El conjunto legendario Reynols se empezó a originar por el año 93, cuando la vida unía a Roberto Conlazo y Miguel Tomasin en una escuela de música en el barrio de Caballito. Roberto fue profesor de Miguel y desde allí comenzó todo. El eje de Reynols rota sobre ese nombre. El líder y baterista del grupo tiene Síndrome de Down y para todos eso jamás fue un obstáculo, sino todo lo contrario: funcionó como impulso para abrir aún más las puertas de la percepción. El artista Alejandro Jodorowsky bien señaló una vez: “Si tu hijo se saca un 1 en matemática y un 10 en pintura, ponéle un profesor de pintura”. Aparentemente sus padres hicieron una buena lectura de aquella frase. Desde chiquito le hacían escuchar buena música y de más grande lo estimularon llevándolo a clases de música. Miguel posee además una actitud sumamente activa. Su maestro cuenta que cuando le propones alguna idea siempre responde: “Y si, hagámoslo, por qué no?”. Esa filosofía positiva y sin frenos, colocó a Reynols en un lugar bendito, honorífico. La banda se transformó en una de culto y lanzó más de cien discos y estuvo de gira por Europa & Estados Unidos, tocando con músicos internacionales como Lee Ranaldo (Sonic Youth), Nihilist Spasm Band , Pauline oliveros, Damo Suzuki (Can), entre otros. Sus álbumes fueron editados en países tan insólitos como Japón, Noruega, Alemania, Italia y Bélgica. En los conciertos el ícono de la banda no viajó a esas tierras ya que era demasiada exigencia física y además porque no queria alejarse de su principal vínculo afectivo: su madre. Pero su presencia fue suplantada por una gran bandera con su cara que la colgaban en cada recital que hacían y ponían cintas con la voz de Miguel cantando, recitando poesías y tocando la batería. En Reynols todo es delirio, desde la concepción de su nombre. Cuentan sus integrantes que al momento de tener que elegirlo pusieron un chihuaha en el sillón y el perro era el encargado de prender el control remoto. La primera palabra que aparecía en pantalla iba a ser la seleccionada. La TV en aquél entonces transmitió un film de Burt Reynols y ahí se consumó el bautismo.
Su música es difícil de etiquetar. Ellos se ríen de la cantidad de géneros en los cuáles los medios intentaron -en vanoclasificar su estilo musical. Los han tildado de heavy metal, techno, noise, dub, space rock, post fluxus, avant-garde, free jazz, rock & roll, de bla bla bla. La clasificación que más se aproxime tal vez es la música experimental. Las obras de ellos son experimentales posta. A ver, es una fusión de improvisación + experimento que da resultados únicos, impredecibles e irrepetibles. Un show de Reynols jamás es igual a otro. Una canción de Reynols jamás es idéntica a otra. Un gran ejemplo de su constante búsqueda en expandir y romper con las nociones básicas de la música y jugar con la ironía, fue el lanzamiento de su primer disco titulado Gordura Vegetal Hidrogenada o también denominado No Disco. El álbum venía con la correspondiente caja, un libreto y un papel que decía “este disco se desmaterializó hace 15 segundos”. El dato interesante es que no había disco adentro, venía vacío y con la frase “este disco se desmaterializo hace 15 segundos”. Otra exploración inusual fue la “Sinfonía para los 10.000 pollos”, en dónde los Reynols instalaron micrófonos en un criadero de pollos entrerriano y registraron los sonidos de aquellos animales (realmente vale la pena escucharla). Otro trabajo de peculiar rareza fue Blank Tapes (disco ubicado en un top ten de música electrónica por la prestigiosa revista The Wire). También Pacalirte Sorban Cumanos, que estuvo durante varios meses en el ranking de space rock en Inglaterra. Por otro lado realizaron dos discos de improvisación con la reconocida compositora Pauline Oliveros. Además lanzaron una famosa pieza titulada Deportation Simphony, realizado con el sonido de las fotocopias de sus pasaportes y con el sello de deportados del país inglés (Lado “A”: Don´t cry for me England y Lado “B”: Cry for me Argentina). Con respecto al cine, tuvieron su huella: en el 2005 el director Néstor Frenkel disparó un documental titulado “Buscando a Reynols”. Un párrafo aparte merece la gran admiración que tiene una mítica banda extranjera sobre estos lunáticos argentinos:
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