Cuentos esperandinos I

CUENTOS ESPERANDINOS I

1°B

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IE con Convenio Nuestra Señora de la Esperanza

CUENTOS ESPERANDINOS

ESPERANZA CARTONERA

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Cuentos esperandinos I Primera edición: noviembre 2021 ©Esperanza Cartonera, 2021 Calle Bayobar s/n Urb Miguel Grau Ate - Vitarte Salamanca, Peru esperanzacartonera@nse.edu.pe Edición: Robinson Parraga Castro Diseño y diagramación: Estudiantes de 1°B Corrección de estilo: estudiantes de 1°B Impreso en el Perú – Printed in Perú Lima-Perú Este volúmen I de Cuentos esperandinos ha sido realizado por los estudiantes del 1°B de secundaria, de la Institución Educativa con Convenio Nuestra Señora de la Esperanza, en el área de Comunicación, año escolar 2021, Asimismo, su publicación se realiza en el marco de la celebración del Día de la Biblioteca Escolar.

Su uso es de libre acceso y descarga gratuita. Queda prohibida su comercialización

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ÍNDICE Prólogo…………………………………………………………….6 La gran traición………………………………………….....9 GAMARRA DONAYRE, NATALIA ORE LEON, KIARA CONTRERAS BARRIONUEVO, ENZO TITO PRADO, LEONARDO OROPEZA CORDOVA, LEONARDO CALONGOS TADEO, KEVIN

Sulay, el espíritu de la laguna………………..……11 VILLAVICENCIO RIVERO, DANIELA SILVA TORRES, FAVIA VERA VILLARREAL, CARLOS ORTIZ VENTURA, AALEYAH FLORES ACUÑA, ANGELO CAMPOS MARTHANS, ANDREA

Persecución en los Andes……………………..…….15 MENDO CORDERO, BENJAMIN ALFARO ROMAN, DANIEL AYIN SERRA, ITALO SILVA CERNA, JOSE REYES QUISPE, DANIELA MELGAR SOTO, DONATO

La Flor de Amancaes………………………………...….18 GUILLEN SALAZAR, ARIANA AGUILAR OSCANOA, PAOLO MOSCOL HERRERA, YANIRA POMA GOMEZ, PIERO DONAYRE CONDE, MATIAS SANTIVAÑEZ FERRER, SOFIA

La sirena y el río encantado…………………..…..22 ORTIZ MARCA, JAMIL ASTOCONDOR ULLOA, LORELAI CORDOVA BARRAZA, ANABELLE TORNERO DE LA CRUZ, ARIANA CENTURION WADSWORTH, ADRIANA CORDOVA SEGIL, VÍCTOR

Kametsa pimpoke yotantsianko ……………….25 CASTILLO VICINI, MARÍA PAZ AZAÑA ARBAÑIL, FRANCESCA MANTA CHAVEZ, LUCIA OJEDA HEREDIA, LUIS LEON RUIZ, JOAQUÍN

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Prólogo Gabriel García Márquez decía que escribir cuentos era como vaciar en concreto, por su inmediatez e impulso; Julio Cortázar, que el cuento equivalía a la fotografía, pues de una sola instantánea tenía que capturar un momento clave y ofrecérsela al lector. Ambos fueron unos maestros del cuento literario, y razón tenían. Breves o extensos, sus cuentos son un desafío a la inteligencia y la imaginación. Cómo no recordar los cuentos d e Cortázar: La noche boca arriba, el hijo del vampiro, La puerta condenada o Torito. O las del maestro García Márquez: La siesta del martes, Me alquilo para soñar o Solo vine a hablar por teléfono. Todas sin excepciones son relatos que algún tipo de emoción provoca en el lector, desde la sorpresa, si tienes la guardia baja; hasta la admiración por las trampas y silencios que desencadenan finales inesperados. Y es que eso es precisamente el cuento, una invitación al humor, a lo inesperado, al juego de las palabras y la conexión con las emociones y sentimientos.

