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EL CABILDO CATEDRALICIO DE LA CIUDAD DE LEÓN (1650-1800): SOCIOLOGÍA CAPITULAR Y ASISTENCIA INSTITUCIONAL



EL CABILDO CATEDRALICIO DE LA CIUDAD DE LEÓN (1650-1800): SOCIOLOGÍA CAPITULAR Y ASISTENCIA INSTITUCIONAL

María José Pérez Álvarez

Universidad de León 2021


Pérez Álvarez, María José El cabildo catedralicio de la ciudad de León (1650-1800): sociología capitular y asistencia institucional / María José Pérez Álvarez. – [León] : Universidad de León, Área de Publicaciones, 2021 304 p. : mapas, gráf. col., tablas ; 24 cm. Bibliogr.: p. 285-304 ISBN 978-84-18490-27-9 1. Catedral de León. Cabildo-1650-1800. 2. León (España)-Población-1650-1800. 3. León (España)-Condiciones sociales-1650-1800. I. Universidad de León. Área de Publicaciones. II. Título. 27-523.41-772(460.181.2León)”16/18” 308(460.181.2León)”16/18” 314(460.181.2León)”16/18”

De acuerdo con el protocolo aprobado por el Consejo de Publicaciones de la Universidad de León, esta obra ha sido sometida al correspondiente informe por pares con resultado favorable.

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Universidad de León. Área de Publicaciones María José Pérez Álvarez Diseño, maquetación y tratamiento digital de las imágenes: Juan Luis Hernansanz Rubio ISBN: 978-84-18490-27-9 Depósito legal: LE-216-2021 Imprime: SORLES Impreso en España / Printed in Spain Junio, 2021

Fotografía original de cubierta: Juan Luis Hernansanz Rubio Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los titulares del copyright. Este estudio, y como colofón esta publicación, han sido desarrollados gracias al Proyecto Clero y sociedad en el noroeste de la Península Ibérica (siglos XV-XIX) (HAR2017-82473-P), AF: 123.


ÍNDICE INTRODUCCIÓN...............................................................................................................7 I. ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL CABILDO CATEDRALICIO LEONÉS DURANTE LA EDAD MODERNA...................................................... 13 II. LA LIMPIEZA DE SANGRE: REQUISITO INDISPENSABLE PARA INGRESAR EN EL CABILDO................................................................... 29 2.1. Los estatutos de limpieza de sangre del cabildo leonés................................ 29 2.2. La aplicación de los estatutos............................................................................36 III. SOCIOLOGÍA CAPITULAR..................................................................................57 3.1. Canónigos y coadjutores...................................................................................57 3.1.1. El acceso a la institución....................................................................... 62 3.1.2. El desempeño de la prebenda................................................................81 3.1.3. Edad de ingreso...................................................................................... 88 3.1.4. Edad de fallecimiento y permanencia en el canonicato.................... 92 3.1.5. El sistema clientelar en las coadjutorías y resignas.............................95 3.1.6. Los lazos de parentesco en el cabildo................................................. 101 3.1.7. Preparación eclesiástica e intelectual y experiencia laboral de los capitulares...................................................................................106 3.1.8. Procedencia geográfica y familiar de los canónigos del cabildo leonés........................................................................................ 114 3.2. Las dignidades..................................................................................................124 3.2.1. Competencias........................................................................................124 3.2.2. Parámetros cuantitativos y cualitativos de las dignidades leonesas...................................................................................................130 3.3. Las canonjías de oficio.....................................................................................140 5


3.3.1. Obligaciones, provisión y la unión con una dignidad.................................................................................. 143 3.3.2. Los candidatos....................................................................................... 152 3.3.3. Las promociones................................................................................... 163 IV. PATRIMONIO Y FAMILIA................................................................................... 167 4.1. La formación del patrimonio.......................................................................... 167 4.2. Las atenciones de los capitulares con la familia............................................ 177 4.3. La corresidencia................................................................................................182 4.3.1. El personal de servicio..........................................................................188 V. ACTITUDES ANTE LA MUERTE....................................................................... 195 5.1. La redacción del testamento........................................................................... 195 5.2. El funeral y las disposiciones espirituales....................................................200 5.3. El reparto de bienes.......................................................................................... 211 5.3.1. Las mandas piadosas............................................................................. 211 5.3.2. Las mandas benéficas...........................................................................218 5.4. Los destinatarios de la herencia..................................................................... 224 5.4.1. La familia............................................................................................... 224 5.4.2. Los criados.............................................................................................234 VI. LOS MECANISMOS DE ASISTENCIA DEL CABILDO................................239 6.1. El hospital de San Antonio Abad.................................................................. 240 6.1.1. Las infraestructuras hospitalarias: el edificio y el personal............ 242 6.1.2. La economía del hospital de San Antonio Abad...............................252 6.2. El Arca de Misericordia de Nuestra Señora la Blanca.................................258 6.2.1. La economía del Arca de Misericordia de Nuestra Señora la Blanca.................................................................................................263 6.3. Otras caridades.................................................................................................275 VII. BIBLIOGRAFÍA......................................................................................................285

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INTRODUCCIÓN Los estudios históricos sobre la Iglesia, en todos sus ámbitos, ya sea bajo el prisma económico, moral o teológico, y con metodologías cada vez más avanzadas, acaparan un terreno muy amplio de la historiografía1. Una de esas parcelas es la centrada en los cabildos catedralicios, que han sido objeto de numerosas investigaciones en el marco cronológico de la Edad Moderna, pero también con respecto a épocas anteriores2 y posteriores. Si bien en un primer momento los trabajos focalizaron gran parte de su interés en la institución, no tardaron en hacerlo en las personas que la componían. En este sentido, se han adentrando, entre otras cuestiones, en la vertiente sociológica de los capitulares, con todo lo que ello engloba, como puede ser su procedencia social y geográfica o la edad de acceso a los canonicatos y dignidades, todo ello sin olvidar la dinámica económica de la institución, el extenso universo de las mentalidades, el ceremonial, el protocolo, las luchas de poder entre el cabildo y los prelados o entre los propios canónigos3. 1

Este trabajo forma parte del proyecto de investigación Clero y Sociedad en el Noroeste de la Península Ibérica (siglos XV-XIX) (HAR2017-82473-P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.

