Panorama Social de América Latina 2013

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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)

Otra aproximación distinta es la que introduce los aspectos subjetivos en la evaluación del bienestar2. Un aspecto central se refiere a la relación entre desarrollo económico (o material) de la sociedad y bienestar subjetivo, entendido este último como el grado en que las personas evalúan positivamente su bienestar o calidad de vida. La idea central es que a partir de un determinado nivel de desarrollo económico y material de las sociedades, se observa un menor rendimiento del crecimiento económico en relación con la experiencia del bienestar. En la literatura económica esto se conoce como la “paradoja de Easterlin” y se refiere al hecho de que, si bien las personas con mayores ingresos son más felices que aquellas con ingresos más bajos, a partir de un determinado momento, el nivel de felicidad permanece constante aunque se registren aumentos sustanciales del ingreso (Easterlin, 1974). Pese a su importante aporte a la comprensión del fenómeno del bienestar, los indicadores mencionados han sido objeto de numerosas críticas. Por una parte, los pesos que se asignan a cada una de las dimensiones involucradas son materia de intenso debate (Conceição y Bandura, 2008). Asimismo, la posible colinealidad de los indicadores y, por tanto, la robustez de las variables elegidas, también ha sido un punto de atención metodológica. Por último, las medidas que se construyen desde la óptica puramente subjetiva del bienestar muestran debilidades metodológicas importantes para dar cuenta de su carácter multidimensional. Pese a estas críticas y a los diversos problemas metodológicos y conceptuales por resolver, nuevos debates han trascendido las discusiones puramente académicas para ser considerados por diversos gobiernos. Un hito crucial fue la creación de la Comisión Stiglitz, Sen y Fitoussi, establecida en 2008 por el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, con el apoyo de la Comisión Europea, para discutir los alcances del progreso y el bienestar en el siglo XXI. En las conclusiones de esta comisión primó la comprensión del bienestar como fenómeno multidimensional. Si bien se nutren de esfuerzos previos en la selección y construcción de indicadores, incluidos los debates sobre felicidad, estas conclusiones van más allá en el intento por establecer un conjunto de indicadores comparables entre países, o al menos sentar la discusión para identificarlos. Stiglitz, Sen y Fitoussi (2008) elaboran una serie de recomendaciones para fortalecer los indicadores que actualmente miden el progreso y el bienestar a partir del examen de los límites del PIB. En la dimensión económica, proponen considerar las medidas netas por sobre las brutas; analizar la calidad y cantidad de los servicios, sus cambios y flujos; mejorar la medición de los servicios provistos por los gobiernos, y prestar más atención al consumo de los hogares que al consumo total de la economía. Se trata de analizar el ingreso, la riqueza y el consumo en su conjunto y no por separado, además de valorizar los servicios y el consumo generado dentro del hogar y su desigualdad. En segundo término, proponen analizar la calidad de vida tanto a partir de indicadores subjetivos de bienestar como de indicadores que dan cuenta de las oportunidades y condiciones en que viven las personas en materia de salud, educación, seguridad, voz política, condiciones medioambientales y otras. En tercer lugar, enfatizan la necesidad de considerar la dimensión de desarrollo sostenible, un aspecto sobre el que existe menos consenso, y de analizar por separado las dimensiones económicas y medioambientales, con especial atención en las variaciones de las reservas de los principales activos fundamentales para la vida humana.

2. Iniciativas en curso A partir del trabajo de esta comisión, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) estableció en 2010 una alianza de múltiples organismos internacionales para medir el progreso en las sociedades3. Hasta el momento, esta alianza se ha centrado en definir los indicadores que deberían analizarse individualmente de forma periódica y en el futuro se espera generar un índice compuesto de bienestar. Estos indicadores se construirán a partir de tres dimensiones: recursos económicos, calidad de vida y sostenibilidad. Al mismo tiempo, se ha propuesto analizar 2

Capítulo III

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En el marco del enfoque que introduce la dimensión subjetiva del bienestar se han elaborado diversos índices para medir la felicidad. Entre ellos se encuentra el índice nacional bruto de felicidad de Bután, que señala que el verdadero desarrollo humano se fundamenta en la conexión entre las dimensiones materiales de bienestar y las espirituales, y se sostiene sobre cuatro pilares: desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo, conservación del medio ambiente, promoción de la cultura y gobernanza (véase [en línea] http://grossnationalhappiness.com/ gnhIndex/intruductionGNH.aspx). Otra iniciativa reciente es un informe mundial sobre la felicidad de Helliwell, Layard y Sachs (2013). Además de la OCDE, esta iniciativa, denominada Global Project on Measuring the Progress of Societies, contó con el apoyo del Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Africano de Desarrollo (BAfD), la Comisión Económica y Social para Asia Occidental (CESPAO), la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (CESAP) y la Organización Internacional de Entidades Fiscalizadoras Superiores (INTOSAI) (véase [en línea] http://www.midiendoelprogreso.org/socios.html).


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