Insights & Inspiration 2a Edicion

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La noche está llena de luz. Y no hay luz que se pueda apreciar sin la noche. La oscuridad es relativa al contexto de luz. Las estrellas no brillan sin esa oscuridad. Si supieran los lux que en una brillante noche de Superluna, ésta ilumina cien mil veces menos que un día de sol cualquiera. Afortunadamente a nuestro par de ojos nocturnos no le interesan esos números. Para ellos, el día es un grito, un ataque enceguecedor y la noche es música silenciosa.

Solo miren al cielo con los ojos nocturnos y verán que es más rico que una destellante mina de diamantes. Es una astronómica cantidad de modestos puntitos pendiendo sobre nuestras cabezas, a veces los astros parecen estar tan cerca como si quisieran decirnos algo al oído o tan lejos para situarnos en nuestra categoría de mínima expresión ante la inmensidad del universo. Nos hace meditar acerca de la existencia, la trascendencia y la espiritualidad La humildad de la luz nocturna nos transporta a reflexiones esenciales; de dónde venimos, qué somos, hacia dónde vamos. Motiva a la ciencia, inspira leyendas, funda religiones.

Viajando hacia el extremo norte o hacia el extremo sur, si esperamos con abrigada paciencia el espectáculo, entra en escena una amable y bien educada cascada de luz verde, ondulante como una teatral cortina de terciopelo, es una montaña ingrávida de luz que me saluda con un serpenteo de esmeraldas, se despide, agradece y se va. Aplausos. Es tan amable que viene de nuevo a saludar ahora con un atuendo magenta congelado. La naturaleza es insuperable. Y cuando se abandona la naturaleza, cuántos años cuesta descubrir que la luz de la luna era suficiente. Fuimos hechos para ver la luz de la luna y lo hemos olvidado. SI OLVIDAMOS LA NATURALEZA La luz de la noche es la luz del amor. No hay romance con la verdosa luz de una fluorescente compacta. No hay magia en un boulevard bajo el flujo de LEDs de 6000k. No hay poesía en la ciudad contemplando un epiléptico RGB programando por Don Random. La tecnología sin alma, provoca que la luz se enferme de esquizofrenia, cambiando de humor al ritmo de estornudos convulsivos. La luz de la noche es modesta. La noche es introspectiva. Tendríamos que celebrarla y protegerla, es una fuente de inspiración emociones y es base para la creación. La luz del día es diariamente necesaria, abundante, completa y gratis.

Durante el día hay un solo Dios, en cambio en la noche hay miles de divinidades centellantes. En ella, podemos contemplar atónitos el fin de la eterna vida de una estrella fugaz, cuando en un segundo atraviesa en decidida agonía rasguñando el inmaculado lienzo negro de la bóveda celeste y muere. Podemos capturar los encandilantes rayos de una tormenta de relámpagos o ser testigos de los múltiples destellos de las exóticas telarañas eléctricas de la pampa, que quieren escapar desesperadamente al cielo para alcanzar las nubes. Frente el mar nocturno podemos paralizarnos horas bajo el poder hipnótico de las explosiones de noctilucas, cuando las olas revientan en bandas de espuma fosforescente que luego emprenden una carrera luminosa hasta besar la orilla. Al salir de la hipnosis nos podemos unir a su manada bioluminiscente y vendrán a vestirnos con trajes de lentejuelas, como una tela surrealista de brillos chispeantes mientras nos sumergimos en el agua.

Trabajamos con luz artificial y la luz también puede dañar; es una herramienta que puede atacar, causar destrucción visual del contexto, producir contaminación lumínica, serias enfermedades por su exceso o ausencia, iluminación invasiva, distorsión del color y nuestra percepción natural del entorno, destrucción del hábitat de la fauna nocturna y pérdida del patrimonio del cielo. Que pésimo prestigio nos hace la mala luz, cuando rogamos porque la apaguen al igual que a la peor música a volumen estridente. La mala luz es vandalismo al ojo, tenemos que combatirla como parte de nuestro trabajo. Así como también promover el deleite de tener experiencias de luz ligadas a la naturaleza -creadora irrepetible de eventos de día y de noche- para enriquecer nuestra enciclopedia de emociones, inspiración y referencias. Paulina es diseñadora de iluminación originaria de Chile. Es directora y creadora de Noche Zero, una iniciativa global para mejorar la iluminación de las ciudades.

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NOCHE


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