2 Para los territorios de la Corona de Castilla puede consultarse LOP OTÍN, M.ª José (2003), «Las catedrales y los cabildos catedralicios de la Corona de Castilla durante la Edad Media. Un balance historiográfico», En la España medieval, núm. 26, pp. 371-404. 3 LÓPEZ ARÉVALO, Juan R. (1966), Un Cabildo Catedral de la Vieja Castilla, Ávila: su estructura jurídica, siglos XIII-XX, Madrid, CSIC; VIARD, Georges (1974), Chapitre et réforme catholique au XVIIe siècle, le chapitre cathédral de Langres de 1615 à 1695, Nancy, Université de Nancy; VILLACORTA RODRÍGUEZ, Tomás (1974), El Cabildo Catedral de León: estudio histórico-jurídico: siglos xii-xix, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro; GOÑI GAZTAMBIDE, José (1975), «Los cabildos españoles y la confirmación del Concilio de Trento», Annuarium Historiae Conciliorum, núm. 7, pp. 425-458; SÁNCHEZ HERRERO, José (1976), «Vida y costumbres de los componentes del Cabildo Catedral de Palencia a finales del siglo XV», Historia. Instituciones. Documentos, núm. 3, pp. 485-532; LOUPÈS, Philippe (1985), Chapitres et chanoines de Guyenne aux XVIIe et XVIIIe siècles, París, Éditions de EHESS; CORONAS VIDA, Luis J. (1986), «Los miembros del cabildo de la catedral de Jaén (1700-1737)», Chronica Nova, núm. 18, pp. 101-126; VÁZQUEZ LESMES, Juan R. (1987), Córdoba y su cabildo catedralicio en la modernidad, Córdoba, CajaSur; MORGADO GARCÍA, Arturo (1989), Iglesia y sociedad en el Cádiz del siglo XVIII, Cádiz, Universidad de Cádiz; CASTILLÓN CORTADA, Francisco (1990), «Estructura del cabildo catedralicio de Lleida durante el siglo XVIII», Eglésia i societat a la Catalunya del segle XVIII, Cervera, UNED, pp. 99-117; MORGADO GARCÍA, Arturo (1990),

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Si nos ceñimos a la provincia de León, en la que hay dos cabildos catedralicios, «El clero gaditano en el siglo XVIII», en Coloquio Internacional Carlos III y su Siglo, Madrid, Universidad Complutense, pp. 389-402; REY CASTELAO, Ofelia (1990), «El alto clero gallego en tiempos de Carlos III», en Coloquio Internacional Carlos III y su Siglo, Madrid, Universidad Complutense, pp. 579-600; BURGO LÓPEZ, Concepción (1993), «La estructura económica del Cabildo de Lugo a finales del siglo XVIII», Obradoiro de historia moderna, núm. 2, pp. 65-84; FATJÓ GÓMEZ, Pedro (1993), «Aproximación a una élite institucional de la Catalunya moderna: los capitulares de la seo de Barcelona en el siglo XVII», Pedralbes. Revista de Historia Moderna, núm. 13/2, pp. 149-162; JORDÁ I FERNÁNDEZ, Antoni (1993), Església i poder a la Catalunya del segle XVII. La seu de Tarragona, Barcelona, Publicacions de l’Abadía de Montserrat; CÁNOVAS BOTÍA, Antonio (1994), Auge y decadencia de una institución eclesial: el cabildo catedral de Murcia en el siglo XVIII. Iglesia y sociedad, Murcia, Universidad de Murcia; PÉREZ RODRÍGUEZ, Francisco J. (1994), El dominio del Cabildo Catedral de Santiago de Compostela en la Edad Media (siglos xii-xiv), Santiago de Compostela, Tórculo Edicións; CABEZA RODRÍGUEZ, Antonio (1996), Clérigos y señores. Política y religión en Palencia en el Siglo de Oro, Palencia, Diputación Provincial de Palencia; MARÍN LÓPEZ, Rafael (1998), El cabildo de la catedral de Granada en el siglo xvi, Granada, Universidad de Granada; EGIDO LÓPEZ, Teófanes (2000), «El cabildo de Valladolid. Conflictos jurisdiccionales», en ARANDA PÉREZ, Francisco J. (coord.), Sociedad y élites eclesiásticas en la España moderna, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 21-34; SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Ramón (2000), Iglesia y sociedad en la Castilla Moderna: el cabildo catedralicio de la sede primada (siglo XVII), Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha; IRIGOYEN LÓPEZ, Antonio (2001), Entre el cielo y la tierra, entre la familia y la institución: el cabildo de la catedral de Murcia en el siglo xvii, Murcia, Universidad de Murcia; QUINTANA ANDRÉS, Pedro C. (2003), A Dios rogando y con el mazo dando: fe, poder y jerarquía en la Iglesia canaria (el Cabildo Catedral de Canarias entre 1483-1820), Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria; CHARLES, Olivier (2004), Chanoines de Bretagne: Carrières et cultures d’une élite cléricale au siècle des Lumières, Rennes, Presses Universitaires de Rennes; QUINTANA ANDRÉS, Pedro C. (2004), Ideología y sociedad en Canarias: los prebendados del Cabildo Catedral durante el Antiguo Régimen (1483-1820), La Laguna, Centro de la Cultura Popular Canaria; MARIN, Eugenio (2005), Il Capitolo cattedrale di Concordia nella prima età moderna, Véneto, Teglio; SANZ DE LA HIGUERA, Francisco J. (2005), «Cebada, mulas, caballos, carruajes y habas. La catedral de Burgos en el setecientos», Hispania Sacra, núm. 57-116, pp. 559-588; CONT, Alessandro (2008), Il Capitolo della Cattedrale di Bergamo (1708-1773): un corpo ecclesiastico ai margini della Terraferma venetta, Bérgamo, Litostampa Istituto Gráfico; VÁZQUEZ LESMES, Juan R. (2008), «Participación y poder de la nobleza en la composición de un cabildo catedralicio. Córdoba, siglos XVII y XVIII», en CASTELLANO, Juan L. y LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel L. (eds.), Homenaje a Don Antonio Domínguez Ortiz, Granada, Universidad de Granada, pp. 813-830; LATORRE CIRIA, José Manuel (2009), «Perfiles de un grupo eclesiástico: los canónigos aragoneses del último tercio del siglo XVIII», Hispania Sacra, núm. 124, pp. 547-548; RIBEIRO DA SILVA, Hugo (2010), O Cabido da Sé de Coimbra. Os Homens e as instituiçâo (1620-1670), Lisboa, Impresa de Ciências Sociais; DÍAZ RODRÍGUEZ, Antonio J. (2012), El clero catedralicio en la España moderna: Los miembros del cabildo de la catedral de Córdoba (1475-1808), Murcia, Universidad de Murcia; IGLESIAS ORTEGA, Arturo (2012), La Catedral de Santiago de Compostela y sus capitulares: funcionamiento y sociología de un cabildo en el siglo XVI, A Coruña, Diputación Provincial de A Coruña; RODICIO PEREIRA, Laura (2013), «Ser canónigo en Ourense a finales del siglo XVIII», Diversarum rerum: revista de los Archivos Catedralicio y Diocesano de Ourense, núm. 8, pp. 135-158; RIBEIRO DA SILVA, Hugo (2013), O clero catedralício português e os equilíbrios sociais do poder (1564-1670), Lisboa, Universidade Católica Portuguesa, Centro de Estudos de Historia Religiosa; DÍAZ RODRÍGUEZ, Antonio J. y LÓPEZ-SALAZAR CODES, Ana I. (2014), «El cabildo catedralicio de Évora en la Edad Moderna (1547-1801)», Historia y Genealogía, núm. 4, pp. 31-57; GARCÍA PÉREZ, Francisco J. (2014), «El Cabildo catedralicio de Mallorca (1700-1750). Estudio de una élite de poder durante el siglo XVIII», Tiempos Modernos, núm. 8/29; SEIJAS MONTERO, María y RODICIO PEREIRA, Laura (2016), «Los cabildos catedralicios de Santiago y Ourense en el reinado de Felipe V: estado de la cuestión, fuentes y perspectivas de investigación», Tiempos Modernos, núm. 32, pp. 230-248. Las amplias recopilaciones bibliográficas que presentamos a continuación han sido sobrepasadas por el destacado volumen de trabajos publicados con posterioridad: LÓPEZ LÓPEZ, Roberto J. (2005), «Los cabildos catedralicios gallegos durante la Edad Moderna. Investigaciones de los últimos treinta años», Estudios Mindonienses, núm. 21, pp. 547-584;