José María Arguedas fue un eximio acompañante durante esta travesía que significó elaborar este primer volumen de cuentos. De su mano los estudiantes recorrieron distintos pueblos andinos, conocieron a sus personajes, algunos nobles y simpáticos, otros; crueles y abusivos. Descubrieron nuevas tradiciones, ritos, cantos y celebraciones de ese mundo distinto, ajeno y nuevo a ellos. Todo ello les permitió poblar sus mentes nuevas historias, personajes, espacios, entre otros; que se convertirían poco después en la materia prima de sus ficciones narrativas.

Así pues, los estudiantes de primer año se adentraron en nuevos terrenos narrativos y elaboraron sus cuentos a partir de seis elementos básicos: protagonistas, antagonistas, escenarios, acción principal, objetos mágicos y sentimientos. Por unos minutos fungieron de creadores y durante las sesiones de clase empezaron a construir personajes, imaginar escenarios, escenificar batallas y decidir si sus personajes se arrepentían, firmaban alianzas o simplemente desaparecían. Ha sido un primer intento de explorar las capacidades creadoras que cada uno tiene y ¡vaya que me han sorprendido!

Quiero, mediante estas últimas líneas, hacerles llegar mi gratitud por permitirme ser parte de estos momentos anecdóticos de aprendizaje, alegría, complicidad y consejo. Mi gratitud infinita y mis mejores deseos para ustedes, estudiantes; que la literatura les sea propicia y los cobije siempre.

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A José María Arguedas, por permitirnos conocer el país al que pertenecemos

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1. la gran traición n el departamento de Puno, en una zona muy alejada de la ciudad vivían Ernesto y Juana, una pareja feliz, que pasaban sus días trabajando en el hotel de un hombre llamado don Aurelio. Ellos, tenían muchos planes juntos, pero el destino les depararía muchas sorpresas.

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Un día, Juana se encontraba cocinando el almuerzo cuando de pronto escucha a Don Aurelio llamarla insistentemente. Juana acude haca donde se encontraba el dueño y con sutileza toca la puerta de la habitación dando golpecitos con los nudos de su mano.

— ¿Don Aurelio, me llamaba? —pregunta Juana.

—Sí Juana, pasa por favor —contesta el dueño.

Juana abre la puerta de la habitación y don Aurelio se acerca a ella.

—Juana que haces tú con ese tal Ernesto, es pobre y no tiene ni dónde caerse muerto —increpó don Aurelio.

—Don Aurelio yo amo a Ernesto, es mi novio y pronto nos casaremos —respondió Juana.

—Pero tú, ¿podrías estar conmigo? —insistió don Aurelio, agregando—: Yo te puedo dar dinero, ropa, casas, joyas y todo lo que anhelas, solo tienes que dejar a ese don nadie y venirte conmigo.

—No insista, por favor, don Aurelio —respondió Juana.

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—Medítalo, piensa en tu futuro, si acaso cambias de opinión te estaré esperando aquí mismo —finalizó Don Aurelio.

El dios Llulla se le presentó a Ernesto, este le comento to lo que había acontecido entre Juana y don Aurelio. Mientras Ernesto meditaba las palabras del dios, llegó una visita, Alicia, la hija de un hacendado.

Ella vivía enamorada de Ernesto, quien rechazaba sus coqueteos.

Poco después el dios Llulla, también se le presentó a Juana y contó lo ocurrido. Entonces, ella, alertada por lo revelado por el dios empezó a seguir a Alicia, y descubrió que seducía a Ernesto.

Juana increpó a Alicia su actitud hacia Ernesto, Alicia respondió con una bofetada, Juana le propinó un empellón a Alicia que la arrojó de espaldas hacia el suelo, golpeándose duramente la cabeza contra una roca y quedando inconsciente.

Tras varios días de estar inconsciente, Alicia murió. Las autoridades sentenciaron a Juana a cinco años de prisión. Ernesto acudía a la cárcel de mujeres durante la semana llevando víveres, artículos de limpieza y palabras de aliento. Sin embargo, los domingos llevaba una flor roja, muy roja, a la tumba de Alicia. El dios Llulla observaba, complacido, el destino de sus fieles.

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2.

