cartelera, ni los títulos de los estrenos en la marquesina. Se acabó el “Olimpia”, repentinamente, dejando atrás las horas de entretenimiento la ventana de Tulancingo para conocer el mundo a través de las películas se cerró para siempre.

“ve al viaje, total la medalla luego la ves y el cine, pos ahí va seguir…” El “Del Villar” subsistió, pero partido en N, para convertirlo en un Multicinema, igual que “El Latino” en México; no he tenido estómago para ver si en el edificio donde estaba el “Del Villar” aún hay algo parecido a un cine, ahí muere. Sería demasiado para mí, pues en el mismísimo escenario del “Del Villar” recibí la medalla de aplicación “Ana María Gómez”, destinada a los chamacos más “matados” de mi escuela, la misma que tuve que recibir sin que estuvieran mis papás, y que era culminación de mi primer gran reto de vida y no sólo por el premio, sino porque el hecho de que mis papás no

estuvieran fue por convicción mía. Mi mamá no se quería ir de viaje con mi papá por la dichosa medalla y yo le dije “ve al viaje, total la medalla luego la ves y el cine, pos ahí va seguir…” Y qué inocencia la mía, pues en mis tiempos no existían las videocámaras que por centena aparecen ahora en tales eventos, e igual que las películas de la pantalla, la ceremonia es cada vez más borrosa en mis recuerdos, igual que la gente en las butacas llenas de gente, el cine y de remate los quinientos pesotes que me dio la Tía Estrella de premio, en un solo billete, nunca para mí antes visto, que las devaluaciones me los convirtieron en cincuenta centavos y en un papel que tiene toda mi nostalgia y todo el dolor de un país que perdió su dignidad y su poder adquisitivo. Conste que hasta ahora no había hecho referencia alguna a la película de don Guiseppe Tornatore, pero ¿no les parece que se habrá inspirado en Tulancingo? ¿Acaso será que en todo el mundo el cine es el cine? Quien sabe, yo digo que Hollywood está en Tulancingo...

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La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar

Tres tonadas Pedro Flores

1. Synchronicity

Fue en septiembre del 2009 que a mi querido amigo Alex Hernández se le ocurrió la idea de hacer una revista electrónica. Una de las secciones sería Writer Hero, hecha con traducciones de grandes maestros de la pluma. Y esto fue así porque les acababa de compartir mi traducción a On seeing the 100% perfect girl one beautiful April morning de Murakami. El comentario curioso de Alex fue la coincidencia de los Murakami:

Así que empecé a responder de inmediato al reto, inspirado en la idea de la Synchronicity. El empiezo fue inmediato, pero el final del relato esperó nueve meses. A continuación lo transcribo.

“Pues eso del Murakami ya me contagió, estoy leyendo un libro de cuentos que se llama “Sauce ciego, mujer dormida”, con algunos cuentos que ya comentaremos en alguna reunión en la Condesa. En particular dos llamados “Los gatos antropófagos” y “Tony Takitani” que por alguna razón, me transmitieron su extraña desolación y desamparo.” “¿Será la Synchronicity (ah, The Police) propuesta por Jung? El caso es que mientras esto leía, caí en cuenta de que había comido en el Murakami de Polanco recientemente, y que en mi reciente suscripción a Zoetrope All Story editada por Coppola, llegó un cuento de otro Murakami, Ryu Murakami, extraño pero disfrutable. Esos Murakami han de ser los Hernández de Japón, yo creo.

Acto seguido, Alex nos disparó la idea de que cada quien escribiera un relato: “¿Qué opinan, mis amigos? ¿Podré contar con una colaboración de sus plumas? (iba a decir sus teclas para ser más exacto con la realidad, pero mejor lo dejamos en sus plumas) Digo, no será la Zoetrope o El Cuento, pero la disfrutaremos tanto más.”

¡Qué chinga le pusieron al cocodrilo, por hocicón! Va, le entro, para que luego no digan que nomás hago tacos de lengua. Me uno a la generosa invitación de Alex de escribir algo para su revista decembrina: Yo creo que eso de la sincronía o lo que también llamamos casualidad es algo con plena realidad. A mí me han ocurrido experiencias que no podrían atribuirse a otra cosa que una fuerza que mueve las situaciones para anunciarnos que allí está y quiere que la consideremos como parte natural de nuestra vida diaria. Esas “coincidencias” me han dejado más de una vez con la sensación de que somos actores en una obra de teatro de un dramaturgo superior, si bien esas sincronizaciones de cosas no han llegado al tipo de: "durante tres noches seguidas tuve sueños donde aparecían tres cerdos que me perseguían y yo resbalaba en su propio estiércol cayendo una y otra vez, aumentando mi angustia; y si no fuera por un reno que apareció de Dios sabe dónde (así es de compleja la sintaxis de los sueños) que me sirvió de montura para escapar de las bestias, no quiero ni pensar en lo que habría ocurrido si me alcanzaban; al final despertaba bañado en sudor. Así que días después, estando comiendo en El Venadito unos deliciosos tacos de carnitas, de repente me aparece la urgencia de ir al baño y al utilizar el papel sanitario éste se rompe, ensuciando mis manos con 13


La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar

Tres Tonadas. 1. Synchronicity.

ya sabes qué. Una vez de regreso a la mesa se acerca un vendedor de lotería ofreciendo un huerfanito con terminación en 339; automáticamente mi aletargado cerebro hace la liga: cerdos = carnitas; reno = El Venadito, tres cerdos, tres noches, 3X3 = 9; entre armar el razonamiento y sacar un billete de mi cartera transcurrieron menos de cinco segundos y ¿qué creen que pasó al día siguiente del sorteo?” No, nada de eso, las fuerzas del destino son muy poderosas pero no tanto como para darle un premio mayor a quien aún arrastra un karma que haría palidecer al mismo fantasma de Hitler.

Somewhere Out There

Lo que me han ocurrido son cosas menores, que sólo tienen significado para mí. Un ejemplo: Hace algunos años estaba yo buscando grabar un casete con canciones que trataran de la búsqueda del amor, del esfuerzo que representa acercarse a la persona amada, y aun suponiendo su encuentro, intentar el salto mortal de conquistarla. Primero pensé en la imagen de la película An American Tail, donde el personaje, el ratoncito Fievel se encuentra perdido en la ciudad de Nueva York de finales del siglo diecinueve, apartado de su familia. Su hermanita Tanya lo extraña al extremo y en una noche de nostalgia ambos hermanos, separados por la distancia, el infortunio y la maldad de la ciudad bronca, cantan a la luna, encontrando en ella un techo común a su soledad y que de manera extraordinaria les sirve de unión al compartir un testigo puro y simultaneo. La canción es Somewhere Out There y en el soundtrack de la película la canta Linda Ronstadt. El tema de la canción dice que los personajes piensan que allá afuera, en algún lugar, hay alguien que piensa en ellos, que los ama y que si el amor puede atravesar todos los obstáculos físicos, los hará encontrarse en algún momento para hacer realidad su cariño si ambos le piden un deseo a la misma estrella en ese inmenso cielo compartido por los dos.

In that big somewhere out there

Somewhere out there Beneath the pale moonlight Someone's thinking of me And loving me tonight Somewhere out there Someone's saying a prayer That we'll find one another

And even though I know how very far apart we are It helps to think we might be wishing On the same bright star And when the night wind starts to sing a lonesome lullaby It helps to think we're sleeping Underneath the same big sky Somewhere out there If love can see us through Then we'll be together Somewhere out there Out where dreams come true

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La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar

Tres Tonadas. 1. Synchronicity.

Fievel cantando melancólico bajo la luna de New York.

En esos días tuve la oportunidad de viajar a la ciudad de San Francisco con mi querido amigo Paco, por cuestiones de trabajo. Estando allá fuimos a Tower Records a buscar curiosidades. Allí encontré varios discos que en ese tiempo no se podían conseguir acá en México y entre ellos compré el de la pista musical de la película que comento. Entre las adquisiciones también compré uno de Pet Shop Boys, titulado Bilingual para estar más o menos a tono con el ambiente de los cafés callejeros de Frisco que son frecuentados por gays que te guiñan al pasar pero también porque escuché la muestra de su primer canción y me gustó.

Ya de vuelta a casa escuché completo el disco de Pet Shop Boys y entendí por qué sus canciones tienen tanto éxito entre los gays y los tímidos: son declaraciones veladas de amor entre personajes que tienen que ocultarse de la sociedad y que se arriesgan a ligar con el peligro de que la otra persona los rechace por no comprender su pasión. Me gustó A Red Letter Day del disco, una canción de un personaje desesperado por llevar una vida demasiado ordenada, que está enamorado de otra persona y ansía recibir de ella una carta “roja”, que a manera de la letra escarlata que en la antigüedad se usaba para hacer que los adúlteros llevaran su vergüenza en público, exhibiendo la letra inicial de su pecado, no temiera reconocer y mostrar su pasión por él. Parte de la letra dice: ... But for all of those who don't fit in Who follow their instincts and are told they sin This is a prayer for a different way … Pero para todos los que no tienen cabida; a quienes por seguir sus instintos son llamados pecadores, esta es una oración para que su situación cambie.

Bilingual. El disco de Pet Shop Boys en su parte frontal y trasera.

Así que decidí incluirla también en mi recopilación de canciones para el casete, que iniciaría, obviamente, con la de Somewhere Out There. 15


La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar

Desconozco las probabilidades de que eso ocurra y seguramente algún actuario podrá decir que son dos acontecimientos independientes… Una tercera canción que me sugirió mi DJ interior fue The Chequered Flag, de Jethro Tull. A mí me parece una canción melancólica que refiere los riesgos que cualquiera está dispuesto a correr con tal de alcanzar su sueño. Sin embargo en esa carrera por llegar al podio de ganadores, no importa si vivo o muerto, la bandera de cuadros marca de manera absoluta quién subirá y quién irremediablemente se queda en el camino. La canción finaliza así: The deaf composer completes his final score. He'll never hear the sweet encore. The chequered flag, the bull's red rag, the lemming‐hearted hordes running ever faster to the shore singing, Isn't it grand to be playing to the stand, dead or alive.

El compositor sordo escribe la nota final de su obra. Nunca escuchará de su público el dulce pedido de repetirla. La bandera a cuadros cae, como el rojo capote del torero, Las hordas con corazón de lemming

Tres Tonadas. 1. Synchronicity.

“¿No es grandioso competir por llegar al podio, vivo o muerto?”

Bueno, esas tres y otras canciones fueron a parar al casete. Hasta aquí, no hay más que melcocha en la historia. El acontecimiento asombroso fue que más o menos por esos días encendí el radio en un día sábado y estaba sintonizado en la estación Stereo 100 (100.1 FM), que para mejores señas tiene por rúbrica el canto de un delfín. Apenas terminó la canción que estaban poniendo como parte de su bloque musical, tocaron Somewhere Out There, cantada por Linda Ronstadt. Pensé en la casualidad de que fuera la canción que me había gustado para iniciar mi recopilación, sobre todo porque no era una canción de moda y no es común que la programen en la radio comercial. Para mi sorpresa, la siguiente canción del radio fue A Red Letter Day, de Pet Shop Boys; no lo podía creer, las dos canciones que primero había escogido para grabar, en ese orden, tocadas en una estación de radio que por lo general no escucho. Desconozco las probabilidades de que eso ocurra y seguramente algún actuario podrá decir que son dos acontecimientos independientes y sólo tienen un significado subjetivo de simultaneidad para mí. Sin embargo, allí estaban de testigos esas canciones grabadas en el casete, en el mismo orden en el que se le ocurrió al programador musical de Stereo 100. De la tercera canción, The Chequered Flag, me quedé esperando más de una hora para que la tocaran, sin éxito, y he de confesar que cuando renuncié a seguir esperándola sentí cierto alivio y agradecimiento porque si la hubieran programado, me habría llenado de superstición y sentiría que mi selección musical no era más que una banal repetición de una voluntad que me manipulaba sin darle ningún valor auténtico a mis sentimientos.

Se avalanzan frenéticamente a la orilla cantando

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Tres Tonadas.

2. Recuerdos de Pedro Calderón Ha de haber sido en 1981, que estaba yo trabajando en DINA, en la planta de autobuses de Ciudad Sahagún, Hidalgo, cuando escuché por primera vez la pieza Recuerdos de la Alhambra, de Francisco Tárrega. Se trataba de una reunión del grupo gerencial de la empresa en la que el tema era Desarrollo de la Asertividad y el instructor era un psicólogo muy joven y muy talentoso, lástima que no recuerde su nombre. Estuvimos en un retiro en un hotel junto a las pirámides, en Teotihuacán, durante dos días. Resulta que el instructor también era guitarrista y nos platicó que estaba ensayando para un concierto. En un descanso del curso, nos tocó un adelanto de su programa y tocó la pieza, que de inmediato me deslumbró. La obra requiere mucha destreza y es un reto para quien desea llamarse en verdad guitarrista. Tárrega supo utilizar sabiamente el trémolo transmitiendo una inmensa nostalgia mientras el pulgar toca una melodía en contrapunto. Años después, mientras estudiaba en el IIMAS, de la UNAM, vivía yo en Tlatelolco y mi departamento era visitado por un interminable desfile de personajes que no siempre sabía yo cómo llegaban allí. Tuve de inquilinos a algunos amigos de Sinaloa que en diferentes épocas pasaron por allí una temporada mientras también estudiaban. Ellos son los que invitaban a otros amigos y amigas, así que ese departamento parecía estudio de pintor, lleno de bohemios y artistas, con los que llegué a tener una gran amistad.

Para mí, fue un momento grandioso, de esos que se quedan como una marca en el universo y el tiempo.

Fue Jorge Gastélum, con quien en ese tiempo compartía el departamento, quien me presentó a Pedro Calderón. Pedro estaba estudiando una especialidad en guitarra clásica con un maestro particular; para sostenerse tocaba música de la Nueva Trova Cubana, romántica y "de protesta", latinoamericana, en una peña que está por Coyoacán, El Convento. Pedro y yo llegamos a ser grandes amigos y él siempre respetó mi afición por el Rock y el Jazz, aunque también tengo una querencia por la trova. Pedro era un gran admirador del Ingeniero Heberto Castillo y fue de los primeros afiliados al Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), fundado por el Ingeniero Heberto Castillo. Con el tiempo, el PMT y otros partidos de izquierda se unirían para formar el PRD. Pedro conservaba como un tesoro el libro Si te agarran te van a matar, autografiado por su autor, don Heberto Castillo. Daba gusto oír a Pedro hablar con vehemencia del México nuevo que bajo la izquierda traería bienestar a todos.

Un día llegó Pedro al departamento y traía su guitarra. Se puso a practicar un ejercicio que le había dejado su maestro, mientras yo estaba 17


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estudiando. Cuando empezó con los primeros acordes, identifiqué de inmediato Recuerdos de la Alhambra y la emoción se me subió tanto a la cabeza que no pude impedir que se me hiciera un nudo en la garganta. Para mí, fue un momento grandioso, de esos que se quedan como una marca en el universo y el tiempo. Cuando le comenté del inmenso gusto que me había dado escucharla, Pedro me hizo un relato de la obra y su compositor. Aún puedo verlo y escucharlo en mi mente interpretando la melodía.

Tres Tonadas. 2. Recuerdos de Pedro Calderón.

Hace unos meses me enteré que Pedro Calderón había muerto en Tijuana. Me dolió mucho saberlo. Dios lo tenga en la gloria de los guitarristas, tocando Recuerdos de la Alhambra y profetizando un mundo más justo y feliz.

De Francisco Tárrega hay muchas anécdotas y vale la pena leer su biografía. Hay un dato suyo que pertenece al terreno de las trivias, ese inmenso océano de conocimientos con un centímetro de profundidad. Resulta que la mundialmente conocida Melodía Nokia, el timbre que usan los teléfonos celulares de esa marca, está basada en una obra de Tárrega, el Gran Vals. Fue en 1993 que Nokia por primera vez usó la melodía en un anuncio.

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Tres Tonadas.

3. Catarinas, copeches, chanates y el perfumero musical Acabo de recibir un correo desde Sinaloa de mi querido amigo Arturo Villaseñor. Entre otras muchas cualidades, Arturo es un excelente fotógrafo, tanto de situaciones cotidianas como de paisajes, plantas y animales que se encuentran en su natal ciudad, Los Mochis. El otro día Arturo me comentaba que ahora está intentando tomar retratos de los amigos; alguno de ellos se quejaba porque había salido en una foto que mostraba su ya no tan incipiente calvicie y le reclamó que no le favoreciera el ángulo de la toma. Arturo, con picardía, le respondió: mira, mejor guárdala; dentro de unos años que la vuelvas a ver vas a decir “oye, ve nomás cuánto pelo tenía yo entonces”. Decía que recibí un correo de Arturo con unas espléndidas fotos donde aparece una catarina sobre una hoja de palma; también hay otras fotos con zanates y la vegetación sinaloense. Cada tema es una hebra que si la sigues, te vas encontrando otras que te llevan a un laberinto de asuntos y

recuerdos que nunca acabas de recorrer. Y allí va mi mente a Culiacán de los años sesenta… Recuerdo las parvadas de chanates (así les decíamos a los zanates) que hacían una escandalera volando de un árbol a otro en las tardes cuando íbamos al parque Revolución a refrescarnos con raspados de tamarindo, guayaba o de rosa. Cuando ya queríamos de plano irnos lejos, el parque Constitución era ideal, además porque en la refresquería de allí tenían rockola. En ese lugar escuché por primera vez Honky Tonk

Women, con The Rolling Stones, con fondo de pelotas de básquet pegando en el cemento ardiendo de sol y la chanatera haciendo su ruidero. Algunas personas consideran a los chanates como aves de mal agüero y seguramente los agricultores los han de ver como una plaga. Para mí, los chanates son unos existencialistas negros, cábulas, que les gusta el rock y el blues, como los cuervos en la película Fritz The Cat. Con el tiempo yo también simpaticé con el existencialismo, Jean‐Paul Sartre, Albert Camus, Kierkegärd y la literatura fascinante de Franz Kafka. Por cierto, leía hace tiempo que Kafka en checo es el nombre del grajo (Corvus frugilegus), una especie de cuervo pequeño; para mí, es el pariente europeo del chanate (Quiscalus mexicanus). Eduardo Galeano lo incluye en sus memorias, aunque él habla del zanate azul clarinero que se da en Nicaragua: "El Zanate clarinero, pájaro sin adornos, siempre volando entre pobres..."

Fritz The Cat, en el mundo de los cuervos, con su amigo Duke defendiéndolo del cantinero en un billar y a la derecha fumando un churro de mota que le ofreció la sensual Bertha, una ex prostituta metida al negocio de las drogas.

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Tres Tonadas. 3. Catarinas, copeches, chanates y el perfumero musical

de ellos para verlos brillar en la noche o debajo de las cobijas si nos mandaban a dormir temprano. La catarina es tan bella que hay seis estados gringos que la han elegido como el insecto estatal: Delaware, Massachusetts, Nueva Hampshire, Nueva York, Ohio, y Tennessee. Es raro, pero yo no sé que en México haya esa adopción de insectos como emblema estatal. Bueno, pues en Tennessee, además de la Catarina (ellos le dicen Ladybug; ese nombre sí que suena elegante, Lady Bug), también adoptaron a los copeches, aunque allá les dicen firefly, como insectos estatales emblemáticos.

Grajo

Zanate

Catarina, foto de Arturo Villaseñor.

La hoja de palma sirve de majestuoso trono a la catarina de la foto. Mi madre les decía mariquitas. Hay una variedad de catarinas blancas, tal vez se trate de una especie de catarina albina; dicen que son de buena suerte. Para mí, todas son de buena suerte. En la casa familiar de Culiacán había una temporada en que se daban muchas catarinas, el jardín se llenaba de ellas. Era la misma época en que por las noches aparecían las luciérnagas, a las que llamábamos copeches; había tantos que los agarrábamos con la mano y los metíamos a un frasco de nescafé, hasta tener una buena cantidad

En la casa de mis padres, había un perfumero con cajita musical que mi papá le había regalado a mi mamá, supongo de cuando eran novios. Su construcción era una base de madera circular de color dorado claro y dentro estaba el mecanismo reproductor de música. Sobre la base estaba un prisma de baquelita con una rosa roja en el fondo, con una base de terciopelo negro. El prisma tenía un pequeño hueco cilíndrico en la parte superior donde propiamente se insertaba el recipiente para el perfume, y remataba con el atomizador, una perilla cubierta por un tejido negro satinado. A mí me encantaba darle cuerda y ponérmelo en la oreja para sentir con mayor riqueza la melodía. Cuando te acercabas a la rosa, si girabas un poco el prisma podías ver diferentes perspectivas de la flor y te hacía viajar a otra dimensión de las cosas: el mundo dentro de la rosa. Mis hermanos también jugaban con él y estoy seguro que lo disfrutaban igual que yo. Lástima que uno de plebe no sabe cuidar las cosas, con el tiempo y el descuido el perfumero se rompió y quedó separado de la cajita musical; después la caja dejó de serlo y sólo quedó la maquinaria, pero seguía interpretando aquel programa musical que estaba codificado en su pequeño cilindro metálico. Luego, mi hermano mayor y yo nos fuimos de la casa para estudiar y la cajita se perdió, o fue a parar a la basura. Ya con más edad me entró la curiosidad por saber cuál era la melodía que me había gustado tanto oír de la cajita pegada a la oreja. No lo sabía y mis 20


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Tres Tonadas. 3. Catarinas, copeches, chanates y el perfumero musical

papás ya no estaban entre nosotros para preguntarles. El deseo de encontrarla se volvió casi obsesión, pero la verdad, no me sentía con valor para írsela a tararear a un vendedor de discos para que me ayudara a identificarla. Resulta que un día, viendo la televisión, cambiando mecánicamente de canal a canal, me detuve un momento en donde estaban pasando una película donde John Travolta interpreta, se supone, a Bill Clinton y la historia de su ascenso a la presidencia hasta su segundo periodo. Era casi el final de la película, cuando el partido demócrata decide darle todo su apoyo para la reelección, en el baile de la convención; ¡Travolta baila con su pareja la melodía que yo andaba buscando! Con el corazón retumbando a todo galope allí estoy, viendo desesperadamente las letritas de los créditos finales de la película, pasando a toda velocidad, hasta que logré identificar la última melodía. Pues resulta que se llama Tennessee Waltz. La maravilla de la Internet me ayudó a encontrar el resto. La compusieron Redd Stewart y Pee Wee King en 1947, aunque fue popularizada por Patti Page y Les Paul y Mary Ford en 1950, permaneciendo como éxito número 1 por trece semanas, según la revista Billboard. En 1965, el tema se convirtió en una de las melodías oficiales del estado de Tennessee, en la resolución 9 adoptada por el senado en la LXXXIV asamblea general.

El Vals de Tennessee Estaba bailando con mi amada el Vals de Tennessee Cuando apareció un viejo amigo Lo presenté con mi amada y mientras bailaban Mi amigo me robó a mi novia. Recuerdo la noche y el Vals de Tennessee Ahora comprendo cuánto he perdido Perdí a mi amada la noche en que tocaban El hermoso Vals de Tennessee.

Se dice que la banda de la Universidad de Tennessee toca esa melodía al final de cada partido de fútbol. Si yo fuera más aficionado al fútbol americano, tal vez hubiera terminado mi búsqueda más rápido viendo uno de los partidos colegiales. La letra es curiosa porque The Tennessee Waltz es una metacanción, ya que hace referencia a sí misma, una canción que habla de sí misma. Desde entonces me caen muy bien los tennessianos o no sé cuál sea el gentilicio, porque además de adoptar unos insectos que tantos recuerdos me traen de mi niñez, escogieron para ser la melodía oficial de su estado la misma canción que mi papá le dedicó a mi hermosa madre en aquel perfumero musical. Todas esas cosas me vienen a la mente viendo las fotos que me envió Arturo.

La letra es sencilla y narra el drama de la novia que te roba un amigo: Tennessee Waltz I was waltzing with my darlin’ to the Tennessee Waltz When an old friend I happened to see I Introduced him to my loved one and while they were waltzing My friend stole my sweetheart from me. I remember the night and the Tennessee Waltz Now I know just how much I have lost Yes I lost my little darlin’ the night they were playing The beautiful Tennessee Waltz.

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Amour dure sans fin Pedro Flores Cuando era adolescente, de trece o catorce años, mi padre empezó a llevar a la casa unos libros maravillosos, de una colección llamada Biblioteca Básica Salvat, en entregas quincenales. En ellos leí de todo y viví aventuras y experiencias de escritores formidables: 1984, de George Orwell; Werther, de Goethe (las desgracias del joven Werther nos emocionaban y hacían caer en una profunda melancolía); Una Odisea Espacial 2001, de Arthur C. Clarke (en esa época salió la película de Stanley Kubrick, basada en esa novela, 2001: Odisea del Espacio, que aún me sigue intrigando, por no decir que no le entiendo, pero que nos abrió a los jóvenes de esa época el gusto por la música de Strauss, en particular Así hablaba Zarathustra; la fascinación por el Universo y por la cinematografía); Narraciones extraordinarias, de Edgar Allan Poe; La Isla del Tesoro, de Robert Louis Stevenson; El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde; El enfermo imaginario y El médico a palos, de Moliere… una lista inmensa, hasta llegar a cien. Muchos, muchos libros pasaron por mis manos; los tenía amontonados a un lado de mi cama y los iba leyendo en forma desordenada, por partes, brincando de uno a otro, llenándome de placer, tristeza, alegría, risa, intriga y todo lo que la literatura les da a sus amantes.

¿Quién iba a decir que en la página noventaicinco, me encontraría a una mujer que parecía estar esperándome…?

El libro recuperado

Entre esos libros venía el de la entrega 9, Cien obras maestras de la pintura, de Marcial Olivar. Aunque no es un libro de literatura, pienso que se incluyó en la colección por contribuir a la difusión de la cultura, en este caso la pictórica. Las pequeñas reproducciones de ese libro te llevaban de la mano por la historia de la pintura desde la antigüedad hasta esa época, entonces contemporánea (1969). ¿Quién iba a decir que en la página noventaicinco, me encontraría a una mujer que parecía estar esperándome, con una belleza clásica y un porte aristocrático que te helaba las venas? Su mirada infunde respeto, pero sus labios sensuales te subyugan y no quieres otra cosa que estar mirándola.

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Lucrezia Panciatichi

Horas y horas me pasé frente a mi amada Lucrezia Panciatichi. Su belleza congelada, tal vez con un toque de desesperación, me invitaba a consolarla: ¿había estado llorando?, ¿se sentía un poco enferma? Sentada con una perfección de cera, sus dedos esbeltos tocan sensualmente un libro de oraciones. La sensualidad triunfa sobre la religiosidad en ese retrato que resalta cada destello de luz sobre sus mangas, todos los matices del color de su vestido. Después, su cuello: largo, blanco, destacado por las profundas sombras de su rostro. Su desconcertante belleza alcanza algo esotérico, emotivo, un misterio dramáticamente

Amour dure sans fin

insoluble. En suma, sus ojos de otros días, sus labios sensuales, su largo cuello, su brocado, su vestido rojo, sus joyas grabadas, muestran a una mujer elegante y refinada que me hacía sentir un gozo concupiscente. Ese libro se quedó en un lugar especial del librero y de mi corazón y, aunque fui creciendo, de tanto en tanto iba a buscarlo para pasar un rato con esa sublime belleza de mujer. Después de irme a México a estudiar, seguía regresando de tanto en tanto a la casa familiar y allí me estaba esperando Lucrezia. Después, mis padres se cambiaron a otra colonia y aunque se llevaron todo, un ataque de termitas a la nueva casa acabó con muchas cosas, entre ellas los libros de la colección Salvat. Pasaron los años y en mi mente seguían los ojos de Lucrezia Panciatichi. Hace poco, un día que no tenía carro y decidí irme caminando de mi oficina a la estación más cercana del metro, pasé por una librería de viejo, ese cofre de tesoros que siempre tiene algo para quien lo abre. Pues allí me encontré, perfectamente conservado, el libro de las obras maestras. De inmediato lo compré y apenas podía esperar para buscar a mi amada. Me subí en el último vagón del tren y busqué un asiento alejado de la gente. Con las manos temblando por la emoción busqué la página noventaicinco. Allí estaba, esperándome como la primera vez, con sus manos tranquilas, su vestido elegante, sus joyas de magnífico buen gusto, su peinado duro y hermoso, pero sobre todo con esos ojos profundos y misteriosos que tanto adoré. 23


La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar

Dios sabe premiar a los enamorados, y en su infinita sabiduría hizo que ese día no trajera mi carro, que decidiera irme en metro, que me detuviera a curiosear en la librería; que antes, un ama de casa decidiera vender ese ejemplar a los compradores de usado, que nadie se lo hubiera llevado aún. Estoy seguro que Doña Lucrezia buscó ese camino, que culmina la historia de amor que viene desde Culiacán, en 1969, hasta la Ciudad de México, en esta época. Ahora, en la Internet, encuentro más información: El retrato de Lucrezia Panchiatichi, es uno de los cuadros más conocidos del pintor italiano Bronzino. Está realizado en óleo sobre tabla, y fue pintado en 1540, encontrándose actualmente en la Galería Uffizi, Florencia, Italia. Agnolo di Cosimo, llamado Il Bronzino, fue un destacado retratista de la época manierista, muy influido por Pontormo. Sus retratos muestran una nobleza muy distinguida y elegante en la pose y las vestimentas de sus modelos. Lucrezia di Sigismondo Pucci fue la esposa de Bartolomeo Panciatichi, un humanista y político, también retratado por Bronzino. Vasari descibe los dos retratos como: "tan naturales que parecen estar vivos". La exhibición de ropas y joyería refinadas tenía la intención de no sólo subrayar la posición de élite de Lucrezia, sino también aspectos de su personalidad por medio de una simbología compleja. De acuerdo con la galería Uffizi, el collar de oro de Lucrezia tiene la inscripción " Amour dure sans fin ", "el amor dura por siempre". Me da la impresión de que esos ojos de otros días al fin muestran su verdadera intención: el mensaje fue escrito para mí y Lucrezia buscaba comunicármelo, no importa que tuviera que

Amour dure sans fin

esperar más de cuatrocientos años a que lo encontrara. Para rendirle un homenaje a ese amor platónico, y traerlo de nuevo a la vida, incluyo en este relato una reproducción que escaneé (¡Uf! Perdón, Academia de la Lengua) de la portada del libro encontrado en la librería de viejo, la reproducción de la hermosa pintura de Lucrezia y también la de Bartolomeo Panciatichi, para mostrar que soy de mente abierta y moderna y los celos me tienen sin cuidado.

Bartolomeo Panciatichi

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Arrieros Somos Una exploración en Punta Copas, Topolobampo, Sinaloa Arturo Villaseñor Atwood Antecedentes. Una semana antes, Pancho Gastélum me dijo que el lunes 3 de mayo de 2010 cumpliría sus primeros 58 años y quería festejarlos con un arriesgado viaje marítimo a Las Copas, una península alargada, prolongación de la Sierra de Navachiste, ubicada al sur de Topolobampo y su bahía. Me invitaba a que lo acompañara a bordo de su Sea Doo (yo ni sabía qué era) pero acepté, pues me puso como señuelo que el objetivo era encontrar la fuente donde los colonos de Albert Owen se aprovisionaban de agua, allá por los años de 1886‐1890., cuando llegaron a Topolobampo con la idea de construir un ferrocarril que, cruzando la Sierra Madre

Occidental, uniera el Atlántico de los EU con el Pacifico mexicano, en una gran terminal portuaria que sería la idílica Ciudad de la Paz. El viaje. Nosotros, aprovechando el 3 de mayo casi inhábil por cierre de las oficinas de los juzgados, nos fuimos a Punta Copas, o Las Copas, a tratar de buscar el tal manantial de los colonos, quienes zarpaban de los cerros pelones de lo que hoy es Topolobampo, aprovechando las corrientes y vientos de la mañana para salir y navegar 8 km

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Desde Maviri a Las Copas 4 km en línea recta.


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Una exploración en Punta Copas, Topolobampo, Sinaloa

para regresar, cargados con sus barriles de agua dulce. Una verdadera proeza diaria, 16 km en una lancha de mezquite, de vela y remo.

El lunes 3 de mayo fui a su casa y jalando el Sea Doo en la camioneta 4x4 = 16, también propiedad de El Pancho, cargamos gasolina y tomamos la carretera a Topolobampo, 20 km y luego la desviación a la Playa de Las Ánimas, más conocida como Maviri, 5 kms. Yo subí con mi cámara y él con una minipala para las excavaciones de exploración de los presuntos subterráneos mantos acuíferos. En el camino compramos 6 cervezas Tecate, papitas, agua y café. Nos estacionamos en el Restaurante Miramar, a cargo de doña Cleofas y descargamos el equipo en la misma playa. Guardé mi cámara en un escondite que la protegería del agua, según afirmó el arriesgado Indiana Pancho Jones.

Foto de Ira Kneeland: Equipo encargado del agua y pesca en Las Copas, dic. 1890.

Foto de Ira Kneeland, Cargando agua en Las Copas por medio de tubos.

Íbamos más con buenos deseos que con bases firmes. Una referencia era la foto de Ira Kneeland, donde se ve a los colonos con su bote y algunas barricas, anclados en alguna parte cercana a Topolobampo, que se decía eran Las Copas. Otras eran las fotos de satélite de la zona. Pretendíamos salir a las 10, Pancho es “muy madrugador”, pero sólo lo hicimos hasta las 12.AM.

Pancho y el 4X4.

Quien como los conductores de motos, no se pone su casco de protección porque confía mucho en sus habilidades acuáticas e igualmente en este caso, no me puse salvavidas porque se le había olvidado llevarlo. Eso sí, me advirtió, si en un brinco te caes no sueltes la pala, será más fácil sacarte agarrado de ella. Y confiando en mi buena suerte, nos 26


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Una exploración en Punta Copas, Topolobampo, Sinaloa

dirigimos del punto Miramar al punto Agua colonos 1890, atraque de los antiguos colonos en su búsqueda del agua. Seguramente los indígenas del lugar les hablaron del sitio y el procedimiento para sacarla. Nosotros no tuvimos tanta suerte, pues los actuales lugareños la toman embotellada o convertida en cerveza.

Ruta de exploración

Saliendo desde el Miramar, recorrimos unos 5 km brincando olas hasta llegar al lugar donde suponíamos llegaban los colonos y en el lugar comprobamos con el paisaje montañoso, la misma

silueta del fondo de la fotografía de Kneeland en blanco y negro de 1890. Iniciamos la inspección en el área buscando algunos indicios, recorriendo la zona marcada Punto de exploración, pero aparte de mezquites, no encontramos señales de un venero, manantial o aguaje. Pancho casi cruzó hasta la playa del golfo, subimos y bajamos médanos con algo de monte, Pancho se encaramó en una torre de señalización, pero… nada. Hasta excavó un pequeño pozo de casi un metro de profundidad y tampoco. Quizá el procedimien to utilizado era hacer el pozo más profundo y esperar a que se llenara de agua dulce. Pero hoy no era para tanto. Sin embargo, con las fotos tomadas comprobamos que el punto donde llegamos era el mismo donde recalaban los colonos, ratificado con la silueta de las montañas, la misma del fondo de la foto de Kneeland y las tomadas por nosotros.

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Una exploración en Punta Copas, Topolobampo, Sinaloa

Arturo, mostrando la alineación de paisajes para comprobar que era el mismo sitio.

Total, regresamos de la exploración para ahora dirigirnos por agua a la entrada marcada Ensenadas El Bichi y Cerro Partido, donde nos desviamos al este a la ensenada El Bichi, para buscar la tonina o delfín, bautizado como “El Pechocho”, que sale a acompañar a los turistas cuando le da la gana. Como no lo vimos, nos regresamos para entrar a otra bahía pequeña, hasta llegar frente al faro de Cerro Partido, punto de atraque del Sea Doo, dejándolo amarrado y al cuidado de unos mangles.

