DIRECTO BARRIO LAS AGUAS, BOGOTÁ. NOVIEMBRE 2019. EDICIÓN No.55.
Las Bermúdez, mujeres que rompen esquemas Escrito por Natalia Chavarro Naranjo y Mayra Robles Silva, estudiantes de Derecho y Literatura, en el marco de la clase de Crónicas y Reportajes Periodísticos de la Univerisdad de los Andes.
Su abuela tuvo un negocio de canecas de reciclaje y, desde entonces, a las Bermúdez se les conoce en el barrio como “las canequeras” Detrás de un portón negro en la Calle 22 se escucha a Juan Sebastián Pacheco gritar “¡Abuela!, tengo que hacer una ballena de plastilina. ¡Maris tiene y me puede prestar!”. Carmen es la persona a la que el pequeño le habla, una de las Bermúdez. Son cuatro hermanas, todas cabeza de familia, que han acomodado sus horarios para turnarse largos días de trabajo, pues de 5:30 a.m. a 9:30 p.m., de lunes a domingo, su casa funciona como un parqueadero. Claudia, Clara, Martha y Carmen Bermúdez casi siempre han vivido de los negocios que han formado en su hogar. “Anteriormente trabajábamos en el reciclaje. Se compraban y se vendían canecas plásticas, metálicas, cartón, galones. Ese era el medio de trabajo de nosotras”, cuenta Carmen. Con el tiempo, el dinero que ganaban fue disminuyendo y decidieron cambiar el rumbo del negocio. Están a punto de cumplir cuatro años con el parqueadero. Además de la edad, ser madres cabeza de hogar representó un desafío y un impulso para mantenerse en el mundo laboral. Sobre este tema, Laura Porras, profesora de Derecho de la Universidad de los Andes, asegura que en el país “la carga de cuidado es tremendamente desigual. Esto hace que las mujeres terminemos trabajando mucho más que los hombres, pues la crianza es muy demandante física e intelectualmente”. También explica que es importante comenzar a reconocer la
importancia del trabajo asociado con la crianza que tienen las madres y del que no se habla con suficiente frecuencia. Ante la imposibilidad de emplearse, estar pendientes de sus hijos, hijas y nietos, un día “despertaron”, cuentan Martha y Carmen. Tomaron la decisión de abrir el portón para recibir y cuidar las motos de algunos miembros de la comunidad universitaria. Los fines de semana lo que más mueve el negocio son las personas que se animan a subir Monserrate a pie y necesitan un lugar donde dejar su vehículo antes de iniciar la caminata. Este espacio, que también es su casa, ha servido para celebrar cumpleaños, navidades y bautizos. A las Bermúdez no les falta ni la música ni la fiesta, situación que les ha causado ciertos percances con los vecinos. “La semana pasada nos cerraron el parqueadero tres días porque nosotras somos muy rumberas y el vecino llamó a la Policía”, cuenta Carmen. Las hermanas recuerdan a su abuela, quien les heredó la casa. Dicen que salía muy temprano a trabajar en aquello del reciclaje. Carmen cuenta que era una mujer muy dura y trabajadora: “Nunca nos faltó comida, no nos dio lujos pero gracias a ella tengo un once de bachillerato.” Quizás por eso, Carmen y Martha trabajaron en empleos típicamente ejercidos por hombres. Carmen como la primera islera en las bombas de gasolina en Bogotá y Martha
como ayudante de construcción. Ahora, con el negocio de los parqueaderos no deja de ser así. La mayoría de los que hay en el barrio son propiedad de hombres. Sobre la renovación del barrio las Bermudez tienen sensaciones encontradas: quieren el cambio, pero aún tienen cierta incertidumbre. Por el intercambio metro a metro que determina el Decreto 420 de 2014, esperan recibir algunos apartamentos para vivir en ellos y algún local en el que puedan montar una miscelánea o una papelería que se adecúe al público universitario. Actualmente, están a la espera de que comiencen las obras de urbanismo; incluso, Carmen forma parte de la entidad gestora de la UAU-4, el organismo electo por los vecinos de cada unidad para establecer diálogo constante con Progresa Fenicia y hacer veeduría para que se cumpla lo que dicen los decretos que dan sustento legal al proyecto y las bases para la actuación que se construyeron en diálogo con los vecinos. El motor de vida de las hermanas son sus hijos, su familia. No obstante, afirman que también son ellas mismas las que se motivan a seguir adelante, por eso han logrado adaptarse a los cambios de su casa y de su negocio. “Pues a todas nos ha tocado sacar valentía de donde no la tenemos porque nos ha tocado duro, aparte todas siendo madres solteras, nos toca sacar a nuestros hijos adelante. Qué más valentía que esa.” dice Carmen.