REVISTA INMIXIÓN II

EDICIÓN Nº 2 • MARZO 2022

HACIA UN PSICOANÁLISIS MUTANTE ARISTÓTELES O LACAN, ESA ES LA CUESTIÓN DESDE ARISTÓTELES. ¿UNA ÉTICA, A QUIEN? UN RECORRIDO POR “MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DE REALIDAD” BORGES, UNA DOCTRINA

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Diana y Acteón

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Indice Indice EDITORIAL EDITORIAL

ARISTÓTELES O LACAN, ESA ES LA O CUESTIÓN ARISTÓTELES LACAN, ESA ES LAJavier CUESTIÓN Federico González Federico Javier González

DESDE ARISTÓTELES. ¿UNA ÉTICA, A QUIEN? DESDE ARISTÓTELES. Roa ¿UNA ÉTICA, ACarolina QUIEN? Carolina Roa

UN RECORRIDO POR "MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DE REALIDAD” UN RECORRIDO POR Juan Lichtenstein "MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DE REALIDAD” Juan Lichtenstein

BORGES, UNA DOCTRINA Lichtenstein BORGES, UNA Juan DOCTRINA Juan Lichtenstein 3

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El pensar científico no es diverso por su esencia de la actividad normal del pensamiento que todos nosotros, creyentes y no creyentes, aplicamos en nuestros menesteres vitales. (…) se empeña por mantener cuidadosamente alejados los factores individuales y las influencias afectivas, somete a riguroso examen la certeza de las percepciones sensoriales sobre las que edifica sus inferencias, se procura nuevas percepciones inalcanzables con los medios cotidianos y, variando deliberadamente ciertos experimentos, aísla las condiciones de esas experiencias nuevas.

partir de que posee una esencia.

La concordancia con la realidad es un tema central de la ontología aristotélica, es decir, a partir de que algo es lo que es debido a su esencia de ser, se ve una adecuación del concepto con la realidad, o mejor, la realidad expresa su ser a través de un concepto determinado.

Sigmund Freud, 1933, En torno a una cosmovisión

El mundo exterior y el mundo interior, como lugares establecidos desde los cuales se da la experiencia, responden a la lógica aristotélica de la tabula rasa, un adentro que recibe las señales del afuera y las imprime en el ser.

La cosmovisión del psicoanálisis freudiano no es distinta a la aristotélica, en términos de Freud no hace falta la creación de un punto de vista psicoanalítico, pues ya forma parte de este modo de ver la ciencia.

El desafío que se plantea este número de Inmixión, es salir al paso de esta concepción que domina el discurso científico desde Aristóteles hasta Freud, y que, a pesar de hacer aguas por todas partes, ha montado un constructo teórico hegemónico en occidente, que ha determinado a su vez, un sentido común que no permite ver más allá del individuo.

El análisis de esta cita de Freud, en términos ontológicos, da cuenta de un marco teórico adherente al aristotelismo. “Su esencia”, “la actividad normal”, “los menesteres vitales”, son muestras irrefutables de algo previo que es (un ser), y que, a decir de Aristóteles, tiene características particulares a

Esto tiene consecuencias en la filosofía, el psicoanálisis, y en la clínica psicoanalítica, a partir de la cual se pensará la dirección de la cura como una pedagogía de la adecuación, o como dice Lacan en oposición a esta idea, el análisis de “la relación del hombre con el significante”.

Su afán es lograr la concordancia con la realidad, o sea, con lo que subsiste fuera e independientemente de nosotros, y que, tal como la experiencia nos lo ha enseñado, es decisivo para el cumplimiento o la frustración {Vereitelung} de nuestros deseos.

Llamamos «verdad» a esta concordancia con el mundo exterior objetivo {real}. Ella sigue siendo la meta del trabajo científico, aunque dejemos de lado su valor práctico. (…) Opino que el psicoanálisis es incapaz de crear una cosmovisión particular. No le hace falta; él forma parte de la ciencia y puede adherir a la cosmovisión científica.

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ARISTÓTELES O LACAN, ESA ES LA CUESTIÓN Federico Javier González

no es, por lo que, si es, no puede no ser, y viceversa. Si es, es sí mismo, una identidad con uno mismo, y si hay identidad con uno mismo, no puede haber otra identidad distinta a sí mismo al mismo tiempo.

El análisis de la lógica aristotélica y sus principios arroja un dato problemático, vinculado tanto al principio de identidad como el de no contradicción y del tercero excluido. A partir del siglo XX, el saber científico puso en tela de juicio que toda proposición sea idéntica a sí misma, lo que hizo tambalear la concepción misma del ser.

Sin embargo, la llamada lógica formal, sigue siendo hegemónica en occidente y se encuentra en el principio de toda reflexión.

Este primer instante del ser de algo (principio según la RAE) trae consigo una suposición, es decir, se le supone un ser a este principio.

De otro modo, tanto el principio de identidad, de no contradicción, como el del tercero excluido, suponen con anterioridad, al ser.

En este trabalenguas se encuentran los tres principios, y es imposible no encontrar redundantes afirmaciones sobre el ser y su función de soporte de estos. Cabe señalar entonces que esta lógica sustentada en los tres principios citados supone una ontología, y no alude meramente a una cuestión de forma o una lógica de predicados.

Así lo afirma Aristóteles en su célebre escrito, Metafísica, donde establece que lo más alto en el estudio de la filosofía consiste en “lo que es, en tanto algo que es, y los atributos que, por sí mismo, le pertenecen”1

Hay algo que es, lo que es, es, y lo que no,

Esta lógica implica que hay significado, 1 (IV 1, 1003a20-21).

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y éste significado es unívoco, así lo expresa Aristóteles: si hombre significa tal cosa, suponiendo que el individuo sea hombre, en tal cosa consistirá el “ser-hombre” 2. Hay una esencia que asegura la univocidad de sentido, y es esta esencia de las cosas, la que le da marco y sentido a las palabras.

can, postula que no existe principio de identidad, es decir, afirma la imposibilidad de que un significante sea igual a sí mismo, o que pueda significarse a sí mismo. Un significante, se entiende por su diferencia frente a otro, no significa, produce efecto de significado por su relación con otros significantes.

Según Lacan: “Si yo digo: “mi abuelo es mi abuelo”, ustedes deben ahí captar bien que no hay ninguna tautología. Que mi abuelo, primer término, es un uso del índice del (segundo) término “mi abuelo”.

Es decir, nada que no sea dicho hace al abuelo ser uno, o, “nada es sino en la medida que se dice que eso es”, pues, “los significantes inauguran relaciones”5 es decir, “el significante hace surgir al sujeto”6 .

Así, se opera a nivel del signo, es decir, existe una adecuación entre signo y significado, o podría decirse, entre la realidad y la palabra que la nombra. Existe concordancia, esto significa aquello porque su esencia lo determina.

Así como todas las disciplinas de occidente, el psicoanálisis no ha estado al margen de este marco teórico, por el contrario, se ha moldeado con la arcilla de la ontología aristotélica.

El ser no es (nada dado), y porque no hay nada dado, no hay ser determinado, lo que no significa que no haya ser, sino que hay ausencia, pues la diferencia produce el agujero (no ser) en el ser.

“El pensar científico no es diverso por su esencia de la actividad normal del pensamiento que todos nosotros, creyentes y no creyentes, aplicamos en nuestros menesteres vitales. Su afán es lograr la concordancia con la realidad, o sea, con lo que subsiste fuera e independientemente de nosotros, y que, tal como la experiencia nos lo ha enseñado, es decisivo para el cumplimiento o la frustración de nuestros deseos.

Llamamos «verdad» a esta concordancia con el mundo exterior objetivo {real}. Ella sigue siendo la meta del trabajo científico, aunque dejemos de lado su valor práctico. (…) Opino que el psicoanálisis es incapaz de crear una cosmovisión particular. No le hace falta; él forma parte de la ciencia y puede adherir a la cosmovisión científica”3.

