© Miguel Márquez, 2011 Diseño gráfico y diagramación Alejandra Márquez Depósito Legal lf25220118004381 ISBN 978-980-12-5422-5 Impreso en la República Bolivariana de Venezuela
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1 Ficha de brillo y de sol alto, La calle disimula, dura, cae Como quien cede al caos, Brutal, repentinamente.
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2 El eje desmedido, dislocado, trae El temprano adi贸s de la confianza, Un ojo sin lugar para nosotros, La carga, y un r铆o denso y verde.
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3 Las vasijas suspendidas en el tiempo, Nos miran como si fueran gatos Desde una infinita proximidad, lejana, PrĂstina, con una alegrĂa, con un dolor callado.
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4 Callar es como devolver los trajes Que us贸 un reloj mientras dorm铆a, Envolver el sonido con cuidado, Y sellar esa carta con dardos.
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5 Sentencia de la historia es el fulgor, Lo que no existe, la inútil despedida, Lo súbito y el esplendor amurallado, La raíz de pronto satisfecha.
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6 Quizás la tarde o la música mistérica, El diámetro de la reserva y el esplendor, Las naves que nos llaman con intuiciones, El coro de diamantes.
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7 Impulso que me has traído hasta aquí, Atento y dulce para morir con serenidad, El poema te espera, y te frisa las paredes Para que todo esté listo, liso, dispuesto, parejito.
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8 El pรกjaro del รกrbol canta claro, escribe Unos versos con ramas en el pico, nos salpica Cada vez que raya el cielo, y a su manera Hace lo suyo para que el mal no se lo lleve todo.
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9 Extra単o es uno, no la vida. La vida existe y uno es el misterio. La vida pasa y se renueva, el problema Somos nosotros, entre la luz y la penumbra.
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10 Ronco el huĂŠsped se confunde, Trata de asir la copa por el tallo, Habla con fiebre en la lengua Y hunde una lĂĄmpara en la oscuridad.
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11 La vigilancia tarda en abrir la espuela Por donde lucen los hijos de la aurora, Y es arduo el andar incomprensible, En la errancia que nos hierra y nos cautiva.
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12 El difícil terreno donde proliferan Mitos que desconocíamos, Intimidades que pasaban sin ser vistas, La casa que nos piensa y nos señala por donde.
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13 La similitud ardiente de las flores En el pecho de las muchachas, los silbidos Que surgen de las fuentes, los cuerpos del elogio En la tropical y luminosa frescura de la ma単ana.
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14 La cueva madre estรก dispuesta a dar El todo por el todo, a recibir por fin La congoja que viene del puerto Con su hijo, y los marineros enlutados.
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15 Las aves que nos distraen cruzan el aire Con regalos que no podemos soportar, Crepúsculos otoñales de la infancia, Amaneceres que no veremos jamás.
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16 Guardo esta mitad de l贸brega andanza Para tener presente el sonido oscuro, Casi ahogado, donde la duda se quiebra, Donde el ardor hunde los dientes.
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17 Maléfico y conciso es el rumor, Penetra con su ponzoña las pieles Más ásperas y destruye a su gusto Los gestos fieles de una frágil eternidad.
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18 He visto vagar a las cavernas mรกs solas Entre el cielo de la multitud hipnotizada Y las calladas fiestas de los recuerdos, Toros y muchachas, frutas y sacrificios.
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19 Los musicantes viven En geografĂas montaĂąosas Donde la luz es parca y bebe poco, Pero suena con un timbre indecible.
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20 Las moscas se esconden detrás de las manzanas Y escuchan cómo la brisa tiene alma y cuerpo Y pasa por encima de los riscos y los ríos Diciendo unas palabras que no entienden.
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21 El hielo ya no quema los dedos ni la cara, La ventisca profunda no es la enemiga mortal De los seres ni su espada, lejos de ser cicatriz Una corriente de abrigo lleva la luna en la llama.
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22 Crudeza del rostro que de las islas viene con sal En la memoria, con lámparas, con historias, Barcos serios que navegan en el océano, y gentes, Que aún se oyen, entre el ojo y su boca.
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23 Cariño al patio y a los árboles que crecen Con los años, con el día y con las sombras, En las uñas se ve dormir a la noche, y en la noche A una mujer negra y desnuda.
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24 En el puro pasar y en el decir que sí, se oye Cómo la ráfaga inunda cada cosa que respira, Cada átomo sensible al despertar fragante Como si todo fuera real entre la rosa y la risa.