Sulay, el espíritu de la laguna n la majestuosa laguna de Huallhua, hace muchos años atrás, habitaba un espíritu llamado Sulay. Esta anhelaba con todas sus fuerzas convertirse en un humano. Sin embargo, por más que lo deseaba con todo su ser, no encontraba la forma de hacerlo realidad.

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Un buen día, mientras se encontraba absorta en sus pensamientos, no pudo percatarse de la presencia de Aklla, una bruja de las montañas, que conmovida por el gran anhelo de Sulay, decidió acercarse a ella y cumplir su anhelo.

—¿En verdad quieres ser uno de ellos? —le dijo Aklla, con mucha curiosidad.

—Sí, siempre ha sido mi mayor deseo —explicó Sulay, observando detenidamente a la bruja, quien se encontraba frente a ella, al instante algo confundida agregó—: Disculpa, ¿quién eres?

—Soy la única con el poder de cumplir tu anhelo —contestó Aklla, muy segura.

Sulay, solo se quedó observándola por un momento, no sabía qué decir, preguntándose cómo alguien que apenas conocía, se compadecía de ella.

—Entonces, ¿aceptas? —dijo Aklla, interrumpiendo los pensamientos del espíritu.

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—Es raro que por mí quieras hacer algo tan imposible, sin pedirme nada a cambio, cuando apenas te conozco —dijo Sulay, aun extrañada con aquel ofrecimiento.

—Pues, básicamente mi poder se alimenta de aquella emoción que sienten las personas al cumplir sus sueños.

—¡Entiendo! —asintió Sulay, una gran sonrisa se dibujaba en su rostro.

Solo pasaron unos cuantos segundos del pacto entre ambas, cuando la bruja empezó a ensayar alguna clase de hechizo. El característico tono pálido de su piel empezó a mutar en uno más lozano; pasados unos minutos era completamente humana. Sulay estaba lista para descubrir el mundo que la esperaba. Con mucha curiosidad se despidió de Aklla, dándole las gracias por cumplir su deseo.

Ya hecho humana, conoció a Tawa, un niño andino del cual se hizo amigo. Ellos fueron a caminar y se encontraron con la casa del patrón, el hombre más poderoso del lugar. Era de noche y al encontrarse cansados decidieron pernoctar ahí. De pronto, divisaron un bastón viejo y descuidado. Al ver que en el contorno de este había palabras escritas, Sulay empezó a pronunciarlas en voz alta.

Mientras los sonidos de las palabras se sucedían unas a otras apareció un duende enjaulado, con expresión triste.

—¿Qué te ha pasado duende, por qué estás en esas condiciones? —dijo Tawa, mientras lo miraba.

—¡Ay, niño! el patrón de esta casa me encontró, y al ver que tengo poderes decidió encerrarme.

—¿Poderes? —preguntó Sulay.

—Bueno, verás —dijo el duende, prosiguiendo—: Una noche, entré a esta casa para robar comida, el patrón al verme me atrapó e interrogó: «¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí? ¿Estás perdido?», al Página | 12

contarle de mis poderes, me pidió una demostración, y así lo hice.

Uno de mis poderes era crear dinero a quien me atrape. El patrón al ver esto, me golpeó con el bastón de tal manera que quedé desmayado. Cuando desperté estaba encerrado en una jaula — ¡Oh!, ya veo —dice Sulay—. ¿Cómo podemos ayudarte?

—Necesito que rompan el candado con el bastón.

Tawa, el niño andino, tomó el bastón, y con la punta de este logró romper el candado; para ese entonces ya principiaba el día y decidieron salir de ahí con el bastón y el duende antes que el patrón se diese cuenta.

Pasado las horas, el patrón se despertó, y fue hasta el patio buscando al duende, para que le entregase más dinero; grande fue su sorpresa al descubrir que no estaba, y echando un grito al cielo ordenó a sus trabajadores buscar al duende. Estos al seguir los rastros de las huellas, lograron dar con ellos.

Los párvulos al darse cuenta que los estaban siguiendo, decidieron saltar a la laguna de Huallhua, al aventarse y no saber nadar, las aguas de la laguna empezaron a cubrirlos poco a poco. De pronto, despertaron de su sueño, aún era de noche, el bastón seguía en su lugar, lo cogieron y se marcharon llevándolo consigo.