“He denominado al pote de mostaza para destacar que, lejos de contenerla de manera necesaria e ineludible, es precisamente por estar vacío por lo que asume su valor de pote de mostaza. Es porque la palabra mostaza está escrita encima. Pero mostaza quiere decir que ese pote no ve la hora de alcanzar su vida eterna de pote, que comenzará cuando sea agujereado”7.

El ser no es, sino que emerge entre S1 y S2, esta lógica es opuesta al planteo de Descartes (que también está asentado sobre el principio de identidad) en su famosa frase “pienso luego soy”, ¿qué es el ser? Según él, el ser es quien piensa, cuando piensa.

Según Freud, existe una realidad, y una concordancia o discordancia en relación a ella, y es tal la amplitud del acuerdo mundial, o al menos occidental, en torno a esta sentencia, que este escrito acabaría justo aquí, si Lacan no hubiese dicho exactamente lo opuesto, al establecer que, al ser, “no se hace más que suponerlo a ciertas palabras, individuo, por ejemplo, o sustancia.

Para mí, no es más que un hecho de dicho” 4.

La lógica del significante planteada por La-

Lacan analiza esta dinámica como un juego entre significantes que como tales son vacíos, y que solo significan (¿son?) puestos en relación, por lo que afirma: “pienso donde no soy, luego soy donde no pienso” y remata: “el significante es lo que

2 (IV, 4 1006a32-34).

3 Sigmund Freud, 1933, En torno a una cosmovisión…

4 (Lacan, 1972-73: 143).

5 (seminario 11 pag 28) 6 pag 215.

7 Seminario 16, pag 15.

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representa al sujeto para otro significante”8

• El padre

La lógica aristotélica se funda en una verdad, la lógica del significante, por su parte, busca establecer eso que no hay.

La primera exclama: “yo soy yo”, la segunda le corrige, en relación con otros.

El rol del padre, el padre de la horda, la horda primitiva, el origen de la historia, el que nombra, alfa y omega, tótem y tabú etc. Diría Aristóteles, si padre “es” (todo lo anterior), y Freud es padre del psicoanálisis, Freud es el origen y la garantía de verdad en la que se funda esta disciplina (y con el padre se identifica, no se lo critica).

Son posiciones teóricas definitivamente opuestas, y como en la cima de una montaña, según dónde uno se pare, obtiene puntos de vista diferentes, veamos algunos de ellos.

Esto ha generado al interior del psicoanálisis, un extraño fenómeno que no permite la crítica, el dialogo, o albergar de alguna forma la discusión teórica, actualizando, entre comillas, a los padres de siempre. Algo así como que la sociología siguiera reivindicando de manera unívoca a Comte, o la psicología a Wundt, la filosofía a Anaxágoras o la física a Newton.

• La pulsión Se puede plantear la pulsión como algo que en última instancia corresponde al cuerpo, lo inefable, lo misterioso, cual disco duro humano, o, como dice Lacan, despojado del principio de identidad, que las pulsiones son un eco en el cuerpo, del hecho de que hay un decir.

Quizás en esto, el psicoanálisis está mas cerca de la religión que de cualquier disciplina científica, pues en occidente, desde el cristianismo, se reivindica unívocamente la figura de Dios, padre de Cristo, y desde el psicoanálisis, la de Freud, padre de Lacan.

• El falo Podría ser (un ser) un tótem con significados según la época, una piedra, un hueso, un obelisco, virilidad, poder, pene, etc. O, como aclara Lacan: “Si hay algo que el falo como significante significa es el deseo del otro” cita, y es que, si deseamos en tanto otros, el deseo está velado estructuralmente.

Sacudiéndose de este paternalismo religioso, Lacan dice en el seminario 5: “Una metáfora es un significante que viene en lugar de otro significante. Esto es el padre en el complejo de Edipo” Es decir, nada mas y nada menos que un significante que sustituye a otro significante.

• El otro sexo Hombre, mujer, etc. podrían ser algo en si mismos, un sombrero una corbata y zapatos, un moño vestido y tacos. El sexo fuerte y el débil, el uno y el otro, el padre y la madre, cada uno con funciones específicas, o, como establece Lacan: “De lo que se trata cuando se trata del sexo, es del otro, del otro sexo, inclusive cuando se prefiere el mismo”9. Es decir, el otro sexo se define única y exclusivamente en la interdependencia de su relación.

Es consecuencia de este catecismo doctrinario, que se valora la experiencia por encima de la teoría desde la que se piensa. Es decir, en términos teóricos, hay tantos psicoanálisis como psicoanalistas, sin embargo, no hay uno que no afirme la importancia de analizarse/confesarse con el padre, y si no es el padre, pues será el hijo o el nieto, en última instan-

8 Seminario 2 pag24 9 Seminario 18. Clase 6

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cia, algún congregado en iglesias/escuelas oficiales. Sus diferencias teóricas con relación a la dirección de la cura parecen no importar, sin embargo, esta seguirá caminos muy distintos según desde donde se piense.

• La dirección de la cura La identificación significado/significate, como dos caras de una moneda, tomará rumbo hacia una concordancia con el ser hombre, mujer, padre, madre etc.

Si Aristóteles le da una entidad superior al principio de no contradicción, al decir que es “aquel acerca del cual es imposible el error”10 Lacan pone en el principio a la ausencia, es decir, establece que el principio es que no hay principio.

Entonces, la posibilidad de análisis surge de la imposibilidad de decir que algo es en cuanto ser, lo que da lugar al equívoco, siendo éste justamente el objeto de análisis, pues en la univocidad de sentido y esencia, no cabe más que la adecuación, o sea, una pedagogía del ser.

Por otro lado, si pensamos desde una lógica de significantes co-variantes entre sí, como lo plantea Lacan, la búsqueda del deseo como “deseo del Otro” se hace presente. “se trata… de esa condición que tiene el sujeto de encontrar la estructura constituyente de su deseo en la misma hiancia abierta por el efecto de los significantes en aquellos que para él vienen a representar al Otro, en cuanto que su demanda está sujeta a ellos”.

Si el significante no puede significarse a sí mismo, si quiere decir, pero no dice, la dirección de la cura será buscar qué dice, en relación co-variante con “los otros” significantes.

10 (IV, 3 1005b12)

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DESDE ARISTÓTELES. ¿UNA ÉTICA, A QUIEN?

Ética a Nicómaco, junto a Ética a Eudemo y los Magna Moralia, constituyen la obra moral más importante de occidente, siendo Aristóteles, en materia de ética y moral, hasta hoy en día el filósofo más influyente. Ética a Nicómaco, obra de la que nos ocuparemos brevemente, es considerado por muchos como el libro más maduro, aquí Aristóteles, además de desentrañar conceptos, describir

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Carolina Roa

modos y señalar caminos hacia la felicidad, ubica el bien común como instancia superior sin la cual la felicidad individual no puede ser asida.

Además de concebir a la ética desde las vías de la moral en tanto afecta al comportamiento y carácter del hombre, en Ética a Nicómaco, también (o, sobre todo) atiende

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Ética a Nicómaco comienza mostrando que todo lo que existe está orientado hacia un fin que le es propio. Si queremos saber cuál es la vida buena para los seres humanos, deberemos preguntarnos cuál es el fin más propio del ser humano. Esta pregunta, que inaugura el Libro I, se responde con la idea de que el fin natural del ser humano es la Felicidad, para Aristóteles esta tendencia es evidente y ante la evidencia solo queda la aceptación.

Y no se trata de un utilitarismo vulgar, sino una condición permanente consecuencia de una actividad recta y plena de éxito. La política como Ciencia Suprema es clave, pues siguiendo el razonamiento, la felicidad no es un estado anímico sino la más excelente clase de vida, es decir, de actividad vital. Y esto no implica un esfuerzo o un sufrimiento para alcanzarlas, sino que al ser un fin natural también es placentero en sí mismo.

Así las virtudes éticas llevan a la felicidad pues ser virtuoso no es un esfuerzo, sino algo grato.

a una política en tanto, para el estagirita, la ética es para practicarla, y por tanto todos los asuntos de la filosofía humana deben incluir a la política.