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III. Sociología capitular

vacante, o potencial vacante. De hecho, el mismo año que acometió el expediente para ocupar el arcedianato de Benamariel, falleció su titular. Pero, además de los lazos de parentesco, habría otros que emanaban de las relaciones entre familias, ya fueran sociales, profesionales o de otro tipo203. Cuadro núm. 2. Tipología de las vías de acceso al cabildo leonés (1650-1800)

Muestra Acceso conocido Acceso desconocido Vía institucional Muerte Ascenso Vía condicionada Coadjutoría Resigna Permuta

1650-1699 Núm. % 154 124 80,5 30 19,5 81 52,6 76 49,4 5 3,2 43 27,9 31 20,1 5 3,2 7 4,5

1700-1749 Núm. % 120 103 85,8 17 14,2 70 58,3 61 50,8 9 7,5 33 27,5 30 25,0 1 0,8 2 1,7

1750-1800 Núm. % 76 62 81,6 14 18,4 62 81,6 43 56,6 19 25,0

Total Núm. % 350 289 82,6 61 21,1 213 60,9 180 51,4 33 9,4 76 21,7 61 17,4 6 1,7 9 2,6

Cuadro núm. 3. Tipología de las vías de ingreso conocidas al cabildo leonés (1650-1800)

Vía institucional Muerte Ascenso Vía condicionada Coadjutoría Resigna Permuta

1650-1699 Núm. % 81 65,3 76 93,8 5 6,2 43 34,7 31 72,1 5 11,6 7 16,3

1700-1749 Núm. % 70 68,0 61 87,1 9 12,9 33 32,0 30 90,9 1 3,0 2 6,1

1750-1800 Núm. % 62 100,0 43 69,4 19 30,6

Total Núm. % 213 73,7 180 84,5 33 15,5 76 26,3 61 80,3 6 7,9 9 11,8

203 D. Francisco Biergol Badillo atravesó el proceso de la demostración de la limpieza de sangre para maestrescuela en 1715, si bien el año anterior aparece su nombramiento real como arcediano de Saldaña, tras ser promovido por el rey su ocupante, D. Antonio de Horcasitas, al obispado de Calahorra. No obstante, la Gaceta de Madrid sitúa esos nombramientos en noviembre de 1714. En 1724 se inició el proceso para que ingresara como coadjutor a ese arcedianato D. Enrique de Ulloa, hijo del señor de la villa de Doncos y su jurisdicción, D. Pedro Ulloa Miranda y Rivadeneira, por cuanto «D. Juan Francisco Biergol Boadillo, caballero de la Orden de Santiago, arcediano de Saldaña y canónigo de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad, ha dado y otorgado poder cumplido y en forma pidiendo y suplicando a Su Santidad, por causas que a ello le mueven sea diputado por coadjutor perpetuo e irrevocable con futura sucesión de dicha dignidad y canonicato, el señor D. Enrique Ulloa, clérigo de menores órdenes». No sabemos si existía alguna relación de parentesco entre esa dignidad y su coadjutor, pero sí parece que la había entre el padre del candidato y D. José Ribadeneira Saavedra, regidor perpetuo de León, que fue quien representó en esta ciudad a los señores de Ulloa. En 1725 se procedió a la limpieza de sangre de D. Enrique y dos años después falleció D. Juan Francisco. AHDL, Protocolos Notariales.

