En las prácticas religiosas indígenas contemporáneas en México destaca
la complicada organización social que gira en torno de los santos, los
cuales, como personajes divinos, están cargados de significados, roles y
funciones específicas dentro de la vida del pueblo que los separa de
manera radical de la concepción cristiana católica oficial. Pareciera
como si la iconografía de las imágenes religiosas impuestas por los
evangelizadores en contextos indígenas hubiera sido leída desde otros
parámetros culturales, dando lugar a una interpretación autóctona de
esas imágenes, en medio de un contexto social más amplio,
homogeneizado y homogeneizante, que tiende a la uniformidad social
desde la hegemonía y que generalmente les resulta hostil. En este
devenir histórico signado por la desigualdad y el menosprecio, se han
valido de distintas estrategias sociales que les han redituado en
cohesión interna y fortalecimiento de redes de solidaridad.