Caminando cruzamos entre médanos hasta el punto Caminata Playa y durante más de una hora seguimos hasta el Cerro de Arena, donde según Pancho, subiendo la roca hay un pozo triangular, de unos 6 m en su lado mayor. Así que iniciamos la caminata sobre la playa con rumbo sureste intentando llegar al Cerro, deteniéndonos en el trayecto a tomar fotos de pájaros y de las estrellas de mar a lo largo de la playa. En la parte rocosa encontramos una gruta alta y angosta, con una caverna lateral muy baja y que se metía bajo la 28


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roca de la montaña, sin precisar su longitud ni profundidad. No le hicimos mucha confianza y después de las fotos de rigor, proseguimos hasta el Cerro de Arena. Pero al llegar y ver lo empinado del cerro, dijimos que mejor no

Una exploración en Punta Copas, Topolobampo, Sinaloa

unos 8 pescadores trabajando con su chinchorro, y nos mostraron un dorado. Seguimos hasta llegar de nuevo al manglar y… al agua patos.

subíamos y nos regresamos a buscar el Sea Doo, otra vez el recorrido de 4 km de playa y dunas móviles. En el retorno juntamos las llamadas estrellas de mar, que son aguamalas calcificadas, rígidas pero muy frágiles. Se desmoronan con

mucha facilidad. Reunimos unas 20, confiando que aguanten la limpieza y blanqueada en agua con cloro. En el regreso encontramos una lancha con

Cavernas en Punta Copas.

“Estrella de mar”, Aguamala calcificada.

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Una exploración en Punta Copas, Topolobampo, Sinaloa

La travesía de regreso, con un poco de viento, fue suficiente para llegar ensopados de pies a cabeza, pues navegando contra las olas, el encontronazo nos bañaba, lo que fue suficiente para terminar completamente empapados. Eso sí, mi cámara llegó seca, pues se guardó en el compartimiento sellado, comprobando que no le entra agua. Y después de más de 5 horas, volvimos al Miramar, a reponernos con un ceviche de pescado y camarón levanta muertos y una cervecita… bien fría.

¿Qué ingados estoy haciendo aquí?

Rumbo al Cerro de Arena, en la playa de Las Copas, encontramos este caballo pinto tomando un refrescante baño de mar. Como si hubiera ido de vacaciones de Semana Santa, un verdadero caballo baquetón...

Pescadores de la región.

El viaje lo podemos resumir con pocas palabras. No encontramos agua, pero caminamos ¡un ingo! que en términos coloquiales significa ¡mucho! 30


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Sierra Gorda de Querétaro Gerardo Álvarez Viernes 3, sábado 4 y domingo 5 de Marzo de 2006. Motocicleta: Ducati Monster 620ie, modelo 2005 Se trata de un viaje que deseaba hacer desde hace mucho tiempo, pero las circunstancias del trabajo, la familia, los compromisos sociales y la esposa no lo habían permitido. En esta ocasión, todo cuadraba, por lo que comenzó a cuajar la idea. Comencé meditando que un viaje de esta naturaleza es una aventura que se planea por lo menos con una semana de anticipación. En mi caso, inicié la investigación de carreteras, distancias, puntos de interés, gasolineras, poblaciones y hoteles desde tres semanas antes, aunque desde el viaje de un internetnauta llamado Jerónimo y un amigo del motociclismo de nombre Olhin en 2005 yo ya había tomado algunos puntos de sus relatos en internet. Originalmente estábamos pensando en viajar cuatro camaradas, las motos una Harley Sposter 1200, una Harley Electra Glide 1400, una BMW 1200 ST y mi Ducati 620; pero conforme se fue acercando la hora de la partida, sólo quedé yo en firme, ya que a uno de los compañeros le puso su jefe y el jefe de su jefe una reunión de trabajo de cierta importancia el viernes a las 16:00 horas, a otro, se le puso delicada la suegra y al que resta, no le dieron permiso en el trabajo, no tenía dinero, o simplemente, al igual que los demás, no quiso ir. Hubo en estos días una contra oferta por parte de los otros posibles viajeros, en el sentido de viajar el sábado y no iniciar desde el viernes.

El dilema era esperar a los que no podían viajar el viernes y entonces salir tres motociclistas el sábado, con el inconveniente de tener que reducir mucho los objetivos del viaje (lugares a visitar y kilometraje planteado originalmente). Al final, mis virtuales y finalmente fallidos compañeros de ruta expresaron dudas de último momento de salir el sábado, por lo que ante sus noticias ese jueves previo, decidí hacer la travesía sólo, y salir de viernes a domingo y alcanzar los objetivos originalmente planteados. Jueves 2 de marzo en la noche (preparativos) Empaco los siguientes elementos en una back pack: Herramienta multi‐funciones (pinza con un chorro de herramientitas); inflador de llantas para ponchadura (a pesar de que su instructivo dice que no aplica para una moto); medidor de presión de aire para llantas; paño para limpieza de visor del casco (chamoy); candado para disco de la moto y su llave; brújula; mapas y hojas con ruta y lugares de interés; protector solar; las medicinas que tomo (ya sabrán, para el colesterol y los triglicéridos); cámara fotográfica; cargador de baterías para cámara y cargador de baterías para celular. Meto dentro de unas alforjas de sobreponer de tela que tengo, y que se pueden colocar en cualquier moto, un pantalón de mezclilla, unos zapatos sport, unas chanclas, tres camisas tipo polo, un sweater, un traje de baño y una toalla que venden en Martí para los nadadores que viene adentro de un frasco pequeño y que ocupa muy poco lugar. Dejo sobre un sillón mi chamarra y pantalones Spidi (con protecciones por todos lados y con doble forro 31


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desprendible para enfrentar mucho frió o mucho calor), botas, guantes, casco, lentes obscuros y celular. Viernes 3 de marzo, 7:00 horas (preparativos) Comienzo a colocar las alforjas y a fijar con una red elástica con ganchos la back pack, mido la presión de las llantas (siempre debe revisarse la presión de

las llantas antes de subirse cada día a una moto) y reviso el nivel de aceite del motor. Previamente, ya había llevado la moto al servicio de los 5,000 kms. (tenía ya 4,800 kms.) a Moto Altavista (fin de semana anterior) y ya había cargado el tanque de gasolina la tarde del jueves.

Sierra Gorda de Querétaro

Viernes 3 de marzo, 7:30 horas (inicio viaje) Alrededor de las 7:30 hrs., logro salir de mi casa para tomar Rió San Joaquín dirección norte. Ingreso a la parte prohibida a las motocicletas (vía rápida), primero, porque en conciencia, porque creo en conciencia tener el derecho de hacerlo, pues pagué la tenencia y los derechos derivados de

la posesión de mi moto, así como todos los demás impuestos que tengo que pagar por vivir, trabajar y tener una libre circulación dentro del territorio mexicano; en segundo lugar, porque pienso que el trayecto es muy corto entre donde yo entro a esa vía rápida y el Edo. de Méx., y que por ello es muy difícil que me detenga algún policía del DF, y menos a estas horas, las 7:30 de la mañana, cuando todo 32


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Sierra Gorda de Querétaro

el tráfico es hacia la ciudad y está libre hacia donde yo voy.

hasta los vochitos. La moto va funcionando de maravilla.

…no me gusta ir más despacio que los automovilistas; es decir, trato de viajar a la misma velocidad o incluso un poco más aprisa que los autos, porque pienso que de ir más lento, estoy más expuesto a un alcance posterior

Una vez pasada la segunda caseta de Palmillas, pasé a desayunar una exquisita barbacoa en el Restaurante Santiago. Afortunadamente había un lugarcito para mi moto frente al local y por si acaso a alguien se le ocurría meterle mano, ni siquiera pasé al interior del restaurante. Justo en la entrada puedes pedir tus taquitos y allí mismo despachártelos de pié. Sólo fueron dos, porque pienso que cuando andas arriba de la moto no es muy bueno llenarte la panza ya que se disminuyen las capacidades. Así es que sólo un tentempié, sin siquiera un chesco, y aunque si tenía ganas de echarme al menos tres tacos más, preferí viajar ligero. La barbacoa, realmente estupenda, aunque un poco cara pues fueron como 45 pesos con todo y propina.

Todo bien y llego al Edo. de Méx., y en cuanto puedo, en la primera entrada, me meto al interior del periférico. En el camino veo a algunos policías estatales en motocicleta por la lateral, mismos que no me hacen ninguna indicación, por lo que continúo a buen paso hasta la caseta de Tepotzotlán; el pavimento en algunos tramos no es muy bueno y casi voy rodeado en algunos momentos sólo por autobuses, camiones y tráileres, pero no encuentro ningún obstáculo de consideración. La mañana va bastante fresca y una vez que paso la caseta, cargo gasolina para andar a tanque lleno todo el tramo y no tener que cargar hasta San Juan del Río. Para aquellos que no lo sepan, regularmente la autonomía de una moto anda entre los 150 y 220 kms. Siento más el frío de la mañana y ello es por la velocidad que llevo. A mí en lo personal, no me gusta ir más despacio que los automovilistas; es decir, trato de viajar a la misma velocidad o incluso un poco más aprisa que los autos, porque pienso que de ir más lento, estoy más expuesto a un alcance posterior (que encima es más difícil de evitar porque puede ser que no vea el auto que se aproxima), por ello, la velocidad promedio que hice en ese tramo anduvo entre los 130 y los 150 kms. por hora, que es como van la mayoría de los vehículos, incluyendo los tráileres y

Al desviarme hacia San Juan del Río, descubrí que había obras en toda la avenida que te lleva desde la carretera México – Querétaro hasta la salida hacia Tequisquiapan. Medité que ello siempre representa algún riesgo, porque ya alguna vez en un tramo de reparación, se me ponchó una llanta de la BMW R1150GS por un clavote usado en la cimbra de las banquetas y olvidado sobre el pavimento, amén de los hoyos, grava suelta, alambres, pedazos de madera y postes fuera de sitio que te puedes encontrar cuando pasas por una zona de obra. Así es que hubo una desviación que no implicó mucho problema ni pérdida de tiempo, y ningún incidente. Al llegar a Tequisquiapan pasé de largo, pues aunque tenía intenciones de detenerme a tomar un café, no quise entrar al centro, y no encontré una cafetería durante mi paso por la avenida que luego se convierte en la carretera. Sólo había algunos puestos de tacos abiertos. 33


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Pasé Ezequiel Montes cuando eran como las 9:45 y me detuve en las Cavas Freixenet, porque sabía que había visitas guiadas, pero la primera se realizaría hasta las 11:30 horas y decidí no esperar hasta esa hora. Seguí adelante y llegué a Cadereyta y me encontré con una cafetería. Allí me tomé mi café con leche y un poco más adelante, dentro del mismo pueblo, volví a cargar gasolina. Aunque sé que allí existe un invernadero gigantesco de cactus que se llama Quinta Schmoll, no me detuve a visitarlo. La carretera entre san Juan del Río y Cadereyta está buena en términos generales. Algunos topes al pasar por las poblaciones, pero bastante largos y no muy altos, por lo que la moto no pegó en ninguno. Los automovilistas que viajaban por esa zona fueron muy amables, porque en cuanto me veían por sus espejos, se arrimaban a la derecha invitándome a rebasarlos y el piso lo encontré en muy buenas condiciones. Es un tramo de rectas largas con pocas curvas y se puede rebasar el tráfico muy fácilmente. El paisaje está compuesto por llanuras con pocas elevaciones (salvo la zona donde está la Peña Bernal misma que se visualiza hacia la izquierda de mi ruta). Hay parques industriales, sembradíos, fraccionamientos residenciales nuevos y viejos y algunos balnearios, uno de ellos tiene el nombre de Fidel Velazquez, por lo que supongo que ha de ser administrado por algún sindicato.

La carretera la ves por delante y por detrás de ti y piensas…… que bárbaro!!!. Ya estoy en el otro monte!!…..¿A poco por allí abajo es por donde pasé???......

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Una vez que salí de Cadereyta, el paisaje se convirtió en un desierto en toda la extensión de la palabra. La sequedad y la aridez aumentaba en la medida que avanzaba, y el último pueblo que se pasa antes de llegar a la sierra se llama Vizarrón. Allí el piso está empedrado como con piedras de mármol y los topes no tienen una buena arquitectura, por lo que si pasas rápido (cosa que no les recomiendo por el empedrado) la moto puede pegar. Después de ese poblado, solo desierto y montañas; desierto de personas, de autos, autobuses y camiones de carga, de pueblos, de plantas, de animales visibles. O sea, lo que observas es una planicie muy árida, donde no hay signos de vida más que algunas plantas pequeñas del desierto, que no llegan a ser ni siquiera las típicas cactáceas a las que estamos acostumbrados. Es un horizonte marcado por unas montañas blancas. Sales de Vizarrón y todavía la carretera es recta, pero conforme avanzas y te acercas a las montañas comienzas a entrar en una zona de curvas enlazadas unas con otras y que cada vez se van haciendo más cortas y cerradas. Es justamente cuando te acercas a la cadena montañosa cuando empiezan las curvas, y es por allí cuando enfrentas la desviación a la derecha hacia San Joaquín (de seguirte derecho, tomas dirección a Jalpan). Y es cuando entras ya de lleno en la sierra y en las curvas. El paisaje, a pesar de ser desértico es maravilloso. La carretera la ves por delante y por detrás de ti y piensas…… que bárbaro!!!. Ya estoy en el otro monte!!…..¿A poco por allí abajo es por donde pasé???...... No manches ¿y esa carretera que se ve en el otro cerro tan arriba será la continuación de esta????……. No pues si fue. Curva tras curva. Paisajes verdaderamente extraordinarios. El piso y los trazados están muy buenos. Se ve que es una carretera que fue construida en épocas recientes, pues aunque las curvas estaban muy cerradas, sus 34


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pendientes estaban en la inclinación correcta, por lo que en todo este trayecto no tuve ningún susto.

Me dieron algunas recomendaciones y me advirtieron que el tramo que me faltaba por recorrer hasta Jalpan tiene más de 500 curvas (en la mother… yo no creí que fueran tantas) Así, circulando entre montañas, mientras pasas el paisaje desértico en un abrir y cerrar de ojos estás de lleno en una zona de bosque cerrado de pinos, lo que te indica que ya estás cerca del destino, porque llegas a las “Grutas de los Herrera”, ya próximo al poblado de San Joaquín. Al entrar al estacionamiento de las Grutas (si señores: las grutas tienen estacionamiento de cemento, cafetería con baños y locales de artesanías bien construidos) veo que hay un grupo como de 15 personas jóvenes que van saliendo de la visita de la boca de las grutas, junto a un camioncito de pasajeros Mercedes Benz. Y es en ese momento que se me acerca un cuate joven que me dice: eres Gerardo??? UUUUUUUUTA, que sacón de onda!!!!!... Y es que ese cuate trabaja en la Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado de Querétaro, y yo, previo al viaje, lo había consultado por Internet, sin siquiera conocerlo en persona, sobre los atractivos turísticos de la región para recorrerla en moto, y que al verme llegar pensó que era yo el de la mentada consulta. Pero me dice: oye, es que andamos un grupo del gobierno del estado haciendo un viaje de supervisión por los centros turísticos de la Sierra Gorda con la Secretaria de Turismo de Querétaro, y como te vi llegar en la moto, pensé que eras tú. Y entonces le digo yo…….. no, pues sí, soy Gerardo, oye que gusto

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venirte a conocer y a encontrarme contigo aquí. Estuvimos platicando un rato y me presentó a sus compañeros y a la Secretaria de Turismo de esa administración panista (muy buena onda, joven y muy guapa). Me dieron algunas recomendaciones y me advirtieron que el tramo que me faltaba por recorrer hasta Jalpan tiene más de 500 curvas (en la mother….. yo no creí que fueran tantas). Qué casualidad todo esto, ¿no? Lo consideré como un buen augurio de mi viaje. Visité las grutas yo sólo, no había nadie más en ese momento en el interior de esa obscura oquedad subterránea, lo cual disfruté mucho de estar en soledad en un lugar así, en silencio absoluto. Vale la pena recorrerlas porque están muy bonitas las formas que hay dentro y vi el trabajo de otro internauta y motociclista que llamamos Eledé, que fue el contratista de iluminación de ese lugar. Las grutas están muy bien conservadas, por lo que no se ven estalactitas ni estalagmitas rotas; el camino es todo de cemento, con escalones bien construidos y pasamanos en forma, y lo mejor de la infraestructura del lugar, es su iluminación y la vista que se logra con dicha iluminación, la que estaba funcionando en un muy razonable 95%, con un sistema de detectores de movimiento, que al acercarte al punto según avanzas, prenden las lámparas. Si se baja un buen hasta llegar al final de la gruta, y luego el regreso todo es subida (ufffff!!!). Afortunadamente, no son tan grandes como las de Cacahuamilpa, y además creo que estas están muchísimo mejor conservadas. Después llegué al pueblo de San Joaquín y lo atravesé hasta su parte alta, para tomar una terracería en muy buen estado que te lleva, siempre de subida, hasta las ruinas prehispánicas de “Las Ranas”. Allí me asombré de lo bien conservado que está el sitio de los antiguos huastecos y los restos de las pirámides y demás vestigios, pues son de una piedra que parece laja, y 35


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una de las cosas más interesantes, es la magnífica vista que se tiene desde ese punto a los tres o cuatro valles que circundan las ruinas, pues estas se encuentran en un punto muy alto donde se juntan dos montañas bastante altas, por lo que es un lugar de dominio estratégico y de observación de todos los alrededores, con un paisaje realmente extraordinario. Dejé mi moto frente a la caseta del vigilante del sitio y esté último me hizo el favor de guardarme dentro de su caseta‐oficina mi casco, guantes y chamarra, porque ya hacía bastante calorcito. Sólo estaba una familia recorriendo el lugar, por lo que estuve a mis anchas (a mi no me gustan los sitios muy concurridos ni muy ruidosos cuando estoy en contacto con la naturaleza). El pueblo de San Joaquín se siente próspero. Vi un buen de camionetas prácticamente nuevas, las casas todas pintadas, las calles de concreto y bastantes comercios y mucha actividad. Se ve que allí hay dinerito y orden, al punto de que ni parece un típico pueblito mexicano de una sierra. Ya como a las 12:00 o las 13:00 horas salí hacia Jalpan, pero antes cargué gasolina en una estación que está a las afueras del pueblo. Volví a tomar dirección al entronque, que estaba como a unos 31 kms. (eso significa una desviación del camino a Jalpan de alrededor de 62 kms.). Del bosque tupido, otra vez al desierto. Curva tras curva y pendiente tras pendiente, subida tras subida. En eso estaba cuando rebasé una camioneta pick up negra Ford Lobo con unas llantotas mega anchas. No lo debí de haber hecho, porque este cuate que venía más o menos despacio, se pico conmigo y por más que yo le metía, el condenado seguía pegado. Fue hasta que, justo antes de una curva de bajada a la derecha (si, a la derecha), yo, al no tener tráfico en contra y tener buena vista de toda la curva, me abro hacia la izquierda para inmediatamente cortar mejor la curva a la derecha, cuando el imbécil de la camioneta ocupa el carril y me rebasa por la

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derecha (si….. o sea por mi derecha), provocando que yo tuve que frenar fuerte para dejarlo pasar y así poder recuperar mi trayectoria planeada hacia la derecha en línea con la dirección de la curva. Si me alcanzó a sacar un buen… susto. Pensé… ahorita lo emparejo y le miento la madre……Pero en eso alcanzamos dos coches, por lo que rebasé al buey este y me adelanté a los otros dos autos… y pensé… a ver jijo… si puedes rebasar a los dos coches y volverme a alcanzar… y pues no. Así hasta llegar al entronque donde yo tomé dirección a Jalpan. Creo que este imbécil tomó hacia Vizarrón, porque ya no lo vi más. El tramo del entronque hasta Jalpan es de lo más bonito, interesante y sobre todo, retador para un motociclista. Con decirles que hasta tres veces llegué a tocar con la punta de la bota el pavimento, llevando el pié sobre el estribo de la moto y eso que les puedo decir que andando a 30 – 40 ‐ 50 kms. por hora cuando más… Y al igual que en el recorrido a San Joaquín, pasas del desierto al bosque en un abrir y cerrar de ojos. Pero es que por este lado, el recorrido por montañas desérticas es más largo. Y es que no hay pueblos, no ves gente, si acaso te encuentras alguno que otro autobús o camión, pero nada más. Es un momento de soledad, de emoción, de reflexión, de entender y sentir lo pequeño y frágil que se es ante la inmensidad de la naturaleza. Las únicas muestras de civilización son la carretera y algunas bocas de minas, muy pequeñas y lejanas en los lomos de los montes, y eso, porque se ve la escombrera de la tierra que sacaron, pero muy allá. Las cumbres y los valles son impresionantes, porque subes y bajas mucho durante esta zona desértica. Y como no hay plantas al borde del camino ni nada que te impidan ver el paisaje, pues dominas los desfiladeros y las cumbres, y gran parte de la ruta que va siguiendo la carretera, así como las montañas y depresiones

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impresionantes que tienes por delante o las que ya dejaste atrás. Luego pasas el entronque que te lleva a Peñamiller (que nombre tan raro para un pueblo metido en las entrañas del desierto) mismo que yo no tomé, pues mi destino siguiente era Jalpan. Ya dentro del bosque continúan las curvas, cada vez más cerradas, el pavimento bastante bueno, aunque pude observar que en algunas zonas había algo de grava suelta, tanto por el centro del carril como sobre la línea divisoria de los dos carriles y en las orillas de la carretera. Yo creo que es de la misma grava que tiene el pavimento y que con el tráfico se va soltando. Luego, llegas primero a un pueblito maderero que se llama El Madroño (muy pobre y muy aislado) y luego a otro un poco más grande que tiene el nombre de Pinal de Amoles. Ambos pueblos los pasas por sus centros, por lo que te das cuenta de su riqueza o su pobreza y aprecias su tamaño.

Ya como a las 4 de la tarde, llegué a Jalpan. Yo ya estaba en calidad de cadáver, realmente muy cansado. En Pinal de Amoles, ya como a las 3 de la tarde, me detuve a descansar un poco y a comer algo, y lo único que me encontré que pudiera comprar en la miscelánea que está al lado de la carretera fue un pan dulce de la región y un refresco de piña (no había en la miscelánea de otro sabor). El pan dulce lo tenían en una charola metida dentro de una bolsa de plástico transparente como con unas 50 piezas, perfectamente ordenadas en su interior por el tipo de pan que era: cocoles, bísquets, conchas y otros que no sé cómo se llaman. Ello te permitía ver el pan que querías y tomarlo, sin que se expusiera a las moscas o al polvo. Allí estuve

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sentado en la parte de afuera del portal, descansando un rato, comiéndome mi pan y tomándome mi refresco amarillo, en compañía de una señora mayor que atendía la tiendita, viendo a la gente del lugar. Mientras estuve allí, del otro lado de la carretera estaban unos 4 señores en una tienda de materiales echándose unas chelas. También me di cuenta, por las voces que escuchaba, que en la trastienda de la miscelánea estaba una madre tratando de bañar a su hijo pequeño. Tampoco puedo decir que viera gran prosperidad en ese pueblo. Ya como a las 4 de la tarde, llegué a Jalpan. Yo ya estaba en calidad de cadáver, realmente muy cansado. Jalpan es una ciudad pequeña, centro comercial de la zona y cabecera municipal con mucha actividad económica. Las calles están bastante limpias y ordenadas, muchas de las casas con techos de dos aguas y teja roja, en un ambiente de vegetación tropical, donde ya se siente la humedad del Golfo de México, aún cuando el mar tal vez se encuentre a más de 200 kms. de allí. Por el lugar pasa un río, hay un museo regional y está el hotel Misión Jalpan. La temperatura es de calorcito agradable, palmeras, árboles frondosos y pájaros chillones. En el hotel me dieron excelente trato y muy buena tarifa: 380 pesos incluidos el desayuno y los impuestos. Casi enfrente del hotel está la Misión de Jalpan (una de las misiones que estableció por esa zona el padre Fray Junípero Serra por los años del 1750, y que se caracterizan por tener unas fachadas extraordinariamente bellas y muy barrocas, pero que contrastan con un interior franciscano muy austero, por no decir espartano), así es que aproveché para conocer la Misión y el museo. Después me fui a cenar a un restaurante que se llama Las Carretas, como a tres cuadras: Un consomé de pollo con arroz y unas poquitas verduras picadas, y después unas enchiladas 37


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Jalpenses rellenas de queso, servidas con un trozo de cecina, crema, aguacate, cebolla, frijolitos negros y totopos, acompañado todo esto de un par de Coronas súper frías. Después en el hotel, me senté en el restaurante y me tomé otras dos cervezas más. En eso estaba, cuando alrededor de la alberca del hotel se empezó a sentar gente, y cuál fue la sorpresa, que se iba a celebrar la preselección de la próxima reina de las fiestas de Jalpan, por lo que las 8 muchachitas pasaron a desfilar en varias rondas y con distintas ropas, haciéndoles entrevistas en distintos momentos. Parecía un evento de Miss Universo en chiquito, con maestro de ceremonias, jurado y toda la formalidad del caso. Fue bonito y las muchachas verdaderamente hermosas. Después de estar un rato presenciando el evento sentí que ya no podía más, por lo que como a las 9 de la noche les pedí permiso de meter mi moto dentro del hotel, a lo cual accedieron, y me fui a mi cuarto, vi la tele una media hora y quedé dormido como muerto. Para ese momento traía 160 kms. del DF a San Juan del Río (carretera rápida casi con puras rectas), 185 kms, de San Juan del Río a Jalpan y 62 kms. de la desviación a San Joaquín; un total aproximado de 407 kms, de los cuales cerca de 200 kms. fueron de curvas muy cañonas. Sábado 4 de marzo, 6:30 horas (reinicio viaje) Me desperté como a las 6:30, me bañé y bajé a desayunar unos ricos y sanos huevos revueltos muy tiernos con frijolitos, totopos y café. Dejé las alforjas encargadas a las recepcionistas del hotel y sólo cargué con la back pack con el infla llantas, la herramienta, los mapas y la brújula. Después de preguntar para donde se salía hacia Landa de Matamoros arranqué como a las 7:30 para detenerme en una gasolinera a la salida de Jalpan a cargar y a revisar la moto. Después agarré camino

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por unas llanuras de vegetación semitropical que luego se volvieron bosque y otra vez curvas a más no poder hasta Xilitla, ya en el estado de San Luis Potosí. Xilitla está como a 20 kms. después de salir del Edo. de Qro. y entrar en el de S.L.P. y a una distancia de Jalpan cercana a los 110 kms. Los pueblitos que pasas después de abandonar el Estado de Querétaro tienen las calles empedradas y con unos topes muy altos en mala onda, por lo que hay que pasar muy despacito. Al llegar a Xilitla como a las 9:00, encontré un restaurantito–miscelánea ubicado al lado de la Cruz Roja, donde pedí un café con leche y aproveché para preguntar dónde estaban las construcciones de Edward James. Desde esa miscelánea, se alcanzaba a ver el lugar a lo lejos, en la falda del monte que se encuentra por detrás de la misma miscelánea, y justamente desde ese punto sale una calle que luego se convierte en terracería en buen estado, aunque un poco pedregosa en las curvas, siempre de subida, que llega a las ruinas de Edward James, lugar que también se conoce como “Las Pozas”, a donde llegué como a las 9:30. Qué lugar tan más extraordinario y loco es ese paraje. Parece que te encuentras dentro de una de las pinturas de Escher (Pintor holandés de lo imposible de nombre Maurits Cornelis Escher 1898‐ 1972). Los que no conozcan el lugar de Edward James o “Las Pozas” imagínense un lugar en la falda de un monte, con una vegetación tupida y selvática con palmeras, musgo, enredaderas, lianas, árboles muy altos, todo en subida o en bajada con unos senderos y escaleras perfectamente construidos, donde se encuentran sembradas edificaciones que no tienen un sentido práctico o racional, todo ello enmarcado por unas cascadas y unas pozas donde se puede uno bañar. Un verdadero paraíso escondido y remoto, con una obra de arte levantada en cemento y varillas consistente en escaleras que no llevan a ningún sitio; puertas que 38


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no conectan nada; flores y plantas gigantes de concreto y diversas edificaciones más. Verdaderamente valió la pena la visita. Allí contraté a un guía que me explico la vida y la historia del escocés Edward James, promotor y artista del surrealismo, quien al parecer era hijo de una bastarda de un rey inglés (ello explica el cuantioso dinero gastado en un capricho como ese, que hoy queda para nuestra admiración y deleite). Abandoné Xilitla como a las 11:00, no sin antes volver a cargar gasolina. Mi siguiente destino, ya de regreso hacia Jalpan, era un pueblo en el bosque que se llama El Madroño (es otro diferente del que se encuentra antes de llegar a Jalpan), donde hay fósiles marinos (sí señores…….. en plena montaña, quien sabe a cuantos metros sobre el nivel del mar, pero creo que a muchos) a donde llegué como a las 11:30 horas. Fue una parada pequeña en tiempo. El

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lugar lo identificas cuando ves desde un costado de la carretera, después de pasar el caserío del pueblito, una tierra roja que aparece desgajada del monte por el lado izquierdo de la carretera, en el que aparecen en medio de esa tierra unas rocas. Paré mi moto y al no haber nadie por allí, caminé por el costado de una cerca, hasta que había una abertura grande por la misma y pude entrar al sitio. Una vez que te acercas a las rocas que emergen de la tierra roja, puedes percatarte que son rocas formadas por fósiles, y allí ves conchas y algunos esqueletos de peces que quedaron grabados en dichas piedras. Ello, me habían explicado en el hotel de Jalpan, es porque en la ultra prehistoria de la tierra, esa zona había sido mar, y después, en algún momento emergió, trayéndonos para nuestro asombro y curiosidad esa maravilla.

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El siguiente sitio a visitar antes de llegar a Jalpan es Landa de Matamoros, lugar donde hay otra de las misiones del Padre Serra. Allí me detuve a visitar la misión y me tomé un café hecho con granos de la misma zona, en una cafetería y tienda de artesanía regionales, que está al lado de la presidencia municipal. Este pueblo se ve también bastante próspero, y a la gente se le ve cierto nivel de riqueza. Después pasé por Jalpan como a las 12:30, atravesándolo y continuando hasta Concá. La carretera buena, sin ningún incidente que contar. En Concá, aparte de la misión que también es muy bonita, se encuentra un hotel llamado Misión Concá. Allí me detuve y pase a darme un baño de temazcal y un masaje. El hotelito se encuentra en medio de los campos, aislado del pueblo. Es muy bonito y recogido, y está como para irse a pasar unos días tranquilo, acompañado de la señora y tener una segunda o tercera luna de miel. Entiendo que cerca de allí se encuentra el Sótano del Barro, que tiene 400 metros de profundidad, y que es un lugar donde se crían y resguardan parvadas gigantescas de loros y donde si tienes suerte puedes ver guacamayas. Yo no llegué hasta allí por el escaso tiempo que traía. Luego de Concá retome el camino de regreso a Jalpan, pero me detuve en un lugar que se llama las Juntas, en un pueblo de nombre Ayutla. Allí se unen dos ríos, uno de agua fría y el otro de agua caliente. Se puede uno bañar en el lugar. Yo sólo paré para admirar el paisaje y ver la juntura de esos ríos que parece un i griega (Y). Luego continué para recoger mis alforjas del hotel, y de inmediato retornar hacia Tequisquiapan, a donde llegué como a las 19:00 horas, para buscar un hotel, cenar y descansar. O sea que hice ese día como 220 kms. Jalpan – Xilitla – Jalpan, más 62 Jalpan – Concá – Jalpan, más Jalpan ‐ Tequisquiapan 155kms., o sea un total en el día de 437 kms.

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El hotel donde encontré lugar y donde me quedé es el Hotel Las Cavas. No me pareció una cosa del otro mundo, más bien me pareció muy caro, pero como venía muy cansado, y eso de andar buscando hotel en calles empedradas y de noche no me gusta mucho, y menos después del kilometraje y la cantidad de curvas que ya traía, pues decidí quedarme allí y cenar allí también. La cena buena, un caldo tlalpeño, una carne tampiqueña y un flan, y como en Tequisquiapan promueven los vinos de la zona, me encontré con que ofrecían un vino hecho por Freixenet a 100 pesos la botella, misma que me refiné yo sólo, después de lo cual me fui a dormir como un auténtico bebé. Domingo 5 de marzo, 7:00 horas Me levanté, me bañé, desayuné como a las 7 de la mañana (aquí pagué 780 pesos por la noche y por el desayuno, impuestos incluidos, la cena y el vino aparte), dejé preparadas mis cosas y mi ropa ya empacada en las alforjas, y salí a la calle para tomar un taxi que me llevara al centro del pueblo. La idea era comprarle algo a mi esposa, pero me encuentro que todavía está todo cerrado; todo es todo. Así mientras tanto, aprovecho y me meto a misa de 9:00 para dar gracias a Dios por haberme permitido conocer tantos lugares, y haberme concedido la gracia de haber hecho todo ese recorrido hasta ese punto con bien, sin averías ni contratiempos, y pedirle que me cuide en el tramo que me falta. Salgo de misa y ya habían abierto algunos cafecitos, por lo que me siento en uno de ellos que da a la plaza, de nombre italiano, y pido un exprés cortado. Sorpresa, me cobran 28 pesos. Bueno, ya ni pa donde hacerse. Tequisquiapan se ha convertido en un lugar caro, y su oferta turística y su atractivo ya no es exactamente lo que fue. Ahora en los hoteles, hasta te piden que cuides el 40


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agua, cuando ello era una de los puntos de interés, pues había hoteles con tinas romanas en cada cuarto, que se llenaban con agua muy caliente proveniente de manantiales. Estoy de acuerdo en que hay que cuidar el agua, pero eso de las tinas romanas, fue algo que a mi todavía me tocó vivir y disfrutar. Bueno, después de dar algunas vueltas por los puestos y las tiendas establecidas, y de terminar comprando unos aretes que me gustaron para mi esposa en las artesanías del centro, tomé otro taxi

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(10 pesos este y 10 pesos el anterior) y regresé al hotel, para entregar mi cuarto, cargar la moto y emprender el regreso a la Ciudad de México a las 12:00 horas en punto. Un recorrido en el día de unos 190 kms. Pasé la caseta de Tepotzotlán como a las 13:30 y llegué sano y salvo a mi casa como a las 2:00, después de tres días prácticamente subido en la moto al menos 8 horas por día y de recorrer más de 1,000 kms. (1,034 kilómetros para ser exacto) de planicies y rectas largas y sobre todo de sierras intrincadas y curvas entrelazadas y muy cerradas.

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Bicentenario y Centenario La orientación temática del Número 3 es el Bicentenario del Inicio de la Guerra de Independencia Mexicana y el Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana. A continuación se presentan artículos que si bien no hablan de los héroes de la manera clásica que conocemos: Viva Hidalgo, Viva La Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, Viva Morelos, Viva Allende, Viva Madero, Viva Villa, Viva Zapata y todos los demás, sí se presentan héroes tal vez desconocidos pero que lo mismo contribuyen con su esfuerzo, valentía y amor a su bandera, a construir día con día eso que llamamos La Patria.

Homenaje a los Niños Héroes Paco Olvera La tarea. “Composición en 3 cuartillas, para entregar el 12 de Septiembre. No se vale hacer copia del libro de texto, tienen que investigar en otros libros y escribirlo con sus propias palabras”. Ese podía haber sido el apunte en mi cuaderno de tareas de la escuela primaria, en fechas del “mes de la Patria”, y la mejor composición sería leída en acto cívico, ante la presencia de todo el “alumnado”. ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐

¡Juan Escutia! ¡Murió por la Patria! ¡Agustín Melgar! ¡Murió por la Patria! ¡Juan de la Barrera! ¡Murió por la Patria! ¡Fernando Montes de Oca! ¡Murió por la Patria! ¡Vicente Suárez! ¡Murió por la Patria! Francisco Márquez ¡Murió por la Patria!

Se escuchaba el grito en el patio de la escuela, a imitación de los que escuchábamos de los cadetes en las ceremonias de televisión y se sentía una emoción que hasta ese momento era diferente de lo que habíamos aprendido, algo que cerraba la garganta, no era como el cariño a los papas o a tus hermanos, ni siquiera a los tíos o a los amigos de la

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familia: eran “héroes”, habían ofrendado su vida por su país y además ¡eran niños!

