Curso celibato sacerdotal y madurez afectiva

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Primer encuentro: La realidad del celibato: dificultades actuales. Concepciones erróneas del celibato. Objeciones contra el celibato. ¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo? Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios. (Jn 6,60.68-69) No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido… Hay quienes decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos… ¡El que pueda entender, que entienda! (Mt 19,10-12) Obstáculos para comprender el celibato: nuestro contexto cultural 1) El consumismo exacerbado: -Vivimos en un mundo asediado por el consumo, el lujo, por la necesidad compulsiva de comprar y tener. Los MCS nos van creando necesidades nuevas continuamente, haciéndonos desear ambiciosa y desordenadamente. -Vivimos en la cultura del deseo. Todos los anuncios nos incitan a desear y desear más, interminablemente, sin fin. Un deseo voraz, inconmensurable, que puede consumirnos a todos. El deseo sexual sin frenos es simplemente uno de los síntomas de cómo se nos enseña a mirar el mundo: como material para tomar y consumir. -Obviamente que, como no podemos satisfacer todos los deseos que se nos presentan, esto produce una gran insatisfacción en nuestro corazón, un desencantamiento, una tristeza y ansiedad de base que nos hacen estar siempre prisioneros de los nuevos deseos que van surgiendo y apareciendo ante nosotros. -Este consumismo va privilegiando más el tener que el ser. Y se identifica el tener con el placer. Placer fácil, a toda costa, conquistado por el dinero y el poder. No el placer humano y plenificante del que estamos llamados a gozar. -Este consumismo presenta todo lo que sea renuncia como algo absolutamente fuera de lugar. El supremo bien es el placer y el gozo a toda costa. No hay lugar para la entrega ni para la solidaridad ni la generosidad. -En esto contexto, el celibato aparece como algo devaluado, sin sentido. 2) Crisis en los vínculos: -Estamos en la época de mayor comunicación, pero, a su vez, de mayor incomunicación. La gente está continuamente conectada, pero no siempre en comunión. Tenemos una red de contactos muy alto, gracias a las nuevas tecnologías, pero no hay un nivel de comunicación profundo o de intimidad. Se sabe un poco de todo y de todos, se está al tanto de todo y de todos, pero no hay una profunda comunión con el que tenemos al lado. -Todo esto crea un clima de soledad existencial, de búsqueda continua de relaciones que aquieten nuestro ansioso corazón. Una y otra vez chequeamos el celular o la compu para saber si hay alguien que me ha escrito, que ha pensado en mí, que ha publicado algo. Y así estamos como hambrientos en búsqueda de comunión, pero que siempre queda más acá de nuestros deseos más profundos, porque son más bien relaciones virtuales, pasajeras, superficiales. -Expresamos toda nuestra interioridad en la computadora, pero cuando estamos cara a cara, no sabemos qué decirnos y preferimos volver a la soledad del cuarto, para escudarnos en la pantalla, donde se es más fácil entrar en contacto. -Esto no ayuda mucho a la profundidad del vínculo que se establece con Jesús a través del carisma del celibato, y del encuentro profundo con nuestros hermanos, a quien el celibato se dirige como sentido de renuncia y de entrega total, identificados con Jesús. 3) La cultura de la imagen: -Estamos seducidos por las imágenes continuas que van pasando por la pantalla de la computadora, de la tele, que se superponen sin orden ni prioridad. En un minuto podemos ser testigos de la guerra en el Oriente y pasar tranquilamente de ahí al divorcio de algún personaje de la farándula, puesto todo en el mismo nivel.


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