Pasión sin agotamiento, Capítulo 1

Christopher Ash

PasiĂłn sin agotamiento

Siete claves para un ministerio de sacriďŹ cio sostenible durante toda la vida

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Índice

Prólogo a la serie

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Prefacio, por Alistair Begg

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Historias desde el borde del abismo

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Una distinción crucial

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Una verdad pasada por alto

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Siete claves

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1. Nosotros necesitamos dormir

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2. Nosotros necesitamos el día de reposo

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3. Nosotros necesitamos amigos

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4. Nosotros necesitamos renovación interna

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5. Una advertencia

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6. Una palabra de aliento

93

7. Una alegría

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Conclusión

105

¿Qué es exactamente el agotamiento?

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Iglesias y entidades colaboradoras en la publicación de esta serie

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INTRODUCCIÓN

Historias desde el borde del abismo

Miraba por la ventana con los ojos vacíos. Tenía tantas cosas que hacer, y tan poca energía… Su Biblia abierta parecía fruncir el ceño, amonestándolo por su fracaso a la hora de leer, trabajar, luchar, escribir. Su buzón y su bandeja de correo aumentaban y aumentaban, y era como si cada tarea susurrase: “Tengo tantas cosas que hacer. Tanta gente. Tantas necesidades profundas. Tan poco tiempo. Tan poca energía”. Los pedidos de oración se le acumulaban día tras día, tras día, tras día.

Después de todos estos años de esfuerzos y presiones, ya no le quedaba nada. Ni recursos, ni reservas emocionales, ni energía intelectual, nada. Así que contemplaba con la mirada perdida. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Podría haberlo evitado? ¿Acaso le quedaba alguna salida ahora?

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PASIÓN SIN AGOTAMIENTO

El agotamiento es un terrible precio a pagar por el fervor cristiano. A veces, no podemos evitarlo. Para algunos, sus circunstancias significan que no hay otra forma de llevar una vida de sacrificio por Jesús.

Pero, en ocasiones, sí podemos. Para muchos de nosotros hay un camino diferente. Uno que combina el fervor apasionado por Jesús con una perseverancia fiel año tras año. Quiero escribir sobre este camino. Este es un libro muy personal y, confío, bíblico. Pero está lejos de ser una aproximación exhaustiva o experta a este tema.

Escribo para todos los seguidores apasionados de Jesús. Quizá especialmente para los pastores y líderes cristianos, para aquellos a los que se les ha confiado una supervisión pastoral bajo la autoridad de Dios. Algunos de nosotros tenemos el privilegio de habernos liberado de otros empleos para consagrarnos a este trabajo; otros combinan el liderazgo pastoral con un trabajo secular “normal”.

Pero también escribo para los muchos hombres y mujeres cristianos entusiastas que, además de llevar una vida “normal” (ocupaciones profesionales, paternidad, etc.), trabajan de forma sacrificada para servir en sus iglesias locales. El joven padre que permanece bajo la presión de su trabajo, pero, además, enseña en el grupo de jóvenes de la iglesia. La mujer soltera que carga con el peso de muchas responsabilidades en su trabajo, pero, además, se implica en dar apoyo y cuidado pastoral en su iglesia. La pareja mayor cuyos dones y habilidades están muy solicitados, tanto en el trabajo como en la iglesia. Y muchos otros como ellos.

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HISTORIAS DESDE EL BORDE DEL ABISMO

Tengo un interés personal en el tema. Al menos en dos ocasiones he estado a punto de llegar al agotamiento. Por la gracia de Dios he sido capacitado para alejarme de ese abismo.

La primera vez fue cuando empezaba a liderar una pequeña siembra de iglesias en el este de Inglaterra. Yo venía de una iglesia más numerosa con un gran equipo de responsables, pero ahora yo era el único miembro remunerado del personal e intentaba liderar una iglesia de unos cien adultos, con un número considerable de niños.

Al cabo de unos meses, la presión fue más fuerte: también yo acabé junto a la ventana, con la mirada perdida, agotado y esforzándome por seguir adelante. Con la ayuda del consejo de la iglesia y alrededor de un mes de responsabilidades reducidas, conseguí recuperarme.

La siguiente ocasión fue mucho más grave. Llevaba ocho ajetreados años dirigiendo un curso de formación bíblica en el centro de Londres. En septiembre de 2012, regresé de una intensa visita a Australia y Singapur relacionada con el ministerio para empezar un tiempo sabático que había esperado con ansiedad.

Estaba deseando tener algunas semanas de descanso, vacaciones, estudio productivo y escritura. Mi esposa, Carolyn, también deseaba compartir esas semanas conmigo. En lugar de eso, choqué con un muro. Cuando se detuvo la adrenalina, me desplomé.

Mi energía cayó en picado; mi humor descendió al mínimo; mi moral atravesó el suelo. Y me sentí vacío, utilizado, consumido.

Aunque volví a trabajar en enero, estaba lejos de aprovechar todo mi potencial. Mis generosos compañeros se ocuparon de todo el trabajo adicional durante los siguientes seis meses, y no fue 25

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hasta septiembre, un año más tarde, que recuperé parcialmente mi energía y mi moral. Fue una experiencia dolorosa, y me hizo reflexionar. Aún siento las cicatrices.

No estoy solo. En los Estados Unidos, se estima que unas 1500 personas abandonan el ministerio pastoral cada mes debido al agotamiento, a conflictos o a un fracaso moral. Los motivos son diversos, pero muestran las intensas presiones a las que se enfrentan muchos en el ministerio cristiano. Un tercio de los pastores afirman sentirse agotados tras solo cinco años de ministerio, y casi la mitad de los pastores y sus esposas dicen haber experimentado depresión o desgaste hasta el punto de tener que pedir una licencia para ausentarse del ministerio.