Esta vez, decidieron ir muy lejos rápidamente. Al encontrar una cabaña en las montañas, repitieron de memoria las palabras escritas en el bastón, de pronto apareció el duende enjaulado, los niños al saber qué hacer, rompieron el candado y lo dejaron libre. Este les dio como recompensa mucho dinero y les prometió que les daría más si volvían a encontrarlo.

Los niños al tener mucho dinero, decidieron buscar a la bruja Aklla.

Ella, les sugirió invertir una parte del dinero en la compra de tierras cerca de la laguna, pues en un par de años esas tierras serían muy

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requeridas por la población, y así podrían vender aquellos terrenos y multiplicar su dinero.

Ellos obedecieron a Aklla, y empezaron a vivir de la recompensa por dos años. Durante ese tiempo empezaron a enamorarse. Poco años después, aparecieron unos foráneos quienes buscaban comprar tierras fértiles. Los foráneos decidieron pagar el triple por los terrenos y así lo hicieron.

Entonces los niños ya habían alcanzado la mayoría de edad y, con el dinero obtenido, empezaron a realizar más inversiones. Rápidamente se convirtieron en jóvenes exitosos de su pueblo y, gracias a su fortuna y trabajo, pudieron brindar apoyo a los demás moradores de su pueblo, consiguiendo hacer de él un pueblo próspero y creciente.

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3.

Persecución en los AndeS n un pueblo de la sierra peruana crecía una flor extraña; esta tenía el poder de concederle un deseo a las personas de corazón puro que la poseyera, cuidara y cultivara. Esta flor era cuidada por Mario, un noble señor, quien la cultivaba desde niño, pues sabía de la codicia y ambición de los humanos y su afán por conseguirla.

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Un día llegó al pueblo un joven llamado Peter, este foráneo buscaba hacerse de la flor de los deseos, y nada ni nadie lo se interpondría entre él y la flor. Su mayor anhelo era convertirse en presidente del Perú.

Peter, había buscado esta flor por todo el Perú, y las pistas lo habían conducido hasta ese pueblo de la sierra. Al tocar la vieja puerta de la casa de Mario, se preguntaba si acaso estaría a poco de cumplir su mayo anhelo. Mientras cavilaba si por fin conseguiría la flor, la puerta se abrió y detrás de ella apareció un hombre añejo.

—Tú, ¿quién eres? —preguntó Peter.

—Señor, yo soy Mario —respondió, devolviendo la incógnita— : ¿Con quién tengo el gusto? Nunca lo había visto en este pueblo.

—Soy Peter —contestó, interrogando—: ¿Y Mario, por qué vives encerrado en este lugar? ¿Por qué no estás en tu chacra como los demás?

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—Cuido de mis flores —respondió Mario—. Son flores especiales que le brindan felicidad a las personas. En especial esta flor de los deseos…

De pronto, Peter, sin reparo, cogió una piedra y la lanzó contra Mario, dejándolo inconsciente por unos momentos. Buscó la flor, la más hermosa y aromática entre todas, la tomó entre sus manos y se fue con ella hacia Lima.

Mario, al despertar observó que la flor ya no estaba en su poder, entonces acudió al pueblo a preguntar por el paradero del foráneo.

Todos señalaron hacia el oeste. Mario tomó su caballo y empezó a cabalgar en la dirección indicada.

Mientras tanto, Peter se preguntaba ¿Por qué esta flor es tan mágica? ¿Acaso podrá concederme el deseo de ser presidente del Perú? Lo que Peter desconocía, era que esta flor solo concedía deseos a las personas de corazón puro, que no albergaban sentimientos hostiles en su corazón.

Peter, se encontraba en dirección a Palacio de Gobierno, llevaba entre sus manos la flor y buscaba declararse presidente del Perú. A punto de llegar a la puerta principal, una voz lo perturbó…

–No funcionará la magia de la flor contigo –Le advirtió Mario.

–¡Silencio! No conseguirás impedir cumplir mi mayor anhelo – arremetió Peter, aferrando la flor entre sus manos.

–Solo funciona con los que tienen un corazón puro–retrucó Mario.

