Clarin Educacion 062

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MIERCOLES 29 de agosto de 2012

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Una prueba para mejorar Esta semana se está tomando en la Argentina la evaluación PISA, que compara los resultados pedagógicos de más de 60 países. Participan alumnos de 15 años. fernando de la orden

Alfredo Dillon

adillon@clarin.com

E

sta semana, en 230 escuelas de todo el país se está tomando la prueba internacional PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos). En todas las jurisdicciones del país –menos Tierra del Fuego y La Rioja–, 7.202 alumnos de 15 años serán evaluados en matemática, ciencias y lectura. Se trata de una iniciativa de la OCDE, que se toma cada tres años y permite comparar los resultados de más de 60 países. Argentina participó en todas las ediciones de PISA, salvo la de 2003. En la última edición, de 2009, el país ocupó el puesto 58 entre 65 participantes. Los resultados arrojaron, por ejemplo, que el 50% de los jóvenes de 15 años no comprende la lectura de un texto sencillo. Y que Argentina es el país con los mayores niveles de desigualdad educativa entre los más ricos y los más pobres. Este año, la prueba tiene un énfasis especial en el área de ciencias, con más items referidos a estos temas. “Es una oportunidad para aprovechar, porque la ciencia es un área central para el crecimiento y desarrollo de los países”, señaló Silvia Montoya, directora de Evaluación de la Calidad Educativa de la ciudad de Buenos Aires. Este año, la Ciudad solicitó incrementar la cantidad de escuelas que participan de la prueba: pasarán de 12 a 60. En total, 1700 alumnos porteños rendirán la evaluación. Durante los últimos dos meses, en todas las jurisdicciones se realizaron jornadas de capacitación y sensibilización con directivos y docentes, además de un trabajo de

La evaluación se toma en 230 escuelas públicas y privadas de todo el país.

preparación de los alumnos. “Al no ser una prueba con premios ni castigos, resultó fundamental concientizarlos para que respondan bien”, explicó Montoya. Este trabajo previo resulta clave si se tienen en cuenta las observaciones de Gilbert Valverde, experto en evaluación educativa de la Universidad de Albany, Nueva York. Al analizar la participación argentina en PISA, Valverde resaltó que el comportamiento de los alumnos es atípico: “En Argentina la omisión de preguntas es alta, hay que ver por qué. Si no contestan porque no entienden, es preocupante. Pero también si no contestan porque no les interesa: es como si estuviesen decidiendo no participar en PISA. Lo interesante es que los estudiantes argentinos omiten no sólo lo que es difícil, sino también lo fácil. ¿Será que no reconocen el nivel de dificultad? ¿O será que no les interesa?”. En diálogo con Clarín Educación, Valverde también lamentó que en la región los datos de PISA

cifras

7.202

Alumnos argentinos de 15 años participan en la edición 2012 de las pruebas internacionales PISA.

230

Escuelas públicas y privadas (rurales, urbanas y técnicas) de todo el país forman parte de la muestra.

3.600

Docentes están involucrados en el proceso, que se desarrolla esta semana en las distintas jurisdicciones. Fuente: Ministerio de Educación de la Nación

no se investiguen en profundidad para tomar decisiones. Mientras en algunos países los ministerios se dedican a elaborar informes específicos a partir de los datos que ofrece la prueba, en América Latina “los informes nacionales no hacen análisis profundos de qué podría estar explicando los bajos niveles de rendimiento”, aseguró. Más allá del puesto que finalmente ocupe Argentina –que se conocerá entre febrero y marzo de 2013–, lo cierto es que PISA ofrece información que puede ser relevante para pensar las mejoras que las escuelas necesitan. Así lo entiende Cecilia Veleda, codirectora del programa de Educación de CIPPEC. Para Veleda, PISA es una herramienta valiosa porque “permite obtener una visión macro del sistema educativo, y comparar con otros países, sobre todo de la región”. Sin embargo, advierte que los resultados de la evaluación no ofrecen un reflejo acabado de la calidad del sistema, que incluye otras variables (como equidad, niveles de acceso, repitencia, etcétera). Para Veleda, es prioritario instalar en el país “una cultura de la evaluación”, que abarque de manera integral las distintas instancias y los diferentes niveles del sistema educativo. Esto implica seguir participando en las evaluaciones internacionales como PISA, pero también “aprovechar mejor los resultados de estas pruebas; mejorar las evaluaciones nacionales (los Operativos Nacionales de Evaluación), para que cada escuela reciba una devolución oportuna de los resultados, y volverlas censales; promover la evaluación docente y la autoevaluación de los equipos escolares; y hasta hacer un mejor uso de la evaluación de los alumnos en el aula, porque no hay

Los últimos resultados En 2000, Argentina había quedado en el puesto 37 de PISA, y había encabezado el ranking regional, por encima de México, Chile, Brasil y Perú. La segunda vez, en 2006, el país quedó en el puesto 53. Tres años más tarde mejoró su puntaje pero, como participaron más países, descendió al puesto 58 y quedó 7° en la región. En el otro extremo de la lista, los mejores resultados fueron para Corea del Sur, Finlandia, Hong Kong y Singapur. De las naciones latinoamericanas, Chile (44° a nivel mundial) encabeza actualmente el ranking en ciencias y lectura, seguido por Uruguay (47°). En los últimos diez años, Chile es uno de los países que más ha mejorado su desempeño en PISA. Y Argentina, uno de los que más ha empeorado.

buena enseñanza sin una buena evaluación permanente”. Gladys Esperanza, coordinadora académica de Fundación Lúminis, coincide en una mirada amplia sobre la evaluación: “Evaluar un sistema educativo no debería restringirse a medir conocimientos o habilidades. Evaluar es tener en consideración que hay provincias en emergencia docente, con problemas de infraestructura, con cargos que se cubren con estudiantes que no han completado su formación, jurisdicciones que no cumplen con la ley de los 180 días de clase. La evaluación debe producir conocimiento”. En definitiva, los especialistas acuerdan en que la evaluación por sí misma no produce mejoras, pero sus resultados sí deberían orientar las políticas educativas y las estrategias pedagógicas en cada escuela. Sin sobreestimar PISA ni convertirla en la única brújula de las decisiones, los datos que brinda pueden ser un insumo clave para mejorar los aprendizajes.


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