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Conocemos la forma de provisión que respaldó al 79,9 % los que ingresaron en el cabildo leonés para ocupar un canonicato, coadjutoría o dignidad, y en los que ignoramos ese dato es porque tan solo anotaron que entraban por vacante, defunción o similares. En conjunto, no llegó al tercio los que accedieron por prebenda episcopal, resultado que concuerda con la proporcionalidad en el reparto de meses, apostólicos y ordinarios (cuadro núm. 4). Ahora bien, si tenemos en cuenta que el ritmo lo marcaron los que mayor peso tuvieron en las entradas, los canónigos, y realizamos un nuevo cálculo centrándonos en ese grupo mayoritario, para conocer más de cerca la intervención de los prelados, los resultados varían: un 42,8 % accedieron mediante bula apostólica; el 42,2 %, por nombramiento episcopal, y un 15,1 %, por designación del monarca, después del concordato de 1753204 (cuadro núm. 5). Resulta, pues, que el uso que hicieron los obispos de su facultad fue muy elevado, más allá de lo que podría esperarse de la estructuración de los nombramientos. Fueron mentores del 44,9 % de los capitulares en la segunda mitad del siglo XVII, del 46,5 % entre 1700 y 1749 y del 33,3 % en la segunda parte del siglo XVIII, que sería la única cifra acorde con sus facultades. De forma genérica, la intervención de los prelados, que les serviría para tener un mejor control de una institución con las que pocas veces mantenían la concordia205, fue más elevada en el siglo XVII que en la primera mitad de la centuria dieciochesca (cuadro núm. 4), pese a que es verdad que en esta son mayores las cifras de los que desconocemos quién facilitó su acceso. Por otro lado, hemos de tener presente que, aunque el nombramiento para ocupar la vacante lo hiciera el obispo, el peso del cabildo en la decisión final era determinante, sobre todo, a la hora de no entorpecer el inicio de las pruebas de limpieza y en la votación de las mismas206. Si analizamos los ingresos en función de quién tomó la decisión de la persona que iba a cubrir una vacante, comprobamos que la capacidad de la Santa Sede para controlar los ingresos en el cabildo queda ensombrecida. Hemos calculado su inter204 Concordato que supuso la victoria de la monarquía católica sobre Roma. CALLAHAN, William (1989), Iglesia, poder y sociedad en España…, p. 13. También trajo aparejado un cambio de localización de los aspirantes a canónigo, que trasladaron el «pulular por Roma a hacerlo por Madrid». DÍAZ RODRÍGUEZ, Antonio J. (2012), El clero catedralicio en la España moderna…, p. 81. 205 Los prelados leoneses, si los comparamos con los de Córdoba, usaron de sus facultades de forma desmedida. En la ciudad andaluza, prescindiendo de los oficios, la intervención del prelado se produjo en el 15,6 % de los ingresos, en el siglo XVII, y en el 25,7 % en el siglo XVIII. VÁZQUEZ LESMES, Juan R. (2008), «Participación y poder de la nobleza…», p. 818; (1987), Córdoba y su cabildo catedralicio…, pp. 60-61. 206 El ejemplo que presentamos no fue de los que más se dilataron. En agosto de 1705 se reunió el cabildo para presentar a la vacante dejada por D. Blas Quintana Dueñas al Ldo. D. José Salcedo, provisor del obispado, «con las provisiones de este obispado». Una vez leído el memorial genealógico, lo sometieron a la diputación «para sacar informantes», cosa que hicieron al día siguiente, marcando un plazo de treinta días para que estuvieran finalizadas. Bien es verdad que el informante se puso enfermo durante la elaboración de las mismas, pero hasta octubre, mes en el que él rogó que lo sustituyeran, no hicieron nada para que avanzaran. Finalizaron, felizmente para el candidato, en diciembre. AHCL, Leg. 10 021.

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III. Sociología capitular

vención entre 1650 y 1745, sobre la base de las coadjutorías, de los nombramientos del obispo y los que accedieron por bula papal. Pues bien, según los resultados obtenidos, la Santa Sede solamente designó libremente a un 36,3 % de los prebendados del cabildo leonés entre ambas fechas; en el 33,5 % la propuesta salió del seno de la institución207, e incluso del obispo, aunque en último término fuera el papa quien refrendara las coadjutorías, y para un 30,2 % se encargó de proveer la vacante el prelado (cuadro núm. 6). Cuadro núm. 4. Formas de acceso al cabildo leonés en función de la institución que designa (1650-1800)

1650-1700 1700-1749 1750-1800 TOTAL

Núm. de casos

Desconocida

143 106 64 313

18 31 14 63

Conocida Núm. % 125 87,4 75 70,8 50 78,1 250 79,9

A. Núm. % 85 68,0 54 72,0 7 14,0 146 58,4

Prebenda Núm. % 40 32,0 21 28,0 16 32,0 77 30,8

S. M. Núm. %

27 27

54 10,8

Cuadro núm. 5. Forma de acceso de los canónigos que entraron por la vía institucional (1650-1800) Casos 1650-1700 1700-1749 1750-1800 TOTAL