La Obra consta de 10 libros (originariamente pergaminos) donde se irán describiendo aspectos que versan sobre la Felicidad y las Virtudes; sobre la Justicia, las Virtudes intelectuales, especialmente la Phrónesis, y la Vida Moral; sobre la Amistad; y el Libro X es una conclusión que incluye una revisión de los conceptos de la Felicidad y el Placer.

Para definir objeto y metodología de estudio, Aristóteles se sirve del método inductivo de razonamiento ciñéndose a las ciencias prácticas.

“Parece que toda arte y toda investigación, e igualmente toda actividad y elección, tiende a un determinado bien; de ahí que algunos hayan manifestado con razón que el bien es aquello a lo que todas las cosas aspiran.” (Ética a Nicómaco, 2001, p. 47) Aquello a lo que las cosas aspiran, es el Bien Supremo a cuya sombra se subordinan todas las artes y conocimientos prácticos que tienen como fin el bien (sea algo bueno o lo bueno), éstas están en posición de subordinación las unas de las otras. Esta jerarquía de subordinaciones no puede seguir al infinito, el Bien Supremo entonces es lo que no se subordina ya a otro y que corresponde a la Ciencia Suprema dentro de las practicas, que es la Política. Este valor se debe a que es la Política la que ordena a los ciudadanos dentro de la polis.

El impecable razonamiento Aristotélico es clave para la organización social de occidente. La evidencia indica que esta noción de entramado entre ética, moral y política es lo que nortea el comportamiento social actual, y ser un buen ciudadano, implica practicar virtudes de forma sostenida que a la vez deben ser gratas para el individuo e ir en consonancia con el bien común, también la evidencia muestra una exacerbación en la búsqueda de una vida plena de éxito, es la tendencia.

¿Ante la evidencia, también nuestro camino es la aceptación? Pongámonos a prueba. Para dicha empresanos serviremos del Libro 7 de Lacan en su seminario de la Ética, y de algunos títulos de Los Escritos.

¿Pero, en qué consiste este Bien? Este Bien es el bien del hombre, no el Bien en abstracto o la Idea de Bien. Aristóteles comienza aceptando sin más la creencia casi universal de que el Bien es la Felicidad ó Eudaimonia que se entiende como “bien vivir” y la felicidad entonces consiste en alcanzar la más elevada y excelente clase de vida.

Si decimos que el campo de la moralidad occidental es lo que permite definir muy ampliamente a la ética como la Ética del Bien, se enumeran los siguientes puntos de reflexión:

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1. La evidencia como generadora de premisa.

percepciones, juicios, lo que en este razonamiento dio lugar al gran problema del error de los sentidos, que podría traducirse en la distancia que existe entre el sujeto cognoscente y el objeto susceptible de conocimiento. Da lugar a la diferencia entre lo subjetivo y lo objetivo, de la relatividad del ojo del observador, los sentidos como engañosos.

2. La Ética del bien y su moral, no engendra más que una política.

3. Bajo la política de la felicidad subyace la ablación de la noción de infinito.

4. El placer que debe ser generado como algo naturalmente grato por el fin ó tendencia del hombre a la felicidad. ¿Excluye al deseo?

Desde las ciencias prácticas, función de verdad radica en que un fenómeno es más verdadero en tanto más se acerque al objeto real. Estableciendo jerarquías respecto del valor verdadero de los fenómenos. Pero eso también implica un vacío respecto de la posibilidad de reconocer un objeto como verdadero ya que los sentidos y sensaciones se presentan como engañosos.

Así aparece el gran mito de la “sensación pura” donde la reflexión es plenamente coincidente con el fenómeno. Los juicios, percepciones, sensaciones se consideran puros en tanto logran reconocer y afirmar al objeto en su estado real. Así en un fenómeno verdadero, en este caso, la distancia entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido desaparece (en plena coincidencia).

Respecto del primer punto, la filosofía tradicional, si bien ya muy analizada como criticada, es también sometida a crítica y prueba por Lacan.

En “Mas allá del principio de realidad”, Lacan hace referencia al método histórico que parte de la filosofía tradicional, cuestión que nos ocupa en este artículo y que podría arrojar luz respecto de la aceptación ante la evidencia: “En efecto, si tenemos por legítimo hacer prevalecer el método histórico en el estudio mismo de los hechos del conocimiento, no tomaremos en ello pretexto para eludir la crítica intrínseca que plantea la cuestión de su valor: una crítica tal, fundada sobre el orden segundo que confiere a estos hechos en la historia la parte de reflexión que implican, sigue siendo inmanente a los datos reconocidos por el método, o sea, en nuestro caso, a las formas expresadas de la doctrina y de la técnica, en tanto requiere simplemente de cada una de las formas en cuestión ser lo que se da por ser.” (Lacan,

Parece que someter a la aceptación de la evidencia a crítica cobra todo su sentido, pues hechos de conocimientos, históricamente de segundo orden son “dados a ser “en calidad de verdad cuyo cuestionamiento es peligroso pues tambalea todo valor de verdad que se le puede otorgar a un fenómeno tal.

2002, p.81)

“Es eso por lo cual somos estafados en una especie de segundo grado. Creemos que sólo hay un doble fondo, y estamos muy felices de haberlo encontrado, pero nos dan aún más el pego cuando lo encontramos que cuando no lo sospechamos, lo que es poco común, ya que cada uno se da muy bien cuenta de que hay algo que falla.” (La-

Los hechos del conocimiento pertenecen a un orden segundo, siendo del primer orden la dimensión de la reflexión. Esto es que en un acontecimiento de conocimiento la situación histórica del hecho incluye al menos dos tiempos, el primero el de la reflexión que desembocan, en un segundo tiempo: el hecho de conocimiento.

La parte de reflexión implica sensaciones,

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can, 1991)

Entonces establecer la premisa de que el Bien supremo “es” la Felicidad entendida

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como el “bien vivir” en dependencia con la Ciencia Suprema que es la Política basada en lo que la evidencia indica y a cuya aceptación nos sometemos parece denotar que se ha derrapado el hecho del conocimiento como de primer orden, cuyo punto ciego, el del orden de la reflexión, es tomado como “sensación pura”. Basando la premisa en la función de verdad cuya base constituye un mito, además de entender como un discurso cerrado donde al final la estafa es que algo falla.

contexto social, es imposible mantenernos cegados ante la similitud con la actualidad, donde la rigurosa indiferencia estructuralista, excluye a algunos e impele a otros. Pues como dice Lacan en algún lugar del seminario 7. “Es de la naturaleza del útil, ser utilizado”.

Siguiendo el mismo seminario, Lacan observa la cuestión del otro imaginario, respecto de una Política, parece pertinente analizarlo.

El ideal del yo, desde Freud y siguiendo a Lacan, es la forma primitiva sobre la cual se modela el yo, instalándose este otro imaginario en su función de pseudo-matriz, a cuyo entorno se organiza toda la cuestión de los bienes y tiene en potencia la potestad de responder a la demanda. De ahí que la imagen y semejanza, así como es el que provee un modelo, también en su doble función al ponerse frente a nosotros como yo ideal y representar para sí mismo su existencia, es aquel que nos priva.

En el seminario 7 Lacan expone cuanto sigue:“De este error de juicio,(…)debe saberse que es por el procedimiento mental de la sustracción del bien al bien que se llegaría a este método que refutaría la existencia de toda otra cosa que el bien en el ser, con el pretexto de que lo irreductible, siendo entonces como tal más perfecto que lo que era antes, no podría ser el mal.” (Lacan, 1991) Entonces, lo cerrado del discurso Aristotélico, me atrevo a decir de las ciencias prácticas, parte del método mismo, pues tiende a presentarse cerrado, sea por la naturaleza misma de las posibilidades del pensamiento.

Pero sin dudas es algo a lo que conviene hacerle resistencia.

El segundo punto nos lleva a pensar en una Ética cuyos preceptos morales deben seguir los individuos al servicio del bien común.

Este Bien, arropado de moralismo en aras de la universalización del Bien, está lejos de la felicidad del individuo, convirtiéndose en todo menos común.

