Por: Adan Parreño Martinez Organizaciones Mundo Afro-Uruguay Coord. Oficinas Regionales de Análisis y Políticas de Equidad Racial.O.R.A.P.E.R. Mucho se ha escrito acerca de la historia de la humanidad, de sus tragedias, epidemias, guerras, luchas y conquistas, revoluciones, cambios sociales y políticos, creencias, poder, espionajes, dominaciones, masacres, vidas y obras, y así podríamos señalar múltiples aspectos que han marcado el desarrollo de la humanidad desde el surgimiento del hombre en la faz de la tierra. Indudablemente que es imperioso apelar a la memoria para poder comprender de una forma clara y más profunda la multiplicidad de situaciones que se vienen generando desde hace más de un siglo a la actualidad donde paulatinamente, pero en un ritmo sostenido, vertiginoso y progresivo se avanza inexorablemente por caminos inciertos, plagados de incertidumbre, confusión e inexplicables transformaciones. Por momentos se siente una sensación de inestabilidad, de vacío y hasta de insensibilidad cuyo proceso en sus comienzos ya se advertía, con la reafirmación del ego, la hipocresía, la casi inexistente solidaridad y un exacerbado individualismo puesto de manifiesto cotidianamente. Así se fue tejiendo punto por punto hasta alcanzar dimensiones que por estos tiempos son inestimables y ya no se brindan, porque no se quiere, explicaciones científicas, filosóficas, o sociológicas que por lo menos procuren generar una comprensión que nos aproxime a la realidad que vive la humanidad y ayuden a encontrar nuevas oportunidades u otras rutas de salida, la desesperanza y el descreimiento cobran vigencia e importancia. Hasta las religiones se han transformado en verdaderas corporaciones financieras donde la fe y la creencia tiene un costo que se debe pagar a toda cuesta aunque ello signifique la propia destrucción de la persona y su familia, hay falsos profetas que tienen la solución a todo, hay futuristas y adivinadores que cobran verdaderas fortunas por sus falsas funciones; también la depravación pautada por los abusos y la pedofilia ocupan lugar de privilegio en los recintos religiosos, amén del enriquecimiento usando el propio nombre de Dios.