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25 Las palabras del poema, las palabras Desprejuiciadas por la edad, las grandes Amigas del sol y de todos los astros, Hacen de la escritura una fusi贸n nupcial.
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26 El sueĂąo mira a la vida con desconfianza, La piensa de lejos y la mide de cerca, Y cada vez mĂĄs cree que miente la muchachita, Y que solo la muerte, solo la muerte existe.
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27 Ajos y faroles en la avenida, un poco de sangre, Botones, carteras, zapatos, medias, Una llamada que nadie contesta, Un zancudo, dos hormigas y tres o cuatro moscas.
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28 Las maestras están bellas, Los limones maduros, Y uno escucha en las piedras Los ríos más profundos.
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29 En la terraza un niño que ya no lo es, Una muchacha que ahora es viuda, Aguas que no están y se ven límpidas, Y ese hombre sobrio al que no vieron más.
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30 Unos versos vienen de blanco y otros de puro luto, De cuatro en cuatro la vida, el trĂŠbol Con los pronombres, los mosaicos, las sentencias. La geometrĂa es perfecta para el desorden.
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31 El árbol soporta sin malicia la levedad de los pájaros, El franco deseo de vivir sin hacer daño, la prisa Nerviosa de un colibrí o de las garzas en las ramas Más altas encaramadas sobre el mundo. Ojalá fuera así.
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32 El tiempo tiene ganas de hablar de sĂ mismo Pero casi nunca tiene tiempo para hacerlo, Por eso de continuo pasa como invisible Hasta que de pronto ve los ojos de un tigre.
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33 El agua, el cielo, la hora estĂĄ tan tranquila, Que respiran inquietos presagios aquellos Con experiencia de la muerte. Espesos Nubarrones elĂŠctricos: la furia y la tempestad.
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34 Entre plantas nocturnas Que no parecen de este mundo Crece a su antojo la belleza Con unas voces terribles.
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35 Echo los caracoles sobre la mesa, Rayo un poco de fuego Y pico en cuatro una manzana, Pero cuando el no es no, el poema es imposible.
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36 Solo después de un ascético Y largo desprendimiento, Las despejadas ilusiones, La contradicción que alumbra.
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37 Salgo de lo blanco con dos erizos En la mano, y trato de colocarlos Al lado de unos peces plateados, Pero se crispan y me dicen adi贸s.
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38 En las madrugadas salobres y amargas Nadie puede morir en paz, Nadie Puede morir como quiere.
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39 Agarro un silbido Por el hocico Y le hago da単o Hasta que chille.
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40 Orino en las nubes Y salgo a la calle sin mĂ, Voy con el otro yo, con el mismo Que me lleva a su implacable desastre.
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41 Llevo un escorpión precioso En la lengua, mitigo su sed Con zábila, y me la muerdo a veces Por hipocresía y necesidad.
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42 Un poeta con el labio superior Colgado en un anzuelo, solo Entre el aquĂ y el allĂĄ Del sobresalto y la angustia.
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43 Pero nunca esto que insiste de nuevo Hasta el cansancio y te observa Con pupilas que no te pertenecen Ni serรกn tuyas nunca. Te lo juro.
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44 Intemperie voraz y absurda, Papeles tachados, sobrantes, Polvo an贸nimo que pasa por el pueblo Para perderse en la basura y el descuido.
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45 Silencio que pasa por alambre o fatuidad Sin รกpice de arraigo o de memoria, Ni cansancio ni tristeza, solo lo solo Que se repite y se repite.
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46 Al voltear la cabeza, alguien Llora en secreto y se hace invisible, Piensa como en el aire, justo En el minuto de la desolaci贸n.
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47 La vida transcurre entre la casa Y el p茅ndulo que en suspenso mantiene Una aproximaci贸n sin sustento, Un laberinto sin promesas.
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48 Brotan los ecos con cascos en las patas, Resbalan con agujeros en los nombres, Caen como la ausencia en el cerebro Y de inmediato huyen, desaparecen.
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49 Trazo una raya larga para no perderme En el bosque sonoro del abismo Como dos ni単os alemanes, Incrustado, fijo, atento, loco.
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50 El cuerpo de mi amada tiene Todos los sustantivos del mundo: hierbabuena, Cacao, maíz, avena, azúcar, nuez moscada, Junto a ella, es difícil pensar en el Apocalipsis.
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51 Tras la pista sibarita el tronco muelle, Tirado, tumbado entre coros y timbres, Como si tarareara un toque de tambor, Un golpe del Tuy en las tinajas repletas.
