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FIRMA INVITADA A VUELA PLUMA. Emilio Velasco

A vuelapluma / EMILIO VELASCO LA TECNOLOGÍA, ORÍGEN DE TODA EVOLUCIÓN

ALO LARGO de estas disquisiciones en las que me gusta profundizar, (me gusta que TODOS profundicemos) para indagar en el verdadero meollo de los temas que protagonizan esta sección “A vuelapluma” en la que a modo de rápido vistazo y utilizando un lenguaje sencillo y ameno, desterrando el empleo de tecnicismos innecesarios, trato de que todos disfrutemos con estas lecturas que permitan nuestras propias reflexiones para entender mejor cada tema tratado. Si lo consigo, objetivo alcanzado, y si además logro que hayan disfrutado con la comprensión de lo tratado pues qué más decirles, mi satisfacción será plena: “miel sobre hojuelas”.

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Como he “tocado” en repetidas ocasiones el tema de la importancia del sector rural –y especialmente de la agricultura– en la evolución de la humanidad al ser, de alguna forma, impulsora del origen de la sociedad misma, voy a tratar de ofrecer ahora un rápido pero esclarecedor vistazo a lo que ha representado para esa agricultura la evolución de la tecnología -sin duda muy rudimentaria en sus orígenes-, que bien puede parodiar la importancia de aquella huella que motivó la famosa frase del comandante de la misión Apolo 11, Neil Armstrong, cuando dijo al pisar la Luna por primera vez aquel 20 de julio de 1969, “es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la Humanidad”, y como aquel tímido y corto paso cuya huella quedó para siempre impresa en el polvo lunar, el nacimiento de la Agricultura como ciencia hace ya un centenar de siglos significó un gran salto de gigante para la Humanidad.

Durante todos estos trabajos, he tenido ocasión de consultar estudios que refrendan que, históricamente, la Agricultura hizo su aparición entre nuestra especie en el período Neolítico cuando a uno de nuestros ancestros se le ocurrió depositar una semilla en un surco previamente “abierto” en el duro terreno con un trozo de rama aguzada. Aquel acto, aparentemente intrascendente pero fruto de la innata curiosidad y capacidad de observación de la especie humana –que, a pesar de no ser la más fuerte, ni siquiera la más numerosa, sí estaba “adornada” de otras muchas cualidades–, se había situado en la cúspide de la pirámide evolutiva y como ya apunté en mi pasado trabajo del número anterior, al establecerse la agricultura como método racional que permitía la obtención “deseada” de alimentos, afloraron algunas de esas cualidades que mostraban al homo sapiens muy por delante del resto de especies del reino animal. Así surgieron y se desarrollaron toda una serie de actuaciones como un cambio total del modo de vida que las pequeñas tribus de humanos habían llevado hasta entonces sustituyendo el nomadismo al que se veían abocadas para buscar los frutos necesarios que de forma espontánea les ofreciera la tierra.

Todo cambió para aquellos primitivos seres al ser capaces de producir sus propios alimentos; se fomentó el establecimiento de poblaciones estables como necesidad de permanecer cerca de tierras cultivables; eso dio origen a la aparición de un arraigado sentimiento de propiedad y a la necesidad de proteger esas posesiones, por lo que surgieron las nacionalidades como la mejor manera de fortalecerse, etc. En suma, se comenzó a fomentar una nueva estructura, la sociedad, primero en una estructura embrionaria que se ha venido perfeccionando constantemente hasta convertirse en el modelo por el que hoy la conocemos.

Aquel radical cambio en la forma de vida permitió pasar de un obligado nomadismo en pos de los frutos a la producción “a deseo” de esos alimentos en núcleos estables de población donde prima la colaboración de todos sus habitantes aunando esfuerzos por un bien común.

Sin duda, como ya he recalcado, la aparición de la Agricultura como ciencia en el Neolítico, representó toda una revolución para la vida en nuestro planeta. Su historia, durante este centenar de siglos transcurridos se ha visto jalonada del empleo de todo tipo de técnicas, herramientas y utensilios tendentes a favorecer la productividad de las tierras que el ser humano iba cultivando, de tal forma que si se quiere destacar a un sector con historia y que a su vez ha propiciado el surgimiento de otros muchos capítulos productivos para el conjunto económico, no lo duden: estoy refiriéndome al sector agrario, el más antiguo de todos los que configuran hoy el moderno potencial económico de cualquier país.

Pero además sigue siendo un sector que continúa generando desarrollo y riqueza porque no ha permanecido inamovible con el paso del tiempo. Las distintas civilizaciones que han poblado este planeta han aportado nuevas técnicas, utensilios y herramientas muy diferentes durante su paso por la historia dejando una profunda huella de saber que ha configurado un extraordinario legado de conocimientos. Y esto es así desde aquellos primitivos y rudimentarios utensilios de los primeros tiempos –básicamente de madera y piedra–, hasta los actuales y sofisticados equipos de producción agrícola intensiva, o de los complejos esquemas de riego que desarrollaron los romanos en los primeros tiempos de nuestra era, y que sentaron la base para los impresionantes sistemas automáticos de riego actuales, autogestionados por los ordenadores más potentes de hoy.

Han sido cien largos siglos de logros continuados pero, sin duda, el principal aporte lo representó la aparición de la agricultura en sí misma que, como ya he dicho, fue el germen para el nacimiento de la sociedad agrícola y con ello, el desarrollo de las primeras civilizaciones. Esa agricultura de los primeros tiempos pronto incorporó nuevas técnicas de cultivo y herramientas para facilitar el trabajo, un hecho que se ha venido produciendo durante todas las épocas transcurridas –Edad Primitiva, Antigua Roma, Edad Media, Moderna y Contemporánea–, que ha permitido seguir alimentando a una población que se ha multiplicado desde los poco más de cuatro millones de seres de hace 10.000 años, a los más de 7.000 millones de habitantes en la actualidad. ...Solo los logros técnicos de cada época han procurado la alimentación de una población en constante crecimiento. 

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