Y no se trata únicamente de quienes se dedican formalmente al ministerio pastoral. Muchos cristianos fervorosos compaginan responsabilidades del trabajo e intensas vidas familiares con un deseo de servir al Señor en la iglesia como ancianos, líderes de estudio bíblico, o en el ministerio con niños y jóvenes. Aquellos que somos pastores podemos cometer el error de subestimar el estrés al que se enfrentan intentando servir al Señor de formas que a menudo son invisibles para nosotros.

Uno de los pastores y eruditos a quien más admiro, y del que he aprendido mucho, es Peter Adam. Peter era ministro de una iglesia grande en el centro de la ciudad de Melbourne, en Australia. Cuando era joven y soltero, trabajaba durante largas horas y le encantaba su trabajo. Hasta que un lunes por la mañana, sin previo aviso, se despertó, empezó a llorar de golpe y fue incapaz de detener el llanto.

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HISTORIAS DESDE EL BORDE DEL ABISMO

Tuvo una crisis nerviosa muy grave. Por la gracia de Dios continuó en el ministerio y llegó a convertirse en el director de una facultad teológica (Ridley College, Melbourne), y en el autor de varios libros de estudio muy apreciados. Aun así, Peter ha seguido viviendo y sirviendo a Cristo a la sombra de esa crisis nerviosa. Él dice que, desde entonces, ha sido incapaz de trabajar más de 50 horas a la semana. A través de esta larga experiencia de fragilidad, Peter afirma que aprendió a confiar más en Dios, y también se dio cuenta de que Dios puede usar nuestras debilidades, así como nuestras fuerzas.

Peter es mayor que yo. Pero permíteme dar otro ejemplo, de alguien mucho más joven.

Después de prepararse trabajando en una iglesia en Londres, mi amigo está sirviendo como misionero transcultural con su esposa y sus hijos. Es el pastor de una iglesia en Japón. Es uno de los trabajadores cristianos más apasionados y centrados que conozco.

Hace poco regresó a Reino Unido con un permiso y a duras penas (con mucha ayuda y apoyo) consiguió recuperarse lo suficiente para que fuera seguro para él volver a trabajar en el extranjero. Esto es lo que me escribió: Mi experiencia personal fue que liderar una iglesia, tener una familia joven y, en concreto, las presiones de predicar todas las semanas [en japonés] condujeron a una acumulación de cansancio y estrés sin tregua que comportaron varios síntomas. Estos incluían problemas digestivos, aumento de la irritabilidad, disminución de la capacidad de concentrarme en mis oraciones y en la preparación de los sermones, incumplimiento de compromisos, leve depresión, etc. Nada de esto me obligaba a dejar de hacer lo 27

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que hacía, ni siquiera a pedir una licencia por enfermedad, pero era suficiente para que me cuestionara si aquello era sostenible […] Más adelante, durante una intervención con un médico profesional, quedó claro que yo estaba al borde de una crisis nerviosa emocional y física que probablemente (hablando en término humanos) fuera irreversible. Por la misericordia de Dios, conseguí el descanso justo a tiempo.

Me pregunto qué piensas de estas historias, y de otras que encontrarás a lo largo de este libro. Imagino que a algunos de los que leen esto les costará identificarse. Conocen el fervor, la energía, el gozo del ministerio, el amor por la obra de Cristo, y saben lo que es trabajar a todas horas y disfrutar con ello. Si eres una de estas personas, conoces la ambición cristiana y el anhelo de conseguir grandes cosas para Cristo. Pero cuando alguien habla de crisis nerviosas, de desgaste, de estrellarse con una pared, entonces (si eres honesto) piensas que estas son cosas de las que hablan las personas (¡de mediana edad!) que han perdido su primer amor por Jesús.

Pero otras personas leerán estas palabras y sabrán exactamente a qué me refiero, ya sea por experiencia personal o por las historias de pastores, obreros y otros creyentes muy queridos. Y vale la pena recordar que ninguno de nosotros piensa que se encamina hacia el desgaste hasta que se encuentra al borde de este: precisamente aquellos que creemos estar a salvo somos los que corremos más riesgo. Tenemos que prestar atención a la advertencia de Pablo: Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer.

1 Corintios 10:12 28

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HISTORIAS DESDE EL BORDE DEL ABISMO

En este libro quiero compartir la perspectiva que Dios ha cultivado en mí, no solo a través de mi propia experiencia con el agotamiento, sino también al conocer y apoyar a otros que han luchado con los mismos problemas. La mayoría de ellos han sido buenos y brillantes cristianos cuyo celo por el Señor y por su obra los ha llevado a trabajar en exceso y a derrumbarse.

He pasado la última década preparando a jóvenes para el servicio cristiano, y me he interesado por ayudarlos a comprender que los mejores tipos de ministerio a menudo son sencillos y funcionan a largo plazo. He procurado prepararlos para una maratón, no para una breve e intensa carrera de velocidad. En otras palabras, he querido ayudarlos a vivir una vida de sacrificio sostenible, en lugar de un ministerio enérgico pero breve que se desvanece rápidamente en el agotamiento.

Deseo centrarme en una verdad bíblica muy descuidada sobre nosotros como pueblo y sobre nuestro Dios de amor, y quiero considerar siete ideas o principios que nacen de ella.

Quiero advertir a quienes creen que esto nunca podría sucederles a ellos y animar a aquellos que saben que sí podría ocurrir. He incluido historias de hombres y mujeres que han experimentado el agotamiento, pero que posteriormente han hallado consuelo, ayuda y una nueva forma de servicio sostenible.

Mi oración es que este libro ayude a muchos de mis hermanos a mantener su llama sin conocer la amargura de consumirse.

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