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52 Hace tiempo dejĂŠ de preguntarme Si no sentĂa mi corazĂłn bien hecho, Y vuelvo a los lados con serenidad, Con la pistola fija a las tres de la tarde
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53 Mamรก enciende una vela y yo me bebo un trago, La llama acaso es la misma y el fuego de los dos, Solo que ella bebe con los รกngeles y espera, y yo Prendo solo, la lumbre de la mente y sus mecheros.
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54 Apenas la muerte lleva un sombrero De alas anchas: solo la parca y sin motivo, Unos pedazos de vidrio sin sol y sin astucia, AquĂ no importa nada ni la nada.
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55 Cuando el antojo se impone de veras, Mi visita repentina y fugaz, Ojos de la ma単ana, Aullido de los montes.
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56 Cuando caen las yeguas en el campo, La ruptura sutil se abre a los naipes, Con la abreviatura desmedida, Copa de los รกrboles.
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57 En el dĂa del hasta luego, DetrĂĄs de las avenidas, En ti yo pienso, Jardines que cuelgan de la luz
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58 Al salir de lo que no existe, S贸tanos de la costumbre, La hembra de los lirios, Selva que estallas con p谩nico.
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59 Anotaciones quebradas y gemidos, Escaleras inquietas que nadan hacia el sol, En la mitad de una ansiedad con lagartijas, Ya quisiera yo mirarte frente a frente.
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60 La calma tiene dos caras, una joven, Que al trasluz salta, bellĂsima a los ojos, Y otra, cincelada por los aĂąos y la falta De impulso, por el escepticismo y la aridez.
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61 Por eso la sabiduría, la dinámica que logramos Soportar y admitir y pasarla al goce, al desenlace. No la franja quieta de los instantes gélidos, ni la paz, Sino la ebullición, la incandescencia de las voces.
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62 Dices que dices lo que piensas, Que piensas lo que dices, Pero por qué la desdicha, Y por qué la tristeza.
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63 Ella no sabe ni le interesa entender Lo que a su lado prospera Para bien o para mal, lo Ăşnico Es ella, entre el tĂş y el yo.
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64 Lleva una carta escondida, Una letra bajo la manga, Juega sucio y es linda, Y odia las adivinanzas.
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65 Si me acuesto con el enemigo Es para preservar (te), La raíz más querida precisa esfuerzo En el corazón más inútil. Es la vida.
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66 Dicen que soy la sola, Que bailo sola, que como Sola, que me r铆o sola, y creo, A solas, que tienen raz贸n.
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67 Yo hablo sin decir, Yo hablo sin hablar, Y además pienso, Y nunca estás tú.
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68 Sí, bonita, atractiva, Pequeña, seductora, Todo lo que tú digas, Menos lo que tú quieres.
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69 La belleza es cruel Como la venganza, Física y química, Siempre la exactitud.
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70 Quiero escribir tu rostro Ambiguo y turbio, quiero Grabar tu peste con esmero Entre playas fugaces y difuntas.
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71 A pesar de las persianas te veo, A pesar de los telĂŠfonos, la gente, La bulla, el ruido, los gestos, Te veo, te percibo, te maldigo.
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72 Enganchado como un pez En la red, atrapado, tuyo, Gozo y me resisto y ya no tengo Ganas ni siquiera de hablar.
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73 Pensar que en ti las cartas marcadas, Los dados, las piezas, el nĂşmero, El doblez en la punta de los labios, La ruindad en rojo y negro.
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74 Las serpientes son preciosas pero no las entendemos, Viajan pegadas a la tierra porque ellas son artistas Y creen que separarse de la vida es un pecado, El veneno, es para darle fin a la idea de otro mundo.
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75 Si hablo del cielo y del infierno no es para filosofar, Los convoco para ubicar tu pequeño amor, tu pequeño Andar, tu pequeño estar, tu estatura mínima, minúscula, Solo para eso los grandes espacios y tu hedionda figura.
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76 La rabia es un antídoto contra la mediocridad: ladra Y muerde cuando muchos aceptan lo irremediable, Es más joven que las muchachas más lindas que conozco, Y cuando camina por la calle, todos la miran estupefactos.
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77 Lo que haces por ser como dices no llega ni siquiera A estar a la altura de la primera letra de tus engaños, Por eso cojeas y evades chispas, fósforos, candelas, Tu agitada sombra, tan inflamable. Qué pena me das.
