Colección Tecnología y Desarrollo Nº1 - ¿Qué son las Tecnologías para la Inclusión Social? (2015)

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Colección

TECNOLOGÍA Y DESARROLLO Cuadernillo Nº1:

¿Qué son las Tecnologías para la Inclusión Social? Editores Hernán Thomas, Paula Juarez y Facundo Picabea

Colección Tecnología y Desarrollo


Tecnolog铆as para la Inclusi贸n Social


Cuadernillo Nº1:

¿Qué son las Tecnologías para la Inclusión Social? Editado por Hernán Thomas, Paula Juarez y Facundo Picabea 1ra. Edición Red de Tecnologías para la Inclusión Social y Universidad Nacional de Quilmes, 2015 Thomas, Hernán ¿Qué son las tecnologías para la inclusión social? / Hernán Thomas ; Paula Juarez ; Facundo Picabea. - 1a ed. - Bernal : Universidad Nacional de Quilmes, 2015. 40 p. ; 21x14 cm. ISBN 978-987-558-358-0 1. Tecnologías. 2. Inclusión Social. I. Juarez, Paula II. Picabea, Facundo CDD 306 Fecha de catalogación: 22/04/2015

Publicado por: Universidad Nacional de Quilmes Roque Sáenz Peña 352, Bernal Buenos Aires – Argentina Teléfono: (+54) 11 4365 7100 interno 5851 iesct@unq.edu.ar/info@redtisa.org Para bajar más copias de esta publicación visita:

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Para mayor información: http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5/ca/


Índice

Tecnologías para la Inclusión Social


Prefacio

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Introducción

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1. Tecnología y Sociedad

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2. ¿Qué son las Tecnologías para la Inclusión Social?

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3. Trayectoria histórica de las Tecnologías para la Inclusión Social

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4. Hacia los Sistemas Tecnológicos Sociales

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Referencia bibliográfica

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Equipo Editor

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Prefacio La Red de Tecnologías para la Inclusión Social Argentina (REDTISA) fue creada en año 2011 con el objetivo de construir capacidades analíticas y tecno-cognitivas para la resolución de problemas sociales y ambientales a nivel local y regional. A estos fines la REDTISA realiza investigación, formación de formadores, paneles de expertos para iniciativas sociales, proyectos de intervención territorial, divulgación y comunicación, y asistencia técnica a instituciones públicas de I+D y otras organizaciones para el diseño e implementación de Tecnologías para la Inclusión Social. Luego de cinco años de trabajo, en la REDTISA hemos logrado sistematizar y compilar una serie de aprendizajes y capacidades colectivas que hoy adoptan la forma de una colección de cuadernillos sobre Tecnología y Desarrollo. Estos cuadernillos abordan diferentes áreas problemáticas relevantes para diseñar y gestionar políticas y proyectos de desarrollo inclusivo sustentable en América Latina y otras regiones del mundo. Entre las más áreas más destacadas podemos mencionar: • • • • •

Estrategias y Políticas Tecnológicas para la Inclusión Social, Economía, Tecnología y Desarrollo Social, Género y Diálogo de Saberes, Análisis de dinámicas problema-solución, y Aprendizajes de las Iniciativas Sociales.

Tecnologías para la Inclusión Social


La colección tiene como objetivo invitar a funcionarios públicos, académicos, actores sociales y la comunidad en general a repensar y generar nuevas estrategias de desarrollo para la resolución de problemas sociales y ambientales. Agradecemos las contribuciones y comentarios realizados por distintos colaboradores del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnologías de la Universidad Nacional de Quilmes, el Programa CREES-ICOTEA, la Fundación Plurales, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial y el Programa Concejo de la Demanda de Actores Sociales del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. También agradecemos el apoyo y financiamiento del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y Tecnología (UNQ), el programa de extensión de la Universidad Nacional de Quilmes, el Ministerio de Educación de la Nación y el proyecto “Transit Social Innovation” del 7º Programa Marco de Unión Europea y el Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales (Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva). Esta colección es editada por Hernán Thomas, Paula Juarez y Facundo Picabea.

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Tecnolog铆as para la Inclusi贸n Social


Introducción Las tecnologías desempeñan un papel central en los procesos de cambio social; materializan ideologías, orientan conductas de personas e instituciones, ordenan y organizan la estructura económica y política de la sociedad. Las tecnologías ejercen influencia sobre cómo se producen y distribuyen los bienes, sobre quiénes tienen acceso a ellos y quienes no; configuran métodos y estilos para determinar qué es un problema y cómo debe generarse su solución. Eso significa que la tecnología por sí misma no resuelve ningún problema; sino que la sociedad y la tecnología –los actores sociales y los artefactos y sistemas- se relacionan y construyen mutuamente.

Las tecnologías son construcciones sociales tanto como las sociedades son construcciones tecnológicas. Por ello hablamos de lo “socio-técnico”. Si pensamos la ciudad como un gran sistema socio-técnico, nos encontramos con un trazado urbano, sistemas de servicios energéticos y de comunicaciones, una red de transporte público y transporte privado, industrias, comercios, empresas de servicios, etc. Una compleja trama que si bien orienta y configura parte de nuestra conducta (desde lo tecnológico), no es suficiente para determinarla, 11


puesto que esa misma ciudad es una consecuencia de la acción de actores y grupos de actores sociales; es un escenario en el que tomamos cotidianamente, con ciertos márgenes de libertad, un sinnúmero de decisiones, configurándolo como tal. Tradicionalmente, cuando las ciencias sociales piensan la relación tecnología-sociedad lo hacen en el marco de abordajes deterministas lineales: o consideran que la tecnología determina el cambio social (determinismo tecnológico), o consideran que la sociedad determina la tecnología (determinismo social). En la práctica estos abordajes teóricos construyen una separación tajante entre problemas sociales y problemas tecnológicos. Constituyen dos territorios diferentes que difícilmente se comunican. Así, la resolución de problemáticas sociales como la pobreza, la exclusión o el subdesarrollo no pueden ser abordadas (tanto para su análisis como para su transformación), sin tener en cuenta la dimensión tecnológica. Tanto para la producción de alimentos, transporte, energía, la construcción de viviendas, el acceso a conocimientos y bienes culturales, como el ambiente y la organización social en sus múltiples formas. América Latina fue pionera en la generación de alternativas a las teorías y políticas sobre el desarrollo creadas por los países centrales. Sin embargo, la reflexión sobre la relación tecnología-pobreza, ha sido escasamente abordada en la región. Más allá de algunos intentos aislados, la cuestión tecnológica no aparece dentro de la agenda de la política pública como herramienta para la resolución de problemas sociales y ambientales. En este escenario es imprescindible plantear nuevos conceptos y criterios para el diseño, generación e implementación de Tecnologías para la Inclusión Social (TIS). Si bien los tempranos abordajes sobre TIS –generados durante los Tecnologías para la Inclusión Social


años ‘60 y ‘70- fueron centrales para comenzar a pensar la relevancia de la tecnología en la resolución de los problemas sociales, veremos que presentan algunas limitaciones teóricas y de implementación. En este cuadernillo nos proponemos una revisión crítica de los principales enfoques teóricos e implementaciones de los últimos 50 años para repensar el movimiento de “Tecnologías para la Inclusión Social”. Dado el alcance y la profundidad de la problemática de la pobreza en la región, el desarrollo de TIS reviste una importancia estratégica para el futuro de América Latina. Asumir esta necesidad implica proponer nuevos insumos para la generación de políticas públicas y estrategias institucionales de desarrollo social y económico, basadas en la implementación de Sistemas Tecnológicos Sociales (STS). La inclusión de comunidades y grupos sociales dependerá, fundamentalmente, de la capacidad local y regional para generar dinámicas de desarrollo sustentable a través de soluciones tecnológicas y productivas, socio-técnicamente adecuadas.

