Prólogo Desde la publicación del documento La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir, en 2010, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha subrayado que la desigualdad representa un obstáculo fundamental para el desarrollo de América Latina y el Caribe. Ha señalado también que el trabajo es la “llave maestra” para la reducción de esa desigualdad y, por lo tanto, una de las variables clave para el análisis del desarrollo económico y social. En el documento mencionado se muestra que la profunda desigualdad que caracteriza a la región está estrechamente vinculada con las diferentes brechas que se observan en los mercados laborales y que afectan principalmente a determinados grupos de población. Para reducir la desigualdad y la pobreza no solo importa la cantidad del empleo generado, es necesario crear empleos de calidad. En el documento Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada del desarrollo, publicado por la CEPAL en 2012, se relacionan las brechas y desigualdades del mercado laboral con la heterogeneidad estructural del aparato productivo de la región. Se constatan mejoras laborales y distributivas en el período de crecimiento económico relativamente elevado que se inició en la segunda mitad de la década de 2000. Sin embargo, se argumenta que estas mejoras no fueron suficientes para evitar un deterioro de la distribución funcional y que se ha producido una reducción de la participación de los salarios en el valor agregado. En Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible, publicación de la CEPAL de 2014, se profundiza el análisis estructural de la evolución de los mercados laborales, se analizan desigualdades específicas, como las de género y étnica, que persisten en la región, y se subraya el potencial del salario mínimo como instrumento para combatir la desigualdad en los ingresos. Asimismo, se propone un “pacto para la igualdad en el mundo de trabajo” que establezca las bases de una institucionalidad laboral que cumpla con el doble objetivo de favorecer un funcionamiento eficiente del mercado laboral y proteger a los actores menos fuertes, y contribuya, entre otras cosas, a aumentar la productividad y su apropiación equitativa. Finalmente, en el documento de la CEPAL publicado en 2016, Horizontes 2030: la igualdad en el centro del desarrollo sostenible, se destaca la dificultad persistente de los países para cerrar las brechas estructurales que afectan a los mercados laborales —entre ellas, la de productividad— y se sostiene que la revolución tecnológica en curso generará nuevos desafíos para estos mercados, como la necesidad de nuevas cualificaciones.