en un apresurado vuelo por besar al sol.
Recostada sobre la arena te esperaba el placer del primer instante de amor, conocer las delicias del beso que otorga juventud eterna. Lentamente posaste tus pies sobre la arena, para arrullar en tus brazos la ninfa que vestida de sedas, tan solo espera. Sus delicadas manos tomaron tu rostro, y besando tus carnosos labios, te ha mordido en una frenĂŠtica pasiĂłn. Tan solo tu corazĂłn un instante se detuvo y su mirada en el firmamento se apaga sutilmente, porque su pecado es convertirse en sal al besar un humano. Ă ngel que pierdes tu fino plumaje bajo la luz de la luna miraras el firmamento, cantaras al mar y a las ninfas nocturnas que a la orilla del mar, cada noche volverĂĄn.