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78 Te voy a dedicar un poema para que no me olvides Nunca. Y dice asĂ: hombre que no puede ser ni esto, No puede jugar ni de vaina a ser aquello o lo otro. En la cara se le ve el culo, y en lo oscurito: lo poco.
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79 Pero lo voy a mejorar con un ejemplo. Digo que nada Puedes hacer para salir del laberinto que te encierra, Toro de puro flaco no embiste no asusta ni engaña, Lo tuyo es baba, nadería, y lo demás mera lástima.
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80 Parece que fuera una canción la que te canto, esta Que comienza considerando si es un verso lo que digo, O una estrofa para que bailen las bestias y los santos, Pero no es más que una burla, una pita, un solo coñazo.
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81 Entre la paciencia y el asco, tu ridĂcula imagen se convierte En alguien con nombre y apellido, tu tono solapado y pillo Te delata a diez cuadras de distancia, con el mismo traje soez Que te conozco, incluido el empaque, los perfumes y el paĂąuelo.
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82 Entendido así, todo te resulta bien en el pasado: Las piezas te calzan y se ajustan en ti a la perfección, Y te sientes heroico, tranquilo, satisfecho, feliz, Lástima el edificio, que pueda resistir tan poco.
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83 Para cultivar en verdad Un buen enemigo Uno tiene tambiĂŠn Que ser muy paciente.
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84 (el asma es una llama viva de largas hojas, una oraci贸n de infancia)
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85 La cara de ese animal hosco me resulta familiar Pero no doy con ella, y me escondo para no verlo, Y ni siquiera al despertar, herido hasta la ingle, Me zafo de su crĂtica atroz, de su castigo.
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86 Un letargo largo duerme a la orilla del río, En el barro, las serpientes, y el hinchado Vientre de los insectos: en ese lagarto donde, La muerte hipócrita, se echa al agua y sonríe.
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87 La hora m谩s pesada, nerviosa y ajena, La de los raros y siniestros presagios De la que habl贸 tanto Ramos Sucre, Con tan exigente e inhumana verdad.
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88 Hundi贸 el cuchillo una y otra vez En lo profundo de la bestia, Y atrap贸, con la punta de la lanza, El coraz贸n de un ni帽o.
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89 Matar a una res por la cabeza No debe ser un mal, ni siquiera Cuando hiede la tierra a un antiguo, Desparramado, sucio resplandor.
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90 Pero llegar desnudo a la playa con una esquiva Promesa, y con los astros que sue帽an encima del agua, En la noche infinita y con la luna por testigo, En el mar y el poema, a pulso de fuerza y coraz贸n.
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91 Sin embargo, hay que romperle la cara, porque si no, Una resistencia que quiere pasar por irremediable, CongĂŠnita, dura, eterna, y a prueba de todo, dice, Con sorna nos desviarĂĄ del curso, la bicha esa.
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92 Es preciso cavar hasta el fondo de la superficie Para ver si así uno ve lo que siempre ha estado allí, Mordiéndonos la cara en la oscuridad del nombre, Y detrás de lo cual ni por un segundo, y con sitio ninguno.
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93 Si uno es lo que habla, somos lo que callamos Y decimos sin otra alternativa, de allí que, Y sin ánimo de filosofar, oh petulante agazapado, Cada letra no sea más que un strip tease del ser.
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94 Burla burlando también vale y por qué no, Sólo los paleolíticos creen que la verdad Es un relámpago del licor en la medianoche O la única que tiene la palabra en este circo.
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95 Ensayar y vagar y andar a tientas Como quien no va, ni esperar para saber Si hay, que no hay, para poder decir, Lo que duele es entregarse.
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96 Los falsos cuadernos tambi茅n son importantes, El espejo que no refracta, el culpable de un crimen Que no lleg贸 a cumplirse, la mano cortada junto al muro, La serpiente que se muerde la cola hasta la muerte.
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97 La atención también es un castigo, un látigo Como dijo aquel que en paz descanse, Después de vérselas sometido a la pelea Durante días, entre la ofrenda y los venenos.
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98 Qué importa que te quede solo Un levísimo respiro, dijo Antonia, Vivir es infinito, como ella Que aún respira idéntica y preciosa.
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99 Y también es preciso que Juan nos traiga el humo De la alcoba, las joyas con los ensalmos y cascabeles, Con el tono más íntimo de la más prístina oscuridad, La más valiente, bella y encendida flor, junto a las pieles.