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Los problemas del pensamiento determinista Los enfoques tradicionales consideran que el desarrollo de la ciencia y la tecnología, o bien responden a las demandas que reciben desde esferas sociales, económicas y políticas; o bien poseen cierto grado de autonomía que genera resultados a nivel social y ambiental en diferentes esferas como la producción, el consumo, la comunicación, el ambiente, la educación, etc. Los estudios dedicados al análisis de las tecnologías desde las ciencias sociales puede clasificarse, en principio, en dos grandes enfoques: internalistas, que derivan en argumentos deterministas tecnológicos, y externalistas, asociados a explicaciones deterministas sociales. Para el determinismo tecnológico las invenciones: nuevos productos, nuevos procesos productivos, determinan los cambios sociales. Tienden a describir una línea evolutiva del conocimiento científico y tecnológico, un proceso interno e independiente de sustitución progresiva y lógica, que no considera en su explicación condiciones políticas, económicas o culturales. El progreso técnico está dado por la superación

Tecnologías para la Inclusión Social


de los problemas que presentaban las versiones anteriores, el aumento de la productividad o la ejecución de tareas más complejas. Para el determinismo social los procesos sociales determinan los estilos tecnológicos en particular y el cambio tecnológico en general. Se centran en los aspectos de tipo institucional de la producción de tecnologías, haciendo referencia a las condiciones sociales para el desarrollo de dichos artefactos, dejando de lado las características materiales de los artefactos y técnicas propiamente dichos. En esta perspectiva, las demandas sociales determinan la aparición de nuevos artefactos y técnicas.

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1 Tecnolog铆as para la Inclusi贸n Social


Tecnología y Sociedad

Un homínido recoge una gruesa rama del suelo. Juega con ella entre sus manos torpes y sucias. La balancea, la sopesa, la blande. Luego de largos minutos decide llevarla consigo. Se cruza con otro homínido y, de una sola vez, aporrea a su adversario, abriéndole un claro surco de sangre en el cuero cabelludo. Un acto simple lo convierte, al mismo tiempo, en asesino, sujeto de poder...y generador de un artefacto. En este caso, de un “naturfacto” (una herramienta creada por la mera acción de tomar algo de la naturaleza en el estado en que se encuentra y asignarle una cierta función, una cierta utilidad). La existencia de hombres y mujeres sobre la Tierra (y en el espacio exterior, ¡claro!), es impensable sin tecnologías. Haga usted un simple ejercicio mental. ¿Cuál de las actividades que realiza cotidianamente es posible sin recurrir al uso de alguna tecnología?, ¿despertarse?, ¿bañarse?, ¿desayunar café, jugo y medialunas?, ¿viajar a su trabajo?, ¿su trabajo?, ¿o, tal vez, ir al cine o al teatro? No hablemos de cosas obvias, como ver un programa de televisión, o chatear en su computadora, o hablar por telé17


fono. Todo lo que se vincula a su existencia, desde la más simple de las comunicaciones verbales hasta el complejo acto de leer este cuadernillo participa de una dimensión estrictamente humana: la tecnología. Y no se trata solamente de los artefactos que utiliza usted, y de las múltiples redes de las que estos artefactos forman parte (energía, transporte, logística, comunicación, etc.), sino también de los conocimientos necesarios para producir y utilizar esas tecnologías. Aun de todas aquellas que usted utiliza sin saber cómo es que sabe operarlas. Aquellas que aprendió a utilizar por el mero hecho de estar allí. ¿Ya pensó también en las múltiples, infinitas series de prácticas estereotipadas que usted pone en juego en cada acto de su vida, desde escribir o jugar al tenis, hasta manejar su automóvil o diseñar programas de computación? Centenares de miles de técnicas, tácitas o codificadas, que usted aprendió a desplegar, con mayor o menor competencia, a lo largo de su vida. Es que, en verdad, no se trata de “sus tecnologías y usted”, o en un nivel más abstracto, de la relación entre “tecnología y sociedad”. Usted esta tecnológicamente constituido. Usted es un ser tecnológico, más allá de que esta idea le resulte agradable o no. Porque las sociedades están tecnológicamente configuradas, exactamente en el mismo momento y nivel en que las tecnologías son socialmente construidas y puestas en uso. Todas las tecnologías son sociales. Todas las tecnologías son humanas (por más inhumanas que a veces parezcan). Pero no solo se trata de considerar a las tecnologías como productos o procesos productivos. Solo recientemente hemos percibido que las formas de organización son también tecnologías. Desde aquellas que asignan un orden a un conjunto de operaciones de producción, de acciones Tecnologías para la Inclusión Social


bélicas, o de sistemas de evacuación de un estadio, hasta aquellas que adquieren formatos normativos, como los sistemas legales o las regulaciones de comercio. En este nivel organizacional, una legislación no se diferencia de otros artefactos tecnológicos: es un instrumento generado para producir efectos, para alterar o estabilizar “artificialmente” el estado de las cosas. La dimensión tecnológica atraviesa la existencia humana. Desde la producción hasta la cultura, desde las finanzas hasta la política, desde el arte hasta el sexo.

Lo curioso es que, normalmente, reflexionamos poco sobre la tecnología. Pasa desapercibida, naturalizada como la lluvia o las olas. Solo se hace visible en dos momentos particulares: cuando deja de funcionar o cuando cambia rápidamente. Recién cuando se corta el suministro de energía pensamos –normalmente, entre maldiciones- en la compañía eléctrica, las regulaciones del sistema de energía local, el servicio de atención al público. ¿Y por qué maldecimos? No simplemente porque se han apagado las lámparas, sino porque percibimos que con el apagón han dejado de funcionar el ascensor, la heladera, el teléfono inalámbrico, la televisión, la radio, y todos los artefactos que nos rodean cotidianamente. Si pensamos un poco más, también tomamos conciencia de la eventual escasez de agua, del estado de los alimentos, del lavado de nuestras ropas, del profundo aburrimiento que nos invade lentamente cuando lo único que queda por hacer es aguardar el regreso de la energía a la luz de una vela. Claro que la vela es también un artefacto de iluminación. 19


Solo que correspondiente a otro sistema tecnológico, que no requería electricidad, pero si producción de cera, y un sistema de transporte, distribución y comercialización. ¿Habremos comprado velas?, ¿durarán hasta que vuelva la luz? Porque siempre regresa, en algún mágico momento en que nos alegramos por haber superado la crisis, y podemos volver a nuestras prácticas cotidianas. Pero, durante ese luctuoso momento en que solo podemos reflexionar a oscuras, a veces podemos percibir otra de las características básicas de las tecnologías que manejamos: su interconexión, su interdependencia. Hacemos un viaje imaginario que comienza en el interruptor y continua en los sistemas de cables. Recorremos la casa visualizando todo lo que está directamente conectado a la red. Avanzamos hasta los sistemas troncales de distribución, pasamos por subestaciones y llegamos a las unidades de generación (turbogeneradores, centrales eléctricas). ¡Y no hay por qué detenerse! Desde sistemas de producción, distribución y abastecimiento de gas y fueloil a regímenes de lluvia y nieve en la cordillera, nos trasladamos hasta pozos de petróleo, guerras en Medio Oriente o fenómenos de cambio climático. Las ramificaciones que se nos presentan son múltiples: minas de cobre, fibras ópticas, sistemas de control informatizado, formación de recursos humanos, regulaciones de servicios eléctricos, políticas de privatización, estrategias de desarrollo industrial, políticas de ajuste, empresas, inversiones, ideologías. Y el recorrido se complica aún más si incorporamos (¡y cómo excluirlos!) políticos, empresarios y negocios, técnicos e ingenieros, publicistas y científicos, agentes de atención al público y funcionarios burocráticos públicos y privados, productores y usuarios. Para colmo, no se trata de poder clasificar a priori esas acciones en series homogéneas de artefactos tecnológicos y actores sociales. Porque los ingenieros se entremezclan Tecnologías para la Inclusión Social


con los procesos de toma de decisión, los políticos con los sistemas financieros, los negocios con el mantenimiento del tendido eléctrico, los cables con los economistas, las lámparas con las empresas transnacionales, las centrales eléctricas con Greenpeace, la luz que no se enciende y la carne que se deteriora en la heladera, con corporaciones transnacionales y funcionarios locales. Y no se trata de que nos hayamos vuelto maniacos obsesivos, sino de que las relaciones entre humanos y artefactos nos llevaron, en un viaje de causas a efectos, a reconstruir un laberinto heterogéneo de hombres y máquinas, de grupos sociales y sistemas tecnológicos. Llega un momento en que nos detenemos porque regresó la luz y podemos volver a distraernos con otros artefactos en los que gastamos nuestros salarios, o porque comenzamos a marearnos por la complejidad del entramado de actores y artefactos. Vivimos no solo con tecnologías singulares, sino dentro de sistemas tecnológicos. Cientos de millones de interjuegos se producen a cada instante para reproducir nuestra existencia. Y, a veces, para cambiarla. No hay una relación sociedad-tecnología como si se tratara de elementos discretos, de ámbitos separados.

