(Carlos Contreras Elvira)
res y Cooperación, junto a los artistas e investigadores 2012/13 de la Real Academia de España en Roma, ponen a disposición del lector más tradicional quince formas diferentes de conocer la capital italiana, adaptando su trabajo a una serie de mapas subjetivos que, enfrentados a los textos e imágenes que los acompañan, nos dan una idea muy aproximada de lo que ha sido su forma de habitarla. De este modo, la rutina ajena se postula como la mejor alternativa para romper la propia y el papel se confirma como el soporte idóneo para profundizar en las ideas que cada uno de ellos se ha ido dejando en el camino, sirviendo de ampliación y contrapunto a los contenidos audiovisuales que la experiencia móvil ofrece in situ. Por lo demás, y ya que he aludido anteriormente a la parcialidad de todo mapa, no quiero dejar de compartir aquí una reflexión que alguna vez leí a Nassim Taleb y que explica como ninguna el interés de la presente publicación. Mutatis mutandis, decía lo siguiente: si visitásemos la biblioteca más grande del mundo nos asombraríamos ante los millones de volúmenes que ocupan sus estanterías, pero si por un momento imaginásemos otra que estuviera formada por todos los libros que no están en ella, comprenderíamos que esa antibilioteca sería infinitamente mayor y, en consecuencia, mucho más interesante. Pues bien, eso es exactamente lo que ocurre con los cientos de guías turísticas que podemos encontrar sobre un mismo destino que, con pequeñas variaciones, siempre confluyen en los tópicos, dejando las escasas posibilidades de un descubrimiento que haga el viaje verdaderamente único a la desorientación o al extravío. ¿Cómo prever un inesperado mirador; ese balcón cercano al bar Calisto en el que dicen que tendía su ropa interior Sofía Loren o pasar al lado de un monumento justo cuando alguien está explicando la mentira de su verdad? ¿Cómo saber que aquí vivió Pasolini, que allí está la tumba del joven Keats y que en aquella villa Cleopatra y Marco Antonio se amaban en secreto? ¿Cómo toparse con un desaparecido cabaret futurista y saber que a la salida podemos cenar en un café que otrora fue uno de los más famosos estudios de escultura? ¿Cómo leer un cómic en el que aparece la calle en la que lo estás leyendo o ver una fotografía de lo que tenemos delante y no vemos sin caer en la paradoja de escoger nuestras circunstancias o de perdernos sabiendo qué es lo que encontraremos? La respuesta son las páginas que siguen. En ellas, lo que sucede se convierte en lo que puede suceder y la que fuera Caput Mundi se transforma en un-otro espacio de experimentación múltiple en el que el caminante puede ponerse en la piel de aquellos que la han reinterpretado, convirtiendo algunos de sus puntos emblemáticos –pero
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