78 43 45 166

Autoridad apostólica Núm. % 43 55,1 23 53,5 5 11,1 71 42,8

Prebenda episcopal Núm. % 35 44,9 20 46,5 15 33,3 70 42,2

S. M. Núm.

%

25 25

55,6 15,1

Cuadro núm. 6. Forma de acceso al cabildo: coadjutorías, prebendas y bula papal (1650-1850)

Coadjutores Autoridad apostólica Prebenda

1650-1699 Núm. % 31 28,4 43 39,4 35 32,1 109 100

1700-1745 Núm. % 30 41,1 23 31,5 20 27,4 73 100

TOTAL Núm. 61 66 55 182

% 33,5 36,3 30,2 100

207 En 1705, el cabildo estableció que, en adelante, «siempre que ofrezcan pedir coadjutorías las personas a cuyo favor se adjudican, comparezca personalmente y visite a todos los señores prebendados para que, enterados de las prendas y costumbres y así mismo de los achaques y motivos del señor que resigna, le den las cartas a discreción del cabildo». AHCL, Leg. 10 021.

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Figura núm. 1: La familia del obispo Aparicio en el cabildo leonés 72


María José Pérez Álvarez · El cabildo catedralicio de la ciudad de León (1650-1800): sociología capitular y asistencia institucional

oportunidades: siete años. Integró en el cabildo a dos sobrinos carnales, uno de ellos nacido de una relación que mantuvo un hermano del prelado, tras quedar viudo, con una mujer soltera, que posteriormente entró como religiosa en la Orden de San Francisco, y a otro pariente, D. Juan Morales Daza. Los tres eran menores de 25 años (figura núm. 3). También se beneficiaron de su prelatura su secretario, D. Fernando Aller y Quiñones, en 1699, y D. Francisco Ayucar Zurbano, en 1703, ambos en la cincuentena, y el ya mencionado D. Pedro Teresa Riopa.

Figura núm. 3. Familia del obispo Gregorio Rojas Velázquez en el cabildo leonés

Generoso fue también D. Manuel Pérez Araciel de Rada, que ocupó la sede leonesa desde 1704 hasta 1714, año en el que fue promovido al arzobispado de Zaragoza. Utilizó su legitimidad de nombramiento en los meses ordinarios para introducir a siete canónigos. En 1705 propuso, en este caso como coadjutor, a D. Isidro Fuente Collantes, mayordomo del obispo que lo precedió; en 1706, a D. Juan Camargo de Angulo (nombrado obispo de Pamplona en 1717), que había estudiado con un hermano de D. Manuel en el colegio de San Bartolomé de Salamanca; al año siguiente, a D. Manuel Preciado Espada, que se había criado con una tía que había asistido en Ávila al Sr. Pérez Araciel y, según decía, «él lo había hecho desde niño»; en 1707, su privilegio de designación recayó otro colaborador, D. Juan de Vega; en 1708, en el que era su provisor, D. Diego Torres Martínez y, finalmente, en 1713 nombró a D. Francisco Torres Gamboa, «que se hallaba de familiar del Obispo», y a D. Tomas Ríos Frías, que estaba estudiando y, a la vez, servía al prelado. Fray José Lupia y Roger211, hijo de los marqueses de Lupia, obispo de León entre 1735 y 1752, no fue de los que utilizaron con asiduidad su prerrogativa de nombramientos. Proveyó a tres catalanes con un canonicato: al año de ocupar la sede legionense, a D. Fernando Diern; en 1738, a D. Miguel Rius, mayordomo del 211 Sobre sus orígenes, consultar RISCO, Manuel (1787), La España Sagrada…, pp. 181-182.

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prelado en ese momento, quien diez años después trajo a un sobrino, D. Francisco Rius; y en 1741 apoyó a D. Carlos Espinó212. Pero también este prelado «hizo gracia, merced, titulo, colación, provisión y canónica institución del canonicato que vacó por fin y muerte de D. Jacinto de Caño» en el sevillano D. Fernando Manuel Feijó González. Según los datos que hemos podido reunir de los naturales de Cataluña, D. Fernando se trasladó a Gerona, en 1746, para ocupar un deanato; D. Miguel marchó a Barcelona en 1738, pero ignoramos cuánto tiempo permaneció allí, aunque sí sabemos que hizo testamento en León en 1744 y un posterior codicilo en 1751, y volvió a tierras catalanas en 1755, con permiso de recreación, «a tomar sus aires y sus aguas»213. En esta ocasión ya no regresó. Falleció al año siguiente y fue enterrado en Sant Cugat del Vallés. D. Carlos, que fue archivero, también testó en León en 1748 y volvió a hacerlo en 1751, pero al año siguiente estaba en Barcelona, de donde parece que no tardó en regresar. Solo D. Francisco, que murió en León en 1800, a la edad de 52 años, tuvo una vida más sedentaria, lo que no impidió que realizara algún viaje a Barcelona, como fue el de diciembre de 1755214. Otro prelado que hizo uso frecuente de su privilegio para colocar a los suyos en el cabildo fue D. Cayetano Antonio Cuadrillero Mota, que ocupó la sede legionense entre 1770 y 1800 (figura núm. 4). Una década después de recibir esta prelatura recayó la de Mondoñedo en uno de sus hermanos, D. Francisco Cuadrillero Mota215. La familia Cuadrillero ya había posicionado a un canónigo en el cabildo leonés, D. Andrés Cuadrillero Rodríguez, que había entrado en 1738 como coadjutor de D. José Rojas, sobrino de D. José Gregorio Rojas. En 1756 ingresó como tesorero el propio D. Cayetano, nombrado en 1763 obispo de Ciudad Rodrigo y en 1770 de León. Los primeros en recibir un canonicato de su mano, en 1783, fueron D. Rafael Daniel y D. Dionisio Miguel Pizarro Viguera Sánchez. El primero era secretario de cámara de Cuadrillero y el otro había desempeñado el mismo cometido cuando el prelado había ocupado la diócesis de Ciudad Rodrigo216. En 1789 ingresaron su pariente D. Francisco Cuadrillero Olivares, ecónomo general de las rentas eclesiásticas, y 212 Tanto D. Miguel como D. Carlos, en sus primeros testamentos, dieron muestra de gratitud al obispo. El primero lo nombró heredero, en caso de que lo sobreviviera («por los singulares favores y beneficios que he recibido de Su Ilustrísima, de que estoy sumamente agradecido»); D. Carlos le correspondió dejando una manda por la que lo autorizaba a escoger todos los libros que estimara oportunos de su biblioteca, por cuanto «se dignó presentarme al canonicato que tengo en dicha iglesia y las demás rentas eclesiásticas que gozo en este obispado (…)». AHDL, L. 129. 213 AHCL, Doc. 10 039. 214 AHCL, Doc. 10 039. 215 En 1756 se había presentado a la oposición de lectoral en León, pero no obtuvo la plaza. AHCL, Actas capitulares. 216 «Lo conocieron en la ocupación de sus estudios hasta que pasó a Ciudad Rodrigo por familiar del Ilmo. Sr. D. Cayetano Cuadrillero Mota, entonces de aquella diócesis y actualmente lo es de la de León, con quien sabe el testigo ha vivido y aún continúa desempeñando los cargos a satisfacción del prelado, como

