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Informe Técnico: Carboncomún, enfermedad que afecta al maíz
CARBÓN COMÚN, ENFERMEDAD QUE AFECTA AL MAÍZ
Otra enfermedad que afecta al maíz es el carbón común o “Huitlacoche”, causada por el hongo Ustilago maydis, aunque también puede aparecer sobre otras gramíneas. Su distribución es cosmopolita, afectando a plantaciones de diversas regiones del mundo. Este organismo fitopatógeno ataca las hojas de la planta, pero también los tallos, las raíces adventicias y las mazorcas, en las que produce las conocidas agallas tipo tumor que se forman en los tejidos en activo crecimiento. Por tanto, se trata de estructuras fúngicas, al principio de color blanco que se torna gris en la madurez y en cuyo interior alberga una masa oscura, hecho por el que se llama “carbón del maíz”, formada por las teliosporas del hongo (esporas del carbón), las cuales se liberan por la ruptura de la agalla como consecuencia de su deshidratación. Todos los tejidos meristemáticos son susceptibles a la infección, en los que se empiezan a observar los síntomas a los 10-14 días después de producirse. El ataque de Ustilago maydis puede producirse potencialmente a todas las partes de la planta, pero ocurre con más frecuencia en los elotes tiernos. Las agallas formadas en la semilla resultan a partir de infecciones en los ovarios, siendo afectados de forma general los granos de la punta de la espiga. Asimismo, el número y la localización de dichas agallas depende, fundamentalmente, de la edad de las plantas y del momento de la infección.
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El carbón común suele hacer acto de presencia en el cultivo cuando se presentan unas condiciones climáticas húmedas y lluviosas, a lo que hay que sumar, según diferentes trabajos realizados, un incremento importante del número de agallas cuando se han provocado heridas en los tejidos (caída de granizo, daño mecánico por herramientas o maquinaria, fuertes vientos o la acción de insectos masticadores). En este sentido, las heridas inducen la división y el alargamiento celular, incrementando así la susceptibilidad al patógeno. A su vez, los factores que reducen la producción de polen o inhiben la polinización también pueden incrementar la probabilidad de infección, ya que los ovarios de las espigas están protegidos después de ser fecundados. En cuanto a la transmisión de la enfermedad, sucede del mismo modo que en los casos anteriormente citados, donde el hongo sobrevive el invierno en el suelo en restos de cosecha o rastrojos, siendo las esporas diseminadas por contacto, el viento, la lluvia y el agua de riego a lo largo de la hilera de plantas, pudiendo infectar plantas sanas, aunque lo hacen con mayor facilidad sobre las que han sufrido heridas por los medios ya descritos. Las esporas de resistencia diploides pueden pasar, antes de germinar, un estado de latencia, esperando a que las condiciones sean las adecuadas. Los daños en la plantación se agravan con condiciones de humedad relativa elevada y temperaturas dentro del intervalo 20 º - 27 º C, además de un desarrollo vegetativo alto como consecuencia de un uso excesivo del nitrógeno en la fertilización. En torno al año 2010 la presencia de la enfermedad era insignificante, pero referencias de técnicos de campo corroboran que unos años después se había producido una incidencia mucho mayor, atribuida principalmente a tres factores: • Una mayor susceptibilidad a la enfermedad por parte de determinados híbridos o variedades. • Las condiciones climáticas eran más favorables para la dispersión del hongo. • Un incremento del ataque de plagas en el elote, causa directa de infección y desarrollo de U. maydis. Por tanto, teniendo en cuenta el citado aumento de la incidencia del carbón común en los cultivos de maíz, las medidas de control se antojan fundamentales, aunque pudieran presentar ciertas limitaciones: • La rotación de cultivos resulta cuestionable porque las esporas pueden sobrevivir durante varios años. • Los tratamientos con fungicidas a las semillas ofrecen protección solamente en las primeras semanas. Asimismo, modifican la fertilidad del suelo y afecta al control biológico. De este modo, el uso de híbridos resistentes parece ser el método más práctico y efectivo para controlar la enfermedad. No existen líneas de maíz inmune a la infección por U. maydis, pero al menos las plantas pueden ofrecer una cierta tolerancia al ataque del hongo, reduciendo así los daños y su dispersión. A este respecto, las líneas de maíces dulces tienden a ser más susceptibles al carbón común que los otros tipos de maíz.

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