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Como consecuencia de la victoria española las provincias de Cerignola, Canosa y Melfi se rindieron y lo mismo pasó con la misma capital, Nápoles, que ante la cercanía del victorioso ejército prefirió enviar a una delegación que se ofreció a abrir las puestas de la ciudad. Gonzalo Fernández de Córdoba entraba en ella el 16 de mayo de 1503. Paralelo a estos acontecimientos otro ejército castellano sometía la región de Calabria derrotando a los franceses en Seminara, capturando a su general, el señor de Aubigni. Pero los franceses, ahora liderados por el señor de Alegre, se dispusieron a defender los castillos Nuevo y del Ovo, en Nápoles capital, ordenando el general español que Pedro Navarro se dispusiese a asaltarlos. También dispuso tropas para la toma del castillo de Salerno, que García de Paredes tomase el de San Germán. Comenzaron las operaciones con el asalto del Castillo nuevo, Pedro Navarro, experto en el arte de abrir minas para volar las murallas, dispuso la construcción de varias de ellas. Cuando estuvieron concluidas conminó a la guarnición a rendirse, cosa que rechazaron, así pues volaron las minas abriendo grandes brechas en la muralla. Atacaron los españoles por la brecha, mientras los napolitanos poblaron torres y azoteas para contemplar el espectáculo. Se luchó con fiereza, los españoles lograban tomar el adarbe obligando a los franceses a retirarse sobre los dos puentes que defendían el castillo. El primero de ellos no pudieron izarlo antes de la llegada de los castellanos, el segundo estaban levantándolo pero un gentilhombre de Gonzalo, llamado Peláez Berrio consiguió colgarse a una mano de los maderos del puente, y colgando en el aire con la otra mano cortar con una espada las amarras consiguiendo que cayese. Junto con dos soldados repelió el ataque francés mientras llegaban los refuerzos y se penetraba en la fortaleza. Pese a su valentía dejaría su vida en esta hazaña. El combate se recrudeció, replegados los franceses en la ciudadela, nuevamente El Gran Capitán, olvidando que era un general se puso a la cabeza de sus tropas en el asalto final. La fortaleza cayó y la guarnición fue pasada a cuchillo, salvos unos pocos franceses que se rindieron. Además, Fernández de Córdova dio licencia a sus tropas para pasar a saco el castillo. Era el premio a tantas pagas atrasadas y desde luego que las tropas se esmeraron en ser compensadas por ello, no dejaron ni la tapicería ni siquiera la pólvora. Luego seguiría el mismo trágico final para el castillo del Ovo. El siguiente objetivo sería la ciudad de Gaeta, donde se habían refugiado los restos del ejército francés y los notables napolitanos que todavía defendían la causa francesa. Durante la marcha de aproximación a la plaza García de Paredes desalojó un destacamento francés de unos 500 hombres que intentaba cerrarles el paso en un estrecho desfiladero, tras lo cual la guarnición de Roca Guillermá

Las primeras fases de la batalla consistieron en el intento por parte francés de situar un puente sobre barcazas para cruzar el río Garellano. Varias tentativas habían fracasado pero finalmente se consiguió colocar uno tras derrotar a la vigilancia española. Al tener noticia de ello el mismo Gonzalo Fernández de Córdova se puso al frente de sus tropas para rechazar al enemigo al otro lado del río. Ya habían cruzado el puente un buen número de franceses, pero no habían conseguido situarse en formación de combate, en tales circunstancias los españoles, con su Capitán a la cabeza, y los italianos de Fabricio Colonna se lanzaron al ataque. La artillería francesa dominaba el campo, causando terribles bajas en las tropas españolas, pero una vez que el combate se volvió una autentica melee dejó de ser efectiva, los españoles y sus aliados consiguieron hacer retroceder a los franceses por el estrecho puente, el combate entre ambas infantería fue brutal dándose el caso del Alférez Fernando de Illescas, el cual perdió una mano por un disparo de cañón, teniendo que sostener la bandera con la que le quedaba sana, amputada esta también por otro disparo la sostuvo con sus codos hasta que terminó el combate. Después de esto los españoles recibían refuerzos y los franceses cambiaban de comandante, a partir de ahora mandaría sus tropas el marqués de Saluzzo. El puente quedó echado y consecuencia de ello se produjo una nueva anécdota de García de Paredes. Ofendido este por un comentario de El Gran Capitán sobre dicho puente montó en su caballo, se cubrió con un yelmo y tomó un montante, una espada larga que debe usarse a dos manos, se lanzó al puente y desafió a un destacamento de franceses, pero que al tener que cruzar uno a uno no podían hacer uso de su ventaja. Se produjo una escaramuza, al acercarse también