Lo social y lo tecnológico son indisociables, la idea de la tecnología como algo neutral es insostenible. La tecnología puede ser desarrollada en un entorno restrictivo con el objetivo de promover el lucro privado, y de esta forma producir mayor exclusión. Las tecnologías excluyentes favorecen la acumulación y la apropiación de renta en pocas manos, la generación de monopolios relativos de mercado y la apropiación de conocimientos. En general, las tecnologías excluyentes promueven el control centralizado. 21


De la misma forma, también podemos identificar un conjunto de tecnologías que, por sus condiciones de diseño e implementación, promueven la inclusión social y el desarrollo sustentable. En este grupo encontramos desarrollos orientados específicamente por dar soluciones tecnológicas a problemáticas sociales y se caracterizan por promover la generación distribuida y equitativa de beneficios, la participación de los usuarios en el diseño e implementación, los aprendizajes colectivos, la adecuación a condiciones locales y el control socializado de los artefactos, procesos o conocimientos generados.

¿Tienen política los artefactos? (fragmento) Todo el que haya viajado alguna vez por las autopistas norteamericanas y se haya acostumbrado a la altura habitual de sus pasos elevados puede que encuentre algo anormal en los puentes sobre las avenidas de Long Island, en Nueva York. Muchos de esos pasos elevados son extraordinariamente bajos, hasta el punto de tener tan sólo nueve pies de altura en algunos lugares. Incluso aquellos que perciban esta peculiaridad estructural no estarían inclinados a otorgarle ningún significado especial. En nuestra forma habitual de observar cosas tales como carreteras y puentes, vemos los detalles de forma como inocuos, y raramente pensamos demasiado en ellos. Resulta, no obstante, que los cerca de doscientos pasos elevados de Long Island fueron deliberadamente diseñados así para obtener un determinado efecto social. Robert Moses, el gran constructor de carreteras, parques, puentes y otras obras públicas de Nueva York entre los años veinte y setenta, construyó estos pasos elevados de tal modo que fuera imposible la presencia de autobuses en sus avenidas. De acuerdo con las evidencias presentadas por Robert A. Caro en su biografía de Moses, las razones que el arquitecto ofrecía reflejaban su sesgo clasista y sus prejuicios raciales. Los blancos de las clases “ricas” y “medias acomodadas”, como él los llamaba, propietarios de automóviles, podrían utilizar libremente Tecnologías para la Inclusión Social


los parques y playas de Long Island para su ocio y diversión. La gente menos favorecida y los negros, que normalmente utilizaban el transporte público, se mantendrían a distancia de dicha zona porque los autobuses de doce pies de altura no podrían transitar por los pasos elevados. Una consecuencia era la limitación del acceso de las minorías raciales y grupos sociales desfavorecidos a Jones Beach, el parque público más alabado de los que Moses construyó. Moses se aseguró de que los resultados de sus diseños fueran efectivos vetando poco después una propuesta de extensión del ferrocarril de Long Island hasta Jones Beach. Como parte de la historia de la política americana reciente, la vida de Robert Moses es fascinante. Sus tratos y acuerdos con alcaldes, gobernadores y presidentes, y su cuidadosa manipulación de asambleas legislativas, bancos, sindicatos, prensa y opinión pública son otros tantos casos de estudio de los que los científicos políticos podrían ocuparse durante años. Pero los resultados más importantes y duraderos de su trabajo son sus tecnologías, los grandes proyectos de ingeniería que dieron a Nueva York gran parte de su actual aspecto. Después de generaciones, los pactos y alianzas que Moses forjó han desaparecido, pero sus obras públicas, especialmente las autopistas y puentes que construyó con el fin de favorecer el uso del automóvil frente al desarrollo de los trasportes públicos, continuarán dando forma a la ciudad. Muchas de sus estructuras monumentales de acero y hormigón encarnan una desigualdad social sistemática, una forma de ingeniería de las relaciones personales que, después de cierto tiempo, se convierte sin más en parte del paisaje. Como el diseñador Lee Koppleman comentó a Caro acerca de los puentes tan bajos de Wantagh Parkway: “El viejo (..) se aseguró bien de que los autobuses nunca lograran acceder a sus malditas avenidas.” (Caro, 1974: 952) Publicación original: Langdon Winner, (1983), “Do Artifacts Have Politics?”, en: D. MacKenzie et al. (eds.), The Social Shaping of Technology, Philadelphia: Open University Press, 1985.

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2 Tecnolog铆as para la Inclusi贸n Social


¿Qué son las Tecnologías para la Inclusión Social? Es posible definir las Tecnologías para la Inclusión Social como una forma de diseñar, desarrollar, implementar y gestionar tecnología orientada a resolver problemas sociales y ambientales. A su vez, este tipo de tecnologías generan –o al menos intentan dar soporte material a- dinámicas políticas y económicas de inclusión social y de desarrollo sustentable. Las TIS alcanzan un amplio abanico de producciones de tecnologías de producto, proceso y organización: alimentos, vivienda, energía, agua potable, transporte, comunicaciones, entre otras. Los principales protagonistas de los procesos de desarrollo de TIS en la región son los movimientos sociales, las cooperativas populares, las ONGs, las unidades públicas de Investigación y Desarrollo (I+D), las divisiones gubernamentales, los organismos descentralizados, las empresas públicas y, en menor medida, las empresas privadas.

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¿Funcionan todas las Tecnologías para la Inclusión Social? A lo largo de la historia de más de medio siglo de concepción y uso de tecnologías orientadas a la resolución de problemas de pobreza y exclusión social es posible registrar una significativa cantidad de experiencias consideradas como fracasos. Muchos de estos desarrollos tecnológicos, aunque fueron pensados para resolver problemas sociales relevantes y partieron de las mejores intenciones, fueron discontinuados o generaron significativos efectos no deseados. Por ello es preciso responder algunos interrogantes fundamentales: • ¿Por qué “funcionan” algunas TIS? ¿Por qué “no funcionan” otras? • ¿Para quién “funcionan”? ¿Para quién “NO”?

Las Tecnologías para la Inclusión Social se definen como “formas de diseñar, desarrollar, y gestionar tecnologías orientadas a la resolución de problemas sociales y ambientales”. A continuación presentamos dos experiencias de tecnologías para la inclusión social en Latinoamérica que nos permiten analizar los diferentes elementos (de diseño, implementación, relacionales, locales, sistémicos, etc.), que pueden alcanzar resultados virtuosos o no. Tecnologías para la Inclusión Social


“Así sí”: Programa Una tierra y Dos Aguas (P1+2) El programa “P1+2” es una iniciativa pública que surge a partir de debates en la región del Semiárido brasileño que hicieron eje en la convivencia con el ambiente local y revalorizaron prácticas y experiencias de organizaciones campesinas y políticas como el Programa Articulación del Semi-árido (ASA). El objetivo de este programa –un típico caso de “tecnologías sociales”, como veremos más adelante- es fomentar la construcción de procesos participativos de desarrollo rural en el Semiárido brasileño y promover la soberanía, la seguridad alimentaria y nutricional y la generación de empleo y renta para las familias agricultoras. Para cumplir el objetivo, la principal estrategia es el acceso y manejo sustentable de la tierra y del agua para producción de alimentos. El 1 significa tierra para producción y el 2 corresponde a dos tipos de agua: potable para consumo humano y agua para producción de alimentos. El programa articula y coordina la organización y gestión comunitaria del agua, provee una serie de tecnologías de provisión de agua (cisternas de placa, tanque peatonal, represas, zanja trinchera, presa subterránea, cisterna de piedra, estanque, bomba de soga, entre otras), promueve la capacitación de las familias, la definición de la localización de las iniciativas, la dinámica de producción (agricultura, pecuaria, u otros) y las formas de manejo productivo. Una de las claves del programa es la generación de criterios de diagnóstico, diseño e implementación que le permite alcanzar el mayor nivel de adecuación local, tanto a nivel social como ambiental. Las características del suelo, la formación rocosa (cristalina, sedimentarias, are27


niscas), la ubicación de las implementaciones, la lógica de la producción (agricultura, ganadería, extracción) y las formas de gestión, son también requisitos observados en la elección de las familias y en el tipo de tecnología considerada más adecuada para cada experiencia. Programa ASA, disponible en: http://www.asabrasil. org.br/portal/Default.asp

¿Por qué funcionó la experiencia del Programa Una tierra y Dos Aguas? La principal característica del programa fue la articulación y coordinación de diferentes tecnologías -de producto, de proceso y organizacionales- como parte de una intervención caracterizada por la adecuación local y la activa participación de los pobladores locales (como productores tecno-cognitivos del diseño del problema y la implementación que llevó a la solución. En este caso, los beneficiarios del P1+2 co-diseñaron la iniciativa y fueron parte del proceso de implementación, reaplicación y escalamiento. Por otro lado, las capaciTecnologías para la Inclusión Social


dades quedaron instaladas en las familias rurales y las organizaciones de base de la región. Para explicar el “funcionamiento” de esta política pública es necesario explicitar algunos elementos: a) aspectos políticos e institucionales como la construcción del problema desde las bases sociales, la gestión comunitaria del programa; b) aspectos socio-institucionales como la generación de espacios locales y regionales permanentes para tomar decisiones, administrar y mantener del sistema desde las organizaciones locales y regionales; c) aspectos socio-culturales, las familias consideraron el programa y sus tecnologías como propios, constituyeron lazos de confianza entre las organizaciones comunitarias y el Estado, d) aspectos tecno-cognitivos, las soluciones a los problemas locales fueron propuestas por los usuarios. Estos elementos configuraron un Sistema Tecnológico Social, en el marco de una estrategia socio-técnica inclusiva y sustentable.

