Domingo_4_Octubre

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“COMO A TI MISMO” De la exhortación postsinodal de nuestro arzobispo D. Jesús Montes La Iglesia diocesana de Oviedo, ha vivido recientemente un momento de gracia precisamente en la comunión que entraña siempre la celebración de un Sínodo. Tras varios años de trabajo en diversas fases, pudimos clausurar este evento eclesial el pasado 10 de diciembre de 2011, festividad de Santa Eulalia, en la Catedral de Oviedo. Esta Exhortación Postsinodal, que ofrezco a todos los hermanos que componen la feligresía diocesana, quiere ser un complemento de síntesis y de propuesta que nos ayude en esta encrucijada de la historia para que nuestro mundo, esa ciudad que coincide con el domicilio de nuestras vidas y con el tiempo de nuestra época, se llene de alegría1. Cada generación cristiana está llamada a testimoniar con su propia vida, con su reflexión, oración y discernimiento, algo que sirva a ese tiempo y lugar: servidores de esta alegría en el nombre del Señor. Así lo afirma Benedicto XVI en su carta Porta Fidei: «También hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes saca fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo»2.

Las dos cumbres más elevadas del mundo son el Everest (8.848 m.) y la conocida como el “K2” (8.611 m.). En el evangelio de este domingo Jesús nos muestra dos cumbres elevadísimas. Son un “desafío total” a nuestro “ego”: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Pero, nos suena tanto y nos es tan sabida la propuesta que no hace mella. Pensando en eso de “como a ti mismo” me he quedado un poco desconcertado. Qué curioso: el segundo desafío (mandamiento) me ha parecido más difícil y arriesgado de conseguir que el primero, lo mismo que ocurre con el K2 que siendo más bajo resulta más difícil que el Everest. Te propongo un sencillo ejercicio: compara el interés que tienes por tener tu vida resuelta y el que pones en que los demás la tengan. Observa lo que te preocupan tus cosas y lo que te quitan el sueño las de los demás. Mira lo que haces por ti y lo que haces por los otros. Y ahora dime, ¿cuál es más difícil?


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