Por Andreu Navarra
La crítica de arte como PIEDRA ANGULAR de una filosofía: los salones de Eugenio d’Ors CRÍTICA LUMINOSA EN UN MADRID OSCURO
Hasta los años veinte, la crítica artística de Eugenio d’Ors fue trasmitida fundamentalmente diluida y dispersa en el Glosario. Esto cambia en cuanto el autor empieza a escribir en castellano y se afinca en Madrid. Entonces empezamos a encontrar tratados de arte publicados en libro de forma autónoma: Cézanne (1921), Tres horas en el Museo del Prado (1923), Mi Salón de Otoño (1924) y, ya instalado en París, L’art de Goya (1928), La vie de Goya (1929), Pablo Picasso (1930), La peinture italienne d’aujourd d’hui: Mario Tozzi (1932) y Du Baroque (1937). En nuestra biografía de Eugenio d’Ors apuntábamos como posible causa de esta decantación hacia la crítica de arte el hecho de tener que competir, como filósofo, con Ortega y Gasset, que le aventajaba claramente en capacidad de dirección intelectual en la capital española. Lo cierto es que esta tendencia a cultivar la crítica artística siguió incrementándose durante la segunda etapa de instalación, ya definitiva, de D’Ors en Madrid, es decir, durante los años cuarenta. Ese cultivo tuvo dos ejes principales, el desarrollo de las actividades de la Academia Breve de Crítica Artística y la lujosa colección Index Sum, compuesta por siete libros de crítica artística, que impulsó el autor en la editorial Aguilar: Lo barroco, Cézanne, Teoría de los estilos y espejo de arquitectura, Mis salones, El arte de Goya, Pablo Picasso y Arte de entreguerras. (Fue proyectado un octavo volumen, que se tenía que titular Teatro, títeres, toros. Exégesis lúdica, que no vio la luz pero que pudo ser reconstruido por la editorial Renacimiento en el año 2006). Según indican Ángel d’Ors y Alicia García-Navarro (2006, p. 9), la colección Index Sum tendría que haber alcanzado los CUADERNOS HISPANOAMERICANOS
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