Peter pareció no escuchar el consejo de Mario y cruzó, decidido, la puerta principal de Palacio.

Mario, sin darse por vencido lo siguió y buscó por todo el recinto sin lograr dar con él. Al volver por la calle Junín observó en unos Página | 16

televisores de los restaurantes que nada había cambiado y cesó la búsqueda de la flor. Regresó a su pueblo y continuó del cuidado de sus flores.

Poco después, una tarde de lluvia, oyó que alguien llamaba a la puerta. Se quedó pasmado al descubrir que el visitante era el propio Peter, que sin cruzar una sola palabra le devolvió la flor. Mario la recibió y de inmediato la colocó en un macetero especial. Peter de despidió disculpándose por su actitud y desapareció nuevamente.

Pasado unos años, Mario caminaba por el centro de la ciudad y encontró un afiche con la imagen de Peter. Quedó sorprendido al descubrir que el símbolo político de Peter, era el retrato de la flor mágica.

De inmediato volvió a su casa, observó detenidamente a sus flores y descubrió que una de ellas, la más especial y hermosa, había muerto; sus hojas lucían oscuras, los tallos y raíces, blandos y frágiles.

Peter se proclamaba presidente del Perú, y Mario pensaba para sí mismo si acaso la flor habría decidido cumplir un último anhelo.

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4.

La flor de Amancaes n las lomas costeras del Perú, vivían dos amigos, Antonio y Paquito. El primero era un joven, dueño de una hacienda con un hermoso huerto y una flor especial que solo podía crecer en aquel vergel. En otro, Paquito, era un joven que no poseía tierras ni huertos y solía tomar los cultivos y las flores de sus vecinos, por lo que se había ganado la enemistad de sus vecinos.

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Después de mucho pensarlo, Antonio decidió invitar a Paquito a su hacienda. Mientras el anfitrión terminaba de dar unas indicaciones; Paquito empezó a explorar el huerto de Antonio. No tardaría en toparse con la hermosa flor.

Seducido por la belleza de la esta, tramó un plan para conseguir robarla. Luego de observar detenidamente la flor, ingresó a la casa y desayunó junto a Antonio. Su mente solo atendía a las ideas que lo ayudarían a apoderarse de aquella bella flor.

Paquito estaba listo para dar inicio a su plan de apoderarse de la flor.

Entonces llamó a Antonio.

—Antonio, el pueblo está de fiesta, y el cardenal de la capital nos ha visitado, deberías asistir —aconsejó Paquito, agregando —: yo me quedaré cuidando los huertos.

—Muchas gracias por avisarme Paquito, ya mismo voy — respondió Antonio.

Una vez que estaba seguro que Antonio se dirigiría a la supuesta fiesta, Paquito atravesó los campos hasta llegar al huerto donde Página | 18

permanecía intacto la flor. Surcando el cerco, y flotando entre los jardines como una mariposa, extendió la punta de su dedo índice hasta tocar aquella hermosa flor. Miles de ideas florecían en su mente, mientras observaba a la flor. No podía tomarla para sí, la flor había echado sobre él una suerte de hechizo que lo mantenía inmóvil.

De pronto, Antonio se estacionó frente al huerto y al bajar del coche del auto observó a Paquito entre las flores.

—¿Hasta ahora sigues cuidando el huerto? ¿No te importa que sea tardísimo? —interrogó Antonio.

Pasaron minutos de silencio.

—Solo contemplo esta hermosa flor —respondió Paquito.

—Es la Flor de Amancaes, que sembraron mis bisabuelos durante la colonia en las Lomas de aquel lugar—dijo Antonio, prosiguiendo—: mi padre antes de morir lo sembró en este huerto, es lo más preciado que conservo de todo lo que pudo heredarme.

—No existe flor más hermosa en el mundo —responde Paquito.

—Te gusta mucho, ¿verdad? —preguntó Antonio.

—Se parece mucho a una flor que apareció en uno de mis sueños —respondió Paquito, clavando sus ojos en los pétalos de la flor.

—No te gustaría trabajar como jardinero en mi huerto –consultó Antonio.

—Con mucho gusto —respondió Paquito, agradecido y feliz por la oportunidad que le brindaba Antonio.