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D. Lorenzo Moratinos Garzón, fiscal eclesiástico en León. D. Manuel Valcárcel Martín, natural de Ciudad Rodrigo, ya estaba viviendo en León, suponemos que a la sombra de D. Cayetano, cuando lo benefició con una prebenda, en 1792, tras ascender D. Rafael Daniel al arcedianato de Valderas. En 1793 eligió a D. Luis Díaz de Otazú Mota, del que, aparte del apellido que tenía en común con su mentor y la proximidad de sus localidades de origen, no sabemos de otra ligazón entre ellos. D. Dionisio Pérez Lozano entró en 1794, para ocupar la vacante del fallecido D. Francisco Cuadrillero. Finalmente, en 1796, se sometió al expediente de limpieza D. Gabriel Alonso Pascual para gozar del canonicato que dejaba disponible D. Dionisio Pizarro, tras ser nombrado arcediano de Saldaña. Por su parte, D. José Delgado Cuadrillero, contra lo que cabría esperar, se incorporó en el cabildo leonés por «autoridad de Su Majestad». Unos años después se colocó al frente del arcedianato de Valderas y en 1791 fue nombrado chantre. La familia Cuadrillero fue prolija en proveer de miembros al estamento eclesiástico, pues, aparte de los que hemos mencionado, D. Cayetano tenía un hermano canónigo en Ciudad Rodrigo y tres hermanas religiosas.

Figura núm. 4. Familia del obispo Cuadrillero en el cabildo leonés

En el extremo opuesto a la actuación de Aparicio o Cuadrillero se incluían aquellos que recurrieron en contadas ocasiones al derecho a nombramiento, posiblemente, porque tampoco tuvieron oportunidad. Entre ellos figuraron D. José Ulzurrun (1714-1718) o D. Alfonso Fernández Pantoja (1753-1761), quien, a su vez, tenía un hermano ocupando una canonjía en Astorga217. El primero, hermano del así mismo oyó decir y es público y notorio que fue secretario de cámara de dicho Sr. Obispo en Ciudad Rodrigo». AHN, Estado-Carlos III, Exp. 41 678-86. 217 A este hermano lo eligió como heredero y le trasladó sus intenciones sobre cómo debía elaborarse su testamento, en lo espiritual y en lo terrenal. Para ello, le expidió el correspondiente poder en 1757. AHDL, L. 129.

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Figura núm. 7a. Genealogía en el cabildo leonés de la familia Lorenzana 98


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Mapa núm. 1 Procedencia geográfica de los canónigos del cabildo leonés (1650-1800) del siglo XVIII en Albarracín, donde procedían de la diócesis o de Tarazona el 50 %. Lo mismo sucedía en Lérida, en la primera mitad del mismo siglo, y en Tarragona y Barcelona, de cuya diócesis eran el 59 % de los capitulares en el siglo XVII. Lo mismo ocurría en Canarias en el siglo XVII. Por su parte, en Valladolid, eran de la ciudad el 53,7 %, y de localidades pertenecientes a la diócesis, un 9,8 %. Ahora bien, a la hora de poner en relación esas cifras con las leonesas, hemos de considerar el volumen demográfico de alguna de aquellas ciudades, muy superior al de la de León, y sus estructuras socioeconómicas. VÁZQUEZ LESMES, Juan R. (1987), Córdoba y su cabildo catedralicio…, pp. 89-90; CORONAS VIDA, Luis J. (1986), «Los miembros del cabildo de la catedral de Jaén…», pp. 108-109; MORGADO GARCÍA, Arturo (1989), Iglesia y sociedad…, p. 97; LATORRE CIRIA, José M. (2009), «Perfiles de un grupo eclesiástico…», p. 552; FERNÁNDEZ DÍAZ, Roberto (1990), «La clerecía catalana en el Setecientos», en Esglesia i societat a la Catalunya del segle XVIII, Vol. I, Cervera, UNED, pp. 23-118; CHAUBEL I CABRERA, M. Angels (1999), «L’extracció social i geogràfica de la clerecia lleidatana del Set-cents», Historia Moderna, Historia en construcción. Sociedad, Política e Instituciones, Lleida, Editorial Milenio, Vol. II, pp. 55-70 y p. 66; FATJÓ GÓMEZ, Pedro (1993), «Aproximación a una élite institucional…», p. 150; QUINTANA ANDRÉS, Pedro C. (2004), Finis gloriae mundi. Ideología y sociedad en Canarias…; BARRIO GOZALO, Maximiliano (2016), Religión y sociedad en Valladolid…, p. 121. Para otros territorios, consultar REY CASTELAO, Ofelia (1990), «El alto clero alto gallego en tiempos de Carlos III…», p. 586; CÁNOVAS BOTÍA, Antonio (1994), Auge y decadencia de una institución eclesial…, p. 268; IRIGOYEN LÓPEZ, Antonio (2001), Entre el cielo y la tierra…, p. 228; LÓPEZ LÓPEZ, Roberto J. (2005), «Los cabildos catedralicios gallegos…», p. 150; BARREIRO MALLÓN, Baudilio (2008), «La proyección social de la universidad…», p. 189; IGLESIAS ORTEGA, Arturo (2011), «Sociología capitular: el ejemplo del cabildo…», p. 394; (2012), «Un cabildo castellanizado: la procedencia geográfica de los capitulares compostelanos al comienzo del período moderno», Investigaciones Históricas, núm. 32, pp. 13-42, pp.17-18 y p. 20; SEIJAS MONTERO, María y RODICIO PEREIRA, Laura (2016), «Los cabildos catedralicios de Santiago y Orense…», p. 410.