“Así no”: Los colectores de niebla de Chungungo El proyecto de “Colectores de niebla” es una experiencia orientada a la provisión de agua potable, desarrollada en la localidad de Chungungo (norte de Chile), a finales de la década de 1980. El objetivo originario del proyecto era la obtención de agua para forestación mediante la captura de la humedad ambiente. Este proyecto -un típico 29


caso de “innovaciones sociales”, como veremos más adelante- recibió financiamiento del IDRC (Canadá) y fue desarrollado por investigadores de la Universidad Católica de Chile y la Corporación Nacional Forestal (CONAF). El sistema consistía en un conjunto de colectores de agua (estructuras rectangulares con mallas dobles de nylon de cuatro metros de altura y doce de largo sumado a un sistema de almacenamiento y distribución). Era administrado conjuntamente por la CONAF y un comité de aguas local. Los diseñadores consideraron que el sistema era sencillo de construir, operar y mantener; que requeriría un bajo nivel de conocimientos previos, por lo que era fácilmente comprensible para usuarios con escasa formación tecnológica. En las experiencias piloto, los atrapanieblas lograban recolectar 237 litros de agua por día a un promedio de 5 litros por metro cuadrado. Al observar los resultados Tecnologías para la Inclusión Social


Sistema de colectores de humedad ambiente. Chungungo, Chile (2002).

obtenidos y el volumen de agua que se podía recolectar con este sistema, los grupos sociales involucrados consideraron que podía servir para abastecer de agua potable a una población aislada. Con un fuerte apoyo institucional y financiero, desde finales de 1980 y hasta 1996 se instalaron 92 colectores. Sin embargo, hacia 2001 sólo funcionaban 12, y sólo como complemento de la provisión de agua potable a través de camiones cisterna. Discontinuado el apoyo inicial, diversas dificultades se conjugaron en el abandono del proyecto.

Dependiendo de cómo se diseñan y desarrollan las tecnologías orientadas a la inclusión social pueden (o no) generar fracasos y efectos no deseados. 31


¿Por qué no funcionaron los colectores de agua? Para explicar por qué no funcionaron los colectores de niebla es necesario analizar diferentes dimensiones del proceso de diseño e implementación de la tecnología: a) aspectos políticos e institucionales como la privatización de la empresa de servicios sanitarios (antes comunitaria) que deslocalizó la administración del emprendimiento; b) aspectos socio-institucionales como la inexistencia de una estructura local permanente para tomar decisiones, administrar y mantener del sistema a través de técnicos especialistas; c) aspectos socio-culturales, fundamentalmente, la desconfianza creciente de los pobladores ante una tecnología que comenzaron a percibir como inestable y poco confiable; d) aspectos tecno-cognitivos, como las matrices de generación de conocimiento que favorecen la articulación entre académicos y tecnólogos con los usuarios, por lo cual pueden excluir o incluir la participación de ellos en el diseño de artefactos, procesos o políticas. El sistema no era tan “fácil” de mantener como suponían los diseñadores. Cuando una tecnología no funciona refleja los problemas sobre cómo se conciben, diseñan e implementan los artefactos. El análisis de estas experiencias resulta útil para identificar problemas en la concepción de la relación tecnología-sociedad, especialmente cuando el no-funcionamiento de la tecnología es consecuencia de un conjunto de expectativas sobre el comportamiento de las personas y los artefactos que luego no se produce. Esto en general marca el fin de la experiencia, que es explicado por los propios desarrolladores por la “falta de adopción” de los usuarios de un artefacto “técnicamente bien diseñado”. El Tecnologías para la Inclusión Social


diseño completo de los atrapanieblas suponía una cierta organización social, unas capacidades cognitivas por parte de los usuarios, una administración local. No sería correcto concluir que se trató simplemente de “problemas de implementación” de esta tecnología. Un análisis más profundo revela que es posible registrar problemas de concepción de diseño, derivados de problemas conceptuales sobre la propia tecnología. Gran parte de los efectos no deseados que configuraron el no funcionamiento de los atrapanieblas eran previsibles, o al menos analíticamente identificables en las propias dinámicas de configuración del problema y diseño de la solución. O, en otras palabras, los problemas de implementación deberían haberse pensado como parte del problema y no como un factor humano externo al proceso “neutral” y “técnico” del diseño de los artefactos. El diseño de Tecnologías para la Inclusión Social debe concebirse y abordarse como una secuencia de procesos socio-técnicos. Por ello es necesario realizar una revisión crítica de los supuestos normalmente utilizados por los diseñadores, políticos, científicos y tecnólogos, agentes públicos, activistas sociales y miembros de ONGs a la hora de concebir, implementar, gestionar y analizar TIS: para minimizar los riesgos y evitar los efectos no deseados.

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3 Tecnolog铆as para la Inclusi贸n Social


Trayectoria histórica de las tecnologías para la inclusión social

A lo largo de su trayectoria, las Tecnologías para la Inclusión Social aparecen atravesadas por una tensión que se debate entre dar una solución alternativa, inmediata y puntual para combatir la pobreza en sociedades periféricas e intervenciones estructurales y sustentables a los problemas de desarrollo, que promuevan la inclusión de los excluidos, pero que sean válidas para toda la sociedad. Esta tensión se ha manifestado tanto a nivel de las ideas, como de los diferentes modelos de intervención luego implementados. De esta forma es válido preguntarse: • ¿Cuáles fueron sus objetivos? • ¿Qué alcances se propusieron en términos de inclusión y desarrollo? • ¿Se configuraron como proyectos estratégicos sistémicos? Antes de las iniciativas contemporáneas de TIS han existido otras formas de pensar la relación tecnología-desarrollo. Desde mediados de la década de 1960 comenzó a 35


proliferar en el mundo el diseño y producción de un tipo de tecnologías denominadas apropiadas, intermedias, alternativas, o, más recientemente, innovaciones sociales, tecnologías sociales y grassroots innovations (innovaciones de base). El objetivo explícito de estas tecnologías era responder a problemáticas de desarrollo comunitario, generación de servicios y alternativas tecnológicas y productivas en escenarios socio-económicos caracterizados por situaciones de extrema pobreza. Por ello, si bien la generación de ideas y programas puede situarse en los países desarrollados, los espacios de aplicación siempre fueron países subdesarrollados de Asia, África y, en menor medida, América Latina. Algunos ejemplos de este tipo de tecnología son los reactores de biomasa, sistemas energéticos de bajo costo (basados en energía solar y eólica), materiales y técnicas constructivas para viviendas sociales, sistemas de cultivo agroecológico y, más recientemente, proyectos educativos de alcance masivo como “One Laptop Per Child” (una computadora por niño). La reconstrucción de la trayectoria histórica de las Tecnologías para la Inclusión Social presenta dos etapas o generaciones desde su surgimiento hasta la actualidad. La primera generación tuvo como prioridad romper con la lógica de la producción capitalista a partir de estilos de baja escala, capital escaso, trabajo intensivo y simplicidad tecnológica. La segunda generación internalizó las conceptualizaciones de economía de la innovación, considerando en algunos casos el aprovechamiento de las capacidades creativas de los usuarios de base y, en otros, la disponibilidad de conocimientos en instituciones de I+D y Universidades. A continuación desarrollamos cada una de las etapas Tecnologías para la Inclusión Social


Para una lectura más exhaustiva sobre cada uno de los enfoques que se analizan pueden consultarse los siguientes trabajos, detallados al final de este cuadernillo: “Tecnologías democráticas” (Mumford, 1964; Winner, 1988), “Tecnologías apropiadas” (Schumacher, 1973; deMoll, 1977; Jecquier, 1976 y 1979; Kohr, 1981; Bourrieres, 1983; Reedy, 1983; Robinson 1983; Ahmad, 1989), “Tecnologías intermedias” (Schumacher, 1973, Pack, 1983; Riskin, 1983), “Tecnologías alternativas” (Dickson, 1980), “Grassroots” (Gupta et alli., 2003), “Social Innovations” (Anderson, 2006; Martin y Osberg, 2007), “Base de la pirámide” (Prahalad, 2006).

