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LAS AGUAS, BOGOTÁ. AGOSTO 2015. DÉCIMO PRIMERA EDICIÓN
EL MONO: AHORRANDO CRECIÓ MI NEGOCIO - Monito, necesito que me consiga una bata para poder entrar al laboratorio y no sé en dónde la consigo. ¿Por qué no va a la carrera 13, compra varias y nosotros se las alquilamos? – Le dijeron los estudiantes de la Universidad de Los Andes a Abelardo Londoño en 1990-.
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ara ese entonces, la Comercializadora El Mono ubicada en la esquina de la carrera primera con calle 20 no era más que un puesto ambulante al frente del edificio Aulas de la universidad. “Vendía dulcecitos, bananitas, confites y cigarrillos”, dice Abelardo. La idea de las batas le quedó sonando y decidió ponerla en práctica. Al poco tiempo vendía también tapabocas, guantes y gorros. Vendía jeringas, algodones e insulina. Los estudiantes pedían y El Mono traía.
El puesto de dulces se fue quedando chico y cada vez le resultaba más necesario tener su propio local.“Mi deseo era montar un negocio, yo siempre había soñado con eso”, cuenta El Mono. La tarea no era fácil. Por ser vendedor ambulante, no cumplía con los requisitos de los bancos y conseguir un préstamo era imposible. Decidió entonces, trabajar más duro y dedicarse a ahorrar. “Mil, dos mil, tres mil y cuando podía cinco mil diarios”, dice. Todos los meses lograba juntar casi dos millones de pesos que metía en Cdts certificado de depósito a término-. Cuando tuvo 19 se enteró de que la casa en donde hoy funciona su negocio estaba en venta. “Le dije al dueño: yo le compro su casa, pero tengo la platica en Cdts. Él no me creía, lo tuve que llevar hasta el banco para que hablara con el gerente”, recuerda. Abelardo se define como un hombre trabajador, emprendedor y con muchas
ganas de surgir. Entre sus metas más próximas está ser parte de la renovación del sector,pues asegura que con el proyecto Progresa Fenicia se han mejorado las condiciones de vida de los comerciantes y vecinos. “Nos trajo progreso, seguridad, educación. Trajo todo a este barrio”, dice. Así como reconoce sus virtudes con orgullo, también habla de sus derrotas. En el 2008 invirtió todo su capital, más el dinero prestado por seis bancos en DMG Grupo Holding S.A, la empresa acusada por las autoridades de lavar dinero y negociar con esquemas piramidales ilegales. Con la caída de DMG, a Abelardo le llegó una crisis de casi tres años y se declaró en bancarrota. Durante los primeros días tuvo que vender todos sus muebles para poder surtir el local y poco a poco y con mucho esfuerzo, fue recuperando lo perdido. “Aprendí que si uno camina muy rápido se puede caer, pero si uno va más lento, más seguro, es mucho más suave el camino”.
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