En mi escuela (por motivos que no conozco y que nunca he analizado), aún siendo de “monjas”, el uniforme de gala tenía corte militar, pantalón blanco, saco negro y quepis con el escudo de la escuela. Había una banda de guerra y ellos, dependiendo de su “grado”, tenían “golpes” en las mangas (en la escuela les decíamos así a esas “marcas de fieltro con bolitas”), que indicaban si era el sargento de cornetas, de tambores o de toda la banda. Para completar el cuadro, al final de año otorgaban medallas, de aplicación, conducta, puntualidad y aseo. Aunque estas imágenes militares fueran más bien como una escenografía de opereta, para mí no era difícil imaginar a un grupo de estos muchachos con uniformes, quepis y medallas, sosteniendo un fusil y verlos caer en el Castillo de Chapultepec, y sentía feo que alguien pudiera tener el valor de matar a unos niños, y me daba miedo pensar qué hubiera hecho yo si con mi uniforme hubiera tenido un fusil y hubiera tenido que disparar contra el invasor, ¿me hubiera dado miedo?, seguramente, ¿hubiera cumplido con “mi deber”?, tal vez, ¿hubiera huido?, muy probablemente: se me cerraba la garganta, pero no sólo por admiración al valor de estos jóvenes

Homenaje a los Niños Héroes

héroes, sino porque pensaba que tal vez yo no hubiese podido cumplir con la Patria, como nos enseñaban que estos niños habían hecho, y me daba pena de sentir lo que sentía, me daba pena también que alguien supiera que “a lo mejor”, a mí me hubiera dado miedo. Todo para que ahora me salgan con que no existieron. De mis clases de la primaria también me acuerdo de Narciso Mendoza “el Niño Artillero”, que disparó un cañón en el sitio de Cuautla en la guerra de Independencia, del que pa’ no variar, las reseñas actuales dudan que haya hecho tal disparo, aunque algunas referencias indican que sí existió, y ese registro quedó asentado porque la fue a hacer de pex porque quería cierta retribución por sus “servicios a la patria” (una carta en el Archivo General de la Nación dirigida a Juan N. Almonte). Lo chistoso es que yo me seguía imaginando a un chavito güerito, niño bien como la mayoría de mi escuela, con su saco y corbata negros, su pantalón blanco y su quepis, todo limpiecito prendiendo la mecha del cañón con una antorcha, provocando, acto seguido, una huida desorganizada de aterrorizados enemigos (adultos, vale la pena aclarar); por otro lado no había sangre ni muerte, no era algo “feo” ser héroe, era como la patrulla del sargento Saunders en “Combate”.

“¡Ay, mi capitán! un caso desgraciado, esa pierna se hubiese podido salvar si no la hubiera forzado tanto”… “¡chin!, le cortaron la pata porque tenía que ir a avisar, qué güevos, le valió madre, no se rajó”.

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Homenaje a los Niños Héroes

estudiantes de las secundarias federales usaban uniforma caqui, que incluso tenía cuartelera, por lo que cuando se mencionaba al tamborcillo sardo, nosotros pensábamos en un chavo de la secundaria federal y no a un nativo de Cerdeña; de hecho, aunque he encontrado en los diccionarios que en México así se refiere a los militares sin graduación, también así se describe a los toros con pelaje blanco y rojizo, tal vez alguien quiso ofender a los soldados equiparándolos con los mencionados astados, haciendo referencia al color de sus uniformes, no lo sé.

¿Dónde hay Héroes? En mis tiempos, en donde la oferta de programas de televisión era poca, las películas sólo las podíamos ver en el cine y cambiaban solamente cada ocho días, y no había tales maravillas como las videocaseteras; a falta de esto, en la escuela la maestras nos leían algunos relatos que Edmundo de Amicis incluyó en su libro “Corazón: diario de un niño”, lecturas que constituían un “premio” al cierre de la jornada escolar, sí y solo sí, nos habíamos portado bien. De estos relatos recuerdo especialmente el de “El tamborcillo Sardo”, que narraba la historia de un muchacho que tocaba el tambor, el cual es enviado a pedir refuerzos para liberar a un grupo de soldados. Cabe mencionar, que para nosotros “sardo” era una apelativo muy ofensivo con el que se hacía referencia a los soldados rasos, y en aquel entonces, los

En fin, para nosotros tenía sentido que un sardo fuera un militar, y el relato menciona el tamborcillo como diminutivo para hacer hincapié que se trataba de un muchacho. Cuando al fin liberado del cerco, el capitán a cargo y sus hombres llegan al hospital de campaña en busca de un oficial herido, descubre que el tamborcillo se encuentra herido, que le han amputado una pierna y el relato, en dramática conveniencia, hace hablar a un médico que dice algo así como: “¡Ay, mi capitán! un caso desgraciado, esa pierna se hubiese podido salvar si no la hubiera forzado tanto”. En ese momento nuestras mentes infantiles en sus primeras cuitas en el arte de la inferencia, nos provocaban un vacío en el estómago y nos hacía pensar: “¡chin!, le cortaron la pata porque tenía que ir a avisar, qué güevos, le valió madre, no se rajó”. Y el remate, 44


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luego de dejarnos con la “guardia baja” de don Edmundo, venía con la descripción del cuadro final: “casi sin darse cuenta el capitán se quitó el quepis, y el tamborcillo exclamó, ¡qué hace capitán,! ¿es por mí?, a lo que el capitán respondió, yo no soy más que un capitán, tú ¡eres un héroe!”. A ver quién era el wey que con esto no entendía qué cosa era un héroe. También de don Edmundo nos contaban “El pequeño escribiente Florentino”, que era otro chavito que no dormía en las noches para ayudar a su papá a hacer el trabajo, le empezaba ir mal en la escuela y por supuesto que no “se rajaba”, el relato nos llevaba también a un extremo de la desesperación, haciendo que nuestro incipiente, pero muy puro sentido de la justicia se sintiera contrariado; afortunadamente en esas historias, aún nos tocaba oír finales felices y el pequeño escribiente era restablecido en su heroicidad del niño que, en la única razón excusable para ir mal en la escuela, se metía una friega fenomenal para sacar adelante a su familia. No, pos nomás no estaba fácil eso de ser héroe. Caldo de cultivo para Héroes. Para completar nuestra galaxia de “Niños Héroes”, me acuerdo que las “madres” (¿es cierto que allí les enseñan puras madres? no, no es cierto, también Gramática, Español, Historia), cada año proyectaban una “joya cinematográfica” de los tiempos del franquismo, seguro ya se imaginaron, y ¡le atinaron!, ni más ni menos, que “Marcelino, Pan y Vino”.

“Manuel, ¿cómo son las madres?”, y comenzaba el chantaje, las dudosas lecciones de una moral masoquista…

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Escena de Marcelino, Pan y Vino

Antes de hablar de don Marcelino, me tomaré el atrevimiento de describir un ritual previo a la su exhibición, que nos resultaba muy emocionante. La rutina anual era avisar que habría función de cine, en el salón de “hasta arriba”, el Salón de Actos, donde se hacían las juntas plenarias de la sociedad de padres de familia. Este salón no estaba en los circuitos de la planta baja o del primer piso (este último todo rodeado con barandales), lugares a los cuales podríamos tener acceso en alguna caminata durante el recreo o para ir al baño, y si te equivocabas o te “desorientabas”, podrías desviar tu ruta sin cruzar los límites de lo “creíble” y visitar esos lugares sin recibir una reprimenda de alguna madre. No, este lugar era diferente: la única forma de tener acceso a él era si te tocaba ir a ver una película, recibir alguna plática o acompañar a tus papás a una junta; aún las juntas de padres de familia podían tener su encanto, pues aunque los motivos por los que te llevaban casi siempre eran para recibir un regaño, esto se compensaba con el chance de ir al salón de las maravillas y que te compraran una rebanada de rollo de piña o brazo de gitano, pasteles que preparaban algunas hacendosas mamás y te vendían “los de la sociedad de padres”, a un precio que, a decir de mi mamá, 45


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era un robo. Regreso a la rutina anual de “Marcelino, Pan y Vino”. Nos mandaban un aviso impreso en “mimeógrafo”, con letras moradas, en papel “Revolución” y con olor a alcohol, en el cual se indicaba el costo de la función; si pal’ colmo había que pagar, y ya se imaginarán a mi jefa, en fin. Al otro día llevábamos la lana, a los pocos que no la llevaban, aunque fuera por la teórica convicción de preferir no ver la película, se les daba con “magnanimidad”, la oportunidad de llevar el dinero después; sin darte cuenta, cuando no participabas en esos eventos, cruzabas una línea invisible, que te hacía diferente a los demás niños de esa escuela, cosa que, con la crueldad típica de los infantes, al hacer notar esta situación a los transgresores, te dejaba claro que no era algo que quisieras para ti. Perdón por tanta digresión. Llegaba el día de la función, de la que le tocaba a tu salón, porque no cabíamos todos. A la hora pactada, a una indicación de la madre, nos poníamos todos de pie junto a nuestras bancas, salíamos en formación, de dos en dos y nos dirigíamos a la escalera que llevaba al segundo piso; todos íbamos sonrientes. Si te encontrabas a otro salón que confluyera en la escalera, la formación se rompía, pero aún con calma y con orden subíamos la escalera, desde la ventana se veía el primer espectáculo: la casa de enfrente tenía una alberca, como en las películas de Mauricio Garcés, azul, azul, rodeada por un montón de pasto verde, bien cortadito. Esto era todo un espectáculo por sí mismo, era como asomarte a otro planeta para muchos de nosotros, que vivíamos en casas viejas remodeladas, acogedoras tal vez, pero carentes de estos beneficios arquitectónicos modernos que dan un gran terreno y mucha lana; no importaba que tus papás te dijeran que en Tulancingo hacía tanto frío que una alberca no se podía usar para nada, se veía muy padre.

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… sólo me alegro de haber estado en una escuela de religiosas, y no de religiosos, sin más comentarios, para que sigan ejercitando su capacidad para la inferencia… Al fin llegábamos al Salón de Actos, era tan grande como dos o tres de los salones de clase juntos, ya estaba cubierto con unas cortinas de terciopelo moradas, que lo obscurecían favoreciendo la proyección de la película. Si alcanzabas lugar al frente, te tocaba en sillas individuales o en bancas en desuso. Si te tocaba atrás, eran largas bancas de madera café, un tanto desvencijadas donde podían sentarse unos 10 o 20 niños uno junto a otro, y la bronca era que, con uno que se estuviera moviendo como “chinicuil en comal cliente”, ya no ponías atención a la película. Se apagaban las luces, el motor del proyector que ya estaba en marcha, completaba ahora su magia al encenderse el poderoso foco que permitía plasmar la imagen en el muro blanco bien revocado para que se viera “parejita”, y comenzaba la función. “Manuel, ¿cómo son las madres?”, y comenzaba el chantaje, las dudosas lecciones de una moral masoquista de sufrir en la tierra para ganar el cielo, de que ser un niño bueno era obedecer siempre, aún si la obediencia te llevaba a la muerte. “Entonces, si voy contigo, ¿podré ver a mi madre?”, nuevamente nuestra incipiente capacidad de inferencia era manipulada, pero a veces, los resultados laterales eran indeseables: para ser un buen niño, ¿me tengo que morir?, ¿quién le dice a uno en qué momento debe parar el sacrificio?, ¿me tengo que aguantar de todo? En este punto, sólo me alegro de haber estado en una escuela de religiosas, y no 46


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de religiosos, sin más comentarios, para que sigan ejercitando su capacidad para la inferencia. Pues en este caldo de cultivo, el único lugar donde un chamaco podía encontrar algo de heroicidad era en la práctica de los deportes, los partiditos de futbol a la hora del recreo, donde en pleno cemento y muchas veces con pantalón corto, se jugaba con entrega, con ganas de sobresalir, donde los héroes quedaban con las rodillas escarapeladas, con sangre y se rompían los pantalones o el suéter, pero los héroes no lloraban, no pues que va, se soportaba el dolor de las heridas y el miedo a los regaños al llegar a casa. Pero eso no era suficiente, parecía que había que esperar a la próxima guerra, a poder hacer un sacrificio nocturno para salvar la chamba de papá (lo cual estaba cabrón cuando mamá te mandaba a dormir cuando muy a tarde a las 9 de la noche) o, más complejo aún, a que nos hablara el Cristo de madera o la imagen de la virgen de Guadalupe y nos llevara al cielo, siendo niños buenos, la verdad, no se veía por donde. Pues sí, los Niños Héroes salieron a mi paso gracias al deporte, pero de una forma inesperada y que tomó su tiempo.

…aparecieron algunos otros aficionados al beis, que agazapados en las rocas para no ser tachados de locos en una comunidad donde sólo se practicaba futbol, se nos unieron. El “Campeón”. Nacho mi hermano tuvo un gran amigo en la primaria, que por su inteligencia, gran corazón y nobleza, se convirtió en amigo de toda la familia: Arturo “el Campeón” Hernández. Era el mejor

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estudiante de su generación, era el sargento de cornetas de la banda y además jugaba futbol como nadie, por lo cual, aunque su apodo vino como imitación del futbolista de primera división que lo usaba, el Campeón era campeón en todo: el fut, la banda y la escuela; además era bien decente y no decía groserías, entonces igual era campeón con las mamás de todos nosotros, eso sin dejar de mencionar que era a todo dar, no era presumido, ni vanidoso, siempre estaba dispuesto a ayudar, un tipazo. Con Arturo teníamos dos gustos en común, que no eran nada comunes en mi pueblo: la cultura y el beisbol. No recuerdo bien, pero el papá o el tío de Arturo había jugado beis en alguna parte en el norte de México, por lo que él tenía un guante y en la casa había varios guantes muy, muy viejos que estaban todos rígidos, tan duros que no se podían ni doblar, pero guantes al fin. Cuando le preguntábamos a mi papá si él había jugado beisbol, nos decía que sí, que le habían enseñado unos venezolanos, a lo que mi mamá siempre replicaba irónicamente que el beisbol sólo era una de las 50 cosas que papá había tomado como afición temporal, pero que en realidad no había practicado “como Dios manda” (no sé si en efecto sólo fueron aficiones temporales, pero en la casa había una bicicleta de carreras muy fina, un visor para buceo a profundidad, un casco blanco de socorrista de la Cruz Roja, escopetas para tiro deportivo y los guantes de beisbol, supongo que en parte le gustarían los deportes y en parte era un bon vivant que andaba en cosas que eran poco usuales en el pueblo). Por esto es que nuestras diversiones, que a muchos les parecían muy snob, eran hablar de cosas sorprendentes (que nosotros llamábamos “cultura”) y jugar beis; por las tardes nos íbamos caminando desde la casa hasta cruzar la “Calzada 5 de Mayo”, allí donde antes era prácticamente el lindero del pueblo, y en los campos del ferrocarril nos poníamos a lanzar bolas para calentar el brazo y batear unas cuantas. 47


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Durante esas idas a jugar aparecieron algunos otros aficionados al beis, que agazapados en las rocas para no ser tachados de locos en una comunidad donde sólo se practicaba futbol, se nos unieron. Algunos eran chavos cuyos papás habían jugado beisbol, otros eran señores que lo habían practicado, en muchos casos la afición estaba relacionada con el ferrocarril, pues entre los ferrocarrileros estaban los que habían viajado a otras partes del país y los que de otras partes habían venido a vivir al pueblo. Pronto descubrimos otra veta de jugadores, los que tenían familiares que trabajaban en Cd. Sahagún, que no era más que un isomorfismo del mismo fenómeno: gente que había vivido o era de estados del norte o de la costa donde habían aprendido el beisbol en aquellos lares. Seguimos jugando y aprendiendo, pero claramente no había ni cercanamente la masa crítica para formar no digamos una liga, sino un par de equipos, todas eran cascaritas, pero al menos, con el paso del tiempo, la cosa mejoró un poco, pues Nacho recibió en navidad un guante moderno que con el tiempo yo heredé cuando él se compró con sus ahorros uno guante “Palomares”, y se nos unieron algunos otros amigos y compañeros y por lo menos ya podíamos jugar regularmente entre nosotros dos veces por semana.

¿Sería una leyenda creada para subirnos el ánimo? ¿O de verdad existieron tales niños míticos que les ganaron a los gringos al beisbol? La búsqueda. Arturo era un gran lector, y siempre sabía montones de datos e información sorprendente acerca de muchas cosas, de la Segunda Guerra

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Mundial, de historia, de ciencia, de música (su papá tenía una muy impresionante colección de LPs), y desde luego, de beisbol. Fue en una de estas charlas “cultas”, donde entre los datos sorprendentes que Arturo mencionó, estaba la “leyenda” de un grupo de niños mexicanos que fueron a Estados Unidos y habían ganado el campeonato mundial de beisbol. Con todo y todo el respeto que le tenía yo al Campeón pensaba: ahora si nos había “cuenteado”, ¿cómo va a ser posible que un grupo de mexicanos vaya con los gringos, y de la nada les gane al deporte que mejor juegan? Para ese momento, también yo había aprendido más de beisbol, me había comprado mis revistas “Hit” de Tony Morales, había escuchado las transmisiones de los “Diablos Rojos” del México con Oscar el “Rápido” Esquivel y con todo ello ya había aprendido varios hechos que, al menos a la luz de lo que había aprendido, eran incontrovertibles: 1) El beisbol es un juego muy chingón, en el que a pesar de ser físico, la inteligencia cuenta (para un muchacho endeble y chaparrito como yo, al menos en aquel entonces, eso era importante) 2) El beisbol se había inventado en Estados Unidos y ellos tuvieron, han tenido y tienen los mejores jugadores de beisbol 3) Hay otros países como Cuba, Venezuela, Puerto Rico y Dominicana que juegan mejor que en México y aún ellos no pueden ganar (sólo en ocasiones aisladas) 4) Los bateadores más de la Liga Mexicana, eran gringos (con honrosas excepciones como Héctor Espino y Nelson Barrera) 5) Las Ligas Mayores tienen el mejor beisbol del mundo y están en Estados Unidos La verdad, me sentía confundido, por un lado el Campeón nunca “echaba” mentiras, por el otro, las revistas y los comentaristas del radio y la tele 48


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tampoco, entonces ¿Cuál era la verdad? ¿Sería una leyenda creada para subirnos el ánimo? ¿O de verdad existieron tales niños míticos que les ganaron a los gringos al beisbol? ¡Sí existen! Una de esas mañanas de vacaciones, en las que los chavos de nuestros tiempos en los que la invención de los “cursos de verano” aún no llegaba a rescatar a las mamás de sus “propios demonios”, estaba dedicado a las labores de investigación, para no tener que decir que estaba de “ixquiqui” (como mi abuela llamaba a los entrometidos), encontré en el cajón del buró de mi papá una infinita fuente de sabiduría. Se trataba de un libro pequeño, que estaba “empastado” con dos grapas en el centro, como las historietas que nos compraba el tío Luis y una portada roja, de cartón delgadito, en la cual se podía leer el título “Libro Deportivo Gillette”. Por cierto, ¿se acuerdan de la canción?: “Para ir bien afeitado, hay que ir bien preparado, ¡con Gillette!, diariamente, ¡con Gillette!; en este punto sería imperdonable no recodar la parodia que hacía Manuel “Loco” Valdez de este “jingle” publicitario: “Para ir al excusado, hay que ir bien preparado, ¡con papel!, diariamente, ¡con papel!”. Pues bien, este librito fue toda una revelación, pues aunque en la portada también decía que eran “datos del deporte en México”, la verdad es que la mayor parte eran registros de records y resultados de atletismo en la olimpiada y en los juegos

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panamericanos, así como del beisbol de las Ligas Mayores. Y como para parecer que yo sabía mucho de algo, comencé a “beberme” algunas estadísticas, de quién había ganado los decatlones, los promedios de bateo de las ligas mayores, sin olvidar algunos records de Alonso Perry con los Diablos Rojos del 56, que dejaba boquiabiertos a muchos adultos, que no sabían de mi “libro secreto” y que fue el motivo por el cual mi hermano Nacho comenzara a hacerme burla llamándome “el maguito” Septién, en alusión al

famoso locutor, pero haciendo sorna del más presuntuoso que útil conocimiento de estos números. En el librito también venían algunas fotos de las “glorias” del deporte de México, entra las que destacaban Humberto Mariles y su caballo “Arete”, con la medalla de oro que ganó en la “Copa de las Naciones” en la olimpiada de Londres 1948, Joaquín Capilla (recientemente trasladado al “Valle de las Calacas”) con sus medallas en Londres 1948, Helsinki en 1952 y Melbourne 1956. Junto a ellos estaban también Luis “Pirata” Fuentes, 49


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Horacio Casarín y Antonio “la Tota” Carbajal del futbol, y en el beisbol estaba desde luego el “gran” Beto Ávila, campeón bateador de 1954 con los Indios de Cleveland del “también grande” Bo Feller (como hubiera dicho el “Mago” Septién), junto con Leo Rodríguez y el “Chile” Gómez. De todos ellos había una pequeña reseña de en qué habían consistido sus logros o sus récords, por eso es que, aún acontecidas sus hazañas en tiempos remotos, podíamos saber de qué se habían tratado.

Nuestra ilusión volvió a renacer cuando mi primo Sergio, que vivía en Tepito, un día llegó con un tesoro: un ejemplar de LIFE con fotos de los “Niños Campeones de Monterrey” Un buen día descubrí que en el centro del librito, venía una foto que abarcaba las dos páginas, en ella se veía a unos niños con uniformes de beisbolistas, en los que en el pecho se alcanzaba a leer “Monterrey”; es curioso que esta foto no saliera a mi encuentro inmediatamente, pues “brincaba” de un lado a otro de las páginas, viendo records y datos de mundos distantes y emocionantes. Aquel día que le puse atención, no estaba seguro de que mis conclusiones fueran correctas, por lo que fui a consultarlo con Nacho: en forma inmediata nos fuimos a la casa del Campeón. Sí, allí estaba, la prueba fehaciente de que habían existido los “Niños Beisbolistas de Monterrey Campeones Mundiales Infantiles”,

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como decía el pie de foto; era increíble, eso nos llenó de gozo. El papá y el tío del Campeón nos dijeron, ¡ya ven, sí existen! Ese día nos contaron que hasta habían salido sus fotos en los periódicos, pero como ya habrán adivinado, no teníamos ninguno a la mano. Y en ese momento pensamos que teníamos un ejemplo qué seguir, unos verdaderos Niños Héroes; estos no se murieron y fueron ¡campeones del mundo! Pero la realidad es que, fuera de esa foto, no teníamos mayores pruebas de la existencia de nuestros ejemplares chamacos, nadie más tenía datos, nombres o fechas. Durante un par de años, íbamos a jugar “ratón”, a hacer pichadas, lanzamientos y a batear “rolas” y “flies” y cuando se podía, nos enfrentábamos a cuanta temible escuadra beisbolística se nos atravesaba, pero la verdad es que lo más que aprendíamos era lo que podíamos enseñarnos entre nosotros mismos y lo que veíamos en la tele. Nuestra ilusión volvió a renacer cuando mi primo Sergio, que vivía en Tepito, un día llegó con un tesoro: un ejemplar de LIFE con fotos de los “Niños Campeones de Monterrey”, en un artículo llamado “Los campeoncitos ven mundo”. En esas fotos nos veíamos con ellos, viendo la estatua de la Libertad, imitando a Roy Campanella o a Duke Snider, junto con el presidente Eisenhower o junto al presidente Ruiz Cortines. Al fin supimos que el pitcher de la escuadra era Ángel Macías, que de inmediato sobrepasó a Juan Escutia, Agustín Melgar o a otros, porque de él había fotos y él hacía algo que nosotros sí podíamos intentar. Y hasta allí había llegado mi información y mi ilusión de ser un campeón mundial del beisbol.

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La espera. Crecí, fui a la Universidad y aunque allí aún jugué algunas veces, nunca pasó de algo recreativo y los Niños Campeones se fueron perdiendo en mis recuerdos, a tal punto que cuando lo contaba a algunos amigos, se me quedaban viendo como si les contara que hace tiempo una buena parte de Estados Unidos había sido territorio mexicano, o más aún, como si fuera una ficción creada en la mente de un chavo que venía de un pueblo donde ni siquiera se jugaba beisbol. En una de las noches

de insomnio y estudio de ese periodo, como otras veces, prendí la tele para ver qué había (en realidad para distraerme y no dormirme); mientras le cambiaba de canal, paré en una película en blanco y negro, donde se veía a un chavo que abría un refrigerador y miraba sorprendido su contenido, el cual tenía leche embotellada, un pastel y otras cosas que no se distinguían bien, al parecer esta imagen le era deprimente, pero por supuesto que con quince segundos de película no alcancé a entender. Continué viendo la película y me “cayó el

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veinte”, debía ser Ángel Macías y los campeoncitos de Monterrey, vi una parte más de la película, donde ganaban un juego, pero no pude continuarla viendo pues tenía que estudiar, y en aquel entonces qué esperanza de poder consultar la programación en algún canal de la tele y desde luego que nosotros no comprábamos el Tele Guía. El consuelo es que era una prueba más de la existencia de los Niños Campeones de Monterrey, pero no obtuve mucho más información.

Sentí una emoción que me estremeció todo el cuerpo, un nudo en la garganta, mariposas en el estómago y se me “vidriaron” los ojos… Desde los hechos que les relato de mi infancia en los años 70, el recuerdo de los Campeones de Monterrey se había quedado como una anécdota curiosa, solamente algo más que sorprendente. Tuvieron que pasar más de 20 años, para que, un día que salíamos del cine, vi un cartel que anunciaba una película, ni siquiera hice por leer lo que en él decía, porque mi mirada se quedó fija en la foto; era un grupo de niños con uniformes de beisbol, que levantaban a uno de ellos en hombros, en el cual se podía leer, con una tipografía que me resulto muy familiar, el nombre del equipo “Monterrey”. Sentí 51


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una emoción que me estremeció todo el cuerpo, un nudo en la garganta, mariposas en el estómago y se me “vidriaron” los ojos, y le dije a Conchita muy lento pero fuerte “Los Niños Campeones de Monterrey”. ¡Qué emoción! Al fin alguien se había ocupado de hacer una película (diferente de aquella que vi en blanco y negro pero que ya se me había olvidado), ya iba a conocer más detalles de estos niños, aún a riesgo de una versión muy Hollywoodesca, pero eso es mejor que nada. El verdadero descubrimiento. A los pocos días de ver el cartel de la película estaba husmeando entre los libros y revistas de un restaurant de la cadena de los 3 Tecolotes, cuando repentinamente se me apareció un libro con el que, al igual que el cartel de la película, lo primero que pude “decodificar” fue la foto: un niño cargado en hombros y el nombre del uniforme que junto con su tipografía había permanecido enterradas muchos años en mi memoria y ahora habían aparecido dos veces en menos de una semana: “Monterrey”. Sin pensarlo dos veces compré el libro y me dispuse a que al fin, después de tenerlos como héroes durante más de 30 años, supiera algo de su historia, de sus vidas y de sus hazañas. Antes de comenzar el libro comencé por revisar todo lo que decía en la portada, la contra portada y hasta el lomo del libro. Varias cosas captaron mi atención, la primera fue el hecho de que el autor fuera gringo, un caballero de nombre William Winokur, que me llevó a pensar en forma inmediata: “¡Chingao! ¡Ni escribir de estos chavos fue algo que pudiera hacer un mexicano, los pocos héroes que tenemos y nos madruga un gringo!” El título del libro “El juego perfecto”, aunque ese nombre sugiere una cosa muy clara para cualquier aficionado al beis, no tenía la menor idea de por qué podía llamarse así. Además de esto, fue muy

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fácil identificar que uno de los comentarios incluidos en la contraportada para recomendar la lectura del libro es de Carlos Slim, de quien me quedan claras dos cosas: es millonario y le gusta el beisbol; entonces puede que sea un libro interesante. A leer el libro, la sorpresa no pudo haber sido mayor, ¡en verdad se trataba de unos Niños Héroes! Durante su lectura aprendí cosas que me sorprendieron y me emocionaron, y sin que esto sea un ejercicio de cursilería y lugares comunes, me llevaron hasta las lagrimas. Es momento de mostrarles la tarea que la maestra pidió de los Niños Héroes, la cual hice como una lista de puntos “de lo que me gustó” del libro: 1) Se trataba de un grupo de chavos que vivían en un barrio muy humilde de Monterrey, habitado mayormente por familias de obreros 2) Estos niños tuvieron contacto con el beisbol gracias al padrecito de la iglesia que, para apartarlos de “la vagancia”, los ponía a escuchar los partidos de los Dodgers en el radio; nunca habían visto un juego verdadero antes de eso 3) Cuando Ángel Macías, quien era el pitcher y uno de los más animados, se topa por mera casualidad con César Faz, que resultó que no solo sabía de beis, sino que había estado en el staff de un equipo de grandes ligas 4) Que cuando los chavos comienzan a aprender y a entrenar con Faz, resulta tan difícil que estaban a punto de “aventar el arpa” 5) Se enteran que había juegos de beisbol entre niños, en Estados Unidos y convencen al Padre Esteban y a César Faz que los lleven a jugar allá, “aunque sea un juego, pero de a de veras, con uniformes y todo” 6) De manera casi milagrosa se consiguen patrocinios para uniformes y se prepara al 52


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equipo para ir a jugar un único juego: la verdad, no se veía futuro para más. Mal comidos, mal vestidos y sin dinero, logran reunir apenas para el pasaje 7) Cuando llegan a la frontera casi los regresan, y luego de muchas peripecias cruzan el puente, de allí caminan 20 kilómetros para llegar a McAllen, Texas, para tener su partido 8) Lo más probable era que perdieran, pero ¡comenzaron a ganar!, tuvieron que pedir en la calle para sus pasajes, vivían gracias a gente que los hospedaba y alimentaba por simpatía; hay fotos donde se les ve entrenando en calzoncillos porque tenían que lavar su único uniforme 9) No sólo ganaron más de un juego, sino que llegaron a la final y ganaron, pero no sólo ganaron, el triunfo se logró con un ¡juego perfecto que lanzó Ángel Macías!, el único que se ha registrado hasta ahora en la historia de las series mundiales infantiles

Esto no pretende ser la reseña del libro, pues para quienes les emocione el beisbol o los relatos verdaderos de triunfo, gloria y heroicidad, lo encontrarán mucho más emocionante que esta pequeña lista preparada para cumplir con la tarea, pero espero que de ella entiendan ustedes que aunque sin información alguna, había tenido la suerte de elegir a los Niños Héroes correctos en mi infancia, que mas allá de lo que yo pensaba, de lo “padre” que había sido jugar así de bien y ser campeón, se habían sobrepuesto a una serie de condiciones adversas comenzando desde sus humildes condiciones hasta el hecho de que en este país esperamos tener héroes y campeones, pero nadie los prepara, nadie los busca y que cuando surgen, sólo es por obra de empeño personal y un chorro de suerte. Como ejemplos adicionales tenemos al equipo de futbol que fue campeón mundial de Cannes en 1975, donde jugó Hugo Sánchez, Víctor Rangel, Héctor Tapia y otros que lo lograron en “la sombra”, solitos con sus entrenadores, pero en cuanto ganaron, pos la fama, la publicidad y el apapacho excesivo echaron a perder a la mayoría y nuevamente dejaron claro que es una obra del esfuerzo personal y la casualidad; al menos a ellos les pagaron los boletos y el entrenador la Federación Mexicana de Futbol. Me emocionó a tal grado la lectura de este libro, que le escribí una carta a su autor, a mi más puro estilo de mandar cartas a todos lados, con esa audacia que me permitió ganarme un libro del buzo Ramón Bravo en un programa de televisión e inscribir mi nombre en el “Álbum de Oro del Tío Gamboín” (los más jóvenes y aquellos que no son mexicanos podrán darse una idea de qué les hablo si exploran el Internet). Me tomo el atrevimiento de transcribir un fragmento, para sólo auto‐plagiar la emoción de ese momento.

Debo comenzar a hablar acerca de su libro, la verdad, tenía mucho de no leer algo que me 53


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emocionara tanto, que realmente me pareciera que se estaba recreando la historia otra vez, a tal grado que, a veces sentía que si dejaba de leer, los muchachos iban a perder el juego por mi culpa, por no dar el siguiente esfuerzo y seguir leyendo; en la parte de su relato en la que describe a los papás y vecinos sentados en el campo de beisbol, escuchando como se recreaba el juego, primero pensé “que candor, que inocencia”, pero luego me quedó claro: ¡yo era uno de ellos! Exactamente de la misma forma, estaba sintiendo la angustia, la alegría, el cansancio. También creo que fue fácil identificarse con el manager Faz, que no era aceptado por los americanos ni por los mexicanos, alguien que es bueno pero que su éxito se ve empañado por prejuicios raciales o de clases sociales; el señor Faz representa a muchos mexicanos que si creen que somos capaces de hacer las cosas bien, a nivel de cualquiera en el mundo, pero que a veces son nuestros propios compatriotas y compañeros los que no lo creen. Aprendí de su libro que muchas veces, debe venir alguien de fuera, para entendernos, o describirnos fríamente sin dejar detalles a un lado, pues a veces ese “entendimiento”, es lo que hace que olvidemos detalles o que los pasemos por alto, por pena o por vergüenza, como a veces algunos niños se afrentan por el oficio o el trabajo de sus padres frente a sus compañeros de la escuela. Aprendí también, que estos muchachos eran de la cepa de lo que de verdad es México, ellos no tenían ningún contacto con nada fuera de Monterrey, no les daba pena no saber inglés y se regocijaban aprendiendo cosas sin pena de preguntar; es duro ver a los jóvenes de mi generación y de las posteriores pretender que

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siempre hemos entendido inglés, o tenido avances de tecnología o de vida diaria igual que al otro lado de la frontera norte, ahora nos da mucha pena ser “rancheros”, todos quieren ser modernos, pretendemos haber olvidado nuestras raíces como comer chilaquiles, tomar tequila o escuchar música de mariachi. En lo referente a su libro, quiero agradecerle que haya hecho una investigación tan detallada, para entender de donde vinieron y como llegaron a ese punto maravilloso de ganar la serie mundial infantil, que para algunos niños de mi generación, fue una inspiración, que nos hizo adorar un deporte que no se juega mucho en México y que en algunos lugares era (o tal vez es) virtualmente desconocido. Gracias los testimonios de los protagonistas o de sus parientes que siguen vivos y gracias por identificar un episodio de heroicidad en una historia que para algunos resultaría muy sencilla, poco trascendente y fácil de olvidar.