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La Primera Generación de TIS El actual movimiento de Tecnologías para la Inclusión Social se originó a mediados del siglo pasado en las experiencias orientales antiimperialistas en la India y en la República Popular China, en las décadas de 1940 y 1950. Posteriormente, algunas de estas ideas

Un destacado portavoz de la primera generación de TIS fue el líder hindú, Mahatma Gandhi. En su obra, Gandhi expresa que las supuestas ventajas de la revolución industrial y el trabajo mecanizado son falsas. El ahorro de tiempo, el reemplazo de fuerza humana por fuerza motriz, la producción en masa que promueve la abundancia, la multiplicación de los intercambios comerciales, no aseguran de ninguna forma el bienestar para el conjunto de la humanidad. Para Gandhi, en lugar de mejorar las condiciones humanas, el trabajo industrial promovía una sociedad de desempleados, incapaces de producir, tristemente dependientes del empleo y consumidores de productos que en su mayor parte no necesitan. Por el contrario, Gandhi propone hacer un uso razonable y limitado del trabajo industrializado: “Debemos servirnos de la máquina, con tal de que sepamos también prescindir de ella”; “La máquina encadena, la mano libera”; “La máquina ha ganado al hombre. El hombre se ha hecho máquina. Funciona, pero no vive.” Tecnologías para la Inclusión Social


fueron recuperadas y conceptualizadas por algunos teóricos e ideólogos de movimientos sociales en Occidente. La idea de desarrollar Tecnologías Democráticas surgió a inicios de la década de 1960 e implicó más bien un tratamiento teórico del tema que un planteo de política pública. En un en un artículo llamado Tecnologías Autoritarias y Democráticas, de 1964, Lewis Mumford denunció los riesgos políticos de la producción en gran escala, sosteniendo que en los últimos 200 años la democracia política no había logrado consolidarse debido a que las tecnologías de gran escala (propias de la era industrial) necesitaban de direcciones centralizadoras, verticales y autoritarias. Frente a ello, Mumford contraponía la necesidad de generar “tecnologías democráticas”, caracterizadas por producciones de pequeña escala, basadas en las habilidades humanas, la energía animal, o en pequeñas máquinas, bajo una activa dirección comunitaria, con un uso discreto de los recursos naturales. En la década de 1960 surgió la noción de Tecnologías intermedias, que proponía la creación de pequeñas industrias, orientadas a la resolución de problemas de abastecimiento de bienes de consumo para mercados locales, basadas en tecnologías maduras (consideradas obsoletas en sus sistemas tecno-productivos de origen), y en el uso intensivo de las materias primas y los recursos humanos locales disponibles. Estos criterios, sostenían sus promotores, las hacían adecuadas para la solución del problema de desempleo en los países sub-desarrollados. Las tecnologías intermedias se presentaron como una alternativa al problema de producción masiva de bienes industriales y de servicios, proponiendo producciones de mediana escala que evitaran recurrir a tecnologías de última generación ni a insumos industriales requeridos por la gran industria de alta complejidad. Si bien la propuesta no 39


se focalizaba en la restricción de la escala de las producciones, las principales intervenciones mantuvieron la inhibición sobre tecnologías intensivas en conocimiento. En el plano socio-económico, la propuesta tendía a generar un modelo de dos sectores: uno intensivo en capital, dinámico y orientado al mercado tradicional y otro intensivo en mano de obra, estático y orientado a la comunidad local. De esta forma, la solución, lejos de transformar, sólo afianzaba los problemas estructurales del desarrollo en países periféricos. Al restringir las operaciones tecnológicas a la simplificación de tecnologías ya maduras, estas intervenciones resultaron, en términos dinámicos, estrategias de desarrollo de bajo contenido innovativo. Las Tecnologías Apropiadas tuvieron una primera fase durante la década de 1960, en la cual se realizaron un conjunto de propuestas de corte ético-filosófico, siguiendo el principio de “lo pequeño es hermoso”, título del conocido libro de E. F. Schumacher. El autor realizaba una extensa crítica a la noción de crecimiento y desarrollo que descansaba detrás de la industrialización y la modernidad misma. La propuesta de Schumacher sostenía la necesidad de una reorientación de los objetivos de la economía y la tecnología, para ponerlas al servicio -y a la escala- del hombre. Ya en la década de 1970 el movimiento de Tecnologías Apropiadas se orientó hacia una propuesta centrada en la economía aplicada y la ingeniería, que privilegiaba la eficiencia de las intervenciones financiadas por agencias internacionales y gubernamentales. Sus preceptos iniciales fueron la conveniencia de generar, transferir replicar y difundir tecnologías que enfatizaran la pequeña Tecnologías para la Inclusión Social


Algunos ejemplos típicos de tecnologías apropiadas son: pequeños colectores de agua y unidades de almacenamiento, herramientas para agricultura familiar, pequeñas fábricas de ladrillos y azulejos, molinos de viento, pequeñas usinas hidroeléctricas, reactores de biomasa, bombas de agua manuales, tecnologías de procesamiento y almacenamiento de alimentos, viviendas, lámparas solares, servicios sanitarios ecológicos.

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escala (familiar o comunitaria), la madurez y simplicidad de las instalaciones, muy bajos requerimientos de conocimiento científico y tecnológico, costos por unidad de producción baratos, bajo consumo energético y el uso de mano de obra intensiva. Tanto la escala reducida, la utilización de equipamiento simple y/o usado como la utilización de insumos de muy bajo costo, permitirían que el nivel de inversiones fuera adecuado para las economías subdesarrolladas y la implementación de programas de asistencia internacional. La propuesta de tecnologías apropiadas implicó la apertura de un proceso de reflexión crítica sobre la selección de tecnologías en una perspectiva focalizada en la comunidad de usuarios. En ese sentido, el planteo significó un aporte clave para el desarrollo de las Tecnologías para la Inclusión Social. Pero la implementación de tecnologías apropiadas en experiencias concretas acabó restringiéndose a un espacio de resolución de problemas puntuales, en el que especialistas de los países desarrollados diseñaron y transfirieron tecnologías que generaron nuevas contradicciones. 1- En el plano tecnológico, la rigidez de los principios de las tecnologías apropiadas impedían realizar algunas acciones concretas: rechazaban de plano todo tipo de producción a gran escala y sustitutivas de tecnologías intensivas en mano de obra. Estas restricciones organizaron un estilo de producción de bienes y servicios limitada. 2- En el plano del conocimiento, presentaba contradicciones, puesto que al promover tecnologías simples y maduras, de bajo contenido científico y tecnológico, limitaban la innovación, desaproveTecnologías para la Inclusión Social


chaban los nuevos conocimientos científico-tecnológicos disponibles y consolidaban la dependencia de los países periféricos. Una década más tarde de su surgimiento, la definición de una tecnología apropiada debía incorporar el análisis de diferentes variables: disponibilidad de mano de obra calificada y su costo relativo; el capital incorporado en la maquinaria, en los insumos y en el proceso de producción y la disponibilidad de recursos humanos en el área de gestión. La idea de “tecnología apropiada eficiente” intentó definir, de forma más integral, tecnologías tanto para los países subdesarrollados como para países desarrollados; tanto para pequeñas comunidades como para empresas multinacionales. Así, en una segunda fase, las tecnologías apropiadas generaron nuevas herramientas de análisis y criterios de planificación, diseño, implementación y evaluación, mediante el uso de variables cuantificables. Al mismo tiempo, el replanteo suponía un nivel más integrador, puesto que ahora incluía no sólo el desarrollo de tecnologías para países subdesarrollados y poblaciones en situación de extrema pobreza, sino también la producción a escala orientada al mercado en países desarrollados. La noción ortodoxa de eficiencia penetró en las tecnologías apropiadas. De hecho, la integración de conceptos de la economía clásica y de la ingeniería reforzó aún más el carácter instrumental y mecanicista de la propuesta. Finalmente, las restricciones conceptuales iniciales y los conceptos neoclásicos de la segunda fase, provocaron que las implementaciones de tecnologías apropiadas continuaran profundizando –paradójicamente- las diferencias sociales que nominalmente pretendían superar. Este análisis crítico es necesario, en particular, porque 43


durante las décadas de 1970 y 1980 las tecnologías apropiadas se convirtieron en un terreno de aplicación de políticas públicas e intervención de agencias internacionales de apoyo. El movimiento de tecnologías apropiadas se extendió mucho más allá de una comunidad especializada y marginal. Fue implementado por bancos internacionales de desarrollo, centros de investigación agrícola, agencias de financiamiento extranjero, asociaciones voluntarias y firmas industriales privadas. Con el objetivo de resolver algunos problemas conceptuales, otros autores plantearon la necesidad de instrumentar un nuevo enfoque denominado Tecnologías Alternativas.

