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Milton Glaser

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Paul Rand

Paul Rand

Una leyenda del diseño gráfico.

Milton Glaser nació en Nueva York, en 1929. Durante décadas ha trabajado en áreas creativas que van desde el branding, el diseño editorial, el diseño de carteles, el diseño de interiores y el dibujo, su gran pasión.

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Estudió en la Cooper Union de Nueva York, y en 1954, tras graduarse fundó Push Pin Studios junto a otros amigos estudiantes. En esta peculiar agencia, trabajó para redefinir y expandir el papel del diseñador y el ilustrador en una cultura visual que cambiaría para siempre en las siguientes décadas En 1966, nace uno de sus proyectos más carismáticos: el cartel que acompañaba al álbum Bob Dylan’s Greatest Hits. Con los años, este se ha convertido en uno de los trabajo más populares de la historia de la música.

En esa misma década, junto a su amigo Walter Bernard, puso en marcha el New York magazine, que renovaría el concepto de diseño editorial para siempre. En 1977 llegó su proyecto más icónico: I Love New York.

“Todo está conectado. No hay sucesos desconectados en la experiencia humana, pero descubrir esas conexiones, a eso le llamamos ser creativo”.

BOB DYLAN.

Fue en 1967 cuando salió a la luz el encargo que John Berg, director de arte de Columbia Records, había hecho a un joven llamado Milton Glaser. El proyecto consistía en diseñar un cartel que iría en el interior de un disco de Grandes Éxitos de Bob Dylan. A lo largo de su carrera Milton Glaser diseñaría más de 400 carteles, pero quizás este, su tercer o cuarto encargo sea el más popular y admirado.

Para ejecutar este diseño, Glaser se inspiró en un autorretrato que Marcel Duchamp realizó en 1957, sobre esa silueta añadió una psicodélica melena con los colores del arco iris, que según palabras del propio autor: “estaba interesado en el Art Nouveau del momento, esa fue la influencia para los colores y las formas de la imagen”, el resultado es un cartel con una fuerza y energía arrolladores. Las copias del disco que lo contenía superaron los 6 millones de ventas en todo el mundo, su difusión fue impresionante.

Pese a la gran cantidad de copias que fueron distribuidas, hoy en día es una pieza muy cotizada entre coleccionistas y amantes de Dylan, su precio puede alcanzar los cientos de dólares. También podemos encontrar el cartel en colecciones permanentes de diversos museos del mundo como el MOMA de Nueva York.

Fue durante décadas profesor de la School of Visual Arts, algo que le proporcionaba, decía siempre, una gran felicidad y que ahuyentaba la pérdida de la memoria y la vejez. “Todos nacimos con genio. Es como nuestra hada madrina. Pero lo que sucede en la vida es que dejamos de escuchar nuestras voces internas y ya no tenemos acceso a esta extraordinaria habilidad para crear poesía”.

Para Glaser el dibujo era una forma de pensar, de concentrarse y de entender las cosas. Le fue fiel hasta su muerte a los más de 90 años. Estaba convencido de que el gran fallo de las nuevas generaciones es que no han aprendido a crear sino a encontrar cosas en Internet en lugar de hacerlas ellos mismos. “Los ordenadores son al diseño lo que los microondas a la cocina”. A finales de los 60 junto a Clay Felker fundó la revista New York Magazine, de la que fue director y también jefe creativo hasta 1977 y para la que dibujó decenas de portadas. Se convirtió en una fuente de inspiración para muchas otras publicaciones. Suya fue también The Underground Gourmet, una especie de suplemento de la anterior y una guía de restaurantes baratos de la ciudad. “Menos no es más; solo lo suficiente es más”.

El logo de I Love New York es un proyecto del que, «aún hoy, no puedes ir a ningún sitio sin encontrarte con esa forma particular», explica el diseñador.

Publicó un libro para niños.

Estuvo felizmente casado con la fotógrafa Shirley Girton durante casi 60 años porque la conoció siendo los dos muy jóvenes, mientras estudiaban en la Cooper Union. Con ella vivió en Roma y con ella publicó Apples had teeth (las manzanas tienen dientes), que todavía se puede comprar en español e inglés. Él, por supuesto, hizo los dibujos y ella escribió la historia. “Me siento afortunado de que todavía estoy asombrado, que las cosas todavía me sorprenden. Y creo que ese es el gran beneficio de trabajar en las artes, donde la posibilidad de aprender nunca desaparece”.

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