Aprendí también, que estos muchachos eran de la cepa de lo que de verdad es México. Y nuevamente tuve suerte, pues igual que cuando el Tío Gamboín puso mi foto en el álbum de oro, en esa ocasión recibí respuesta a mi carta por parte de William Winokur, el autor. Luego de la respuesta a mi carta no he podido comunicarme más con él, por lo que no me sentiría cómodo reproduciendo su correo sin una autorización explícita, pero lo que les puedo “platicar” es que me dice que la emocionó mucho la carta, que no solo es “gringo”, como indiqué en mi carta, sino que es judío, por lo que es digno de mencionar que procuró mostrar 54


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gran respeto por la cultura mexicana y católica. Supongo que a muchos no les parecerá posible que un “gringo” pueda hacer esto, yo opino que lo logró, pero cada cabeza es un mundo. Caray, no sé qué opinen a estas alturas, pero yo creo que los “Niños Campeones de Monterrey” son unos auténticos “Niños Héroes”, pues sobreponiéndose a un entrono totalmente adverso, en un deporte que no conocían, en una cultura que no premia el esfuerzo, en donde es

más fácil (y aceptable) darse por vencido que triunfar, lo lograron. Nosotros no fuimos niños héroes, pero tuvimos la ilusión de que existían, aunque no tuviéramos pruebas de ellos, aunque nadie había recopilado su epopeya, o sus fotos o escrito un poema épico a sus logros; no nos dimos por vencidos y creímos en ellos, aunque parecían no existir, fueron nuestra inspiración y podrían ser la de miles de niños en México, a quienes seguimos educando en la medianía, en el conformismo y en

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el miedo. Cuando vi las fotos del “LIFE” en mi juventud, yo sólo veía a los niños beisbolistas y me emocionaba mucho. Ahora que las vi de nuevo, noté algo que antes no: en la foto donde Ángel practica fuera de su casa, sólo él y otro niño traen zapatos; ni hablar, héroes, héroes. ¿Ya no hay Héroes? Por otro lado, a nuestros Niños Héroes de Chapultepec también nos los quieren quitar, que dicen que no existen, que no hay pruebas concretas de su existencia, que Juan Escutia no se enredó con la bandera. Y mi pregunta es ¿existe más Mickey Mouse que Juan de la Barrera?, ¿el que no haya pruebas de su existencia material impide que Cantinflas nos haga reír en el “Ahí está el detalle”?, porque el que existió fue Mario Moreno, pero ¿Cantinflas? Como dice Alex, la existencia de un personaje lo dicta el hecho de de que sea factible, de que sus cuitas sean celebradas por un mundo de admiradores, a quienes les inspire, les emocione y despierte en ellos cariño y respeto. Cuando iba en sexto año, nuestro premio de fin de cursos fue un paseo a la Capirucha, al DeFe; las dos paradas principales eran la Basílica de Guadalupe y el Bosque de 55


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Chapultepec; en ambos casos asistí con fervor. En el primero a ver si la virgencita me curaba la rodilla y aunque el motivo oficial de la visita a Chapultepec era al Zoológico y a echar desmadre, no pude evitar mirar desde abajo del Castillo y pensar ¿por dónde se habrá arrojado Juan Escutia? ¿Cómo habrá quedado tendido en las piedras? ¡No, pos sí estaba grueso el chavo! ¡Mis respetos! Cuántas calles se llaman Vicente Suárez, Agustín Melgar, Francisco Márquez o Fernando Montes de Oca, eso sin mencionar los billetes que se han impreso.

para cerrar, los Niños Héroes de Monterrey, que con su audacia y entrega lograron algo que nadie creía posible y que aún ahora, es más celebrado y reconocido por los Goliat derrotados que por los David incrédulos que muy poco sabemos de ellos. ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐

Cuántos amigos y compañeros no “se enredan en la bandera” para resolver una situación todos los días. Cuántos mexicanos que fuimos educados en la existencia de los Niños Héroes de Chapultepec no recreamos en los salones de clases sus gestas épicas. Tal vez no fueron de carne y hueso, pero de que existen, existen, ¡como chingaos no! Durante todas las meditaciones y recuerdos a los que recurrí para escribir este sencillo homenaje, me fui dando cuenta de montones de Niños Héroes, como mi amigo el “Campeón”, que además de ser estudioso, inteligente y buen amigo, logró salir adelante gracias a las becas escolares que le permitieron triunfar contra un medio adverso. Los Niños Héroes en las escuelas que triunfan a pesar de ser educados en conceptos retrógrados y torcidos. Los Niños Héroes de Chapultepec, que se imponen con su audacia y valor a los historiadores que ahora los combaten desde alevosa posición. Y

¡Ángel Macías! ¡Ganó por la Patria! ¡Enrique Suárez! ¡Ganó por la Patria! ¡Pepe Maíz! ¡Ganó por la Patria! ¡Norberto Villareal! ¡Ganó por la Patria! ¡Baltasar Charles! ¡Ganó por la Patria! ¡Ricardo Treviño! ¡Ganó por la Patria! ¡Fidel Ruiz! ¡Ganó por la Patria! ¡Gerardo González! ¡Ganó por la Patria! ¡Chuy Contreras! ¡Ganó por la Patria! ¡Mario Ontiveros! ¡Ganó por la Patria! ¡Roberto Mendiola! ¡Ganó por la Patria! ¡Alfonso Cortez! ¡Ganó por la Patria! ¡Francisco Aguilar! ¡Ganó por la Patria! ¡Rafael Estrello! ¡Ganó por la Patria! ¡César Faz! ¡Ganó por la Patria! ¡José González! ¡Ganó por la Patria! ¡Lucky Haskins! ¡Ganó por nuestra Patria!

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Epílogo. Muy sencillo. Sí tenemos Niños Héroes, los que fueron creados para que incrementemos nuestro amor a la patria, ya tienen existencia propia. Nos corresponde educar a nuestra niñez no en un espíritu de sacrificio estéril que sólo puede terminar en la muerte, sino de dedicación y actitud de campeones, que los puede llevar a alturas y lugares inimaginables, con la ayuda de todos nuestros Niños Héroes, tal y como lo hicieron los entrenadores del Equipo César Faz, José González Torres y el norteamericano Harold “Lucky” Haskins, quienes luego de entrenar, apoyar y acompañar a estos niños, hicieron una contribución muy significativa al beisbol infantil de Monterrey.

Homenaje a los Niños Héroes

Por cierto: aún no he visto la película de los Niños Campeones de Monterrey, espero que esté buena. Epílogo del epílogo. Ahora que buscaba información de los Niños Campeones, encontré muchas referencias en la Internet, incluso segmentos de la película que “encontré” en la tele en una noche de desvelo para estudiar; se me formó “un hueco en el estómago”: que sorprendente que en la actualidad se cuente con medios tan poderosos para hallar información, y por otro lado, lo arcaico e increíble que les parecerá a los chamacos de hoy en día, las peripecias por las que tuve que pasar para averiguar acerca de mis héroes. Espero que la disponibilidad de información contribuya a la

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difusión de este ejemplo de logro deportivo, y sirva como incentivo a la fundación de verdaderos programas para “sembrar” y cultivar generaciones de atletas desde la infancia. Bibliografía y Referencias “Libro deportivo Gillette. Datos de los principales deportes en México” Editado por Antonio Andére Cía. Impresora y Litográfica Juventud, S.A. México D.F., 1958

Ed. Font, 2ª Edición México, Octubre 2009 (Este libro aún no le he podido leer, espero hacerlo pronto) “Los Pequeños gigantes” Fragmento de la película. Allí se puede ver a Ángel Macías, Fidel Ruiz, César Faz, “Lucky Haskins” y a Chuy Contreras entre otros. http://www.youtube.com/watch?v=qLh_F_B8TWU

“Life en Español. Volumen 10, Número 8” Time Incorporated Nueva York, 7 de Octubre de 1957

“Niños Campeones 1957. The Perfect game” Documental de los niños campeones que tiene muchas escenas de la misma película. http://www.youtube.com/watch?v=8HA2LopHV54

“El Juego Perfecto” W. William Winokur Ed. Grijalbo, 1ª Edición México, Julio 2008

“Pequeños Gigantes, 1957” Reportaje del grupo Reforma, donde aparecen los protagonistas 50 años después. http://www.youtube.com/watch?v=9Zz5R‐fkXjE

“Los Pequeños Gigantes” César L. Faz

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La Batalla de Camarón y/o Ya se chingó la Francia Técnica: Relato al alimón. Collage de platicadas históricas sobre la mesa. Autores: Pedro Flores y Paco Olvera 1. En el año de 1966 o 67, en Culiacán Rosales, estando en clases en la escuela primaria Dr. Ruperto L. Paliza, nos avisó nuestra maestra que al día siguiente saldríamos a la acera de Francisco I. Madero a saludar unas banderas históricas que la República Francesa había devuelto al estado Mexicano y estaban siendo llevadas por todo el país para rendirles honores antes de colocarlas en algún lugar del altar de la patria. Esas banderas habían sido tomadas por el ejército francés como trofeo de guerra en diversas batallas durante su segunda invasión a nuestro país. Si algo nos enseñaron nuestros maestros de primaria fue un inmenso orgullo por nuestra historia, tal vez cercano a la sensiblería; desde esa época no puedo escuchar el Himno Nacional o hacer honores a nuestra Bandera sin sentir que en la piel, el pecho y la garganta se me acumula una emoción que podría llamarse una expresión corporal del “amor a la patria”. Lo curioso es que entre los compañeros de clase comentábamos esos episodios de heroísmo que tanto nos enorgullecían sin el menor asomo de pena por mostrar un lado sensible, cosa que sí era motivo de choteo si se comentaban otras asignaturas como español o aritmética y geometría: de creído no te bajaban. Pero nuestra historia no, no se choteaba, nos hacía sentir mexicanos, valiosos, especiales, elegidos por Dios para escribir con su dedo, en el cielo, nuestro eterno destino. Al siguiente día, muy ordenados, salimos todos a formarnos y esperar el desfile militar que inició con

una banda interpretando el Himno Nacional mientras la banda de guerra ejecutaba el Toque de Bandera. Después, fueron pasando las banderas devueltas, descoloridas por el tiempo pero llenas de historia y de heroísmo. He aquí una de ellas.

Bandera del 1er Regimiento de Caballería de Durango. Estandarte de raso de seda verde, blanca y roja de dos vistas con fleco de gusanillo metálico. Porta la leyenda 1er Regto. de Caballa. de Durango, bordado con hilos de oro. Por escudo lleva un águila bordada también con canutillo de oro. Fue devuelto por el gobierno de Francia, mide 49.5x79x60 cms. y data de 1862.1863.

Durante el homenaje yo no podía quitarme de la cabeza la imagen de los mexicanos de aquella época, peleando en lucha desigual contra el ejército más poderoso del mundo hasta exhalar el último aliento en aras de esa patria de suelo profanado por la planta de un extraño enemigo. Pero lo más doloroso era que, una vez vencidos, les habían sido arrebatadas las banderas, símbolo de su identidad, y tomadas secuestradas como botín de guerra. Ahora que regresaban a su suelo, estábamos todos felices de darles la bienvenida. El acto terminó con el Himno Nacional cantado con más sentimiento que nunca antes. 59


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La historia de los primeros años de México independiente es la historia de sus invasiones y las luchas internas que dividieron nuestro país y que, tristemente, aún no terminan (Ya no más de tus hijos la sangre/se derrame en contienda de hermanos; /sólo encuentre el acero en sus manos/quien tu nombre sagrado insultó.) Pero el invasor está condenado a ser derrotado porque no le asiste la razón; tarde o temprano las circunstancias han de cambiar y el invasor será vencido y expulsado con deshonor. Nunca había meditado de donde viene la frase “¡Ya se chingó la Francia!”, y aunque alguna vez pensé que estaba relacionada con su derrota en la Segunda Guerra mundial, es más probable que este decir del dominio popular venga de los tiempos de la intervención Francesa. En fin, la verdad es que de todas las intervenciones e invasiones, españoles, gringos o franceses, estos últimos son los que, al menos a mí, me causaban menos rabia, de esa rabia tonta y resentida que nos enseñaban al mismo tiempo de la historia patria, una rabia por algo que era inevitable por partida doble: por haber ocurrido en el pasado, y porque era producto de las condiciones reinantes en el momento, para una república pobre, débil y mal gobernada. Más que historia, nos enseñaban rabia, derrotismo y una renuncia a mejorar el presente, por haber sido “hijo” de un pasado, que

La Batalla de Camarón y/o Ya se chingó la Francia

de “haber sido diferente”, nos permitiría ser los mejores, ser ricos sin trabajar, como resultado de una herencia gloriosa que nuestros antepasados “no supieron cuidar”, que nos da derecho a ser indolentes y a fallar de la misma forma. Todo eso salpicado con algunas fechas, lugares y nombres. 2. Estábamos en la colonia Condesa Alex, Paco y yo tomando un vino tinto, cuando Paco nos comentó que su amiga Vilka le había hecho un relato: Imagínate que vas de viaje comisionado a tocar con la banda militar a la que perteneces, a un acto internacional donde asistirán destacados representantes de los gobiernos de México y Francia. No sabes bien a bien de qué trata el acto ni el homenaje en el que participarás tocando los himnos de ambas naciones y marchas militares. 30 de abril. El convoy militar sale de la Ciudad de México hacia Veracruz. Pasa la Ciudad de Córdoba en dirección a la carretera de Paso del Macho pasando las poblaciones de Potrero Nuevo, Atoyac, Paso del Macho y 15 minutos después llega a su destino, la ciudad de Camarón de Tejeda, que fue un antiguo pueblo totonaca llamado Temaxcal. Antiguamente existía allí una hacienda llamada Hacienda de Camarón, nombre que recibió debido al árbol llamado "Cáscara de Camarón", que crece en esa región. Al acto asisten el Ministro de la Defensa de la República de Francia, Hervé Morin, el Gobernador Fidel Herrera Beltrán y el Secretario de Marina, Almirante Francisco Saynez. La invitación oficial al acto decía que el motivo era "para recordar a los soldados caídos en la Batalla de Camarón".

30 de abril de 2010. ¿Legionarios franceses en Veracruz?

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¿Batalla de Camarón? ¿Qué pasó allí y cuando? En las noticias no había aparecido nada en esos días.

de la República Francesa que recibieron la autorización del Senado de la República para estar presentes en el acto con armas de grueso calibre. Así, de golpe, sientes que hay un trozo de historia patria que te conmueve. Te das cuenta de que estás en un sitio sagrado. Necesitas conocer más de eso.

Soldados mexicanos, al lado de los franceses.

En la ceremonia se interpretan los himnos de México y Francia, después se depositan ofrendas florales, acompañadas de guardia de honor y de un toque de silencio. En el discurso oficial, el secretario de Marina mexicano mencionó la “loable actitud de los combatientes franceses, quienes hicieron gala de su acendrado espíritu de cuerpo al no abandonar a sus heridos ni los cuerpos sin vida de sus compañeros de armas. Los valores que los mantuvieron en pie hasta el último instante, los hace dignos de admiración y respeto”. Prometió que México continuará honrando a sus héroes, a los que al ofrecer sus vidas por el país "legaron con su gran ejemplo, el digno reconocimiento del propio enemigo". El Ministro de la Defensa de la República de Francia, Hervé Morin, dijo que "el hecho es un acto heroico para Francia, nuestros soldados fueron hombres fuera de lo común, nos sentimos conmovidos en este pueblo, aún podemos sentir la batalla de nuestros hombres jurando luchar hasta la muerte antes que rendirse". También participaron en el homenaje 80 soldados pertenecientes a la Legión Extranjera del Ejército

Mausoleo en Camarón de Tejeda, Ver.

¿Qué ocurrió en Camarón el jueves 30 de abril de 1863? Las menciones a los franceses y la guerra en México, comenzaron por la “Guerra de los Pasteles”. La manera como nos lo contaban en el salón de clases era que en una bronca callejera o en algún tumulto, se habían destruido la pastelería (y los pasteles) de un francés que vivía en México. Como el gobierno mexicano no quería pagar los daños, Francia envió una flota a Veracruz, bombardeando y desembarcando en el puerto. Al parecer, los franceses se retiraron cuando México aceptó pagarle al pastelero. Era fácil de recordar por lo increíble que parecía que dos países entraran en guerra por unos pasteles. La siguiente mención era directamente la intervención relacionada con el segundo Imperio, y con ello la batalla del 5 de Mayo, la celebrada 61


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hazaña del General Ignacio Zaragoza. Lo que al principio no entendía era, ¿pero si ganamos, porqué perdimos? Los nombres de los Generales Forey y Lorencéz (así es como los recuerdo de mis lecciones de primaria), estaban relacionados con batallas en las que México terminó por perder la guerra. Después la tenacidad de Benito Juárez, en una oficina itinerante, montada en un carreta, lograron al fin de mucho tesón (y armas norteamericanas, pero eso no nos lo enseñaban), derrotar al enemigo y lanzarlo al mar.

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3. Sólo como antecedente hay que recordar que en 1861 y debido a la situación económica tan difícil que vivía nuestro país por las guerras internas entre liberales y conservadores, el presidente Don Benito Juárez había decretado la suspensión de pagos de la inmensa deuda externa mexicana. España, Gran Bretaña y Francia, acreedores afectados por la medida, formaron una alianza en Octubre de 1861, para protestar contra las políticas económicas mexicanas y exigir el pago de la deuda. Con la lógica del avaro, para presionar enviaron una expedición armada que arribó a Veracruz en Enero de 1862. El gobierno mexicano explicó a los amenazantes las complicaciones económicas del país tratando de convencerlos de que la suspensión de las deudas era algo transitorio. Para los gobiernos de España y Gran Bretaña la explicación fue suficiente y zarparon de Veracruz de regreso a sus países. Sólo las tropas francesas se negaron a retirarse, pues Napoleón III tenía intenciones de instaurar una monarquía títere en México desde la que planeaba apoyar a los confederados en la Guerra Civil Estadounidense y disminuir radicalmente el poder de Estados Unidos en la región.

Una Comisión de “patriotas” viaja a Europa a ofrecer el “imperio mejicano” a un miembro de casa real en busca de un trono. Maximiliano de Habsburgo acepta solemnemente acatar la voluntad del pueblo.

¿Monarquía de nuevo en México? Nunca faltan los timoratos que creen que los mexicanos no tenemos capacidad de gobernarnos por nosotros mismos y que lo que se necesita es una mano fuerte y noble que nos trate como menores de edad y nos diga qué hacer; alguien bien nacido y educado para gobernar, bendecido por Dios. Pues bien, en aquella época el sentimiento derrotista era más fuerte. Entre 1860 y 1861, se formó una comisión de “patriotas” encabezada por José María Gutiérrez de Estrada, José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar y Juan Nepomuceno Almonte, quienes fueron a rogar a Napoleón III que iniciara una nueva intervención en México para implantar una monarquía. Después de recibir la aprobación al traidor proyecto, fueron en busca de un personaje 62


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real a quien ofrecerle la corona del “imperio mejicano”. Entre las características del perfil del puesto de emperador buscado era que el candidato fuera católico. Encontraron en Maximiliano de Habsburgo al candidato ideal, apoyado por los sueños de poder y lujo de su esposa Carlota Amalia. Protegido por el ejército invasor, Juan Nepomuceno Almonte, desconociendo al presidente Juárez, tomó el mando del gobierno conservador para favorecer la intervención francesa que iniciaba la marcha al altiplano con el fin de apoderarse de la capital. Entre los cultos, sabios y platicadores del pueblo, siempre decían que camino a Pahuatlán, se habían perseguido y derrotado a algunas tropas que huyeron en desbandada de la batalla del 5 de Mayo, pero que algunos lograron esconderse y sobrevivir. Esta parte se contaba en forma pícara, dejando dar a entender que las muchachas de los pueblos fueron las que protegieron a los “juidos”, porque estaban guapos, y maliciosamente se decía que por eso había tanta gente de “ojo azul” por aquellos rumbos. 4. Como parte de la logística militar de la invasión, había varios destacamentos franceses que se movilizaban estratégicamente por nuestro territorio. Un problema a resolver era la distribución de provisiones y, muy importante, la paga de los soldados. El 29 de abril de 1863 salió del puerto de Veracruz un convoy francés compuesto por 64 carretas con la misión de llevar víveres, material de sitio y 3 millones en oro para pagar a las tropas sitiadoras. A fin de proteger el convoy de posibles ataques, dada la importancia estratégica del cargamento, el

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Coronel Pierre Joseph Jeanningros, al mando del Regimiento Extranjero, envió a la 3a Compañía a explorar los accesos al poblado de Palo Verde antes de la llegada del convoy. Sesenta y dos soldados de infantería y tres oficiales de dicha unidad perteneciente a la Legión extranjera francesa, fueron enviados al encuentro del convoy, en las primeras horas del 30 de abril. Ese tipo de trabajos era encomendado con frecuencia a los legionarios, enviándolos a tareas en lugares insalubres, calurosos y de pesado transito, pues no eran bien vistos por el resto del ejército francés por tratarse de mercenarios.

Esta parte se contaba en forma pícara, dejando dar a entender que las muchachas de los pueblos fueron las que protegieron a los “juidos”, porque estaban guapos, y maliciosamente se decía que por eso había tanta gente de “ojo azul” por aquellos rumbos. Encabezando la compañía extranjera estaba el capitán Jean D’ Anjou, el subteniente Napoleón Vilain y el subteniente Clemente Maudet; más 62 legionarios, así como por mercenarios alemanes, suizos, belgas, daneses, italianos, españoles y franceses. Las fuerzas militares mexicanas que seguían la marcha del convoy estaban bajo las órdenes del coronel Francisco de Paula Milán y se habían establecido en La Joya, a 6 Km., al norte de Camarón. Se formaban por 1200 infantes y 800 jinetes pertenecientes a los batallones «Independencia», «Guardia I Nacional de Xalapa», «Zamora» y «Córdoba». 63


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Coronel Francisco de Paula Milán.

Capitán Jean Danjou.

El Capitán Danjou acababa de cumplir 35 años y ya era un veterano con más de diez años en la Legión. Cuando contaba con 25 años tuvo un desgraciado percance; accidentalmente se le disparó un fusil hiriéndole gravemente la mano izquierda y se la tuvieron que amputar. Sin embargo, tuvo la fuerza de carácter para decidir continuar en la milicia. Mandó hacer una mano de madera con articulaciones en cada dedo y se la fijaba del muñón del brazo con una faja de cuero.

A la una salió la columna de 65 hombres, atravesaron la barranca de Payo Ancho y a las 5:30, al amanecer, ya se encontraban cerca de la ranchería de Camarón.

El Coronel Francisco de Paula Milán era el Gobernador y Comandante Militar del Estado de Veracruz. Partió a Xalapa el 12 de abril para cortar el Camino Real que viene de Veracruz a Orizaba, al mando de la Brigada del Centro del Estado, compuesta por Nacional de Xalapa, Zamora, Córdoba y lo acompañaban también tropas de los alrededores que se le iban uniendo. En la noche del 29 de abril Danjou reunió a sus oficiales y tropa y ordenó reunirse a media noche para salir a la una de la mañana. Se daría a tomar café a las 23:00 horas y cargarían dos mulas con víveres para día y medio, bidones con agua y armamento habitual y 60 cartuchos por soldado. A la una salió la columna de 65 hombres, atravesaron la barranca de Payo Ancho y a las 5:30, al amanecer, ya se encontraban cerca de la ranchería de Camarón. Al igual que muchas de esas pequeñas poblaciones, Camarón se encontraba semidestruída por la guerra; contaba con unas diez chozas y a unos 300 metros más al este se encontraba la Hacienda de la Trinidad. Esta construcción comprendía dos partes: a la izquierda, la parte que daba al norte, contaba con 12 habitaciones; a la derecha, al sur, el local de la 64


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granja, que constaba de un solo piso y un gran patio cuadrado. Este patio estaba rodeado por un muro de tres metros de alto y dos puertas grandes por el lado oeste. Cuando los legionarios reconocieron el lugar, la hacienda estaba abandonada desde mucho tiempo atrás.

estuvo en Tulancingo el 30 de Agosto de 1864, además que había sido tomada por 200 franceses en agosto 13 de 1861.

Pensaba que era un triste destino para la casa de un emperador, pero el tiempo me demostró que hay cosas peores: la casa fue demolida y ahora es una terminal de camiones “foráneos”…

Al salir de la hacienda se dirigieron a Palo Verde, atravesando primero por un pequeño bosque. Como no se detectaba al enemigo, hicieron un alto para descansar y preparar café. Antes de una hora llegaron unos legionarios señalando que habían divisado unas columnas de polvo, seguramente levantadas por las tropas mexicanas. Danjou de inmediato ordena ¡A las armas! ¡El enemigo! Antes de cinco minutos ya están las tropas legionarias con sus fusiles en mano y listos para dar la batalla. Eran aproximadamente las 8:00 horas de la mañana. Danjou consideró regresar a la hacienda pero prefirió enfrentar a las tropas desde su posición por pensar que presentarían una mejor defensa encubiertos por la vegetación.

Como parte de las lecciones locales, nos decían que Maximiliano de Habsburgo había visitado Tulancingo, y que se había hospedado en la misma casa en la que en su momento se había alojado también Agustín de Iturbide, haciendo que este inmueble hubiese alojado a los dos emperadores que tuvo México. La casa estaba en la esquina de Libertad y Cuauhtémoc, y en mis tiempos de estudiante quedaba justo al frente de la secundaria donde estudié; se podía ver desde el salón, y para ese entonces, la casa había sido dividida para formar una vecindad. Pensaba que era un triste destino para la casa de un emperador, pero el tiempo me demostró que hay cosas peores: la casa fue demolida y ahora es una terminal de camiones “foráneos”, constituida por una caseta y una barda con tela de “malla ciclónica” con dos entradas. Podemos decir que se borró la monarquía de la faz de Tulancingo. Este hecho lo pude constatar cuando, para hacer la tarea, consulté nuestra referencia por excelencia en asuntos del pueblo, el libro de don Roberto Ocádiz “Tulancingo y sus alrededores”1. En él, se puede constatar que Maximiliano

5.

Columna de legionarios.

Después de un tiempo de no ver al enemigo, deciden regresar a Camarón. Cuando se encuentran a unos 400 metros del caserío observan a unos centenares de metros por el noroeste que viene una tropa de caballería mexicana hacia ellos. El primer reflejo de Danjou fue repeler el ataque y grita ¡A la carga! ¡Tambor! El pequeño sardo llamado Casimir va adelante con sus redobles y la tropa en línea para contraatacar. La caballería se sorprende por el movimiento 65


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defensivo de los legionarios y detienen la carga para evitar el fuego de la fusilería. El jefe del escuadrón mexicano, el oficial Joaquín Jiménez, que ya conoce el número de los legionarios gracias a los servicios de inteligencia de sus tropas, hace un movimiento para dividir en dos secciones su escuadrón. De inmediato Danjou detectó el peligro y ordenó formar un cuadro de defensa. Los oficiales legionarios Maudet y Vilain se dedican a formar la posición de defensa, que consiste en cuatro frentes al mismo tiempo para disparar a la caballería con unos soldados de pie y otros con la rodilla en tierra. Tonel, sargento mayor jala el control de las mulas para colocarlas en el centro del cuadro. Los soldados corren a tomar sus lugares pero los gritos de órdenes espantan a las mulas que se sueltan de las bridas y huyen saltando sobre los soldados que terminan por dejarlas ir para que terminen siendo capturadas por los enemigos. Con el cuadro formado, Danjou ordena no disparar hasta que él lo indicara. Mientras, la caballería los rodeaba a cierta distancia. El comandante Jiménez va avanzando a pequeño trote y al llegar a 60 metros del cuadro de los legionarios ordena el ataque. Los jinetes se dirigen a todo galope al enemigo, con espadas y lanzas en posición de carga. Danjou ordena ¡Fuego! La detonación causa la caída de hombres y caballos y que los demás jinetes se desbanden en desorden por todas direcciones. La caballería retrocede y da un momento de reposo a los soldados del cuadro.

Al subir con algunos legionarios, no pueden creer lo que ven: no cientos sino miles de soldados que ya tenían rodeada la hacienda… Danjou se da cuenta que no podrá sostener su posición de defensa por mucho tiempo y considera

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poner sus tropas bajo un mejor resguardo así que decide abandonar el terreno y dirigir sus soldados hacia la hacienda. El comandante Jiménez reagrupa su escuadrón y da las órdenes para una segunda carga. Los legionarios, que se han movido hacia una cerca de cactus y un pequeño muro, aún conservan su posición de cuadro, sostienen su defensa y hacen retroceder de nuevo a la caballería.

Primera carga de la caballería mexicana.

Aprovechando que las tropas mexicanas estaban reagrupándose a la distancia, Danjou ordena ¡Todos a la hacienda! Corriendo a toda velocidad alcanzan a llegar al muro de lado oeste, donde están las dos grandes puertas, logrando ingresar todos hasta el patio. La tropa de inmediato busca abrigo en las esquinas del patio; otros ocupan las recámaras del fondo mientras Danjou se mueve en todas direcciones examinando la situación. Ordena proteger las puertas con troncos y palos de los techos derrumbados para formar una barricada. En la parte sur coloca otra escuadra para proteger otra pequeña puerta, por donde podría pasar un acaballo. La parte norte estaba cubierta completamente por las paredes de la casa. A las 9:30 quedó completamente organizada la defensa y sólo se escuchaban tiros esporádicos. Para poder observar los movimientos de las tropas 66


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mexicanas, se ordena al sargento Morzicki que suba al techo a vigilar al enemigo. Al subir con algunos legionarios, no pueden creer lo que ven: no cientos sino miles de soldados que ya tenían rodeada la hacienda; todos con sombrero de ala ancha. Había soldados mexicanos de uniformes grises, otros eran guerrilleros, la mayor parte soldados de línea, pero todos con armas modernas provistas por el gobierno norteamericano. También observan unidades de a pie, ya sin espuelas, que se colocan rodeando el muro.

Con una pronunciación francesa perfecta le dice al sargento: “Nosotros somos más de dos mil y ustedes a lo más sesenta; van a la masacre inútilmente. Ríndanse, dejen las armas.” Allí hubieran terminado las relaciones de Tulancingo y las intervenciones francesas, pero durante mi adolescencia, y con la consecuente exaltación del ego que durante ella se produce, me dio por convertirme en un erudito, y la forma más “efectiva” que encontré de lograrlo fue la lectura, comenzando por algunos libros de la colección “Científica de Time & Life”, pero eso no era suficiente, lo cual me llevó a la enloquecida labor de leer “México a través de los Siglos”2, todo lo que se pudiera saber de historia debía estar allí, no había duda, pero ¡qué locura! Logré leer la mitad de un libro entero, pero la verdad es que, en un momento de sinceridad conmigo mismo, tuve que aceptar que más que leer, “paseaba” la vista sobre el texto, sin entender mucho. Tuve que cambiar a un enfoque más práctico, que me permitiera al menos “parecer” erudito, entonces me dio por el

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tradicional método de leer “los letreritos” debajo de las ilustraciones. Fue esta labor la que me llevó a saber de “Juan B. Ormachea, primer Obispo de la Diócesis de Tulancingo”. Para mí, lo importante es que se mencionaba a Tulancingo, y en el texto circundante, mencionaban que había tenido un “activa participación” en la invitación del Emperador Maximiliano a México. 6. A pesar de que dentro del corral de la hacienda se siente un calor sofocante, Danjou recorre constantemente la zona de defensa. Después de un tiempo, los bidones de agua están completamente vacíos y los soldados empiezan a sufrir sed. Danjou le dice a su ordenanza, Ulrich Konrad, que tome una bolsa donde guarda un vino de reserva, que abra la botella y proporcione un trago a cada soldado. Pasa el tiempo y el ataque no llega. Morzicki ve acercarse a un oficial mexicano con un pañuelo blanco. Este oficial, de 22 años, llamado Ramón Lainé, era egresado del Colegio Militar de Chapultepec e hijo de un francés. Con una pronunciación francesa perfecta le dice al sargento: “Nosotros somos más de dos mil y ustedes a lo más sesenta; van a la masacre inútilmente. Ríndanse, dejen las armas.” Morzicki bajó del techo para informar al capitán, pero Danjou le dice: “Respóndales simplemente que nosotros tenemos cartuchos y no nos rendiremos.” El sargento sube nuevamente al techo y da la respuesta; el oficial Lainé no insiste y se retira. De inmediato reinicia el fuego, que ahora viene de todos lados. Los atacantes mexicanos avanzan en pequeños grupos y son presa fácil de las balas francesas. Danjou hace pasar la voz de que contengan las balas para poder extender la duración de la defensa y aumentar su efectividad 67


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causando la mayor cantidad de bajas posible. Sin embargo, así como van cayendo mexicanos, también van causando bajas a los legionarios. Los atacantes quieren terminar pronto la batalla; escalan muros y por los agujeros de los techos disparan sobre los defensores causando más bajas.

Colocan una piedra a manera de almohada para levantarle la cabeza pero la herida sangra en abundancia y Danjou muere después de unos instantes.

Danjou da la apariencia de estar tranquilo y con sangre fría recorre los puestos de defensa; la lluvia de balas que cruza por el patio parece no preocuparle. Esa actitud de valor da ánimos a la tropa; el capitán les hace prometer a cada uno que defenderán el honor hasta el fin del deber; jurando todos ellos que lo harán hasta la muerte.

Representación de la batalla y vista actual de los restos de la Hacienda de la Trinidad.

Juramento de defender el honor hasta la muerte.

Los atacantes mexicanos van avanzando poco a poco, llegando a ocupar todo el edificio: los defensores legionarios aún están en poder del patio. Danjou intenta atravesar el patio para dirigirse al puesto donde se encuentra Vilain defendiendo las dos puertas. En la mitad de su recorrido cae una lluvia de balas y una de ellas le pega en el pecho. Danjou se tambalea y cae; se toca la herida con su mano de madera. Vilain corre con algunos legionarios para intentar levantarlo.

Alrededor de las 11:00 horas los mexicanos atacan una puerta que da a una pieza donde se encuentra el sargento Tonel con cinco soldados; los mexicanos son catorce y se da una lucha cuerpo a cuerpo con inmensa furia y valor. Al no poder sostenerse, los legionarios salen corriendo al patio. Vilain toma el mando de la compañía a pesar de tener menor antigüedad: Maudet le dio ese honor por ser el oficial normativo de la unidad. La pelea sigue y los mexicanos van avanzando palmo a palmo con gran dificultad a pesar de su ventaja numérica. Tras los muros semidestruidos del patio, los legionarios disparan un fuego muy nutrido por las aberturas del muro logrando abatir muchos 68


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mexicanos. Sin embargo, reconocen que deben reconcentrarse y dirigirse a la planta de las bodegas de uno en uno. Se escucha un toque de corneta y los legionarios se animan al pensar que son tropas francesas de refuerzo que vienen a apoyarles. Sin embargo siguen los toques de tambor y los legionarios se ensombrecen. El reciente interés por las intervenciones francesas renació gracias a la magia de un interesante relato, y por eso quitamos el polvo a nuestro conocimiento de la historia de México, de Francia y de Tulancingo. Fue nuestra querida amiga Vilka, que al “dar parte” de la alucinante historia de la batalla de Camarón, me causó gran emoción, misma que comunique al resto de los amigos de la Condesa (ninguna noble de la corte de Carlota). ¡Cual sería mi sorpresa cuando Pedro, no sólo conocía de la batalla, sino que además recordaba su mención en “Noticias del Imperio”3! De allí nos “arrancamos”, a averiguar cosas y detalles y aprender de Camarón y otras batallas donde nuestros lugares de origen se vieron envueltos la gesta de la liberación de México de la monarquía de Napoleón III. Y tras investigar más del evento, ahorita les diré lo que pasó.

7. La tropa que llegaba era la Infantería Liberal que venía a reforzar a los atacantes. El Coronel Francisco de Paula Milán, junto con su Estado Mayor, había hecho avanzar a marchas forzadas a los Batallones de la Guardia Nacional de Veracruz. Después llega el Batallón de Xalapa, seguido del Batallón de Córdoba. La tropa de Veracruz vestía de azul, la de Xalapa, la mejor vestida, iba con una guerrera azul y pantalón gris; en lugar de sombrero traía quepís con una escarapela y una cubrenuca hasta los hombros. La característica de la mayoría de esas tropas era la improvisación; la disciplina y su entrenamiento dejaban mucho que desear y la dirección no era muy obedecida.

30 de abril de 2010. Legionarios.

Resulta que Juan B. Ormachea, no sólo fue el primer obispo de la diócesis, sino que además formaba parte de la junta de notables que junto con Juan Nepomuceno Almonte y José Mariano Salas formaron la junta de gobierno que tomó el

control del país luego de la escapada de Benito Juárez. Aunque Ormachea era el sustituto del obispo Antonio de Labastida, su papel fue más que “activo” en la intervención, pues fue de los que instrumentaron este intento de monarquía europea. Por otro lado, otro hecho que ratifiqué fue que la derrota de los franceses a manos de los pahuatlecos, no fue en la batalla del 5 de mayo, sino el 28 de enero de 1865, done “derrotaron a 400 franceses y a 380 traidores en el paraje “La Laja”4. También averigüé que, don Luis Ponce, director del hospital de Tulancingo, publicó, durante la intervención francesa, el periódico “El Tábano”5, que a imitación de “El Mosquito”, fundado por don Nicolás Bravo durante la lucha de Independencia, era pequeño pero molesto, como estos insectos.

