El cuidado en acción: entre el derecho y el trabajo

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CEPAL

llegan de manera importante a las mujeres por estar sobrerepresentadas entre los pobres y ser consideradas como administradoras eficientes de los recursos y encargadas de cumplir con las condiciones que se exigen para las transferencias, tales como asistir a talleres de nutrición, salud, reuniones escolares y garantizar la permanencia de los hijos en la escuela5. Es decir, todas las condiciones se relacionan con el cuidado y el bienestar familiar y las mujeres aparecen como las encargadas de estos y por ello son las receptoras.

3.

Seguridad social

La relación de las mujeres con los sistemas de seguridad social ha estado mediatizada por el rol de cuidadoras que se les continúa asignando. Es precisamente debido a su función de cuidadoras que se les reconoce el acceso a derechos sociales y prestaciones de previsión social, determinando su doble relación con el cuidado: fueron acreedoras del derecho al cuidado precisamente por ser las encargadas de prestarlo. Esta relación persiste en las reformas estructurales a la seguridad social realizadas en América Latina. Los sistemas de seguridad social, públicos y privados, solidarios e individualistas, tienen en común ser subsidiados por el trabajo de cuidado de las mujeres, al que paradójicamente no reconocen. De ahí que el reconocimiento del cuidado realizado por las mujeres por parte la seguridad social sea un tema de justicia distributiva (Pautassi, 2005).

B. La distribución del cuidado Las dinámicas demográficas y la entrada masiva de las mujeres en el mercado del empleo, alertan sobre la sostenibilidad de un orden del cuidado en el que solía haber una variable de ajuste que absorbía los desequilibrios en cualquiera de las fuentes de prestación extra hogar. Se tiene así una generación de mujeres denominada sándwich —para las que trabajar remuneradamente ya no es una opción, sino una obviedad— que no se identifican plenamente con los modelos de género que les inculcaron. Pero al mismo tiempo, el imaginario de la mujer-madreama de casa permanece vigente y les significa obligaciones de cuidado, tanto autoimpuestas como socialmente esperadas, sin que encuentren modelos familiares alternativos (Tobío, 2005). Sin embargo, no solo hay una 5

La mayor difusión de los planes de empleo de emergencia y de los programas de alivio a la pobreza, su más eficiente administración e implementación informática y su vinculación con los municipios podrían explicar una mayor cercanía a las mujeres. También está la evidencia de la incorporación de estas al trabajo remunerado en tiempos de crisis y de su “disposición” a aceptar empleos temporales y mal remunerados.


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