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—Ya está haciendo mucho frío, pasa a mi casa —dijo Antonio, mientras abrazaba a su amigo y una vez dentro de la hacienda le enseñaba su nueva habitación.

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5.

La sirena y el río encantado Emiliano vivía solo en una casa situada en medio del bosque. El joven acudía a diario al río, encontrando en él objetos distintos. Mientras daba un paseo por el río escuchó un canto hermoso y dulce. Él frunció el ceño y se quedó sorprendido ya que nadie andaba por ahí, fue entonces que decidió entrar el río encantado siguiendo el sonido de la melodía.

Mientras nadaba por el río se topó con una hermosa mujer; esta al verlo lo durmió y llevó a su recinto. Emiliano despertó confundido en un lugar ajeno a él, vacío, oscuro y húmedo. Se frotaba los ojos creyendo que era una un mal sueño, pero estaba lejos de ser así.

Dio muchas vueltas por el lugar sin encontrar ninguna salida, hasta que vio a una mujer. Era joven y bonita, de cabello claro que caían sobre sus hombros perfectos, tenía los ojos miel y un sin de pecas que salpicaban sus mejillas. Sin embargo, su rostro expresaba tristeza y dolor.

—Hola, ¿cómo te llamas? ¿Qué haces en este lugar tan frío y oscuro? —dijo Emiliano, confundido y nervioso.

—Mi nombre es Flor, ¿acaso no te has dado cuenta que estamos en una cueva? ¿Y que la mujer que te trajo aquí es en realidad una sirena? —dijo Flor.

—Espera, ¿sirena?, nunca vi una de esas en este río —dijo Emiliano.

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—Escúchame, esta sirena engaña a las personas, finge ser una mujer para después secuestrar a las personas. No sabemos con qué fin, supongo que matarnos o comernos que es casi lo mismo —dijo Flor.

—¿¡En serio!? Suena loco, tenemos que escapar antes de que nos mate o peor aún, nos coma; no quiero ser devorado por una sirena —dijo Emiliano, despavorido.

—Pero, ¿qué tienes en mente?, ¿podemos intentar engañarla?

—dijo Flor, dubitativa.

—¡Exacto! podemos engañarla o escapar a escondidas —dijo Emiliano, con algo de esperanza y seguridad.

—Pero, ¿cómo escaparemos? —dijo Flor, prosiguiendo—: Este lugar es un enigma.

—Paseando la mirada por todos lados —dijo Emiliano—. Oye, mira justo ahí, hay como un agujero, podemos escapar por ahí.

—Sí lo había visto, pero como haríamos para escapar por ese agujero, es muy pequeño y los dos no cabemos —dijo Flor.

—No hay de otra, hay que excavar ese agujero para poder salir —dijo, Emiliano, con mirada exploradora.

—¿Crees que otros cautivos hayan logrado escapar de la cueva? —preguntó Flor, con cierto pavor.

—Tranquila, estoy seguro que ese agujero nos llevará a alguna salida... —dijo Emiliano mientras una sombra lo cubría…

—¿Así que planeaban escapar de aquí? —dijo la mujer mitad humana mitad pez, presentándose ante ellos.

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Los jóvenes estaban despavoridos, de sus rostros brotaba el miedo, que se iba apoderando de sus cuerpos frágiles. De pronto, Flor reaccionó.

—Sí. Planeamos escapar, no lograrás hacernos daño, no te vas a salir con la tuya —dijo Flor, con mucha valentía.

—Exacto, no te saldrás con la tuya —añadió Emiliano.

—Pues si intentas huir junto a tu amiguita—dijo la sirena, amenazando—: Tu madre se va a morir, ella padece una enfermedad y puedo hacer que muera antes de tiempo.

La mirada de Emiliano, mostraba rendimiento, su madre era lo único que tenía, era lo más importante de su vida. Estaba dispuesto a sacrificarse.

—Mira, tengo un cuchillo, lo llevo siempre conmigo—dijo Flor, agregando—: No hay de otra, tenemos que acabar con ella, es la única forma.

