Revista El Azar Inmóvil

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EL AZAR INMÓVIL Año I - Nº 1

locales, que al nacimiento en tierra americana”.3 Y como dice José Antonio Mazzoti: “La categoría de “criollo” se refería, pues, y sobre todo, a una función social y a un estamento antes que a un grupo delimitado únicamente por razones biológicas, aunque el discurso general tratara de negar la intromisión sanguínea del Otro en un sujeto social autoasumidamente blanco”.4 Ya en los inicios del siglo XVI se evidencia con toda nitidez la emergencia de una peculiar conciencia criolla y la articulación de un sujeto criollo. Esto generará un discurso que se caracterizará por un tono reivindicatorio y polémico. El hecho de ser considerados diferentes a los residentes de la metrópoli va a operativizar en Indias un discurso defensivo y apologético, que incluye como uno de sus objetivos más importantes persuadir a los europeos de la dignidad y las virtudes del criollo. Se puede hacer extensivo a América lo que afirma Bernard Lavallé para el Perú: “De manera evidente y natural, el discurso criollo se presenta, desde sus inicios, como un contraataque organizado, como un contradiscurso. Se esforzaba por contradecir los argumentos europeos más contundentes y corrosivos [...], el alegato criollo se abría forzosamente por el vibrante elogio de la tierra peruana”.5 Este alegato criollo, esta “conciencia criolla de la diferencia” como la llama García–Bedoya acertadamente, se sustentará, según este mismo autor, en varios elementos: la vindicación del espacio criollo, especialmente de la ciudad; el orgullo por los santos y devociones locales; y la exaltación de las costumbres particulares, sus modos de ser, sus danzas, sus manjares, su modo de hablar, etc.6 Hay que decir, sin embargo, que las expresiones discursivas del sujeto criollo lo revelan como un ente que se mueve en la ambigüedad e, incluso, en la contradicción: por un lado se proclama español, depositario y tributario de los códigos culturales y las opciones ideológicas de España, pero, por otro lado, se enorgullece de ser diferente y proclama las virtudes de su tierra, propia o adoptada, de sus ciudades, de sus devociones, de sus usos y costumbres. A la luz de estas consideraciones deseamos examinar La endiablada, texto producido en c.1624 por Juan Mogrovejo de la Cerda, español afincado 3

“Del espíritu colonial a la reivindicación criolla”, en Las promesas ambiguas. Criollismo colonial en los andes (1993: 25).

4

José Antonio Mazotti, “La heterogeneidad colonial peruana y la construcción del discurso criollo en el siglo XVII” en J.A. Mazzotti y U.J. Zevallos, eds., Asedios a la heterogeneidad cultural. Libro homenaje a Antonio Cornejo Polar (Philadepphia: Asociación Internacional de Peruanistas, 1996), 173-174.

5

Bernard Lavallé. “Americanidad exaltada/hispanidad exacerbada: contradicciones y ambigüedades en el discurso criollo del siglo XVII peruano” en Catherine Poupeney-Hart-Albino Chacón Gutiérrez eds., El discurso colonial: construcción de una diferencia americana (San José de Costa Rica: Universidad Nacional Heredia, 2002), 22.

6

Ver: García-Bedoya, Carlos (2002:183-188).

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