Hay un bien como objeto, objeto de reparto dice Lacan, y el otro en su profunda duplicidad manifiesta un poder, una posibilidad que es al mismo tiempo la potencia de satisfacer, por ello organiza toda la cuestión del hombre con los bienes. Recordemos desde Aristóteles que la Política es la Ciencia Suprema pues ordena a los ciudadanos. Entonces la duplicidad se basa en la potencia de satisfacción y la potencia de privarnos de ella.

Este es el poder que tiene el otro imaginario al cual hemos de someternos en ese registro.

El propio Aristóteles, excluye a esclavos, mujeres y artesanos del acceso a este tipo de felicidad. El bien vivir solo es accesible para cierta clase social, cuyo comportamiento y sapiencia habilita la posibilidad de alcanzar la felicidad. El individuo en condición de esclavo, mujer o de casta inferior no tiene acceso a la gracia. Para ellos solo queda el esfuerzo. Salvando la distancia histórica y

El punto tres nos lleva a cuestionar por qué el infinito es anulado. ¿En aras de la cuadratura del razonamiento, tal vez?

Intentemos dejar explicaciones escuetas de lado, para adentrarnos en la ética que propone el psicoanálisis. ¿Y si el asesinato al infinito significa la fulminación de una meditación más allá del Bien Supremo?

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irreductible el que hace que siempre en el horizonte —esta búsqueda de esta prosecución de su propio bien— el sujeto se revele al misterio jamás enteramente resuelto de lo que es su deseo”. (Lacan, 1991) Mas allá del bien, está el deseo, que se presenta en un irreductible, en un misterio que escapa al cierre del razonamiento, y es en la relación del hombre con el significante que este deseo se desliza, donde pasa la línea del más acá del aparato psíquico y en su movimiento metonímico su función cumple una especie de revelamiento.

Traemos una pregunta de Lacan que interesa al caso: “¿qué hay más allá de esta barrera custodiada por la estructura del mundo del bien, y donde está, sin embargo, ese punto que hace virar, dar vuelta, gravitar, pivotear, sobre sí mismo ese mundo del bien para esperar que nos arrastre a todos a nuestra pérdida? Es por lo cual nuestra pregunta tiene un sentido del cual creo que no es vano recordarles su carácter terriblemente actual. ¿Qué hay más allá de esta barrera?” (Lacan, 1991) Si pensamos en un más allá de la barrera del bien, en realidad pensamos en un más acá, en una anterioridad a la filosofía en tanto disciplina del pensar, antes del pensamiento, retroceder a su posibilidad. A decir de Lacan lo que está pasando esa barrera, no es el miedo, el peligro, lo horroroso, sino lo que no sabemos, lo desconocido. El miedo es lo que protege la barrera, el dolor que defiende el margen.

El campo del no saber, en el campo de lo desconocido, antes del pensamiento y su tendencia al cierre, en la memoria que olvida, se encuentra, seguro ya lo adivinan: el inconsciente.

“Digamos que para aquél que les habla, es allí hablando propiamente, donde se sitúa, la revelación del carácter decisivamente original del lugar en que se ubica el deseo humano como tal, en esa relación del hombre con el significante”. (Lacan, 1991) Donde el discurso cerrado priva y en su discurso silencia al deseo que empuja por hablar. Ahí donde la cosa freudiana encuentra su punto de justificación en la teoría, y más que eso impele a una ética desde la cual se teje todas las dimensiones del discurso psicoanalítico, que va más allá del bien.

El punto 4 es una pregunta por el placer vs el deseo. ¿De qué lado de la barrera está el placer y de qué lado el deseo?

Hasta aquí seria licito el cálculo de que el placer por las vías de la ética del bien, responde a un deber. “(…) a la situación de todo hombre de buena voluntad, de aquél cuyo deseo es hacer el bien. A saber, es que sin duda quiere hacer el bien, que sin duda de esa forma también ha venido a encontrarlos, es para encontrarse bien, es para encontrarse de acuerdo consigo mismo, es para estar idéntico con algunas normas; y, sin embargo, ustedes saben lo que encontramos en el margen, pero porque no en el horizonte de todo lo que se desarrolla como dialéctica ante nosotros, de ese progreso del conocimiento de su inconsciente. Es este margen

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Este deseo corre por las vías de la emoción, la emoción en tanto afecto a priori que comporta el lado de las pasiones, pasiones para cada uno, un singular donde, parafraseado a Lacan, el temor y la piedad están bien.

Pues es desde ahí que se permite purgar y purificar todo lo que razona desde el placer, que pertenece a la serie de lo imaginario, del otro imaginario y su natural transcurso de cierre.

Apropósito de temor y piedad, Lacan habla de la tragedia como el espacio donde la catharsis ejerce su purificación, en el medio del bien y el mal, donde algo del deseo se refracta y retracta y cuyo efecto singular no se ubica en las filas de lo particular o universal. Lacan en este punto lo

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llama el efecto de lo bello sobre el deseo, una belleza que captura permite alguna revelación, pero el deseo sigue y sigue, inasible, infinito, renovado y rebelado a la razón.

De aquí la reflexión que cobra su propósito en este artículo. El psicoanálisis no sirve más que a su ética trágica, al Ser entendido como inasible, mas no por eso impotente, al contrario, la potencia radica siempre en su posibilidad que con su carácter de nunca realizada manifiesta al movimiento del deseo siempre al borde de la revelación y de la rebelión.

Sería conveniente de estar advertidos de la barrera y su más allá, para no poner a trabajar al dispositivo analítico en favor de una ética ciudadana. Viene a la memoria la frase atribuida a San Bernardo de Claraval: “El camino al infierno está plagado de buenas intenciones”. No se discute las intenciones del buen Aristóteles. Pero hemos de estar advertidos que el único efecto es el asesinato del movimiento deseante y la dignidad del sujeto en su rebelión y revelación singular.

Bibliografía.

Biblioteca del Colegio Internacional de Filosofía. (1997). Lacan con los filósofos. Siglo Veintiuno editores. Ética a Nicómaco (2005a ed.). (2001). Alianza Editorial.

Heidegger, M. (1966). Carta sobre el humanismo (2a ed.). Taurus.

Heidegger, M. (2000). Conceptos Fundamentales - Curso Friburgo 1941. Alianza.

Lacan, J. (1991). Seminario 7 La Ética del Psicoanálisis. Ediciones Paidós Ibérica.

Lacan, J. (2002). Escritos 1 - Jacques Lacan.

Siglo XXI. Nietzsche. (2002). Mas Alla Del Bien Y El Mal. Diana/México.

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DIANA Y ACTEON – MITO Según cuenta Ovidio en Las metamorfosis (libro III, 151-252), la diosa estaba acompañada de su séquito de ninfas.

Acteón alardeó de ser mejor cazador que Artemisa, por lo que ésta lo transformó en un venado que fue devorado por sus propios perros de caza.

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Acteón, hijo De Aristeo y Autónoe, era un gran cazador.

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... El final trágico llegaría a Acteón de la mano de sus animales, puesto que lo devorarían cruelmente haciendo su cuerpo pedazos.

Una vez acabaron con su vida, buscaron desesperados a su amo por todo el bosque, pero jamás lo encontraron.

Ya habían terminado con él.

Diana y Acteón es una pintura al óleo sobre tela realizada entre 1556 y 1559 por el pintor italiano Tiziano.

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“

En rigor, si existiesen precursores la historia de las ciencias perdería todo su sentido porque la propia ciencia solo en apariencia tendría dimensión histórica.

Un precursor sería un pensador, un investigador que habría recorrido antaño un trecho de camino cubierto por otro más recientemente. La complacencia en buscar, encontrar y celebrar precursores es el síntoma más claro de la incapacidad para la crítica epistemológica. Antes de poner en serie dos recorridos sobre un mismo camino es conveniente cerciorarse primero de que efectivamente se trata del mismo camino.