Emiliano, sacó el cuchillo de la cintura de Flor. La sirena estaba a punto de atacarlo. Este, de un solo movimiento, clavó el cuchillo en el corazón de la sirena, esta cayó al suelo y de su ser brotó una flor azul. Flor cogió la cogió y de inmediato se dirigieron al agujero.

Empezaron excavar hasta dar con la salida que los llevaría al bosque.

—¡Lo logramos! —dijo Flor, contenta.

—¡Sí! ¡lo logramos gracias a ti! Sin tu cuchillo y tu valentía no hubiéramos escapado—dijo Emiliano.

—Tú también ayudaste mucho—sonrió Flor, agregando—: por cierto, ¿cuál es tu nombre? Nunca lo mencionaste.

—Mi nombre es Emiliano —respondió.

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—Bueno, ¿qué te parece si somos amigos? —dijo Flor. De pronto sacó la flor azul que había brotado del corazón de la sirena y se la entregó a Emiliano como símbolo de su amistad.

—¡Gracias! —dijo Emiliano, estrechando la mano de su nueva amiga.

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Kametsa pimpoke yotantsianko (Bienvenidos a mi escuela) Hakan Jaylli era una niña ashaninka de ojos negros y cabello castaños. Ella decidió viajar a Lima para continuar sus estudios y contribuir a su pueblo. En la capital se matriculó en la Escuela San Giuseppe Moscati. Era una niña muy leída y preparada a su corta edad.

En el primer día de escuela al dirigirse a su salón de clases una niña le comenzó a hablar. Ella no entendía muy bien lo que le decía, pero por el tono que empleaba se dio cuenta que se trataba de una burla.

Aunque Hakan la ignoró, percibió que tenía que aprender mejor el idioma. Y así lo hizo. Se esforzó durante varias semanas hasta lograr hablar aquella nueva lengua.

Un día, al ingresar Hakan al aula, encontró a sus compañeros apoyados sobre su pupitre.

—Miren, ahí viene la niña que habla extraño —dijo Rafaela, mientras se reía.

—Gracias por informarnos, Rafaela; pero no hablo extraño, es una de las muchas lenguas que se hablan en el Perú —respondió Hakan, causando admiración.

Hakan, vio que todos alrededor parecían tener una expresión de sorpresa, ya que supuestamente ella no hablaba el idioma español.

Ella solo los ignoró.

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Estaba orgullosa de demostrar que la gente que viene de los pueblos es muy inteligente. En su pueblo nadie sabía leer, tampoco escribir; pero tenían formas desarrolladas de comunicarse Ella tenía sueños mucho más grandes de lo que cualquiera podría esperar, pero sentía tristeza porque la consideraban menor solo por pertenecer a una cultura distinta.

No tenía sentido. Ella siempre había estado feliz de ser ashaninka. A ella no le importaba lo que pensaran, tenía una autoestima formada y no iba a dejar que nadie la hiciera sentir inferior.

Al día siguiente, Hakan acudió a la escuela con ganas de escribir un poco (siempre escribía historias sobre su pueblo y lo diferente que era lima). Llegó muy feliz con su cuaderno bajo el brazo, escuchó sus clases muy concentrada. Había mucho por aprender y eso la hacía feliz. *** Ya habían pasado dos meses en Lima. Hakan, tenía las mejores calificaciones en su escuela. Había estado escribiendo unos informes sobre su pueblo y quería que todos los peruanos supieran su historia.

Mientras redactaba su informe en clase recordó cómo había aprendido a leer: —”¡Nakabe mama! (¡Hola mamá!) –dijo Hakan.

—”Abiro Hakan.” (Hola Hakan.) –respondió su madre.

—”¡Pasonki!” (¡Gracias!) –contestó Hakan.

—”¿Pasonki?” (¿Gracias?) –asintió la madre, muy feliz.

—Hakan! —dijo su maestra, en tono alto

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—La respuesta es veintiocho —dijo Hakan.

—Correcto, bien hecho —dijo la profesora.

Era un problema muy sencillo y prefería seguir escribiendo su informe.

Siempre que acababa el colegio y todos se iban a sus casas, Rafaela y un grupo de niños intentaban hacerla sentir menos.