El sargento Morzicki sube de observador y al ver el escenario lleno de tropas mexicanas comprende que la situación de los pocos legionarios que aún están de pie es insostenible y jamás lograrán vencer. Cuando los atacantes ven al sargento en el techo, el Teniente Lainé se dirige a él y le ordena que se rindan. Morzicki, encolerizado y cubierto de polvo, decide no rendir parte a su superior y, por su 69


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cuenta y riesgo, le grita ¡Merde! Después baja a informar a Vilain de lo sucedido; éste le dice que actuó correctamente y que no se rendirán. Se reanuda el fuego intenso desde todas direcciones. Los legionarios, tratando de conservar la calma y en silencio, mantienen sus puestos, ajustan las miras de sus armas y disparan acertadamente, sin desperdiciar balas. Los atacantes mexicanos van cayendo, se repliegan, cargan sus rifles y atacan de nuevo, Así se va repitiendo un ataque tras otro. A un lado de la casa, a golpes de pico, los mexicanos intentan abrir brechas por el muro y pasar al patio. Derrumban algunas secciones del muro dejando un agujero de unos tres metros. Desde esa posición sus tiros se vuelven muy acertados. Los legionarios que defendían las puertas se encuentran ahora al descubierto y vulnerables. Maudet reorganiza a los soldados de ese puesto de combate en el ángulo sudoeste. Vilain cumple con valentía su posición de comandante; va de puesto en puesto con gran valentía causando gran admiración de sus soldados; al atravesar el patio para apoyar la defensa, como a las 14:00 horas, una bala que viene del edificio lo hiere mortalmente en la frente.

Arrinconados en la hacienda.

El calor, la falta de agua, el polvo levantado por las balas que caen en la tierra y el olor de la sangre y los cadáveres hacen un ambiente asfixiante. Entre

la alfombra de muertos y heridos a los que no se puede dar auxilio se escuchan los quejidos y ruegos al cielo y el zumbar de las moscas. Los legionarios están abandonados a su suerte, sin comida ni agua; la botella de vino que se habían estado turnando para beber unas gotas está casi vacía. La tropa atacante, cansada de luchar contra esos demonios decide emplear un método viejo: llenar el sitio de humo para sofocar a los legionarios. Amontonan paja y trozos de madera y le prenden fuego. El incendio se extiende por todo el techo siguiendo la dirección del aire que viene del norte, invadiendo el patio de humo negro y asfixiante que impide la visibilidad. Cuando después de hora y media el fuego se extingue al acabarse el combustible que lo alimentaba y el humo se disipa, los atacantes han avanzado y tomado posiciones muy favorables. Los legionarios han perdido casi todas las posiciones de defensa, además de numerosos defensores. Los que aún viven continúan batiéndose. Cuando un soldado cae, su vecino busca entre sus ropas las balas que aún pudieran quedarle para continuar disparando. De los datos más inquietantes recién aprendidos, es que al cierre de la tan amarga intervención europea, quienes al final tuvieron presencia en Tulancingo, fueron las tropas de la guardia de la emperatriz Carlota, conocido como el cuerpo expedicionario Belga en México. Vale la pena mencionar que, al parecer de las memorias revisadas en un par de artículos que hablan de esta guardia, fueron reclutados con “falsas promesas” y la aventura completa fue para ellos una decepción, además de que ellos, como tropa combatiente fueron una decepción para sus superiores6. Las tropa Belgas tuvieron su última asignación militar, antes de ser licenciadas por el Emperador, cubriendo desde Tulancingo el flanco de los franceses en su retirada a Veracruz, a promesa de ser ayudados por estos a 70


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repatriarse, cosa que se no se cumplió en forma en forma cabal6,7. 8. Maudet, que ha tomado el mando, grita dando órdenes para guiar al combate lo que queda de la tropa. Alrededor de las cinco de la tarde se apodera de la escena una calma silenciosa; los mexicanos se retiran obedeciendo las órdenes de sus superiores. Maudet aprovecha la calma para contar a sus hombres. Por el costado oeste continúa el sargento Maire Morzicki y el cabo André Pinzinger con tres hombres; bajo la cochera en ruinas están los cabos Evariste Berg y Louis Maine con cinco hombres: Leonard, Catteau, Bartholotto, Wensel y Constantin. Al otro lado de la brecha sólo permanecían el cabo Charles Magnin y los soldados Kunassec y Leon Gorski. Esos eran los que quedaban, dieciséis de los sesentaicinco que formaban la 3ª Compañía. Afuera de las ruinas se escuchan voces. Bartholotto, que entiende el español, informa que el Coronel Francisco de Paula Milán está arengando a las tropas mexicanas: les dice que ya sólo quedan unos cuantos, que no los dejen escapar pues sería vergonzoso para ellos siendo tan numerosos; les ofrece recompensas por el Supremo Gobierno. Después de la arenga se escuchó un gran clamor y gritos. Maudet comprendió que el enemigo estaba listo para atacar. Tras el muro, por tercera ocasión se escucha una voz pidiendo su rendición. El silencio es elocuente, nadie en el interior quiere rendirse. El final de la batalla inició con un violento ataque por los cuatro costados. El Cabo Berg queda solo frente a una de las puertas que defendía y ya no tiene cartuchos; es rodeado por los atacantes y, tomado por brazos y piernas, lo sacan como un

La Batlla de Camarón y/o Ya se chingó la Francia

bulto. La entrada es libre y los mexicanos entran corriendo y dando gritos. Desde el ángulo sudoeste los legionarios disparan contra los atacantes haciéndolos regresar y se inicia un nuevo enfrentamiento a tiros. En diez minutos ya hay unos veinte cadáveres amontonados que obstruyen el paso. Vienen nuevos ataques, la entrada de la antigua brecha es forzada; los cabos André Pinzinger y Charles Magnin y los fusileros Hippolyte y Gorski con valor rechazan a los asaltantes que quieren entrar por la brecha. Algunos soldados mexicanos han logrado entrar por las ventanas de la casa y los toman de sorpresa por las espaldas; los legionarios ya sin cartuchos usan las bayonetas y dan la pelea, pero su desventaja numérica hace que vayan cayendo heridos y muertos. Sin embargo, hay una mención interesante a un hecho relacionado con la actuación de los belgas. En sus memorias, el barón Alfred Van der Smissen, que comandaba a la guardia de la Emperatriz, señala que recibió de un indígena mexicano, un mensaje del general francés Osmont, avisándole que le ayudarían a embarcarse luego de cubrir el flanco francés, y esté a su vez, le replicó que se pusiera en contacto con el general republicano Joaquín Martínez. “El objetivo era persuadirlo de que tomara inmediata posesión de Tulancingo y pudiera proteger al pueblo del pillaje que cometerían las numerosas bandas de ladrones que lo circundaban. El comportamiento de la gente durante la ocupación había sido de tal manera ejemplar –recordaba Van der Smissen con tono melancólico– que el pueblo merecía esa consideración”7. Si bien esta mención se hace con suspicacia en cuanto a su autenticidad, hay referencias de dos grupos “delictivos” (no, no me he brincado al siglo 21), que asolaban al valle de Tulancingo desde antes de finalizar la intervención y hasta algún tiempo 71


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después de ella, estos grupos eran “Los Pronunciados” y “Los Plateados”1. 9. Bajo lo que queda de la antigua cochera para los carromatos, están Maudet y seis soldados, detrás de los cadáveres que usan de parapeto. Recargan sus carabinas y siguen causando bajas del lado de los mexicanos. Pero como los atacantes son muy numerosos y han entrado por todos lados, pronto los legionarios son acorralados en su rincón dejándolos listos para el tiro de gracia. Bartholotto es tirado de inmediato; Leonard es herido en el cuello. El cabo Maine está a la izquierda de Maudet y de Morzicki; de repente una bala da en la frente del sargento Morzicki quien cae muerto sobre el hombro de Maine; con sangre fría, Maine busca en la bosa del sargento muerto más cartuchos; sólo encuentra dos y los toma. A las 18:00 horas ya no quedan más que cinco legionarios. Maudet ordena ¡Fuego! Pero sólo se escucha un disparo. Los que quedaron saltan adelante con la bayoneta calada; una descarga de fusilería los recibe y son acribillados. Maudet recibe dos impactos de bala, uno de ellos le destroza la pierna derecha. Los tres restantes, el cabo Maine y los fusileros Wensel y Constantine, saltan a la carga causando bajas. Un oficial mexicano con su espada evita el ataque de Maine y le dice “¡Ríndase usted!” Maine, viendo que sólo quedaban tres, le contesta “¡Nos rendimos si nos dejan nuestras armas y nuestra fornitura y si usted se compromete a dejar levantar y asistir a nuestro Subteniente que aquí está herido!” El oficial mexicano contestó “¡No se niega nada a unos hombres como ustedes!”

Carga final de Maudet.

El oficial mexicano era el Coronel Ángel Lucio Cambas, quien demostró una actitud de caballerosidad y de honor militar a un uniforme del ejército que peleó con valor. Ordenó que los heridos fueran levantados y atendidos. Cambas iba ayudando, por un lado, al Cabo Maine a caminar tomado de un brazo, por el otro ayuda a Wensel y los introduce en la casa; los sigue Constantin de cerca. Maine, que se sentía resignado a ser fusilado, voltea a ver a Maudet, herido y tirado en el suelo, rodeado de soldados mexicanos. Cambas comprende que el cabo Maine está preocupado por su Subteniente y le dice que no se preocupe, que ya dio órdenes para que sean atendidos. De pronto, un guerrillero a caballo se lanza sobre ellos gritando y con pistolas en ambas manos para atacar a Wenzel y Maine; el Coronel toma su pistola del cinturón, apunta a la cabeza del guerrillero y le da un balazo en la cabeza, haciéndolo rodar por el suelo. Cuando los tres que aún podían mantenerse de pie fueron presentados ante el Coronel Milán y su Estado Mayor, el Coronel preguntó “¿Son todos los que quedaron?” Ante la respuesta afirmativa exclamó “Pero no son hombres, son demonios”. Después de proporcionarles agua y comida a Wenzel y Maine el Coronel Cambas les dijo que no 72


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se preocuparan, que el ejército mexicano era gente civilizada y sabía tratar a los prisioneros. En total quedaron unos 20 legionarios que, junto con Maudet, estaban en un estado de gravedad, algunos ya muriendo. Los heridos fueron transportados al hospital de Xalapa. Más tarde, los soldados mexicanos empezaron a agrupar a sus muertos. El Coronel Francisco de Paula Milán se inclina con respeto ante los restos de Jefe de su Estado Mayor, el Teniente Coronel José Ayala; junto a él se encontraban los cuerpos del Tambor Ochoa y del Capitán Francisco Güido Zaragoza y su hermano Vicente, el Subteniente Rafael Redondo y cientos de muertos. Del lado mexicano, los muertos fueron alrededor de trescientos. Estos grupos fueron finalmente derrotados en el año siguiente de finalizada la intervención y por mi parte me gustaría creer, que el barón Van der Smissen, tuvo un acto de galantería militar para una población “ejemplar”, tal vez a reflejo de las palabras del Coronel Cambas en la batalla de Camarón a los combatientes de la legión: “No se niega nada a unos hombres como ustedes”. Y pensar que hasta ahora, la única relación que yo sabía que existía entre Bélgica y Tulancingo, era que la escuela donde estudié era el “Colegio Fray Pedro de Gante” ó Pieter van der Moere, que por cierto no nació en Gante, sino en Geraardsbergen, pero pos’ está en Bélgica ¿Qué no? 10. Al día siguiente el Coronel Reené Jeaningros se dirige con sus tropas hacia Camarón donde encuentra restos de hombres semidevorados por los coyotes y una fosa común con los cuerpos de los legionarios muertos donde el Coronel Milán

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había ordenado colocarlos para que fueran localizados. Jeaningros reúne toda su tropa y declaró “Honor a los bravos, nosotros sabremos seguirlos dentro del camino que ellos nos trazaron”. La mano de madera del Capitán Danjou fue encontrada posteriormente por el Coronel Jeanningros y enviada como una reliquia de la Batalla de Camarón en el Cuartel General de la Legión Extranjera en Sidi‐bel‐Abbés, Argel. Posteriormente fue trasladada al actual cuartel general cerca de Marsella, Francia, donde se le venera. El 30 de abril es considerado el día de la Legión Extranjera Francesa.

El 8 de mayo Maudet pide papel y pluma y con dificultad, antes de expirar, escribe: “Dejé una madre en Francia, encontré otra en México”. De parte del ejército mexicano, el Coronel y Doctor Talavera, que además de militar era un ser humanitario, improvisa un centro de atención hospitalaria y él personalmente atiende a los heridos, aún a pesar de la precaria situación. Viéndose acosados por los embates de compañías del ejército francés, Talavera envía a los heridos, entre los que se encuentra el subteniente Maudet a Huatusco, para ser atendidos en un pequeño hospital patrocinado por damas caritativas y que dirigía Doña Juana Marrero, viuda de un rico comerciante del lugar y que dedicó su vida a obras de caridad. Los enfermos la llamaban con respeto Mamá Juana. Su hermano, el Coronel Francisco Marrero, le pide a doña Juana que le dé atención especial al Subteniente Maudet, para lo cual se le traslada a la casa de la Sra. Marrero quien le da 73


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todas las atenciones. Sin embargo, la gangrena en la pierna ha avanzado y hace entrar en agonía al suboficial francés. El 8 de mayo Maudet pide papel y pluma y con dificultad, antes de expirar, escribe: “Dejé una madre en Francia, encontré otra en México”. Doña Juana lo lloró como un hijo.

franceses, que encontraron más virtud y nobleza en los mexicanos que la que el imperio francés mostró por nuestro joven país, que apenas iniciaba su vida independiente.

Al enterarse del deceso, el Coronel Marrero ordenó que vistieran el cadáver con su uniforme limpio, su quepí y su espada. El féretro fue transportado por soldados mexicanos al atrio de la parroquia de Huatusco y después se le depositó en una fosa. Un pelotón de soldados mexicanos presentó armas y se disparó una salva de honor. Honrando al valiente suboficial francés, el Ejército Mexicano se honró a sí mismo. Quienes visiten Camarón de Tejeda hoy en día, podrán encontrar la tumba del Coronel Doctor Francisco Talavera, cuya última voluntad fue ser sepultado en el lugar de la épica batalla.

Víctor Hugo.

El poeta francés Víctor Hugo, desde el exilio, ya había fijado su postura al lado de nuestro país, y el rechazo total a la intervención injusta, primero en una carta a los poblanos y cinco años después, al triunfo de la República, al presidente Benito Juárez8. Habitantes de Puebla:

11. El recuerdo de esta batalla no tiene la intención de hacer una apología de la intervención en nuestro país y de los mercenarios que se alistaron en busca de aventura y fortuna, sino de hacer un relato de la nobleza de los combatientes mexicanos en defensa de su libertad y reconocer el valor de los soldados

Tenéis razón en creerme con vosotros, Francia no os hace la guerra, es el imperio. Estoy con vosotros; vosotros y yo combatimos contra el imperio, vosotros en vuestra Patria y yo en el destierro. Luchad, combatid, sed terribles y si creéis que mi nombre os puede servir de algo, aprovechadle, apuntad a ese hombre a la cabeza, con el proyectil de la libertad. Valientes hombres de México resistid. La República está con vosotros y hace ondear sobre vuestras cabezas, la bandera 74


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de Francia con su arcoíris y la bandera de América con sus estrellas. Esperad, vuestra heroica resistencia se apoya en el Derecho y tiene en su favor la certidumbre de la justicia. Al atentado contra la República Mexicana continúa el atentado contra la República Francesa. Una emboscada completa la otra. El imperio fracasará, espero, en su tentativa infame y vosotros triunfaréis. Pero, de cualquier manera, seáis vencedores o vencidos, nuestra Francia seguirá siendo vuestra hermana, hermana de vuestra gloria como de vuestra desgracias y, en cuanto a mí, ya que habéis apelado a mi nombre, os lo repito, estoy con vosotros, y os entrego, vencedores, mi fraternidad de ciudadano; vencidos, mi fraternidad de proscrito. Víctor Hugo, 1862.

Al presidente de la República Mexicana: Juárez, usted ha igualado a John Brown. La América actual tiene dos héroes, John Brown y usted. John Brown por quien la esclavitud ha muerto; usted, por quien la libertad vive. México se ha salvado por un principio y por un hombre. El principio es la República; el hombre sois vos. En definitiva, la suerte de todos los atentados monárquicos es acabar en el aborto. Toda usurpación comienza por Puebla y termina en Querétaro. Europa, en 1863, se arrojó sobre América. Dos monarquías atacaron vuestra democracia; una con un príncipe, con un ejército la otra; el ejército llevaba al príncipe. Así, el mundo ha visto este espectáculo: de un lado, un ejército, el más aguerrido de los ejércitos de Europa, que tiene como punto de apoyo una armada tan poderosa en el mar como él en la tierra; que cuenta para avituallarse con todas las finanzas de Francia; reclutado sin cesar, bien comandado; victorioso en África, en Crimea, en Italia, en China; valientemente fanático de su bandera; poseedor, en abundancia, de caballos, artillería, provisiones, municiones formidables. Del otro lado, Juárez. De un lado, dos imperios; del otro, un hombre. Un hombre con un puñado de otros. Un hombre perseguido de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de selva en selva, en la mira de la infame descarga de fusilería de los consejos de guerra; acosado, errante, 75


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expulsado hacia las cavernas como una bestia feroz, orillado al desierto, con precio puesto por su cabeza. Por generales, algunos desesperados; por soldados, algunos andrajosos. Sin dinero, sin pan, sin pólvora, sin cañones. Con los matorrales por ciudadela. Aquí, la usurpación llamada legítima; allá, el derecho llamado bandido. La usurpación, con el casco sobre la cabeza y la espada imperial en la mano, saludada por los obispos, precedida y seguida por todas las legiones de su fuerza. El derecho, solo y desnudo. Vos, el derecho, habéis aceptado el combate. La batalla de Uno contra Todos ha durado cinco años. A falta de hombres vos habéis tomado por proyectiles las cosas. El clima, terrible, os ha socorrido; habéis tenido por auxiliar a vuestro sol. Habéis tenido por defensores a los lagos infranqueables, los torrentes llenos de caimanes, las marismas llenas de fiebre, la vegetación mórbida, el vómito prieto de las tierras calientes, las soledades de sal, las vastas arenas sin agua y sin hierba donde los caballos mueren de sed y de hambre, la gran planicie severa del Anáhuac que se protege con su desnudez como Castilla, los llanos con abismos, siempre agitados por los temblores de los volcanes desde el de Colima hasta el Nevado de Toluca; vos habéis llamado en vuestra ayuda a vuestras barreras naturales, la aspereza de las cordilleras, los altos diques basálticos, los colosales cañones de pórfido. Habéis librado una guerra de gigantes combatiendo a golpes de montañas. Y un día, después de cinco años de humo, de polvo y de enceguecimiento, la nube se ha disipado y se han visto los dos imperios por tierra: no más monarquía, no más ejército,

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nada salvo la enormidad de la usurpación en ruinas y, sobre este derrumbamiento, un hombre en pie, Juárez, y al lado de este hombre, la libertad… Víctor Hugo. 20 de junio de 1867 12. Para terminar. Ahora entiendo mi estremecimiento infantil cuando vimos aquellas banderas devueltas a nuestro país por Francia. Así como cualquier persona es capaz de conmoverse y reconocer una obra de arte con sólo verla, uno siente el respeto y veneración que inspiran esas insignias históricas con su sola presencia: en su lienzo está impregnado el espíritu de miles de hombres que dieron su vida con dolor, valor y sufrimiento por defender lo que ahora llamamos Patria. Con su sacrificio han obtenido, como lo promete nuestro Himno Nacional, en recompensa una tumba donde brilla de gloria la luz.

¡Un recuerdo para ellos de gloria!

Bibliografía http://es.wikipedia.org/wiki/Segunda_Intervenci%C3%B 3n_Francesa_en_M%C3%A9xico http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Camar%C3%B3 n http://www.legiopatrianostra.com.ar/camerone.html 76


Bicentenario y Centenario 1

Tulancingo y sus Alrededores Roberto Ocádiz López Cámara de Diputados, 49ª Legislatura México, 1974 2 México a través de los Siglos Vicente Riva Palacio y otros Editorial Cumbre México, 1971 3 Noticias del Imperio Fernando del Paso Ed. Planeta DeAgostini Madrid España, 1987 4 Enciclopedia de los Municipios de México. Puebla. Pahuatlán http://www.e‐ local.gob.mx/work/templates/enciclo/puebla/Mpios/21 109a.htm 5 El Periodismo en Tulancingo Lorenia Lira.

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Tulancingo, Mayo de 2010 http://www.tulancingo.gob.mx/index.php?option=com _content&view=article&id=809&Itemid=149 6 La guardia de la emperatriz Carlota: su trágica aventura en México, 1864‐1867 Laura O´Dogherty Madrazo Madrid, Agosto de 2004 7 La guardia de la emperatriz Carlota y el juego de espejos de las memorias Regina Santiago México, Abril 2008 http://tertuliayalgomas.wordpress.com/2008/04/28/la‐ guardia‐de‐la‐emperatriz‐carlota‐y‐el‐juego‐de‐espejos‐ de‐las‐memorias/

8

El Exilio. Víctor Hugo.Presentación, traducción y notas: Mauricio López Noriega. Universidad Nacional Autónoma de México. 2007.

Mano de madera de Danjou.

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Bicentenario y Centenario

¡Adiós mi rielera, ya se va tu Juan! o de Adelita a Lili Marlene Paco Olvera Pensando en el centenario de la Revolución Mexicana, me di a la tarea de escribir acerca de los recuerdos que tengo de los corridos, pero “para variar”, no me fue fácil, y como dijo Sonia López, “voy a relatar lo que a mí me sucedió”. Creo que fueron los corridos revolucionarios las primeras canciones de despedida que yo escuché siendo niño, pues mi abuelita las cantaba en la casa cuando intentaba enseñar al perico a tararearlas. “La Rielera” 1 y “La Adelita” 2, fueron canciones de las que entendía la letra, pero no el sentimiento que generaban: la distancia, la despedida, la tristeza. Con el paso de los años seguí escuchando corridos de los que me era más fácil entender el significado, balazos, muertos y guerra, como en “Gabino Barrera”, “Carabina 30‐30” o “7 Leguas”; eran más de “cocolazos” que de nostalgia o amores perdidos; de esos amores lo único que sabía era que decía María Luisa Landín, cuando en la “W” anunciaban los álbumes de “RCA Víctor”: “Amor perdido, si como dicen es cierto que vives, dichoso sin mí . . .”. Y le pedí por Dios, que nunca llore. Cuando estudiaba la primaria, la televisión comenzaba a tener mejor recepción en la casa, este fue un hecho clave en cuanto a la adquisición de nuevos conocimientos, o cuando menos, para avivar mi curiosidad en muchos temas antes desconocidos. Un programa que me gustaba en

particular era “Combate”, en el cual se describían las cuitas de la patrulla del sargento Saunders en la Segunda Guerra Mundial. A partir de allí, adquirí una nueva afición por saber lo más posible de los soldados que veía en la tele; busqué saber todo lo que tenía que ver con la guerra: fotos, películas y hasta canciones. Cuando, como parte de mis averiguaciones, le pregunté a mi tío Luis, que siempre estuvo más enterado de música que de otra cosa, me contó que había una canción de Daniel Santos, que se llamaba “La Despedida”, que hablaba de la guerra:

Escuadrón 201.

Vengo a decirle adiós, a los muchachos, porque pronto me voy para la guerra, y aunque vaya a pelear en otras tierras voy a salvar mi derecho mi patria y mi fe 3 La escuchaba y sentía “raro”, como tristeza, pero no sabía exactamente el motivo, pues la canción era una “chuza” emocional: le decía adiós a los muchachos, se despedía de su adorada, pero sólo le partía el alma y lo condenaba que dejaba tan solita a su mamá, eso sin contar que a lo mejor se 78


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¡Adiós mi rielera, ya se va tu Juan! o de Adelita a Lili Marlene

lo quebraban. Sus cuates, su vieja, su jefa y “la huesuda”, la verdad no sabía cuál era la parte que mas me calaba, pero pos ya iba yo entendiendo el asunto este de la nostalgia, las guerras y las canciones. Cuando le pregunté a mi papá que sabía de la Segunda Guerra Mundial, me contó del Escuadrón de pelea 201, “Las Águilas Aztecas”, que si fueron “a pelear en otras tierras”. Quedaba claro, que la valentía de ir a la guerra, además de enfrentar a la muerte, se relacionaba con la tristeza de dejar a alguien atrás. Al parecer, fue la partida a la guerra de estos pilotos mexicanos y otras pequeñas unidades en diversos países latinoamericanos, lo que hizo que la canción de don Daniel se hiciera tan popular.

estas canciones en los discos (y no sólo como las cantaba mi abuelita), estas comenzaban con una trompeta de mariachi simulando un clarín de órdenes y redobles de tambor, que junto con el sonido de la harmónica, lograban que sintiera un agujero en la barriga. Más que los textos que leía y más que las fotos a mi alcance, los corridos me hacían sentir la emoción que sintieron los que participaron en la revolución, de los que nomás andaban en “la bola” para conseguir comida, pero también de los que tenían ganas de transformar el país en el que vivían. La música es una forma muy efectiva de preservar las tradiciones populares de boca en boca, pero más que nada, los sentimientos.

¡Y se oía, que decía!

Y si Adelita se fuera con otro, la seguiría por tierra y por mar, si por mar en un buque de guerra, si por tierra en un tren melitar .2

Luego de varios años de interés y estudio de las guerras mundiales durante mi infancia, gracias al bombardeo del cine y la televisión, me llegó el tiempo de entrar a la preparatoria, donde un profesor de historia logró que naciera en mí un ánimo nacionalista; mi profesor no era como los idílicos y sacrificados profesores que salían en las películas mexicanas, ni siquiera como Cantinflas en el “Profe”: casi nunca iba a dar la clase y cuando iba, llegaba “crudo” o medio borracho. Pero eso sí, fue el primero que en lugar de ponerme a aprender fechas y nombres a lo loco, despertó mi interés mediante relatos de historias de personajes más humanos, tipos desmadrosos, sanguinarios o idealistas que pelearon una guerra (o varias guerras), que fueron tan cruentas o heroicas como las de las películas de Hollywood. Entonces a lo que me dediqué, fue a interrogar a mi abuelita para saber qué tanto sabía del tema. Ella me contó que cuando tenía 4 o 5 años, los de la “tropa” pasaban por el rancho, y le daban medio real para que les cantara “La Rielera” y el “Buque de más potencia”, ¡que buenos tiempos aquellos! Así regresé a los corridos. Cuando comencé a escuchar versiones de

Rieleras.

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¡Adiós mi rielera, ya se va tu Juan! o de Adelita a Lili Marlene

Despedidas y trenes. “Duró la tormenta, hasta entrados los años ochentas”, canta Sabina, y fue en esos años universitarios, cuando Martha Sánchez la supercurvilínea güera del grupo Olé, Olé comenzó a cantar una canción llamada “Lilí Marlene”. En principio lo que llamaba la atención era un contagioso ritmo que era el marco perfecto para los llamativos contoneos de doña Martha, pero después de haber “visto” la canción en varias ocasiones, noté que en una de las esperas entre una estrofa y otra, se alcanzaba a distinguir una voz mezclada con la canción, parecía en alemán, y si, en efecto, era un fragmento de un discurso de Hitler, ¡¿Qué onda con eso?! Esa luna en ruinas sabe lo que pasó, mira mi uniforme mi honor me lo cosió, fui un mal soldado me rendí, pero al final he vuelto a ti, por ti Lili Marlene 4 En aquel entonces, quien me explicó de qué se trataba esa situación, fue mi “Oráculo” musical del momento: ¡Roooock, ciento uno!, mi estación favorita de FM. En una “capsula” cultural explicaron que esta canción había sido muy popular entre los soldados de la Segunda Guerra Mundial, ¡guauuu!, otra vez, canciones, guerras y despedidas. “Popular entre la tropa era Adelita . . .” También en los mismos años 80, hubo otro fenómeno musical de mucho mayor alcance: “Pink Floyd´s The Wall”. En esta obra maestra de narrativa del rock, “Pinky” el joven protagonista se pregunta, entre muchas otras cosas, qué habría sido de su papá, que se fue a, ¡adivinaron!, a pelear

En el andén, donde los familiares van a recibir a los combatientes que regresan, Pink espera en vano a su padre, mientas la multitud canta “Bring the Boys Back Home”.

en la Segunda Guerra Mundial. Una escena culminante de sus recuerdos es en la que se ve al joven Pink en la estación del tren, donde están llegando los soldados y comienza a oírse una letra que dice: Does anybody here remember Vera Lynn? Remember how she said that “We’ll meet again, some sunny day”? Vera! What has become of you? Does anybody here feel the way I do? 5 A continuación se oye un redoble de tambores, y entre el vapor que despiden las locomotoras y toda la gente que allí está, se ve entrar una banda de niños; acto seguido se forma un coro que comienza a cantar: Bring the boys back home! Don’t leave the children on their own!, no, no Bring the boys back home! 5 80


Bicentenario y Centenario

¡Adiós mi rielera, ya se va tu Juan! o de Adelita a Lili Marlene

Cuando parte el tren, resulta que no todas las rieleras están en México. Por mucho tiempo me conformé con saber de la existencia de la canción y que había sido “recuperada” por Olé Olé y de la novia de los soldados ingleses a quien había salvado del olvido Roger Waters.

Vera Lynn había prometido: “We’ll meet again, some sunny day”.

Pos era claro que pocos “allí” sabíamos lo que sentía el chamaco, parte de una generación de chavos que aprendieron que en las guerras, muchas despedidas son para siempre. Pero había algo que pasé por alto un buen tiempo, pues a pesar de haber escuchado varias veces la canción, no me había dado tentación saber quién era Vera Lynn, y fue hasta que mi gran amigo Alex, siempre informado, me dijo que si yo no sabía que ella era como la novia de los soldados ingleses, algo así como la Betty Grable de los gringos y que sus canciones eran para los ingleses como Lili Marlene para los alemanes. Ahí estaba otra vez la convergencia, canciones, guerras y despedidas. Averigüé y conocí entonces varios temas de ella, como “The white Cliffs of Dover”, y por supuesto la referida en la letra del tributo de Pink Floyd, “We’ll meet again”. We’ll meet again Do not when, But I know we’ll meet again Some sunny day 6

Resulta que en la búsqueda de más información de todas estas canciones de amores y despedidas, descubrí que Lili Marlene inició como un poema en la Primera Guerra Mundial (igual que los corridos revolucionarios), que su autor Hans Liepe la escribió en 1915, y en “el camino” le cambio varias veces el nombre de la muchacha, usando el de varias novias y amigas (vivillo desde chiquillo), hasta que Lili Marlene se apoderó del verso, cuando finalmente fue publicado con el nombre de “La canción de un joven soldado en su turno de guardia”. En 1939, el poema fue la base para una canción interpretada por Lale Andersen, que en principio se llamaba “La chica bajo el farol”; no es una sorpresa que nadie recuerde la canción con ese par de nombres.

De Lili Marlene hay versiones en sueco, italiano, francés y otros idiomas, pero de entre las versiones que encontré en el Internet, hubo dos que llamaron mi atención: la primera es la versión en 81


Bicentenario y Centenario

¡Adiós mi rielera, ya se va tu Juan! o de Adelita a Lili Marlene

inglés, pues la cantaba la mismísima ¡Vera Lynn! 7 La segunda es una versión en español cantada por los miembros de la División Azul (soldados españoles que pelearon en la segunda guerra mundial), cuya letra, ¡nada tiene que ver con la versión de Martha Sánchez!, es casi como para una “rielera” española:

It's a long way to Tipperary to the sweetest girl I know! goodbye Piccadilly, Farewell Leicester Square! it's a long long way to Tipperary, but my heart's right there. 9 ¿Y la relación? Está canción la menciona Paco Ignacio Taibo II en la biografía que escribió de Pancho Villa, en la parte en la que narra la persecución que hizo John “Black Jack” Pershing al “Centauro del Norte” al frente de la expedición “Punitiva”. El tocayo Taibo narra, que cuando el tocayo Villa escapaba de los gringos, se escondió en la cueva de Santa Ana estando herido y en estado febril. En esa situación, una columna del ejecito americano pasó muy cerquita de la cueva, tan cerca estaban, que Villa y sus compañeros pudieron escuchar el canto de los soldados negros que allí acamparon.

Al salir de España sola se quedó, llorando mi marcha la niña de mi amor, cuando partía el tren de allí, le dijo así mi corazón, me voy pensando en ti, adiós Lili Marlene 8

El final de un enredado viaje en nostalgia y ferrocarril. A estas alturas, hasta yo estaba sorprendido de cómo partí de “lo alto de una abrupta serranía” hasta llegar a los “blancos acantilados de Dover”, pasando por Madrid. No me imaginaba que las intrincadas conexiones en mi cerebro me llevarían a completar este viaje, pasando todavía por Londres antes de llegar a la sierra de Chihuahua, en una ensalada de guerra, trenes, redobles, canciones, muchachas y despedidas. Durante mi búsqueda de canciones de soldados durante las guerras, encontré otras canciones de nostalgia que se cantaban en la Primera Guerra, una de ellas es una marcha que cantaban los irlandeses, llamada “It’s a long way to Tipperary”:

Meses más tarde Pancho trataba de averiguar que era aquello de “se jaló el buey con tapadera” que cantaban los gringos, y preguntaba por aquí y por allá sobre aquella extraña canción de letra absurda. Era “It’s a long way to Tipperary”. 10 Muchos inmigrantes irlandeses sirvieron en el ejército norteamericano desde su guerra de secesión, de esto da cuenta la televisión (eterna fuente de sabiduría previa al Internet) en la serie “Custer”, en la que se escuchaba la marcha del “7º. Regimiento de Caballería”, que no es otra que la tonada de la canción irlandesa “Garry Owen”, una de esas para echar chelas en el pub. Supongo que una ruta similar siguió la influencia y sangre irlandesa por el ejército americano, hasta llegar a la sierra de Chihuahua con Pancho Villa. Corridos irlandeses, marchas mexicanas, canciones de despedida. 82


Bicentenario y Centenario

¡Adiós mi rielera, ya se va tu Juan! o de Adelita a Lili Marlene

Estaban un mexicano, un alemán y un inglés. . .

Referencias.

A fin de cuentas, los corridos revolucionarios mexicanos nos hablan de un legado, que sin importar el país, la época o los motivos que iniciaron una guerra, y cuando un ejército está formado por civiles, las canciones que cantan los soldados hablan de la nostalgia, de sus costumbres, sus triunfos o sus derrotas. Esto logra emparentar a los corridos mexicanos con las marchas irlandesas, los poemas alemanes y las baladas inglesas. Son un legado de sentimientos.

Creo que será más fácil entender este paseo musical en la montaña rusa si se toman algún tiempo en “ver” algunas de estas canciones en el Internet.

¿Y si los cantáramos juntos?