G. Canguilhem (1966) Lo Normal y lo Patológico.

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UN RECORRIDO POR “MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DE REALIDAD”1 Juan Lichtenstein Un recorrido

Introducción1

El presente trabajo se propone situar la posición adoptada por Jacques Lacan en Más allá del “Principio de realidad” (1936) en torno a la necesidad de someter a una crítica a aquellos conceptos de la doctrina de Sigmund Freud que suponen una apoyatura en:

imprudencia que nunca nos ha engañado: la de no fiarnos de nada sino de esa experiencia del sujeto que es la materia única del trabajo psicoanalítico. (p. 75) Para luego preguntarse (¿retóricamente?): El título ‘Más allá etc.’ no se arredra ante la paráfrasis del otro ‘Más allá’ que Freud asigna en 1920 a su principio de placer. Por lo cual se pregunta uno: ¿rompe allí Freud el yugo5 gracias al cual sostiene este principio por hacerlo gemelo del principio de realidad? (p. 75)

• El cuerpo tal como sería descrito por labiología.

• La realidad tal como era concebida por la ciencia hasta fines del siglo XIX. Acerca de Más allá del “Principio de realidad”

El tema del escrito Debajo del título se precisa: En torno a este principio fundamental de la doctrina de Freud, la segunda generación de su escuela puede definir su deuda y su deber (p.81)

El escrito, publicado por primera vez en 1936 (y por lo tanto en vida de Freud), es el más antiguo elegido por Lacan para la publicación de sus Escritos3.

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En “De nuestros antecedentes”, redactado para introducir los Escritos, Lacan (1966) afirmará, sobre Más allá del “Principio de realidad”:

Lacan planteará entonces que: • El “principio de realidad” es un concepto fundamental de la doctrina de Freud (afirmación llamativa, puesto que no es de los conceptos de la doctrina de Freud más destacados o mencionados en la actualidad).

Tómese lo que aquí se dibuja en cuanto a una referencia al lenguaje4 como fruto de la única 1 Libro Premio de Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. 2017 2 L’Évolution psychiatrique, 1936, fascículo III, pp. 6786.

3 El siguiente escrito en dicha publicación data de 1945.

4 Las negritas son mías, tanto en ésta como en el resto de las citas del trabajo.

5 Yugo: “Ley o dominio superior que sujeta y obliga a obedecer”. “Carga pesada, prisión o atadura”.

[Real Academia Española. (2017). Yugo. En Diccionario de la lengua española (23.a ed.). Recuperado de http://dle.rae.es/?w=yugo.]

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La “crítica intrínseca”

• La generación de analistas a la cual Lacan pertenece puede definir su relación al psicoanálisis en torno a este principio.

La revolución freudiana, como toda revolución, toma su sentido de sus coyunturas, es decir de la psicología reinante en su tiempo; ahora bien, todo juicio sobre esta última supone una exégesis de los documentos en que es afirmada. (…) En efecto, si tenemos por legítimo hacer prevalecer el método histórico en el estudio mismo de los hechos del conocimiento, no tomaremos en ello pretexto para eludir la crítica intrínseca que plantea la cuestión de su valor: una crítica tal, fundada sobre el orden segundo que confiere a estos hechos en la historia la parte de reflexión que implican, sigue siendo inmanente a los datos reconocidos por el método, o sea, en nuestro caso, a las formas expresadas de la doctrina y de la técnica, en tanto requiere simplemente de cada una de las formas en cuestión ser lo que se da por ser.

Veremos así que a la psicología que se pretendía científica a fines del siglo XIX y que, tanto por su aparato de objetividad como por su profesión de materialismo, lo imponía incluso a sus adversarios, le faltaba simplemente ser positiva, lo que excluye por su base tanto la objetividad como el materialismo. (pp. 81-82)

• Dicha relación se establece en torno a una deuda. La frase es ambigua en relación a la deuda de que se trata. Mi lectura es que el “principio de realidad” se plantea como una deuda pendiente de la doctrina de Freud, es decir, que es un concepto que debe ser revisado, y que la segunda generación de analistas puede definir su deber en torno a esta deuda.6 El principio de realidad Creo oportuno entonces, para dar un marco a este trabajo, citar la definición que Freud (1911) propondrá para el principio de realidad en “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”:

Retomo ilaciones de pensamiento que he desarrollado en otro lugar, suponiendo ahora que [en el inicio de la vida] el estado de reposo psíquico fue perturbado inicialmente por las imperiosas exigencias de las necesidades internas.

En ese caso, lo pensado (lo deseado) fue puesto de manera simplemente alucinatoria (…)

Sólo la ausencia de la satisfacción esperada, el desengaño, trajo por consecuencia que se abandonase ese intento de satisfacción por vía alucinatoria. En lugar de él, el aparato psíquico debió resolverse a representar las constelaciones reales del mundo exterior y a procurar la alteración real. Así se introdujo un nuevo principio en la actividad psíquica; ya no se representó lo que era agradable, sino lo que era real (…) Este establecimiento del principio de realidad resultó un paso grávido de consecuencias. (pp. 224-225)

Precisando: • La cuestión es qué valor tienen los “hechos del conocimiento”.

• El método histórico adoptado por Lacan para el estudio de los hechos del conocimiento implica una “crítica intrínseca”.

• La “parte de reflexión que implican” los hechos del conocimiento les confiere a estos un orden segundo en la historia. Es decir que, en la historia, existe un orden primero que es la reflexión, y es partiendo de ese orden primero que luego aparece otro orden, segundo, que es el orden de “los hechos del conocimiento”.

6 Otra lectura posible sería la de una deuda de la nueva generación de analistas con Freud o con su doctrina, siendo el principio de realidad aquello en torno a lo que existiría esta deuda. Considero menos adecuada esta interpretación porque en el escrito dicho principio es cuestionado y la valoración que realiza Lacan de la “revolución del método freudiano” se plantea incluso en sentido contrario al “principio de realidad”.

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• Lacan llamará a estos hechos del conocimiento, para el caso de la psicología, “las formas expresadas de la doctrina y de la técnica”.

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• La crítica requiere de cada una de las formas en cuestión, es decir de los hechos del conocimiento, “ser lo que se da por ser”.

“dando por ser” a muchos de estos conceptos, planteando esto un grado máximo de dificultad a la hora de querer “desembrollar” el problema.

Entonces la “crítica intrínseca” puede leerse en el siguiente sentido:

Experiencia y conocimiento Intentando “desembrollar el problema”, el escrito de Lacan desarrollará una crítica a las nociones de “engrama”7 y “vinculación asociativa”, propias de la psicología asociacionista, para luego indicar el “vicio teórico del asociacionismo”:

• Se “dan por ser”, es decir, se le supone un “ser” a los “hechos del conocimiento”: en psicología, se le supone un “ser” a las formas expresadas de la teoría y de la técnica.

Tomando los postulados del asociacionismo trabajados en el apartado anterior, se supone que “hay” sensaciones, percepciones, imágenes, creencias, operaciones lógicas, juicios.

Se denunciará el vicio teórico del asociacionismo si se reconoce en su estructura el planteo del problema del conocimiento desde el punto de vista filosófico. Efectivamente, la posición tradicional de este problema se encuentra (…) en los dos conceptos fundamentales de la doctrina. Me refiero a la ambigüedad de una crítica que, amparada en la tesis de que “nihil erit in intellectu quod non prius fuerit in sensu”8, reduce la acción de lo real al punto de contacto de la mítica sensación pura, es decir, a no ser más que el punto ciego del conocimiento, ya que en él nada se reconoce, y que impone con tanta mayor fuerza, explicitada o no en el “nisi intellectus ipse”9 (…) la primacía del espíritu puro, en tanto que, por el decreto esencial de la identificación, que reconoce al objeto a la vez que lo afirma, constituye el momento verdadero del conocimiento. (pp. 83-84)

• Pero al postular el “ser” de estos “hechos del conocimiento” (el acento puede ponerse en “hechos”) se desconoce que pertenecen a un orden segundo, que son producto de la reflexión.