Los calentadores solares y los sistemas alternativos del riego son un ejemplo de Tecnologías Intermedias

Tecnologías para la Inclusión Social


En la práctica, estas tecnologías serían instrumentos, máquinas y técnicas necesarias para reflejar y mantener modos de producción social contrarios a la opresión, la manipulación y la explotación con respecto al medio ambiente natural. En este sentido, el aporte de este nuevo enfoque puede ser considerado más un criterio ideológico-político que un programa de producción e implementación de tecnologías. De todos modos, no consiguió escapar de la restricción determinista tecnológica que cuestionaba.

Problemas de las Tecnologías de Primera Generación En la década de 1980 se alzaron algunas voces críticas sobre las tecnologías apropiadas. La implementación de tecnologías intermedias y apropiadas, sin un previo cuestionamiento de los supuestos detrás del diseño e implementación de éstas, implicaba continuar reproduciendo la concepción neutral y determinista de la tecnología como medio de cambio social. Otras críticas se basaron en las tendencias románticas y utópicas del movimiento de tecnologías apropiadas y alternativas. Cuestionaron en particular el anti-modernismo que generaba consecuencias negativas puesto que favorecía el desarrollo de un mercado de tecnologías específico para los pobres del Tercer Mundo. Por otra parte, se formularon diversas críticas de corte socio-económico, principalmente focalizadas en los inconvenientes enfrentados durante la implementación de tecnologías apropiadas. A su vez, durante la década de 1980 se verificó una disminución relativa del apoyo de las agencias internacionales de cooperación que implicó una merma del número relativo de experiencias. Así y 45


todo, algunos países, en particular la India y China continuaron con el desarrollo de estas experiencias. Pero a fines de la década de 1990, en el marco del resurgimiento de los enfoques económicos vinculados a las teorías del desarrollo y de la producción de tecnologías ambientalmente sustentables, se retomaron políticas de tecnologías apropiadas.

La Segunda Generación de Tecnologías para la Inclusión Social A fines del siglo XX se puede identificar un quiebre en los enfoques orientados a analizar e implementar TIS, por lo que puede hablarse de una segunda generación de ideas y desarrollos que se enfocaron en la generación de procesos de innovación, la adecuación local de los desarrollos y, principalmente, la participación de los usuarios en el diseño e implementación de tecnologías.

Tecnologías para la Inclusión Social


En la década de 1990 surgió un nuevo enfoque denominado Grassroot innovations (innovaciones de base), que fue concebido como un proyecto orientado a investigar y rescatar los conocimientos tecnológicos de los sectores vulnerables de la sociedad. Una de las premisas del enfoque es recuperar la capacidad de innovación de las personas pertenecientes a sectores marginados de la población para generar soluciones a problemas prácticos con alternativas tecnológicas baratas, eficientes y ecológicamente sustentables. Así, la mayoría de las innovaciones relevadas se basan en conocimientos tradicionales de las comunidades a las que pertenecen. A diferencia de todos los planteos anteriores, Grassroots supone la valorización del conocimiento tácito y consuetudinario acumulado por las poblaciones en situación de pobreza. Para relevar los desarrollos tecnológicos y apoyar a los innovadores se organizó a mediados de la década de 1990 la Honey Bee Network (Red de Miel de Abeja), que actúa en India, China, Brasil y otros países en desarrollo. La red administra y distribuye recursos para mejorar y difundir diseños tecnológicos alternativos en países en desarrollo: económicos (créditos para el desarrollo de las innovaciones), organizativos (relación con organizaciones de ciencia y tecnología, asociativismo, incubadoras) y simbólicos (festivales, concursos para posicionar los desarrollos e innovadores). Luego de un extenso período de relevamiento, la red Honey Bee ha documentado más de diez mil innovaciones. Sin embargo, muy pocas de estas innovaciones han alcanzado desarrollo posterior. A inicios del año 2000 surgió un nuevo enfoque denominado Social Innovations, innovaciones sociales, fundamentalmente orientado al desarrollo y difusión de tecnolo47


gías organizacionales destinadas a favorecer el cambio social mediante la satisfacción de necesidades de grupos sociales desfavorecidos.

La Red Honey Bee utiliza la imagen de la polinización de las abejas como una metáfora de la necesidad de utilizar y mejorar el conocimiento local a partir de cooperación con otros actores.

Existe, en realidad, un abanico de propuestas en términos de social innovation. Algunas experiencias innovativas se caracterizan por la resignificación de nuevas tecnologías como internet o la telefonía celular para la gestión o coordinación de procesos productivos. También pueden plantearse nuevas formas de organización o simple combinación de ideas, como sistemas de educación a distancia, grupos de ayuda comunitaria, sistemas de guarderías de niños comunitarias, cooperativas de consumo, etc. A diferencia de la innovación convencional, que se concentra en objetivos económicos como la obtención de ganancias, la innovación social se preocupa por alcanzar metas sociales, culturales y políticas. La innovación social no es producida exclusivamente por expertos o científicos, sino que incluye conocimientos prácticos derivados de la experiencia. La mayoría de los abordajes de social innovation promueven la implementación de regímenes de responsabilidad social. En el plano político, lo que se busca es la asistenTecnologías para la Inclusión Social


cia técnica de instituciones de I+D de países desarrollados para la superación de problemas puntuales de poblaciones de países subdesarrollados. A diferencia de las de la primera generación, la social innovation se basa en nuevos desarrollos teóricos de la economía del cambio tecnológico, poniendo especial consideración en el uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Pensada desde los países desarrollados, las propuestas de este tipo implican, en la práctica, un planteo de asistencialista (ofertista y lineal), que supone una convergencia de intereses entre la sociedad civil y el mercado.

Base de la pirámide es una propuesta que se orienta al desarrollo de innovaciones tecnológicas “destinadas al mercado de los pobres”, que respondan a sus “verdaderas” necesidades.

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Este enfoque propone una crítica a las políticas de asistencia y alivio de la pobreza caracterizadas por la intervención directa y paternalista del Estado u organismos internacionales, Base de la pirámide propone que la importancia cuantitativa de los pobres representa un potencial grupo de demanda, por lo que el propio sector privado podría convertirse en un actor central para generar tecnologías para resolver problemas sociales. Quienes proponen este enfoque afirman que existe un mercado en la Base de la Pirámide (BDP) de 4 mil millones de personas (el 80% de la población mundial), que si son tratados como consumidores (y no como pobres o excluidos) podrían entonces despertar su potencial de desarrollo económico y no ser tratados como pobres. Para construir este inmenso mercado, no sirven los enfoques tradicionales de producción que focalizan en la cima de la Pirámide. Hace falta (dicen), un nuevo enfoque, orientado a la innovación, que reconozca las verdaderas necesidades de las clases pobres del mundo. La propuesta “base de la pirámide” remite a la creación de un mercado de consumidores (habilitados a partir de la percepción de pequeñas rentas, de microcréditos y del accionar de ONG comunitarias), que posibilite su acceso a bienes diseñados especialmente, producidos por empresas nacionales y transnacionales. En ese sentido, base de la pirámide explora una dimensión prácticamente relegada por otros abordajes. Pero deja la resolución de los problemas de excluisón librados a las “fuerzas del mercado.” En los últimos diez años, América Latina comenzó a realizar análisis, desarrollos y políticas públicas en el campo a través del concepto de Tecnología Social. Una de las definiciones más difundidas es la adoptada por la Rede de Tecnologia Social de Brasil: “la Tecnología Social comprende productos, técnicas y/o metodologías reaplicables, Tecnologías para la Inclusión Social


desarrolladas en interacción con la comunidad, y que representan efectivas soluciones de transformación social”. La trayectoria institucional en la región inició en Brasil, a partir de la creación del Banco de Tecnologías Sociales en 2001. Posteriormente se creó el programa Rede de Tecnologia Social, con apoyo de la Secretaria de Ciencia e Tecnologia para a Inclusão Social, del Ministerio de Ciencia e Tecnologia, la Fundação Banco do Brasil y la empresa pública Petrobrás. En este contexto, se desplegó una iniciativa de reconceptualización de “Tecnología Social”, que condujo a la noción de “re-aplicación” de la tecnología: operación de adecuación – vía re-significación- y difusión no mecánica a diversos contextos locales.