—¡Oye, Hakan! —exclamó Rafaela.

—Qué pasa ahora —contestó Hakan.

—¿Quieres comenzar de nuevo? —dijo Rafaela, en un tono de burla.

Hakan siempre lograba evitar a Rafaela, pero ya estaba harta y cansada de tener que soportar toda esa humillación. Sin embargo, desconocía que la actitud de Rafaela provenía de la solead y frustración en la que se encontraba.

Rafaela siempre estaba sola, nunca había tenido un papá que la ayudara en las tareas o una mamá que le diera mimos, la única persona que le abrigaba con su compañía era su abuela. Era todo su mundo y ella había fallecido hace poco. *** Hakan estaba emocionada. Hoy iba a presentar su proyecto de Literatura. Había trabajado en ese proyecto por más de dos meses.

Llegó y vio a su maestro de curso. Hakan, con una sonrisa impresa en el rostro, le entregó su proyecto. Obtuvo una respuesta mucho mejor a lo esperado.

—¡Es magnífico!, deberías dedicarte a la literatura —la felicitó su maestro.

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—¡Muchas Gracias, profesor, quisiera algún día dedicarme a esto, ya que es mi pasión —respondió Hakan, emocionada!

Hakan transmitía felicidad. Sabía que obtendría una buena calificación, pero jamás imaginó demasiados elogios. Cuando Rafaela vio a Hakan feliz hizo lo peor: le arrebató su tan amado proyecto y simplemente se fue, dejando a Hakan, con el corazón tan destrozado como el suyo.

Subió al automóvil de sus padres y se fue. No le importó que Hakan estuviera siguiéndola, simplemente quería verla herida, que compartiera un dolor tamaño al suyo.

Hakan dejó de correr y se sentó en el pavimento de la escuela a llorar.

Estuvo así horas hasta que su maestro la vio y la acompañó a su casa. Estaba sola, y muy triste. Aseguraba que Rafaela ya había destruido su “obra maestra”. *** Rafaela llegó a su domicilio y decidió que; antes de destruir, ese texto debía revisarlo. Comenzó a leerlo quedando enganchada con la lectura. Sintió felicidad, tristeza, enojo, amor, y mucha nostalgia. Es así que terminó amando profundamente el texto y se dio cuenta de todo lo malo que había hecho, algo que su abuela jamás hubiera querido para ella.

Decidió devolver el texto a Hakan, y ayudarla a publicar el libro para que mucha gente pudiera leer esos informes que narraban cómo vivía su pueblo. Así que al día siguiente decidió buscarla. La encontró sentada en el patio.

—Me gustaría encontrar este proyecto convertido en libro — dijo Rafaela, acercándose a ella.

Hakan se puso muy feliz por lo que escuchó.

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—Créeme, yo también –dijo Hakan.

Rafaela sonrió, puso su mano sobre su hombro y caminaron juntas hasta su aula de clases.

En el receso Rafaela se armó de valor y rompió el hielo.

—Oye Hakan, ¿cómo era tu antiguo hogar? —preguntó Rafaela.

Hakan, la miró con alegría y le contó todo sobre su hogar.

Rafaela estaba sorprendida de todo lo que Hakan le contaba. Jamás imaginó la abundante diversidad cultural de su lugar de origen.

—Hakan, ¿crees que algún día podrías llevarme a ese maravilloso lugar? — preguntó Rafaela.

—Por supuesto, iremos en las vacaciones —respondió Hakan.

Sin darse cuenta, Hakan y Rafaela se habían vuelto mejores amigas.

Cuidaban una de la otra y siempre se acompañaban.

Rafaela había mejorado sus calificaciones, se esforzaba cada vez más en progresar en sus calificaciones y, aunque sus padres no lo notaban, empezaba a sonreir con frecuencia.

Todas las tardes Hakan visitaba a Rafaela y realizaban juntas las tareas del colegio. Su amistad florecía y ambas eran muy felices.

Ambas ganaron los concursos sobre poesía y cuento de los juegos florales de setiembre y en honor a ello sus compañeros decidieron pegar una fotografía de ambas en el pizarrón principal.

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Los cuentistas

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