• Queda justificado así por qué el método histórico supone esta “crítica intrínseca”: es gracias al método histórico que pueden ubicarse a los “postulados” de la psicología asociacionista (sensaciones, percepciones, juicios, etc.), que el asociacionismo “da por ser”, como “tomados en préstamo tal cual a la psicología escolástica, que a su vez los había recibido de siglos de elaboración filosófica”; es decir, que es el método histórico el que permite pensar a estos marcos de la psicología asociacionista como “productos de una erosión conceptual” y no “forjados para una concepción objetiva de la realidad psíquica”, siendo el método histórico el que permite no “dar por ser” a dichos marcos, ubicando que aquellos tienen una historia, son productos de una reflexión.

Tendremos entonces una crítica a la tesis de que “nada estará en el intelecto que antes no esté en los sentidos”, crítica que se planteará en estos términos: • Lacan califica de mito la idea de que existiría un “punto de contacto” de lo “real” con el “individuo” en la “sensación pura”.

La crítica realizada por Lacan da entonces una nueva dimensión a “lo difícil que resulta desembrollarlo a este nivel, recordando que la psicología actual conserva muchos de estos conceptos”: podría suceder que la psicología actual (y el psicoanálisis) siga

• La psicología asociacionista afirma la acción de lo real apoyándose en este mito.

• En la “sensación pura” como “punto ciego del conocimiento” nada se reconoce, 7 Que refiere a los problemas de la memoria y su elemento “psicofísico”.

8 “nada estará en el intelecto que antes no esté en los sentidos” 9 “a no ser el propio intelecto” 21

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Concepción de la verdad en la teoría asociacionista

puesto que la sensación es, tal como la fórmula lo plantea, “pura”: en ella no intervendrían las “funciones del intelecto”, siendo el “reconocimiento” una de estas funciones10.

Una vez expuesta la concepción de los fenómenos del conocimiento que le atribuye Lacan al asociacionismo, puede enmarcarse la siguiente afirmación que realiza Lacan al comienzo del apartado “Crítica del asociacionismo”: Así considerado en su conjunto (…) el asociacionismo va a revelarnos sus implicaciones metafísicas (…): para oponerlo (…) a una concepción que se define (…) en los fundamentos teóricos de diversas escuelas contemporáneas con el nombre de función de lo real, digamos que la teoría asociacionista está dominada por la función de lo verdadero. (p. 82)

• La “sensación” queda planteada entonces como (único) “punto de contacto” entre el individuo y lo “real”.

Es de la fuente de esa concepción atomística del engrama de donde proceden los enceguecimientos de la doctrina respecto de la experiencia, mientras que la vinculación asociativa sirve de vehículo, debido a sus no criticadas implicaciones, a una teoría fundamentalmente idealista de los fenómenos del conocimiento. (p. 84)

Partiendo de la concepción del asociacionismo de que lo real se manifestaría exclusivamente en el “punto de contacto de la sensación pura”, los fenómenos psíquicos quedarán en esta teoría sometidos a una jerarquización que dependerá del éxito que tengan para dar testimonio de lo “real”, siendo más “verdaderos” cuanto más se acerquen a este propósito. Puede leerse entonces en Lacan: (…) sorprendente definición que se da de la percepción como una “alucinación verdadera”. (…) asimilando el fenómeno de la alucinación al orden sensorial, la psicología asociacionista no hace más que reproducir el alcance absolutamente mítico conferido por la tradición filosófica a este fenómeno en la cuestión de escuela acerca del error de los sentidos; (…). (pp.

84-85)

Lacan planteará entonces que: • El concepto asociacionista de engrama provocará un enceguecimiento respecto de la experiencia: se considera a la experiencia partiendo de una suma de sensaciones que una a una se “imprimen” en la memoria, y que suponen un contacto “puro” del individuo con lo “real”. Luego, • Estas sensaciones entrarán en “vinculación asociativa” producto del trabajo del intelecto. Más adelante,

• “La vinculación asociativa sirve de vehículo (…) a una teoría fundamentalmente idealista de los fenómenos de conocimiento”: el conocimiento se produciría en el “intelecto” concebido como “espíritu puro”.

(…) Este fenómeno [la imagen], (…) es importante también por la complejidad de su función (…) a la que no es posible tratar de abarcar con un solo término, como no sea el de función de información. (p. 85)

• Estas implicaciones del concepto de vinculación asociativa, que vehiculizan una teoría idealista de los fenómenos del conocimiento, no fueron todavía criticadas hasta este escrito.

(…) Este fenómeno extraordinario [la imagen] (…) se nos presenta (…) reducido a su función de ilusión. A la imagen, que (…) se la considera como una sensación debilitada en la medida en que da un testimonio menos se-

10 Se concebiría luego al intelecto (que se reconoce a sí mismo a la vez que se afirma) como “espíritu puro”, siendo lo único que el propio intelecto podría reconocer que no haya estado antes en los sentidos.

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guro de la realidad, se la estima como el eco y la sombra de la sensación, identificada, de ahí, con su huella, con el engrama. (p. 85)

análisis de éstos y empobrece su sentido. (p. 84) Lacan concluirá el apartado de su “Crítica del asociacionismo” con las consecuencias que considera que tienen las concepciones criticadas en dicha teoría en relación a la posibilidad de constitución de la psicología como ciencia: Así, a los fenómenos psíquicos no se les reconoce realidad propia alguna: aquellos que no pertenecen a la realidad verdadera solo tienen una realidad ilusoria. La realidad verdadera está constituida por el sistema de las referencias válido para la ciencia ya establecida, o sea, de los mecanismos tangibles para las ciencias físicas, a lo cual se añaden motivaciones utilitarias para las ciencias naturales. El papel de la psicología no es otro que el de reducir a este sistema12 los fenómenos psíquicos y verificarlo gracias a la determinación, por él, de sus fenómenos mismos que constituyen su conocimiento. En la medida en que es función de esta verdad, no es una ciencia esta psicología. (p. 86)

Finalmente, En rigor, un altísimo número de fenómenos psíquicos se consideran en las concepciones de esta escuela como si no significasen nada, lo cual parece excluirlos de los marcos de una psicología auténtica, de una psicología que sabe que cierta intencionalidad es fenomenológicamente inherente a su objeto. Para el asociacionismo, esto equivale a tenerlos por insignificantes, es decir, a arrojarlos sea a la nada del desconocimiento, o bien a la vanidad del “epifenómeno”. (p. 85) De acuerdo a lo anterior, el asociacionismo someterá los fenómenos psíquicos a una clasificación en estos términos:

Una concepción como esa distingue, por tanto, dos órdenes en los fenómenos psíquicos: por una parte, los que se insertan en algún nivel de las operaciones del conocimiento racional; por la otra, todos los demás: sentimientos, creencias, delirios, asentimientos, intuiciones, sueños. Los primeros necesitan del análisis asociacionista del psiquismo; los segundos deben explicarse por aIgún determinismo, extraño a su “apariencia” y denominado “orgánico” por el hecho de reducirlos, ora al sostén de un objeto físico, ora a la relación de un fin biológico. (pp. 85-86)

La verdad en la teoría físico-matemática posterior al siglo XIX En el apartado “Verdad de la psicología y psicología de la verdad” Lacan cuestionará la concepción de realidad sostenida por el asociacionismo, en la medida en que proviene de una concepción no científica de la misma, tomada bien del sentido común, bien de una concepción ya superada por la ciencia de principios de siglo XX.

Tendremos entonces que en la teoría asociacionista

Así afirmará que:

(…) los fenómenos se definen (…) en función de su verdad, ya quedan sometidos en su concepción misma a una clasificación de valor11.

