Las Brigadas Internacionales: nuevas perspectivas en la historia de la Guerra Civil y del exilio (II

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La vuelta a casa de los voluntarios suecos

algunos órganos de la prensa conservadora, aclamados a su regreso como héroes de guerra. Por otra parte, hemos podido constatar también que el efecto de las ceremonias de bienvenida, etc., no fue especialmente duradero, y que el período inmediatamente siguiente a su regreso fue especialmente duro para la mayoría de ellos, desde el punto de vista de la salud y las condiciones básicas de vida, trabajo, etc. En su vida diaria tuvieron que enfrentarse a dificultades motivadas por su decisión de luchar en España, concretamente a la falta de desconfianza por parte de los empleadores y de las autoridades del país. Esta desconfianza y recelo fueron especialmente acusados por parte de la policía, que los sometió a estrecha vigilancia. En tercer lugar, hemos visto que un considerable número de antiguos brigadistas prosiguió su lucha antifascista en el seno de los partidos y organizaciones políticas, especialmente los de signo comunista y anarquista. Varias decenas de voluntarios siguieron empuñando las armas contra el fascismo —y, en el caso de Finlandia, contra el totalitarismo estalinista— en los ejércitos de otras naciones durante la guerra mundial, y algunos murieron en el empeño. Por último, en los años posteriores a la II Guerra Mundial les hemos visto mantener viva la memoria de sus camaradas muertos en la Guerra Civil Española y prestar su colaboración en la labor de propaganda y en las acciones de boicot comercial y turístico al régimen de Franco en favor de la causa de la democracia en España, así como, en general, en otras acciones de solidaridad obrera internacional. De todo ello se desprenden, a nuestro entender, dos conclusiones interesantes: la primera es que la actitud oficial tomada por Suecia en el conflicto español, que le llevó a alinearse decididamente con la política inglesa de la No Intervención, y en ese marco a criminalizar el alistamiento de sus ciudadanos en las Brigadas Internacionales, coexistió con un claro compromiso moral, por parte de amplios estratos de la población sueca, y no solo de la clase trabajadora, a favor de la democracia en España; y que la política oficial estuvo siempre presidida por un pragmatismo práctico, que se manifestó en la ayuda oficial al retorno de los brigadistas y en la no aplicación de las disposiciones punitivas contra los voluntarios suecos. Otra conclusión que, a nuestro modo de ver, se desprende de la anterior y del análisis del retorno de los suecos, es que la desconfianza de la Suecia oficial respecto a los exbrigadistas no estuvo relacionada con el hecho de su toma de las armas por la democracia en contra del fascismo,

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