Boletín INFORMA 210 junio 2015

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I.E.C. Informa / Junio 2015 /

consecuencia fue la creación del primer consulado español en Marruecos, que brevemente sería ocupado por Jorge Juan, sucediéndole luego Manuel Salmón. Se instaló en Larache, con tres vice-consulados en Tetuán, Tánger y Mogador, y únicamente dejó de funcionar durante un breve período a raíz del cerco a Melilla 1774-1775, pasando después el Consulado a Tánger. En el acuerdo se convino también la marcación de los límites de Ceuta, cuyo jalonamiento quedaría bajo la dirección del Alcalde de Tetuán, Acher, por el lado marroquí, y de un Ingeniero militar por parte de España. Creo que es poco conocido en Ceuta que por parte española jugó un papel muy destacado en las negociaciones un antiguo soldado español nacido en la ciudad, llamado Francisco Pacheco, que había caído cautivo por los marroquíes hacía muchos años y seguía preso en Tetuán, hablaba perfectamente el árabe y tenía un profundo conocimiento de la realidad de Marruecos en aquella época, aunque no leía ni escribía el idioma árabe, pero en las conversaciones orales al máximo nivel fue él quien ayudó a lograr el entendimiento entre las dos partes, al hablar perfectamente árabe y español. Era una persona ya mayor que había sido capturado siendo un simple soldado. Si bien, en principio hubo ciertas reticencias para admitirlo como intérprete en las conversaciones, dado que del lado marroquí hubo quienes objetaron que la presencia de un nivel tan bajo en las negociaciones desdecía del decoro diplomático que debían tener; pero el hecho de la escasez de intérpretes de árabe-español en aquella época y el posible empeño de fray Bartolomé Girón hicieron que las mismas se desvanecieran, sin que luego fuera obstáculo conseguir el acuerdo que, por otro lado, estaba dirigido por otras personas con la suficiente categoría y relevancia diplomática

Recortes de Prensa

como Jorge Juan y Grimaldi. El ceutí Pacheco, tanto en Fez como en Madrid, tradujo las conversaciones al más alto nivel, incluso en presencia de ambos monarcas, marroquí y español. Cada vez que tenía que hacer escala en Ceuta vía Madrid, Francisco Pacheco visitaba siempre a su familia, que continuaba viviendo en la ciudad, habiendo luego resultado ser un eficiente intérprete que prestó excelentes servicios a tal fin. Consecuencia de las negociaciones fue liberado y le concedieron un puesto de intérprete de árabe en Ceuta y su ascenso militar. Pero el problema surgió cuando a poco de la firma del Tratado, el 9-12-1767, Marruecos puso cerco a Melilla de la forma más inesperada y exabrupta, que para mayor inri estaba dirigido por el propio Sultán. El sitio fue mantenido hasta el 19-03-1775 y sus efectos fueron terribles, ya que gran parte de la ciudad fue reducida a ruinas. España elevó la correspondiente protesta por incumplimiento del Tratado, toda vez que, apenas recién firmado, Marruecos había desencadenado las hostilidades contra la ciudad hermana; y, por si fuera poco, los marroquíes se oponían al inicio de los trabajos de la Comisión de Límites para el trazado de los de Ceuta alegando como excusa que el artículo 1º del Tratado, según su texto, se refería a la paz únicamente a implantar “por mar”, pero no “por tierra”, entendiendo que el mismo no era aplicable a lo que Marruecos siempre llamó “los presidios” (Ceuta y Melilla); y ese mismo pretexto alegaban también para justificar el cerco a Melilla. Y a ello vino a sumarse el hecho de que en 1790 falleció el sultán Sidi Mohamed, sucediéndole su hijo El Yazid, que igualmente puso cerco a Ceuta. Tal serie de problemas surgidos hizo que el Tratado quedara vacío de contenido y desprovisto de la efectividad de lo acordado. España protestó enérgicamente a Marruecos, acusán-

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dole de traicionar lo pactado, en tanto en cuanto el texto concertado consistía en establecer la paz tanto “por mar” como “por tierra”. Los marroquíes insistieron en que eso no era lo que constaba en su texto y pidieron que España les enviara el suyo para poder confrontarlo. Enviado el texto de español se pudo comprobar que no había ninguna duda, que el acuerdo de paz comprendía tanto “por tierra” como “por mar”, tal como fehacientemente constaba en ambos documentos. Entonces a Marruecos no se le ocurrió otra cosa que acusar a España de haber falsificado el texto, con lo que la situación se hizo extremadamente tensa. Un alto dignatario de la Corte marroquí, sin duda bien informado, pero refiriendo de forma interesada lo ocurrido, Abú Qasim Ibn Ahmad al-Ziyani, describía a su modo lo sucedido en los términos siguientes: “El tirano español (Carlos III) escribió a Sidi Mohamed reprochándole que lo acordado había sido la paz por mar y tierra, y en prueba de ello tengo el Tratado tal y como lo trajo a Nos vuestro secretario El Gazel y que conservamos”. El Sultán le respondió:” Nos hemos pactado con Vos la paz en los mares solamente, mas si fuera cierto lo que decís, Nos saldremos a vuestro encuentro y Vos saldréis al nuestro, porque un acuerdo en tales términos no hubiera sido posible”. El tirano español, entonces, le envió el Tratado, que era de paz para los mares y para la tierra. En consecuencia, el Sultán cejó en la guerra, aunque a condición de que los españoles transportaran los pertrechos de guerra: cañones, arcabuces, proyectiles y bombas, en sus barcos, habida cuenta la dificultad que hubiera supuesto su transporte por tierra para los musulmanes, lo que aceptó el español. Finalmente, el Sultán cesó en su cargo al secretario El Gazel, que quedó sin empleo hasta su muerte, Dios lo haya perdonado”.


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