Jerarquía tal no sólo vicia, como hemos visto, el estudio objetivo de los fenómenos en lo que atañe a su alcance dentro del propio conocimiento, sino que además, al subordinar a su perspectiva todos los datos psíquicos, falsea el

(…) la verdad en su valor específico permanece extraña al orden de la ciencia: ésta puede honrarse con sus alianzas con la verdad (…) pero de ninguna manera puede identificarla como su fin propio. (p. 86)

11 Es decir, los fenómenos más “verdaderos” se situarán en una “jerarquía” más alta.

12 Al “sistema de las referencias válido para la ciencia ya establecida”.

(…) detengámonos (…) en los criterios vividos de la verdad y preguntémonos cuales son, en-

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Revolución del método freudiano

tre estos, los más concretos que subsisten en los vertiginosos relativismos a que han llegado la física y las matemáticas contemporáneas, ¿dónde están la certidumbre -prueba del conocimiento místico, la evidencia -fundamento de la especulación filosófica- y la no contradicción misma, más modesta exigencia de la construcción empírico-racionalista? (p. 86) (…) Más al alcance de nuestro juicio, ¿se puede decir que el científico se pregunta por ejemplo, si el arcoíris es verdadero? Únicamente le importa que este fenómeno sea comunicable en algún lenguaje (condición del orden mental), registrable de alguna forma (condición del orden experimental), y que logre insertarse en la cadena de las identificaciones simbólicas, en la que su ciencia unifica lo diverso de su objeto propio (condición del orden racional). (pp. 86-87)

El escrito de Lacan continuará con tres apartados, (“Revolución del método Freudiano”, “Descripción fenomenológica de la experiencia analítica” y “Discusión del valor objetivo de la experiencia”) (…). Si bien en estos apartados no se hace referencia a los temas que se quieren abordar en el presente trabajo, considero importante destacar que Lacan plantea a la revolución freudiana como una revolución en el método: es la asociación libre la que permite precisar al objeto de la psicología como ciencia, en la medida en que implica: • Liberar a los fenómenos psíquicos de las cadenas que les imponía la clasificación de los mismos en función de su verdad: la regla de la asociación libre exige “no elegir” entre dichos fenómenos.

Tendremos entonces que:

• Aislar el objeto propio de la psicología, en la medida en que reconoce que “lo dado de esta experiencia [analítica] es de entrada lenguaje” (p. 89), que el psicoanalista entra en la experiencia “en situación de interlocutor” (p. 90) y que esto no es un obstáculo al método científico porque implica reconocer a la psicología en su propia dimensión, lo que supone aceptar que “la ‘naturaleza’ del hombre es su relación con el hombre” (p. 94), es decir, que no hay posibilidad de una psicología científica que no tenga como punto de partida la “relación interhumana”.

• La ciencia de ninguna manera puede identificar a la verdad como fin propio.

• Los pocos criterios de verdad que subsistían hasta fines del siglo XIX (certidumbre13, evidencia14 y no contradicción15) ya no resisten a los desarrollos de la física y la matemática contemporáneas.

• La pregunta del científico ya no es por la verdad de los fenómenos, siendo los fenómenos en primer lugar postulados, comunicados en algún lenguaje, para luego poder ser “registrables de alguna forma” (lo que no implicaría por ello postular para los mismos un carácter de verdad), y sólo pueden ser sostenidos como fenómenos si se insertan en la “cadena de las identificaciones simbólicas” de la ciencia.

• El lenguaje íntimamente ligado la “relación interhumana”: El psicoanalista, para no desligar la experiencia del lenguaje de la situación implicada por ella, cual es la del interlocutor, se atiene al sencillo hecho de que el lenguaje, antes de significar algo, significa para alguien.

13 Teniendo en cuenta la mención en el apartado a la física contemporánea a Lacan (relatividad y mecánica cuántica), probablemente sea una referencia al “principio de incertidumbre” de Heisenberg.

14 Puesto que no pueden haber “evidencias” que avalen en forma definitiva una teoría, existiendo siempre la posibilidad de que nuevas observaciones o argumentos la cuestionen (Popper, 1934).

15 Por ejemplo, la dualidad onda/corpúsculo establece, en oposición a la física clásica, que las ondas pueden comportarse como corpúsculos y los corpúsculos como ondas.

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Así, todos los conceptos freudianos valorados por Lacan en dichos apartados

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tendrán esa dimensión de “relación social”. Al valorar la revolución freudiana Lacan no realizará ninguna referencia a:

dencia con algo, no será ya con un mundo exterior-objetivo-real sino con una realidad definida como “aquello en que concuerda universalmente el conocimiento del hombre”.

• El cuerpo orgánico desempeñando ningún papel en la constitución de los fenómenos psíquicos.

• El principio de realidad con el que Freud responde a la pregunta por la constitución de la realidad psíquica y el yo supone un nuevo paso al terreno metapsicológico, lo que implicaría la imposibilidad de este principio de ser un “instrumento de un progreso de la psicología hacia un saber positivo.”

• Una realidad exterior a la relación social que tenga algún tipo de incidencia en la experiencia analítica.

Crítica de Lacan a la metapsicología

Conclusión

El escrito finalizará con una pregunta y un comentario:

(…) En “Presentación autobiográfica” Freud (1925) afirmará, acerca de su “metapsicología”:

(…) ¿cómo se constituye, a través de las imágenes -objetos del interés-, esa realidad en la que concuerda universalmente el conocimiento del hombre? ¿Y cómo a través de las identificaciones típicas del sujeto se constituye el yo [je], en el que aquél se reconoce?

(…) [en 1915] me atreví a intentar una «metapsicología». Llamé así a un modo de abordaje en que cada proceso anímico es apreciado siguiendo las tres coordenadas de la dinámica, la tópica y la economía, y vi en ello la meta máxima asequible a la psicología. (…) En mis últimos trabajos especulativos he emprendido la tarea de articular nuestro aparato anímico sobre la base de la apreciación analítica de los hechos patológicos, descomponiéndolo en un yo, un ello y un superyó (…). (pp. 54-55)

Freud responde a ambas preguntas pasando nuevamente al terreno metapsicológico. Propone un “principio de realidad” cuya crítica, dentro de su doctrina, constituye el fin de nuestro trabajo. (pp. 97-98)

El análisis de los “hechos patológicos” en la teoría de Freud precisa, para sostenerse, de su metapsicología (puesto que es esta última la que aporta la dinámica, tópica y economía del funcionamiento psíquico).

De donde tendremos: • Una realidad planteada por Lacan ya no como “mundo exterior objetivo {real}” sino como “realidad en que concuerda universalmente el conocimiento del hombre”. Si existe una realidad “psíquica” esta se constituye a través de las imágenes –objetos del interés- (podríamos tal vez contraponer este concepto al de “percepciones sensoriales” propuesto por Freud, dada la complejidad de la función de la imagen propuesta por Lacan en el escrito y su intencionalidad inherente como objeto del conocimiento).

Si esta realidad “psíquica” presenta coinci-

Esta metapsicología es criticada por Lacan en Más allá del “Principio de realidad”, tanto explícitamente (críticas a la libido, al principio de realidad y a la propia metapsicología) como en sus fundamentos, en la medida en que muchos conceptos centrales de la metapsicología de Freud –Ello, yo, pulsión, principio de realidad, libido, deseo sexual, realidad objetivase plantean apoyados en un sustrato material.

Lacan propone en el escrito trabajado que esta

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búsqueda de un sustrato material para los fenómenos debe ser abandonada, al menos si se intenta recortar al psicoanálisis en el progreso de otras disciplinas científicas (que ya han superado un materialismo ingenuo que les imponía sostener una “referencia a la materia” como condición de su progreso).

conceptos de la doctrina psicoanalítica que desconocen que, al decir de Lacan en Más allá del “Principio de realidad”: “la ‘naturaleza’ del hombre es su relación con el hombre”.

Tal vez sea la apoyatura de los conceptos psicoanalíticos en un sustrato material el yugo al que hace referencia Lacan en “De nuestros antecedentes”, yugo del que el psicoanálisis, de acuerdo a la propuesta del escrito, precisaría liberarse para avanzar en su constitución como ciencia. Considero que es en este sentido que puede leerse la propuesta de Lacan en “De nuestros antecedentes”: superar el materialismo ingenuo proponiendo al lenguaje como materia (“la materia única del trabajo psicoanalítico”), movimiento insinuado en “Más allá del principio de realidad” en su referencia a la física y la matemática contemporáneas y en su intención de recortar al psicoanálisis en el progreso de la ciencia.