1

”La Rielera”, Lucha Moreno – http://www.youtube.com/watch?v=8_Sd‐eLpbyA 2

”La Adelita”, Jorge Negrete ‐ http://www.youtube.com/watch?v=MEm1al3gJrM

3

”La Despedida”, Daniel Santos ‐ http://www.youtube.com/watch?v=hugK5BmYMuQ 4

Y si Adelita se fuera con otro(Adelita, Jorge Negrete) Nos volveríamos a ver, en un día con sol, (We’ll meet again, Vera Lynn, Pink Floyd) Adiós mi rielera, ya se va tu Juan (La rielera, Lucha Moreno) Recuerda por siempre mis amores, (La Despedida, Daniel Santos) Por ti Lili Marlene,(Lili Marlene, Martha Sánchez, la División Azul)

”Lili Marlene”, Olé, Olé ‐ http://www.youtube.com/watch?v=j0ntI71tnto 5

”Vera – Bring the boys, back home”, Pink Floyd ‐ http://www.youtube.com/watch?v=VL4fMpWvUU8 6

”We’ll meet again”, Vera Lynn ‐ http://www.youtube.com/watch?v=cHcunREYzNY

7

”Lili Marlene”, Vera Lynn ‐ http://www.youtube.com/watch?v=hO8XeS3lsgc 8

”Lili Marlene”, La División Azul ‐ http://www.youtube.com/watch?v=wMQPSGmdjAw

9

”It´s a long way to Tipperary”, Albert Farrington ‐ http://www.youtube.com/watch?v=0vKfxKtGLU8 10

”Pancho Villa – Una biografía narrativa”, Paco Ignacio Taibo II, Primera Edición, Ed. Planeta. 2006

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Haciéndole al Cuento Al pan, pan y al vino, vino Silvia Minués

–... En realidad, éramos más bien amigos de la sirvienta; ella es muy alegre, muy buena onda; salíamos cada miércoles al cine y después, nos íbamos a tomar un refresco o un café, platicábamos de todo; realmente nos divertíamos mucho, la pasábamos a todo dar, eran “nuestros miércoles sociales”. Un día la patrona le dijo que de todos los amigos que tenía nosotros éramos los mejores, los más divertidos, que hasta ella saldría con nosotros y como yo creo que ella se aburría mucho porque vivía sola pues la invitamos a salir. Al principio todo estaba muy bien pero, la patrona saludaba de beso, así... y un día yo la alcancé a ver de reojo y vi cómo torcía la boca y arrugaba la nariz; entonces dije: “¿Somos o no somos, te gusta o no te gusta, estas contenta o no?... – ¿Y entonces? –Hace mucho que no las vemos, se acabaron nuestros miércoles sociales.

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Desde Dentro El cambio climático Paco Olvera A través de mi vida, de entre muchas lecciones de sabiduría popular, sólo recuerdo algunas de ellas, “si el cielo está emborregado, mañana cae una helada”, “cielo rojo, mañana con neblina”, “lente obscuro, mariguano seguro”, entre otras. Algunas de esas lecciones tienen que ver con el clima, por ejemplo “el cordonazo de San Francisco”, que supuestamente es el último chubasco que ocurre el 4 de Octubre, día de San Francisco de Asís, o bien que en el día de la “Virgen de los Angelitos”, siempre llueve torrencialmente. Creo que cuando menos esta última, tiene cierta credibilidad para mí, como resultado de la observación directa: recuerdo más de una ocasión en un 2 de Agosto, haber visto desde la ventana de la casa, cómo “los ríos” que se formaban al bajar el agua de lluvia desde la iglesia de “Los Angelitos”, arrastraban jarros, juguetes y otras mercancías de los puestos de la feria que allí se pone para celebrar a la Santa Patrona del pueblo, y las imágenes de algunos chamacos que con la complicidad de Tláloc, aprovechaban la ocasión de hacerse de manera gratuita de algún “regalo”, que de otra forma no habrían podido adquirir. Ahora que me he mudado a las calles del antiguo Tlalpan, ha resultado frecuente evocar las calles y

vivencias de mi pueblo natal, supongo que es un ambiente mucho más tranquilo, y dado que sus calles tienen algunas casas que llevan muchos lustros sin cambios notables, conforman un ambiente provinciano, que al menos a mí, me facilita disfrutar de los modestos placeres de la observación. En las caminatas rumbo al parque durante estos días de abril, un hermoso espectáculo han sido los árboles de jacarandas, que pintan con su característico color violeta todo el panorama; es como un aviso claro que ya llegó la primavera, que algo comienza, que algo nuevo se abre paso a la vida. Hace apenas algunos años, Conchita me contó algo que le enseñaron en su infancia: que las jacarandas florecían en los días previos a la Semana Santa, y su color morado era una representación de duelo por el martirio y muerte de Jesucristo; más aún, que todas sus flores caían en el periodo que va del viernes santo al domingo de resurrección. Es una bonita historia, que mezcla una enseñanza popular de cuando caen estas flores y el fervor religioso de un evento clave para los fieles devotos en México. En uno de esos días que tuve oportunidad de caminar rumbo al parque, ya para finalizar abril, iba disfrutando de la belleza gratuita de las jacarandas 85


Desde Dentro

y caí en cuenta de algo: ya habían transcurrido varias semanas desde la terminación de la Semana Santa, y aunque ya había una gran cantidad de flores en el pavimento y en la acera, los árboles seguían adornados con muchísimas de ellas; “qué raro,” pensé, “debe ser una de estas cosas del cambio climático”.

Generalmente, cuando llego al parque, doy un par de vueltas rodeando su contorno, y durante este paseo, hay eventos o situaciones que comienzan a ser habituales: gente corriendo, algunos caminando, otros en bicicleta, personas que sacan a pasear a sus mascotas, mascotas que pasean a sus dueños y en ocasiones, niños jugando en los toboganes, columpios y otros juegos que allí se encuentran. En esta visita que les he comenzado a contar, además de las jacarandas que se negaban a caer, vi algo que acaparó mi atención: una jovencita, de unos 15 o 16 años tal vez, jugaba sola en los columpios. Usaba uniforme, color azul obscuro, que a mi parecer debía ser de alguna escuela privada, y por ser una hora donde

El Cambio Climático

ya había comenzado la jornada escolar, se esperaría que estuviese tomando clase. Algo que era muy notorio, es que más que comportarse como una adolescente, plena en experiencia para mecerse en el columpio sin ayuda, actuaba como una niña pequeña, que sin saber “la técnica” correcta para tomar impulso sola, se aferraba a las cadenas de columpio y las agitaba con las manos, pero sin el ritmo y la coordinación con el movimiento de piernas que le hubiera permitido comenzar a oscilar con periodos cada vez más amplios y ganar altura; me pareció que cuando agitaba las cadenas, lo hacía con el enojo de los que, pensando que están haciendo todo lo que consideran necesario para lograr algo, se ven frustrados al no obtener resultado que esperan. Creo que ahora que lo pienso, en algo me recordó la escena de la película “The Wall”, en la que el pequeño Pink no puedo mecerse en el columpio, y se frustra al tratar de encontrar a su padre ausente en la figura de otros hombres que mecían a sus hijos. “En fin”, pensé, “qué extraño; parecería que esta muchacha aún no hubiese aprendido a ser niña, y salió a ponerse al día en asignaturas importantes de la infancia, como mecerse en un columpio”.

Pink tratando de mecerse por sí solo.

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Desde Dentro

Seguí dando la vuelta al parque y recordé que, cuando yo aprendí a mecerme solo, y gracias a la gran bondad de mi papá que puso unos columpios en la azotea de la casa, pude disfrutar con mucha frecuencia de una sensación maravillosa, igualada por pocas cosas desde entonces: volar, más y más alto, sin ayuda de nadie, sólo dependía de mi, y si yo me impulsaba lo suficiente, podría tal vez alcanzar una nube. Lo más sorprendente es que, aún ya experimentados y entendidos, mediante golpes y raspones, los límites que impone la física a un “volador” cuya única nave es un columpio, esa sensación no desapareció: persiste y la disfruto mucho. Nuevamente, por tercera ocasión en este rodeo al parque, hubo otra situación que llamó mi atención, regresándome nuevamente a mis lecciones de sabiduría popular de flores y el clima; esta vez fue una flor de Noche Buena, pues mi mamá siempre nos decía “cuando florecen las Noche Buenas, es cuando de veras comienza el invierno”, y por supuesto que abril no es nada cercano al invierno. “Ahí está otra vez, el cambio climático, yo creo que sí es cierto, la verdad es que no tengo pruebas sólidas, pero pos yo sí me acuerdo que las Noche Buenas de la casa solo florecían en pleno invierno”. Jacarandas que no se caen, Noche Buenas que se

El Cambio Climático

adelantan mucho al próximo invierno (o ¿se retrasan mucho del invierno anterior?), esto va contra la sabiduría popular. Me disponía ya a finalizar el último tramo que compone el circuito que rodea al parque, y a estas alturas ya se imaginarán que este no aconteció carente de novedades. Nuevamente, la chica que hacía unos minutos sacudía inútilmente las cadenas de los columpios, se encontraba sentada en una banca, con un cigarro en la mano, fumando de esa manera característica que adoptamos los fumadores cuando somos nuevos, poniendo todos los dedos rectos y juntos, con el cigarro entre el índice y el medio, de tal forma que cuando se acerca el cigarro a la boca, parce que más que fumar, vamos a lanzar un beso de despedida, de esos que sólo enviamos cuando somos niños o cuando nos despedimos a lo lejos de una persona realmente entrañable; para completar el cuadro, una vez que se hace ese movimiento con la mano para “aventar un beso volado”, se “para la trompita” para sacar el humo en una actitud cómica, en forma inmediata, impidiendo apreciar el sabor del tabaco en forma alguna. “Ni hablar”, 87


Desde Dentro

pensé, “pos parece que ya no aprendió cómo ser niña, y quiere aprender muy rápido a ser grande”. Y pensé en dos opciones: o la actitud de esta jovencita también era provocada por el cambio climático o bien el comportamiento de las flores nada tenía que ver con eso. Me pareció entonces que lo que había observado, no tenía que ver con alteraciones del clima, sino que se trataba de jacarandas que no querían abandonar su niñez y Noche Buenas que se estaban adelantando demasiado a ser adultas. Flores que se comportan de una forma inesperada al amparo de una sociedad que ha cambiado mucho, que lanza a niñas que no saben mecerse en un columpio, al remedo de una vida adulta por el solo hecho de fumar (beber, o consumir drogas), que parece que no permite disfrutar de los placeres de la infancia, de la juventud o de la vida adulta. Por supuesto que pasa por mi cabeza el pensamiento de que sólo soy un “nuevo adulto” espantado, que ya se le olvidó lo que es ser joven. Pero denme chance, a lo mejor no es sólo que me “espante” de lo “grueso” que están los chavos de hoy en día, o que diga que “viva Jesús, muera el pecado”, negando a los chavos la oportunidad de que su jornada a la vida adulta sea una aventura llena de emociones, de desmadre y de pasiones; tal vez, tal vez me gustaría que dentro de esa aventura, de vez en cuando, en algunas vivencias muy específicas, las jacarandas se siguieran quedando “pelonas” en Semana Santa y las Noche Buenas sólo florecieran en diciembre, que los chavos se den cuenta que crecer tiene sus consecuencias, sus alegrías y sufrimientos, que no todo tiene que ser tan acelerado y que a veces a la “antigüita” igual es divertido. También es justo decir que los que ya no

El Cambio Climático

estamos chavos, podemos ver que en ocasiones los “cambios de velocidad” no son malos sólo por el hecho de resultarnos desconocidos. Pero está canijo decirle a una jacaranda que se ve mal que florezca después de Semana Santa o explicarle a una Noche Buena que para qué se adelanta, que en la Navidad es cuando se ven más bonitas; pos no, ni cómo hacerle. Ha de ser el cambio climático, que hace que la gente viva como Pancho López, sin hacer caso al refrán incluido en la letra de nuestra insigne versión mexicana de Davy Crockett, “la moraleja de la historia es: no vivas la vida con tanta rapidez”. Pero pos qué tanto es tantito, supongo que nosotros les cambiamos las “estaciones” a nuestros papás y nos toca que nos las cambien nuestros hijos. En fin, supongo que en realidad sólo se trató de una inocua vuelta al parque, donde estaban floreciendo las jacarandas y las Noche Buenas, junto con una muchacha que no se sabe mecer sola en el columpio y se estaba fumando un cigarro… o ¿será el cambio climático? Mayo de 2010.

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La Sociedad de los Poetas Nonatos El loco Julio César Arballo

Te fuiste hace tanto tiempo Que ya ni recuerdo cuando, perdido estoy en el mundo Y perdido voy caminando. A veces siento que escucho De tu cuerpo los latidos, A veces pienso que mis sueños Son fantasmas de tu olvido. Dicen que soy un loco Porque platico contigo Piensan que no te miro Cuando te abrazo y suspiro. Mas que saben de la vida Los que dicen que estoy loco, Si por alma llevan piedras De esas que valen muy poco. El mundo que ellos habitan Es diferente al mío, El de ellos perdió el encanto Solo hay tristeza y hastío. No saben que por las noches Platico con las estrellas Y alumbrado por la luna Te canto canciones bellas. Te fuiste hace mucho tiempo, Y aun respiro tu fragancia Ignoro a donde partiste Pero estimo no hay distancia. Porque al sentirte tan cerca Como el aire que respiro Siento que vives en mí,

Y tu cuerpo es mi suspiro. Ellos ya me juzgaron Por eso me dicen loco, El mote que me han colgado De veras me importa poco. Pues si al vivir como vivo Te escucho, te siento y te toco, En vez de decirme cuerdo, Prefiero me llamen loco. Febrero 2004.

"Melancolía", por Edvard Munch

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La Sociedad de los Poetas Nonatos

Geografía personal Alexandro Hernández

Jamay

Es el edén prototípico

Los hombres cazaban gallaretas

las mujeres continuaban con su oficio

Como en película en blanco y negro

de alquimia y de conquista de la lumbre

campesinos tranquilos caminando por la plaza

nosotros arrojábamos los trompos con violencia

olor a maíz, paja y borregos

los conos de guasanas eran el premio.

la primera mujer‐niña con ojos‐vértigo.

En una vieja Ford fuimos al rancho

Puerto Jamay le dicen algo en broma

la Ford era una casa, con sala y con camastros

más en aquel entonces

tomamos leche bronca

Chapala era un venero de pescados

y en un paseo a caballo

más luego sucumbió, como otros lagos

yo fui testigo de la expulsión del paraíso

¿de dónde este odio hacia los lagos?

y supe que los ojos‐vértigo

alguna oscura relación tenían con eso.

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La Sociedad de los Poetas Nonatos

Geografía Personal.

México

Se llega por Veracruz, ahí está el lazo europeo

en el crisol de los trabajos de tres siglos

o por Acapulco, vía el fantasma de la Nao.

extraviamos al padre amamos y odiamos a la madre

Se llega por Laredo, vía el tren, monstruo cruel pero desde el sur se llega por la sangre.

en cien años, con toda dedicación, inventamos el desmadre y luego nos sometimos, nos rebelamos y nos decepcionamos.

Sabemos que con la luna nos une el ombligo

y que Mictlan late bajo este suelo.

¿Qué somos, más allá de símbolos vacíos?

En cada calle se encuentra este nudo

Somos el nodo, el eje de los mapas

se nota en las paredes y la gente.

terrestres y espirituales

la confusión de éste mestizaje

Furiosos queremos destruirla, nos duele la derrota

pero también

de una guerra que nunca entendimos

sus posibilidades.

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La Sociedad de los Poetas Nonatos

Geografía Personal.

Tepeji del Río

Repentina ceguera por la nube que sube del lago. Una gran fiesta con los novios caminando a media plaza. El firmamento nocturno al medio día halla su espejo en los reflejos del sol sobre la presa en medio de los lirios nuestra lancha alcanza un estado zen primero las risas, después los enfados un bote de motor viene al rescate. Pero sobre todo, el silencio. O casi. Más bien, el aire que se aburre en las calles que no alcanzaron nombre. La puesta del sol de los domingos. La terminal de tren de El Salto. Cal y cemento. Y casi, casi el silencio.

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La Sociedad de los Poetas Nonatos

Geografía Personal.

Ciudad Obregón

Al pie del Tetakawi nos reunimos

De la misma sustancia del mito, en día de Pascua

en Playa de Algodones

como un rayo que cayera en mi cabeza

en esa noche de verano

un coro de otro mundo

llegaban los aromas del desierto

en este mundo

al cambio del viento

como una quinta dimensión de los sonidos.

llegaban los misterios del océano.

Al lado del camino de los trenes

En un oasis entre el bosque de sahuaros

una matriz perfecta de caminos

asaltan nuestros pasos

posibles por la mente del tirano

minotauros agitando cascabeles

como retando en el mapa a los creadores

y soldados españoles impostados.

de esa música ecológica y rebelde.

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La Sociedad de los Poetas Nonatos

Geografía Personal.

San Miguel de Allende

Seguí la palabra de mi amada

que ilustra con detalle la conquista de las almas.

“aquí se fraguó la independencia.”

Si algún día ha de ser cierto

Las niña que me duele, maltratada

primero debes verlo.

pero como Ave Fénix

al paso de los años más hermosa

En giros y palabras de su gente

llevando con orgullo su alta esencia.

nos sigue aleccionando Margarito

que es poeta porque sabe

Yo pude superar los espejismos

que todos habitamos Chamacuero.

de mi paso por el destierro

al cielo por lo arduo

Orquídeas fantasmales se encuentran en sus casas

que es lo firme y cierto.

barrancas donde viven los ingenios los bailes de alborada, la capilla

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Writer Hero La estación de paz fantasmal The Season of Phantasmal Peace Derek Walcott Versión al español de Alexandro Hernández. Entonces todas las naciones de aves despegaron juntas el grandioso tejido de las sombras de esta tierra en dialectos innumerables, las lenguas de trinos como zurciendo y urdiendo. Despegaron las sombras de los altos pinos sobre senderos inexplorados las sombras de torres con fachadas de cristal sobre las calles nocturnas las sombras de una débil planta en el asfalto citadino el tejido se eleva mudo como la noche, los gritos mudos de las aves, hasta que ya no hay crepúsculo, o estación, decadencia, o clima, sólo este paso de la luz fantasmal que ni la más angosta de las sombras se atreve a trozar. Y los hombres no pueden ver, ni aún buscando, lo que trajo el ganso salvaje lo que los halcones marinos arrastraron tras de sí con lazos de plata destellando en la helada luz solar; no pudieron escuchar batallones de estorninos sacudiendo con pacíficos gritos llevando el tejido más alto, cubriendo el mundo como las viñas de un huerto, o la madre pasando 95


Writer Hero

La estación de Paz Fantasmal.

la gasa temblorosa sobre los ojos temblorosos del niño con sueño agitado; fue la luz que verás al atardecer en la ladera de la colina en el octubre amarillo, y nadie que escuchase supo el cambio que trajo al graznido del cuervo, el chillido del chorlito, la chova que rodea las brasas tan inmensa, silenciosa y alta preocupación por los campos y las ciudades donde pertenecen las aves, excepto que era su paso estacional, Amor, sin estación, o, por el alto privilegio de su nacimiento, algo más brillante que la lástima por aquellos que no tienen alas bajo ellos, que comparten agujeros negros en las ventanas y las casas, y aún más alto subieron el tejido con voces sin sonido por encima de todo cambio, traiciones de los soles al poniente, y esta estación duró un momento, como la pausa entre crepúsculo y oscuridad, entre la furia y la paz, pero, tal como está hoy la tierra, duró mucho. Ilustraciones de M. C. Escher

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Writer Hero

Divertimento Mexicano de Joseph Brodsky a Octavio Paz Versión al español de Alexandro Hernández.

Cuernavaca I Al pie del árbol donde M., el juguete de los franceses poseía la perla de su lenta sangre india, se sienta un poeta, que viene de lejos. La vegetación en el jardín es densa, como joyas apiñadas. Un tordo, que parece unas cejas ceñudas, sale en busca de alimento El aire de la tarde es un candelabro de cristal Pero de cristal roto hasta ser arena. Cuando M. reinó aquí como emperador por 3 años, les introdujo al cristal, la champaña, el baile Pues cosas como esas animan la rutina diaria Pero aparecieron los mosquetes patriotas Y mataron al pobre M. Un doloroso, inquietante Grito de una garza surge de las densas sombras azules Los lugareños agitan una lluvia de peras. Tres patos blancos como la nieve nadan en el estanque. 97


Writer Hero

Divertimento Mexicano. Cuernavaca.

La oreja capta de entre los susurros estremecedores Las palabras de las hojas, arrojadas como pares de almas conversando de cosas profundas en el infierno. II Ignora las palmas, deja que los platanares se pierdan de vista Imagina a M. dejando de lado su pluma; Se quita su bata de seda y se angustia y medita sobre lo que harán los suyos – Francisco José, su camarada, gobernante sobre los hombres‐ y murmura tristemente: “Yo y mi amigo marmota.” “Saludos afectuosos desde México, mi señor. Mi esposa enloqueció en París. Ahora las paredes del palacio resuenan de tiroteos y el fuego se extiende. Ahora los rebeldes ahogan la vida en la ciudad. (Mi amigo marmota y yo vimos los lugares…) Pues bien, aquí las pistolas están más de moda que los arados ¿Y a quién le asombra? , pues la tierra caliza es como azufre, una tierra descorazonadora. Agréguese a eso el calor ecuatorial. Las balas terminan siendo una ventilación natural. Tanto los pulmones como los riñones saben esto mientras hacen su ardua labor Y la piel se me desprende ‐¡vaya, cómo sudo! 98


Writer Hero

Divertimento Mexicano. Cuernavaca.

Por otra parte, ya siento que quiero regresar a casa. Extraño los barriales de nuestro país, el esplendor de nuestro país. Envíame calendarios de por allá, ¡cuánto los añoro! Este lugar tal vez llegue a ser una gran tumba para mí y mi marmota. Esta hermosura le envía los debidos saludos a mi hermano monarca. M”. III El fin de julio se mezcla con las lluvias a medida que quienes conversan se enfrascan con sus ideas –algo de poco interés para ti; por allá el pasado significa algo más que sus ruinas Una guitarra suena. En las calles ya no hay mercancías Un transeúnte va sudando, y se desvanece. Y todo se ha hecho viejo, hasta el estanque. Víboras y lagartijas aquí son como enjambres, las tres coronas alojan parvadas de aves, algunas ponen huevos, otras no. Lo que arruina a todas las dinastías de sangre azul es el exceso de descendientes con tronos prometidos. Los bosques se reducen, tal como las posibles elecciones. M. no reconocería este lugar. Ahora en cada nicho está la ausencia de un busto, el pasillo de columnas se nota saturado y las paredes se despeñan atónitas hacia las barrancas. La mirada está cansada, los pensamientos no se hilan. Los jardines y los parques son una jungla. La única palabra que escapa de los labios es “¡Cáncer! 99


Writer Hero

Divertimento Mexicano.

1867 Jardines nocturnos bajo mangos pudriéndose lentamente M. baila lo que un día será un tango. Su sombra gira como un boomerang y la temperatura bajo el brazo es de 98 (°F) El titileo iridiscente de un chaleco plateado Y una joven mulata se funde amorosamente, como chocolate mientras dura el abrazo masculino ella susurra insensata aquí –suave como lana, allá –liso como porcelana. Silencio nocturno bajo el bosque virgen. Juárez, ahora convertido en punta de lanza del, digamos, progreso, a sus peones que nunca han visto dos pesos distribuye rifles en mitad de la noche. Se oye el sonido de la carga de los rifles, mientras que Juárez marca en papel cuadriculado con pequeñas cruces a cada hombre armado. Un loro de colores chillantes, que nunca se equivoca ni miente, se posa en una rama y muestra su desventura: ridiculizado en su vecindario por ser de aquellos que huelen las rosas puede que sea, no mejor, pero más recto que las poses cívicas. Pero cualquiera de esas dos cosas da lugar a sangre y moretones. Y peor aquí en los trópicos, donde la muerte, ¡ay! se esparce con la rapidez con que las moscas diseminan la infección, o como una buena frase en un café llama la atención donde calaveras con tres hoyos, entre los matorrales, no merecen ni una mención; en cada agujero, un mechón de hierba. 100


Writer Hero

Divertimento Mexicano.

Mérida Un abanico de palmas rodeando

dobla su periódico arrugado

un pueblo color ocre,

y se aleja. La calle

viejos ladrillos y fachadas.

desierta acompaña

Desde el café, la noche

su delgada silueta negra

se desplaza hacia el pueblo. Se sienta

a través de la sombría bruma. Un concierto

en una mesa vacía.

de sombras parece detenerlo

bajo una cortina –un cojo

En el cielo ultramarino

con pinceladas doradas

patán: sus modales plebeyos,

las campanas asaltan al oído

sus lamparones, su corbata rota y en jirones.

con un montón de claves:

Y lanza un discurso:

un sonido, cargado de señas

“Oficiales, caballeros

de refugio para los vagabundos.

dispérsense, pues el tiempo se nos vino encima.

Un punto se enciende cerca

¡No hay tiempo que perder, aléjense!

de la altísima torre de la catedral –

Usted que anda por ahí, Coronel, le ruego nos conteste,

es Hesperus que aparece. Siguiéndole con el ojo llena hasta el tope con duda o reproche, la noche.

¿porqué el aliento le huele a cebolla? Él desata su caballo tordillo y galopa con celo por un atajo hacia el oeste.

Vacía su copa hasta el fondo (sus pómulos levemente floridos) paga la cuenta, ajusta el ala de su sombrero sobre sus ojos, se levanta de su silla, sin prisas, 101


Writer Hero

Divertimento Mexicano.

Romancero mexicano I

II

La buena y vieja ciudad de México.

Por supuesto que algo dentro

Lugares maravillosos donde se puede matar la tarde.

quedó levemente mal, por así decirlo.

El corazón está vacío;

Murmurando un “¡Santo Dios!” oigo mi propia voz.

Aún así, el tiempo fluye como tequila.

Así pues, ensucias las hojas

Máscaras, direccionales de autos, rostros cruzados en medio por unos mostachos. La avenida Reforma fuerza al ojo a preferir las estatuas.

para detener el momento justo mirándote a ti mismo desde ningún lugar.

Esto es, Padre en las Alturas,

Bajo cada una de ellas, en la miseria con sus manos extendidas hacia el tráfico, se sienta una madre mexicana con su bebé. Una imagen

un triste subproducto de la práctica, la limosna en moneda de cobre al que pide, aunque se le ha dado por nada.

Cuan lejano esta esto de la oración.

trágica. Permítase al partido ganador esculpir con ambos una estatua de México, enorme y corpulenta. Y así, proyectar una sombra sobre el futuro.

Las palabras no alivian la desesperanza. Pero un pez cegado por el hambre no distingue el señuelo del anzuelo.

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Writer Hero

Divertimento Mexicano. Romancero Mexicano.

IV

III

Palmeras, cactus, agaves. Lentamente

La buena y vieja ciudad de México

el sol se levanta de donde la noche le ha guardado.

se deleita en su poder vocal

Su sonrisa tal vez te parezca agradable

sin ningún pudor el mariachi

pero bien visto, más bien es macabro.

machaca su “Guadalajara.”

Grandes rocas calcinadas. Tierra

Entrad a este pueblo. Entrad

arenosa, tan fértil como una estrella fugaz.

a la mezcla de estilos y formas

El sol muestra la mirada de una calavera amenazante

de un pintor desconocido

y sus rayos son como huesos.

todo enmarcado por pesadas montañas. Es de noche. El anuncio quemante

Zopilotes de cuellos desplumados ajustan sus relojes desde el poste de telégrafos. Como jeroglíficos de carroña en la desviación polvosa

de la Coca Cola adorna la Casa donde se hacen las Leyes. Más allá el Ángel guardián flota.

Aquí corre el peligro

de una carretera. A la derecha sólo cactus a la vista.

de ser accidentalmente balaceado y coronar un obelisco

Lo mismo a la izquierda. Y basura Vieja y oxidada si vas de frente.

como símbolo de Libertad.

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Writer Hero

Divertimento Mexicano. Romancero Mexicano.

V

VI

El calor se retira

Al fin se despliega

a una palmera

como el delirio en el polvo,

(yo sabía de mi existencia

el sucio camino, sus suaves laderas

si tú estabas junto a mí.)

te llevan al pueblo de Laredo.

Una fuente. Una bella ninfa

Con tus ojos inyectados de sangre,

cacariza, acerca su murmullo a su oído

doblando las rodillas como

(vi las cosas en perspectiva

el toro enervando a la gente,

mientras estabas junto a mí.)

te desplomas.

Tabernáculos; crece en mí

el vacío de pensar en ti

La vida no tiene sentido. O bien

(¿Quién estaba allí

es demasiado larga. El aburrimiento

cuando estabas junto a mí?)

de alegar sobre el sentido

nos acompaña, como el tiempo

Una luna morada asciende.

Un tostón se convierte en un quinto.

del calendario en la pared.

Es medianoche. (No temía morir

Muy útil. Para

si tú estabas junto a mí.)

las plantas, rocas planetas, etc.

No para los bípedos.

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Divertimento Mexicano.

A Evgeny En una situación dada, el hombre no es sino un tirano, un prisionero o un traidor… Pushkin He estado en México, ascendí las pirámides. Sólidos geométricos perfectos, regados aquí y allá sobre el Istmo de Tehuantepec. Ojalá en verdad fueran la obra de extraterrestres, puesto que estas cosas se construyen normalmente sólo a base de esclavos. Y el Istmo está plagado de hongos de piedra. Los pequeños dioses de barro se pueden copiar con extraordinaria facilidad, permitiendo la heterodoxia. Bajorrelieves con escenas varias, llenas de trozos torcidos de cuerpos de serpientes y el misterioso alfabeto de una lengua que nunca necesitó la disyunción. ¿Qué dirían si pudiesen hablar otra vez? Nada. Si acaso, hablarían de triunfos arrebatados a una tribu vecina, calaveras aplastadas. O de cómo la sangre vertida en vasijas ofrecidas al Dios Sol fortalecen sus entrañas; de cómo el sacrificio de ocho jóvenes fuertes antes del anochecer garantizan –más que la alondra‐ el nuevo amanecer. 105


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Divertimento Mexicano. A Evgeny.

Después de todo, mejor la sífilis, mejor el orificio de los unicornios de Cortés, que estos sacrificios. Si el destino ha de asignar tu esqueleto a la ira de los buitres que el asesino sea un asesino, no un sabio. De todos modos, ¿cómo se hubieran dado cuenta, si no es por los españoles, de qué fue lo que pasó? Mi Evgeny, la vida es un fastidio. A donde quiera que vayas, en todas partes la estupidez y la crueldad saluda, “¡Hola, aquí estamos!” y se desliza en los versos “En una situación dada…”, como ya dijo el poeta. ¿Acaso vio muy lejos, atrapado en el fango del norte? Permíteme agregar, vio en toda latitud.

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Writer Hero

Divertimento Mexicano.

Entrada de enciclopedia Tierra magnífica y pordiosera rodeada al este y al oeste por las playas de dos océanos azules. En medio, montañas densos bosques, planicies de tierra caliza, mesetas, y casuchas campesinas. Al sur hay selvas y ruinas de majestuosas pirámides. Al norte, sembradíos, vaqueros dirigiéndose sin mucha suerte a los Estados Unidos permitiéndonos mantener nuestro nivel. Aquí las principales exportaciones son la mariguana, metales no ferrosos, un café de mediana calidad, puros con el orgulloso nombre de Corona, y chucherías elaboradas por artesanos. (También nubes.) Las importaciones son lo de siempre, y naturalmente, rifles. Tener suficientes de éstos hace un poco más fácil controlar la estructura del estado. La historia del país es triste; no obstante no podría decirse que es única. La principal desgracia fue –insisten‐ los españoles, la salvaje destrucción de la antigua civilización Azteca. Esta es la versión local y simplona del complejo de la Horda Dorada. Con la diferencia, dicho sea, de que España sí se llevó su buena porción de oro. 107


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Divertimento Mexicano. Entrada de Enciclopedia.

Ahora es una república. Una hermosa bandera tricolor ondea sobre el Palacio Nacional. Su constitución es irreprochable. El texto con la huella de dictadores que se iban y regresaban está resguardado en la Biblioteca Nacional, seguro tras un grueso vidrio verde a prueba de balas, hay que notar, del mismo que le ponen al Rolls Royce del presidente. Lo cual nos permite un vistazo claro al futuro. En el futuro, no hay duda que la población seguirá aumentando. Los peones le darán rítmicamente a la hoz bajo el ardiente sol. Un hombre con espejuelos hojeará tristemente a Marx en las barras de los cafés. Y una pequeña lagartija en un peñasco, elevará su cabeza, y observará pasivamente el azul celeste un trayecto de nave espacial.

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Writer Hero

Sexus. The Rosy Crucifixion. Versión al español de Pedro Flores. [Nota tomada de Wikipedia: The Rosy Crucifixion, que consiste en la obras Sexus, Plexus y Nexus, documenta el periodo de la vida de Henry Miller que va de su primer divorcio hasta su partida a Francia. El primer libro, Sexus (1949) detalla el divorcio de su primera mujer hasta el matrimonio con su segunda esposa, June Miller. Se desarrolla en Nueva York, donde Miller nació y creció; muestra retratos de sus numerosos amigos, sus amantes y conocidos, e incluye muchos de sus recuerdos. Además, permite ver la ambición y el esfuerzo de Miller por convertirse en escritor— un esfuerzo que sus amigos difícilmente comprendían. Miller emplea escandalosas escenas de sexo para sentar las bases de sus discusiones filosóficas sobre el ser, el amor, el matrimonio y la felicidad. Fin de la Nota] Henry Miller. Revista Life. En el fragmento elegido para este Writer Hero, se presenta un pasaje que parece fantástico, sacado de un sueño, pero que muestra un Miller que se descubre a sí mismo y su vocación profunda de escritor. Tal vez el lector se desilusione de no encontrar en el breve relato una escena atrevida, pero los invito a leer esta maravillosa obra donde hay para satisfacer todas las fantasías. Sin embargo, lo profundo de la obra de Miller no se encuentra tanto las escenas escandalosas como en sus reflexiones filosóficas. Página 34

… Comí atrás de un salón en la Sexta Avenida, no lejos del estudio de Ulric. Estaba satisfecho y aún me quedaban 10 centavos para gastar. Me sentía genial y expansivo, de humor para aceptar cualquier cosa. Mi estado de ánimo debía estar 109


Writer Hero

escrito en mi cara porque, mientras me detuve un momento en la puerta para observar la escena, un hombre que iba paseando su perro me saludó de manera amistosa. Pensé que me había confundido con otra persona, algo que me ocurre con frecuencia, pero no, él sólo se mostraba amable, tal vez con el mismo estado de ánimo brillante que yo tenía. Cruzamos unas cuantas palabras y sin darnos cuenta ya iba yo caminando junto con él y el perro. Dijo que vivía cerca y si quería acompañarlo a tomar un trago a su apartamento. Las pocas palabras que intercambiamos me convencieron de que era un caballero sensible y culto de la vieja escuela. Casi de inmediato me confió que acababa

Sexus. The Rosy Crucifixion.

la sensación de que en poco tiempo este hombre estaría poniendo dinero en mi mano. Me escuchaba como si creyera cada palabra que yo pronunciaba. De repente se aventuró a preguntar si no era yo un escritor. ¿Por qué? Bien, por la manera en que yo observaba a mi alrededor, la manera en que me paraba, la expresión de mi boca –pequeñas cosas, indefinibles, una expresión general de sensibilidad y curiosidad. “¿Y usted?” pregunté. “¿Qué hace usted?” Hizo un gesto de desaprobación, como si dijera ya no soy nada. “Fui pintor alguna vez, sin talento. Ahora no hago nada. Trato de divertirme.” Aquello me catapultó. Las palabras simplemente salían de mi boca, como disparos. Le dije donde me encontraba, lo complicada que estaba mi situación, cómo iban pasando las cosas y, sin embargo, cuan grandes esperanzas tenía, la vida que se tendía frente a mí esperando a que la agarrara, la exprimiera, la ordenara, la conquistara. Mentí un poco. Era imposible admitir ante él, ese extraño que había venido a mi rescate de la nada, que yo no era más que un completo fracaso. ¿Qué había yo escrito hasta entonces?

de regresar de Europa, donde había vivido varios años. Cuando llegamos a su apartamento me estaba relatando una historia sobre una aventura que había tenido con una condesa en Florencia. Parecía dar por hecho que yo conocía Europa. Me trababa como si yo fuera un artista. El apartamento era bastante suntuoso. De inmediato trajo una hermosa caja de excelentes habanos y me preguntó qué deseaba beber. Tomé un whisky y me acomodé en un lujoso sillón. Tenía

Pues bien, varios libros, algunos poemas, un conjunto de pequeños cuentos. Me movía a una gran velocidad de modo que no fuera atrapado en preguntas triviales sobre hechos concretos. Acerca del nuevo libro que había iniciado—iba a ser algo magnífico. Había más de cuarenta personajes en él. Había colocado un gran diagrama en la pared, una especie de mapa del libro—debería verlo alguna vez. ¿Recordaba a Kirilov, el personaje de una de las obras de Dostoievski, que tuvo que colgarse o darse un tiro porque era demasiado feliz? Así me sentía yo por completo. Iba a hacer que todo el mundo se suicidara de pura felicidad… Hoy, por ejemplo, si sólo me hubiera visto unas horas antes. 110


Writer Hero

Loco por completo. Rodando en la hierba al lado de un arroyo; masticando grandes bocados de hierba; rascándome como un perro; gritando a todo pulmón; dando maromas; hasta me había puesto de rodillas y rezado, no para pedir algo sino para dar gracias, gracias por estar vivo, por poder respirar el aire… ¿No era maravilloso poder respirar? Pasé a relatar pequeños episodios de mi vida telegráfica: las cucarachas con las que tenía que tratar, los mentirosos patológicos, los pervertidos, los vagabundos traumatizados sentados en las casas de huéspedes, los viscosos hipócritas, trabajadores de caridad, las enfermedades de los pobres, los chicos fugitivos que desaparecen de la faz de la tierra, los trabajadores que tratan de hacer músculo y construyen edificios de oficina, las ollas agrietadas, los epilépticos, los huérfanos, la carne de reformatorio, los ex convictos, las ninfómanas. Su boca colgaba abierta como una bisagra, sus ojos saltaban de su cabeza; ante cualquiera parecería como un sapo bonachón al que hubieran aplastado con una roca. ¿Desea otro trago? ¡Claro que sí! ¿Qué estaba diciendo? Ah, sí… a la mitad del libro yo explotaría. ¿Por qué no? Había montones de escritores que podían alargar la historia hasta el final sin soltar ninguna de las riendas; lo que hacía falta era alguien como yo, que no le importara un carajo lo que ocurriera. Dostoievski no había ido lo suficientemente lejos. Yo podía continuar con un galimatías. ¡Uno debe volverse loco! La gente está harta de tema y personajes. Un tema y personajes no forman la vida. La vida no está en el piso de arriba: la vida está aquí en este momento, cada vez que pronuncias la palabra, cada vez que lo apuestas todo. La vida son cuatrocientos cuarenta caballos de fuerza en un motor de dos cilindros…

Sexus. The Rosy Crucifixion.

