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Informe Técnico: Desarrollo de una resistencia duradera a la roya asiática de la soya

Desarrollo de una RESISTENCIA DURADERA A LA ROYA ASIÁTICA de la soya

Debido a las condiciones invernales suaves, la soya en América Latina es particularmente vulnerable a la roya asiática (ASR), una enfermedad fúngica que puede causar una pérdida de rendimiento del 10 al 80 por ciento en los países donde está establecida, lo que conlleva un riesgo significativo para los agricultores y los sistemas agrícolas. La colaboración entre 2Blades Foundation y Corteva Agriscience ha permitido producir un rasgo transgénico para la resistencia a la ASR, con ensayos de campo exitosos de variedades de soya latinoamericanas que contienen el nuevo transgén.

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El rasgo transgénico desarrollado proporcionará una herramienta adicional de manejo de enfermedades para los agricultores de la región, aumentando la durabilidad de la resistencia a las enfermedades y las opciones para estrategias integradas de manejo de enfermedades. Aunque los avances científicos anteriores habían llevado a algunas mejoras en el control de la ASR de la soya en países como Brasil, la resistencia genética duradera no se había conseguido, y es una herramienta importante para que los agricultores mitiguen el riesgo de la enfermedad.

“La roya de la soya es un desafío clave para los productores y debe combatirse con una estrategia integrada”, explicó Peter van Esse, vicepresidente y líder de grupo de 2Blades. Además, añadió que la resistencia genética contra ASR ayudará a brindar a los productores una herramienta poderosa para controlar la enfermedad de una manera más efectiva y sostenible.

El conocimiento de 2Blades sobre la resistencia a enfermedades, combinado con la competencia en pruebas de laboratorio y de campo de Corteva, así como la experiencia en desarrollo de productos, impulsaron la decisión inicial de colaborar en 2013. De 2013 a 2018, llevaron a cabo una investigación conjunta para identificar nuevos genes de resistencia a ASR.

EL ESTADO SANITARIO de las plantas

Las plantas forman parte de ecosistemas complejos que interaccionan con otros organismos, en muchos casos parásitos de estas, tanto en un ecosistema natural como en un sistema productivo agrario. La presencia de parásitos en un cultivo –y en mayor medida si estos adquieren la condición de plaga– puede ser consecuencia de una situación de desequilibrio que podría llevar a la planta a un estado de enfermedad. No obstante, hay que entender que las plantas, y entre ellas los cultivos, soportan un grado de parasitismo con el cual conviven y que no tiene por qué implicar un perjuicio demasiado grande para ellas.

De manera natural se producen estados de convivencia entre organismos, así como estados de competencia por los recursos del sistema, lo cual da lugar a situaciones en las que unos organismos prevalecen sobre otros. Estas situaciones cambian con el paso del tiempo.

De ahí que los conceptos de salud y enfermedad no deban entenderse de manera absoluta, ya que estos principios dependerán de las expectativas que se hayan depositado en el estado, en el aspecto o en la productividad de la planta. El criterio de planta enferma no será el mismo para un productor de flor cortada que para un horticultor o un productor ecológico, ya que los umbrales de daño para uno y otro serán diferentes. Así, se podrá decir que no existe planta sana por completo, sino una prevalencia de un elemento u otro del sistema.

Pero para comprender bien todo esto es importante tener claro el concepto de enfermedad. Se entenderá, entonces, por patología o fitopatología un desequilibrio en el agrosistema –en muchos casos consecuencia de la acción humana (mono cultivo, aplicación indiscriminada de plaguicidas, migración de plagas y patógenos por la acción del hombre, material de propagación, etc.)– que causará un perjuicio al cultivo, superando un umbral de daño que se haya fijado previamente. Se podría dar una definición similar para en tender una plaga o una fisiopatía, pero con unos matices que será importante resaltar. Más adelante se describirán estos conceptos, fundamentales también para el estudio de la sanidad vegetal.

Pero, actualmente, en patología vegetal ya no se considera al agente patógeno como único causante de la enfermedad, ya que se tienen en

cuenta otros factores que de igual manera son determinantes para desencadenar el proceso de la enfermedad. En palabras de José Luis Porcuna (citado en Altieri, 2001: 220), la enfermedad es “El proceso de interacción entre unas condiciones ambientales favorables al desarrollo de un parásito, sobre un huésped sensible a este, en un espacio y tiempo determinados”. Actualmente, la enfermedad se puede definir también como una alteración no deseada, integrada como instrumento esencial de regulación en el propio proceso homeostático que regula un sistema.

En otras palabras: cuando se produce una enfermedad, esta estará caracterizada por unos síntomas que pueden ser morfológicos, fisiológicos o histológicos, y que pueden manifestarse externa o internamente. Estos síntomas serán la consecuencia observable de un proceso biológico en el que estarán integrados planta y patógeno. Pero para que pueda darse la enfermedad, además de estos dos factores necesarios, será im prescindible un tercero, el ambiente. A continuación, se va a estudiar cómo influyen conjunta mente estos tres factores en el desarrollo del proceso de la enfermedad, y cómo queda reflejado gráficamente en lo que se conoce como el triángulo de la enfermedad. Como representa la figura 1.6, para que se lleve a cabo el proceso de la enfermedad, se tienen que dar simultáneamente las siguientes condiciones:

a) Que el huésped se encuentre en un estado que lo haga susceptible de ser parasitado. b) Que el inóculo del parásito sea suficiente para producir la infección. c) Que las condiciones ambientales sean las adecuadas para el desarrollo del proceso.

Cuando se dan estas tres premisas, la enfermedad se produce y la planta sufre las consecuen cias de esa situación. Por lo tanto, los síntomas diferirán en función del parásito; en aquellos casos en los que el diagnóstico de visu sea complicado, será necesario pruebas de laboratorio para averiguar cuál es el patógeno involucrado y de qué enfermedad se trata.

Ya se ha hablado anteriormente de la predisposición del huésped a un proceso enfermizo y se pueden citar situaciones que generan a la planta un estrés que favorecerá en gran medida que la infección por parte del patógeno acabe siendo un éxito. Esas situaciones son las genera das en un ambiente favorable al desarrollo de la enfermedad. Llegados a este punto se pueden destacar las condiciones atmosféricas y las condiciones del suelo, la influencia de estos y sus conexiones en todo el proceso de la patología. Se hace referencia aquí, entre otros, al estrés hídrico, al causado por la acumulación de sales, al ocasionado por exceso o déficit lumínico, a la presencia de fotooxidantes atmosféricos en cantidades excesivas, al aumento de las radiaciones UV B, a altas concentraciones de CO2, etc. Por poner un ejemplo, la presencia de ozono en cantidades demasiado grandes está asociada con sintomatologías del tipo clorosis, moteados, necrosis, etc.

En cuanto a los aspectos más relacionados con el suelo, no se ha de pasar por alto la importancia fundamental de este medio en la salud de los cultivos, pues es tan importante su preparación como su posterior manejo. De nuevo la biodiversidad será pieza fundamental de este rompecabezas, pero esta vez será la de artrópodos, anélidos y microorganismos, entre ellos hongos y bacterias.

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