Por José Lasaga Medina
Friedrich Nietzsche: el ANIMAL más humano
La bestia rubia no es un animal interesante. El hombre es un final. NIETZSCHE
Avecindar el nombre del más intempestivo y actual de los filósofos al «animal» significa casi automáticamente relacionarlo con el episodio que Nietzsche vivió en una plaza de Turín en vísperas de su locura, cuando se abrazó al cuello de un caballo maltratado. Ni siquiera sabemos con seguridad que sea cierto. Algunos biógrafos arrojan dudas razonables, pero de lo que no cabe dudar es de la presencia del animal en la obra de Nietzsche desde su inicio. Si se quiere ver detrás de la máscara de Dionisos la forma (Gestalt) indecisa de la animalidad, no erraremos mucho. Primero aparece el animal como el no humano feliz que vive el instante sin el peso de la memoria. Gracias a ello es feliz. Pero pronto, en cuanto rompe con su maestro Schopenhauer, ve la cuestión del animal como un interesante error de la naturaleza. Esta perspectiva sobre lo humano fue el punto de partida del gran combate que mantiene la obra de Nietzsche contra el campeón del siglo xix: el Espíritu (Geist). Es verdad que contó con un notable escudero en el combate, el ya mentado Arthur Schopenhauer, que le preparó el terreno con una poderosa obra, El mundo como voluntad y representación, y una deliciosa ironía: «¿El Espíritu? ¿Quién es ese mozo?». La batalla no está decidida aún, a pesar de que el siglo xx vivió algunos episodios muy dramáticos como el del combate de la Raza contra el Espíritu (y añado entre paréntesis que las ideas de Nietzsche fueron manipuladas en él). Pero indudablemente fue él quien planteó CUADERNOS HISPANOAMERICANOS
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