huyó dejando el paso libre a los españoles. Durante una semana se procedió al bombardeo de las murallas de la ciudad, pero la llegada de una flota francesa con refuerzos y el anuncio de la llegada de un nuevo ejército enemigo hicieron levantar el sitio a los españoles y replegarse a las cercanías. El propio Gran Capitán rechazó una salida de la guarnición francesa de la plaza de Mola y luego socorría a los españoles de Roca Guillerma, traicionados por la población, por su parte García de Paredes contestaba a cualquier escaramuza o intento de salida desde Gaeta. En estas circunstancias Luis XII de Francia decidió hacer un último esfuerzo para ganar la guerra. Reunió tres ejércitos, dos atacarían España desde Vizcaya y el Rosellón, mientras un tercero al mando de Luis La Tremouille entraría en Italia a través del milanesado. Además, dos flotas completarían el esfuerzo, una apoyando al ejército francés en Italia y la otra impidiendo la llegada de refuerzos desde España. Todas las victorias españolas durante los años anteriores no servirían de nada si no se conseguía derrotar a las armas francesas. Es probable que si en ese momento los franceses con un ejército de casi 30.000 hombres hubiesen atacado el reino de Nápoles hubiesen derrotado a los españoles, pero la fortuna empezó a darles la espalda. En primer lugar el general francés enfermaba, teniendo que ceder el mando del ejército al duque de Mantua, un italiano que se puso al servicio del rey de Francia. Por otra parte moría el papa, así que las tropas francesas prefirieron acampar cerca de la ciudad eterna para influir en el cónclave, el nuevo papa moriría apenas unos días después y su sucesor fue Julio II, más guerrero que evangelizador. Además, mientras esto sucedía bastante de las tropas romanas, que habían servido con Cesar Borgia se pasaban al campo español. Comenzaba el invierno de 1503, las lluvias hacían de los caminos barrizales y el teatro de operaciones era demasiado extenso para unas fuerzas tan reducidas, por lo que los primeros combates volvieron a consistir en la toma de castillos, plazas y ciudades. Los españoles ocupaban el Castillo de Montecassino, plaza que fue saqueada, teniendo los oficiales españoles que defender con sus propias espadas la integridad de los tesoros del monasterio. A su vez los franceses sitiaban Roca Seca, donde los españoles, al mando de Pizarro, aguantaron los asaltos. En Roca Guillerma la guarnición española fue capturada a traición y Gonzalo Fernández de Córdova tuvo que volver a retomarla. Finalmente los franceses consiguieron penetrar en el reino de Nápoles. Ambos ejércitos se encontraron a orillas del río Garellano, unos kilómetros al Sur de Gaeta sobre la antigua vía Apia romana, los franceses dispuestos a cruzarlo y los españoles a evitar tal circunstancia.

un grupo de españoles, García de Paredes causó un gran número de bajas enemigas y poco más que tuvo que ser arrastrado por sus compañeros a sus propias posiciones dispuesto a acometer el campo enemigo él solo. Pero los franceses consiguieron fortificar el paso del puente, ante ello los españoles se desplegaron de tal forma que les resultaba imposible forzar el paso. Durante 27 días los españoles resistieron a lo largo de una estrecha cañada las acometidas francesas, por su parte El Gran Capitán, con unas tropas al borde de la rebelión, por la falta de paga, las malas condiciones de vida, las tiendas tuvieron que ser asentadas sobre maderos y piedras para evitar el campo encharcado, la mala alimentación y otras tantas penalidades, se dedicó a mantener la moral, recolectar todos los suministros en las aldeas cercanas, apaciguar los ánimos y repeler los intentos franceses por quebrar la línea. Los franceses también soportaban las inclemencias, pero tenían la ventaja de estar en un suelo más elevado y poder usar las aldeas cercanas para que descansasen las tropas. No pensaban que los españoles intentasen nada hasta la llegada de la primavera y se dispusieron a pasar el tiempo. El plan trazado por El Gran Capitán había comenzado unos días antes, su estrategia inicial consistía en hacer que los franceses pensasen que los españoles pensaban retirarse a sus cuarteles de invierno en espera de que mejorase el tiempo, para ello ordenó días antes movimientos de tropas hacia la retaguardia que fuesen visibles para el enemigo. Después de ello acordó una tregua para el 25 y 26 de diciembre con motivo de la navidad. La estratagema surtió efecto y el marqués de Saluzzo, confiando en que los españoles esperarían a la primavera

MONOGRÁFICO · elgrancapitan.org · Nº01: Gonzalo Fernández de Córdova. El Gran Capitán

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