Problemas de las Tecnologías de Segunda Generación Existe una diversidad de formas de entender e intervenir en la generación de TIS acumuladas a nivel mundial a los 51


largo de los últimos 50 años que derivó en un conjunto de normas y prescripciones para el diseño, desarrollo, producción, gestión y evaluación de Tecnologías para la Inclusión Social. Aún cuando el escenario actual es superador del anterior, puesto que se ha instalado en la agenda pública una nueva forma de pensar la relación tecnología-sociedad, cada una de los abordajes revisados anteriormente presenta contradicciones y limitaciones en la concepción e implementación de tecnologías para la resolución de problemas sociales. Uno de los principales problemas de Grassroot Innovations son las escasas implementaciones realizadas a la fecha. Sin embargo, es posible observar también inconsistencias en la viabilidad de esta concepción como respuesta a dinámicas de exclusión social. La ortodoxia del planteo de Gupta restringe el potencial del concepto al registro de artefactos orientados a soluciones puntuales, de escaso contenido tecnológico. La propia estructura de microcréditos y asociativismo de la Red Honey Bee parece suponer otro límite de las experiencias, basadas excluyentemente en relaciones de mercado y la subyacente idea de generación de micro-emprendedores. Por su parte, el enfoque Base de la Pirámide presenta dos grandes dificultades: por un lado, no expresa ninguna posición respecto de la participación de los usuarios en el diseño de los artefactos; por otro lado, y mucho más significativa, es la importancia asignada al “mercado” para dar cuenta de los problemas sociales. En ese nivel, este enfoque sigue los supuestos clásicos y neo-clásicos que consideran al mercado (y no al Estado o la sociedad civil), como el mejor asignador de los recursos. Si por el contrario, aceptamos las asimetrías de los actores en el mercado (grandes corporaciones productoras y/o comercializadoras frente a pequeños y dispersos consumidores), así como Tecnologías para la Inclusión Social


las tendencias a la concentración económica que favorece el sistema capitalista, la propuesta de Base de la Pirámide es mucho más propensa a reproducir e incluso incrementar y consolidar asimetrías y desigualdades que generan las situaciones de exclusión y pobreza estructural. En general, estos dos enfoques comparten una confianza absoluta en las relaciones de mercado, hasta hoy no justificadas ni por la teoría ni por la experiencia. Los mercados (en todos sus niveles), no han sido ni eficientes reguladores de la distribución de la renta, ni orientadores de la producción tecnológica local hacia la satisfacción de necesidades sociales (las crisis de comienzo del siglo XXI en los países centrales son un ejemplo más de ello). De hecho, si el mercado no ha generado en la región dinámicas de interacción entre empresas e instituciones de I+D para la producción innovaciones en tecnologías convencionales ¿por qué pensar que esto se daría mejor en el campo de las TIS? Si estas nuevas Tecnologías para la Inclusión Social no logran ser superadoras de las convencionales, si no consiguen transformar el sentido común, y con él la noción misma de eficiencia, imponiéndose como solución a las ineficiencias sistémicas de las tecnologías convencionales, sólo generarán –a mediano plazo- nuevas situaciones problemáticas de asimetría interna, exclusión social y desbalance económico. En el caso de las Tecnologías Sociales de Brasil, el principal obstáculo hasta el presente es su progresiva pérdida de importancia relativa del programa, en especial debido al alto grado de paternalismo que los patrocinadores generaron. Si bien la adopción del concepto “re-aplicación” constituye un aporte significativo, la conceptualización de tecnología social adoptada aún supone amplios márge53


nes de ambigüedad. ¿Se trata de una propuesta ofertista (a partir de un banco de tecnologías registradas)? ¿Se restringe a la concepción de tecnologías orientadas por la resolución de problemas puntuales de grupos desfavorecidos? Por otra parte, y lamentablemente, la experiencia de la Rede de Tecnologías Sociais fue discontinuada por la Fundación Banco do Brasil (lo que revela, por otra parte, la estructura vertical de la que la propia red dependía). En síntesis, existe una diversidad de definiciones para nuevas formas de pensar el rol de la tecnología para dar solución a la problemática del desarrollo inclusivo sustentable acumuladas a los largo de décadas. De estas conceptualizaciones derivaron estilos de intervención y una serie de normativas y prescripciones que orientaron la política pública para el diseño, desarrollo, producción, gestión y evaluación de Tecnologías para la Inclusión Social. Aún cuando esta trayectoria conceptual fue central para colocar a la tecnología como una importante variable para resolver los problemas del subdesarrollo y la exclusión, cada uno de los enfoques disponibles presenta restricciones y contradicciones significativas, de distinto signo: • Determinismo tecnológico • Ofertismo • Voluntarismo • Paternalismo • Uso excluyente de tecnologías maduras • No uso intensivo de conocimientos científicos y tecnológicos Tecnologías para la Inclusión Social


• No uso de conocimientos tácitos y consuetudinarios • Uso intensivo de mano de obra • Restricción al uso intensivo de maquinaria y sistemas complejos • No aprovechamiento de economías de escala • Resolución de problemas puntuales (soluciones no sistémicas) • Ignorancia de relaciones de mercado • Generación de economías de dos sectores • Uso parcial o inexistente de herramientas de análisis disponibles (por ej: economía de la innovación) • Restricción a la dinámica del mercado como vía excluyente de relaciones económicas Pero, tal vez el mayor de los problemas radique en que todas estas ideas estaban basadas en su objetivo social último: desarrollar soluciones prácticas y baratas a los problemas de acceso a bienes y servicios de los pobres. Lejos de proponer soluciones sistémicas a los problemas sociales y ambientales, se presentaron como soluciones puntuales paliativas, como parches a los problemas de exclusión de la economía capitalista.

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4 Tecnolog铆as para la Inclusi贸n Social


Hacia los sistemas tecnológicos sociales

Dadas las limitaciones y restricciones, divergencias e inconsistencias de los diferentes abordajes históricos señaladas en el punto anterior, y, al mismo tiempo, intentando aprovechar los diversos profundos –y a veces traumáticos- aprendizajes de las experiencias desarrolladas durante más de medio siglo, parece ineludible la tarea de construir nuevos conocimientos, nuevas conceptualizaciones, nuevos aparatos analíticos orientados tanto a superar estos problemas como generar nuevas políticas públicas vinculadas al desarrollo inclusivo sustentable de los países de la región. Si los problemas son sistémicos, las soluciones no pueden ser puntuales. Las Tecnologías para la Inclusión Social pueden operar como generadoras de capacidades para la resolución de problemas sistémicos, antes que para la resolución de un problema puntual. Para ello es necesario desarrollar dinámicas locales de producción, cambio tecnológico e innovación, centradas no sólo en lo que, ocasionalmente, emerge como un problema, sino en todo el conjunto de relaciones, en el sistema en el cual este problema está inserto. 57


El enfoque socio-técnico constituye una visión analítica sistémica, donde difícilmente exista una solución puntual para un problema puntual. Por el contrario, esta visión analítica posibilita la aparición de una nueva forma de concebir soluciones socio-técnicas (combinando, por ejemplo, la resolución de un déficit de energía con la gestación de una cadena de frío, vinculada a su vez a un sistema de conservación de alimentos y la potencial distribución del excedente, o -como en el caso del programa “Una tierra y dos Aguas- vincula producción y recolección de agua para producción y para consumo con capacidades locales de construcción, formas colaborativas de organización comunitaria con producción agropecuaria, sistemas de distribución de alimentos con energías renovables, y aún capacidades de transporte, y producción de materiales, herramientas e insumos...). Por esto es conveniente hablar de Sistemas Tecnológicos Sociales antes que de soluciones tecnológicas puntuales. SI aceptamos que la integración de un artefacto o sistema en un escenario y momento determinado es sólo una parte constitutiva de una serie de transformaciones en todos los elementos heterogéneos (sociales, cognitivos, políticos, culturales, económicos y ambientales) que interactúan, es necesario –ineludible- comenzar a pensar en términos sistémicos, abandonando las concepciones lineales ligadas a la provisión de esas soluciones puntuales. Y si, además, se trata de promover procesos de inclusión, la noción de Sistemas Tecnológicos Sociales provee un marco más adecuado para trabajar en las múltiples dimensiones implicadas.

