Edición 232

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Artículo 19

Culiacán, Sinaloa, 16 de mayo de 2018

OPINIÓN Antonio Navalón

La verdadera batalla

Nos llegó la fiestecita Jorge Aragón Campos

Y poco a poco, encuesta a encuesta, grado a grado y debate a debate, la campaña va dando su verdadera cara. Naturalmente y como era de prever, las distancias que separan a los candidatos ya no son tan enciclopédicas ni tan insalvables. Hay que ser conscientes de que más allá de la razón, de las conversaciones de café o del diálogo entre las élites, las fórmulas propuestas penetran o no lo hacen. El que va arriba tiene muchas ventajas, sólo tiene un pequeño inconveniente, seguir arriba y culminar bien la carrera. El que va pegado a él tiene el enorme desafío de convencer y vencer. Eso, naturalmente, muchas veces es lo más difícil. Sin embargo los que están por debajo -sobre todo los que parecía que no tenían ninguna posibilidad de ganarcomo es el caso de Meade, pueden tener muchas oportunidades, en los próximos días, por lo menos para empatar el segundo lugar y claramente desafiar y luchar por el primero. Comprendo que con los datos actuales esto parece una alucinación. Pero si ustedes observan bien las diferencias que hay entre ser brillante desde el punto de vista dialéctico, quedar bien en los programas de televisión, o ser el que barre en los debates, todo eso se plasma en política y en las elecciones. Además se transmite -de manera mayoritaria y genérica para que eso se pueda recoger así en las urnas el “Día D” y a la “Hora

H”- que las fórmulas que uno va proponiendo penetran a la sociedad. Aquí tenemos varios elementos claros. El desafío del líder de las encuestas, me refiero a López Obrador, sobre cómo hará lo que dice que va a hacer; el triunfo, sin duda alguna personal, y la confirmación de la brillantez del candidato Anaya con todas las dificultades y sin cuajar del Frente que lo sostiene; el deseo cerrado e intentando que sea algo más que voluntarismo o propaganda del régimen de José Antonio Meade de dar la batalla y finalmente terminar imponiéndose. En cuanto a los independientes, ellos saben que son parte de la ecuación en el sentido de restar o sumar pero que de momento no se dan las condiciones -por muy notable que haya sido la batalla que han dado para estar en la boleta presidencial- para que un independiente llegue a Los Pinos. Así las cosas, y puesto que ya no es un problema sólo de las clases dirigentes, ni del dinero, ni de los medios de comunicación ¿qué puede pasar con el resultado electoral? Siempre he sabido que en México todo es posible. Pero la verdad es que ahora sí, a menos de 45 días del resultado final de las elecciones, empezamos a tener una campaña que se está calentado por momentos y sobre todo podemos medir el ancho de cada uno de los candidatos, más allá de las leyendas, fantasías, tendencias o las injusticias históricas.

La barbaridad que cometió Ricardo Alemán, al incitar a un atentado contra López Obrador, tuvo su lado cómico en los intentos -por demás ridículos- de hacer aparecer como atentado a la libertad de expresión, el obligado y nutrido rechazo colectivo a un tipo que se ha esmerado por restregarnos en la cara su descaro como gatillero. Alemán tenía mucho que había rebasado los límites de varias garantías constitucionales, ya no digamos del sentido común; su actuación en diferentes medios de comunicación convencionales, ya era una muestra muy completa de la impunidad rampante que priva en toda nuestra geografía y todas las esferas de la vida nacional; él, su publicación y su estúpida soberbia en la que se refugió ante las primeras manifestaciones de condena pública, son parte del estado de cosas que nada más ya no pueden continuar, por ser expresión de los que han pasado -de hacer del país botín- a erigirse como los beneficiarios de un mandato divino, donde dice que el que está jodido es porque es pendejo, por lo tanto el que está bien no es porque sea corrupto, ladrón, cínico, grosero, prepotente, abyecto… sino porque se lo merece, porque ha logrado inhibir toda reacción de nausea hacia las más condenables conductas de cualquier conglomerado más o menos civilizado, un premio que se gana por lograr colarse al círculo de los elegidos, esa élite donde sólo caben los cómplices capaces de mostrar en público la mayor de las desvergüenzas. Ponerlo como vulgar chayotero es hacerle un favor; que lo compre el que le crea y que se atenga a las consecuencias. Bien haríamos los periodistas sinaloenses en poner las barbas a remojar, también en reconsiderar las bases sobre las cuales pensamos seguir ejerciendo la profesión, pues resulta evidente que el público –nuestro público- ha cambiado, no podemos continuar trabajando con la absurda pretensión de asumirnos como entes puros e inmaculados, a quienes no mueve más interés que servir de

alfombra para que pise el pueblo; ya parecemos políticos en campaña; ahí está el caso de Alejandro Sicairos, presidente de una asociación de periodistas, quien acusa a Cuén Ojeda de atentar contra la libertad de expresión, porque tiene puestas demandas contra tere Guerra y contra Lilly Tellez, pues el político considera que fue afectado en publicaciones de ambas; Alejandro se equivoca de cabo a rabo: como periodista, como representante gremial y como ciudadano, pues no puede erigirse en juez y parte, no puede avalar el desempeño de una persona nomás porque ésta se asume como periodista, y no puede pretender presentarlas a las dos como muestras de periodismo a secas, ya no digamos imparcial y objetivo. Confieso no pertenezco a la asociación que dirige mi estimado alex, de hecho no estoy en ninguna pues no puedo ingresar a un club donde acepten a tipos como yo, pero aclaro que si comportarse como lo hacen estas mujeres es ser periodista, a mí dejen de considerarme como tal, si es que lo hacían; prefiero me cambien de adscripción, taquero no me desagrada. Entre gitanos no nos vamos a leer la buena ventura, el gremio periodístico -al igual que cualquier otro en México- está infestado de personajes indeseables, no debemos andar haciendo tabla rasa y convirtiéndonos en cómplices de quienes, a la hora de los fregadazos, hasta las contras juegan. A ver si ya comienzan a fijarse con quién se juntan, con mayor razón a quién le dan el aval. Luego los traen en el buró y se quejan de no saber por qué. Sólo me resta manifestarle mi reconocimiento y mi felicitación a Cuén Ojeda, así como a todos los que han hecho lo mismo, porque al sentirse agredidos y afectados por publicaciones de quien sea, han optado por el camino de la ley y de las instituciones, en lugar del “otro”, que como bien sabemos, aquí en Sinaloa está al alcance de cualquiera.


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