Una vida alocada 7

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observaba una pistola que había en el suelo. El cuarto era un tipo con gafas, patoso, que estaba manejando un ordenador, y por las pintas que tenía y lo rápido que tecleaba, deduje que era el hacker de la empresa. El quinto era Blackbourd, era un tipo con una gran cicatriz en la cara, que jugaba al póquer con el tipo que me presentarían a continuación. El sexto era Michel, un tipo con el pelo largo peinado hacia atrás con lo que parecía gomina, que se encontraba jugando al póquer con su compañero Blackbourd. Y por último, me presentaron a un viejo anciano llamado Rogelio, que llevaba puesto un esmoquin y fumaba una faria. Este se encontraba mirando a una enorme pizarra con cientos de fotos con la cara de personas: varias estaban tachadas y en ellas ponía “ELIMINADO”.

Al mirar las fotos me di cuenta de que eran personas populares que habían salido en la televisión y declaradas muertas por causas desconocidas. Después de mirar las fotos pregunté a Al Copone de qué eran las apuestas que hacían en esa empresa. Y me contestó que era como un casino pero sin fichas. Después de cinco minutos mirando a las siete personas que había en la sala, me fui al baño, nada más entrar se me pasó por la cabeza decirle a Al Copone que no quería ese trabajo. Al salir del baño me dirigí hacia él, pensando en lo que le iba a decir, al acercarme me dio un maletín negro, que parecía ser de dinero, pero no me fíe y esperé a que me dijese algo. Mientras él abría el maletín me dijo: -

Esta es tu paga adelantada por los dos primeros meses, espero que la aceptes.

Yo, al no saber qué hacer, me hice el sueco y le pregunté: -

¿Qué? ¿Pero qué es esto? ¿Cuánto hay aquí?

Al ver mi reacción me repitió diciendo lo mismo: -

¿Qué pasa chico, es mucho o es poco? Creo que hay unos 500.000 dólares –me dijo con entusiasmo y con una sonrisa.

Me quedé pensándolo un minuto, no sabía qué responder. Pero al final le dije: -

No, bueno creo que sí, es mucho.

Al oír eso Al Copone se alegró aún más de lo que estaba y dijo: -

Mira Rogelio… este chico no quiere tanto dinero que le estamos pagando, creo que tiene más oportunidades de estar aquí que estos holgazanes, que no hacen nada más que jugar al póquer.

Rogelio no pareció oír eso y siguió mirando la pizarra con fotos, como si nada hubiera pasado. Pero cuando Al Copone se lo iba a repetir dijo: -

Bien… pero dale dinero para un hotel.

Al oír, eso llamó a Dani, para que me acompañase. Este al imaginar para qué le llamaban se acercó al perchero, cogió su chaqueta de cuero y se dirigió hacia la puerta diciéndome: -

Te espero en el coche.

Al darme la vuelta, Al Copone me dio un fajo de billetes con una nota que decía: “Mañana te pasaré a buscar sobre las diez y media, estate despierto para cuando llegue.”

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