Considero entonces, retomando los objetivos planteados en la introducción de este trabajo, que la propuesta de Lacan de sostener al lenguaje como “materia única del trabajo psicoanalítico” tiene como condición resignar, en el estudio de los fenómenos humanos, la apoyatura en el “sostén de un objeto físico” sea planteado éste como cuerpo biológico o como realidad objetiva/exterior.

Postular la relatividad del objeto de la psicología, es decir, la relación interhumana como punto de partida en el análisis de los fenómenos humanos, requiere cuestionar aquellos

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“

El inconsciente, imaginamos que es algo como un instinto, pero no es cierto.

Carecemos totalmente de instinto, y la manera con la cual reaccionamos está ligada no a un instinto, sino a cierto saber vehiculizado no tanto por palabras como por lo que yo llamo signicantes.

Lacan (p.12)

Jacques Lacan. Fragmento de una conferencia - Universidad de Columbia “Conferences et entretiens dan des universités nord-americains” año 1975

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DEL RIGOR EN LA CIENCIA …En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del imperio, toda una Provincia.

Con el tiempo, esos Mapas Desmesurad os no satisfacieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coinci día puntualmente con él.

Menos Adictas al Estudio de la Ca rtografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatad o Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclem encias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos del Oe ste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por An imales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.

Suárez Miranda: VIAJES DE BARO NES PRUDENTES, LIBRO CUARTO, CAP. XLV, LÉRIDA, 165 8.

Jorge Luis Borges, El Hacedor (1960)

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BORGES, UNA DOCTRINA

Juan Lichtenstein

El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra.1

b) Inventar conceptos y escribir en formato “académico” no implica necesariamente un pensamiento más complejo, ni más riguroso, y viceversa. Borges desarrolla su aparato teórico con palabras simples e incorporando y recombinando ideas de otros autores. Esta sencillez en el vocabulario se acentúa cada vez más a lo largo de su obra.

• Este texto tiene 2 objetivos: 1) Proponer que en la obra de Jorge Luis Borges se despliega un sistema de pensamiento original2 que comprende el universo. Dicha doctrina3 puede encontrarse en el conjunto de su obra, expuesta tanto de forma explícita como implícita, al menos desde 1936 y hasta 1986, el año de su muerte.

c) En Borges, metáfora y concepto no son necesariamente excluyentes. Esta afirmación puede parecer relativamente fácil de aceptar, pero presupone una concepción original de ambos, que implica un cambio radical del modo en que solemos concebir al lenguaje, a la realidad, al tiempo, y a la relación entre estos tres. Exige asimismo la jerarquización de la metáfora (y del arte en general) como actividades intelectuales, con una dignidad no menor a la que le es reconocida al llamado “pensamiento científico”.

2) Mencionar algunos problemas teóricos que a mi entender vuelven ilegible esta dimensión de su obra si no se realizan operaciones de descifrado, que “recuerdan el artificio de aquel personaje de Poe que en trance de ocultar una carta a la curiosidad policial, la exhibe como al desgaire en un tarjetero”4. La lista es incompleta: a) “Vindicar realmente una causa y prodigar las exageraciones burlescas, las falsas caridades, las concesiones traicioneras y el paciente desdén, no son actividades incompatibles, pero sí tan diversas que nadie las ha conjugado hasta ahora5”. En la obra de Borges el ejercicio de la sátira no se contrapone al despliegue del argumento, algo sumamente difícil de aceptar en la medida en que suponemos que un autor o dice algo “en serio” o lo dice “en broma”. Esto se vincula en su obra a la disolución de la totalidad de los pares opositivos que imaginamos necesarios para el despliegue de un pensamiento lógico.

d) Borges intenta reabrir una discusión filosófica cerrada hace cientos de años: la del nominalismo (“el lenguaje no es otra cosa que un sistema de símbolos arbitrarios”6, “las ideas son generalizaciones”7) vs. el realismo (“las ideas son realidades8”, “[el lenguaje] es el mapa del universo9”). Independientemente de la opinión que cada uno pueda tener al respecto, cabe señalar que el autor afirma, en “De las alegorías a las novelas”, que “el nominalismo, antes la novedad de unos pocos, hoy abarca a toda la gente. Su victoria es tan basta y fundamental que su nombre es inútil. Nadie se declara nominalista porque no hay quien sea otra cosa.10” Complejiza el problema el hecho de que no toma partido por alguna de las dos posiciones11 sino que

1 Jorge Luis Borges, La rosa de Paracelso, en La Memoria de Shakespeare (1983).

2 En el sentido de que no incorpora ninguna teoría, concepto ni autor sin realizar una reescritura de ellos.

3 Utilizo doctrina en el sentido que le da Jacques Lacan para referirse a la obra de Sigmund Freud.

4 .L.B., “Las Kenningar”, en Historia de la Eternidad (1936). Si continuáramos la analogía con La Carta Robada, el descifrado requeriría no pensar sólo como agentes de la ley.

5 J.L.B., “Arte de Injuriar”, en Historia de la Eternidad (1936).

6 J.L.B., “De las alegorías a las novelas”, en Otras Inquisiciones (1952) 7 Idem.

8 Idem.

9 Idem.

10 Idem.

11 A diferencia de Lacan, quien afirma que “Platón 29

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desarrolla una concepción propia, al tiempo que afirma que “las dos tesis corresponden a dos maneras de intuir la realidad12”.

querir mucha lectura ni estudio previos para comprender los argumentos que presenta.

Esta afirmación puede resultar chocante, pero lo es en la medida en que tendemos a suponer una relación directa entre cantidad de lectura necesaria y calidad de ideas encontradas.

e) Borges tiende a discutir ideas y no autores.

Esto significa que en aspectos centrales puede coincidir con un autor y en otros aspectos igual de centrales oponerse al mismo. Para dar un ejemplo extremo, que Borges afirme que “Spinoza tiene que ser sentido como un santo13” no le impide cuestionar, por ejemplo, la idea de que “Todas las cosas quieren persistir en su ser”.

h) En el epílogo de sus Obras Completas, Borges se presenta como “Autor y autodidacta (…) sin otro título oficial que un vago bachillerato14”, y “Sobre los clásicos” sostiene: “Hacia el año 30 creía (…) que la belleza es privilegio de unos pocos autores; ahora sé que es común y que está acechándonos en las casuales páginas del mediocre o en un diálogo callejero.15” El saber también.

f) Sostiene ideas que desde un punto de vista psicológico pueden parecer delirantes, en la medida en que se oponen a concepciones que tenemos sobre la realidad y sobre el yo, y que tendemos a vivir como certezas.

Esto puede provocar que tendamos a suponer que ciertas ideas, argumentos, conceptos (aquellos que nos resultan disparatados) tienen para el autor sólo un sentido cómico, poético, o metafórico (en el peor sentido de las tres palabras). g) En el pensamiento de Borges confluyen ideas de tal diversidad de autores y procedencias que puede dar la impresión de ser inabarcable. Sin embargo, no suele citar conceptos sin exponerlos o explicarlos. En este sentido presenta una complejidad menor que otros autores, dado que no suele re-

i) La rosa es sin porqué, florece porque florece Si quieres seguir leyendo, transfórmate tú mismo en el libro y en la doctrina16 Cada paso que darás es la meta17

14 .L.B., “Epílogo”, en Borges: Obras Completas (1923-1972).

15 J.L.B., “Sobre los Clásicos”, 1965, en Otras Inquisiciones (1952) 16 Angelus Silesuis, Cherubinischer Wandersmann, 1675 (traducción de J.L.B. y Bioy Casares en “El libro del cielo y el infierno” -1960-). Ver también “Nueva refutación del tiempo” en Otras Inquisiciones (1952).

17 J.L.B., La rosa de Paracelso, en La Memoria de Shakespeare (1983).

era lacaniano”.

12 Idem.

13 J.L.B., “Baruch Spinoza”, conferencia del 22/02/1981, en Borges en la Escuela Freudiana de Buenos Aires (1993).

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SEGUNDA EDICIÓN 32 MARZO 2022