El metodo Tomatis

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Mas o menos entre uno y los dos años, no podía dejar de verme un segundo. Si iba yo al baño o a la cocina, él me acompañaba, porque si dejaba de verme lloraba desesperadamente. No obedecía órdenes, a pesar de llevarse manazos por coger las cosas. Le tenía pavor, (cuando digo esto, no estoy exagerando, el niño lloraba, sudaba, gritaba desesperado) a tantas cosas, que era imposible evitárselas del todo, entre ellas: a todos los aparatos domésticos que hacen ruido, (como licuadora, lavadora, etc.) a las "pompitas de jabón", a los elevadores, a una rueda de la fortuna de juguete que tenía una amiga. Continuamente se despertaba atemorizado por las pesadillas que tenía en las noches. Había dos momentos en los que estaba tranquilo: en un columpio de cuerda y cuando tiraba una tapita y veía como daba vueltas balanceándose. Entonces si se carcajeaba para volver a cogerla y darle vueltas y vueltas. Al año ocho meses, Manuel decía palabras complejas y oraciones largas con una pronunciación impresionante. Tenía una memoria prodigiosa: con repetirle un par de veces el Padre Nuestro, él era capaz de recitarlo completamente. A pesar de esto el no comunicaba nada y presentaba una ecolalia muy fuerte. Había poco contacto visual y no respondía a estímulos externos. No jugaba ni se peleaba con otros niños. Decir todo lo anterior, es fácil, pero la vida en nuestra casa era un terremoto diario. No estaba quieto, todo tiraba, todo rompía, no podía ni bañarme en paz, porque a los pocos minutos de dejarlo, se percataba de mi ausencia y empezaba a berrear con todas sus fuerzas. Cuando fui con el pediatra para comentarle estas cosas, él mandó un electroencefalograma y una tomografía. El electro salió inmaduro y con actividad desorganizada, la tomografía fue normal. Como a los dos años de edad, Manuel ingresó para tratamiento en el Centro Tomatis. Recibió de inicio tres semanas de tratamiento al cual le llaman "Fase Pasiva" que según dicen provoca el revivir desde la vida intrauterina y que culmina con el "Parto Sónico". En estas semanas, conforme se acercaba al parto, Manuel estuvo cada día más inquieto. En las noches las pesadillas eran tremendamente angustiantes y día con día aumentaron. Cuando terminó la primera fase del tratamiento, y empezó otras tres semanas de estimulación en la "Fase Activa", los cambios en su conducta fueron impresionantísimos. Como a los tres días, de golpe y porrazo empezó a comunicarse: "Mira mamá esos payasitos jugando" (en un alto en la calle). Esa fue su primera frase comunicativa, y así día con día me hacía emocionarme hasta las lágrimas porque sus avances fueron brusquísimos. El domingo siguiente al inicio de la fase activa, fue la primera vez que logró jugar con un juguete... ¡ y duró 20 minutos con él! Dejó de caerse continuamente al caminar o correr. Si lo llamabas, volteaba. Comprendía todo lo que uno le decía. Recuerdo un día, que no encontraba las llaves de mi coche, mismas que había dejado sobre la mesa. Las busqué durante 30 minutos hasta que se me ocurrió preguntarle a él si las había visto (aún no sabía yo que él era capaz de decírmelo) y me respondió (para mi sorpresa) "en el excusado" y yo le pregunte en cual y me respondió "en éste" y se dirigió a un baño. Al fondo de la taza pude ver mi preciado llavero de cuero. Nunca he metido la mano a un W.C. con tanta alegría. De entonces a la fecha, Manuel ha recibido algunos refuerzos del Método Tomatis, básicamente para ayudarle a mejorar atención y coordinación motriz. Actualmente va a un colegio tradicional y bilingüe. Ya sabe leer y es un niño normal. Su memoria ya no es la de


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