Él me interrumpió aquí. “Bien, debo decir que sin duda usted posee ese talento… Me gustaría leer uno de sus libros.” “Lo leerá,” dije, dejándome llevar por la combustión interna. “Le enviaré uno en uno o dos días.” Tocaron la puerta. Mientras se levantaba para abrir me explicó que estaba esperando a alguien. Me rogó no molestarme, era sólo una encantadora amiga suya. Una mujer extremadamente hermosa esperaba en la puerta. Me levanté a saludarla. Parecía italiana. Posiblemente era la condesa de la que me había hablado antes. “Sylvia,” dijo él, “es una lástima que no hayas venido un poco antes. He estado oyendo las más maravillosas historias. Este joven es un escritor. Quiero que lo conozcas.” Ella se acercó y ofreció sus dos manos para que las estrechara. “estoy segura que usted debe ser un escritor muy bueno,” dijo. “Usted ha sufrido, lo puedo ver.” “Ha llevado la vida más extraordinaria, Sylvia. Siento como si yo ni siquiera hubiera comenzado a vivir. ¿Y a qué crees que se dedica?” Ella volteó a verme como diciendo que prefería escucharlo de mis labios. Yo me sentí confuso. No estaba preparado para encontrarme esa extraordinaria criatura, tan segura de sí misma, tan serena, y tan completamente natural. Deseaba ponerme de pie y colocar mis manos en sus caderas, abrazarla y decirle algo muy simple, muy honesto, de un ser humano a otro. Sus ojos eran aterciopelados y húmedos; oscuros, ojos redondos que relucían con simpatía y calidez. ¿Acaso estaba enamorada de este hombre que parecía ser mucho mayor que ella? ¿De qué ciudad venía y a qué mundo pertenecía? Aun para dirigirle dos palabras 111


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sentía que debía tener una idea concreta. Un error sería fatal. Ella pareció adivinar mi dilema. “¿No me ofrecerá alguien una bebida?” preguntó, mirándolo primero a él y después a mí. “Oporto, creo,” añadió, dirigiéndose a mí. “¡Pero tú nunca bebes!” dijo mi anfitrión. Y ella se levantó para ayudarme. Los tres estábamos de pie muy cerca, Sylvia con el vaso vacío en alto. “Me alegra que las cosas hayan resultado de esta manera,” dijo él. “No podría haber reunido a dos personas más opuestas en todo sentido que ustedes dos. Estoy seguro de que se van a entender.” Mi cabeza daba vueltas mientras ella llevaba el vaso a sus labios. Sabía que esto era el preludio de alguna extraña aventura. Tenía la fuerte intuición de que él encontraría pronto alguna excusa para dejarnos solos por un tiempo y que, sin mediar palabra, ella estaría en mis brazos. Presentía también que no volvería a ver a ninguno de ellos de nuevo. De hecho, ocurrió justo como lo había imaginado. A menos de cinco minutos del momento en que ella llegó, mi anfitrión anunció que tenía una misión muy importante que atender y nos rogó que lo disculpáramos por un momento. Apenas había él cerrado la puerta con firmeza cuando ella se acercó a mí y se sentó en mi regazo, diciéndome mientras lo hacía—“No regresará esta noche. Ahora podemos hablar.” Yo estaba más asustado que sorprendido por esas palabras. Toda clase de ideas resplandecían en mi mente. Quedé aún más desconcertado cuando ella añadió después de una pausa—“¿Y qué hay de mí, soy sólo una mujer hermosa, tal vez su amante? ¿Cómo piensa usted que es mi vida?”

Sexus. The Rosy Crucifixion.

“Pienso que es una persona muy peligrosa,” respondí de manera espontanea y con sinceridad. “No me sorprendería que usted fuera una espía famosa.” “Tiene usted fuertes intuiciones,” dijo. “No, no soy una espía, pero…” “Bien, pero si lo fuera, tampoco me lo diría, lo sé. En realidad no quiero saber de su vida. ¿Sabe qué estoy pensando? Estoy tratando de imaginar qué desea usted de mí. Me siento como si estuviera en una trampa.” “Eso no es amable de su parte. Ahora se está imaginando cosas. Si yo quisiera algo de usted primero tendríamos que conocernos mejor, ¿no cree?” Hubo un momento de silencio, de repente: “¿Está seguro de que no quiere ser más que un escritor?” “¿Qué quiere decir?” repliqué rápidamente. “Sólo eso. Yo sé que usted es un escritor… pero también podría ser otras cosas. Usted es del tipo de personas que podrían ser cualquier cosa que decidieran, ¿no es así?” “Me temo que es justo al contrario,” repliqué. “Hasta ahora todo lo que he intentado ha terminado en un desastre. Ni siquiera estoy seguro de si soy un escritor, en este momento.” Se levantó de mi regazo y encendió un cigarro. “Usted no podría ser un fracaso,” dijo, después de un momento de duda en el que parecía que estaba preparándose para hacer una revelación importante. “El problema con usted,” dijo de manera lenta y deliberada, “es que nunca se desafía con una tarea digna de sus posibilidades. Necesita problemas más grandes, mayores dificultades. Usted no funciona de manera apropiada hasta que está bajo una gran presión. No sé que esté haciendo ahora pero estoy segura de 112


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que su vida actual no le resulta adecuada. Usted está hecho para llevar una vida arriesgada; usted puede asumir riesgos más grandes que los demás porque… bien, tal vez usted ya lo sepa… porque está protegido.” “¿Protegido? No le entiendo,” le solté. “Oh sí, claro que lo entiende,” respondió tranquilamente. “Toda su vida ha estado protegido. Piense por un momento… ¿No ha estado cerca de la muerte en varias ocasiones?… ¿no ha encontrado siempre alguien que le ayude, por lo general un desconocido, justo cuando usted pensaba que todo estaba perdido? ¿No ha cometido ya varios crímenes, crímenes que nadie sospecharía de usted? ¿No está usted ahora en medio de una pasión peligrosa, una aventura que, si no hubiera usted nacido bajo una buena estrella, le conduciría a la ruina? Sé que está enamorado. Sé que haría cualquier cosa para satisfacer esa pasión. …Me ve con extrañeza… se pregunta cómo es que lo sé. No tengo dones especiales—excepto la habilidad de leer los seres humanos de un vistazo. Mire, hace unos momentos estaba esperando ansioso a que yo fuera hacia usted. Sabía que me arrojaría a sus brazos, tan pronto como él se fuera. Y lo hice. Pero usted estaba paralizado— ¿un poco asustado de mí, podría decir? ¿Por qué? ¿Qué podría hacerle? No tiene usted dinero, ni poder, ni influencia. ¿Qué podría esperar que yo le pidiera? Hizo una pausa, después añadió: “¿Quiere que le diga la verdad?” Asentí con resignación. “Usted tenía miedo de que si le hubiera pedido hacer algo por mí no hubiera podido rehusarse. Se sentía perplejo porque, estando enamorado de otra mujer, ya se sentía usted la víctima potencial de otra. No es una mujer lo que usted necesita—la mujer sólo es un instrumento para liberarse a sí

Sexus. The Rosy Crucifixion.

mismo. Usted desea una vida con más aventura, quiere romper sus cadenas. Quien quiera que sea la mujer que usted ama, siento pena por ella. Para usted ella parecerá la más fuerte, pero eso es sólo porque usted duda de sí mismo. Usted es el más fuerte. Siempre será el más fuerte—porque sólo puede pensar en usted mismo, en su destino. Si fuera sólo un poco más fuerte yo le temería. Usted podría ser un fanático peligroso. Pero ese no es su destino. Usted es demasiado cuerdo, demasiado saludable. Ama la vida aún más que a sí mismo. Está confundido porque quienquiera que sea o lo que sea a lo que usted se entregue nunca le resulta suficiente— ¿no es verdad? Nadie lo puede retener por largo tiempo: usted siempre está buscando más allá de los objetos de su amor, buscando algo que nunca encontrará. Tendrá que buscar en su interior si espera alguna vez liberarse de ese tormento. Para usted es fácil hacer amigos, estoy segura. Y aún así no hay nadie a quien pueda llamar verdaderamente un amigo. Está usted solo. Siempre estará solo. Usted espera demasiado, más de lo que la vida puede ofrecer…” “Espere un momento, por favor,” la interrumpí. “¿Por qué ha decidido decirme todo esto?” Se detuvo un momento, como si dudara responder directamente la pregunta. “Supongo que simplemente estoy respondiendo una pregunta de mi propia mente,” dijo. “Esta noche debo tomar una decisión muy difícil; por la mañana saldré a un largo viaje. Cuando lo vi me dije—este puede ser el hombre que me ayude. Pero me equivoqué. No tengo nada que pedirle… Puede colocar sus brazos alrededor de mí, si lo desea… si no me teme.” Caminé hacia ella, la estreché con fuerza y la besé. Separé mis labios y miré sus ojos, mis brazos aún alrededor de su cintura. 113


Writer Hero

“¿Qué es lo que ve?” dijo, liberándose con suavidad. Me separé de ella y la miré fijamente, por un rato, antes de contestar. “¿Qué veo?” Nada. Absolutamente nada. Mirar en sus ojos es como mirar un espejo oscuro.” “Está usted desconcertado. ¿Qué es?” “Lo que dijo sobre mí—me asusta… Así que no soy de ninguna ayuda para usted, ¿es eso?” “Usted me ha ayudado, en cierta forma,” replicó. “Usted siempre ayuda, indirectamente. No puede dejar de radiar energía, y eso es algo. La gente se apoya en usted, pero usted no sabe por qué. Usted incluso los odia por eso, aunque actúa como si fuera amable y verdaderamente compasivo. Cuando vine esta noche estaba un poco agitada interiormente; había perdido esa confianza que normalmente tengo. Lo miré a usted y… ¿qué cree que vi?” “Un hombre sofocado con su propio ego, supongo.” “¡Vi un animal! Sentí que podría devorarme si me dejaba ir. Usted quería tomarme, tirarme en la alfombra. Tenerme así no le habría satisfecho, ¿no es así? Usted vio en mí algo que no había visto en ninguna otra mujer. Usted vio la máscara que es usted mismo.” Hizo una pausa por un segundo. “No se atreve a mostrar su verdadero ser y yo tampoco. Tanto así tenemos en común. Yo llevo una vida arriesgada, no porque sea fuerte, sino porque sé hacer uso de la fuerza de los demás. Me da miedo no hacer lo que hago porque si me detuviera me derrumbaría. Usted no lee nada en mis ojos porque no hay nada que leer. No tengo nada que ofrecerle, como le dije hace un momento. Usted sólo busca su presa, las víctimas de las que se alimenta. Sí, ser escritor es tal vez lo mejor para usted. Si llevara a

Sexus. The Rosy Crucifixion.

cabo sus pensamientos tal vez se convertiría en un criminal. Siempre tiene la posibilidad de elegir entre dos caminos. No es el sentido moral lo que le impide tomar el camino equivocado—es su instinto para hacer sólo aquello que le servirá a la larga. No sabe por qué abandona sus brillantes proyectos; cree que es por debilidad, miedo, incertidumbre, pero no es por eso. Usted tiene el instinto animal; usted subordina todo al deseo de vivir. Usted no dudaría en tomarme contra mi voluntad, aun si supiera que caería en una trampa. Usted no teme a la trampa humana sino a la otra, la trampa que le llevaría en la dirección equivocada, a lo que le teme. Y tiene razón.” De nuevo hizo una pausa. “Sí, me hizo usted un gran favor. Si no lo hubiera conocido esta noche, me habría rendido ante a mis dudas.” “Entonces sí está a punto de hacer algo peligroso,” le dije. Se encogió de hombros. “¿Quién sabe lo que es peligroso?” Dudar, eso sí es peligroso. Usted vivirá muchos más de esos peligros que yo. Y causará mucho daño a los demás buscando defenderse de sus propios temores y dudas. En este momento no está ni siquiera seguro de si regresará con la mujer que ama. Ya he envenenado su mente. Usted la dejaría si estuviera seguro que podría hacer lo que quiere sin su apoyo. Pero la va a necesitar y llamará a eso amor. Usted siempre volverá a caer en esa excusa cuando le esté chupando la vida a una mujer.” “En eso está equivocada,” la interrumpí con cierto ardor. “Soy yo a quien chupan hasta quedar seco, no a la mujer.” “Esa es la manera en que se engaña a sí mismo. Porque la mujer nunca puede darle lo que requiere para convertirse en un mártir. Una mujer quiere amor y usted es incapaz de dar amor. Si usted fuera 114


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un tipo de clase inferior sería un monstruo; pero convertirá su frustración en algo útil. Sí, por todos los medios siga escribiendo. El arte puede transformar lo terrible en algo bello. Es mejor un libro monstruoso que una vida monstruosa. El arte es doloroso, tedioso, debilitante. Si no muere en el intento, su obra puede transformarlo en un ser humano sociable, caritativo. Usted es lo suficientemente grande para no satisfacerse con mera fama, puedo verlo. Tal vez, cuando haya vivido lo suficiente, descubrirá que hay algo más allá de lo que ahora llama vida. Puede hasta llegar a vivir por los demás. Eso depende del uso que le dé a su inteligencia.” (Nos mirábamos el uno al otro intensamente.) “Usted no es tan inteligente como cree. Esa es su debilidad, su arrogante orgullo intelectual. Si confía exclusivamente en eso será capaz de vencerse a sí mismo. Posee todas las virtudes femeninas, pero le avergüenza reconocerlas en usted. Piensa que por ser fuerte en el sexo es un hombre viril, pero es más una mujer que un hombre. Su virilidad sexual es el único signo de un poder superior que aún no ha empezado a utilizar. No trate de demostrase a sí mismo que es un hombre explotando sus poderes de seducción. Las mujeres no se dejan engañar por esa clase de poder y encanto. Las mujeres, aun cuando están subyugadas mentalmente, son siempre dueñas de la situación. Una mujer puede estar esclavizada, sexualmente, y aun así dominar al hombre. Usted pasará mayores dificultades que otros hombres porque no le interesa dominar a los demás. Usted siempre estará intentando dominarse a sí mismo; la mujer que ame será sólo un instrumento para practicar…”

Sexus. The Rosy Crucifixion.

explicado por qué no encontró una mejor excusa para retirarse de manera tan misteriosa.” Tomé el sobre y le di la mano. Si de pronto me hubiera dicho: “¡Corre! ¡Corre por tu vida!” lo habría hecho sin dudar. Me sentía completamente lleno de misterio, sin saber por qué había venido ni por qué me iba. Había sido involucrado en esto en la cresta de un extraño júbilo cuyo origen ahora me parecía remoto y de poca importancia. Desde mediodía hasta medianoche había recorrido el círculo completo. En la calle abrí el sobre. Contenía un billete de veinte dólares envuelto en una hoja de papel en la que estaba escrito “¡Que tenga buena suerte!” No me sorprendió en lo absoluto. Había esperado algo así desde que puse mis ojos en él… Página 43

Sexus. The Rosy Crucifixion. Henry Miller. Grove Press, 1987 ‐ 506 páginas

Aquí se interrumpió. Comprendí que esperaba que me fuera. “Ah, por cierto,” dijo, mientras yo me despedía, “el caballero me pidió que le diera esto”—y me entregó un sobre cerrado. “Tal vez él le haya 115


Al Valle de las Calacas Nuestras abuelitas, y seguramente sus abuelitas también, decían que las tragedias no vienen solas, se presentan de tres en tres. La primera vez que tuve conciencia empírica de esa idea fue en 1973, cuando al final del año se comentaba que en los últimos doce meses habían muerto:   

8 de abril: Pablo Picasso 23 de septiembre: Pablo Neruda 22 de octubre: Pau Casals

Tres Pablos (Pau sería también un Pablo) gigantes se fueron. Pendejo que es uno (implume pendejuelón, como diría un querido maestro), no recordaba que ese año también se nos fue ese inmenso filósofo existencialista cuyo cuerpo de conocimiento se expresa a través del canto, el inmenso José Alfredo Jiménez (23 de noviembre); pero estábamos hablando de los Pablos, nos sólo de los gigantes, si no, no me salen las cuentas de tres en tres. Bueno, pues tristemente en este 2010, se nos van en un cortísimo periodo tres gigantes, no del mismo nombre pero sí con el común denominador de poseer una gran capacidad de observación, relato y retrato de la sociedad: Gabriel Vargas, José Saramago y Carlos Monsiváis. Mi querido amigo Paco, siempre con ese sentido de lo propicio, mencionó la pertinencia de incluir en nuestro espacio literario para el desmadre intelectual una especie de obituario de nuestras referencias culturales que desaparecieran de la nómina de los vivos y pasaran, como diría nuestro admirado Gabriel Vargas, al Valle de las Calacas. El primero que había chupado faros1 en esos días era el actor, director, coleccionista y escritor Dennis Hopper (Heineken?/Fuck that shit/Pabst Blue Ribbon!). Por esas casualidades de la vida, yo acababa de repasar la película Blue Velvet una semana antes de su fallecimiento y por supuesto había renovado mi credencial de su fan. Inmediatamente estuvimos de acuerdo y decidimos que se hiciera un obituario para ponerlo en la RLV. No bien estábamos pensando en cómo hacer un homenaje al grandioso Easy Rider cuando de madrazo nos llega la noticia de que la Calaca había reclamado su cuota con quien tanto la había cotorreado: Don Gabriel Vargas; vale madre, ¿qué vamos a hacer sin Don Gabriel? Dicen que nunca te quejes de tu situación, porque puede empeorar… bueno, pues para que no cupiera lugar a dudas de esa creencia, ¡en la mafadrefe!, ¡se jubila de la vidorria José Saramago!, simpatizante de los indígenas mexicanos; qué patada a los huérfanos. Apenas estábamos comentando que la recién nacida sección de obituarios se estaba poniendo gordita cuando, ¡no puede ser!, Carlos Monsiváis se va tomado de la mano de Doña Borola Tacuche de Burrón a saludar a La Huesuda. En el desconcierto total, nos escribimos 116


Al Valle de las Calacas

los Amigos de la Condesa diciendo, “mejor nos damos prisa, porque desde que se nos ocurrió la idea de la sección de Obituarios, nos están cayendo como lluvia las solicitudes de suscripción…” no bien estábamos en ese cotorreo, cuando aparece la triste noticia de que Don Armando Jiménez, creador de la enciclopedia de la cultura popular, La Picardía Mexicana, también nos dejaba huérfanos. No se vale… la tradición decía que de tres en tres, no de mucho a la vez. Ya iban 5 para la reseña: Dennis Hopper, Gabriel Vargas, José Saramago, Carlos Monsiváis y Armando Jiménez. ¿Habíamos abierto ese maldito túnel que comunica al mundo de los vivos con el más allá y por allí se estaban fugando los grandes? Como sea, decidimos darnos prisa para cerrar al menos la sección Al Valle de las Calacas de este cabalístico número tres de la revista. (N de la R: nos acaban de informar que recién chupó faros Doña Olga Guillot; en un intento por romper con el maleficio, no nos echamos a cuestas la redacción de su obituario, no vaya a ser que mañana la revista se parezca al periódico mural de Gayosso y nosotros seamos nombrados el empleado del mes de la empresa de las pompas fúnebres. Para pompas fúnebres las mías, que se quedaron muertas en el otro pantalón.) ¿Qué importancia puede tener Gabriel Vargas para un país que está más triste por su fracaso en el mundial de fútbol que por su acervo cultural? ¿Qué se perdió con la muerte de Carlos Monsiváis que sea más digno de mencionar que no llegamos al quinto partido? ¿Quién fue José Saramago para que nos ocupemos de su recuerdo? ¿A alguien le dolió la muerte de Dennis Hopper? Aparte de rendirle homenaje diariamente en los baños públicos, ¿alguien sabe la importancia del Gallito Inglés? Bueno, pues para nosotros sí fueron personas queridas, admiradas y, de alguna manera, también fueron maestros que nos enseñaron otra manera de ver la vida. Va un pequeño recuerdo para ellos. PF

Born to be wild. Paco Olvera En una tiendita de discos, en la sección donde vendían los saldos, como siempre estábamos buscando el milagro: el discazo a precio de regalo que nadie había visto. Pero aquella ocasión, sucedió. Debo decir que en principio yo no advertí el milagro, pues solo vi una portada “padre”: una foto en blanco y negro de un lobo, que tenía superpuestas unas manchas rojas en los ojos, que lo hacía ver más “acá”, más feroz, en la parte de arriba tenía unas letras blancas decían: “Born to be

Wild”. Se lo enseñé a mi hermano Nacho y me dijo: “¡Uta, esa canción está padre!”. Cuando lo oímos en la casa, ¡que conmoción!, muy buena rola, y eso de “Nacido para ser Salvaje” (como lo habíamos traducido nosotros), sonaba de pelos. Aunque Nacho ya la había escuchado en “¡Oigo radio Capital!”, fue mi primo Sergio el que nos dijo: “esta canción salía en una película muy chingona, con unos cuates bien zafados, que andaban en sus motos, en el puro cotorreo, viajando y metiéndose 117


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de todo, ¡se la pasaban de pelos!”. Esa fue la forma en la que me enteré del genial retrato que Dennis Hopper hizo de los “rebeldes” de los años sesentas y sus viajes en moto (y medios motos ellos), sin saber realmente quién era él. Muchas cosas de la cultura popular americana las conocí así: primero veía una película o me enteraba de alguna cosa en la tele, si me gustaba, luego iba “aprendiendo en reversa” quienes eran los protagonistas, escritores o directores, de donde venían, cuáles eran sus meritos, locuras o heridas de guerra. De esa forma conocí a Dennis Hopper. Antes del episodio del disco, Nacho y yo habíamos visto un documental en la televisión que hablaba de la “juventud perdida”, en una de las escenas, se veía un par de cuates patilludos y en motocicleta, una era de manubrios altos como la bicicleta “Vagabundo” de Nacho, la otra era más “chaparrita”, como la “Rodeo” que yo tenía. Cuando íbamos al pan, ¡nos sentíamos como los “Ángeles del Infierno”! El compa del bigote, el que me tocaba ser a mí, usaba un sombrero chistoso, parecido al del “California”, un personaje que salía con Custer en la serie de televisión. Mucha tele, mucha tele. La primera vez que lo vi y estuve consciente de quién era Dennis Hopper, fue un día que fui a la Cineteca junto con los amigos que dábamos clases en la UAM. No llevábamos una meta definida en realidad, era un festival de películas y lo único que sabíamos es que “si pasan esa película en la Cineteca, pos ha de estar buena”. Compramos boletos para la película que estaba disponible: “Blue Velvet”. Cuando estábamos por entrar a la función, nos encontramos con Guillermo, nuestro profesor, que nos preguntó “¿cuál van a ver?”, cuando le dijimos cual, nos dijo “ahórrense el disgusto, ¡es una mierda!” Bueno, entramos a verla, y la verdad es que me pareció ¡buenísima!

Una de las escenas iniciales de Blue Velvet.

Primero ese arranque suavecito, rosas, cielo azul y Bobby Vinton cantando “Blue Velvet”, sólo para ponernos flojitos y llevarnos a un ambiente obscuro y sensual, donde la cantante Dorothy Valens es prostituida por el malvado que tiene a su hijo prisionero en algún lado. Era justamente Frank Booth, el personaje el que más descollaba, con su máscara de Oxigeno, aspirándola y bramando como loco. Las escenas que yo mas recuerdo en lo personal, son cuando Jeffrey (el chavo “chicho” de la película) va saliendo del departamento de Dorothy y ¡que lo cachan!, ella trata de salvar la situación: “It’s a friend, just from the neighborhood, we were just talking”, Entonces Frank se echa una platicadita con Jeffrey: “Do you want to go for a ride?” “No thanks” “No thanks?, What does that mean?” “I don’t want to go” “Go where?” “For a ride” “A ride! Hell that’s a good idea. Let’s go for a joy ride!” Luego, es cuando para iniciar el paseo, Frank le pregunta al “vecino” “Do you want a beer?, What kind of beer do you like?” 118


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“Heineken” “¡Heineken!, Fuck that shit!, Pabst Blue Ribbon!”

Dennis Hopper en el papel del violentísmo psicótico Frank Booth.

Para rematar el paseo, Frank pone un cassette donde se escucha a Roy Orbison cantar:

“Hoosiers”; tiempo después, supe que este papel lo hizo al poco tiempo en que recién se había rehabilitado de un paso turbulento por el alcohol y las drogas. Después, pude identificarlo en “Rummble Fish”, donde continúa en su tradición de papeles extremos, haciendo una gran actuación de papá de un Micky Rourke pandillero en la cima de su carrera (ambos, él y su personaje), que intenta que su hermano menor no siga sus pasos, “the motrcycle boy”, dando la siguiente vuelta de tornillo al estereotipo creado por Dennis hacía años. Aquí el papel de padre fracasado y borracho no es nice, es duro, retrata a un tipo que no tiene nada, pero que quiere a sus hijos y quiso a su esposa. “You don’t lost your mother, I did” “I think that I’m gonna be a lot like him when I get older” “You should pray to God not”

“A Candy colored clown, They call the sandman, Tip toes in my room every night Just to sprinkle stardust and to whisper: Go to sleep, everything is alright Y en lo que les cuento, ¡moles!, le comienza aponer una “madrina” al vecino, mientras una gorda espantosa baila en el toldo del coche. Violencia surrealista que retrata a los suburbios y pueblitos gringos como lugares que son perfectos en lo superficial, pero donde el mal está latente, escondido en alguna parte. Al final vi los créditos para averiguar quién era el actor que “hacía” de Frank: Dennis Hopper. Luego de saber su nombre, comencé a recordar que ya lo había visto, al menos una ocasión actuando como papá borracho de uno de los jugadores de un equipo de pueblo en la película

Dennis Hopper, en Apocalypse Now, como el periodista gráfico enloquecido que intercala poesía con cinismo obsceno.

Siguiendo mi viaje “al revés”, cuando re‐visité “Apocalypse Now”, me topé de nuevo con una actuación de Dennis “en el extremo”, ahora como periodista atrapado en el mundo del coronel Kurtz (interpretado en forma soberbia por Marlon Brando), echando “netas” bien “pacheco” con Martin Sheen, respecto a cuáles serían los 119


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recuerdos que el mundo iba a tener del coronel si lo mataban “What they’re gonna said when he is gone?” “That he was a kind man?” “He was a right man?” “He had plans?” He had wisdom? Bull shit!” Ya en años recientes, por cuestiones de chamba, tuve necesidad de “entrarle” más al inglés, y junto con ello, mayor contacto con la cultura “Pop” americana. Uno de los términos que escuche para referirse a los “bikers”, era el de “Easy Rider”, y una vez que andaba por allá, vi una película con ese nombre, ¡cual sería mi sorpresa al descubrir que estaba estelarizada por Dennis Hopper, junto con Peter Fonda y el mismísimo Jack Nicholson! Fue hasta ese momento que “me cayó el veinte”. Me acordé del relato de mi primo Sergio, del disco de Steppenwolf, y las escenas de la moto de manubrios altos como la bikla de Nacho. Luego de verla, pude entender que allí, el señor Hopper retrató, o tal vez definió al rebelde quinta‐esencial, en una época donde comenzaban las drogas, había Hippies y rechazo enorme de una sociedad puritana a lo que ellos consideraban decadencia, algo que era producto de la sociedad misma, y que pensaban se podía “remediar” destruyéndola, como la moto de las barras y las estrellas que arde al final de la película.

Dennis Hopper (al fondo), Peter Fonda (conduciendo la moto de las barras y las estrellas) y Jack Nicholson en Easy Rider.

Mi último descubrimiento fue, que la carrera de rebelde de Dennis inició justamente en la película “Rebelde sin causa”, pues es él quién tiene la pelea de navajas con James Dean, icono de una primera camada de incomprendidos por la sociedad. A partir de allí fue un rebelde durante el resto de su carrera de actor y director, como motociclista en busca de su destino, como reportero enloquecido al reconocer la atrocidad de Vietnam, como un padre sumido en el fracaso o como violento criminal de una sociedad que prefiere no ver nada que no sea color de rosa. Supongo que para culminar su trayectoria de rebelde, lo último que hizo fue “ponerle” el dedo a la muerte, antes que esta lo arrancara de su moto para llevárselo de Easy rider al valle de las calacas. Like a true natures child We were born, born to be wild We can climb so high I never wanna die Born to be Wild.

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La Familia Burrón Pedro Flores Estaba yo sentado leyendo la Familia Burrón cuando vi pescados que caían sobre el otro balcón ...le jalé a la estufa y me paré de "volón" Quité mis lagañas sólo para ver mejor, revisé el tabaco por si acaso tenía otro color No, no, no, no estoy loco señor se lo puedo demostrar, yo soy fulano de tal y vivo en aquel lugar. Rockdrigo González. No estoy loco.

Don Gabriel y algunos de sus personajes.

Cuando La Familia Burrón dejó de aparecer como historieta regular después de más de 60 años de publicación ininterrumpida, el 26 de agosto de 2009, tal vez ya quedaban pocos Burrónófilos o Borolafanáticos asiduos. Sólo los fieles seguidores de tan formidable historieta –gente “del pueblo”, alivianados como el ya desaparecido Rockdrigo, e intelectuales convertidos a la religión de admiradores de Doña Borola por el ahora también nuevo habitante del Valle de las Calacas, Carlos Monsiváis– habían permanecido al pie del cañón esperando martes tras martes para ir al puesto de

periódico por la semanal dosis de delirio, que inició su distribución en 1948. En mi casa familiar de la infancia se consumía una buena cantidad de comics (les llamábamos chistes), además de libros, discos y radionovelas. Mi papá llegaba con una buena carga de publicaciones: La Zorra y el Cuervo, Archi, La Pequeña Lulú, Bugs, el Conejo de la Suerte, Los Súper Sabios y muchos más, pero La Familia Burrón era uno de los chistes infaltables. Aquí he de confesar que yo de niño no le entendía muy bien a aquel desfile sin fin de personajes absurdos con unos trazos 121


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característicos (nariz de pelota, zapatos redondos, manos de cinco dedotes, policías con fusiles de cañón tipo arcabuz que disparaban con evidentísimo tiro parabólico balas negras como pelotas de ping pong con la onomatopeya de balazos que hacían “cuas cuas” y que dejaban unos agujeros redondos donde atinaran, aun de rebote), además de utilizar muchísimos recursos semióticos para representar situaciones de la vida –o la muerte–, como representar que alguien estaba muerto con ponerle un tache en los ojos, mientras aparecía un globo en nubes con una calavera; frustración por perder algo, con unas alitas arriba de su cabeza; representar la velocidad con nubecitas de polvo a los pies del personaje; el frío con unas líneas onduladas; la embriaguez con unas burbujitas alrededor de la cabeza del borracho; pena, con gruesas gotas de sudor saltando alrededor de la cara, etcétera. En ese tiempo la revista ya era antigua y mi papá nos contaba que

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desde joven él la leía con deleite; después le contagió ese gusto a mi mamá y de allí pasó a nosotros, mis hermanos y yo. Cuando yo la empecé a comprar por mi cuenta fue cuando estudiaba la carrera y de allí contagié a mis amigos y mi profesor de Física (saludos, mi querido maestro, Lic. Rubén Medina Gómez). Cada martes iniciaba el ritual de ir a comprar, leer con deleite y después comentar el último número y las ocurrencias de Doña Borola Tacuche de Burrón, contagiándonos con el habla de los personajes. Aún hoy, los lectores de La Burrón platicamos los episodios preferidos y competimos por ver quién recuerda el más gracioso. ¿Por qué era divertida la revista y por qué causaba esa fascinación entre gente de tan diversos niveles sociales y culturales? Tal vez por presentar un retrato de la sociedad, si bien con situaciones absurdas, pero muy fiel en cuanto a valores y situaciones económicas compartidas por muchos. Pero, análisis sociológico aparte, lo mejor eran las ocurrencias y situaciones cómicas que nos hacían reír hasta las lágrimas. Sin intentar hacer un mapa completo de todos los personajes y sus relaciones, va un pequeño inventario de los que recuerdo: La familia, formada por Don Regino Burrón y Doña Borola Tacuche tenías tres hijos y un perro, los primeros dos hijos eran sus hijos biológicos: Regino chico, alias El Tejocote, y Macuca, de oclayos pispiretos, único personaje con nariz respingada, en forma de piquito; el tercero, Foforito, era un niño a quien habían acogido generosamente como suyo para cuidarlo del abandono en que lo había dejado su borrachales padre, Susano Cantarranas. Además tenían un perrito llamado Wilson que no hablaba pero tenía un lenguaje corporal de lo más variado: se acostaba con la panza para arriba con los pies 122


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cruzados, se echaba a dormir como ser humano, comía con toda elegancia con una servilleta al cuello y con cubiertos. Por cierto, comer, en el lenguaje de los Burrón, era “mover bigote” para llenar, no el estómago, sino la “caja de las alubias”. El hecho de vivir en una vecindad hacía un colectivo de protagonistas donde el factor común era hombres desobligados y mañosos y mujeres canijas pero entronas, dispuestas a emprender cualquier proyecto, por más disparatado que fuera, bajo el liderato de Doña Borola. Esta situación le daba un sabor matriarcal o mujeril al barrio. ¿La dirección? "Callejón del Cuajo número chorrocientos chochenta y chocho, en la Ciudad de México. Don Regino era peluquero de profesión, propietario de El Rizo de Oro, donde tenía como ayudantes al Tejocote y Foforito, siempre acompañados por Wilson quien, para matar el tiempo cuando no había clientes, se ponía a tocar la vihuela, instrumento musical con dos clavijas y una cuerda. Cuando la clientela era numerosa, no era raro ver a Wilson con escoba y recogedor en pata, ayudar a su amo barriendo los pelos de los clientes. Además de ser honesto hasta el extremo, Don Regino era pobre y le daba a su familia una vida de honrada medianía con sus escasos recursos. Había un personaje muy cábula, Pánfilo Bonete, rico él, que le hacía pesadísimas bromas a Don Regino, sin reparar en gastos.

