Los Ojos de Horus

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podía tener esa piedra con el caso. También informó al egiptólogo que pensaba partir esa misma tarde para Turín, a fin de proseguir ahí su investigación. Hizo rápidamente su equipaje, pagó su cuenta del hotel y se fue a la Gare de Lyon, donde podría tomar el TGV para Turín. Alcanzó a tomar el TGV que salía a las 15h54 de la Gare de Lyon. Con un recorrido a la velocidad de 350km/h llegaba dos horas después a Lyon. De ahí siguió hacia Turín, un recorrido de unos 300km, de los cuales 134km de túneles bajo los Alpes. Llegado en Turín, se instaló en el Hotel Lancaster, en el Corso Filippo Turati, a algunos minutos a pie de la estación de trenes. Era demasiado tarde para ir al museo, así que salió a recorrer los alrededores. En la esquina había una librería que exhibía los diarios del día. Un titular le llamó la atención: "Asesinado conservador del Museo Egipcio". Compró un ejemplar y volvió al hotel para descifrar con calma la noticia. No sabía italiano pero sabiendo francés y español, era bastante fácil comprender este idioma. El diario no daba muchas precisiones: el conservador, Giulio Armentini, había sido encontrado en su oficina por un guardia de seguridad en la noche anterior. El guardia había entrado porque se extrañó que el director estuviera aún ahí cuando su costumbre era retirarse a la hora de cierre del museo. Lo encontró caído sobre su escritorio como si estuviera durmiendo pero, al tomarle el pulso, se dió cuenta que había fallecido. Llamó al servicio de emergencia y la policía llegó junto con los paramédicos. Estaba claro que alguién había estado en su oficina y había revuelto las estanterías y los cajones, lo cual hacía del asesinato la causa más probable de su muerte. Se esperaban más informaciones para el día siguiente. Trompel pensó de inmediato que ésto podía estar relacionado con el caso que lo ocupaba. Necesitaba tener más detalles pero no podría acercarse a la policía sin alguna recomendación así que llamó por teléfono a su amigo Jean Servais, de la PJ de Bruselas. Le contó lo del asesinato y le preguntó si le podría facilitar el contacto con la policía de Turín. Servais le dijo que no debería haber problema: prepararía un breve informe y lo enviaría por fax a Turín, llamando al mismo tiempo al contacto de Interpol en esa ciudad. Llamaría de vuelta para informar a Trompel sobre la persona a quién contactar en Turín. - A propósito, -agregó Servais- hemos interrogado a los guardias del museo del Cincuentenario. Uno de ellos nos dijo que había sido abordado el lunes anterior a tu visita por una persona que hablaba con un fuerte acento italiano y le había ofrecido "el negocio de su vida". Le ofrecía una suma elevadísima por sacar de una vitrina un pequeñísimo objeto. Nadie se daría cuenta hasta que se hiciera un inventario, lo que le daría mucho tiempo para desaparecer. Pero el guardia se ofendió y señaló además que él tenía turno de día y que cualquiera podría observarlo. - ¿Pudo describir a su interlocutor? - Le fue imposible porque fue abordado en el parque, después de salir de su turno, y ya estaba oscuro. Lo único específico que advirtió fue el acento. Pero nos hace pensar que el hombre debe haber insistido con otro guardia, sin duda del turno de noche. Los estamos interrogando ahora. Los presionaremos al máximo. Sin duda, alguno tendrá que caer. Te 16


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