Nuestra Universidad ha puesto en manos de la Comunidad los instrumentos que puedan garantizar una convivencia más sana y democrática. Tal es el fin del protocolo para atender las situaciones de violencia de género y los Comités de Ética que este año se han empezado a implementar. No son la solución definitiva, pero sin duda abonarán en la tarea que nos ocupa de forma conjunta.
Visibilizar un tipo de violencia que puede llegar a causar heridas físicas y psicológicas no puede ser bandera de un solo grupo. El género no sufre por separado un duelo, la impotencia o el dolor. El género no debiera dividir sino unir. La violencia, en cualquiera de sus formas, afecta a todo ser humano. Es un problema que aqueja a la sociedad mexicana, y nuestra casa de estudios -lamentablemente- no es la excepción; sólo la unión nos puede ayudar a encontrar y encauzar una solución en conjunto. Hombres y mujeres somos la solución y el camino.