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ocupar una dignidad y los canónigos y coadjutores que ascendieron a un puesto en ese escalafón.

Gráfico núm. 1. Naturaleza de las dignidades (1650-1800)

Gráfico núm. 2. Naturaleza de las dignidades de castilla y león (1650-1800)

Respecto a la edad aquellos que entraron a formar parte de la corporación de dignidades (cuadro núm. 20), hay que apuntar que la media se situaba en los

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31,9 años (31,7 en la segunda mitad del siglo XVII y 32,2 en la centuria siguiente)385. Aun así, el abanico era muy amplio, desde los que apenas sobrepasaban los 20 años (D. Gregorio Ramos Risoba, arcediano de Cea, o el maestrescuela D. Francisco Bernaldo de Quirós, que ingresaron en 1667 y 1686, correspondientemente) hasta los que rozaban o superaban la cuarentena (los arcedianos D. Antonio Fernández del Campo Angulo y Velasco o D. Juan Camargo; el primero asumió el arcedianato de Valderas en 1658, y el otro, el de Triacastela en 1706). Eliminando todas esas excepciones, el resultado final desciende en casi dos años y medio. Se aprecia una diferencia entre los que accedieron por vía apostólica y los que fueron promovidos por vía episcopal. Los primeros habían cumplido una media de 28 años, y los otros, de 32,2 años. Ese retraso estaba influido, sin duda, por todos aquellos a los que la dignidad les llegaba como reconocimiento a los servicios prestados a la prelatura. No obstante, hemos podido conocer algún caso excepcional aun después del concordato, aunque no ha sido posible medir sus efectos porque solo accedieron directamente a ese cuerpo cuatro personas después del mismo. Ejemplo de lo señalado fue el nombramiento, en 1769, de D. Joaquín López Herrero386, arcediano de Cea. Apenas tenía 20 años, era sobrino del obispo D. Pascual Herreros y estaba estudiando en Valladolid, donde permaneció. Cuadro núm. 20. Edad a la que ingresaron los capitulares que ocuparon dignidades Ingreso como Coadjutores Canónigos Dignidades

Media 28,4 29,7 31,9

Media corregida 24,3 27,1 28,7

Entre las dignidades que ingresaron a una edad más elevada, un tanto por ciento importante ya había acumulado experiencia en el desempeño de cargos eclesiásticos. D. Diego Pereda Vallejo había sido racionero en la Santa Iglesia Catedral de Toledo y pasó en 1662, con 40 años, a ocupar el arcedianato de Triacastela; los mismos años tenía D. Lope Trelles cuando se convirtió en el chantre de la leone385 En Canarias, la edad media, que era de 26 años en el siglo XVII, se retrasó considerablemente en el siglo XVIII a 54,5 años, pero aún lo haría más en la centuria siguiente, a 66 años, evolución que derivó del deseo del monarca de lograr un cuerpo con mejor preparación. QUINTANA ANDRÉS, Pedro C. (2004), Finis gloriae mundi. Ideología y sociedad en Canarias…, p. 41. 386 «El sochantre, D. Bernardino de Posadas, estaba esperando el permiso del cabildo para subir y, habiéndolo obtenido, presentó el título de Arcediano de Cea, despachado por el señor Ilustrísimo a favor de D. Joaquín López Herreros, la bula de dispensación apostólica de la edad de dicho caballero, que parece tener solo 19 años y meses, el memorial de genealogía y poder para el señor informante (…), y habiendo sido por mí el infrascrito leídos mandó el cabildo que, según estilo, fuesen a diputación de estatuto y que, en atención a que el pretendiente es sobrino de nuestro prelado, en obsequio de su ilustrísima se tenga la diputación en la tarde de este día». La diputación, tras analizar y dar el visto bueno a la documentación, ordenó que se procediera con el expediente de limpieza. AHCL, Leg. 10 044.