¿Qué son los Sistemas Tecnológicos Sociales? Los Sistemas Tecnológicos Sociales son sistemas sociotécnicos heterogéneos (de actores y artefactos, de comunidades y sistemas de TIS) orientados a la generación Tecnologías para la Inclusión Social


de dinámicas de inclusión social y económica, democratización y desarrollo sustentable para el conjunto de la sociedad. Suponen el diseño integrado de productos, procesos productivos y tecnologías de organización focalizados en relaciones problema/solución inclusivas: sistemas productivos, tecnologías de organización, bienes de uso / insumos y productos finales, sistemas normativos y regulatorios, servicios públicos e infraestructura. Los Sistemas Tecnológicos Sociales no se restringen a un tipo de tecnologías o a un sector social; comprenden toda la matriz material de afirmaciones y sanciones de una sociedad: – – – –

Sistemas normativos y regulatorios Servicios públicos Infraestructura Bienes de uso / insumos y productos finales

Gráfico de planificación comunitaria

Frente a los sistemas tecnológicos basados en la maximización de la renta (concentradores, excluyentes, generadores de trabajo alienado, generadores de riesgo 59


ambiental), los Sistemas Tecnológicos Sociales son adecuados para la socialización de bienes y servicios, la democratización del control y las decisiones, el empoderamiento de las comunidades: • • • • • •

La La La La La La

igualación de derechos; generación de espacios de libertad y justicia distribución igualitaria de bienes y servicios calidad de vida de la población profundización de la democracia preservación del ambiente

El desarrollo de las Tecnologías para la Inclusión Social debe colocarse al servicio de una nueva visión estratégica: nuevos senderos de desarrollo, nuevas formas de concebir problemas y soluciones socio-técnicas. De forma no ingenua, se orientan al diseño de dinámicas de inclusión de diferentes grupos sociales en procesos de re-significación de tecnologías y construcción de funcionamiento (así como de construcción de no-funcionamiento de tecnologías excluyentes rivales). Así, pensar en términos de Sistemas Tecnológicos Sociales viabiliza el diseño, implementación, uso y reconfiguración de artefactos, sistemas y procesos en estrategias de desarrollo inclusivo sustentable.

Un abordaje sistémico de los problemas permitirá superar las limitaciones de los enfoques lineales y deterministas, paternalistas y asistencialistas, reproductores de las diferencias que dicen combatir, orientados por principios como “transferencia y difusión” (como se pudo observar en el análisis crítico de los enfoques hasta ahora disponibles). Y posibilitará concebir, entonces, nuevos senderos de desarrollo, nuevas formas de Tecnologías para la Inclusión Social


concebir problemas y soluciones socio-técnicas. Porque –¡Cuidado!!- los problemas (todos los problemas), son socio-históricamente situados, no universales: cada grupo social construye los (sus) problemas de forma diferente, según sus: • Conocimientos y saberes (incluidas las soluciones conocidas: “causalidad revertida”) • Condiciones materiales percibidas de entorno y ambiente • Configuración ideológica • Historia y experiencia previa • Situación socio-económica y posicionamiento socio-institucional • Subjetividad y afectividad… ¿Y por qué esto es fundamental? Porque la configuración de los problemas condiciona el funcionamiento y pertinencia de la solución correspondiente. Aún permanece vacante en la trayectoria de estos abordajes la explicitación de las formas de participación activa de los usuarios en el diseño e implementación de las tecnologías a partir de dinámicas de integración de saberes y prácticas de los usuarios en sistemas socio-técnicos y procesos de re-significación de tecnologías. Es imprescindible generar nuevas formas de ciudadanía basadas en la democratización de las tecnologías, de la base material de producción, distribución, uso y consumo de bienes y servicios. Es ineludible generar nuevos conocimientos, en base al diálogo de saberes diversos, producidos por distintas comunidades a lo largo de su experiencia de aprendizaje, salvando las diferencias políticas entre “expertos y legos”. Abordar la cuestión del desarrollo de Tecnologías para la Inclusión Social de esta manera implica constituir la resolución de los problemas vinculados a la pobreza y la exclusión como un desafío del campo científico-tecnológico. 61


De hecho, el desarrollo local de Tecnologías para la Inclusión Social intensivas en conocimiento podría generar utilidad social de los conocimientos científicos y tecnológicos producidos localmente (tanto a nivel nacional como regional), hasta hoy muy poco utilizados en América Latina fuera del ámbito académico.

Reunión de planificación del Proyecto INTA-UNQ Derecho de Acceso a Bienes: Agua para el Desarrollo

Obviamente, no se trata de construir un banco o repositorio de artefactos, procesos y conocimientos tecnológicos para la resolución de problemas sociales a la espera de usuarios que los soliciten. Este tipo de propuestas ya fueron implementadas (como en el caso de la Red de Tecnologías Sociales), y se han caracterizado como ofertistas, ya que en la práctica, resultaron tan poco adecuadas para la resolución de problemas sociales como el modelo de innovación schumpeteriano para empresas de la región. Tecnologías para la Inclusión Social


Parece entonces ineludible la necesidad de construir nuevas formas de entender, analizar e intervenir en la relación entre actores y artefactos, orientadas tanto a superar estos problemas teóricos como a mejorar las políticas públicas (de producción, ciencia y tecnología, salud, educación, transporte, vivienda y hábitat, …) y las estrategias institucionales (de universidades y ONG, organizaciones sociales de base y programas estatales, instituciones de I+D y cooperativas de trabajo) vinculadas al desarrollo socio-económico de los países de la región. No sólo es necesario generar un nuevo escenario, sino también construir las herramientas para analizar, diseñar, producir, implementar, re-aplicar, gestionar y evaluar Tecnologías para la Inclusión Social: • Habilitar de nuevos actores en los procesos de cambio tecnológico • Generar nuevas dinámicas usuario/productor • Dar lugar a nuevos procesos de aprendizaje colaborativo y cooperativo • Generar nuevas capacidades tecno-productivas con mayor potencial de desarrollo económico, inclusión y democratización. Así, los Sistemas Tecnológicos Sociales pueden ser la forma más democrática de diseñar, desarrollar, producir, implementar, gestionar y evaluar la matriz material de nuestro futuro. El destino de nuestras sociedades probablemente dependa de nuestra capacidad de concepción y diseño de estrategias de desarrollo sustentable basadas en la aplicación de Sistemas Tecnológicos Sociales.

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Tecnologías para la Inclusión Social


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Los autores

Hernán Thomas Coordinador de la Red de Tecnologías para la Inclusión Social Argentina (REDTISA). Doctor en política científica y tecnológica (UNICAMP). Director del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología (UNQ). Investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Profesor universitario y de posgrados. Se desempeña como director de diferentes proyectos nacionales e internacionales entre los que se destaca el Proyecto INTA-UNQ “Derecho de Acceso Bienes: Agua para el Desarrollo” (DAPED).

Tecnologías para la Inclusión Social


Paula Juarez

Facundo Picabea

Coordinadora de la REDTISA. Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA-CONICET). Investigadora del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes. Experta en política y gestión tecnológica. Se desempeña como coordinadora de numerosos proyectos de investigación e intervención orienta-

Asesor técnico de la REDTISA. Doctor en Ciencias Sociales (UBA), Magíster en Economía Política (FLACSO). Profesor en Historia (UNLu). Profesor universitario de grado y posgrado. Investigador Asistente del CONICET radicado en el del Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes. Actualmente, es miembro

dos al desarrollo inclusivo y sustentable entre los que se destacan: el Proyecto DAPED, el Programa Internacional SEDCERO, el Proyecto Transformative Social Innovation Theory de Unión Europea, entre otros.

de varios programas de investigación sobre Tecnologías para la Inclusión Social en Argentina y América Latina en los que coordina el área de Hábitat.

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Tecnolog铆as para la Inclusi贸n Social


Equipo de Redacción Hernán Thomas, Paula Juarez y Facundo Picabea

Diseñador Guillermo Galinski

Equipo de Apoyo Josefina Moreira

Auspicios Ministerio de Educación de la Nación Universidad Nacional de Quilmes “TRANSIT Social Innovation” 7º Programa Marco Unión Europea

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