Las amistades de Morocho - Francisco Viloria

Page 13

24 / Francisco Viloria

MOROCHO.– El sábado es nuestro, tú, Jesús y yo en el Mirimire, así ha sido siempre. JULIO CÉSAR.– Si no voy el sábado, creerá que estoy casado. MOROCHO.– Invéntale cualquier cosa, si no te cree, entonces háblale del Mirimire. JULIO CÉSAR.– Pero tendré que visitarla algún sábado. JESÚS.– Cojito, son muchos los años en estas andanzas, de cerrada amistad, de compañerismo, pues... y tú sabes que gracias a nuestras citas en el Mirimire, la vida es menos pesada. Penas, rabias, dolores del alma... qué sé yo. Entramos cargados y salimos como nuevos. Ni siquiera Manrique tiene ese honor. JULIO CÉSAR.– ¿Y si no entiende? MOROCHO.– Ella es joven y querrá casarse. Por supuesto que va a entender. JESÚS.– Ya sabes, no toques un sábado. JULIO CÉSAR, en un dilema.– Es una situación delicada. Irma entra. Va directamente al pipote. Extrae una cerveza y se la empina. MOROCHO, toda su atención a Irma.– Ves, Jesús, ves el comportamiento. Si sigue en ese plan no va a quedar para los invitados. IRMA.– En 15 años de matrimonio, he planchado, he lavado, he cocinado para ti, sin cobrarte un centavo. Agradécelo y deja la mezquindad. (Sale y vuelve a entrar.) ¿Le digo que pase? MOROCHO.– ¿A quién mujer? IRMA.– Al mariquito. MOROCHO.– ¿A qué mariquito? IRMA.– Al de la Electricidad de Caracas. Acaba de llegar en un jeep nuevecito SALE. MOROCHO, alegre por la nueva.– Sí es Nelson, Jesús. (Sale de prisa). JULIO CÉSAR.– ¿Es el mismo Nelson aquel?

25 / Las amistades de Morocho

JESÚS.– El mismo, vivió en el barrio hasta que empezó a trabajar en la electricidad, no esperó mucho para mudarse. Ahora, le va muy bien. JULIO CÉSAR.– Hay gente con suerte. Morocho entra con Nelson. No cabe en su estusiasmo. MOROCHO, a Nelson.– Aquí estás como en tu casa. Somos pocos pero suficientes para una buena partida de dominó. Mira, Jesús, lo bien que se ve. JESÚS, se acerca a Nelson y lo abraza efusivamente.– Te conozco desde que eras un carajito de brazos. Yo mismo te cargué. NELSON.– Jesús, y tú nada que engordas. JESÚS.– Y no por falta de alimentación, que se entienda. Es sólo por naturaleza, así es mi contextura. Nelson mira alrededor. NELSON, a Morocho.– Te has hecho un caserón. MOROCHO.– En eso estamos, para que parezca una casa (Pausa.) Pero siéntate, chico, ponte cómodo. ¿Te acuerdas aquí del Julio César? NELSON.– ¿El Cojo? JULIO CÉSAR.– Sin ofensas. NELSON.– En aquellos tiempos, tú no usabas bastón, tenías fama de cantante y de camorrero. MOROCHO.– Ves, Cojo, las vueltas que da el mundo? (A Nelson) Ahora sólo canta por petición, borracho, cuando le invade la tristeza, y desde que le atestaron una silla en el Mirimire, se le quitó lo guapetón. JULIO CÉSAR.– Se aprende a los trancazos. MOROCHO.– Jesús, una fría para el invitado. JULIO CÉSAR.– Jesús, ayuda a la patria, tráenos a todos. JESÚS.– No te acostumbres, que todavía tienes una pata buena.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.