Doña Borola siempre estaba renegando de su situación social y económica pues, aunque no lo pareciera, provenía de una familia con recursos. Una tía suya, Doña Cristeta, había amasado estratosféricas riquezas, que iban creciendo como bola de nieve al heredar fantásticas fortunas de sus extravagantes y ricos pretendientes, que hacían fila para libar la miel de los labios del hermoso “Baloncito Playero”. Doña Cristeta, chorromillonaria, vivía en París con su fiel secretaría, confidente y amiga, Boba Licona. Permantemente se les veía viajar en su jet privado lo mismo a safaris al África, acompañadas por Totó Roquefort, “El Rey del Queso”, su eterno enamorado, o por otros ricos pretendientes, como 123


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“El Rey de la Mostaza” o el “Rey del Bacalao Noruego”. En París eran asiduas clientes de restaurantes de lujo como “Le Cazuelé”, donde pedían una o varias botellas de Champán para rico, que los meseros cargaban en la espalda y servían en gigantescas copas, inclinándose para verter el dorado elixir; o donde podían disfrutar de sus platillos favoritos, Torito alcaparrado con todas sus menudencias, Sopa de lenguas de canario o Ballenato nonato, relleno de mariscos. En su mansión, Doña Cristeta era atendida por una corte de mucamas mexicanas que le complacían cualquier capricho, como prepararle su baño de espuma en una tina donde vaciaban costosos y gigantescos frascos de perfume. Sus mascotas eran dos cocodrilos, Pierre y Marcelo, con los que Cristeta practicaba lucha en su alberca. Para dormir, solía ponerse un pijama y un gorrito en la cabeza, siempre acompañada en la cama por una multitud de perritos.

Pues Doña Borola no se resignaba a llevar la furris vidorria que Don Regino le ofrecía, así que siempre estaba ideando maneras de obtener dinero. Para concentrarse en sus ideas, solía fumar unos tremendos cigarros que hacía de periódico

enrollado, con una abundante flama en el extremo y unas gruesas bolas de humo que despedía por su boca estirada tan hacia un lado que casi se le pegaba a la oreja. No dudaba en irse a una carpa a dar “bataclán” y mostrar su hermoso corpachón bailando el cuchichí para obtener unas monedas. Quién sabe de dónde siempre sacaba una estola y vestidos largos, se supone que de lentejuela, sombrero y una filtro largo para montar cigarrillos. Sin embargo, sus medias rotas traían más nudos que una cuerda de marinero. Al salir a la calle iba contoneándose como si llevara la cadera montada en flan. Pero no todos los proyectos eran para su beneficio económico. También emprendía obras para ayudar a sus miserables vecinas, como cuando las inundaciones en tiempo de lluvias, que impedían a los vecinos salir a sus trabajos o al mercado, doña Borola improvisó un sistema de transporte fluvial, empleando una palangana para subir a los pasajeros y como propulsor la base de una licuadora a la que le adaptó un cable larguísimo. En otra ocasión y para sortear los altos costos del transporte público, con ayuda del viejerío de la vecindad hizo una excavación en el subsuelo para crear un sistema de túneles por donde viajaban con carritos de madera hechos de huacales. También convenció a sus vecinas para usar la azotea de la vecindad como alberca (ya que ir a la playa era económicamente prohibitivo), tapando los desagües y llenándola con agua de los lavaderos; era graciosísimo ver a Doña Borola y su hija Macuca asoleándose con minúsculos bikinis y sendos cocos para refrescarse. Por lo general todos sus proyectos terminaban en un desastre que tenía que ser enfrentado por Don Regino o, ya de plano, los obligaban a encerrarse en su casa, poniendo tablas clavadas en la puerta para evitar la furia de los afectados, por lo general los malagradecidos vecinos. 124


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“tío”. Ruperto vivía en un hotelucho de mala muerte, llamado “El Catre”, que era atendido por el aficionado al chisme sabroso, Don Quirino, quien había tomado gran cariño a Ruperto y lo protegía de visitas inoportunas de la policía que, con razón o sin ella, caían con frecuencia para inculpar a Ruperto de crímenes que no había cometido. Ruperto siempre llegaba al amanecer con una buena dotación de chilindrinas y conchas que compartía con don Quirino, sopeadas en un delicioso café que el administrador del hotel le tenía ya preparado.

Otro personaje con una vida compleja era Ruperto Tacuche, hermano de Borola. De niño fue un rebelde travieso y por culpa de un terrible accidente donde le cayó leche hirviendo, quedó con la cara desfigurada, lo cual lo volvió más rebelde, taciturno y sombrío. En la historieta siempre aparecía cubierto con una bufanda que le tapaba la cara hasta la altura de los ojos. De adulto se dedicó al robo y vivió mil aventuras tratando de robar y de escapar de los tecos. En una ocasión fueron emboscados por la policía él y su compañero de fechorías, La Ametralladora Buitrón; al ser herido de muerte, su compañero le hizo prometerle que cuidaría a su viuda Bella Bellota y a su inválido hijo Robertino. Ruperto cumplió con honor su palabra y decidió, además, reformarse, tomando una vida de bien como panadero de “La Hojaldra”. La relación de Ruperto con Bella Bellota es de mucho respeto aunque con el tiempo se fue transformando en una relación sentimental que jamás pasaría de tomarse las manos, debido a la lealtad de Ruperto con su amigo muerto y a la resistencia de Bella Bellota de no dar un paso adelante sin estar debidamente casados. Robertino consideraba y le daba tratamiento a Ruperto de

Otro personaje, mucho menos sombrío, era Floro Tinoco, alias “El Tractor”, adolescente ricachón amigo de Borola que siempre la iba a visitar montado en minúsculos pero costosos autos deportivos y ocasiones en aviones jet; al llegar a la humilde casa de la vecindad el muchacho cargaba bajo el brazo el auto o avión en turno y lo dejaba estacionado en la sala de la vivienda de vecindad. En ocasiones le permitía a la güera que se diera una vueltecita por la vecindad, que invariablemente se escenificaba con la Borola corriendo el autito a chorromil por hora sobre las paredes del patio enfundada con un casco y lentes de carreras, mientras iba tirando toda la ropa de los tendederos o atropellando las gallinas de sus vecinas. “El Tractor” era un muchacho problema para su papá Titino Tinoco, pues era duro de cabeza para la escuela y sus travesuras metían en inmensos problemas de responsabilidad a los padres Tinoco. Para castigarlo, su padre tenía contratado a un grupo de guaruras profesionales que eran inflexibles para atrapar al muchacho y encerrarlo en una cárcel que Don Titino tenía en su propia casa, con todos los adelantos tecnológicos de los modernos sistemas penitenciarios. Sin embargo, “El Tractor” siempre se las ingeniaba para escapar y hacer miles de diabluras.

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Doña Borola contaba con una inmensa variedad de amigos, a cual más de extravagantes. Uno, particularmente divertido, pero que a veces nos hacía rabiar de coraje por su conchudez, era el poeta Avelino Pilongano. Se trataba de un muchacho holgazán que vivía en las nubes dialogando con las musas de la literatura. Sus amigos eran igual de vagos que él y sólo hacían alguna actividad física a condición de que no tuviera que ver con el trabajo, por ejemplo, jugar al billar. Su aspecto físico era de total descuido, con unas mangas de camisa que le sobresalían de las manos, cayendo hacia delante. Siempre con un moco gelatinoso colgando de la nariz y un sombrero bohemio todo raído. Su madre, doña Gamucita Pericocha, viuda de Pilongano, era una viejecita de bajísima estatura (zapatos inmensos, casi de su tamaño, cargando siempre un inmenso tambache de ropa sobre su cabeza) que lavaba y planchaba ajeno para poder vivir y mantener al flojonazo de su hijo, quien con inmenso cinismo argumentaba que él no nació para trabajar pues su mente estaba en el Olimpo de la poesía; aunque la presumía como una obra de arte incomprendida, nunca lograba publicar su gran producción poética “Vibraciones del Caletre”, aunque había recibido estimulantes comentarios de Octavio Paz. En una ocasión Avelino consiguió trabajo en una tienda de colchones y su tarea consistía en dormir toda la jornada a pierna suelta en un aparador, para promover los colchones; todo indicaría que era el trabajo ideal, pero finalmente renunció, pues regresaba a casa exhausto de tanto “trabajar” y sólo llegaba a dormir para reponerse.

El hijo recogido por los Burrón, Foforito, era un niño muy aplicado en la escuela, obediente y respetuoso con sus padres y hermanos adoptivos. Su padre biológico, Susano Cantarranas era un desobligado que en ocasiones trabajaba como pepenador, pero la mayor parte del tiempo transfería esa labor a sus compañeras en turno. Su pareja más o menos permanente era La Divina Chuy, teporocha igual que Susano, que a pesar de trabajar en la basura siempre vestía con vulgar elegancia una estola y un sombrero de bombín. Su bebida preferida era el pulque, pulmón o tlachicotón. Siempre aparecían con una nube de burbujitas sobre la cabeza, indicando que permanentemente vivían en completo estado burro. En ocasiones, Susano amenazaba a los Burrón con llevarse al niño para chantajearlos sentimentalmente y sacarles dinero que utilizaba para irse de juerga a tomar. Foforito tenía un mundo de aventuras aparte con sus amiguitos, en particular con sus compañeros de escuela de música: Sinfónico Fonseca, quien tocaba el bombardón; Isidro Cotorrón, que tocaba el violín; y Alubia Salpicón, que estudiaba el tololoche. Alubia, a pesar de su corta edad y estatura, cargaba a todas partes con su inmenso instrumento, que curiosamente siempre traía lleno de víveres para repartir entre la gente necesitada. Vivía sola en una lúgubre mansión que perteneció a un matrimonio que la había recogido y al morir ambos esposos le dejaron una inmensa fortuna que Alubia administraba para ayudar a los pobres, quienes en más de una ocasión abusaban de su generosidad. Uno más de los conocidos más extravagantes, si es que cabe decirlo, de Borola era el Conde Satán Carroña, un vampiro que vivía en un castillo más allá de las paupérrimas colonias periféricas. Tenía como esposa a la “bella” Cadaverina, un esqueleto más o menos guapa, como la Catrina de Posada. Cadaverina era pretendida por Sombroso Mortis, 126


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un insepulto de la era porfiriana que colmaba a la bella calaca con caballerosas atenciones, para enojo del celoso Satán Carroña. Como todo vampiro, Satán dormía de noche en un ataúd y despertaba al ponerse el sol, para exigirle a su criado, el servicial Chicho, que le sirviera su dotación de sangre, a la que bonachonamente llamaban “agua de Jamaica”; sin embargo, el preciado líquido siempre escaseaba y Chicho le tenía que pedir a su amo que se conformara con “sangre de conejo”, un preparado a base de pulque y tunas rojas. Satán salía volando, transformado en vampiro, al amparo de la noche a chupar sangre a bellas damas de sociedad, pues una vez convertido en humano, era un personaje distinguido, y solicitado en las fiestas de alcurnia, como todo buen conde. En más de una ocasión la víctima de sus ataques era Doña Borola misma. Sin embargo, por una razón o por otra, las cosas siempre le salían mal a Satán Carroña: sus tétricos planes acababan en que lo descubrían, terminaba enredado o con tremendos problemas de horario con el sol saliendo o le propinaban una golpiza con escobas o palos cuando se encontraba en su forma animal. En otras ocasiones, cuando no había una atractiva dama, víctima adecuada, con un hambre atroz terminaba chupando con resignado asco el agua de jamaica de algún borracho que se había quedado dormido en la calle, agarrando tremenda guarapeta y regresando maltrecho, dando tumbos, a su castillo, para ser recibido por Chicho quien le recomendaba, inútilmente, que ya no saliera a sus aventuras amoroso‐alimentarias.

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Los personajes son interminables; sólo por mencionar algunos que faltan pasaré lista a Don Telesforeto Colín, apodado el “Sapo‐Rana”, un talentoso ventrílocuo caído en desgracia por su afición al alcohol; su compañero era el muñeco Pompeyo, que parecía adquirir vida propia para convertirse en su conciencia; Don Juanón Teporochas, un cacique de “San Cirindango de las Iguanas”, compadre de Don Regino Burrón, quien vivía romances y aventuras rancheras en la provincia mexicana; Don Juanón tenía otro amigo, Don Briagoberto Memelas, cacique de “La Coyotera”, tramposo y abusivo con los habitantes de su cacicazgo. Don Briagoberto se dedicaba, en secreto, en el fondo de una cueva, a obtener el Cuaco Pollo, una cruza de caballo con pollo (un día finalmente lo logra crear: un caballo de dos patas, que en lugar de crin tenía una cresta de naturaleza avícola y en lugar de cola de pelo, una esponjada cola de gallo); otros de sus vecinos eran el güen Caperuzo, cacique de "El Valle de los Escorpiones" y su hermana, la “bella” Caledonia, que quería 127


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conseguir como pareja al primer machito de ley que se dejara, pero en particular a Briagoberto Memelas; ambos hermanos vivían en una zona inhóspita y se alimentaban de sabandijas, alacranes y víboras; su rutina de higiene consistía en darse (puntualmente, cada mes) unos baños de tierra en pozas rebosantes de barro seco.

temprana edad destacó como dibujante. Así, en 1930 obtuvo el segundo premio en un concurso internacional de dibujo celebrado en Osaka (Japón). El entonces director de Cultura del Instituto Nacional de Bellas Artes Alfonso Pruneda le ofreció también una beca para estudiar dibujo en París, pero la declinó para trabajar como ilustrador del periódico Excélsior. Con 17 años, ya era jefe del Departamento de Dibujo. Tras morir su primera mujer, de la que tuvo dos hijos, casó en 1976 con la periodista Guadalupe Appendini. En 1980 sufrió una embolia por trabajar más de 20 horas al día, pero siguió dibujando. Murió en mayo de 2010 a causa de una complicación cardio‐ vascular1. Gracias, Don Gabriel. “El que hace reír a sus compañeros merece el paraíso.” Mahoma.

1

El pasado 25 de mayo (2010) murió Don Gabriel Vargas a los 95 años, genio creador de tan inmenso universo de personajes que hizo reír a varias generaciones y nos trajo alegría en horrorosas cantidades a sus fieles seguidores. Tulancinguense distinguido, paisano de mi querido amigo Paco. Quienes lo conocieron dicen que fue un ser humano ejemplar. Échense este trompo a la uña:

http://es.wikipedia.org/wiki/Gabriel_Vargas

Gabriel Vargas Bernal fue un historietista mexicano (Tulancingo, Hidalgo, 5 de febrero de 1915 ‐ Ciudad de México, 25 de mayo de 2010), creador de la serie de historietas La Familia Burrón, una de las referencias más importantes de este arte dentro de la cultura popular de México. Huérfano de padre con sólo 4 años, su madre se lo llevó a él y a sus 11 hermanos a la capital, donde a

Dos grandes: Cancionero de Chava Flores, ilustrado por Gabriel Vargas.

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En el año de la muerte de José Saramago Alexandro Hernández Lo primero que pienso ahora que escribo algo para recordar a José Saramago, es que redactar un obituario es una cuestión equivocada, como le hacen ver un par de jóvenes enamorados a Pereira (el de Sostiene Pereira de Antonio Tabucci) cuando éste se encuentra con la asignación de escribir notas fúnebres para un periódico –y además por adelantado, para poder ganar la nota. ‐ Hay que escribir de vida, le enseñan los jóvenes enamorados a Pereira. Pues hablemos de vida, de la vida que creó Saramago en sus libros, que es lo que podemos atestiguar quienes así supimos de él. Lo cual es algo ya de por sí un poco extraño. ¿Es vida la literatura, o son sólo fantasías y perdederas de tiempo? Si me permiten, le daré vueltas a esta pregunta a partir de cuatro libros de Saramago (cuya elección por mi parte es arbitraria): El año de la muerte de Ricardo Reis, Ensayo sobre la ceguera, El Evangelio según Jesucristo y Todos los nombres. Para hablar de El año de la muerte de Ricardo Reis, es conveniente conocer que esta historia se relaciona con una psique, la de Fernando Pessoa, y con uno de los inventos de esa singular mente, el propio Ricardo Reis. Fernando Pessoa no construyó personajes sino personalidades. De ellas podemos decir que cobraron vida, si nos atenemos a la evidencia irrefutable de que cuentan con obra propia. Ricardo Reis es un conservador de pura cepa, monárquico para más señas. Tan monárquico que se exilia en Brasil a la llegada de la república.

Es en ese momento que entra Saramago y se entromete en esa historia, mostrando a Reis de regreso a Portugal al enterarse de la muerte de Pessoa. La tensión vital de Reis es erotismo y muerte. El erotismo viene de su relación con dos mujeres que desnudan sus contradicciones, propias de buen conservador. Marcenda, la refinada señorita de familia, un tanto amargada por su mano seca, le encara frente al abismo del matrimonio agradable a las buenas conciencias. Lidia la encargada del aseo de la habitación en que se hospeda, es en cambio la entrega a la carne. Del lado de la muerte, Pessoa y su poética del desencanto, de lo inútil de todo lo grandioso y la verdad de las cosas simples, que a final de cuentas tampoco sirven de nada. ¿Quién mejor que el propio Pessoa para confrontar a Reis con las imposibilidades de la vida? Pero en ese camino, el propio Pessoa, el autor mismo, es confrontado por Reis. Como seguramente Saramago ahora será confrontado por Pessoa y por Reis. No puedo menos que imaginar la discusión furiosa del 129


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monárquico a ultranza con el comunista confeso. O el debate del escritor mesurado, humilde aún sabiéndose un excéntrico monstruoso, con este otro que escogió y encontró los reflectores y el mayor reconocimiento. Una cosa es cierta: Saramago no vino en son de paz, y por lo tanto ahora en el valle de calacas no irá a descansar, sino a discutir, a desmenuzar esta vida desde la perspectiva de la muerte, lo quiera o no. Saramago no sólo no vino en paz, sino además buscó enemigos poderosos, les fue a tocar a la puerta de su casa y se quedó increpándolos, como muestra El Evangelio según Jesucristo. El día de su muerte, la noticia más leída –seguramente por ese morbo pica pleitos del que se nutren los noticieros de nuestros días– fue el “lero‐lero” de la iglesia católica por la muerte de Saramago. No era de esperar menos como reacción, porque para empezar la veracidad de los cuatro Evangelios canónicos no es tema con el cual la iglesia guste de jugar. Aunque hay que decir que históricamente es de sumo interés el estudio del contenido de los evangelios apócrifos o heréticos, la iglesia considera el asunto de los cuatro evangelios del nuevo testamento como un dogma de Fe, no sujeto a discusión. Ni hablar de versiones cuestionadoras. Una reinterpretación del evangelio que muestra de una manera tan ambigua al arcángel que se le presenta a María, una presencia investida de poder, sí, pero en modo alguno bondadosa, y tal vez ni siquiera benigna. O un cuestionamiento tan duro a José, que es capaz de huir sin avisar de la matanza que aguarda a los inocentes, y vivirá lleno de remordimientos. O un Jesús que se asoma con verdadero terror al futuro que le muestra lo que se dirá y hará en su nombre. O aún más, la relación de carne entre Jesús y Magdalena, que aún cuando sigue siendo tan sugerida, sigue espantando a los que juzgan indispensable la abstinencia sexual como requisito de la santidad.

En el año de la muerte de José Saramago

Pues no, no son discusiones amables y consideradas para con la iglesia, no es un mensaje para estar en paz con el dogma. La consecuencia no es, entonces, la paz, sino la discusión enconada. Y si lo que hay es una discusión sobre el dogma y no sobre la ética, al cabo de los argumentos sobrevienen los calificativos, o mejor dicho, las descalificaciones. Que algunas podrán ser ciertas, pues ¿quién no será cuestionado por sus actos?, pero también tal vez resulten irrelevantes para el fondo del planteamiento, que es la divergencia entre mucho de lo dicho en los mensajes de los evangelios, y su uso y abuso en la práctica cotidiana. Pero habrá que preguntar, ¿es esto una condición exclusiva de esta iglesia? Pues tal parece que no. Imaginemos que de repente llega a nosotros una epidemia de ceguera extraña, repentina y de veloz transmisión. Es tan extraña que no presenta sintomatología anunciante, sólo una fulminante pérdida de la facultad de la vista, pero no para ir a la obscuridad, sino al blanco absoluto. Tan repentina es que no permite que los doctores puedan hacer nada para estudiarla y contenerla. Tan veloz su transmisión que en pocos días prácticamente la totalidad del mundo cae enfermo. Esto permite narrar todo tipo de escenas de catástrofe. Pero es en un microcosmos de un pequeño hospital en donde el drama se concentra. Pues es ahí, en esa indefensión común es en donde el ansia de poder se incuba y al poco tiempo, se manifiesta. Lo espontáneo no es la solidaridad, la comunión, la justicia, etc., sino el afán de dominio, de preservación de la ventaja, del provecho a ultranza de los factores que dan poder sobre los otros. Y la certeza de algunos de que eso resulta inaceptable, al grado de entender que la vida misma no merece preservarse en esas circunstancias, sino que más bien debe arriesgarse.

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La rebelión personal frente al poder es posible no sólo frente al caso extremo del poder absoluto y amenazante. También es posible frente al poder impersonal, orgánico, establecido e irreflexivo. En Todos los nombres, José no sólo desafía tímidamente desde su posición de funcionario menor del registro civil, o mejor dicho, de la Conservaduría General, a todo el aparato burocrático que mantiene el orden social en los archivos de los vivos y los muertos. Como en otras historias míticas que ya conocemos, José desciende a un infierno laberíntico de documentos para rescatar el nombre de su amada –platónica, naturalmente– y devolverla al archivo de los vivos.

En el año de la muerte de José Saramago

Estas veleidades, estas pequeñas rebeliones no son del agrado de los funcionarios de gobierno o de capitanes de empresa que gustan de imponer reglas y procedimientos y diagramas de organización que deben seguirse a rajatabla y sin discusión. Imprudentemente, Saramago abre un frente más de discusión que le perseguirá (tal vez) eternamente. En el año de la muerte de José Saramago sabemos que no vino en son de paz, sino en son de vida. Así pues, le deseamos larga vida en su muerte.

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El sabio Monsiváis Pedro Flores Carlos Monsiváis es uno de esos personajes que forman parte de la circunstancia de uno y, por lo mismo, se piensa que son eternos, inmortales. Cuando niño, en alguna revista de mi papá leí un artículo elogioso donde lo llamaban “el sabio” Monsiváis. Desde entonces yo le tuve un gran respeto, dado que la escala de valores que me inculcaron considera la sabiduría como un atributo superior del ser humano. De adolescente leí Amor perdido y me fascinó esa manera tan amena, pero a la vez tan irónica –y a veces un poco complicada—manera de describir la sociedad mexicana, los personajes que en ese entonces formaban el entorno de personajes inmortales: Agustín Lara, David Alfaro Siqueiros, Fidel Velázquez, José Alfredo Jiménez, Irma Serrano, Salvador Novo, Isela Vega. Me sentía como viajando en primera clase, “escuchando” (leyendo) sobre lo que creía me era familiar, pero con una gran erudición y sentido del humor que me hacía pensar: ¡Qué chingón!, así quisiera escribir yo. Cuando leí Días de Guardar sentí que Monsiváis nos ponía un espejo enfrente para vernos y describirnos desnudos, tal como somos. Colaborador de revistas, periódicos, televisión; presentador y comentarista de libros, conversador, crítico de cine y de música, conocedor de poesía, no había tema o medio en el que no apareciera con un comentario original e inteligente. Una de las características admirables que se le reconocía era su infalible memoria privilegiada, lo mismo recordaba poemas completos que pasajes de la biblia. En alguna ocasión le preguntaron a qué atribuía tan destacable don de memoria. Monsiváis respondió que había una motivación devocional,

como cuando memorizó La Suave Patria, de Ramón López Velarde; había que estar enamorado de ese México, además de la gran calidad de la obra del poeta zacatecano, para considerar digno el esfuerzo de memorizarlo. En una conferencia, Monsiváis dijo que en López Velarde , la idea de la patria se manifiesta como una sensación estética, como la organización de los recuerdos, las experiencias y las vivencias que permiten que uno al volver a lo vivido tenga la posibilidad de saber que eso fue bello, hermoso, y que eso no depende de las realidades sino de cómo éstas se expresan poéticamente; es una idea de que la patria funciona si la poesía la expresa.

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Platicando una vez sobre Tin Tan con Paco y Alex y de la gran admiración que sentíamos por él como excelente actor cómico, alguien comentó que Monsiváis había dicho que Tin Tan era el primer mexicano del siglo XXI. La profesora Linda Egan, estudiosa de la obra literaria de Monsiváis, ha dicho que él pertenece a la primera generación de norteamericanos nacidos en México. En la obra de Monsiváis no hay ningún asomo de discurso antiyanqui a la manera primitiva y entendió que la vecindad con Estados Unidos representaba más que una maldición política, una ventana a la modernidad y el tratar de ignorarla o peor aún, atacarla, sería de un inmenso costo1. Todos sus lectores, incluyendo a muchos intelectuales, le otorgamos la posición de analista y explicador de la vida nacional. Decía bien Helena Poniatwska en su lectura fúnebre, ¿qué vamos a hacer sin ti, Monsi? ¿Quién nos va a yudar a entender los problemas nacionales? Pero no nada más los grandes problemas eran explicados o analizados por Monsiváis, también nos ayudaba a normar un criterio sobre los artistas populares, Juan Gabriel, Emmanuel , Gloria Trevi y los personajes de la farándula. Muchos volteábamos a Monsiváis como si fuera un espejo para ver si nuestra opinión estaba correcta. De hecho, el día que murió, casi por instinto sentí la necesidad de

El sabio Monsiváis

buscar su crónica para entender en toda su dimensión el significado de su muerte. Se ha escrito muchísimo sobre su obra y no pretendo repetir lo que otros ya han hecho con gran talento, lo que sí puedo decir es que el apelativo de “sabio” es mucho más que merecido, pues cubrió todos los temas de nuestro interés, economía, política y sociedad, historia, cultura de masas, sexualidad, religión, música. Su contribución a la cultura es inmensa. Con generosidad nos regaló su colección de objetos recopilada por más de treinta años y se exhibe en el Museo del Estanquillo, nombre escogido por él porque en un estanquillo encuentras de todo. Una de las exposiciones sobre la cultura popular que se presentaron en el museo fue sobre los personajes de Don Gabriel Vargas, a quien también rendimos homenaje en este Valle de las Calacas. El escritor Christopher Dominguez Michael dijo de él: “existe una cultura mexicana, venerable por su calidad democrática y liberal, que sin Monsiváis sería inconcebible. Me es difícil escribir mayor elogio de un intelectual.” 1

Carlos Monsiváis, Culture and Chronicle in

Contemporary Mexico, de Linda Egan Christopher Domínguez Michael Letras libres Julio 2002

El museo del Estanquillo, con personajes de Gabriel Vargas en los vitrales.

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The English Cock Paco Olvera Esta es una de tantas formas de hablar con recato (hipocresía, más bien) del famoso “Gallito Inglés”, al que miras con disimulo, le quitas el pico y pies, y te sales por la tangente. Palabras más, palabras menos, este es un “versito” que durante muchas generaciones, aprendimos escolares en la época de la pubertad, sin el grandioso milagro de la difusión que ahora resulta la Internet. Yo supe de él, mediante una hojita, que era la “copia, de la copia, de la copia” fotostática, de esas en donde ya se destacan mas las manchas y defectos de la fotocopiadora que el dibujo original; en esta hoja, se veía el dibujo en el que se adivinaba la silueta de un falo, con pico y cresta en la punta, en tanto que las patas, estaban formadas por los testículos y un remate con las clásicas “patitas de pollo” trazadas únicamente por líneas rectas (una línea que partía del dibujo principal y se remataba con tres líneas que representan los “dedos” de cada pata). Debajo del dibujo se alcanzaba a leer el texto: “Este es el Gallito Inglés, míralo con disimulo. . .” ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ ‐

Y de esa forma me enteré del libro “Picardía Mexicana”, y junto con él, de Armando Jiménez su autor. Armando Jiménez fue chilango por educación (estudió ingeniería en la ESIA del Politécnico Nacional), Coahuilense por nacimiento y Chiapaneco por adopción, pues vivía en Tuxtla Gutiérrez desde hace muchos años y hasta el momento donde lo sorprendió la “huesuda” a los 92 años. Este caballero, que en vida fue conversador e ingenioso, descubrió que para ejercer estas artes en México, cuando menos en ciertos sectores de nuestra sociedad, se debe hablar y entender una serie de “malas palabras”, afirmaciones en doble sentido y por supuesto los “albures”.

¿Y de dónde sacaron el dibujo? Pos lo fotocopiamos de uno que tenía el “Bigotes” ¿Pero de dónde lo sacó el “Bigotes”? Pos de otro dibujo güey No güey, ya en serio Pos no sé, creo que de un libro ¿De un libro?, ¿a poco hay libros así?

En este momento me queda claro que será muy complejo continuar, ante la disyuntiva de disertar acerca del albur o hacer un sencillo homenaje a 134


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The English Cock

Don Armando, pues de alguna forma saber de albures era saber de él, al menos para una buena legión de chavos de clase media, para quienes el “perfeccionamiento” en este arte dependía en un principio, más de la documentación que de la experiencia en las calles. Es justamente su legado la compilación de albures que hizo, así como de otros versillos groseros, ya sea por su connotación de doble sentido sexual, escatológico o simplemente para ofender en forma indirecta a un oyente poco experimentado. Esta labor la llevó a cabo en constantes visitas a pulquerías, cantinas y eventos populares, donde registraba las muestras de este arte popular que se cruzaban en su camino. Fue él quien registro en su libro, los letreros en las defensas de los camiones de carga, por ejemplo el clásico que en la defensa trasera retaba “A que no me pasas . . .”, complementado en la defensa delantera “. . . a tu hermana”. Otra de las recopilaciones logradas en lugares inusitados, fue la de los mensajes en los baños, como el que él mencionaba haber encontrado en el parque del Seguro Social, donde jugaban beisbol los “Diablos Rojos” del México: “Bateadores de bate corto, acercarse más al home” (en clara alusión a la longitud del “aparato”).

En realidad no podría convertir esta reflexión en un obituario completo, pues poco conocí del hombre, pero les puedo contar de la influencia de su obra en “chavos de mi edad”, que siendo de clase media, no estábamos expuestos en nuestras casas al lenguaje, de “cargadores” y “carretoneros”, pero que en la escuela, sin importar que fuera de “monjas”, no se podía evitar su uso. “Pos no les

contestes, no te rebajes a su nivel”, nos decían en la casa, ¡pos cual nivel y cual rebaja!, si luego los chamacos mas fresas eran los más mal hablados, entrenados por los empleados de las fábricas de sus padres o los albañiles de la construcción de sus casas. ¡Y como no responder!, siendo el albur un juego de palabras que tiene que ver con derrotar al rival “mancillándolo verbalmente”, y también con hombría: rajarte era condenarte a una burla eterna. Se trataba de demostrar que no “daba miedo” usar ese lenguaje “impropio”, que no te daba miedo entrar en un juego donde la derrota era motivo de humillación pública y por su puesto aprovechar la oportunidad de mancillar (al menos verbalmente) al rival, o a su mamá, o a sus hermanas. Esto último puede sonar torpe, pero en la adolescencia ocurren en paralelo muchos fenómenos complejos, como la afirmación de la personalidad, el sobrevivir en un medio hostil sin la ayuda de “papá y mamá”, el despertar a la sexualidad y el miedo a parecer ignorante o simplemente pendejo, porque no entiendes, o peor aún, “le sacas” a contestar un albur. Esto llega a ser un asunto de “vida o muerte social” en este entorno, luego entonces, se reafirma la relevancia del legado en la obra del Ingeniero Jiménez para chamacos y estudiosos que no cuentan con profesores prácticos del albur, pues muchas veces los padres quedan maniatados por “la moral y las buenas costumbres”. Para la nuevas generaciones, que tienen en el Internet acceso a muchas fuentes en el arte del albur, las ofensas y la leperada en general, deben saber que lo más seguro es que muchas de esas referencias a su vez provienen de la “Picardía Mexicana” del Ingeniero Jiménez. Este texto se ha convertido en referente para entender la forma de hablar del pueblo de México (al menos del centro del país), un libro que ha alcanzado hasta el momento más de 130 ediciones y 4 millones de 135


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copias vendidas, al tiempo que fue restringido por la sociedad mexicana, como si estuviera en el índice prohibido de la inquisición, pues en la casa de “las buenas familias”, no era aceptable tenerlo, se le mantenía en secreto y no se aceptaba públicamente. La copia que tuve oportunidad de hojear en mi juventud fue un préstamo, se mantuvo oculta a la mirada de mis papás, y en él aprendí muchas dichos y principios de la vulgaridad verbal que me permitieron sobrevivir aceptablemente de la secundaria en adelante. No lo leí completo, leía las ilustraciones y los albures que no formaban parte del cuerpo del texto: en términos estrictos no lo leí, pero aprendí viendo “los dibujitos”.

Armando Jiménez, mostrando que llevaba bien puesta la camiseta del Gallito Inglés.

A. Jiménez, como firmaba sus libros, formalizó parte de un cuerpo de conocimiento vernáculo (sin albur), para utilizarlo con la mayor propiedad de acuerdo a la circunstancia, que junto con otros grandes como el gran Chava Flores, Don Gabriel Vargas y el indispensable Carlos Monsiváis, reflejaron en sus obras, la forma popular, y me atrevo a decir, verdadera, en que nos hablamos y nos “cabuleamos” los mexicanos. Han de tener tremendo desmadre en el valle de las calacas, contando chistes y albureándose a la muerte, que una vez logrado su propósito de llevarlos allá, pos

The English Cock

ya no tendrá más amenaza para estos insignes caballeros, por lo que se la han de traer “de bajada”. Escuché a un presentador de la radio, hablando de la “vergüenza” que representaba que el libro más vendido en la historia de México, fuera un libro de majaderías. A mí no me parece un asunto de vergüenza o majaderías, sino de ignorancia. Ignorancia de aquellos que no han tenido oportunidades de cultivarse y acceder a otro vocabulario e ignorancia de aquellos que niegan su origen o la realidad de muchas clases marginadas, sus costumbres, incluida su forma de hablar. A fin de cuentas, las lenguas romances son vulgarizaciones del latín; qué bueno que no fueron proscritas, si no, ni a Quijote hubiéramos llegado. Los libros nos defienden de la ignorancia, registran nuestra historia para la posteridad y creo que esto es lo que debíamos ver en la obra del Ingeniero Jiménez, constructor de estadios que se animó a poner por escrito lo que todo mundo sabía, pero nadie quería admitir, un bastión de conocimiento que nos recuerda quiénes somos y porque somos, como somos (¡quiobo!, ¡hasta parece la pura verdá, ¿no?). Por otro lado, se pueden mancillar las palabras, convertirlas en mentiras y de esta forma lograr, en un muy depurado lenguaje ofender y herir, sin utilizar albures ni groserías. En contra parte, las rudas expresiones populares se puede sublimar en un elogio, como el que se merece don Armando, que se autonombró “El Gallito Inglés”, que atendió su enfermedad con disimulo, pero el cáncer de garganta, se le propagó hasta por. . . todos lados, hasta llevárselo al otro barrio. 136


Escribir es divertido, pero a veces hace falta echar una platicada. ¡Ai’ viene! ¡Raaaadio Ventoquipa, Al aigreeeee! Ahora también nos pueden escuchar “echando netas”. Las transmisiones de Radio Ventoquipa están disponibles en el Internet en “YouTube” En las ligas http://www.youtube.com/watch?v=XziLaHyaK1Y http://www.youtube.com/watch?v=glZgoaMkkn4 http://www.youtube.com/watch?v=QoCYnPql4kI http://www.youtube.com/watch?v=QoCYnPql4kI http://www.youtube.com/watch?v=UMK1ErUT1no http://www.youtube.com/watch?v=bXrc0XEUty0 También nos pueden encontrar usando las palabras clave “Radio” y “Ventoquipa” en la búsqueda y semos los únicos que aparecemos allí

¡Los esperamos!

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Página dejada intencionalmente en blanco para que empieces a escribir tu próxima colaboración para la Revista Letrónica de Ventoquipa.

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