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100 Traduciendo versos en los círculos del fuego, Entre la ráfaga y la piedra, al ras y a descampado, Tras los sonidos más exigentes y dolorosamente Bellos, uno ve a Alfredo, al lado, en el desvelo.
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101 Cuando toco la puerta no hay nadie Que responda del otro lado de los barcos, Es duro saber que no hay, dice Alejandra, Y es difĂcil beber lo que no existe.
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102 La memoria es un tesoro que vuelve Cada vez que te nombro, Sulamita Generosa y esplĂŠndida, y por eso te traigo AquĂ, para intentar un poquito de homenaje.
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103 La literatura es un paisaje del alma, o el alma De los paisajes y las gentes, sea el río, el mar, El llano, los valles, la selva, las montañas, En apretada síntesis estás tú, siempre bajo palabra.
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104 La ilaci贸n sentimental es un pronombre por Y ante el cual uno debe medir las naves y las nubes, El torso dilatado de un alcatraz y la sombra que lleva, Los pasos cantados y t谩citos de la gratitud y la urdimbre.
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105 Que por allá un monje debe estar escribiendo sus fábulas: Intentará con unos cuantos animales, y les dará de comer, E incluso les estimulará la imaginación con versos de la tradición. Pero él también sufre, y goza, hasta que cuenten y canten las iguanas.
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106 No sabía que podía hasta que lo vio llegar Como la sorpresa hasta la mitad del cráneo, Sin detenerse mucho en los detalles, apenas Al constatar el poema, la escritura, la imagen.
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107 Si uno fuera lo tangible y la marca de un ritmo, El sigilo que cae en la penúltima sílaba, el tacto Duradero en las paredes donde moran los gatos, Otro sería el destino de estos versos irregulares.
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108 Bajo la lluvia todo se impregna de negro, y es Que las luciĂŠrnagas han abdicado del brillo, y en el Diluvio universal que las anega, ellas tambiĂŠn Esperan que pase el luto que de pronto nos invade.
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109 Casi con la cicatriz en la boca me aproximo A los límites impronunciables, los que sellarán Con brea esta imantación dispersa y sensitiva, A la que debo tanto, y sin tanta cuenta como merece.
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110 Punta fina y aguda la del hu茅sped al hacer del cuaderno Una prolongaci贸n de los signos que lo habitan: uno, A lo sumo, debe dejar que tome la palabra por los cachos, Y el resto en realidad es la dedicaci贸n y la suerte. Es as铆.
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111 Amistad es el nombre de una amiga que siempre Va conmigo, y no me cobra nada cuando nos da Por celebrar o detenernos a pensar en lo que sea. A Ella, la gratitud, lo que no tengo, lo mรกs amable.
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112 Este รกrbol lleva una cicatriz en el pecho Cubierta por las ramas, una vieja herida De cuando era joven, audaz, cosmopolita. Hoy parece un hombre sabio y venerable.
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113 El mar en la mitad del cuadro y los límites brumosos Del horizonte monótono y apacible y lejano. Son algunos los que escuchan las voces de los ahogados Que aún flotan en la parte azul de la foto; mira y detente.
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114 Quisiera continuar con los dibujos y las huellas Que deja la luz al despedirse de lo blanco, hilos Para remontar el cauce por el lado mรกs sensitivo, En el deslizamiento del trazo y los acuerdos.
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115 Con la voz y los ecos van los gallos vagabundos Hacia la parte mรกs oculta de la madrugada, Sin techo ni medida donde descansar, duermen Como quien pide permiso, y saltan al amanecer.
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116 Confiado estaba Dios con sus compadres, iba de farra Calle adentro, sin cuidarse de rangos ni prestigios, dicen Que silbaba como un chamo a las mujeres en las esquinas Y que brindaba a su antojo y componĂa unos versos el juglar.
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117 También los peces son desconfiables, añaden Al abanico inmóvil de la quietud, un aire nuevo Que se disipa en los bordes silenciosos de la vida, Como si fueran solo, leves ondas las que desparecen.
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118 Hoy es muy largo pensar en muy poco, Y levantarse, cuesta demasiado. Islas, dátiles, jardines, limones: nubarrones Que pasan. Yo, quién ando por aquí.
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119 Miro en torno mĂo Y mĂo es sordo lo que veo. Cada calle calla, toda entera, Sin luces para el sentido.
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120 El poeta vio los barcos, la gente precipitada Hacia un eclipse, la populosa materia Que se resistió con énfasis al lápiz, y entendió Su destino, cerró el cuaderno, y se acostó.
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