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sa en 1669, tras desempeñar el de arcediano de Medellín, en Plasencia. En 1757, D. Fernando Antonio Navia y Navia abandonó la Cátedra de Digesto en Valladolid para ponerse al frente del deanato leonés. Ya había cumplido 44 años. En cuanto a los canónigos que llegaron a formar parte de ese cuerpo selecto, la edad media global se situaba en los 29,7 años, dos menos que los que ingresaron de modo directo. Pero, como ya apuntamos anteriormente, si prescindimos de los que superaban la cuarentena387, el resultado es de 27,1 años. A diferencia de las dignidades, los destinados a ocupar una canonjía que accedieron por vía episcopal eran más jóvenes que los que se sirvieron de la apostólica. Esa diferencia la podríamos relacionar, como ya hemos señalado en otra ocasión, con las plazas disponibles en cada cuerpo y la amplitud de los turnos de nombramiento. El de canónigos era mucho más nutrido que el otro, por lo que empleaban las oportunidades que les brindaba este para ir colocando a sus deudos a la espera de una ocasión para prosperar388. D. Juan Rojas estaba ejerciendo como vicario y provisor de obispo Rojas en 1698. Con 27 años pasó a formar parte del cabildo y, cuatro años después, todavía estando al frente del episcopado su tío, afrontó el arcedianato de Valderas. Unos años mayor que D. Juan Rojas era D. Rafael Daniel, secretario de cámara del obispo Cuadrillero y también pariente. Tenía 34 años cuando ingresó como canónigo, en 1783, y en 1792 lo consiguió colocar en el mismo arcedianato que el anterior. Ningún puesto de relevancia, que conozcamos, ocupaba D. José Saturnino Fernández Pantoja cuando, a los 22 años, fue agraciado por su tío, D. Alfonso Fernández Pantoja, con un canonicato; once años después, en 1791, otro prelado lo ascendió al arcedianato de Triacastela. Finalmente, son muy pocos los casos de los que disponemos de coadjutores de dignidades para poder ofrecer una edad media concluyente, a lo que debemos añadir la dispersión de cifras. No obstante, cabe señalar que aquella pudo moverse entre los 24,3 años y los 28,4 años, prescindiendo del Sr. Flórez de Porras, de 36 años, y del Sr. Gutiérrez Prieto, que también superaba la treintena. El grado de las órdenes religiosas que habían alcanzado las dignidades cuando accedían a ellas, o de los canónigos que ascendieron, no es un dato que se recoja con exhaustividad. No aparece en algo más del 25 % de los expedientes; un porcentaje ligeramente más bajo fue el de los que solo anotaron el genérico clérigo. Por lo tanto, lo reducido de la muestra solo nos permite realizar algunos apuntes. Entre los que 387 Por ejemplo, en el siglo XVII, D. Diego Fernández de Humada o D. Fernando Colmenares; y en el siglo XVIII, D. Dionisio Miguel Pizarro Viguera, D. Félix Fernando Getino Acebedo o D. Miguel Rius Tord. 388 Como ha señalado Morgado, en las corporaciones eclesiásticas existía una «(…) intrincada maraña de intereses, relaciones, lazos, clientelas y parentescos que se entrecruzaban en el organigrama interno de la Iglesia durante el Antiguo Régimen, comenzando por la propia curia romana». MORGADO GARCÍA, Arturo (2010), «Iglesia y familia…», p. 2.

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sentaron plaza directamente en el escalafón más elevado, tres de cada cuatro ya poseían las mayores y, en los que llegaron por ascenso, la proporción no fue mucho más baja (si bien tal información la conocemos a fecha de ingreso en el cabildo). Esas cifras estuvieron mediatizadas por los comportamientos del siglo XVIII, en el que poseían una formación religiosa más amplia que en la centuria anterior. Por otro lado, el que algunas de las personas tuvieran vía libre a dignidades cuando solo poseían las órdenes menores estaba relacionado con el puesto que hasta entonces desempeñaban, caso, por ejemplo, del ya citado arcediano de Cea D. Joaquín López Herrero, que, antes de tomar posesión del mismo en 1769, era profesor de Leyes o, en la centuria anterior, de D. Francisco Hoyo Maeda, que ejercía como beneficiado en la iglesia parroquial de Santoña. Esa misma parquedad de información la sufrimos en lo referente al grado alcanzado en sus estudios, si bien es de suponer que todos los arcedianos389 eran, al menos, licenciados. Solamente se registró ese dato para un 26 % de los que alcanzaron una dignidad o entraron directamente. Predominaban, en general, los licenciados sobre los doctores. Algo más espléndidos fueron a la hora de informar sobre el centro donde habían recibido toda, o una buena parte, de su formación. Se consignó para el 40 % de este grupo, sobre todo, en el siglo XVIII. Los más frecuentados, al menos, como etapa final, fueron el de Santa Cruz de Valladolid y los salmantinos, seguidos por el de San Ildefonso de Alcalá y, finalmente, el italiano de San Clemente de Bolonia. Por el último, que tengamos constancia, pasaron, en el siglo XVII, el arcediano de Valderas D. Francisco Ruiz Cotorro Velasco, que antes lo había hecho por el burgalés de San Nicolás, y el arcediano de Benamariel D. José García García, de quien solo anotaron que finalizó sus estudios en aquella ciudad; y en el siglo XVIII, D. Francisco Fernández Campomanes, que opositó a doctoral y maestrescuela. En la Sapienza de Roma, alcanzaron el doctorado los deanes D. Antonio Castañón Villafañe y D. Pedro Quijada, así como el maestrescuela D. Francisco Bernaldo de Quirós390. También alguna dignidad de ascenso había estudiado en Roma, si bien no sabemos qué grado alcanzó, como fue ejemplo de ello D. José Javier Gutiérrez Villafañe. En más de un centro de estudio se formaron componentes del cabildo como D. Francisco Díaz Candía, quien, tras abandonar el colegio de Santa Cruz, partió a la capital italiana, aunque la documentación no especifica si fue para continuar la formación o para buscar influencias. D. José Aparicio Navarro, futuro obispo 389 «Sean también los Arcedianos, que se llaman ojos de los Obispos, maestros en teología, o doctores, o licenciados en derecho canónico». Concilio de Trento, Sesión 24, Capítulo 12. 390 Cuando su madre falleció, se hizo cargo del niño un tío, el marqués de Camposagrado, y «cuando tuvo edad», se trasladó a Roma con otro tío, D. Francisco Bernardo de Quirós, que había sido colegial de San Ildefonso y poseía «el hábito de Santiago, era agente de S. M. en Roma y en el consejo de Indias, de donde granjeó el pretendiente la dignidad de maestrescuela en la Santa Iglesia de León». AHCL, Exp. 549.

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